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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría
versão On-line ISSN 2340-2733versão impressa ISSN 0211-5735
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. no.87 Madrid Jul./Set. 2003
HISTORIA
El trío psicoanalítico francés: Eugénie Sokolnicka, Sophie Morgenstern y Marie Bonaparte
The French psychoanalytic trio: Eugénie Sokolnicka, Sophie Morgenstern and Marie Bonaparte
Reyes Vallejo Orellana1, Antonio Sánchez-Barranco Ruiz2
1 Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
2 Universidad de Sevilla
Dirección para correspondencia
RESUMEN
En Francia el psicoanálisis debe mucho a tres mujeres, Eugénie Sokolnicka, Sophie Morgenstern y Marie Bonaparte, pues ellas fueron las responsables de la implantación y el desarrollo de ese saber en varias áreas, particularmente en el campo infantil y de la mujer. En este trabajo histórico nos ocupamos de los principales hitos biográficos y de las aportaciones de estas pioneras que son poco conocidas en nuestro país.
Palabras clave: Psicoanálisis en Francia, Sokolnicka, Morgenstern, Bonaparte.
ABSTRACT
At France the psychoanalysis owes much to three women, Eugénie Sokolnicka, Sophie Morgenster and Marie Bonaparte because they were the responsible of the implantation and the development of these knowledge in several areas, specially in the childhood and woman field. In our historical paper we take up the main biographical landmark and the aportations of these pioneers which has been a few known in our country.
Key words: Psychoanalysis at France, Sokolnicka, Morgenstern, Bonaparte
Tres mujeres, baluarte esencial del asentamiento del psicoanálisis en Francia
La instalación del psicoanálisis en Francia tiene mucho que agradecer a Eugénie Sokolnicka, Sophie Morgenstern y Marie Bonaparte, cuyas principales aportaciones trataremos de recoger en este trabajo, con el fin de ir completando el recuerdo histórico de la serie de mujeres que se unieron al psicoanálisis de forma incondicional. Con ello tratamos de contribuir modestamente a rellenar algunos huecos significativos que han dejado los historiadores del psicoanálisis, particularmente en nuestro país, donde no se han ocupado mucho del papel de las mujeres en la implantación y desarrollo de este saber. En general, estas pioneras fueron personalidades con algunas anomalías caracteriales e incluso afectas de trastornos psicopatológicos específicos, lo que les sirvió de trampolín, a través de la cura analítica, para al menos acceder a una identidad más adecuadamente saturada de autoestima, logrando con ello tomar sendas, a veces truncadas, que las llevaron a superar los estrechos roles que su época les exigía, como eran los de ama de casa, madre y esposa, los cuales eran entonces prácticamente incompatibles con el ejercicio de una profesión como la de psicoanalista.
De las tres figuras citadas, sin duda fue Sokolnicka la primera responsable de dar a conocer en Francia un psicoanálisis de carácter clínico-aplicado, pues hasta su llegada a París sólo se habían dado tenues acercamientos de naturaleza teórica, como fue la obra de Hesnard y Régis El psicoanálisis de las neurosis y de las psicosis publicado en 1914 (durante una decena de años la obra de referencia del psicoanálisis en francés), así como una serie de interesantes aproximaciones de los círculos literarios, particularmente por los que conformaba el surrealismo, como ocurrió en el caso de André Breton (1).
Eugénie Sokolnicka: la trágica vida de una polaca errante
Eugénie Sokolnicka (1884-1934), de soltera Kutner, nació en Varsovia (Polonia) el 14 de junio de 1884 en el seno de una familia judía liberal y cultivada. Su madre, así como otros familiares cercanos, fueron militantes en la lucha por la independencia de Polonia, mientras que su padre, que era banquero, se constituyó en la fuente que les proporcionaba una vida acomodada, lo que sin duda facilitó el acceso de Eugénie a una carrera universitaria.
Eugénie recibe su primera formación intelectual en el medio familiar por parte de una institutriz francesa, que le enseña su lengua. Más tarde, tras superar el bachillerato, y cuando contaba veinte años de edad, se traslada a París donde se licencia en la Sorbona en ciencias y biología, asistiendo durante estos años a los cursos de Pierre Janet en el Colegio de Francia (2). Entre sus datos curriculares psicoanalíticos hemos de destacar que llegó a ser miembro fundador de la Sociedad Psicoanalítica de París, analista de André Gide durante un corto tiempo y amiga de los escritores de la Nouvelle Revue Française. En esta etapa conoció a M. Sokolnicki, que sería su esposo, con quien se trasladó durante unos años a Polonia, tras haber obtenido su diplomatura en ciencias (3).
