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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría

versión On-line ISSN 2340-2733versión impresa ISSN 0211-5735

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.30 no.3 Madrid jul./sep. 2010

 

ORIGINALES Y REVISIONES

 

Causalidad psíquica en un caso de locura. A propósito de Unica Zürn

Psychic causality in a case of folly. Apropos of Unica Zürn

 

 

Carlos Rey

Psicólogo clínico y psicoanalista.

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Mediante el análisis de la obra literaria de la autora alemana Unica Zürn se pretende dar cuenta de la causalidad psíquica de su locura. Los tres textos autobiográficos que se trabajan en este análisis son: El trapecio del destino y otros cuentos, El hombre jazmín. Impresiones de una enfermedad mental y Primavera sombría.

Palabras clave: Esquizofrenia, psicosis, delirio razonante, causalidad psiquica.


ABSTRACT

By analyzing the literary work of the German writer Unica Zürn, the author seeks to account for the mental causation of her insanity. The three autobiographical texts worked out this analysis are: The trapezium on destination and other stories, The man of jasmine. Impressions from a mental illness and Dark spring.

Keywords: Schizophrenia, psychosis, delusion, psychic causality.


 

Introducción

Unica Zürn (Berlín,1916-París,1970) también fue, como Gérard de Nerval y salvando las distancias, un icono del surrealismo. De hecho aún da de qué hablar, y de tanto en tanto, se realizan retrospectivas de su obra pictórica, como la última expuesta en el museo de la Halle Saint-Pierre de París: rostros híbridos entre animales y humanos, también lobos con cara de pájaro, serpientes bicéfalas, etc. Al igual que Nerval, Unica Zürn también sufrió crisis psicóticas en su corta y alucinante vida. La elaboración literaria de su padecer psíquico es más descriptiva y menos reflexiva que la de Nerval, pero nos sirve para su estudio como un caso clínico de psicosis con causalidad psíquica. Tres son los títulos que se han reeditado en castellano después de su primera edición hace 20 años: El trapecio del destino y otros cuentos es una selección de micro relatos publicados en la prensa alemana y corresponden a la época en que se dedicó al periodismo literario. Su calidad literaria es irregular y son considerados como relatos de subsistencia en un Berlín de posguerra. Primavera sombría es un relato corto, autobiográfico, escrito en un período de calma psíquica y que, con la perspectiva que da la cincuentena, nos explica su infancia y adolescencia sombría marcada por una fuerte excitabilidad, abandono y terrores de todo tipo. Y el tercer texto: El hombre jazmín que, como el relato Aurélia, de Gérard de Nerval, está escrito al dictado de su locura, detallándonos sus delirios y experiencia psiquiátrica. Faltan dos títulos más por traducir: La casa de las enfermedades y El blanco con el punto rojo. A diferencia de Nerval, Unica sí que fue diagnosticada de esquizofrenia, y en sus trece años de trastornos el único tratamiento que recibió fue su internamiento, tranquilizantes y estrenar los neurolépticos, aunque sin el antiparkinsoniano que contrarrestara los síntomas extrapiramidales.

