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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría
versão On-line ISSN 2340-2733versão impressa ISSN 0211-5735
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. no.82 Madrid Abr./Jun. 2002
HISTORIA
El análisis no-médico, ¿una controversia superada?
Non-medical analisis: no longer a controversy?
Antonio Sánchez-Barranco Ruiz1, Pablo Sánchez-Barranco Vallejo1, Francisco Balbuena Rivera2
Departamento de Psicología Experimental Universidad de Sevilla
1 Psiquiatra y Psicólogo
2 Psicólogo
Dirección para correspondencia
RESUMEN
En este trabajo llevamos a cabo una reconstrucción histórica de la controversia en torno al análisis no-médico (laico, lego o profano), que enfrentó a los norteamericanos y los centroeuropeos desde mediados los años veinte a los cuarenta del pasado siglo, habiendo sido cuarenta del pasado siglo, habiendo sido Theodor Reik una figura central en todo ello. A partir de la institucionalización de la psicología y la aparición de las diversas psicoterapias, el asunto tomó un camino razonable, asumiéndose hoy la posibilidad de la práctica del análisis clínico por los profesionales no médicos en todo el mundo occidental.
Palabras clave: Análisis no médico, laico, lego, profano, controversia histórica, Reik.
SUMMARY
In this paper we try to scope an historical reconstruction of the debate, which turned into a bitter confrontation on regard of lay analysis between the North American and the European psychoanalytic schools from the mid 20s through the 40s of the past century in which Theodor Reik played a central role. Nevertheless, with the incorporation of psychology to the academic institutions and the arrival of other forms of psychotherapy, the question about the lay analysis began to be heldin a more open manner, allowing the nonmedical doctors to progressively incorporate into the psychotherapy practice.
Key words: Non-medical Analysis, Lay Analysis, Historical Controversy, Reik.
Introducción
El psicoanálisis es una teoría psico(pato)lógica, un método de investigación del psiquismo humano, una técnica psicoterapéutica y una peculiar cosmovisión. En todos sus aspectos ha sido defendido y atacado, ocupándonos exclusivamente en este trabajo de la controversia histórica en torno a su utilización como forma de psicoterapia, en el sentido si debe estar sólo en manos de los profesionales médicos o también de otros, aunque en cualquiera de los casos tras la debida formación y experiencia clínica.
El inicio del debate sobre el análisis profano
Theodor Reik (1888-1969), un judío vienés de ascendencia húngara, doctor en filosofía, miembro de la Asociación Psicoanalítica de Viena desde 1911, analizado por Karl Abraham en 1914-1915 y posteriormente tras aquejar una crisis por Freud en 1937, se instaló profesionalmente en Viena al finalizar la Primera Guerra mundial. En un momento dado, fue acusado de intrusismo en el ejercicio de la medicina por un grupo de galenos y algo después por un paciente descontento, afecto de un trastorno psicótico, recibiendo una defensa incondicional por parte de Freud, que incluso redactó para ello en 1926 un ensayo titulado ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1), donde mantuvo la tesis de la inconveniencia de que el psicoanálisis fuera absorbido por la psiquiatría, manteniendo que la formación psicoanalítica se llevara a cabo al margen de la Universidad y de la Medicina, precisamente en el marco de los Institutos Psicoanalíticos dependientes de las oportunas Asociaciones oficiales, uno de cuyos fines era tal cometido.
Ya con anterioridad, el debate se había abierto cuando en 1910 Freud editó Sobre el psicoanálisis silvestre (2), donde alertaba del daño que podía hacerse a los pacientes practicando el análisis sin la debida preparación (análisis salvaje), hablando por entonces de la necesidad del autoanálisis como camino imprescindible para formarse, y no el mero hecho de ser médico, decantándose en 1912 por la obligatoriedad de seguir un análisis didáctico realizado por un profesional experto (3). El año siguiente, cuando Freud (4) redacta el prólogo del libro de Oskar Pfister El método psicoanalítico, señala como exigencias para la formación del futuro analista una adecuada preparación psicológica y una apertura mental amplia, aludiendo a la incapacidad de muchos médicos para ejercer el psicoanálisis, aunque juzgara útil recurrir a su consejo para fijar el diagnóstico del trastorno mental. Ya a mitad de los años veinte del pasado siglo se establece por la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) la obligatoriedad del análisis didáctico, así como del análisis de control y de las supervisiones, lo que fue propuesto por Max Eitingon (1881-1943) en el IX Congreso Internacional de Psicoanálisis celebrado en Bad-Homburg, defendiéndose que podían acceder a tal formación tanto los médicos como los no médicos, propuesta a la que se opusieron los estadounidenses.
Con ocasión de ver la luz en 1927 El porvenir de una ilusión (5), Freud le escribe a Pfister que con esta obra también quiere separar el psicoanálisis de toda creencia religiosa, manifestando textualmente (...) el psicoanálisis (...) es un instrumento sin partido que pueden utilizar religiosos y laicos, siempre y cuando lo hagan únicamente al servicio de la liberación de los seres sufrientes (6). Al final de su vida, Freud afirmó en Análisis terminable e interminable, que todo analista debería hacerse de nuevo objeto de análisis periódicamente, quizás cada cinco años, sin avergonzarse por ello (7).
