INTRODUCCIÓN
Desde la declaración de la enfermedad respiratoria aguda por parte de la OMS1(2019-nCoV acute respiratory disease) y los primeros casos reportados en el personal sanitario de España2, la pandemia por SARS-CoV-2 (Covid-19 en adelante) supuso un desafío sin precedentes para los sistemas de salud.
Además de las consecuencias sobre los pacientes renales infectados3, mantener la actividad en las unidades se convirtió en todo un reto, dada la escasez de personal por las bajas derivadas de la afectación de los profesionales por la infección4),(5.
Este déficit de personal, se vio agravado en periodos de vacaciones y ante una mayor demanda asistencial para tratar las contingencias derivadas de la pandemia. Por otro lado, la presión asistencial y desconocimiento inicial de la enfermedad6, contribuyeron a aumentar la “fatiga pandémica”7),(8como se le ha denominado comúnmente, lo que afectó seriamente a la organización de las plantillas de personal9.
Desde el mes de marzo de 2020, las supervisoras de Enfermería de las unidades de diálisis de la Fundación Renal Iñigo Álvarez de Toledo y el departamento de recursos humanos, llevaron a cabo un registro de todo el personal laboral que tenía una baja médica en relación a la infección por COVID-19. Esta base de datos elaborada con el esfuerzo de muchas personas aporta una información valiosa de la repercusión de la pandemia en la actividad y en la organización de la plantilla de personal de las unidades de diálisis durante las 6 primeras oleadas registradas de la pandemia.
OBJETIVOS
Analizar la incidencia de contagios por Covid-19 entre los profesionales de las unidades de hemodiálisis, sus características y su repercusión en las ausencias por enfermedad a lo largo de las diferentes oleadas de la pandemia.
MATERIAL Y MÉTODO
Población y muestra
Estudio observacional, descriptivo, longitudinal, prospectivo en una media de 406 profesionales sanitarios y no sanitarios de 18 unidades de diálisis y en dos unidades administrativas de apoyo, con un seguimiento de 776 días (2,13 años), desde el 3 de marzo de 2020 hasta el 23 de abril de 2022.
Variables del estudio y recogida de datos
La recogida de datos se realizó a través de la comunicación directa de las supervisoras de las unidades mediante correo electrónico, junto con las comprobaciones y seguimiento del departamento de recursos humanos (a su vez cotejadas con las altas y ausencias por enfermedad comprobadas mediante comunicación con la web de la seguridad social).
Se diseñó una base de datos en Excel donde se registraban las siguientes variables: persona contagiada, unidad de diálisis, comunidad autónoma y provincia de la unidad de diálisis, grupo profesional, fecha de positividad si se puede demostrar mediante prueba diagnóstica positiva de infección activa (PDIA) mediante test PCR o de antígeno, fecha de la ausencia por enfermedad, fecha del alta laboral, días de ausencia por enfermedad, edad, sexo, sintomatología durante la infección, existencia comunicada de contacto estrecho conocido y necesidad de ingreso hospitalario.
Los datos se han segmentado según las fechas de ausencia por enfermedad en los 6 periodos considerados como oleadas de Covid-19 que, pese a no comprender los mismos días de forma exacta, se correlacionan con los periodos que se han considerado los informes epidemiológicos de las Comunidades Autónomas10:
La primera ola finaliza el 31 de mayo de 2020, desde el primer caso reportado el 7 de marzo de 2020.
La segunda ola se desarrolla desde el 1 de junio al 31 de diciembre de 2020.
La tercera ola se desarrolla desde el 1 de diciembre de 2020 al 31 de marzo de 2021.
La cuarta ola en la que predominó la circulación de la variante Alfa se extendió desde el 1 de abril al 30 de junio de 2021.
La quinta ola, donde ha predominado la variante Delta, se inicia el 1 de julio hasta el 20 de noviembre de 2021.