Unica Zürn nació en el seno de una familia acomodada. Su padre fue oficial de caballería, escritor, periodista, editor y coleccionista de arte. A la vuelta de la primera guerra perdida fue destinado a Oriente Medio y África del Norte, donde el ejército alemán volvió a ser derrotado en la Segunda Guerra Mundial. La sombría adolescencia de Unica acabó con el divorcio de sus padres y la pérdida de la casa familiar. Unica se casó en plena guerra a los 26 años, tuvo dos hijos y se divorció a los 38 perdiendo la custodia de sus hijos. Un año antes había conocido a su pig-malión, el artista surrealista Hans Bellmer (1895-1975), famoso por sus controvertidas poupées, muñecas con atributos de mujer madura, fetiches sexuales para los que Unica sirvió de modelo para el artista, y a ella para ser la niña-muñeca-rota que era en su realidad psíquica. Cuando la pareja se estableció en París formalizaron una relación surrealista, dirán unos y sadomasoquista dirán otros. Sea como fuera, la cuestión es que Unica se precipitó en un abismo del cual ya no pudo salir sino saltando hacia el vacío. Es evidente que la elaboración literaria y pictórica de Unica no le alcanzó para la elaboración simbólica de lo vivido, pero sí que da cuenta de que, lo que vivió, se corresponde con lo que no pudo simbolizar. Lo que a continuación se analiza de los escritos de Unica, pretende tratar el determinismo psíquico de la psicosis desde la perspectiva de nuestro quehacer psi. En la primera parte de este artículo se analizará la vulnerabilidad psíquica de la autora, principalmente, a través de su relato Primavera sombría; y en la segunda parte se analizará el desencadenante psicótico a través de su relato El hombre jazmín. Resumiendo, esta es la historia de Unica Zürn que, desde el trapecio de su destino, nos relata cómo su primavera sombría generó el delirio de su hombre jazmín.

 

Una historia mínima

En El trapecio del destino y otros cuentos hay una historia mínima que lleva por título El encantamiento. Su extensión no es mucho más que este resumen, pero dice mucho de lo que vendrá después. Milli es una joven costurera que trabaja en un taller de sastrería. Acaba de abrir los ojos con las primeras luces del amanecer recostada en un sofá. Se descubre desnuda, sin brazos y sin piernas. Se ha convertido en un maniquí. Como no recuerda nada, el resto de maniquíes de la sastrería que tienen voz y vida, le explican muy poco a poco que la víspera, el maestro sastre le dijo que tenía que quedarse para terminar de coser la cola del vestido azul de madame Soré. Resulta que Milli fue atacada sexualmente por el oficial del taller quien, al no conseguir su objetivo y después de mucho forcejear le hizo un encantamiento: "pues serás como uno de eso", dijo señalando al resto de los maniquíes. Milli se lamenta por la pérdida de sus brazos y piernas, y los maniquíes le dicen llorando que también le ha borrado la cara. Los maniquíes le dicen, para consolarla, que se quede a vivir con ellos, que procuraran hacer todo lo posible para que sea feliz. Y Milli acepta, quiera o no quiera que: violación versus castración.

 