El asunto del análisis lego llevó en un momento dado a una fuerte confrontación entre los analistas europeos y los norteamericanos, hasta el punto que Abraham Arden Brill (1874-1948), antiguo analizado de Freud y presidente de la Sociedad Psicoanalítica de Nueva York (NYPS), se planteó el romper con la API si ésta mantenía abierta la posibilidad del análisis no-médico, actividad que fue declarada ilegal en Norteamérica en otoño de 1926, precisamente cuando el ensayo freudiano acerca de esta cuestión veía la luz. Con el fin de liquidar tales tensiones, en el Congreso de la API de 1929, celebrado en Oxford, la NYPS se comprometió a aceptar a los analistas profanos, aunque estableciendo una cláusula mediante la cual podía rehusar en ciertos casos a los psicoanalistas formados en Europa, lo que en la práctica suponía que los emigrantes, incluso los que fueran médicos, tendrían que convalidar sus estudios en EE UU y reciclarse en su formación psicoanalítica. Años después esta cláusula fue eliminada, concretamente en el Congreso de Lucerna de 1934, aunque ello no frenó la progresiva medicalización del psicoanálisis en Norteamérica, en lo que contribuyeron tanto la Asociación Psicoanalítica Americana (APsaA) como la potente NYPS, lo que, tras muchos dimes y diretes, cambió de signo después del acuerdo de 1988 como salida al pleito que tuvo la Asociación Norteamericana de Psicólogos (APA) con la APsaA, que abocó en 1991 a la admisión en el entrenamiento clínico a doctores en psicología, salud pública y trabajo social (8, 9).
El acoso a Theodor Reik
Los máximos instigadores del ataque al análisis no-médico en Europa en la década de los veinte, en la persona de Theodor Reik, fueron los vieneses Julius Wagner-Jauregg (1857-1940) y Wilhelm Stekel (1868-1940), lo que trajo consigo para Reik una prohibición cautelar de su práctica clínica el 24 de febrero de 1925. Ello sirvió de caldo de cultivo para que, un año después, prosperase la demanda de un paciente norteamericano, Newton Murphy, que había tenido un brote psicótico tras tres meses de terapia analítica con Reik, atribuyéndolo al inadecuado trabajo de éste. Newton Murphy, médico de profesión, se había trasladado a Viena para analizarse con Freud, quien, dada la falta de tiempo, encomendó tal labor a Reik. Después de tres meses de tratamiento, Murphy, que había sido diagnosticado por Freud de una neurosis obsesiva, manifestó una psicosis, llegando a creer que unos hombres entraban a través de la chimenea de su casa hasta su habitación para castrarle (10). Murphy acudió al consulado norteamericano vienés para quejarse por el tratamiento recibido por parte de Reik, llevándose el asunto hasta los tribunales de justicia (11). Todo ello desencadenó una amplia reacción en la prensa austriaca, particularmente en Die Fackel, por parte de Karl Kraus, y en Neue Freie Presse, por Walter Finkler. Así, en el primero, escribió en 1926 con su ironía característica: Hoy ya no se puede negar que el aumento del número de turistas [que recibe Viena] no sea hasta cierto punto debido al psicoanálisis. Lo que naturalmente no excluye ciertos malentendidos, como el que ha incitado al cónsul de Estados Unidos a atacar a un especialista del alma, porque, en un caso preciso, estimaba que los honorarios percibidos de un cliente de un hotel no tenían correspondencia con el éxito de la cura (12).
Finkler, por su parte, en Neue Freie Presse, el 14 de julio de 1926, dijo entre otras cosas: Este penoso asunto no cae del cielo. Los iniciados saben desde hace mucho tiempo que los médicos, con los analistas médicos a su cabeza, se oponen vigorosamente a los analistas profanos. El Dr. Freud confía casos difíciles a no-médicos porque su ausencia de prejuicios y su libertad cara a las doctrinas aprendidas les rinde más aptos para la aplicación de esta terapia que es incluso revolucionaria (...) (12).
En el mismo número de Neue Freie Presse, aparece un texto anónimo bajo el título Un informe del consejero áulico Wagner-Jauregg, donde aparece el siguiente comentario: El Prof. Wagner-Jauregg, psiquiatra jefe de Austria, neurólogo y consejero áulico ha puesto a disposición del consejero sanitario superior un informe cuya frase de conclusión estipula que los médicos son los únicos autorizados para tratar las enfermedades nerviosas y psíquicas, cualquiera que sea el método de tratamiento, psicoanalítico o no, habida cuenta que los médicos son los que están en condiciones de diagnosticar las enfermedades nerviosas y mentales (12).
