Introducción

La alimentación es un factor que condiciona la salud de los individuos, debido a que condiciona el desarrollo físico y el crecimiento, la reproducción y el rendimiento físico e intelectual⁽¹⁾. La organización mundial de la salud (OMS) declara que el sobrepeso y la obesidad constituyen un factor de riesgo de diversas enfermedades crónicas, como la diabetes, cardiopatías y ciertos tipos de cáncer; actualmente el sobrepeso y la obesidad están aumentando de manera considerable en los países y sobre todo en población con un nivel socioeconómico medio y bajo⁽²⁾. Las bebidas energizantes, son consideradas como bebidas no alcohólicas que contienen principalmente azúcares, acidulantes y cafeína, o combinación de otros ingredientes como taurina, guaraná y ginseng u otros extractos vegetales^(3,4). Generalmente, las bebidas energizantes son comercializadas por sus beneficios percibidos o reales como estimulantes, la población joven o universitaria recurre al consumo de estas bebidas para obtención de energía, reducir la fatiga física y mental y resolver la carga académica y stress^(4,5) sin embargo, una gran parte de esta población desconoce sus efectos secundarios^(3,5). En países como Estados Unidos el consumo es alto entre los adolescentes y adultos jóvenes y es recurrente los casos de sobredosis por cafeína. Para el 2007, en una población con 5448 casos de sobredosis un 46 % fue reportada en menores de 19 años⁽⁶⁾.

Este incremento en el consumo de estas bebidas energizantes es que contienen sacarosa y cafeína. La población que consume estos productos reporta que sufre de insomnio, taquicardia⁽⁷⁾. Además, puede sufrir de hipertensión arterial y diabetes tipo 2 debido al alto consumo de cafeína y de azucares como fructosa y glucosa que disminuye la resistencia o sensibilidad a la insulina^(8,9,10). En dosis altas, el consumo de cafeína y la combinación de otros compuestos estimulantes puede provocar náuseas, vómito, dolor abdominal, diarrea y en algunos casos convulsiones⁽¹¹⁾. Wikoff et al.⁽¹¹⁾ indicaron que la dosis recomendada para el consumo de cafeína segura al día está entre los 50 y 300 mg al día, el umbral de la toxicidad está alrededor de 400 mg/día en adultos sanos (19 años o más), 100 mg/día en adolescentes sanos (12-18 años) y 2.5 mg/kg /día en niños sanos mayores de 12 años.

Por lo tanto, el objetivo del presente trabajo es realizar una revisión de la composición nutrimental de las bebidas energizantes expendidas en comercios locales, además de realizar una revisión bibliográfica de los efectos en la salud que los jóvenes perciben posterior al consumo de estas bebidas.

Material y métodos

Se realizó una compilación de la información de la composición nutrimental de las bebidas energizantes de mayor consumo considerando 200 mL de producto. Además, se llevó a cabo una revisión sistemática de artículos de la literatura nacional e internacional más actualizada sobre los efectos en la salud de población joven. Se identificaron artículos del 2014 al 2020 en diversos buscadores como Google Académico, MEDLINE, PUBMED, Scielo, con los criterios de búsqueda: energy drinks, energy drink abuse, energy drink effects + adolescents considerando población adolescente y jóvenes universitarios con un intervalo entre 14 y 23 años.

Resultados y Discusión

De la revisión de las bebidas energizantes consumidas en México se recopiló la información de la Tabla 1. En este listado podemos ver 12 bebidas energizantes que se comercializan en tiendas con una amplia distribución y accesibilidad para la población, sin embargo, recientemente se han incrementado otras bebidas energizantes como Monster energy Zero ultra®, Monster energy jugo® (pipeline pinche), Monster energy normal®, Monster energy absolutely Zero®, Monster energy LO-CARB®, Monster energy jugo (khaos) ®, Monster energy Lewis Harrison®, Volt blueberry vitaminas cafeína®, Boost active energy®, Boost pop active energy®, Coca cola energize®, Vive 100 (verde) ®, Vive 100 ginseng®, Vive 100 borojó®, Vive 100 guaraná®.

La Organización Mundial de la Salud OMS (2015)⁽¹²⁾ tanto en adultos como en niños, recomienda reducir la ingesta de azúcares libres a menos del 10 % de la ingesta calórica total. Si consideramos una dieta de 2000 Kcal, el 10 % recomendado como límite correspondería a 20 kcal proporcionadas por los azúcares. De acuerdo con la Tabla 1, estas bebidas son caracterizadas por un contenido de 8 a 26 g de azucares en la porción de 200 mL (correspondiendo con 32 a 104 Kcal). Por lo tanto, con estas porciones se cubren casi el 100 % de la recomendación establecida diaria por la OMS si se considera una ingesta calórica diaria de 2000 Kcal. Por lo tanto, el consumo de estos productos con alto contenido de azúcares está relacionado con el desarrollo de enfermedades como sobrepeso y obesidad⁽¹³⁾. La NOM 051-SCFI/SSA1-2010⁽¹⁴⁾ establece que los productos alimenticios que presentan un valor mayor de 600 mg de sodio por porción se consideran alimentos altos en sodio. Estas bebidas contienen entre 16-195 mg de sodio por lo que no entran en dicha denominación, sin embargo, debe considerarse el consumo de sodio además del contenido de azúcares y de los compuestos estimulantes que presentan.

