Introducción
Se define la lumbalgia como aquel dolor que manifiesta un paciente en la región comprendida entre la parrilla costal y la zona glútea inferior, asociado generalmente con la presencia de espasmo muscular; en aquellos casos que el dolor irradia a extremidades inferiores es preferible utilizar el término de lumbociatalgia. En general, el 95% de los casos de lumbalgia son de origen muscular y entre sus causas principales encontramos la adopción de posturas inadecuadas y la manipulación incorrecta de cargas, si bien es cierto que en un porcentaje elevado de casos no se consigue identificar una causa subyacente1.
La prevalencia de dolor lumbar en usuarios de equipos informáticos y/o personal de oficina es muy variable con valores que pueden oscilar desde un 17% hasta el 64%2,3, y su incidencia se ha relacionado principalmente con factores ergonómicos2,3 y psicosociales4,5,6.
Nuestro objetivo ha sido determinar una posible asociación de lumbalgia con dimensiones ergonómicas del puesto de trabajo de usuarios habituales de equipos informáticos en oficinas.
Material y Métodos
Estudio descriptivo transversal. Se seleccionó una muestra aleatoria de trabajadores que permitieron el estudio de diversas dimensiones de su puesto de trabajo en condiciones habituales. Estas dimensiones se muestran en la figura adjunta y recogieron los valores de las distancias silla−suelo (DSS), mesa−ordenador (DMO), ojos−sentado (DOS), ojos−pantalla (DOP), suelo−cabeza (DSC), teclado−mesa (DTM) y hueco poplíteo (DHP) (Figura 1).
También se recogió el ángulo de rotación que formaban el cuerpo del individuo respecto a la orientación frontal de la pantalla (ROT) − se consideró un único valor de rotación, independientemente del lado al que se efectuara el giro−.
Durante la práctica de la vigilancia de la salud se determinaron peso, talla e índice de masa corporal (IMC) a la totalidad de los trabajadores, a los que también se administraron el Cuestionario Nórdico Estandarizado de sintomatología osteomuscular (CNE) y el cuestionario general de salud (GHQ) para valoración de salud mental.
El CNE es una herramienta ampliamente utilizada ya que ha demostrado poseer una extraordinaria utilidad a la hora de estudiar sintomatología musculo−esquelética en población trabajadora y en diferentes localizaciones anatómicas; explora síntomas que han estado presentes a todo lo largo del año anterior y en el momento actual, y se considera un buen instrumento para la vigilancia de trastornos musculo−esqueléticos, considerado un gran aliado en la detección y estudio en el medio laboral7.
La alteración del estado de bienestar emocional se evaluó mediante el cuestionario GHQ−12. GQH−12 es un instrumento corto y de fácil comprensión. Tiene buenas características psicométricas y puede ser utilizado como instrumento unidimensional de cribado8. La escala se dicotomizó en base a valores normalmente aceptados: se consideró que un valor >2 se asociaba con la existencia de una posible alteración del estado de bienestar emocional.
Las distancias de los distintos puestos de trabajo se tomaron por dos observadores en un momento en que el trabajador estaba efectuando sus tareas habituales: Se ha utilizado la media de ambas medidas; no fue preciso utilizar una tercera medida puesto que no hubo discrepancias significativas.
Para el análisis estadístico se han utilizado medidas descriptivas habituales. La normalidad de la distribución de las variables continuas se ha efectuado utilizando el test de Saphiro−Wilks. El análisis de riesgo relativo se ha efectuado mediante técnica de regresión logística. El tratamiento estadístico de los datos se ha efectuado con el paquete estadístico SPSS. V.23.
Resultados
Se han analizado los datos de 40 trabajadores, de los cuales 31 (77,5%) han sido mujeres. La media de edad (DE) ha sido de 52,1 (7,4) años (Rango: 38−63). La distribución de peso y talla ha sido de 66,5 (12,7) Kg. (Rango: 45−97) y 164,4 (8,4) cm. (Rango: 149−190) respectivamente. En el caso del IMC, la distribución ha sido de 24,4 (3,5) Kg/m2. (Rango: 18,7−33,3)
Los valores se muestran en la Tabla 1.
Los valores de las medidas ergonómicas se muestran en la Tabla 1. 20 individuos (50,0 %) manifestaron dolor lumbar, de los cuales 16 (80,0%) fueron mujeres. Respecto al valor de GHQ, este se encontró alterado (GHQ >2) en 19 casos (47,5%), de los cuales 16 (84,2 %) correspondían también a mujeres.
Al efectuar el análisis de regresión logística, la lumbalgia muestra mayor riesgo de prevalencia asociado a la talla del individuo. El valor obtenido debe interpretarse en el sentido de que la talla tiene un “efecto protector” sobre la presencia de lumbalgia (RRP=0,87; p=0,048). El resto de resultados del análisis de regresión logística se muestran en la Tabla 2.