Toda la confrontación sobre el análisis laico se desarrolló en Viena dentro de un ambiente muy tenso, el cual había nacido tras el asesinato el 9 de septiembre de 1924 de Hermine Hug-Helmuth (1871-1924), que tampoco era médico, por parte de su sobrino Rolf, al que había tratado psicoanalíticamente en su niñez. El asesinato originó un proceso legal en marzo de 1925, que acabó con la condena de Rolf, poniéndose en marcha en varios senos científicos y no científicos la discusión acerca de los peligros del análisis de niños, y, de paso, del psicoanálisis en general cuando era practicado por personal no médico. Así, el 17 de octubre de 1924 en la Asociación de Analistas Médicos Independientes de Viena, que lideraba Wilhelm Stekel, éste había afirmado en una conferencia: Sólo el médico (...) es capaz de hacer un diagnóstico diferencial entre la parapatía y la paralogia. El caso Hug-Helmuth debe permitir tomar consciencia del peligro del análisis profano (12).
En cuanto a lo que aconteció con el proceso legal seguido contra Reik, tras la interdicción de prohibirle la práctica psicoanalítica, éste, después de consultar a un abogado, presentó una apelación, a la par que buscó el apoyo de Freud, levantándose la suspensión cautelar de su ejercicio clínico a partir del 22 de mayo de 1927, fecha en que se dio fin a la cuestión, aunque meses después Reik tuvo que marchar a Berlín para continuar su práctica clínica, dado que aquí no existían las restricciones de Viena. En relación con este proceso jurídico hay que señalar que el material no se ha encontrado, quizás porque se destruyó al cabo de un lapso de tiempo (12).
La posición de Freud frente al análisis laico
La posición de Freud en la cuestión del análisis no-médico fue siempre comprometida. Así, en una misiva fechada el 27 de marzo de 1926, le manifiesta a Federn su firme actitud de defender al psicoanálisis como disciplina que no debe ser absorbida por la medicina, aunque también afirma que no pretende que los demás miembros de la Asociación Psicoanalítica Vienesa compartan esta tesis, la cual estaba decidido a defender en público, en privado y ante los tribunales (13). De ello puede inferirse que la defensa de Freud del análisis lego no fue ocasionada por causas momentáneas o circunstanciales, sino que tenía bien establecida tal actitud. Es cierto, sin embargo, que a razones teóricas y pragmáticas se unieron en un momento dado otras de naturaleza afectiva, pues, su propia hija Anna (1895-1982), que luego fue analista, no era médico, al igual que otros muchos discípulos, como Lou Andreas-Salomé (1861-1937), Oskar Pfister (1873-1965), Hanns Sachs (1881-1947), Melanie Klein (1882-1960), Otto Rank (1884-1939), August Airchorn (1878-1949), Ernst Kris (1900-1957), Ella F. Sharpe (1875-1947) y Siegfried Bernfeld (1982-1953), entre otros.
El debate en el seno de la API y de la NYPS
En cuanto a los acuerdos del Congreso de la API que tuvo lugar en Bad Homberg durante los días 2 al 5 del septiembre de 1925, tras un acalorado debate acerca del análisis laico, de decidió crear una Comisión Internacional que regulara las normas en la formación psicoanalítica, discutiéndose intensamente sobre los patrones y requerimientos de los candidatos, especialmente respecto al hecho de ser o no médicos. Ante tal dilema, y en idéntica línea que Freud, Sándor Ferenczi (1873-1933) se inclinó por la defensa del análisis laico, sin dejar de estimar la posible idoneidad de los médicos para acceder a la formación psicoanalítica. En todo caso, a fin de evitar conflictos con los estadounidenses, se decidió que se pidiese autorización a las asociaciones de origen cuando un norteamericano solicitase un análisis didáctico, lo que en la práctica podía suponer una limitación para el acceso como candidato a los no médicos. El fundamento de tal resolución vino en parte influenciado por la agria polémica que se desató a causa de la solicitud de admisión de Caroline Newton en la NYPS. Caroline, analizada por Freud en 1921 y que por entonces realizaba la traducción de los escritos de Otto Rank (1884-1939), vio como se eclipsaba su deseo de ser admitida como miembro titular de la referida Sociedad. Tal adverso fallo fue comunicado a Karl Abraham (1877-1925), por entonces presidente de la API, quien, en una nota fechada en marzo de 1925, afirmaba que los neoyorquinos sólo habían aceptado a Caroline Newton como invitada, a la par que manifestaban una serie de objeciones por su práctica clínica y la expedición de certificados que realizaba.Tal dato, sin embargo, no es correcto, pues, como afirma Gay (14), en las Actas de la NYPS fechadas el 24 de febrero de 1925, se afirma que a Caroline Newton se le habían retirado sus derechos incluso como invitada, concretándose que se limitaban las reuniones de la Sociedad a miembros médicos, designándose un Comité de Formación para velar por el idóneo acceso de los nuevos aspirantes a la NYPS. A finales de octubre, tal como se reflejan en las oportunas Actas de la NYSP, se decidió por unanimidad oponerse a que los profesionales no médicos ejercieran como psicoanalistas, de forma que, en 1929, el grupo neoyorquino de psicoanalistas laicos era obligado a disolverse, ya que, tras consultas previas a la Asociación Médica Americana, se declaró ilegal el psicoanálisis clínico por parte de los que no eran médicos (15).