El interés inicial de Sokolnicka por el psicoanálisis se sitúa en 1911, año en el que se traslada a Zúrich para formarse en tal materia y en psiquiatría. En esta ciudad vive a lo largo de dos años integrada en la clínica Burghölzli siguiendo las enseñanzas de Jung, si bien éste no la menciona en ninguno de sus escritos (3). Cuando tiene lugar la ruptura entre los suizos y los vieneses, en torno a 1913, Sokolnicka se inclina por estos últimos, trasladándose a Viena para analizarse con Freud a lo largo de un año escaso, durante el cual tiene lugar la ruptura de su matrimonio. Al parecer Freud la acogió con cariño, al igual que había hecho con Sabina Spielrein (1885-1941), también antigua discípula de Jung.
En 1914, concretamente a partir del 8 de abril, empieza a ser citada como invitada en las reuniones de la Asociación Psicoanalítica de Viena, faltando sólo a la sesión del 30 de diciembre de ese año. Así mismo consta su presencia durante reuniones aisladas en 1915, 1916 y 1918, siendo aceptada como miembro de esta Asociación el año 1919, a pesar de que entonces tenía su domicilio en Varsovia (4).
En 1914, siguiendo los consejos de Freud, se instala en Múnich, pero la Primera Guerra mundial la obliga a regresar a Polonia, teniendo que regresar a Zúrich en 1916 ante la amenaza alemana y bolchevique, siendo aceptada como miembro de la Asociación Psicoanalítica local el 8 de noviembre de ese año. En enero de 1918, Eugénie se establece de nuevo en Varsovia con el objetivo de crear allí una Asociación Psicoanalítica y ejercer clínicamente, pero tales metas no pudo alcanzarlas al descompensarse psíquicamente, por lo que volvió a ponerse en tratamiento. A pesar de esta situación, durante este tiempo, en la primavera de 1919, analiza con éxito durante seis semanas a un chico de diez años y medio afecto de una neurosis obsesiva, cuya historia se publicó en el tomo VI del Internationale Zeitschrift für Psychoanalyse de 1920 bajo el título de El análisis de un caso de neurosis obsesiva, trabajo que ha sido traducido a varios idiomas, como el inglés, el ruso y el francés (5). Ésta es la única aportación que ha quedado de ella en los anales psicoanalíticos, quizás por ser una de las escasas publicaciones acerca del psicoanálisis de un niño, caso que fue mencionado por André Gide en una de sus obras (3), Les faux monnayeurs (6), en donde Eugénie es transformada en la Doctoresse Sophoniska y la evolución terapéutica de la neurosis infantil en un rotundo fracaso con el suicidio de Boris, el imaginario paciente, por medio de la ruleta rusa(7).
Este trabajo fue uno de los análisis de niños que primero fueron publicados, pues aunque posterior a los de Hermine Hug-Hellmuth (1871-1924), es contemporáneo a los iniciales de Melanie Klein (1882-1960) y Anna Freud (1895-1982). Se trataba de Minsk, un niño judío de 10 años y medio (8), afecto de un temor incontrolable por tocar cualquier cosa, lo que obligaba a su madre a vestirlo, darle de comer, etc., síntomas que se acompañaban de una serie de complejos rituales obsesivos en los que la madre tenía que participar activamente, así como peculiares alteraciones del nivel de consciencia. Sokolnicka, tras rechazar el diagnóstico de epilepsia que le había hecho previamente un neurólogo, sólo vio en el chico manifestaciones del círculo neurótico, por lo que lo trató psicoanalíticamente al modo clásico, aunque intervino mucho a través de una serie de explicaciones de naturaleza pedagógica acerca de la sexualidad. No se valió en todo caso de la técnica del juego, sino de genuinas asociaciones libres, con interpretaciones alrededor del complejo de Edipo y de la angustia de castración. El análisis se extendió a lo largo de seis semanas y al parecer todos los síntomas y rituales del chico remitieron (3).
