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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría

versión On-line ISSN 2340-2733versión impresa ISSN 0211-5735

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. vol.44 no.145 Madrid ene./jun. 2024  Epub 02-Ago-2024

https://dx.doi.org/10.4321/s0211-57352024000100017 

Crítica de Libros

Una mirada feminista a la historia de la psiquiatría

A feminist look at the history of psychiatry

Celia García-Díaz (orcid: 0000-0003-2132-9502)1 

1Profesora de Historia de la Ciencia en la Universidad de Málaga. Psiquiatra

Caponi, Sandra. 2023. Política, psicofármacos y vida cotidiana. Barcelona: Xoroi Edicions, ISBN: 9788412673173. 300 páginasp.

Participamos de un momento histórico en el que la asistencia a la salud mental de la población está en crisis. Desde la pandemia de la COVID-19 que paralizó al mundo, las cifras de personas tratadas con psicofármacos se han disparado, los suicidios en adolescentes han aumentado de forma alarmante y nuestra emocionalidad es más frágil que nunca. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados desde las Naciones Unidas en la agenda 2030 contemplan la cuestión de la salud mental dentro del punto tres como uno de los desafíos prioritarios a los que se enfrenta nuestra sociedad en la actualidad. Dentro de la población más afectada por esta especie de "pandemia psiquiátrica" las mujeres encabezamos, tristemente, los primeros puestos tanto a nivel de frecuentación de los servicios de salud mental como de medicalización en cuanto a diagnósticos y consumo de psicofármacos (1). En nuestro ámbito, médicas como Carme Valls en 2021 (2) han apuntado que esta situación ha venido a empeorar aún más un panorama previo a la pandemia donde ya las diferencias de género en la salud mental eran una realidad consolidada (3). Más que nunca cabe preguntarse sobre las causas, motivos y factores que están en la base de este problema como parte de un activismo académico y extraacadémico necesario que la autora consigue poner a dialogar de forma fluida en las páginas de su obra.

El libro de Sandra Caponi es un análisis lúcido y riguroso que bucea en la idea de la construcción de la enfermedad mental en las mujeres desde la historia de la psiquiatría. Nada mejor para entender posibles claves de la situación actual que volver nuestra mirada al pasado para encontrar procesos de asimilación y resistencias de viejas ideas que impregnan el discurso y la práctica asistencial psiquiátrica actual. El bagaje teórico de la autora permite un análisis profundo donde articula elementos teóricos como las biopolíticas foucaultianas y las teorías feministas de la primera y segunda ola con un exhaustivo trabajo de archivo.

Muestra de este vasto conocimiento teórico es el capítulo titulado "Dispositivos biopolíticos de gestión de la locura", en el que la autora reflexiona acerca de prácticas coercitivas como las sujeciones mecánicas a partir de contenidos de foros activistas en redes sociales. La crítica que Michel Foucault realizó sobre la psiquiatría como saber médico que se mueve en una incertidumbre diagnóstica y terapéutica constante que el paradigma biologicista no logra resolver (4) es retomada por la autora para conectarnos con teorías degeneracionistas del siglo xix. Ella relaciona este interés clásico por la degeneración y la herencia con los nuevos (o no tan nuevos) paradigmas explicativos de la enfermedad mental basados en los desequilibrios neurobioquímicos y la genética como parte de ese dispositivo biopolítico de gestión de la locura.

El segundo apartado del libro profundiza en el proceso de descubrimiento y comercialización de la clorpromacina. Tras un análisis pormenorizado de diversas fuentes de archivo, la autora contrapone el discurso triunfalista de la industria farmacéutica en torno a la molécula con otros discursos desde posiciones críticas con respecto a este "descubrimiento". A partir de las experiencias del fármaco en pacientes recluidos en el hospital Sainte-Anne en París en la década de los 50, Caponi muestra la importancia del uso de la palabra "indiferencia", que es repetida de forma habitual en la recogida de resultados, y cómo fue asimilada como un efecto positivo de la droga. Señala así cómo se construyó a nivel discursivo una biopolítica de la indiferencia en torno al uso de este fármaco.

