INTRODUCCIÓN
El objetivo de este artículo es presentar y analizar los datos antropométricos del Instituto de Orientación Profesional (IOP) de Barcelona. Se trataba de una institución dedicada a asesorar en la búsqueda de empleo a los jóvenes y a los adultos barceloneses durante los años veinte y la primera mitad de los treinta del siglo XX hasta el inicio de la Guerra Civil. Este examen puede ser útil para calibrar el estatus nutricional de un sector de la población directamente implicado en la expansión económica y urbana de la ciudad.
A lo largo del primer tercio del siglo XX, Barcelona "adquiere una estructura verdaderamente industrial"1 al tiempo que su expansión demográfica y territorial multiplica por dos su tamaño entre 1900 y 1930, hasta alcanzar el millón de habitantes2. Inmersa en una doble transición epidemiológica y nutricional, adoptar una aproximación a sus consecuencias sobre la población infantil y juvenil desde una óptica antropométrica no ha sido habitual. La información de esta clase no fue reunida, organizada archivísticamente y publicada, como sí ocurrió con la población masculina en edad militar. Por lo tanto, el número de investigaciones publicadas sobre esta temática ha sido muy escaso. Este artículo pretende contribuir a su desarrollo.
MATERIAL Y MÉTODO
La base documental de este trabajo corresponde a los datos recopilados por el IOP a lo largo de sus años de actividad. En su denominación original, el Institut d'Orientació Professional se constituyó el 18 de diciembre de 19173. Aquel acto era la etapa final de una evolución iniciada en 1908 con la creación del Museu Social. La misión de esta institución (según sus propios estatutos) era la difusión de "elementos de información científica de las instituciones que tuvieran por objeto el mejoramiento moral y material de las clases populares"3. Se trataba de una apuesta por la nueva cultura de la organización científica del trabajo, vigente en los países industriales avanzados y recibida en Cataluña4. Con la creación de la Mancomunidad en 1914, estas iniciativas se consolidaron en el denominado Secretariat d'Aprenentatge. Las necesidades del servicio a prestar y una creciente demanda de asesoramiento en la búsqueda de empleo o de trabajadores con perfiles específicos acabaron por transformarlo aquel año de 1917 en el IOP. El instituto se estructuró en cuatro secciones: Información, Médico-Antropométrica, Psicométrica y Estadística. Al frente de esta última se nombró a Agustí Granada. Dado el contexto político de la época, la trayectoria de la institución estuvo sometida a los cambios producidos por la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), cuando se convirtió en una sección de la Escuela del Trabajo, y por el advenimiento de la Segunda República, cuando recuperó su singularidad administrativa y se rebautizado como Institut Psicotècnic de la Generalidad de Cataluña, operativo hasta la supresión de aquella al final de la Guerra Civil3.
Dada su misión y organización, el IOP tuvo que acumular una notable cantidad de datos antropométricos. Quienes acudieron a esa institución fueron sometidos a un cuestionario que, además de la edad, la talla y el peso, incluía otros indicadores físicos como, por ejemplo, la capacidad torácica, el tamaño de las extremidades y mediciones en distintas posiciones posturales, entre otros. Esta información fue objeto de estudio por la sección de estadística, y Agustí Granada y Jaume Anyó publicaron en 1936 la monografía Algunes dades antropométriques. Estudi Estadístic5, en la que procesaron los datos relativos a los 6.134 individuos (población masculina en su totalidad) atendidos desde la época del Secretariat d'Aprenentatge, en 1914. Los autores llevaron a cabo un análisis estadístico sistemático Así, por ejemplo, procedieron a una reconstrucción de las distribuciones de tallas y pesos por percentiles. De igual modo, estimaron indicadores antropométricos por zonas residenciales de Barcelona, clase social y profesión del padre.