Primavera sombría

Las primeras palabras de Primavera sombría son para decirnos, en tercera persona, que para la autora su padre fue el no va más. "Ella lo prefiere a las mujeres que habitualmente están a su lado. (...) Pero en seguida, según va creciendo, ella advierte con dolorosa sorpresa que él casi no para en casa. Le echa de menos. Su ausencia le hace conocer la nostalgia. (...) Ella experimenta la atracción que ejercen los ausentes misteriosos. Es su primera lección". Aun con todo: "Hasta los doce años, ella lo prefiere a todos los hombres". Y de su madre dice: "Es egoísta. Sólo piensa en su tranquilidad y su comodidad. Antes de entrar en su habitación, tienes que llamar a la puerta durante mucho rato, y no es seguro que te deje entrar. ¿Qué hace todo el día allí metida? En la casa no mueve ni un solo dedo, para no ensuciar sus manos pequeñas y cuidadas. Nunca sale al jardín. Nunca juega con sus hijos. Pero recibe muchas visitas, muchas visitas. Es elegante pero gorda. Se comporta como una mujer de mundo. Mi madre tiene tres maridos, dice ella a todo el que quiere oírla. Realmente hay dos hombres que la visitan más a menudo que su marido. A veces, cuando se siente muy sola, llama a la puerta de la habitación de su madre, pero sólo muy de tarde en tarde se la deja entrar. A veces cuando la soledad aprieta, ella se abraza a su madre, pero la madre la aparta de sí como si fuera un objeto y le hace arrancarle las canas con una pinza. Es un trabajo muy aburrido, y si ella lo hace es porque su madre le da cinco pfennings por cada cana que le arranca. (...) Una larga mañana de domingo, la niña sube a la cama de su madre y se asusta de aquel cuerpo enorme que ha perdido toda su belleza. La insatisfecha mujer se lanza sobre la niña con una boca húmeda y una lengua temblorosa y larga como aquella cosa que su hermano esconde dentro del pantalón. Ella salta de la cama, despavorida e indignada. Nace en ella una aversión viva e irreductible hacia la madre y la mujer. Ella no sabe que el matrimonio de sus padres es un fracaso, pero lo sospecha cuando el padre lleva a casa a una señora desconocida, muy guapa y elegante, que le regala una enorme y preciosa muñeca. Ella, resentida y desesperada por la triste situación de su casa, con un cuchillo saca los ojos a la muñeca, le abre la barriga y rasga su bonito vestido". Como se lee, la atmósfera en casa de Unica estaba excesivamente erotizada. "Viven ahora en la casa dos parejas que no disimulan sus relaciones". La niña es obligada a recluirse en su habitación. "Ella piensa dónde puede encontrar su propio complemento. Se lleva a la cama todos los objetos duros y alargados que encuentra en su cuarto y se los introduce entre las piernas. (...) Pero, de tanto jugar con su cuerpo, está agotada y el corazón le late con tanta fuerza que casi no puede respirar. Está pálida y tiene ojeras. A su padre le gusta su fragilidad y la llama figurita de marfil". Cuando por fin busca la compañía de niños de su edad, se presta a toda clase de juegos violentos. "Le tiran del pelo. La pellizcan y la golpean. Ella no deja oír una queja. Sufre en silencio, perdida en su ensueños masoquistas en los que no caben pensamientos de venganza ni desquite. El dolor y el sufrimiento le causan placer. (...) Entonces la invade toda la tristeza de sus diez años. Su padre se ha marchado. Ella odia a su madre.(...) Nadie se ocupa de ella". Bueno, su hermano de 17 años sí, que tan excitado como ella, un día "la echa sobre la cama. Con la cara impasible y un silencio alarmante, él se desabrocha el pantalón y le enseña aquel objeto que tiene entre las piernas y que ya es muy largo. Ella se resiste con furia, pero él es más fuerte. Él se le echa encima, hunde su cuchillo (así lo llama ella) en su herida y, respirando con fuerza, aplasta el pequeño cuerpo de la niña. Ella le mira en silencio y con desprecio. Se siente ultrajada y furiosa". Y de perdidos al río. "Baja al sótano, entra en la perrera y se tiende en el frío suelo de cemento con las piernas abiertas. El frío aumenta el placer, mientras el perro empieza a lamerle entre las piernas. Ella, extática, ofrece su vientre a la lengua paciente del animal. Le duele la espalda -esta duro el suelo-, pero a ella le gusta experimentar dolor con el placer. La emoción es grande, y la posibilidad de que en cualquier momento entre alguien y la sorprenda hace que sea mayor. (...) Pero la voluptuosidad experimentada con tanta frecuencia le deja un vacío deprimente. Ella busca un auténtico complemento y no lo encuentra. (...) Ella desea con todas sus fuerzas a un hombre violento y brutal. (...) El miedo es muy importante para ella. Ella ama el miedo y el horror. (...) Por las noches en su cuarto ella imagina...(...) Mientras ella experimenta el orgasmo, un indio la degüella lentamente. Sólo puede imaginar estas escenas a solas y a oscuras. Nadie va a salvarla. Y cada noche ella sufre la muerte. (...) Para poder soportar la vida, no tiene más remedio que refugiarse con todo su afán en la fantasía". A su manera también lo intenta con sus compañeros de clase, con el profesor de turno, hasta que por fin se enamora del amigo del monitor de piscina. Otro amor imposible: "La posibilidad de amar siempre y con la misma intensidad sólo la tiene el que ama sin esperanza. Ella intuye algo de esta verdad. (... ) Su madre no se opone a que esté casi siempre fuera de casa. Su padre está de viaje. Apenas sabe nada de él. Le echa mucho de menos pero con él tampoco podría hablar de su amor secreto. (...) Cada vez se sume más en sus ensueños. (..) Aquella experiencia infantil de su primer amor la instruye con más eficacia que cualquier persona mayor: es necesario mantenerse inmóvil en su actitud de adoración. Hacer de la pasividad una ley. (...) Ahora le gustaría poder hablar con su padre y contárselo todo, pero su padre, como siempre, está de viaje. No esperan su regreso hasta dentro de dos semanas. (... ) Mira por la ventana y piensa en la muerte cercana. Ha decidido arrojarse por la ventana". En la ensoñación de su trágica muerte pronuncia su última frase: "Se acabó y, antes de que sus pies se separen del alféizar, ya se siente muerta. Cae de cabeza y se desnuca. El primero que la encuentra es el perro. El animal mete la cabeza entre las piernas de la niña y empieza a lamer. En vista de que no se mueve, se tiende a su lado llorando suavemente".