El tercer capítulo del libro se centra en una reflexión en torno a la cuestión de las mujeres en la historia de la psiquiatría. Hábilmente, la autora relaciona el desarrollo del movimiento feminista del siglo xix y principios del xx con la contestación discursiva de autores como Julius Moebius en nombre de una ciencia reduccionista y positivista impregnada de tintes misóginos. Estos planteamientos, apoyados en la teoría de la degeneración y la craneometría, dieron lugar a etiquetas diagnósticas como la "locura de las eruditas" o la "locura de las feministas". Sin embargo, como plantea Caponi, estos argumentos fueron contestados por parte de mujeres feministas como María Lacerda Moura en 1924 y Franca Ongaro Basaglia, en los años 80, como parte de un ejercicio de resistencia, señalándolos como formas de sujeción de feminidades contrahegemónicas en el seno de la sociedad victoriana finisecular.

En el capítulo titulado "Terapéuticas iatrogénicas: la gestión psicofarmacológica de la feminidad (1950-1960)", la autora hace un recorrido histórico a través de la publicidad que generó la comercialización de la clorpromacina (Thorazine) en relación con las conductas y la vida de las mujeres. La campaña publicitaria estuvo marcada por un talante agresivo, dirigido tanto a la comunidad médica que debía prescribirlo como al público en general y, como la autora refiere, este capítulo trata de analizar "de qué modo esa droga fue publicitada entre 1954 y 1960 para disciplinar y docilizar los comportamientos femeninos considerados patológicos" (p. 175). El discurso que ha construido la autora a través de su investigación en este capítulo va acompañado de imágenes publicitarias del Thorazine y otros psicofármacos que muestran la intención de un mercado que trató de patologizar conductas en las mujeres para que se convirtieran en objetivo rentable de las farmacéuticas. El análisis de las imágenes y de los discursos que las acompañan, publicadas en medios de reconocido prestigio como The New York Times, nos hacen pensar en todo un aparato mediático para medicalizar la vida cotidiana de las mujeres: desde recuperar a una "madre deprimida" para que vuelva a hacer el desayuno a sus hijos o jugar con ellos hasta "salvar" a una mujer de la soltería eran situaciones en las que se recomendaba el uso de la psicofarmacología (p. 186).

Pero no solo las mujeres fueron objeto de esta biopolítica de control psicofarmacológico. En el siguiente capítulo la autora muestra el mismo dispositivo diseñado para la "gestión" de la infancia. A través del estudio de etiquetas diagnósticas tan ambiguas como el Trastorno Negativista Desafiante y el uso de antipsicóticos como la risperidona en el ámbito estadounidense, Caponi nos muestra cómo creció un mercado legal paralelo de gabinetes de abogados que animaban a las familias a denunciar al laboratorio por los efectos secundarios padecidos por sus hijos (p. 226).

En el último capítulo de su trabajo, la autora nos conduce a una reflexión crítica sobre la cuestión de las biopolíticas y la construcción de la subjetividad. Tomando como punto de partida de nuevo los trabajos de Foucault sobre la hermenéutica del sí y las formas de autogobierno, Caponi nos recuerda que existen estrategias de gobierno sobre los otros que precisan, para poder legitimarse, de la enunciación de una verdad, algo que se oculta y es secreto, algo que los gobernados tienen que comunicar, a veces sometiéndose a un tratamiento por la fuerza o por la libre voluntad (p. 233). Esta parte de su obra tiene un marcado carácter teórico-filosófico que es fuente de herramientas epistemológicas aplicables tanto al trabajo clínico en consulta como en investigación en historia de la psiquiatría, y, en particular, arroja una nueva visión más detallada de aportaciones de Foucault que facilitan la comprensión y el estudio de relatos clínicos en investigación.