Antes de ello, a finales de noviembre de 1926, la cuestión del análisis profano había sacudido fuertemente a la comunidad psicoanalítica estadounidense, dada la enconada defensa que Ferenczi realizó del mismo en su viaje de 1926-1927, lo que se evidenció con la creación de una Sociedad para Analistas Profanos, para la que incluso llegó a solicitar el reconocimiento oficial por parte de la API, a lo que se opuso Max Eitingon (1881-1943), por entonces presidente de la misma, cuya preocupación fundamental residía en el temor de que los psicoanalistas norteamericanos pudieran retirarse de la API.
En lo que toca a Europa, en el grupo de Berlín la polémica suscitada por el análisis laico adquirió un peculiar cariz, pues Sàndor Radó (1890-1972) y Melanie Klein (1882-1961), ambos exiliados húngaros y ex-discípulos de Sàndor Ferenczi, adoptaron posturas opuestas. Así, mientras Radó, que era médico, rechazó a los legos como candidatos, Klein, que no era médico, los defendió. Y dado que Radó tenía más poder, pues había asumido recientemente el puesto de editor del Zeitschrift, tras la obligada renuncia de Rank por haberse alejado de la matriz freudiana, suprimió de la citada revista los trabajos de Klein. Ésta, ya sin el apoyo de Abraham, que había fallecido en diciembre de 1925, se trasladó a Inglaterra, país donde se estableció de forma permanente a partir de septiembre de 1926, con la ayuda de Ernest Jones (1879-1958), quien deseaba que analizara a algunos de sus hijos (16).
En lo que se refiere a Viena, Stekel seguía caldeando el asunto, al publicarse el 23 de enero de 1927 un artículo suyo en la Neue Freie Presse, elaborado como réplica al libro de Freud acerca del análisis lego, insistiendo en que sólo los médicos poseían la formación adecuada para tratar psicoanalíticamente a los pacientes. Tal postura, que Stekel defendía públicamente, se contradecía con lo que mantenía en círculos privados, pues, entre sus más estrechos colaboradores se encontraban Herbert Silberer (1822-1923) e Hilda Milko, más tarde su mujer, que no eran médicos y que practicaban la terapia psicoanalítica.
La controversia del análisis profano alcanzó un punto álgido en el X Congreso de la API en Innsbruck (Austria), que tuvo lugar desde el 2 al 4 de septiembre de 1927. Previamente, y a fin de aplacar los ánimos de los asistentes, se decidió editar un número especial del Zeitschrift dedicado a la cuestión. Entre los artículos publicados para tal ocasión, cabe señalar el titulado Comentarios acerca del análisis profano, que había elaborado Eitingon (17), donde, en otras cosas, afirmaba la conveniencia de que el analista lego trabajara en colaboración con un médico, dadas las complicaciones somáticas que pudieran presentarse. Paralelamente, juzgaba utópico la posibilidad de que todos los futuros psicoanalistas procedieran del campo de la medicina, aun cuando existía un gran descontento en esta profesión, tanto a nivel curricular como científico, por lo que apostaba por un cambio profundo en la formación médica. Finalmente, expresaba las dos resoluciones adoptadas por el Comitéé Internacional para la formación psicoanalítica: a) la insistencia en que las asociaciones filiales admitieran preferentemente como candidatos a los licenciados en medicina, lo que no implicaba rechazar a los sujetos que poseyeran una formación científica adecuada, así como las cualidades personales apropiadas para ser analista; b) a pesar del criterio general mencionado, cada asociación filial tendría libertad para fijar las condiciones de admisión que juzgase convenientes, estableciéndose como única limitación que los candidatos extranjeros cumplieran con los criterios exigidos por los comités de formacióón de sus países de origen, los cuales luego habría que cotejar con los del país de acogida, informando posteriormente a aquellos comités de tal admisión.
Ante tales exigencias, la ulterior reunión de la Comisión Internacional para la Formación resultó un fracaso, dada la oposición de los norteamericanos a aceptar los analistas profanos e incluso a los candidatos médicos formados por miembros de Institutos psicoanalíticos distintos a los suyos. Por otro lado, en el Comité (grupo secreto fundado por Jones en 1913 para arropar a Freud), las opiniones se encontraban profundamente divididas. En tal situación, Freud deseaba que Ferenczi sucediera a Eitingon en la presidencia de la API, siendo consciente de la oposición que ello podía generar, dada la defensa de aquél del análisis lego. Se piensa en Jones como solución de compromiso, ante lo que Freud y Ferenczi muestran sus reservas, pues piensan que Jones admitirá el análisis profano en teoría y lo evitará en la práctica. Finalmente, Eitingon decide continuar en el puesto, sugiriéndose la siguiente solución administrativa: el Comité no podía continuar siendo secreto, sino que debía reflejar la estructura organizativa de la API, y los miembros seniors, así como las personalidades de la misma, debían continuar automáticamente en la API; y, en segundo término, debía crearse un grupo de analistas profanos para estudiar las diferentes composiciones de las diferentes grupos de la API, que habría de hacer posible un cierto compromiso entre sus miembros.
