Los modelos de liderazgo han tenido durante el último siglo una evolución y metamorfosis fascinante, con múltiples senderos de investigación dependiendo de la disciplina de origen, metodología usada y población estudiada.
En un entorno cambiante y lleno de incertidumbre como en el que nos encontramos, es fundamental mostrar un liderazgo efectivo, flexible y cercano basado en principios correctos. Para lograr lo anteriormente descrito es necesario potenciar la tolerancia al cambio y la aceptación del riesgo de cometer errores. Para ello la comunicación fluida, confianza, capacidad de delegar, agradecimiento, y el aprendizaje en equipo son factores clave para fomentar el crecimiento y ejercer un liderazgo saludable.
La innovación supone la introducción de novedades y aceptación de nuevas técnicas, modelos de trabajos o formas de pensar. Una cultura preventiva en constante avance hace que la innovación en prevención sea un elemento diferenciador entre las empresas, lo cual repercute en la seguridad y salud de los trabajadores. Ya que permite hacer partícipes a la población trabajadora; de manera que los agentes implicados tomen conciencia de que la innovación debe integrarse en el diseño del puesto de trabajo y/o mejora constante del mismo; de esta manera, será posible adoptar una prevención flexible, dispuesta a afrontar riesgos emergentes en el ámbito laboral sin descuidar los habituales.
Esto sólo se puede lograr a través de una planificación y comunicación consensuada, asegurando el avance y satisfacción de los implicados; sin olvidar el acompañamiento y formación constante, por equipos multidisciplinares especializados en el bienestar de los trabajadores en sus puestos de trabajo; intentando integrar entornos diferentes al laboral.
Al realizar una búsqueda en Medline, encontramos que “leadership” es un término MeSH de esta base de datos, que en marzo de 2022 está ligado a más de 79.000 referencias (www.pubmed.gov). Si ese término lo combinamos con la categoría de medicina del trabajo, hay menos de 1.000 referencias.
Por su propia naturaleza en ocasiones es más fácil reconocer el liderazgo que definirlo sirviendo como ejemplo la frase atribuida a Margaret Thatcher, que dice: “Ser un líder es como ser una dama, si tienes que andar por ahí diciendo que lo eres, es que no lo eres”1.
Siendo por tanto importante que los médicos del trabajo posean los atributos necesarios para ejercer el liderazgo de manera eficaz, que sean capaces de promover y conducir el cambio organizacional eficientemente.
Porque liderazgo supone establecer una dirección, tener una visión del futuro, y poder contagiar a otras personas con cualidades semejantes para vencer obstáculos y perseverar en la consecución de una meta hasta verla lograda, en el caso del Médico del Trabajo, deberá contar para realizar esta labor al menos con todos los miembros del servicio de prevención.
Por tanto, el liderazgo no es una impronta mística con la que se nace, aunque pueda haber una cierta aptitud natural para ello, como la hay para pintar, esculpir o tocar un instrumento musical. No es solo el carisma, aunque éste contribuya a su despliegue.
El líder debe hacer de su vida profesional un ordenado desarrollo, ser capaz de encarar las diversas opciones que se ofrecen ante cada problema, hacer que los movimientos de todos se deslicen sobre ruedas y el rendimiento sea firme y continuado, en definitiva, hacer que todo resulte FÀCIL. El liderazgo debe enfrentar el cambio, anticiparlo si es posible y propiciar las fuerzas internas que lo guíen, lo asimilen y lo conviertan en parte de su propio arsenal y de su propia pericia. El líder tiene que ser un catalizador que, según la definición que aprendimos en secundaria, acelera una reacción sin intervenir en ella.
A ese liderazgo adaptativo ayuda la formación continuada, la posibilidad de realizar actividades de investigación, desarrollo e innovación, siendo por tanto pilares fundamentales para el sistema para el que trabajan, para su desarrollo y avance, y que redunda en una mejor calidad en la prestación de servicios.
Si deseamos evolucionar como profesión, debemos reconocer la necesidad de cambios, o mejor, iniciarlos. La medicina del trabajo, como todos los campos, debe ser dinámica, adaptar sus tácticas y sus técnicas, su organización, sus esferas de influencia, sus fines prácticos y la extensión de su acción, pero conservando intactos sus valores, su prestigio, el saber hacer, su exigencia con quienes la ejercen y con los que se adiestran para ejercerla vigilando el progreso continuo de sus capacidades.