 

El hombre jazmín

Y el inicio del texto El hombre jazmín, arranca rememorando por segunda vez la escena que no hay manera de subjetivizar. "A los seis años, una noche un sueño la lleva al otro lado del espejo alto, con marco de caoba, que cuelga de la pared de su habitación. El espejo se convierte en una puerta abierta que ella cruza para salir a una larga avenida de álamos que conduce en línea recta a una casa pequeña. La puerta de la casa está abierta. Ella entra y se encuentra ante una escalera que sube al primer piso. No ve a nadie. Está delante de una mesa. En la mesa hay una tarjeta pequeña y blanca. Cuanto toma la tarjeta para leer el nombre escrito en ella, se despierta. La impresión de ese sueño es tan fuerte que se levanta y aparta el espejo hacia un lado. Detrás sólo hay pared, ninguna puerta. Aquella mañana la embarga una soledad inexplicable y entra en la habitación de su madre con el propósito si ello fuera posible- de regresar por aquélla cama al lugar del que ha venido, para no ver nada más. Entonces se le viene encima una montaña de carne tibia que alberga el espíritu impuro de aquella mujer, y la niña, despavorida, huye para siempre de su madre, de la mujer, ¡de la araña! Se siente profundamente herida. Y entonces aparece por primera vez la visión: ¡el hombre jazmín! Infinito consuelo. Con un profundo suspiro se sienta frente a él y le mira. ¡Es paralítico! ¡Qué suerte! Él nunca abandona el sillón de su jardín donde florece el jazmín incluso en invierno. Aquel hombre se convierte para ella en la imagen del amor. Aquellos ojos azules son más hermosos que todos los ojos que ella ha visto. Y ella se casa con él. Lo más hermoso es que nadie lo sabe. Y éste es su primer y mayor secreto. Aquella presencia callada le transmite dos enseñanzas que ella nunca olvidará: Distanciamiento. Pasividad. Mucho después, gira en ella una llave tras otras, y ella no se abre. La gente, que se cansa pronto, no tarda en desechar por inservible la arqueta siempre cerrada. Porque por encima del hombro de cada hombre en el que ella se apoya en el curso de los años, ella mira al hombre jazmín. Se mantiene fiel a las nupcias de su infancia". Distanciamiento y pasividad son, para Unica Zürn, las dos características de su estructura psicótica. Si sólo de pasividad se tratara, éste sería uno de esos casos en los que tanta tinta se ha gastado para escribir sobre el masoquismo femenino. Pero se trata de Distanciamiento y Pasividad, dos buenos indicadores a tener en cuenta para un buen diagnostico diferencial de la psicosis.

