Este monográfico sobre “Nuevas tendencias en inteligencia emocional” se ha organizado en dos volúmenes de la revista Escritos de Psicología (Vol. 15 nº 2 y Vol. 16 nº 1) correspondientes al año 2022 y 2023. En el primer volumen de 2022 (Vol. 15 nº 2) se publicaron cuatro artículos: dos revisiones sistemáticas y dos estudios empíricos (Fernández-Berrocal et al., 2022). La revisión sistemática de García-Morales (2022) analizó las implicaciones de la Inteligencia Emocional (IE) en diferentes contextos aplicados como el clínico, el laboral y el educativo y Mikulic et al. (2022) revisó los métodos de evaluación más empleados para la medición de la IE en Argentina. Por otra parte, los dos estudios empíricos se centraron en el ámbito educativo. Kostiv y Rodríguez-Hernández (2022) analizaron el Compromiso Emocional Docente y Pulido-Martos et al. (2022) examinaron cómo la IE es un factor protector del burnout de los docentes.
En 2023, 33 años después de que los profesores Peter Salovey (Yale University) y John Mayer (University of Hampshire) publicaran el primer artículo científico con el título de “Inteligencia Emocional” y en el que se desarrollaba de forma explícita este concepto (Salovey y Mayer, 1990; ver también Mayer y Salovey, 1997; Mayer et al., 2016), publicamos el segundo volumen de este monográfico (Vol. 16, nº 1) con siete nuevos artículos que recogen las últimas tendencias en IE en diferentes ámbitos. En concreto, tres revisiones sistemáticas, un artículo teórico y tres artículos empíricos, que describiremos y comentaremos concisamente a continuación.
En el primer artículo de esta segunda parte del monográfico, Mikulic et al. (2023) presentan una revisión sistemática de las publicaciones sobre IE de los últimos diez años en Argentina, analizando también cuáles son las teorías subyacentes en relación con los instrumentos utilizados y las implicaciones de su estudio en el contexto clínico, laboral y educativo. La revisión sistemática indicó que solo 8 artículos cumplían los criterios de inclusión por ser los únicos realizados con muestras argentinas. De estas 8 investigaciones, 5 fueron llevadas a cabo con población adolescente, 1 en terapeutas, 1 en estudiantes de educación superior y 1 en población general en aislamiento por COVID-19. Los resultados mostraron que de los 8, 7 artículos adoptaron el modelo de IE como habilidad de Mayer y Salovey, con excepción de una investigación donde los autores optaron por considerar a la IE tanto desde el modelo de habilidad como del modelo mixto. Por otra parte la mayoría de las investigaciones utilizaron medidas de auto- informe (7 artículos), primordialmente alguna de las versiones existentes del Trait Meta-Mood Scale (Fernández-Berrocal et al., 2004), y solo 1 artículo evaluó la IE con medidas de ejecución. Cabe resaltar también que, de los 8 artículos, 5 se centraron en muestras compuestas por adolescentes, y 3 en adultos, y ninguno con población infantil. Los autores consideran que esta ausencia de investigaciones referidas a la infancia en Argentina es un hecho preocupante en materia de educación y salud y recomiendan una mayor inversión de recursos en su investigación. Finalmente, los autores concluyen que la escasez de estudios encontrados manifiesta la necesidad de fomentar más investigaciones rigurosas y de calidad sobre IE en Argentina.
La segunda revisión sistemática analiza la relación entre la IE y el bienestar en adolescentes (Ruiz-Ortega y Berrios-Martos, 2023). Se llevó a cabo una revisión sistemática de las investigaciones publicadas en revistas entre 2012 y 2022 y fueron seleccionados 47 artículos que cumplían con los criterios de inclusión. La mayoría de las investigaciones analizaron la IE desde el modelo de la habilidad, evaluando la IE autopercibida con medidas de autoinforme. El instrumento más utilizado fue el Trait Meta-Mood Scale (TMMS-24; Fernández-Berrocal et al., 2004), que está basado en el modelo de habilidad y evalúa la IE-autopercibida. Los resultados obtenidos con este método de evaluación son consistentes, e indican que la claridad y la reparación emocional son las dimensiones que más correlacionan con indicadores de bienestar como la satisfacción con la vida. Por otra parte, también se ha comprobado que la atención emocional muestra correlaciones más bajas con la satisfacción vital, siendo incluso negativas en algunos casos. En cuanto al bienestar, la mayoría de los estudios se han centrado en el componente cognitivo del bienestar subjetivo, esto es, la satisfacción con la vida evaluada a través de la Satisfaction with Life Scale (Diener et al., 1985). Los resultados de estos estudios revisados indican que los adolescentes con más IE están más satisfechos con su vida. No obstante, el bienestar psicológico solo ha sido evaluado en el 8,5% de los estudios analizados. Por ello, esta revisión recomienda la realización de más estudios que analicen el bienestar psicológico en la adolescencia y que usen también instrumentos de ejecución en la evaluación de la IE. En conclusión, los resultados confirman que la IE de los y las adolescentes está asociada a mejores niveles de bienestar subjetivo y psicológico y que, por ello, es necesaria la inclusión de la educación emocional en el sistema educativo a todos los niveles de forma urgente.