De acuerdo con Nowak et al.,⁽¹⁵⁾ una lata de bebida energizante de tamaño estándar (250 mL) proporciona 77-80 mg de cafeína (o 1.1 mg/kg/día) para un adulto de 70 kg y el doble de 2.2 mg/kg/día para un adolescente de 35 kg y para un niño de 20 kg sería 4 mg/kg/día, el impacto fisiológico para un adolescente o un niño puede ser equivalente al impacto de 2 a 4 bebidas energizantes en un adulto^(11,15). Las bebidas energizantes evaluadas presentaron un contenido de cafeína entre 38 a 40 mg en una porción de 200 mL, lo cual también representa un impacto para la población joven. Todas las bebidas presentaron vitaminas B2, B3, B6 y B12 y solo unas pocas ácido pantoténico, vitamina A y C. En las otras bebidas se presentaron ginseng, carnitina, glucoronolactona y en todas se presentó taurina en forma consistente en una concentración de 744 a 800 mg. La taurina (ácido 2-aminoetanesulfonico) es derivado de la cisteína y se encuentra en diferentes alimentos como carne, productos lácteos y muy recientemente en las bebidas energizantes conteniendo hasta 1000 mg por porción. Aunque la taurina por si sola tiene efectos benéficos previniendo los déficits en el aprendizaje por neurotoxinas, sin embargo, no se ha encontrado cambios en individuos sanos. Por otro lado, los efectos en la salud entre la interacción de cafeína y taurina no se han estudiado⁽¹⁶⁾.

De los estudios realizados a jóvenes y estudiantes en el ámbito nacional e internacional, donde se destacan los efectos fisiológicos que perciben jóvenes universitarios tras el consumo de las bebidas energizantes se presentó un resumen en la Tabla 2. Los estudios presentados fueron en los años 2013 al 2020 en diferentes países: Korea, Polonia, Pakistán, España y México. En general, el consumo de bebidas energizantes por parte de jóvenes a nivel mundial se ha incrementado entre un 10 a un 50 % en los últimos diez años⁽⁵⁾ y esencialmente dado el riesgo que representa la toxicidad potencial de la cafeína y su interacción con otros componentes, por ejemplo, la taurina, lo establecen como factor de riesgo con mayor vulnerabilidad en los adolescentes⁽³⁾.

En los estudios referenciados en la Tabla 2, la población estudiada reportó síntomas relacionados con problemas en diferentes sistemas como el cardiovascular (frecuencia cardiaca alterada, arritmia o palpitaciones en el corazón, dolor de pecho), gastrointestinal (dolor de estómago), función hepática y respiratoria⁽¹⁵,¹⁷,¹⁸⁾. Otros efectos que fueron mencionados por los adolescentes y jóvenes fueron malestar general, cansancio, excitación, manos temblorosas, somnolencia o insomnio^{(15,18,19,20)}. Un estudio que llama la atención es la relación que establece el consumo de las bebidas energizantes y eventos relacionados con la intención o actos que conllevan al suicido lo cual fue relacionado con la cantidad consumida (> 1 g/día)⁽²¹⁾. De acuerdo con el estudio en población de estudiantes entre 17-25 años en Quebec se encontró una fuerte relación entre el consumo de bebidas energizantes junto con otras sustancias psicotrópicas lo que puede agravar los síntomas presentados⁽²²⁾.

En países Latinoamericanos como México el riesgo en la salud se incrementa particularmente porque el consumo de estas bebidas no solo se relaciona con la presencia de enfermedades crónicas no trasmisibles como obesidad y sobrepeso en la población adulta e infantil, convirtiéndose en un reto para la salud pública y los gobiernos en estos países⁽²³⁾. Es importante mencionar que el consumo de estas bebidas energizantes es muy alto en jóvenes, y lo utilizan para el mejoramiento del rendimiento de la actividad escolar, optimizar el estudio, la elaboración de trabajos y la preparación de exámenes⁽²⁰⁾. Además, dichos autores destacan complicaciones adicionales y más graves ocasionadas por la combinación de este tipo de bebidas con sustancias como el alcohol. Son muchos los factores que establecen el alto consumo de bebidas energizantes en población joven, la curiosidad por los efectos de las sustancias, la disponibilidad de las bebidas, el círculo de amigos, conductas antisociales, factores familiares como la falta de comunicación, así como falta de apoyo profesional⁽²⁰⁾. Por lo que es importante crear conciencia en los gobiernos, las industrias y en la población general sobre la importancia en la disminución del consumo y la distribución de este tipo de bebidas. La regulación en diferentes países de las bebidas energizantes está ausente en la mayoría de los países, lo que ha ocasionado una rápida comercialización como potenciadoras del rendimiento y estimulantes⁽²⁴⁾.

Conclusión

El consumo de bebidas energizantes es alto en adolescentes y jóvenes universitarios debido a que son utilizadas para incrementar la resistencia en actividades deportivas y escolares, para preparación de exámenes o realización de tareas. Sin embargo, son diversos los efectos secundarios percibidos por los individuos estudiados como problemas cardiovasculares, gastrointestinales hasta cambios en el comportamiento del individuo (ansiedad, nerviosismo, temblor en extremidades). Por lo que es importante identificar respuestas de riesgo en la población joven, además de establecer propuestas de regularización del consumo sobre todo en dicha población vulnerable.