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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría
versão On-line ISSN 2340-2733versão impressa ISSN 0211-5735
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.37 no.131 Madrid Jan./Jun. 2017
CRITICA DE LIBROS
"Una investigación psicológica pura". La obra inédita de Joaquín Gimeno Riera
"A pure psychological investigation". The unpublished work of Joaquín Gimeno Riera
Silvia Lévy Lazcano
Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, España.
silvia.levy@cchs.csic.es
Joaquín GIMENO RIERA (2016), El psicoanálisis. Edición a cargo de Miguel Ángel Ferrández Payo, Madrid, Triacastela. ISBN:978-84-95840-92-9, 283 páginas.
El psicoanálisis es el título de un manuscrito elaborado por el psiquiatra y neurólogo zaragozano Joaquín Gimeno Riera entre 1913 y 1921. La obra había permanecido inédita hasta ahora y ha sido publicada por la editorial Triacastela, que sin duda conoce el valor que supone. En este sentido, destaca la colaboración y complicidad de todos aquellos que han tenido en sus manos el original y que, como guardianes del mismo, han entendido la importancia de su preservación y han formado parte de este proyecto de rescate patrimonial. Nos referimos al psiquiatra zaragozano Ramón Rey Ardid, discípulo de Gimeno Riera y primer guardián del manuscrito; Antonio Seva Díaz, psiquiatra a quién Rey Ardid regaló el texto de Gimeno antes de fallecer; la historiadora Asunción Fernández Doctor, esposa de Antonio Seva, última depositaría del manuscrito y a quien agradecemos el esfuerzo y decisión de iniciar este proyecto; y el psiquiatra Miguel Ferrández Payo, encargado de la edición comentada que nos disponemos a reseñar.
Hasta la fecha, y como bien indica el editor en el capítulo introductorio, los trabajos de Emilio Mira El psico-anàlisi. Aplicacions practiques del psico-anàlisi (1926), monografía en dos volúmenes que contó con varias reediciones en catalán y español, y el libro de César Juarros Los horizontes del psicoanálisis (1928), se consideraban los primeros compendios sobre esta materia escritos por autores españoles. En ambos casos, el contenido era una revisión de clases o conferencias publicadas con posterioridad. El original de Gimeno Riera, por el contrario, además de estar redactado en una fecha anterior a estas monografías, supone un texto expresamente pensado para su edición como libro con la finalidad de ofrecer un recurso en castellano sobre la polémica teoría. Es, por lo tanto, la primera monografía sobre psicoanálisis escrita por un autor español. Conviene además señalar que, dentro de la bibliografía sobre psicoanálisis en castellano, esta obra se ubica también entre los primeros ejemplares junto al trabajo del peruano Honorio Delgado, de igual título que el de Gimeno, publicado en 1919.
En relación con las fechas, Gimeno comenzó a escribir el texto en 1913. Ese mismo año, el psiquiatra Rafael del Valle y Aldabalde publicó en la Revista de Medicina y Cirugía Práctica "El psicoanálisis de Freud", un artículo dividido en dos entregas en el que abordaba la génesis del descubrimiento freudiano en un tono neutral y bien documentado. Valle describía los principales ítems del psicoanálisis e incluía un apartado crítico en el que comentaba las dificultades y obstáculos que, a su parecer, encontraría el médico que decidiese aplicarlo. Este trabajo seguía un desarrollo similar al de Gimeno, pero no aparece reseñado por este último. Sí se menciona, en cambio, el libro de Enrique Fernández Sanz Histerismo. Teoría y clínica (1914), que incluye un capítulo sobre el psicoanálisis que también fue publicado en la revista Progresos de la Clínica con idéntico título al trabajo de Gimeno. Fernández Sanz, a pesar de sus reticencias, expuso en la sesión del 14 de abril de 1923 de la Real Academia Nacional de Medicina un caso tratado a partir del psicoanálisis que recibió los elogios de Valle, defensor de la teoría. También César Juarros publicó en 1921 "Sobre un caso de obsesión por contagio curado por el psicoanálisis", en el que citaba el trabajo del peruano Honorio Delgado que, como hemos señalado, era el único publicado en castellano por aquel entonces. Como método y tratamiento experimental, el psicoanálisis comenzaba a ponerse en práctica en esos años, por lo que era importante contar con trabajos en castellano que, como ya había apuntado Misael Bañuelos en su "Breve examen y juicio crítico del psicoanálisis y del froidis-mo" (1913), evitasen las criticas superficiales y moralistas de autores como Miguel Gayarre o José María Villaverde y profundizasen en las posibilidades clínicas.