El 3 de abril de 1928, en su intercambio epistolar con Eitingon, Freud expresaba su malestar ante el fracaso de la defensa del análisis lego con estas palabras: fui, por así decirlo, un general sin ejército (14). Casi a mediados de julio, en una carta que Freud envió a Fritz Wittels (1880-1950), que por entonces se encontraba en Estados Unidos invitado por Alvin Johnson, director de la New School for Social Research de New York, aludía al tema del análisis profano, afirmando entre otras cosas: Me place saber que comparte mi opinión sobre el valor del análisis en los tratamientos médicos, en pedagogía y en la formación cultural en general, sin restricciones. No obstante, si se presentara usted allí con mi programa en favor de la aplicación del análisis lego, suscitaría la hostilidad de los analistas médicos cuya desconfianza hacia nuevos visitantes de nuestro círculo aumentaría. En América no puede imponerse este criterio. (...) Desde luego, no quiero decir que debe usted descartar la cuestión del lego, o mantener en secreto su opinión; pero no haga bandera de ella. A esos primitivos les interesa poco toda ciencia que no tenga aplicación práctica directa. Lo peor del modo de ser norteamericano es su llamada amplitud de criterio, por la que se sienten hasta magnánimos y superiores a nosotros, los intolerantes europeos; esto, en realidad, no es sino el práctico velo con el que tapan su completa falta de discernimiento. Ellos elaboran -casi a modo de tendencias inconscientes- un compromiso o mezcla de análisis, misticismo junguiano y adlerismo, una estupidez vergonzosa, naturalmente, que sólo merece burla. Esta labor les resulta tanto más fácil por cuanto no han leído prácticamente ninguna de las publicaciones originales, por falta de tiempo y de voluntad (18).
La postura de los analistas norteamericanos
A pesar del pesimismo de Freud, algunos intentaron luchar por implantar el análisis laico en EE UU, destacando al respecto Reik, que, ante el rechazo de su integración en la NYPS y en el Instituto William Alanson White, busca paladines para su causa, para lo que se desplaza desde Nueva York hasta San Francisco, donde se reunió con un grupo de profesionales no médicos, entre los que se encontraba Siegfried Bernfeld (1892-1953), que vivía allí desde 1937. Crea entonces la Sociedad para la Psicología Psicoanalítica (Society for Psychoanalytic Psychology o SPP), centro de formación entre cuyos patrocinadores figuraban destacados nombres como Milton H. Erickson, Henry Murray y Lewis Terman, quienes generosamente proporcionaron los fondos económicos necesarios para su sostenimiento. Tras esta iniciativa, Reik consigue aglutinar a su alrededor un interesante grupo de personas, que conformarán el germen de la futura Asociación Psicológica Nacional para el Psicoanálisis (National Psychological Association for Psychoanalysis o NPAP), institución que quedará constituida formalmente el 20 de mayo de 1948. De tal proyecto, Reik informó a Ángel Garma (1904-1993) (que fue el primer psicoanalista español, que vivía exiliado en Buenos Aires desde 1938, y al que había conocido en Berlín cuando estaba en formación, siendo su analista didacta) en una misiva fechada el 20 de enero de 1941, donde expresaba el desencanto hacia las instituciones psicoanalíticas oficiales en estos términos: (...) Fenichel, Simmel, Nunberg, Sachs, y otros muchos colegas europeos, entre los que me incluyo, nos mantenemos al margen de la Asociación Americana, pues creemos que los colegas de la citada Asociación, que ejercen como psicoanalistas, sólo tienen en común con nuestra ciencia el nombre y nada más. Ciertamente, en un futuro próximo, se formará una nueva Asociación en Estados Unidos (...) (19).
Coincidiendo con la opinión de Natterson (20), creemos que la ruptura de Reik con la comunidad psicoanalítica oficial fue doblemente beneficiosa, pues junto al reconocimiento de su labor, vino a añadirse la difusión del psicoanálisis entre el amplio público lego norteamericano, objetivo que, de haber acontecido los acontecimientos de forma diferente, quizás no hubiera podido llevarse a cabo.
El papel de la Asociación Psicológica Nacional para el Psicoanálisis (NPAP)
Gracias a la NPAP, entre cuyos miembros destacaba Clement Staff, que más tarde llegaría a ser vicepresidente de la misma, Reik creó la posibilidad de la formación psicoanalítica de los no-médicos, incorporando a su programa los requisitos exigidos por la Asociación Psicoanalítica Vienesa y la Escuela de Psiquiatría de Washington (21). De esta forma, a la rica experiencia adquirida por Reik como antiguo secretario de la Asociación Psicoanalítica de Viena, se añadían las directrices rectoras de tal Escuela de Psiquiatría, donde habían acudido en calidad de oyentes algunos de los miembros fundadores de NPAP, como Mattew Besdine, Gisela Schaetzer-Barinbaum, Ed Frankel y Ben Margolis. La NPAP exigió como requisito a sus futuros miembros la firma de un código ético, normativa interna entre cuyos artículos figuraba el siguiente: Todo paciente que nos llegue será tratado como un análisis de prueba. De esta forma, en todos aquellos casos en que la profundidad del problema no esté clara, usaremos como medidas de salvaguarda el Rorschach o la consulta con un psiquiatra u otro especialista competente (21).