A principios de 1920, Sokolnicka se va a Budapest para analizarse con Sàndor Ferenczi (1873-1933), con quien estará durante más de un año. Con posterioridad a la resolución de su profundo estado depresivo con tintes paranoides e ideas suicidas, vuelve a París en 1921, tras otra corta estancia en Varsovia. Del análisis de Sokolnicka con Ferenczi se ha tenido algún conocimiento por extractos de las cartas intercambiadas entre Freud y Ferenczi publicados inicialmente por Geissmann y Geissmann (3) y más recientemente por la aparición del tercer tomo de la correspondencia Freud-Ferenczi (9). Por estos documentos sabemos que el tratamiento se inició aproximadamente en enero de 1920 y que Eugénie, portadora de un gran talento, sufría de importantes perturbaciones del carácter, teniendo muchas disputas con las personas que vivían en su misma pensión de Budapest a causa de los rasgos paranoides de su personalidad. Ferenczi también señala elementos erotomaniacos y de masculinidad en la psicopatología de Eugénie, así como serias tendencias depresivas e ideación suicida. Durante el tratamiento, Sokolnicka asiste al servicio del Dr. István Hollós (18721957), médico-jefe del mayor asilo de Budapest, La Casa Amarilla, con el objetivo de mejorar su formación psiquiátrica (10). El 11 de febrero de 1921 Ferenczi anuncia a Freud que Sokolnicka se traslada a París, donde vive su hermano, admitiendo que no está completamente curada, dado que aquejaba excesiva susceptibilidad, compulsiones masturbatorias e inhibiciones frente a los hombres (9). Sea como fuere, Eugénie se instala en París con las dudas de Freud, que , aunque aceptaba su talento, le resultaba antipática (pasado un tiempo apostará por Marie Bonaparte y la dejará de lado), llegando en todo caso a alcanzar bastante prestigio durante algún tiempo antes de su trágico final.
En septiembre de 1920 Sokolnicka participa en el VI Congreso Psicoanalítico Internacional, celebrado en La Haya, donde presenta la comunicación El diagnóstico y la sintomatología de las neurosis a la luz de las doctrinas psicoanalíticas (8). El año siguiente, concretamente en el otoño de 1921, poco después de su llegada a París, el grupo de la Nouvelle Revue Française la acoge con fervor, organizando Sokolnicka en su domicilio un seminario sobre psicoanálisis al que acuden semanalmente André Gide, Jacques Rivière, Roger Martin du Gard, Gaston Gallimard y Jean Schlumberger, los cuales se autodenominaron humorísticamente Club de los reprimidos (11). Édouard Pichon (1890-1940) consideró memorable la llegada de Eugénie a París, especialmente porque era portadora de grandes conocimientos técnicos, aptos para ser aplicados a casos concretos, yendo más allá de las meras ideas teóricas que poseían los franceses de la época (2).
Durante el invierno de 1922 a 1923 Sokolnicka dicta un ciclo de conferencias en la prestigiosa École de Hautes Études Sociales de París, donde su anfitrión Paul Bourget le presenta a Georges Heuyer (1884-1977) que, por entonces, estaba desempeñando interinamente la cátedra de psiquiatría en Sainte-Anne. Heuyer solicita a Eugénie que acuda al consultorio de psiquiatría infantil donde presenta diversos casos clínicos, pero cuando al cabo de unos tres meses la cátedra de psiquiatría pasa a ser regentada por el profesor Henri Claude (1869-1946), éste deja de contar con ella por no estar en posesión de la licenciatura de medicina. Desde entonces Sokolnicka se dedica al ejercicio privado del psicoanálisis contando con la ayuda de René Laforgue (asistente del profesor Claude) y Édouard Pichon (amigo de Laforgue y cuñado de Janet), ambos analizados en ese tiempo por ella (3). Por entonces es también analista de Paulette Erichson (1897-1983), Blanche Reverchon-Jouve (1879-1974) y Paul Schiff (1891-1947), pero al cabo de pocos años su clientela va a disminuir y apenas tendrá con que vivir (8). La citada Paulette era la esposa de René Laforgue, con el que había contraído matrimonio en 1922, divorciándose en 1938. Esta mujer completó su análisis con Heinz Hartmann (1894-1970), trabajó con Sophia Morgenstern en el servicio del profesor Heuyer, fue miembro de la SPP y tradujo al francés algunas obras de Freud (1).
En cuanto a René Laforgue (1894-1962), fue un personaje muy controvertido a causa de su colaboracionismo con los nazis, habiendo sustituido a Sokolnicka en la consulta psicoanalítica del hospital de Sainte-Anne, presidiendo la SPP desde 1946 a 1949, sucediendo a John Leuba (1884-1952). Tras él Sacha Nacht (1901-1977) fue el presidente, cayendo bajo su responsabilidad las decisiones de la escisión de la SPP, cuando en 1953 tuvieron lugar los enfrentamientos con Jacques Lacan (1901-1981). Por entonces Nacht tomó partido por el análisis médico, en contra de Marie Bonaparte y Daniel Lagache (1903-1972). En ese año Laforgue se trasladó a Casablanca y su nombre dejó de aparecer en los circuitos psicoanalíticos (1).