Es en este contexto en el que cabe entender el objetivo declarado de Gimeno, a saber, exponer los contenidos del psicoanálisis de la forma más neutral posible, intentando aportar rigor y exhaustividad en la comprensión de unos postulados que "malos o buenos (no es la ocasión de juzgarlos ya que el objeto principal de nuestro trabajo es que el lector los juzgue por sí mismo) son interesantes" (p. 51). Con este mismo interés, José Ortega y Gasset -que ya contaba con dos publicaciones de temática psicoanalítica- recomendó al editor de Biblioteca Nueva, José Ruiz-Castillo Basala, que iniciase los trámites para traducir y publicar las Obras Completas de Freud al castellano. La primera edición de estas llegó en 1922, circunstancia que, entre otras, ha permitido fechar la última versión del manuscrito de Gimeno en 1921, ya que las mismas no aparecen referenciadas. De esta forma, el libro de Gimeno, al igual que la traducción de las Obras Completas, pretendía ofrecer bibliografía en castellano y dar difusión científica a una teoría estimulante que parecía interesar a un número creciente de personas por lo provocador de sus postulados, los cuales despertaron apasionadas críticas e insultos que, sin embargo, funcionaron como motores de difusión. No es de extrañar por tanto que, como apuntan Francisco Carles y colaboradores en Psicoanálisis en España (1893-1968) (2000), las Obras Completas de Freud fuesen un éxito de ventas con más 15.000 ejemplares vendidos antes de la Guerra Civil. Así pues, muchos quisieron acercarse entonces al contenido de la polémica teoría, sobre la que probablemente hubiesen tenido más información de haber sido publicado el libro de Gimeno.
El manuscrito se encuentra dividido en siete capítulos precedidos de un prólogo, que se complementan con una presentación en la que Asunción Fernández Doctor narra los avatares del original de Gimeno y una introducción a cargo de Miguel Ángel Ferrández Payo. Comentaremos primero el contenido del manuscrito.
En el prólogo, Gimeno presenta las aportaciones psicoanalíticas como una investigación psicológica pura que ofrece interesantes hipótesis para explicar los fenómenos psíquicos sin reducirlos. El primer capítulo traza una revisión histórica de los diversos momentos de la psicología (estudio del alma y la conciencia, fisiología de la percepción, anatomía del cerebro) hasta llegar al estudio del inconsciente como la actualidad más relevante de esta ciencia. El recorrido resulta interesante, ya que sitúa a la teoría psicoanalítica en continuidad con otras corrientes y autores previos y contemporáneos a Freud. En lugar de ofrecer la imagen idealizada del genio que inventa el psicoanálisis ex nihilo, se nos muestra a Freud como una figura digna de elogio y reconocimiento, pero que, al igual que cualquier autor, recibe influencias de otros autores y de un contexto científico que funciona como condición de posibilidad de su pensamiento.
En el resto de capítulos, Gimeno continúa desarrollando los principales aportes del psicoanálisis: el inconsciente y sus principios de funcionamiento, la teoría sexual, los procesos de represión, sublimación, censura, transferencia, la psicopatología de la vida cotidiana, la interpretación de los sueños, la doctrina psicoanalítica de la neurosis, el dinamismo psíquico o la técnica psicoanalítica. Centra sus ideas en la obra freudiana, pero no menosprecia las aportaciones de otros autores vinculados al mundo psicoanalítico como Abraham, Adler, Breuer, Rank, Jung, Pfister, Stekel, Maeder, Jones o Jellife, entre otros. A lo largo del libro, el psiquiatra despliega una amplia erudición. Conoce las diferencias conceptuales entre unos autores y otros y está al día de las traducciones de textos psicoanalíticos que convenientemente indica al lector. Al parecer, el texto original incluía una sección final con recomendaciones bibliográficas y un apartado crítico que, lamentablemente, no se han conservado.