Durante el año 1949, la gran labor desarrollada por los psicólogos en la selección de personal militar y en el tratamiento de los veteranos de la Segunda Guerra mundial, da sus frutos, al ser reconocida la dimensión terapéutica de la psicología clínica. En tal línea, se celebra en Boulder (Colorado) una conferencia donde se configura el programa de formación universitaria del psicólogo clínico, que, hasta la década de los ochenta, ha permanecido sin modificaciones. Dada la concepción del psicólogo como un científico-practicante, junto a la formación académica (a nivel de doctorado), se exige para la práctica psicoterapééutica una adecuada formación práctica, que habría de llevarse a cabo en diversos centros asistenciales autorizados. Frente a ello, sin embargo, reaccionaron pronto los psiquiatras norteamericanos, para quienes la psicoterapia era competencia exclusivamente médica (22).
La incorporación de psicólogos a la práctica psicoterapéutica resultó en todo caso imparable, lo que se materializa en la NPAP con la puesta en marcha en 1949 del Servicio de Referencia de Bajo Costo (Low Cost Referral Servicie o LCRS), cuyo primer director será Alfred Farau. El LCRS tenía como objetivo fundamental proporcionar ayuda terapéutica a los pacientes más desfavorecidos económicamente, iniciativa, que guarda muchas similitudes con la que se realizó en el Policlínico Psicoanalítico de Berlín. Dos años después, sin embargo, al no cumplirse las expectativas generadas con el LCRS, Reik envía una carta a los miembros de la NPAP, donde les insta a que aumenten su compromiso y nivel de participacióón, a la vez que se oferta a los estudiantes en formación la posibilidad de adquirir experiencia clínica en el LCRS. Para la supervisión de estos futuros profesionales se constituyó un Comité Clínico, a cuya cabeza figuraban Clement Staff y Ruth Berkeley, ésta médico psiquiatra, cuya labor resultó decisiva para impulsar tal proyecto (23).
En el otoño de 1949, y a fin de perfilar los rasgos fundamentales que caracterizarán a la futura Organización de Afiliación de Estudiantes (Student Affiliate Organization o SAO), se reúne Matthew Besdine, máximo responsable por entonces de la Sociedad para el Consejo de Estudiantes (Society of Student Affiliate Advisory Council o SAAC), con una representación de estudiantes en formación de la NPAP. Como colofón de ello, el 18 de enero de 1952, tuvo lugar el primer encuentro de la SAO, que presidida por Paul Cornyetz, decide constituir tres comités cuyas áreas respectivas de interés se centraban en la dirección, las actividades educativas y los eventos sociales. Seis años más tarde, la SAAC se transformaría en el Consejo de Miembros en Formación (Member-in-Training Advisory Council o MTAC), mientras la SAO pasaría a convertirse en la Organización de Miembros en Formación (Member-in-Training Organization o MITO), cuyo órgano de difusión, la revista Counterpoint, vio la luz en 1959, cambiando al año siguiente su título por el de Newsletter, denominándose desde 1995 MITO Monthly (24).
En 1952, la labor de difusión y consolidación del psicoanálisis iniciada cuatro años atrás por la NPAP da un paso más, al ser editada la revista Psychoanalysis, que en 1958, y hasta 1963, se denominará Psychoanalysis and the Psychoanalytic Review. Este añadido al título original era un tributo a la pretérita Psychoanalytic Review, primera publicación de lengua inglesa dedicada al psicoanálisis, cuyos fundadores fueron Smith Ely Jelliffe (1866-1945), médico neurólogo, y William Alanson White (1870-1937), médico psiquiatra. En 1963 el título de la misma será nuevamente modificado por el de The Psychoanalytic Review, epígrafe que ha permanecido hasta la actualidad. En sus inicios, como directores de la revista estaban John Gustin y Clement Staff, figurando Reik como director-jefe, cargo que de hecho no ejercitaba, habiendo prestado solamente su nombre para prestigiar la citada publicación. Más tarde, al modificar la revista su denominación, las labores editoriales fueron asumidas por Marie Coleman Nelson y Murray Sherman, quienes fueron respectivamente director y subdirector de la misma, llegando el último de ellos a ser también coeditor y eventualmente editor. En 1978, al producirse el relevo en la dirección de la publicación, pasará a ocupar el puesto de editora Leila Lerner, labor que desempeñará hasta 1988, fecha en la que será sustituida por Martin Schulman, actual editor (21). El talante abierto que caracterizó a la revista desde sus inicios se ha plasmado en la publicación de artículos redactados por psicoanalistas de distintas orientaciones teóricas (freudianos, lacanianos, junguianos, etc.), lo que, junto a la crítica de los lectores, ha permitido ensanchar la visión del saber psicoanalítico. Quizás se deba a ello que en 1996 el comité editorial decidió aumentar de cuatro a seis el número de volúmenes de la revista publicados anualmente (25).