Inmediatamente después de describirnos sus nupcias de infancia, la autora da un salto en el tiempo y se sitúa en el año de su crisis psicótica, acaecida a sus 41 años. Como no lo explica en este texto vale la pena señalar que los cuatro años anteriores, de los 37 a los 41 años, Unica Zürn vivió las penurias del ambiente bohemio y surrealista del París de los años cincuenta, como compañera, fetiche sexual y modelo de un perverso que se dedica a cortar y pegar: recortar los pechos y sexo de la mujer madura y pegarlos en el cuerpo de una muñeca con la cara y perfil de Unica Zürn. Si la intención de su compañero Hans Bellmen fue la de modificar la imagen que la cultura fálica tiene de la mujer, el método y el resultado final se columpian entre lo perverso y lo delirante. Esa anatomía del fantasma del deseo del artista, reduce a la mujer a una anatomía física troceada, a un real sin filtro alguno que sigue las indicaciones del manifiesto surrealista, cuyos seguidores se pavoneaban de haber leído La interpretación de los sueños de Freud, sin percatarse de que allí se dice bien claro que hay dos operaciones inherentes a toda manifestación del inconsciente que son la condensación y el desplazamiento. El automatismo en la escritura y en la pintura que propició este movimiento, pretendió sin éxito dar cuenta del inconsciente en crudo, sin elaboración, sin representación, sin filtros ni mediación. Baste como botón de muestra la falsa pintura onírica de Dalí.

Como los eclipses, la cara oculta de la luna, como del deseo, no se puede mirar sin filtros, pues éstos nos cuidan tanto de la ceguera como de la locura. ¡Qué diferente es el camino de la metáfora: Coppélia de Hoffmann, por ejemplo!

Para sí misma, como para su compañero Hans Bellmer, Unica Zürn es únicamente anatomía, carne diseccionada, una muñeca rota, mutilada, amputada casi siempre de brazos y a veces de piernas, y donde la representación simbólica de la castración brilla por su ausencia. Todo es surrealismo puro y duro. Sureal. Y es su propio real el que le lleva a posar desnuda, encadenada a una cama y fotografiada por su compañero para la portada de la revista de André Breton Le Surrealisme méme En ese mismo año -el año de su crisis- el poeta Henri Michaux (1899-1984) publica Infinito turbulento, un texto al dictado de sus experiencias con la mezcalina, a las que Unica Zürn había participado activamente con el poeta, y del que estaba perdidamente enamorada. Dicho texto fue el modelo que nuestra autora tomó para escribir El hombre jazmín.

Al sentir los primeros síntomas de locura, nuestra autora decide abandonar a su compañero y rehacer su vida regresando a Berlín. Pero antes de partir "en una habitación de París, se encuentra frente al hombre jazmín. Es tan fuerte la impresión que le produce el encuentro que no puede superarla. Poco a poco, a partir de aquel día ella empieza a perder la razón. Aquel hombre es idéntico a su visión infantil, con la única diferencia de que no está paralítico ni se encuentra en un jardín lleno de jazmín en flor". Recordemos que Gérard de Nerval nos habló de: "El derramamiento del sueño en la vida real". Mi hipótesis es que quiso despedirse del poeta Henri Michaux pero también que él la retuviera. Dicho de otra manera: que el amor la raptara, evitándole el inminente brote psicótico. No hubo suerte y la primavera sombría de la autora empezó a dar sus primeros brotes. "Ella no se da cuenta de que tiene alucinaciones. En el estado en que se encuentra, las cosas más increíbles, cosas nunca vistas, se convierten en realidad. Así pues, si en el cielo nocturno aparecen imágenes a sus ojos, estas imágenes están allí de verdad. (...) Si alguien le hubiera dicho que había que volverse loca para tener estas alucinaciones, no habría tenido inconveniente en enloquecer. Sigue siendo lo más asombroso que ha visto nunca".