No ha sido posible localizar en los archivos el grueso de las fichas antropométricas, la base documental de aquella monografía, pero sí una pequeña muestra: se trata de 305 solicitantes de empleo que acudieron al IOP y a la Escuela del Trabajo los años 1927-1928 y 1932-1933. Las fichas no se rellenaron de forma completa, lo que ha obligado en algunos casos a descartar su utilización. La información recopilada permite reunir datos para cada individuo sobre aspectos como la edad, la talla (cm), el peso (kg), antecedentes de enfermedades, supervivencia y estado de salud de los padres, profesión del padre y número de hermanos. El grado de detalle en algunos ítems no es el que sería de desear. Así, no se indica el año de la muerte cuando se informa del fallecimiento de alguno de los progenitores o de los hermanos ni el año desde el que los padres padecen una enfermedad. Tampoco consta registro del lugar de residencia de cada individuo.
El tratamiento metodológico aplicado a estos datos se ha dirigido a garantizar, por una parte, una presentación homogénea y estadísticamente tratable de la información publicada, y, por la otra, la viabilidad del diagnóstico sobre el estado nutricional de este grupo de la población barcelonesa. La primera estrategia intenta superar algunas limitaciones de las tabulaciones presentadas en la monografía. Las principales a tener en cuenta son dos. La primera tiene que ver con el uso de agrupamientos irregulares de las edades. Las tallas y los pesos se publican para el total de los atendidos en el IOP en grupos de dos años; por ejemplo, 12-13 años, 14-15 años..., hasta los 20 años. Por lo tanto, ha sido necesario reasignarlos a las edades centrales de los intervalos de edades simples (13,5; 14,5; 15,5... etc.). Para ello, se ha practicado una interpolación polinómica sobre la secuencia original de las medidas utilizando las rutinas al respecto disponibles en Excel.
La segunda limitación está relacionada con la tabulación de las tallas y de los pesos por categorías, como el grupo social y la zona de residencia. Aquí, los autores solo tomaron en consideración a los menores de 20 años y los clasificaron en dos grupos: los menores de 15 años y de 15 a 19 años. No se publica otra información sobre su distribución en edades simples. Este criterio de tabulación obliga a aceptar el supuesto de que las distribuciones relativas de cada una de las edades, en el seno de los respectivos grupos de edad, no distorsionan las comparaciones de los indicadores a través de las distintas categorías. Por ejemplo, si la talla media de la clase acomodada de 15-19 años era superior a la de la clase obrera, supondremos que no es efecto de que los jóvenes de la primera clase eran en promedio mayores que los de la segunda. De ser así, dicha diferencia podría sería inducida principalmente por la edad más que por su pertenencia a un grupo social determinado. En otros términos, las mediciones tabuladas por los autores en esos dos grupos de edad remitirían a la edad central de cada intervalo. En el primero, si según la información proporcionada por las fichas la edad más temprana registrada es 12 años, la edad de referencia estarían en los 13 años y, en el segundo, en los 17,5 años.
La segunda estrategia metodológica se ha orientado al diagnóstico del estado nutricional de la población asistida por el IOP. En concreto, de sus niveles de malnutrición. En la antropometría histórica infantil es habitual expresar las tallas y los pesos observados en función de los percentiles de unas tablas estándar de desarrollo6. Se trataría de tablas que corresponderían a poblaciones bien nutridas y representativas del conjunto. En esta ocasión, se han adoptado las tablas publicadas por los doctores M. Hernández, E. Sánchez y B. Sobradillo y propuestas como estándar de referencia de la población infantil española7. En base, pues, a estas tablas, se ha intentado un diagnóstico realizado de dos modos diferentes. Con los valores publicados en la monografía se han generado las correspondientes distribuciones en percentiles correspondientes a cada edad y se han comparado con las del modelo, calculando la proporción de población en malnutrición moderada o severa. Estos dos estados se han definido, siguiendo los criterios aplicados en la literatura, en función del porcentaje de población igual o inferior al primer percentil (P1) o de la primera décima de percentil (P 0,10) de la tabla modelo, respectivamente8,9. Con los valores individuales se han aplicado las denominadas puntuaciones z, que han consistido en transformar las unidades originales de las estaturas en unidades de desviación estándar respecto a la distribución de la tabla modelo. Así, se considerará malnutrición severa cuando un individuo presenta puntuación z ≥ -3 y moderada si se sitúa en -3 > z-puntuación ≥ -210.