En la tercera revisión sistemática Cañamero-Ballestar et al. (2023) realizan una revisión sobre el trastorno límite de la personalidad (TLP) y el trastorno histriónico de la personalidad (THP) desde los modelos dimensionales, así como de las estrategias de regulación emocional empleadas por las personas que padecen estos trastornos. La revisión seleccionó un total de catorce artículos publicados entre el año 2012 y 2022. Los resultados muestran que las personas que sufren TLP son las que presentan mayor gravedad psicopatológica, con rasgos de personalidad más extremos y con peores estrategias de regulación emocional. En cambio, las personas que sufren THP muestran una menor gravedad. Finalmente, los autores sugieren que se deben ampliar las investigaciones sobre los modelos dimensionales como alternativa al diagnóstico categorial tradicional en los trastornos de la personalidad. Esto tendría importantes implicaciones clínicas, al enfocar el tratamiento en los rasgos desadaptativos que producen malestar en las personas, en lugar de centrarse en el trastorno en sí mismo.
En el cuarto artículo Antuña-Camblor et al. (2023) hacen un análisis y una reflexión teórica sobre la relevancia de la IE y la regulación emocional como factores transdiagnósticos importantes en los problemas emocionales, y los trastornos de ansiedad y depresión. En primer lugar, los autores revisan en la literatura la influencia de la IE para la salud física y mental resaltando que uno de sus componentes más relevante, la regulación emocional, está relacionado con los trastornos psicopatológicos y los problemas emocionales graves (Cabello et al., 2023; Domínguez-García y Fernández-Berrocal, 2018; Gutiérrez-Cobo et al., 2023; Kun y Demetrovics, 2010; Llamas et al., 2022; MacCann et al.,2020; Martin et al., 2010; Megías-Robles et al.,2019; Vega et al., 2022). En segundo lugar, los autores subrayan que se está aplicando el modelo transdiagnóstico en el tratamiento de estas patologías, lo que implica la existencia de un mecanismo etiopatogénico común que afecta tanto a la aparición como al desarrollo y mantenimiento de estas patologías. En este sentido, se ha descubierto que la regulación emocional es una de las variables implicadas en el modelo transdiagnóstico y que los tratamientos transdiagnósticos son más eficaces y eficientes que la terapia tradicional. Sin embargo, las intervenciones preventivas transdiagnósticas apenas han sido desarrolladas, por lo que queda mucho por estudiar en este campo, lo que abre una línea de investigación prometedora. Por ello, los autores sugieren que se desarrolle la prevención primaria mediante un enfoque transdiagnóstico, lo que permitiría disminuir los costos del tratamiento. Además, se destaca la importancia del uso de las nuevas tecnologías en el desarrollo de estas medidas preventivas. Finalmente, los autores concluyen que la regulación emocional es un factor importante en la aparición y mantenimiento de los trastornos psicopatológicos, y la aplicación del modelo transdiagnóstico podría ser muy eficaz en su tratamiento, incluyendo la prevención primaria.
En el quinto artículo del monográfico, Sánchez-Núñez et al. (2023) investigan la eficacia del curso de liderazgo en IE utilizando un modelo integrador (Goleman, 2001; Mayer y Salovey, 1997) en el desarrollo de las competencias de liderazgo en una muestra de 45 aspirantes a líderes escolares en la ciudad de Nueva York. Para ello, utilizaron un diseño cuasi-experimental pretest-postest sin grupo de control. Los resultados indicaron que el programa de entrenamiento aumentó los comportamientos de inteligencia emocional y social en los aspirantes a líderes, especialmente en la conciencia social, lo que sugiere que la combinación de ambos modelos tuvo un mayor impacto en el desarrollo de la IE. Además, el programa también mejoró los comportamientos de liderazgo, especialmente en la creación de una visión compartida y el fomento de la colaboración y el reconocimiento de las contribuciones individuales. Sin embargo, no se encontraron diferencias en la competencia de “Desafiar el proceso”, que puede deberse a la falta de experiencia práctica de los aspirantes a líderes en esta competencia. Aunque el estudio tuvo limitaciones, como el tamaño de la muestra y la falta de grupo de control y el hecho de que los participantes ya contaban de partida con un alto nivel de competencia emocional y social, los resultados sugieren que este tipo de cursos de liderazgo en IE son efectivos para el desarrollo de habilidades de liderazgo en el ámbito educativo. Además, se destaca la importancia de desarrollar las habilidades socioemocionales tanto en líderes educativos ya más veteranos como en los aspirantes a líderes (Gómez-Leal et al., 2021).