En 1955 tiene lugar la expulsión de Joel Shor, que había sido miembro de la NPAP desde su creación. Como origen de ello estaba la negativa de éste a abandonar la práctica de la bioenergética, técnica psico-corporal creada por Alexander Lowen, con quien Shor había contactado en 1954 para que participara en una reunión científica de NPAP, tentativa que resultó fallida. Antes de su muerte, acaecida en 1995, Shor intentó ser readmitido en la NPAP, quejándose amargamente del trato recibido dos décadas atrás (21).
En la década de los cincuenta, la sociedad norteamericana demanda un mayor número de profesionales formados en salud mental, al resultar insuficientes los médicos psiquiatras, lo que obliga a instituciones como el ejército de Estados Unidos a contratar personal no médico para realizar tareas de evaluación psicológica. Así mismo, desde la Asociación Psiquiátrica Neoyorquina surgen voces que reclaman el cese de las hostilidades hacia los analistas legos. En consonancia con ello, Jones, durante una conferencia que impartió a psiquiatras en Chicago, habló en favor de la apertura de la prááctica psicoterapéutica a otros profesionales no médicos, lo que evidenció con el apoyo económico que prestó a la Clínica Theodor Reik para la Salud Mental y la Investigación (Theodor Reik Clinic for Mental Health and Research), conocida también como Clínica y Centro de Investigación Theodor Reik (Theodor Theodor Reik Clinic and Research Center), de la que fue patrocinador (23). Este centro abrió sus puertas en octubre de 1956, estando compuesta en su dirección por doce miembros, seis de los cuales, a requerimiento del Departamento de Higiene Mental del Estado de Nueva York (New York State Department of Mental Hygiene), eran sujetos designados de la comunidad. Entre los seis restantes, se encontraban Hector Ritey, médico psiquiatra y director del centro, Lili Wolf, trabajadora social, y el psicólogo Murray Sherman.
En 1959, las discrepancias que arrastran la dirección de la NPAP y la homóloga de la Clínica Theodor Reik alcanzan su punto álgido, pudiendo atribuirse como origen de ello a las luchas entre los miembros (profesionales y no profesionales) que conforman la directiva por el control de la Clínica, así como al conflicto entre la dirección del centro y los estudiantes de la NPAP, que se niegan a entregar los historiales clínicos de sus pacientes (lo que vino ocasionado por el deseo de la clínica de asegurar la competencia profesional de su plantilla, soslayando el derecho a la privacidad de los pacientes) y la negativa del Dr. Ritey a que trabajen en la clínica psicólogos que no poseyeran el certificado oficial expedido por las autoridades sanitarias. Ante tal estado de cosas, el 15 de mayo de 1959, la directiva de la NPAP envió una nota a la Clínica T. Reik, donde amenazaba con retirar a todo su personal si no se llevaban a cabo ciertos cambios. Entre estos últimos, que debían de hacerse efectivos antes de octubre, exigían la supresión del director y de la trabajadora social, que serían reemplazados por una directiva de asesores profesionales. A comienzos de 1960, la imposibilidad de llegar a un acuerdo satisfactorio aboca en que la directiva de la NPAP remita una carta a todos sus colegiados, en donde establece como fecha límite para la terminación de los tratamientos en curso el 30 de junio, persiguiendo de esta forma lesionar lo menos posible a los pacientes.
A raíz de este divorcio institucional, termina su actividad el LCRS, que ya a partir de 1958 pasó a denominarse NPAP Referral Servicie, donde, al igual que antes en el LCRS, los estudiantes podían adquirir experiencia clínica. En 1968, con la creación del Centro de Consulta Theodor Reik (Theodor Reik Consultation Center o TRCC), se unifican en una misma institución la formación docente y la formación clínica, de las que serán responsables solamente miembros de la NPAP, evitando así las ingerencias de personal ajeno. El TRCC contaba con un listado de médicos psiquiatras, existiendo también la posibilidad de que los pacientes fueran derivados a otros profesionales de la psicoterapia (de familia, de pareja, etc.). Otra ventaja adicional del referido centro era la gran diversidad lingüística de sus terapeutas, lo que permitía ampliar el espectro de pacientes, pudiendo ser tratados desde rusos y alemanes hasta polacos e hispanohablantes. Como inspirador de tal proyecto estaba Arthur Robbins, miembro de la NPAP (23).