La Tabla I y Tabla II reúnen la información de determinadas características antropométricas y sociales de los individuos atendidos por el IOP de acuerdo a las dos fuentes documentales utilizadas. Según la monografía (Tabla I), los 6.134 individuos se distribuyeron por edades, de manera que los demandantes de orientación menores de 20 años constituyeron algo más de la mitad (56%), mientras que el 37% tenía menos de 16 años. Desde el punto de vista social y residencial, la cantidad de información tabulada por los autores fue menor (2.191 y 1.897 individuos, respectivamente), y parece corresponder casi exclusivamente a los menores de 20 años, puesto que, a partir de aquella edad, como se justifica en el texto, "influyen más las circunstancias personales que las de los padres".
Tabla I. Características antropométricas y distribución residencial y social de los atendidos en el IOP (1918-1935)

Fuente: A. Granada y J. Anyó. Algunes dades antropométriques. Estudi estadístic. 1936.
Respecto a las categorías utilizadas, y que parten de la información recopilada sobre las profesiones de los padres, casi un 60% de los atendidos pertenecía a la clase obrera, la mayor parte de los cuales se clasificaron como "obreros cualificados". En el extremo opuesto, la clase acomodada reunía a un 11,5% y estaba formada por los rentistas, grandes comerciantes, industriales, propietarios y "personas universitarias de renombre". En cuanto a su distribución territorial, prácticamente en cada caso, en torno a un tercio de los tratados en el IOP residía en uno de los tres agrupamientos adoptados: Ensanche, Casco Antiguo y Barriadas.
La Tabla II resume lo esencial de la información recopilada en las 305 fichas individuales recuperadas en los archivos del IOP, aunque se han visto reducidas a 296 tras descartar 9 por carecer de la información básica (la estatura y el peso). Del total de individuos registrados, el 81% declaró edades comprendidas entre los 13 y los 16 años. Por lo que respecta al resto de características la Tabla II, permiten apreciar que la declaración del estado de los antecedentes individuales de salud se cumplimentó en el 76% de los casos, con un promedio de casi dos enfermedades declaradas por individuo. Casi las tres cuartas parte reportaron la supervivencia de sus progenitores, con un 60% en un estado de salud calificado como bueno. Cerca de un 42% tenía 3 y más hermanos. Finalmente, es importante constatar que en un 52% de los casos no tenemos información sobre el oficio del padre, lo que hipoteca el uso de esta variable en estudios más detallados.
RESULTADOS
La información individual proporcionada por las fichas recuperadas supondría casi un 5% del total de individuos tratados en la monografía de Granada y Anyó; porcentaje que podría elevarse hasta el 9% si consideramos que el grupo de referencia sería el de los menores de 16 años. La parte sustancial de la información de dichas fichas corresponde a las edades comprendidas entre los 13 y los 16 años. En este punto, las estimaciones ajustadas de estatura y de peso y la expresión de aquella en términos de las tablas modelo pediátricas adoptadas presentadas en la Tabla I resultan muy próximas a las computadas directamente a partir de aquella documentación (Tabla II). En las estaturas, para los 13,5, 14,5, 15,5 y 16,5 años las diferencias entre las fichas y la monografía son de -0,60 cm, 0,37 cm, 1,41 cm y -1,97 cm; y en el peso, de 0,28 kg, -0,46 kg, -1,16 kg y -3,22 kg.
La tabulación de los datos antropométricos según los criterios de clase y residencia presentados en la Tabla I permiten obtener la Tabla III. En el primer grupo de edad (menores de 15 años) se observa distinto valor estadístico de las diferencias en talla y peso. Así, en estatura, resulta superior en la clase acomodada respecto a la clase media (1,40 cm) y la clase obrera (1,60 cm), mientras entre la clase media y la obrera suponen 0,20 cm. Unas magnitudes (si las consideramos en valor absoluto) mayores a las obtenidas a partir de las tres zonas residenciales. Ahora bien, en todos estos casos no serían estadísticamente significativas, lo contrario a lo observado en el peso. Aquí la clase acomodada muestra mayores diferencias respecto a las otras dos (la clase media, con 2,62 kg [p < 0,01], y la obrera, con 3,89 kg [p < 0,01]) que las computadas entre estas dos últimas: 1,27 kg (p < 0,05). En valores absolutos serían superiores a las obtenidas para el lugar de residencia. Se detecta una disparidad significativa entre las condiciones antropométricas de los residentes en el Casco Antiguo respecto a los del Ensanche (1,57 kg [p < 0,05]) y a los de las Barriadas (-1,61 kg [p < 0,05]).