En el sexto artículo, Santos y Franco (2023) estudian la relación entre inteligencia emocional, competencias sociales y rendimiento académico desde un nuevo enfoque centrado en la persona. El objetivo fue identificar perfiles de alumnos de primaria de Madeira (Portugal) diferenciados en función de la forma en que conjugan su IE y sus competencias sociales y analizar su relación con el rendimiento académico. Un análisis de perfiles latente identificó seis perfiles de alumnos con diferentes habilidades y niveles de autopercepción de competencias. Los perfiles caracterizados por un conjunto mínimo de habilidades emocionales y sociales con una elevada autopercepción de competencias presentaron mejor desempeño académico en portugués, incluso después de controlar la inteligencia fluida. Este estudio es importante para la investigación de la IE y la competencia social, ya que propone un nuevo enfoque en el análisis de datos, centrándose en las características de los estudiantes en lugar de en las variables. Además, destaca la importancia de considerar no solo las habilidades de los estudiantes, sino también su autoevaluación. Como conclusión, los autores destacan que comprender cómo se combinan estas habilidades y autoevaluaciones en diferentes perfiles permite identificar las características de los estudiantes en términos de IE y competencia social que pueden tener un impacto significativo en su rendimiento académico y trabajar sobre ellas para fortalecerlas.
Finalmente, Sastre-Llorente et al. (2023) presentan el proceso de construcción y validación de una nueva prueba para evaluar la IE en población infanto-juvenil: EmocioCine. Esta prueba evalúa las cuatro ramas del modelo de Salovey y Mayer (percepción, facilitación, comprensión y regulación emocional) usando 15 escenas de cine de ficción, con actores de edades similares a las de los participantes a los que va destinada la prueba y escenas que se asemejan a las situaciones cotidianas que pueden vivir los niños/niñas de estas edades. Los resultados obtenidos con 504 estudiantes que cursaban estudios de Primaria y Secundaria apoyan su fiabilidad y validez como una prueba para evaluar la IE como habilidad. Los autores indican que EmocioCine puede ser útil en diferentes contextos aplicados. En el ámbito educativo, puede ayudar a identificar a los estudiantes con dificultades emocionales y promover el desarrollo de habilidades para prevenir problemas sociales e interpersonales. También puede detectar a los estudiantes con altas habilidades emocionales para actuar como mediadores en conflictos escolares. En el ámbito clínico, se puede utilizar para ayudar a los niños y adolescentes a desarrollar habilidades emocionales y mejorar su capacidad para interactuar de forma eficaz con los demás. Por último, en investigación puede usarse como una medida válida de la IE como ejecución en población infanto-juvenil.
Nos gustaría concluir este monográfico sobre “Nuevas tendencias en inteligencia emocional” resaltando la calidad de los originales publicados en los dos volúmenes de la revista Escritos de Psicología (Vol. 15 nº 2 y Vol. 16 nº 1) y que, finalmente, ha constado de 11 artículos. En concreto, cinco revisiones sistemáticas, un artículo teórico y cinco artículos empíricos. Nuestro agradecimiento y nuestras más sinceras felicitaciones a todas las investigadoras e investigadores que han querido colaborar en este proyecto editorial. Estamos seguros de que los 11 artículos de esta monografía nos van a facilitar como investigadores e interesados en el estudio de las emociones identificar las nuevas tendencias en la investigación de la IE y avanzar en su conceptualización, medición y entrenamiento desde diversas disciplinas y perspectivas. De igual forma, nos gustaría resaltar la perspectiva internacional que hemos logrado como indica la participación de autores de Argentina, Portugal, Estados Unidos y España.
Toda esta evidencia empírica aportada durante estos últimos 33 años debería ser suficiente para convencer a la sociedad de incorporar de manera efectiva y transversal la enseñanza de habilidades socioemocionales en las escuelas, mediante programas rigurosos y eficaces diseñados por expertos y aplicados por docentes bien formados en estas competencias (Brackett et al.,2019; Cabello et al., 2016; Durlak, 2016). Para que no pasen otros 30 años, es imprescindible intensificar los esfuerzos para lograr que esto suceda, lo cual implica mejorar sustancialmente la formación universitaria y docente en habilidades socioemocionales, establecer puentes sólidos entre la investigación y la educación, fomentar activamente la innovación docente, proporcionar recursos adecuados y, sin lugar a duda, impulsar y apoyar que la educación emocional sea considerada una prioridad en la agenda política y legislativa.