Varios meses antes de la apertura de la Clínica T. Reik, concretamente el 17 de abril de 1956, el gobernador del Estado de Nueva York había firmado el decreto que regulaba la actividad del psicólogo clínico, al que se le exigía, entre otras cosas, una experiencia clínica de 1.400 horas, que, de no cumplirse, impediría el ejercicio profesional. Ello influirá en el rumbo futuro de la NPAP, cuyos miembros dedicarán gran parte de los dos años posteriores a perfilar los criterios exigidos a los analistas encargados de la formación y supervisión de los futuros miembros. En tal sentido, aunque fueron establecidos elevados méritos profesionales para los analistas didactas, a los que se añadieron rígidas normas de carácter institucional, dado el uso inadecuado que algunos realizaban de los seminarios y cursos para promocionarse, las fricciones internas no cesan, abocando en la adopción de estándares más débiles. A su vez, el clima de desacuerdo interno se evidenció en la constitución de dos grupos mayoritarios de formación, que respectivamente lideraban Gisa Barinbaum y Jule Nydes. De este modo, al igual que sucede con otras asociaciones profesionales, donde se entremezclan conflictos personales con decisiones institucionales, un grupo de la NPAP se escindió, constituyendo en 1961 el Instituto para la Formación e Investigación Psicoanalíticas (Institute for Psychoanalytic Training and Research o IPTAR), entre cuyos miembros fundadores se encontraban Stanley Berger, Reuben y May Fine y otros que les secundaron. De igual forma, se desligaron otros integrantes de la NPAP, constituyendo otros institutos de formación psicoanalítica como el TRISP (que seguía los principios de la psicología del ego) o el IEA (que se apoyaba en la teoría de las relaciones objetales).
En 1962, Gus Woltmann, presidente de la NPAP de 1961 a 1964, junto al abogado Irving Kayton, obtuvieron el reconocimiento legal, aunque provisional, del programa de formación, cuya aprobación definitiva tuvo lugar en 1967. El carácter provisional de tal resolución vino originado por el olvido, al presentar la documentación legal exigida, de parte de ella a las autoridades sanitarias neoyorquinas. Por otra parte, en 1964, tras un referéndum celebrado en la NPAP, la mayoría de sus miembros acordaban que, todo individuo aceptado en la referida asociación, se convertía automáticamente en analista didacta.
La década de los sesenta, a diferencia de la anterior, vino caracterizada por diversas fricciones entre la dirección de la MITO y su homóloga de la NPAP, que alcanzaron su cota máxima cuando la dirección de esta última, en contra de lo acordado, dejó absoluta libertad al presidente del comité legislativo para incluir o no a representantes de la MITO, lo que fue mal acogido por los miembros de esta organización (26). A mediados de los setenta, sin embargo, la MITO y la NPAP se vieron obligados a aunar sus esfuerzos, al hallarse comprometido el estatus profesional del psicoanálisis con los proyectos de ley formulados por Biondo y Siegel. Exceptuando esto, la década de los setenta y de los ochenta acarreó un recrudecimiento de las discrepancias que ambas organizaciones arrastraban, dada la falta de acuerdo en cuestiones como los requisitos exigidos a los miembros en formación, el derecho al voto y la representatividad de los miembros de la MITO en los comités de la NPAP. Ya en los años noventa, se logró la modificación de los criterios requeridos a los estudiantes, lo que propició una comunicación más fluida entre ambas organizaciones (24).
Es interesante también referir las dos tentativas fallidas de la NPAP para incorporarse a la API. En efecto, en 1987, tras la aprobación de una enmienda en los decretos de la API que permitía la inclusión de institutos de formación psicoanalítica integrados por analistas no médicos, se constituyó en la NPAP un comité que negociara tal incorporación. Tal comité se reunió en dos ocasiones, la primera en diciembre de 1987 y la segunda en febrero de 1994, con Robert S. Wallerstein (1921- ), director del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de California (San Francisco), didacta y supervisor del Instituto Psicoanalítico de San Francisco y presidente de la API desde 1985 (lo fue hasta 1989), resultando ambas infructuosas (27).
La salida del conflicto: el papel de la psicología
Tras muchos vaivenes, y en lo que toca tanto a Europa como a los países sudamericanos, el debate del análisis no-médico alcanzó un cierto equilibrio con la institucionalización de la profesión de psicólogo, al poder acceder éstos a la formación y práctica psicoanalíticas sin ser médicos, en todo lo cual los aires revolucionarios del mayo del 68 francés y Jacques Lacan (1901-1981) tuvieron bastante que ver. En lo que se refiere a Norteamérica, en octubre de 1988 se pudo llegar a un acuerdo entre la Asociación Psicológica Americana y la API y la APsaA para aceptar la formación y práctica de los analistas no médicos en Norteamérica, tras un pleito que se arrastraba desde marzo de 1985 (9). En nuestro país, tras la reciente aprobación de la especialidad de psicología clínica (Real Decreto 2490/1998 de 20 de noviembre, aún en fase de alegaciones), se permitirá considerar al psicólogo un profesional de la salud, rol social que hasta ahora no había sido posible, abriéndose más claramente las puertas para la práctica del psicoanálisis clínico, o cualquier otra psicoterapia, a los licenciados en psicología preparados al efecto. En todo caso, el estado actual de las cosas tiene en España algo de caótico, pues no hay ningún control oficial sobre la práctica psicoanalítica (u otras intervenciones psicológicas), que de hecho es ejercida por cualquier médico, psicólogo e incluso cualquier otro licenciado universitario, lo que ha llevado a un crecimiento desmedido de los analistas Asilvestres@, con una formación las más de las veces de dudosa fiabilidad.
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Dirección para correspondencia:
Dr. Antonio Sánchez-Barranco Ruiz,
Pza. Dr. González Gramage, 2-11 B 41005 Sevilla.
Correo electrónico: asbruiz@yahoo.com
Fecha de recepción: 1-02-01