Tabla III. Tallas y pesos en jóvenes demandantes de empleo en el IOP por clase social y zona de residencia (1914-1935)

*p < 0,01, †p < 0,05, ‡p < 0,10
Fuente: A. Granada y J. Anyó. Algunes dades antropométriques. Estudi estadístic. 1936 y elaboración propia.
Entre los 15 y los 19 años, las diferencias observadas en ambos indicadores, tanto respecto a las clases sociales como al lugar de residencia, no parecen atribuibles a la natural variabilidad de los datos. Además, se constata un aumento en la magnitud de dichas diferencias respecto a las obtenidas en el grupo de edad anterior. También se aprecia una pauta contrastada de disparidades entre la clase acomodada y las otras dos y entre los residentes en el Ensanche y el resto.
En efecto, en las tallas, los jóvenes de aquella clase alta superaban a los de la clase media en 6,60 cm (p < 0,01) y a los de la clase obrera en 6,40 cm (p < 0,01). En cambio, no resultaban significativas las diferencias existentes entre las clases media y obrera. Por su parte, los jóvenes del Ensanche eran 3,19 cm (p < 0,001) más altos que los del Casco Antiguo y 1,76 cm (p < 0,05) que los de las Barriadas. Los del Casco Antiguo estaban 1,42 cm (p < 0,001) por debajo de los de las Barriadas.
En el caso del peso, el juego de diferencias sociales y territoriales señalado para la estatura prácticamente se replicaría. El peso de los jóvenes de la clase acomodada superaba al de la clase media en 3,97 kg (p < 0,001) y en 4,88 kg (p < 0,001) al de la obrera. Los residentes del Ensanche pesarían en promedio 4,19 kg (p < 0,001) más que los del Casco Antiguo y 2,32 kg (p < 0,001) más que los de las Barriadas.
La aplicación de los criterios metodológicos descritos en el apartado anterior permite obtener las estimaciones sobre los posibles niveles de malnutrición asociados a las tallas de los jóvenes asistidos por el IOP (Tabla IV). En ella se muestran dos tipos de estimaciones: en las columnas 1 y 2, las obtenidas directamente de las fichas individuales (Tabla II), mientras que las de las columnas 3 y 4 se derivarían de las tallas ajustadas por interpolación (Tabla I). Los resultados muestran, en primer lugar, que las estimaciones a partir de una u otra fuente son, en promedio, muy próximas entre sí; en segundo, que se distingue una tendencia al incremento de los niveles de malnutrición con la edad, también compartida en ambas fuentes. De hecho, la expresión de las tallas en términos de las tablas modelo de desarrollo en las Tabla I y Tabla II evidencian una tendencia a desplazarse a percentiles más bajos a medida que aumenta la edad. De acuerdo, pues, a estos resultados, entre aquellos jóvenes demandantes de empleo, los niveles de malnutrición severa entre los 13 y los 16 años se situarían en promedio entre el 4% y el 5% y los de malnutrición moderada, en torno al 17%.
Tabla IV. Estimaciones de la proporción de población malnutrida IOP (valores en porcentajes)

Fuente: elaboración propia.
La información reunida en las fichas individuales del IOP permitiría desarrollar una perspectiva adicional a la proporcionada por los datos publicados en la monografía. En concreto, la exploración de potenciales factores explicativos de tallas y pesos declarados por los demandantes de empleo. En la Tabla V se han estimado unos modelos de regresión en los que aquellos indicadores antropométricos operan como variables dependientes; las independientes son la edad y el número de hermanos.
