A nivel global, existe una alta prevalencia de obesidad infantil y adolescente1. Para prevenirla y tratarla, es posible que modificar el estilo de vida hacia una dieta saludable, aumentar el nivel de la actividad física y reducir las actividades sedentarias, tenga efectos2. En el ámbito escolar, además de los beneficios que pueden ejercer estos cambios sobre los problemas de salud comunes en niños y adolescentes con obesidad, es posible que estos beneficios se extiendan también a algunos aspectos relacionados con la función cognitiva y el rendimiento escolar, aunque se requieren pruebas de mayor calidad que lo verifiquen.
Se ha observado que los padres utilizan un amplio rango de estrategias con diversidad de intencionalidades y estilos al promover hábitos de alimentación en sus hijos, presentando diferencias marcadas según su nivel socioeconómico3, 4. Esto muestra la necesidad de promover mayores conocimientos y habilidades en los padres para la crianza de sus hijos en relación con los hábitos de alimentación.
En este sentido, las intervenciones de educación alimentaria y nutricional son imprescindibles para lograr que la población infantil desarrolle hábitos alimentarios saludables. Se observa que estas actividades podrían ser beneficiosas en los resultados a corto plazo, pero es necesario mantenerlas en el tiempo y hacer sesiones de recordatorio5. Después de realizar una intervención de educación alimentaria se muestra un aumento en los conocimientos globales sobre hábitos saludables, así como los referentes al número de comidas y frecuencia de consumo de fruta, verdura y pescado de los padres y en los conocimientos sobre actividad física de los niños6. Por ello, resultaría beneficioso incluir en los centros escolares programas de educación alimentaria y nutricional subvencionados y llevados a cabo por dietistas-nutricionistas dentro del currículum escolar, dirigidas tanto a los alumnos como a los padres (principales responsables de la alimentación de los menores) y educadores, donde se traten temas de buenos hábitos alimentarios y unas buenas conductas de alimentación saludable5, 6.
Existe una gran producción de artículos científicos relacionados con programas de educación alimentaria y nutricional en el medio escolar en España, lo cual es un indicador de la importancia de la adquisición de hábitos alimentarios saludables en la población infantil y juvenil y del interés que despiertan7.
Para contribuir a mejorar los resultados de los programas educativos, las intervenciones motivacionales con niños que padecen obesidad o sobrepeso y sus familias son un factor clave. Estas intervenciones parecen favorecer la composición corporal (disminución del índice de masa corporal), el aumento de la adherencia a dietas consideradas saludables y disminuir rasgos de ansiedad y depresión tanto en los niños y niñas como en los adultos que les acompañan8.
Como se comentaba al inicio, son tres los factores a intervenir y, además de promover una dieta saludable, hay que fomentar el ejercicio y disminuir el sedentarismo. Por ello, los programas educativos que estimulan en conjunto una alimentación sana y la práctica de actividad física sistematizada podrían estimular el control de peso9. Existen programas de actividad física sencillos (factibles de realizar en variados espacios, de bajo costo, fácil implementación y aplicación) que pueden modificar variables corporales como el peso, índice de masa corporal y rendimiento en niños y niñas en edad escolar10. Estos pueden ser incorporados en los programas nacionales de las asignaturas de educación física y salud o equivalentes, ya que ocuparían un período de tiempo reducido durante el desarrollo de la clase, sin interferir en los contenidos de los planes y programas establecidos.
A pesar de la gran cantidad de ensayos sobre el tratamiento de la obesidad en niños y adolescentes, sólo se ha podido evaluar parcialmente el impacto de las intervenciones del tratamiento de la obesidad en el rendimiento escolar y las capacidades cognitivas11. Las intervenciones de actividad física en la escuela y en la comunidad como parte de un programa de prevención o tratamiento de la obesidad pueden beneficiar específicamente las funciones ejecutivas de los niños con obesidad o sobrepeso11. De manera similar, las intervenciones dietéticas basadas en la escuela pueden beneficiar el rendimiento escolar general en niños con obesidad11. Estos hallazgos podrían ayudar a los profesionales de la salud y la educación a tomar decisiones relacionadas con la promoción de la actividad física y la alimentación saludable en las escuelas. Los futuros estudios de tratamiento y prevención de la obesidad en entornos clínicos, escolares y comunitarios deben considerar la evaluación de resultados académicos y cognitivos, así como físicos11.