La sexta se considera desde el 21 de noviembre de 2021 hasta el final del análisis con fecha 23 de abril de 2022, que se ha asociado a la variante Ómicron.
Consideraciones éticas
El estudio fue aprobado por el Comité de Ética del IIS-Fundación Jiménez Díaz (acto No 03/19) y se realizó de acuerdo con la Declaración de Helsinki y la dirección de Ensayos Clínicos de la Unión Europea. Todos los datos de los trabajadores fueron anonimizados en todo momento y firmaron el consentimiento informado.
Análisis estadístico
Las características demográficas y de línea de base de las poblaciones de estudio se compararon utilizando la prueba chi-cuadrado de Pearson para variables categóricas, la prueba t de Student (paramétrica) o la prueba U de Mann-Whitney (no paramétrica) para variables continuas, o el análisis de varianza de una vía para comparaciones múltiples. La normalidad de la distribución se evaluó mediante la prueba de Kolmogorov-Smirnov. Las variables continuas se presentaron como media (desviación estándar) o mediana (rango intercuartil), según la naturaleza de la distribución. Las variables categóricas se presentaron como número (porcentaje). Todos los valores de p fueron bilaterales. La significación estadística se estableció en P < 0,05. Los análisis estadísticos se realizaron utilizando SPSS Statistics versión 28.
RESULTADOS
La media de trabajadores estudiados fue de 406, y osciló entre 365 y 442 según las distintas oleadas (tabla 1). De estos, un 44,1% (179 de 406) estuvieron infectados durante el periodo de estudio. La edad media fue de 37,8 ± 8,7 años, con un porcentaje de hombres del 25,1% (45 de 179). La afectación del personal varió a lo largo de las 6 oleadas siendo significativamente superior en la 6ª oleada con un 21,5% (95 de 442) en relación con el resto de las oleadas que varió de 8,2% (30 de 365) en la 1º ola al 1 % (4 de 386) en la 4º ola (p<0,001). (tabla 1).
La presencia de sintomatología (72 casos) varió también entre las distintas oleadas; mayor porcentaje de sintomáticos en la 1ª ola (22 de 30; 73,3%) que en resto de oleadas en las que la presencia de síntomas oscilo entre 0% en la 4º ola (0 de 4) al 50% en la 2º ola (7 de 14), y fue de alrededor de 35% en la 5º (5 de 14) y 6º ola (34 de 95) (p<0,001) (Ver tabla 1).
Solo un profesional requirió ingreso hospitalario (0,6%) en la 1ª oleada y no hubo ningún exitus.
A nivel global predominaron los profesionales asintomáticos (107 casos), siendo estos un 59,8% (107 de 179); del 40,2% (72 de 179) que sí presentaron alguna manifestación clínica, la fiebre fue el síntoma predominante más reportado (25 de 72; 34,72%) de los sintomáticos) (tabla 2).
El 89,3% (160/179) de los afectados estuvo ausente por enfermedad con una media de 13,4 ±25,6 días, sin que existieran cambios significativos entre oleadas (tabla 1). El 10,7% (19/179) de los positivos restantes, teletrabajaron sin estar de ausencia por enfermedad (todos ellos eran personal no asistencial).
De los positivos, por grupos profesionales, el 52% (n=93) eran enfermeras, el 25% (n=45) técnicos en cuidaos auxiliares de enfermería, el 11% (n=20) eran nefrólogos y, por último, casi un 12% (n=21) otros profesionales (tabla 3).
El porcentaje de ausencias no varió mucho a lo largo de las oleadas de la pandemia (p=0,351) (tabla 1), pero sí entre unidades (algunas concentraron el 12,5% de las ausencias por enfermedad totales, mientras otras no alcanzaron el 0,6%) (p<0,001) .