Estas dos variables permiten contrastar hipótesis bien establecidas. Por una parte, que la estatura y el peso de un individuo dependen de su desarrollo biológico 11. En condiciones de crecimiento normal, se incrementarían con la edad; por otra, en base a la denominada "hipótesis de la dilución", la existencia de una relación negativa entre algunos indicadores de desarrollo, como la talla y el peso y el número de hermanos12.
Tabla V. Regresiones de tallas y pesos de las fichas antropométricas. IOP 1927-1933

Errores estándar entre paréntesis.
*p < 0,01, †p < 0,05, ‡p < 0,10
Variable Dummy: Grupo hermanos (1: sin hermanos; 2: uno o dos; 3: tres o más).
Fuente: elaboración propia.
En la Tabla V se presentan los resultados de cuatro modelos de regresión que difieren únicamente en la modalidad de la variable relativa al número de hermanos: en los modelos 1 y 2 opera como variable cuantitativa, mientras que en los modelos 2 y 4 se ha definido como Dummy, clasificada en tres categorías. Este cambio obedece a la consideración de que, más que una progresión lineal en el número de hermanos, la variable relevante pudiera haber sido el tamaño de la familia. De este modo, se han distinguido tres tipos de situaciones: no tener hermanos, un número medio (1 ó 2) y, finalmente, contar con 3 y más.
Los resultados indican, para la talla, que la edad suponía un efecto positivo de 1,95 o 1,98 cm (p < 0,001) por cada año, mientras que el número de hermanos mostraba un signo negativo y refleja una reducción de 0,35 cm (p < 0,10) por hermano que, en términos de su agrupamiento, alcanzaría los 5,32 cm (p < 0,001) del grupo de 1 y 2 hermanos y los 4,83 cm (p < 0,001) del de 3 y más respecto al de referencia adoptado al ajustar la ecuación (el grupo de individuos sin hermanos).
En el caso del peso, la secuencia de efectos sería la misma: la edad se asocia al incremento del peso (2,18 kg [p < 0,001] y 2,15 kg [p < 0,01]) y el número de hermanos, en cuanto variable cuantitativa, a una reducción de 0,41 g (p < 0,05), y como Dummy, 5,37 kg (p < 0,01) y 5,49 kg (p < 0,01) para las dos modalidades de agrupamiento.
CONCLUSIÓN
Respecto a la distribución de las clases sociales, el conjunto de jóvenes asesorados en el IOP podría considerarse representativo de la estructura social de la Barcelona de los años treinta. Una reconstrucción de las clases sociales a partir del padrón de 1930 ha estimado en un 51% el peso de la clase trabajadora y en un 19% el de la clase alta, magnitudes que no distarían en exceso del 56% y del 11,5% presente en los datos de la Tabla I 13. En cambio, desde la óptica territorial, la distribución equilibrada de los jóvenes del IOP entre el Ensanche, el Casco Antiguo y el resto de barrios de la ciudad no se correspondería a la realidad de unas densidades muy desiguales que, además, se habrían agravado con la intensa inmigración experimentada por Barcelona en los años veinte 2.
El estudio de las disparidades en los indicadores antropométricos según la clase social y la zona de residencia es una de las aportaciones más singulares del trabajo de Granada y Anyó. De los resultados obtenidos, dos aspectos merecen un comentario. El primero, que sería en el grupo de edad de 15 a 19 años, y no en el de los menores de 15 años, en el que se concentrarían las diferencias de mayor magnitud y significación estadísticas entre clases y zonas tanto en la talla como en el peso. Esta circunstancia sugeriría que podría ser en la fase de desarrollo correspondiente a la del "estirón" adolescente cuando se materializaban en este plano antropométrico las desigualdades de base existentes.
El segundo aspecto señalaría la coexistencia, por un lado, de un grado de polarización social, reflejado en la magnitud de diferencias en peso y talla de la clase acomodada respecto a las otras dos, y, por el otro, la consolidación de diferencias territoriales entre las tres zonas residenciales; en este caso, con una clara distancia entre los jóvenes del Ensanche y los del Casco Antiguo. Los primeros exhibirían una mayor envergadura que los segundos. Este despliegue de disparidades habría que entenderlo como la traducción al ámbito de los indicadores de bienestar biológico de desigualdades en el plano material, educativo y laboral que, sabemos, organizaban el espacio urbano de la ciudad 13.