Unica Zürn se sirvió de su habilidad con los anagramas para velar, de entrada, la identidad del hombre jazmín. Enseguida queda claro que no es su compañero Hans Bellmer, quien en el texto queda nominado como "mi amigo". El hombre jazmín es "Él", "El hombre blanco", "Águila Caballo Blanco", y principalmente está en las letras de las iniciales que hacen de anagrama. H.M., Hotel Minerva, Herman Melville, que remiten al elefante blanco de esta trama: Henri Michaux. Él es el que ha regresado del otro lado del espejo para hipnotizarla, el doble, el que no logra ser representante representativo sino su real, el idéntico al hombre jazmín de sus nupcias infantiles. En consecuencia Unica Zürn cree sufrir un encantamiento. Sus anteriores alucinaciones fueron producto de la mezcalina pero, "la experiencia de ver surgir algo de la nada es para ella tan disparatada que no acierta a explicársela más que como efecto de una hipnosis". Sus amigos, que no pueden persuadirla de que no hay hipnotizador alguno en la habitación del Hotel Minerva, la ayudan a viajar a Berlín. Cuando ella vuelve a su ciudad natal comprueba que, como ella, Berlín es una ciudad dividida, rota. En su delirio ella será fecundada por el hombre jazmín y parirá una nueva Berlín unida. Después de varios días deambulando y delirando por la ciudad es ingresada en el sanatorio de Wittenau. Pesa 38k. y tiene 48 años. "Ella comprende claramente que, por primera vez en su vida, se encuentra en un manicomio y sabe también que todas las mujeres de aquella sala están locas. Por lo tanto, si desde hace tiempo ella se ha sentido hipnotizada por el dichoso hombre jazmín o por su doble real y vivo, ¿quiere ello decir que hace tiempo que está loca? Lentamente se deshace el gran encanto de su euforia, de la que ha gozado como de nada en su vida. Ahora se siente desencantada. Cae de las nubes donde tan a gusto se sentía, de un modo brutal y definitivo". Ella, que se jactaba de haber oído a un gran poeta recitar una poesía dentro de su vientre, ahora todo se vuelve normal. De la ilusión del parto a la decepción del aborto. "Se acabó el gran encantamiento". De su estancia en Wittenau, Unica nos refiere, causalmente, las historias de las suicidas que va conociendo. Como la joven de 17 años que "una noche se arrojó por la ventana arrastrando consigo a su madre que trataba de sujetarla". O esa otra muchacha que se abrió las venas porque así se lo dijo su novio cirujano, quien ejerce un poder maléfico sobre ella. Y esa otra que dice ser distinta a las otras, pues no oye voces en su cabeza sino dentro de su máquina de coser, y que se tiró por la ventana con su hijo pequeño por desamor, y que de milagro lo puede contar mientras devora los pasteles que le ha traído su marido. Comparándose con ellas, Unica cree que su problema no tiene que ver con el amor ni con el desamor, sino que ha sido presa de una "histérica admiración", y que le ha fallado su capacidad de sublimar. "Tener sueños sin la facultad de plasmarlos en una obra. Eso es todo". Pero aquí su terapia ocupacional consiste en zurcir calcetines, escuchar los dramas de sus compañeras y ver pasar los días, uno tras otro. Al ser un ingreso judicial, su desesperación va más rápida que la burocracia, y con ayuda de unos cristales se corta las venas. Salvada a tiempo es remitida al temido Pabellón B. Las historias que allí ve y nos refiere son las típicas de un manicomio. Historias para no dormir. "Allí ni el médico dirige la palabra a aquellas mujeres. Hace años que ha desistido de curarlas". Unica sí que responde a los neurolépticos y enseguida es trasladada, permitiéndole recibir visitas. Un amigo abogado acelera su salida y su compañero-amigo de París acepta que vuelva a su lado. El estado en que vuelve a París es lamentable. Los neurolépticos sin Biperideno le han dejado la rigidez de un robot. Su compañero la lleva a un lugar tranquilo frente al mar. Unica empieza a escribir sus experiencias de forma tan intensa que se queda otra vez aislada, sola con sus delirios. Vuelve a ser ingresada y reingresada: Sainte-Anne, Maisson Blanche, La Chesnai y La Rochelle. Hasta llega a ser tratada por el Dr. Gaston Ferdiére, el psiquiatra de Antonin Artaud. Durante estos años Unica Zürn realiza la mayor parte de su obra pictórica, muy presionada por sus protectores, sudando la tinta china que le traían. Cuando está ingresada dibuja y cuando no lo está escribe.