A partir de 1926 Freud apostará por Marie Bonaparte como su representante preferida en Francia y el nombre de Eugénie irá desapareciendo de la correspondencia entre Freud y Laforgue. Precisamente el 4 de noviembre de 1926 se crea la Sociedad Psicoanalítica de París (SPP), siendo miembros fundadores la citada Marie Bonaparte, además de Sokolnicka, Hesnard, Allendy, Borel, Laforgue, Löwenstein, Parcheminey y Pichon. De esta sociedad Eugénie será vicepresidenta durante dos años, hasta 1928, y Laforgue presidente hasta 1930 (12), siendo aquélla responsable del papel de analista didacta y de docente del campo técnico, con una enseñanza no sólo académica, sino también durante la cura de los aspirantes (2).
Aparece por entonces, quizás en torno a 1924, una analizante de Sokolnicka que tendrá un notable papel en el psicoanálisis del niño en Francia, Sophie Morgenstern, de la que luego nos ocuparemos con más detalle, que colaboró con el profesor Heuyer en la clínica de neuropsiquiatría infantil que éste fundó algunos años después (3).
A partir de 1932, Sokolnicka se irá viendo cada vez menos por el círculo psicoanalítico parisino, dejando de pronunciar conferencias y no asistiendo tampoco a los congresos psicoanalíticos internacionales. Así mismo, sus artículos científicos son cada vez menos frecuentes en la Revue Française de Psychanalyse, estando fechado su último trabajo el 23 de mayo de 1932. Su clientela privada va disminuyendo cada vez más, así como los análisis didácticos.
El 10 de enero de 1934 se abre el Instituto de Psicoanálisis anexo de la SPP, siendo nombrada directora Marie Bonaparte (8), dando Sokolnicka al parecer alguna clase acerca del psicoanálisis del carácter a mediados de mayo, mes en el que se hunde en una depresión que finalmente provoca su suicidio, abriendo la llave del gas de su domicilio, una casa que Édouard Pichon le había cedido gratuitamente (12, 13). Murió el sábado 19 de mayo de 1934, cuando faltaba un mes para cumplir cincuenta años (3), quizás huyendo de la penuria económica y la persecución nazi que presumía iba a extenderse por todo el mundo.
Sophie Morgenstern: pionera del psicoanálisis de niños en Francia
Sophie Morgenstern (1875-1940), de soltera Kabatschnik, era también judía. Había nacido en Grodno (Polonia) el 1 de abril de 1875, realizando sus estudios de medicina en Zúrich a partir de 1906, finalizándolos en 1912 con la lectura de la tesis titulada Sobre algunos elementos minerales de la glándula tiroides, bajo la dirección del profesor Eichhorst. Por entonces contrae matrimonio y se traslada a Rusia para convalidar sus estudios y poder ejercer en Polonia. Sin embargo, retorna a Suiza en 1915 para trabajar en el hospital de Burghölzli como médica voluntaria bajo la dirección de Eugen Bleuler (1857-1939), donde estuvo con seguridad hasta 1921, aunque hasta abril de 1923 no se nombró otro médico como primer asistente, que era el cargo que entonces ella desempeñaba (14).
Es sabido por Parcheminey (15) que Sophie se instala en París en 1924, haciéndose cargo en 1925 del psicoanálisis del niño en el servicio de neuropsiquiatría infantil Vaugirard de La Salpêtrière, dirigido por el profesor Georges Heuyer, puesto que desempeñó durante quince años. En su asentamiento en París había sido ayudada por Eugène Minkowski (1885-1972), al que había conocido en Zúrich, así como por Eugénie Sokolnicka, con quien se analizó.
Se sabe poco de la vida personal de Sophie, desconociéndose cuando se casó con Abraham Morgenstern, aunque debió ser en la época que estudiaba medicina. Al parecer enviudó, pero se desconoce también la fecha en que ello pudo acontecer (14). De su matrimonio tuvo una hija, Laura, que murió en el curso de una intervención quirúrgica de vesícula, probablemente en 1937, lo que la dejó muy afectada, siendo éste un hecho que participó seguramente en la decisión de su muerte voluntaria.