Utilizando un modelo ajustado por edad y sexo, ninguna de las medidas ergonómicas determinadas se asocia con un riesgo significativo de padecer lumbalgia. Los resultados del análisis de regresión logística se muestran en la Tabla 2.
En el mismo modelo, ajustado por edad y sexo, GHQ tampoco se asocia con un riesgo significativo de manifestar lumbalgia (RRP=1,69; p=0,52).
Discusión
Nuestros resultados muestran únicamente una relación significativa entre lumbalgia y la talla del individuo; ninguna de las medidas ergonómicas consideradas se asocia significativamente con dicha dolencia.
En este sentido, es habitual encontrar asociaciones entre la lumbalgia y antecedentes personales de los individuos expuestos; así, Janwantanakul et al.9 en una revisión sobre los factores de riesgo para la aparición de lumbalgia en trabajadores de oficina identifican tres estudios de elevada calidad metodológica y concluyen que hay muy pocos factores concurrentes, siendo el más importante el antecedente de episodios previos. Los propios autores manifiestan la existencia de muy pocos estudios con carácter prospectivo que abordaban este problema en personal de oficina.
Del mismo modo, Sihawong et al.10 también con un diseño prospectivo asocian el desarrollo de dolor lumbar crónico con el antecedente de dolor lumbar previo, en este caso asociándose con un episodio inicial de alta intensidad. Para ellos, los factores predictores para el desarrollo de un dolor lumbar crónico serían los mismos que en la población general y debería intervenirse sobre aquellos factores modificables, en el ámbito de la salud pública, para tratar de disminuir su incidencia.
Ye et al.11 en un diseño observacional encuentran que la prevalencia de dolor lumbar es significativamente mayor en mujeres que no tienen la pantalla situada frontalmente al lugar de trabajo, una situación que no hemos acreditado en nuestra serie efectuando análisis de subgrupos.
También vinculado a variables individuales, Yang et al.4 indican que el género femenino y la edad avanzada se asocian con mayor riesgo de experimentar dolor lumbar, situación que se encuentra asociada a factores de riesgo psicosocial como la doble presencia o la inseguridad laboral, sin evidenciar mayor prevalencia en trabajadores de oficina. También Chiung−Yu et al.5 acreditan una prevalencia de lumbalgia cercana al 64 % en trabajadores de oficina, que asocian a una elevada carga de trabajo. El distrés psicológico se asocia con problemas en otras regiones corporales, pero no con mayor prevalencia de lumbalgia.
En la misma línea, también vinculado a edad y género, Malinska et al.12 identifican una mayor prevalencia de lumbalgia en fumadores, trabajadores de edades superiores a los 50−55 años, con elevada exposición en cuanto a horas de trabajo o con elevadas demandas en el ámbito psicosocial. Consideran que la manera más eficaz de eliminar o disminuir estos riesgos es desarrollar programas que animen a la adopción de estilos de vida activos y saludables, de manera especial en mujeres e individuos de edad avanzada, una posibilidad a considerar en programas de promoción de hábitos saludables en el entorno laboral.
Igual que en el caso anterior, también Gupta et al.13 encuentran una relación estadística entre el tiempo de sedestación y el dolor lumbar, si bien la significación de esta se pierde cuando se considera exclusivamente el tiempo de trabajo; para los autores la relación vendría determinada principalmente por los periodos de sedestación durante el tiempo libre, aunque recomiendan efectuar más estudios con carácter prospectivo.
Finalmente, otras líneas de investigación determinan que el dolor lumbar en personal de oficina se relaciona con poca formación en ergonomía de oficina o el uso de mobiliario no ergonómico, sin evidenciar una asociación estadística fiable. Zulhusni et al.14 y en algunos casos tratan de explicar la fisiopatología del proceso, como Mörl et al.15 quienes, utilizando estudio EMG de superficie, indican que la postura de trabajo sedente determina una baja activación de los grupos musculares lumbares, lo que podría facilitar un aumento de la carga de estructuras pasivas como ligamentos o discos intervertebrales, a la que atribuirían la causa del dolor lumbar.
Conclusiones
No hemos evidenciado relación de una mayor prevalencia de dolor lumbar en trabajadores de oficina respecto de las dimensiones de sus puestos de trabajo. La única relación significativa se establece con la talla de los individuos, actuando esta como un factor protector de la manifestación clínica, sin encontrar en la literatura referencias bibliográficas que corroboren este hallazgo.
Del mismo modo, tampoco hemos evidenciado una relación con edad y género, como se apunta en la bibliografía, ni con una alteración del bienestar emocional −medido con GHQ− y admitiendo este como un reflejo de las condiciones psicosociales del puesto de trabajo, como se apunta en estudios previos.
Como hemos comentado, y aunque en nuestro caso no ha resultado significativo, a la vista de la relación entre lumbalgia, edad, género y hábito sedentario que apunta la bibliografía debería considerarse la inclusión de programas de promoción de la salud osteomuscular, orientados a la prevención de la lumbalgia en determinados colectivos de trabajadores de oficina, en un entorno de empresa saludable y promotora de salud.