Por último, en las conclusiones, Caponi se acerca a la cuestión del reduccionismo biologicista que domina el discurso hegemónico psiquiátrico introduciendo la idea de Richard Lewontin de que la biología como ciencia ha constituido una estrategia ideológica para consolidar el sistema capitalista a través de los discursos y prácticas científicas. Esta ciencia hegemónica que se nos presenta como neutral, aséptica, sólida y veraz da lugar a grandes desigualdades e inequidades, mostrando procesos como "naturales" cuando lo que hay que problematizar es precisamente esa idea de "lo natural" en las ciencias. Esta cuestión fue abordada desde la crítica feminista inscrita en el feminismo de la segunda ola a través de autoras como Sandra Harding (5) o Evelyn Fox Keller (6). Igual que la biología ha servido para legitimar el sistema capitalista, Caponi plantea que la psiquiatría biológica es funcional a las políticas neoliberales en salud. Entre otras cuestiones que plasma en las últimas páginas de su libro, reflexiona también acerca de la necesidad de integrar en los discursos y prácticas de la psiquiatría actual las experiencias de personas que sufren los envites precisamente de este biologicismo reduccionista para poder superarlo. Reivindica así la autora el activismo de los llamados "oidores de voces", los colectivos "en primera persona", "supervivientes de la psiquiatría" y cualquier experiencia que debe formar parte del relato para construir una crítica en contra de ese reduccionismo explicativo. Como la propia autora refiere:

Hablar de reduccionismo explicativo en la psiquiatría biológica no significa desconocer los sufrimientos psíquicos, ni los padecimientos de género, ni las dificultades vinculadas al aprendizaje o a los comportamientos infantiles. Significa, al contrario, que debemos estar atentos a la necesidad de recuperar espacios de escucha, de acogimiento, espacios de interacción y de entendimiento de los contextos sociales y de los conflictos psíquicos que provocan esos sufrimientos. Significa negarse a silenciar, con potentes psicofármacos, los relatos sobre las dificultades vividas por situaciones como el racismo, bullying, violencia familiar o escolar, pobreza o déficit de reconocimiento (p. 280).

Considero que una de las grandes aportaciones de esta obra al conocimiento de la historia de la psiquiatría tiene que ver con la capacidad que tiene la autora de mostrarnos en su relato la íntima relación entre activismo político de denuncia de prácticas vejatorias que se siguen usando en la psiquiatría actual con estudios académicos e históricos que nos permiten encontrar estas raíces comunes. Caponi consigue identificar las múltiples zonas de tensión dialógica (7), tanto prácticas como discursivas, de forma sencilla y clara, haciendo un uso equilibrado de elementos teóricos junto con el trabajo de archivo y recuperación de fuentes historiográficas. Solo me queda recomendar su lectura a cualquier persona interesada en ahondar en posiciones críticas hacia la psiquiatría hegemónica.

Bibliografía

1 Ruiz-Larrea A. COVID-19 y desigualdad de género en España: consecuencias de la pandemia para las mujeres en empleo y salud mental. Investigaciones Feministas 2022; 13(1): 39-51. [ Links ]

2 Valls C. La pandemia no puede servir para duplicar las dosis de antidepresivos a las mujeres, Eldiario.es 2021. Disponible en: https://www.eldiario.es/sociedad/car-me-valls-medico-pandemia-mujeres-hombres-covid_128_6493849.htmlLinks ]

3 Henares Montiel J, Ruiz-Pérez I, Sordo L. Salud mental en España y diferencias por sexo y por comunidades autónomas. Gaceta Sanitaria 2020; 34(2): 114-119. [ Links ]

4 Foucault M. El poder psiquiátrico. Curso del Collège de France (1973-1974). Madrid: Akal, 2005. [ Links ]

5 Harding S. Ciencia y feminismo. Madrid: Morata, 1996. [ Links ]

6 Fox Keller E. Reflexiones sobre género y ciencia. Valencia: Edicions Alfons El Magnànim, 1991. [ Links ]

7 Mársico C. Zonas de tensión dialógica. Buenos Aires: Libros del Zorzal, 2010. [ Links ]

Correspondencia: celiagarciad@uma.es

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