Sophie fue aceptada como miembro titular de la Sociedad Psicoanalítica de París en 1929, siendo tesorera de tal agrupación durante 1932 y 1933. Así mismo fue miembro del grupo Evolución Psiquiátrica y publicó en 1928 un trabajo titulado El psicoanálisis infantil (16), donde se adscribe a la línea de Anna Freud y rechaza el modelo de Melanie Klein, en el sentido de no recomendar las interpretaciones profundas en el análisis del niño. Fue además en 1937 autora de Psicoanálisis infantil. Simbolismo y valor clínico de las creaciones imaginativas en el niño, que prologó Heuyer, consistiendo en una serie de quince artículos sobre tal área psicoanalítica (17). En otros trabajos comenta su utilización del juego, el modelado y los sueños, camino que seguirá su discípula Françoise Marette-Dolto (1908-1988).
Desde la creación en 1934 del Instituto Psicoanalítico adscrito a la SPP, Sophie fue docente en él, ocupándose de dictar clases sobre las neurosis del niño, estando en el programa del año 1940, el de su muerte.
La obra de Morgenstern testimonia un conocimiento profundo de las publicaciones freudianas, que leyó en alemán, así como una abundante experiencia clínica con niños, cuyas neurosis describe con una estructura y una dinámica semejantes a las que se dan en el adulto, adoptando el punto de vista annafreudiano respecto al superyó, asumiendo también sus presupuestos en su práctica analítica, oponiéndose consiguientemente a las ideas kleinianas. Técnicamente se apoyaba en el dibujo, el modelado, el juego y los sueños, aceptando la posibilidad de influir favorablemente en la educación del niño por medio de los conocimientos psicoanalíticos, manteniéndolo durante el tratamiento, siempre que ello fuera posible, dentro de su familia y no en el hospital, todo lo cual es claramente perceptible tanto en su artículo Un caso de mutismo psicógeno de 1927 como en el ya citado Psicoanálisis infantil de 1928. Es también obligado reseñar, en el campo teórico, su trabajo Algunas observaciones sobre la expresión del sentimiento de culpa en los sueños de los niños que vio la luz en 1933 (18) y La estructura de la personalidad y sus desviaciones de 1938 (19).
Sophie se suicidó el día antes de la entrada de los alemanes en París, durante la Segunda Guerra mundial, concretamente el 16 de junio de 1940. Posiblemente el miedo a los nazis, dada su condición de judía, y su débil estructura caracterial, no le permitieron afrontar lo que estaba por venir. Se ha comentado por algunos que también la desgraciada muerte de su única hija Laura la había sumido en una intensa depresión desde tiempo atrás, de la que nunca llegó a recuperarse, lo que sin duda pudo servir de terreno favorecedor de la conducta autolítica. En la necrológica oficial que redactó Georges Parcheminey en L´Évolution Psychiatrique se omitió tanto el suicidio como su condición judía, señalándose sólo que era de origen polaco (13).
Marie Bonaparte: la princesa del retoño psicoanalítico francés
Marie Bonaparte (1882-1962), Mimi, princesa de Grecia y de Dinamarca, nació en Saint-Cloud, cerca de París, el 2 de julio de 1882, falleciendo de una leucemia el 21 de septiembre de 1962 en Lys de mer, su residencia de verano en Saint-Tropez. Fue incinerada en Marsella y sus cenizas fueron trasladadas al cementerio real de Tatoï (Atenas, Grecia), donde también yace su esposo (20).
Su madre Marie-Félix Blanc, afecta de tuberculosis, había muerto al mes de su parto a consecuencia de las complicaciones del mismo, dejando una considerable fortuna a su esposo el príncipe Roland Bonaparte (1858-1924), hombre carente de afecto, nieto empobrecido de Lucien, que fue hermano renegado y libertino de Napoleón (7). El padre tuvo que valerse de Rose Boulet, una nodriza, para la crianza de Mimi, que con posterioridad fue educada por su abuela paterna, la princesa Justine-Eléonore Ruflin, dentro de un clima restrictivo y patologizante. Al parecer, Marie se masturbaba mucho, desafiando la vigilancia de su fálica abuela, mostrando pronto signos de una aguda inteligencia, como lo atestigua que a los siete años hablaba, además del francés, el inglés y el alemán, iniciando de niña la escritura de un diario, donde recoge sus desbordantes fantasías.