Una de las mayores limitaciones en la valoración de los resultados obtenidos en este trabajo tiene que ver con la ausencia de otras estimaciones de talla y peso para poblaciones juveniles barcelonesas de la época. Las pocas estadísticas antropométricas disponibles cubren principalmente a la población en edad escolar (de 6 ó 7 años) hasta los 13 14. Aunque no faciliten, pues, esa comparación directa, sí han permitido, en cambio, realizar estimaciones sobre sus niveles de malnutrición. En este contexto, podría afirmarse, por una parte, que, de acuerdo a determinados informes publicados a lo largo del primer tercio del siglo XX, existían ciertos problemas nutricionales entre la población escolar y juvenil 15,16,17, circunstancia que también reflejarían los jóvenes del IOP. Sin embargo, por otra parte, las tendencias reconstruidas en la malnutrición infantil moderada sugieren una posible reducción entre las generaciones más jóvenes hasta principios de los años treinta: de un 30% entre los niños nacidos a finales del siglo xix a un 22% para los nacidos a principios de la década de los veinte 18, una tendencia experimentada por los jóvenes del IOP en un menor lapso temporal (Tabla IV).
En cualquier caso, debe tenerse presente que cerca del 80% de aquellos demandantes de empleo parecía estar en una buena condición nutricional. A lo largo de aquellos años habían tenido lugar algunos cambios en las condiciones epidemiológicas y dietéticas en Barcelona que, según sabemos por la literatura antropométrica, contribuyen a estas mejoras 19,20.
En este punto, habría que recordar dos bloques de enfermedades con interacciones con la alimentación y el desarrollo infantil: las relativas al aparato digestivo (diarreas y enteritis) y las respiratorias (bronquitis y neumonías) experimentaban reducciones significativas en sus probabilidades de resultar mortales: del 77 al 26 por 1000 y del 71 al 45 por 1000, respectivamente 18. Entre las mejoras de la alimentación, cabe citar el caso concreto de la leche, una ingesta clave en el desarrollo infantil. La comparación de las ratios per cápita de consumo entre 1900 y 1930 evidencia la magnitud del cambio, al pasar de 12 a 73 litros por habitante y año 21.
El papel que los recursos familiares pudieron tener entre los jóvenes asesorados en el IOP en la determinación de las tallas y de los pesos y, por tanto, de su estado nutricional, es lo que se ha formulado con las regresiones bajo la hipótesis de la dilución. Según esta, el tamaño de la progenie presenta una asociación negativa con la estatura de sus miembros como consecuencia de recibir cada uno de ellos una parte inferior de recursos de aquella que les habría correspondido de ser un menor número de hermanos. Los resultados de las estimaciones la avalarían. En este punto, llamaría la atención que la reducción en estatura y peso respecto a los individuos sin hermanos sería muy semejante tanto en los grupos de pocos hermanos como de muchos (Tabla V).
En cualquier caso, este efecto restrictivo sobre el desarrollo cobraría sentido en el contexto maltusiano en el que se desenvolvería la vida familiar de buena parte de los barceloneses del primer tercio del siglo XX. La ciudad, que prácticamente en las dos primeras décadas del siglo mantenía unas tasas de natalidad de entre el 22 y el 25 por 1000, experimentó una caída irreversible a partir de 1923, hasta situarse en el 16 por 1000 hacia 1936. Hacia 1910, se estima que el número medio de hijos por mujer era de 2,5, cuando en Cataluña era de 3,22, expresión urbana de una práctica del control natal activa desde el siglo anterior en la sociedad catalana 22,23. Se trataría de unos resultados observados en contextos semejantes de industrialización y urbanización intensa que acompañaron al descenso de la fecundidad 24. En cambio, diferiría del obtenido para la ciudad de Igualada (c. 1860 - c. 1920), donde la relación entre la talla y el número de hermanos se ha reportado no significativa estadísticamente y cambiante en el tiempo 25.