Es interesante resaltar el desarrollo que Gimeno realiza sobre lo que podemos considerar como el primer filtro de recepción, lectura y circulación del psicoanálisis, a saber, la sexualidad. Gimeno advierte que Freud incluye bajo el término "sexual" manifestaciones de la vida psíquica cuya relación con ella no habríamos sospechado. Frente a este punto se había alzado la "más sólida y formidable [...] barrera de la incomprensión" (p. 107), que Gimeno diagnostica como fuente de crítica y burla de la teoría. En 1928 Juarros afirmaría, en continuidad con estos argumentos, que el rechazo español al psicoanálisis se debía a prejuicios, gazmoñería y miedos concentrados en un único punto: la sexualidad. No sabemos si en el capítulo crítico que Gimeno prometía introducir al final de su obra habría puntualizado su opinión en relación con estas cuestiones. Pues, aunque parece bastante convencido del influjo de la sexualidad sobre la vida psíquica, en el inicio del texto hace una breve alusión a la necesidad de establecer ciertas restricciones. En todo caso, más adelante anima al lector a vencer la repugnancia que generan instintivamente estas cuestiones para dar lugar a la reflexión y desentrañar "el indudable fondo de verdad que en ellas existe" (p. 103). Tampoco en su publicación de 1922 sobre "La histeria desde el punto de vista psicoanalítico" hemos encontrado dichas restricciones, quizás matizadas en el contexto de los años veinte. De hecho, fue a partir de entonces cuando la legitimidad del psicoanálisis comenzó a defenderse precisamente en relación con sus aportaciones sobre la sexualidad. El discurso de la "reforma sexual" retomó la teoría psicoanalítica como un saber de vanguardia que prestaba importantes conocimientos médicos para el tratamiento de las perversiones sexuales y las psiconeurosis.
En cuanto al trabajo de edición, cabe señalar que Ferrández Payo es fiel al original de Gimeno, adaptando y modernizando cuestiones ortográficas, introduciendo epígrafes y notas a pie que facilitan la lectura y aportan datos de gran utilidad. Algunas de la notas, no obstante, se hacen un poco confusas, ya que introducen datos biográficos de unos autores y de otros no, y remiten a otras notas del mismo libro sin especificar cuáles, lo que resulta poco sistemático para el lector interesado en localizar estas aportaciones.
En relación con la labor de contextualización histórica de Ferrández Payo, el psiquiatra, miembro del Centro Psicoterápico de Zaragoza, es autor, junto a Ana Martínez Calvo, de un capítulo sobre el psicoanálisis en Aragón dentro del libro Historia de la psiquiatría del siglo XX en Aragón (2014) que sirve como estudio previo para la introducción a la obra de Gimeno. En este trabajo se indexan importantes figuras de la psiquiatría aragonesa que han tenido alguna vinculación con el psicoanálisis hasta la creación del Instituto Psicoanalítico de Zaragoza y entre las que se cuentan Santiago Ramón y Cajal, Ricardo Royo Villanova, el propio Joaquín Gimeno Riera, Valentín Pérez Argiles, Ramón Rey Ardid o Antonio Seva Díaz.
Ferrández Payo conoce igualmente la bibliografía principal sobre psicoanálisis en España, la mayoría de ella compendiada en el ya citado volumen Psicoanálisis en España (1893-1968) (2000) y retomada posteriormente por Anne-Cécile Druet. Estos trabajos han supuesto una importante labor de exhumación de fuentes, así como una primera aproximación a los problemas metodológicos propios de la historia del psicoanálisis. En este punto, es interesante señalar cómo en las últimas décadas se han publicado en diversos países una serie de estudios de historia social y cultural del psicoanálisis en los que la problematización metodológica adquiere una mayor relevancia, ofreciendo nuevas herramientas desde las que pensar la recepción y circulación de las ideas psicoanalíticas desde una perspectiva local y transnacional. Un buen ejemplo de ello son los trabajos de Mariano Ben Plotkin o Mariano Ruperthuz. Estos autores definen el psicoanálisis como un artefacto cultural, lo que nos permite pensar en la historia de sus múltiples recepciones y apropiaciones a partir de los problemas político-sociales de una determinada época y lugar. Desde esta óptica, el manuscrito de Gimeno Riera puede aportar interesantes reflexiones, no sólo por lo que dice del psicoanálisis, sino por el contexto político, social y cultural en el que se gestó y que impregna irremediablemente sus contenidos.