Marie Bonaparte obtuvo el nombramiento de Su Alteza Real la Princesa por un matrimonio de conveniencia en 1907, cuando contaba veinticinco años de edad, con un hijo del rey Jorge I de Grecia, el Príncipe Georges de Grecia y de Dinamarca (18691957), homosexual y alcohólico (13), que no se interesaba en absoluto por la vida de su esposa ni por su problema de frigidez, que ella trató de aliviar con numerosas aventuras sexuales o con compromisos más duraderos, algunos conocidos y otros que han quedado en el anonimato. Marie tuvo dos hijos, Pierre y Eugénie, el primero nacido el 3 de diciembre de 1908 y la segunda el 10 de febrero de 1910, partos que aguardó con terror, pues temía que acabaran con su vida (7). Enviudará de su viejo compañero el 25 de noviembre de 1957.
Marie Bonaparte fue, por otro lado, la gran protegida de Freud, bajo cuyos auspicios llevó las riendas del psicoanálisis francés, especialmente en su cara institucional, aportando también una abundante obra teórica de carácter divulgador, particularmente en torno a la sexualidad femenina, además de varios trabajos literarios, contrastando la mediocridad de su obra contrasta con la grandeza del personaje que era (12). En lo que toca a sus publicaciones literarias edita, bajo la influencia de Le Bon, Guerras militares y guerras sociales en 1920 (21), siendo también relativamente conocidas La primavera sobre mi jardín que ve la luz en 1924 (22) y Topsy, chow-chow con el pelo de oro de 1937 (23). En el campo psicoanalítico, pueden destacarse, además de la traducción de algunas obras de Freud, los trabajos titulados La sexualidad de la mujer (24, 25), Introducción a la teoría de los instintos y profilaxis infantil de las neurosis (26), Psicoanálisis y biología (27), Psicoanálisis y antropología (28) y Edgar Poe, su vida, su obra. Estudio analítico (29). Además de tales monografías, redactó numerosísimos artículos sobre sexualidad femenina y sobre su postura contraria a la pena de muerte, que acogieron diversas revistas, como la Revue Française de Psychanalyse (creada por ella junto a Laforgue, Hesnard y Pichon) y otras, así como varios capítulos de libros, entre los que resaltamos el titulado Psicoanálisis y sexología que forma parte del tomo II del conocido texto de Sacha Nacht y Serge Lebovici titulado El psicoanálisis, hoy (30).
Su obra psicoanalítica más conocida es La sexualidad de la mujer, donde mantiene la tesis clásica de la bisexualidad humana, defendiendo que el desarrollo sexual de la niña se caracteriza por una fase pasiva anal hacia la madre, común a los dos sexos, y posteriormente una fase fálica activa pasajera de la chica hacia la madre, después una segunda fase pasiva, cloacal y fálica, hacia el padre, tras lo que aparece, en la evolución normal, una fase final genital pasiva, con la afirmación de la vagina y la exclusión del clítoris. Ahora bien, cuando se mantiene con tenacidad la fijación libidinal del clítoris, ello corresponde a la existencia de una personalidad básicamente masculina instalada en un cuerpo de mujer, admitiendo así la idea freudiana que argumenta que la genuina feminidad supone el traslado de la libido del clítoris a la vagina. Basándose en todo ello, Bonaparte defendió también una curiosa tipología femenina: las reinvindicativas, que serían aquellas mujeres que reclaman el ausente pene, asumiendo una hiperlibidinación del clítoris y una serie de actitudes masculinas frente a la vida; las aceptatrices, mujeres biológicamente adaptadas que reemplazan el deseo del pene por el de un hijo; y las renunciatrices que, ante el sentimiento de inferioridad frente al pene masculino, abandonan toda rivalidad sexual y pasan a integrar el grupo de las solteronas piadosas (23, 24).
Marie Bonaparte no fue una mera princesa, casada con el hijo de un rey, que se paseó frívolamente por la corte psicoanalítica, sino una mujer trabajadora y profesional, que se comprometió hasta la médula con el oficio de psicoanalista, aunque, naturalmente, como todo ser humano, tuviera sus luces y sus sombras.