La identificación de contactos estrechos fue creciente según avanzaban las oleadas, pasando de un 6,7% en la 1ª ola (2 de 30) a un 40% en la 6ª ola (38 de 95) (p=0,016) (tabla 1). Los contactos estrechos reconocidos fueron todos comunitarios (amigos y familia principalmente). No hubo ninguna identificación de contacto estrecho conocido entre el personal de la unidad, aunque un 73,2% (131 de 179) desconocían quién era su contacto.
No se identificó ningún brote entre el personal sanitario de ninguna de las unidades.
La sexta oleada experimentó la mayor cantidad de contagios, y estos se dieron en una proporción significativamente mayor (línea verde del gráfico 1).
Igualmente, pese a variar el personal en activo en cada oleada, la sexta ola ha sido la de mayor contagios proporcionalmente (gráfico 2).
Por último, los resultados destacan que, si bien las enfermeras han experimentado un mayor número absoluto de contagios, al analizar la incidencia en función del tamaño de cada colectivo, los nefrólogos presentan una proporción de contagios más elevada (gráfico 3).
Los hallazgos derivados del estudio de investigación revelaron que, al analizar las variables de edad, sexo e ingresos, no se identificaron diferencias estadísticamente significativas entre el grupo de profesionales infectados por Covid-19 y el grupo que no se llegó a infectar.
DISCUSIÓN
Entre los hallazgos más relevantes de este estudio encontramos que la infección por COVID-19 de los profesionales que trabajan en las unidades de hemodiálisis ha supuesto un impacto importante en la actividad de la unidad como consecuencia de las ausencias por enfermedad secundarias al mismo, aunque la sintomatología ha sido leve, y que los contactos estrechos conocidos han sido fundamentalmente comunitarios.
En primer lugar, constatamos que la curva de contagios entre los trabajadores tiene un perfil análogo a la curva de casos incidentes reportados por el Ministerio de Sanidad11para la población general hasta el 26 de abril de 202212; salvo en la primera oleada en la cual no hubo un reporte oficial correcto al carecer de medios diagnósticos y recursos sanitarios (y por tanto no se pudo valorar en su totalidad, ya que no se llegaban a realizar pruebas diagnósticas de infección activa en muchas ocasiones)13),(14. Llama la atención el aumento de casos observado en la sexta oleada como consecuencia de la aparición de la variante ómicron11.
Es de destacar la ausencia en nuestro estudio, comparado con otros países15, de contactos estrechos conocidos dentro de las propias unidades de diálisis. Esto demuestra la importancia de la implantación precoz de las medidas de protección en las unidades (nuestro primer protocolo data del 6 de marzo de 2020). Esta respuesta precoz con aplicación estricta de las precauciones universales16),(17, a pesar del racionamiento de equipos de protección individual en la primeras olas de la pandemia por las dificultades de suministro a nivel mundial y la reutilización de estos equipos de forma personal, favoreció que no hubiera ninguna evidencia en nuestro estudio de contagios dentro de la unidad. Incluso, en las primeras oleadas, se observó una sobreprotección en muchos de los trabajadores18, por encima de las recomendaciones marcadas por el Ministerio de Sanidad y las Sociedades científicas de Nefrología a nivel nacional (SEN y SEDEN)19. Es llamativo que la mayor incidencia de infección fuera detectada en la sexta oleada, a pesar del mayor conocimiento de la infección, la utilización de EPIs y la presencia de vacunas en todos los profesionales20),(21. Este aumento de incidencia probablemente está relacionado con la aparición del brote de la variante ómicron en el mes de diciembre de 2021, mucho más contagiosa22.
Según grupos profesionales, la enfermería ha sido la que más casos reportó, pero proporcionalmente al número de total de trabajadores, la incidencia fue más elevada en el colectivo de los nefrólogos, pero no se ha podido atribuir en ninguno de los colectivos a contactos estrechos dentro de las unidades de diálisis.