A estas alturas de la locura de Unica, en el ambiente surrealista se realizan apuestas sobre quien de los dos: Hans Bellmer o Henri Michaux la han estresado más. (¡Estrés, que vocablo tan globalizado y polivalente que sirve por igual para un descosido que para un roto!). Hasta ella se hace eco de esos rumores y le sirven para explicarse la ausencia de uno y la presencia del otro, o la ausencia y presencia de los dos juntos, que se supone que iba en función de la fluctuación de las apuestas. Bien se podría decir que la pasividad la conjugó con su compañero y el distanciamiento con el poeta. ¡Poca broma con el poeta! Algo debería tener cuando las volvía a todas locas. Parece ser que también la mujer del Dr. Gaston Ferdiére sucumbió a sus encantamientos y abandonó al psiquiatra para reunirse con el poeta.

Unica nos refiere que, en una ocasión, se atrevió a preguntarle al hombre blanco si la había hipnotizado. "No tengo ese poder", le dijo él. "Esa respuesta le produce gran asombro. Después de oírla, ella cae varios miles de metros. Pero cuando ella hizo esa pregunta ya se encontraba, sin sospecharlo, en una nueva crisis de locura". En una ocasión anterior fue él quien preguntó: "Por qué está en esta clínica. ¿Alguna impresión demasiado fuerte, que ya pasó? En su respuesta ella no hace alusión al tema. Porque no puede escribirle la verdad a él, que es la causa de esta gran excitación, y probablemente, de toda su enfermedad. Y otro día recibe de él una revista de arte titulada L'Infini. Ella traduce el título por El Infinito o Lo Inacabado. Las dos palabras sugieren la idea, un tanto sombría, de lo que no se pudo superar". El hombre jazmín es pues, a esta altura del texto, lo que retorna en lo real; el delirio que viene a rellenar el agujero de la subjetivización fallida.

Así nos refiere la autora sus últimos años de inestabilidad psíquica: "Pero ella empieza a caer en el abismo de una nueva y profunda depresión, como si ésta fuera la ley de su enfermedad. Unos cuantos días fabulosos, unas cuantas noches con estremecedoras experiencias de la alucinación, una breve euforia, la sensación de ser extraordinaria, y después, la caída, la realidad, el desengaño. (...) Le cambian varias veces los medicamentos; finalmente le administran uno cuyos efectos son devastadores: se queda rígida, se le agarrotan los músculos. (...) Los médicos que, por sus estudios, saben que este medicamento produce rigidez muscular, están satisfechos". Ella no tanto, pues se recupera sin acompañarle el ánimo. El tiempo pasa. "Ha observado largo tiempo a la mujer que, delante de ella, deshace por enésima vez la media gris que está tejiendo pacientemente desde hace veinte años. Esta media no se acaba nunca". Para Unica también van pasando los años, ya tiene 54 y, a la salida de su último ingreso, y 42 años después de la ensoñación de su muerte, la pone en acto. Cuando vuelve a casa, entra en la habitación donde se encuentra su compañero a oscuras y en silla de ruedas a causa de una hemiplejia, abre el balcón y se tira al vacío.

De encontrarse en la muerte con el hombre jazmín, seguro que Unica Zürn le hubiera dicho por boca de Mircea Eliade: "Si supieras cómo he huido de ti hasta que te he encontrado".

 

Bibliografía

(1) ZÜRN, U. El trapecio del destino y otros cuentos. Ed. Siruela. Madrid, 2004.         [ Links ]

(2) ZÜRN, U. Primavera Sombría. Ed. Siruela. Madrid, 2005.         [ Links ]

(3) ZÜRN, U. El hombre jazmín. Impresiones de una enfermedad mental. Ed. Siruela. Madrid, 2006.         [ Links ]

 

 

Dirección para correspondencia:
Carlos Rey (carlosry@copc.cat)

Recibido: 1/12/2009
Aceptado con modificaciones: 9/02/2010

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