Su contacto con el psicoanálisis se inicia en 1925, cuando comienza un análisis con René Laforgue, dado que se encontraba al borde del suicidio. Arrastraba un problema de frigidez que le obsesionaba y que le había llevado a frecuentar hospitales para investigar acerca de aspectos anatómicos de la sexualidad femenina. Por entonces, bajo el pseudónimo de A. E. Narjani, acababa de publicar en Bélgica un artículo en el que refería los méritos de una determinada intervención quirúrgica, por entonces en boga, que se indicaba para corregir la frigidez femenina, trabajo que llevaba por título Consideraciones sobre las causas anatómicas de la frigidez en la mujer (12). La citada operación consistía en aproximar el clítoris a la vagina, con la pretensión de transferir el orgasmo de una a otra zona, intervención que ella misma recibió sin resultados favorables (13). El interés de Bonaparte por este tema persistirá a lo largo de toda su vida, como lo demuestra el contenido de sus trabajos: así en 1933 publicó en el Bulletin de la Société de Sexologie el artículo titulado Las dos frigideces de la mujer, donde comenta que el psicoanálisis de este síntoma culmina en fracaso si no va acompañado por la referida operación, afirmando tajantemente que en el futuro la solución para virilizar a los hombres y feminizar a las mujeres que lo deseen estará en la endocrinología (11). Es evidente, pues, que Marie no terminó de captar la esencia del psicoanálisis, quedándose anclada en la anatomo-fisiología, si asumir que la clave de la identidad sexual para los freudianos es de carácter psicológico y no corporal, o dicho de otra forma, que el estatuto de la identidad sexual es de naturaleza inconsciente.
Hay que recordar, en todo caso, que ella persistió en la búsqueda de la resolución de sus conflictos por el camino psicoanalítico. Laforgue le recomendó el 9 de abril de 1925 que se tratase con Freud, al que le escribió que Marie Bonaparte estaba afecta de una fuerte neurosis obsesiva y de un complejo pronunciado de virilidad, a pesar de lo cual la demanda de análisis no sólo era de carácter terapéutico, sino sobre todo didáctico (31). Tras un rechazo inicial por parte de Freud, éste comenzó a trabajar con ella, tras una entrevista el 30 de septiembre de ese año, con variadas interrupciones, hasta 1938, cinco o seis meses durante los primeros años y uno o dos meses los siguientes, aunque puede decirse que en 1929 su análisis estaba prácticamente concluido (19). En esta fecha, después de cuatro años de análisis con Freud y algunas sesiones con Rudolph Löwenstein (de quien se convirtió en amante), confesó que el análisis le había procurado resignación, paz mental y la posibilidad de trabajar, pero que la anorgasmia persistía, por lo que se sometió a una nueva intervención quirúrgica sobre el clítoris, sin resultados positivos (7). No parece, pues, que el análisis alcanzase completamente sus objetivos terapéuticos, pero está claro que permitió el desarrollo de su personalidad y una profunda amistad con Freud, al que Bonaparte colmaba de costosos regalos (jarrones griegos, estatuillas antiguas, perros chow-chow, puros muy caros, etc.), pues donde ella ponía su interés, también colocaba su enorme riqueza económica. Freud fetichizó algunos de esos maravillosos obsequios, colocándolos en vitrinas ubicadas en los mejores lugares de su despacho, expresando el deseo de que, cuando muriera, sus cenizas fueran colocadas en un bello jarrón griego que le había regalado la Princesa, cosa que así se hizo. A su vez, él le regaló una de las famosas sortijas indicativas de que era aceptada en su círculo íntimo.
Por esa época Marie asiste a las consultas externas de psiquiatría del hospital general de Viena que dirigía Wagner-Jauregg y comienza a traducir al francés algunas obras de Freud (nueve trabajos en total, lo que llevó a cabo desde 1928 a 1940), acudiendo también a las reuniones semanales de la Asociación Psicoanalítica de Viena y a las que empezaron a celebrarse en torno a 1926 en la casa de Freud con un pequeño grupo de invitados escogidos.