Por otra parte, es de destacar la poca gravedad de la sintomatología detectada en los profesionales en todas las olas, en contraposición con los pacientes renales cuya mortalidad en diferentes estudios esta alrededor del 20%3),(4. En los profesionales, la fiebre fue la sintomatología predominante, probablemente porque se trataba de gente joven y sana, y solo hubo un caso que requirió ingreso hospitalario sin muertes asociadas a la COVID durante el periodo estudiado.
En relación a la incidencia de COVID entre el personal de las distintas unidades de diálisis de la Fundación Renal no hubo diferencias significativas entre ellas.
Respecto al número de días de ausencia por enfermedad23, salvo alguno de los casos de trabajadores que no realizan labores asistenciales y pudieron teletrabajar, en su totalidad se quedaron aislados en casa a pesar de no tener sintomatología, para evitar el contagio a los pacientes y entre ellos. Hubo un descenso de la duración media de la baja a lo largo de las oleadas (19,4 días en la 1º ola a 12 días en la 6º ola). Esta reducción de tiempo probablemente esté relacionada con el mayor conocimiento científico, respecto al periodo de incubación y periodo de contagio, a la menor gravedad de los síntomas y recuperación más temprana tras la mayoritaria vacunación de pacientes y personal sanitario y el desarrollo de anticuerpos24, así como a la aparición de nuevas variantes del Covid-19 menos graves (especialmente en la sexta oleada con la variante Omicron11). No obstante, el personal sanitario de los servicios de salud laboral o de atención primaria seguían mayoritariamente los distintos algoritmos que marcaba el Ministerio de Sanidad25, los cuales fueron cambiando a lo largo de las diferentes oleadas; en estos se indicaban unos días mínimos de aislamiento (baja laboral) de los profesionales para evitar el contagio, especialmente con los pacientes vulnerables, pese a que fueran casos de COVID positivo con apenas sintomatología o directamente asintomáticos.
Las recomendaciones en la última oleada de pandemia25),(26, permitía la reincorporación del personal sanitario asintomático, extremando las precauciones, desde el quinto o séptimo día de la infección, con una prueba diagnóstica de infección activa negativa. Esta evolución de los criterios es muy importante de cara a disponer de los recursos necesarios en las unidades de diálisis en lo referente al personal sanitario, especialmente en los periodos de mayor contagio. Es de destacar la gran labor ejercida por todo el personal de las unidades de diálisis, que ha tenido que sacrificar días libres, vacaciones o doblar turnos para poder dializar en los momentos críticos y garantizar la continuidad de la atención a los pacientes renales mediante la hemodiálisis.
Esta sobrecarga laboral, así como el miedo al contagio ha afectado psicológicamente a los profesionales sanitarios, de manera que ha sido descrita una elevada incidencia de ansiedad y depresión durante la pandemia6),(27),(28),(29),(30 en este colectivo.
La menor proporción de contagios en las enfermeras, a pesar de su mayor número absoluto, podría deberse a que los protocolos de protección y medidas de prevención hayan sido más rigurosos en sus prácticas diarias.
Como principal limitación del estudio, respecto a la base de datos que desarrollamos, podría haber una infra notificación o directamente una falta de reporte de los casos positivos. En algunos casos, las personas afectadas podrían no haberse querido diagnosticar mediante una PDIA por motivos personales, o no han llegado a desarrollar sintomatología que les hiciera sospechar de su contagio o incluso que algún caso no fuera adecuadamente reportado en los registros de las supervisoras.
Podemos concluir que la afectación del personal sanitario de las unidades de hemodiálisis ha sido importante durante la pandemia y ha condicionado numerosas y prolongadas bajas laborales y días de incapacidad, a pesar de que la sintomatología ha sido leve. La actividad no se ha visto afectada gracias al esfuerzo extra realizado por el todo el personal. La incidencia ha variado a lo largo de las diferentes oleadas de la pandemia, siendo en la 6º ola cuando se ha diagnosticado un mayor número de contagios entre el personal. Los contactos detectados han sido fundamentalmente comunitarios sin registrarse ningún contacto a través de los pacientes renales.