Querido Antonio
Me piden que escriba unas líneas sobre tu persona, es complejo, porque todavía hoy me cuesta pensar que es verdad lo sucedido. Existe una resistencia natural a que la tragedia no exista, nos negamos a aceptarla, especialmente cuando acontece en un hombre fuerte en donde se produce un mero accidente, un contagio, un instante, que acaba con una vida.
Son muchos años los compartidos, primero cuando te conocí como un residente que vino a hablar conmigo, ya que por aquel entonces era el secretario general de la Asociación, intenté convencerte, y creo que lo conseguí, de que la Medicina del Trabajo era una opción buena ya que nos permitía una aproximación al paciente (sano y enfermo) de una forma integral y que, a pesar de la desidia de las administraciones, sigue manteniéndose y no ha sido superada por ninguna otra especialidad en esta ecuación salud-enfermedad-medio ambiente.
Así fue y te convertiste no sólo en un especialista, en un asociado sino que llegaste a presidirnos durante bastantes años.
Pero en la vida lo importante no son sólo los conocimientos profesionales; tú además de ser un magnífico médico, un médico humanista, entregado a tus pacientes y al despacho en donde ejercías el noble arte de la medicina, lo has hecho con una sonrisa, que acompañaba a los enfermos en su enfermedad, que conocía no solo su dolencia física sino lo que ella producía en sus almas, en definitiva un ejemplo de entrega y de bondad hacia ellos. Ellos, tus pacientes, nos han llenado el ordenador de correos electrónicos, el teléfono de llamadas trasladando su pesar, loando y agradeciendo tus desvelos con ellos, rezando por ti los creyentes y teniéndote en sus recuerdos todos.
Pero decía, que lo importante no es el ámbito profesional, lo principal, lo verdaderamente sustancial es la familia y en eso volviste a ser un ejemplo, un ejemplo de cariño a Ana y a tu hija Anita, un ejemplo de bondad aumentando la familia con Nahod, o mejor dicho Nahod Antonio, que al igual que tu tenéis (no consigo escribir tenías) un segundo nombre. La preocupación por tus padres y los de Ana, en definitiva… por lo verdaderamente esencial en la vida.
Por último, tus amigos, así te he considerado todo este tiempo de compartir muchas cosas, amigo más que colega, antes de compartir despacho y compartiéndolo, con tu controlado desorden de las cosas. Y en amigos has sido rico, no quiero nombrar a ninguno porque al final seguro que olvidaría a alguien. Recuerdos de viajes, Petra, Marrakech, Lisboa, Cerdeña, y sobre todo España y sus rincones: viajes en avioneta por los pirineos, perdidos por los Arribes, entrevista tuya en la radio cuando estábamos en Baztán y buena gastronomía (en eso no perdonabas, incluido el café de media mañana estuviéramos donde estuviéramos), en resumen recuerdos, vivencias, risas y amistad.
Tu muerte no nos va a permitir volver a ello, pero sin duda no nos puede quitar los momentos contigo, con Ana, el tiempo compartido entre todos nosotros, tiempos llenos de vida, tiempos vividos, en definitiva, nuestros tiempos.
Mayo 2020