Marie Bonaparte se convirtió en la embajadora de Freud en Francia, eclipsando poco a poco a todos los restantes aspirantes. Fue, por otro lado, miembro fundador de la Sociedad Psicoanalítica de París (SPP), grupo que inicia su actividad el 4 de noviembre de 1926, haciéndose cargo de la sección no médica de la Revue Française de Psychanalyse. Además contribuyó generosamente con su dinero a variadas actividades psicoanalíticas, una de las cuales fue el apoyo económico en 1928 a las expediciones que Géza Róheim (1891-1953) realizó para efectuar estudios de campo en Melanesia con el fin de objetivar la universalidad de la conflictiva edípica en las tribus primitivas e invalidar así las ideas de Malinowski (32). Así mismo, ayudó a la creación en París, el 10 de enero de 1934, del Instituto de Psicoanálisis adscrito a la SPP. En el curso de las dos secesiones de la SPP, en 1953 y 1963, Bonaparte se opuso a Lacan, al que detestaba, apostando por Sacha Nacht (33). Marie también ayudó con sus influencias y con su dinero (alrededor de 5.000 dólares de la época) para que Freud pudiese salir de Viena en junio de 1938 para instalarse en Londres (cantidad que Freud le devolvió y que entonces ella dedicó a la publicación de las Obras Completas del maestro en alemán). Así mismo compró las cartas que Freud había dirigido a Fliess, que se publicaron en 1985, venciendo las resistencias de Sigmund Freud y de su hija Anna, tras pasar previamente una serie de avatares rocambolescos, que están detallados en la introducción a tal publicación (34)
Marie Bonaparte era una persona peculiar, por lo que su práctica psicoanalítica no se atenía en absoluto a los cánones establecidos. Por ejemplo, en muchos casos enviaba uno de sus lujosos automóviles para trasladar a los pacientes a su consultorio en Saint-Cloud, o, cuando el tiempo lo permitía, realizaba las sesiones terapéuticas en el jardín de su casa, estando ella misma recostada en una chaise-longue tras el diván del paciente, haciendo crochet mientras lo analizaba. Por otro lado, cuando se iba de vacaciones a Saint-Tropez o a Atenas llevaba con ella cuantos pacientes podía, los cuales solían hospedarse en su propia residencia (19).
En cuanto a su aportación teórica, Roudinesco y Plon (13) la califican de abundante, pero mediocre, con algunas excepciones, como el trabajo en tres volúmenes sobre la vida y la obra de Edgar A. Poe, ilustración de la aplicación del psicoanálisis a la reconstrucción biográfica, y los Cinco Cuadernos (35, 36, 37), escritos autobiográficos de sus años infantiles, a los que añadió diversos comentarios conectados con su análisis. Stein-Monod (32) estima que una de sus publicaciones más importantes es La identificación de una hija con su madre muerta de 1928 (38), donde Marie expone con franqueza y honestidad el curso de su propio tratamiento psicoanalítico.
En lo que toca a la relación con Freud, éste fue su analista, maestro y amigo. En efecto, Freud no sólo fue para Marie Bonaparte un analista que le ayudó a aliviar sus diversas y graves conflictivas neuróticas, sino también un maestro que supo introducirla en los vericuetos de la profesión psicoanalítica y un amigo que la aconsejaba en situaciones difíciles. Se sabe, por ejemplo, por un intercambio de cartas de 1932, que Freud tuvo que plantearle a Marie que tener una relación incestuosa con un hijo era nocivo y traía consigo fuertes sentimientos de culpa (12), para controlar de esta manera uno de sus deseos patológicos; así mismo, tuvo que ponerle freno a su tendencia compulsiva a intervenirse quirúrgicamente para superar su frigidez (13).
La teoría freudiana, por otro lado, llegó a constituir para Marie Bonaparte no sólo el soporte en que se apoyaba para redactar sus diversos artículos y libros, sino también aquello que le daba sentido a su existencia. En cuanto a sus escritos, muchos de ellos tuvieron un fuerte carácter autobiográfico, como el antes referido La identificación de una hija con su madre muerta (1928) (38), o el titulado Un pequeño acceso de cleptomanía larvada (1929) (39), ambos publicados en la Revue Française de Psychanalyse o sus famosos Cinco cuadernos (35, 36, 37), ocupándose en otros casos, como ya hemos reiterado, de variados temas en torno a la sexualidad femenina, especialmente de asuntos relacionados con la bisexualidad y la frigidez, aunque sin crear un tejido propiamente psicoanalítico.
En 1952, su amigo Rudolph Löwenstein (1898-1976), con motivo de su septuagésimo cumpleaños, editó una serie de ensayos en su honor, con el título Pulsiones, afectos, comportamiento, obra que apareció en Nueva York en 1953, en la que colaboraron veinticuatro autores, mostrando todos ellos un gran aprecio por la personalidad y la obra de la princesa, así como reiterados testimonios de gratitud (31). Su última participación científica tendrá lugar en 1959 en el XXI Congreso Internacional de Psicoanálisis, donde presentó la comunicación Vitalismo y psicosomática (22), en la que seguía con un pie en el terreno psicológico y otro en el médico.
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Dirección para correspondencia:
Reyes Vallejo Orellana
Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla
Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación
C/. Camilo José de Cela, s/n. - 41018 Sevilla