INTRODUCCIÓN
Los cambios derivados del envejecimiento provocan un aumento del porcentaje de grasa corporal y una disminución de la masa magra, ambos asociado a cambios del estilo de vida y del nivel de actividad física (1). El incremento del porcentaje de grasa corporal se asocia a enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes mellitus, las enfermedades cardiovasculares o la artritis, que afectan directamente a la calidad de vida de los ancianos (2).
Hay una gran variedad de métodos para evaluar el estado nutricional y la composición corporal de los ancianos, entre ellos las mediciones antropométricas, que destacan por ser un método no invasivo y rápido de realizar (3). Entre los métodos antropométricos utilizados para evaluar el estado nutricional de los ancianos, los más utilizados son el índice de masa corporal (IMC) y la relación cintura-cadera (ICC) (1,3,4).
Por otro lado, la práctica de la actividad física surge como una de las estrategias no farmacológicas más importantes para el envejecimiento saludable (5). Más aun, la literatura señala que la práctica regular de la actividad física está directamente relacionada con la mejoría de los parámetros físicos y fisiológicos (6-8), y también los psicológicos, de los participantes (9).
A pesar de estar bien establecidos en la literatura los beneficios de la actividad física en el proceso de envejecimiento, su intensidad y dosificación siguen suponiendo un gran desafío para los profesionales (5). Aunque existe preferencia en los adultos mayores por las actividades de menor intensidad (10), algunos autores afirman que los protocolos de actividad vigorosa bien diseñados permiten obtener resultados similares e incluso superiores a los de la actividad física de intensidad moderada y baja, así como mejoras de la composición corporal, la motivación y la calidad de vida de los ancianos (11-13).
A partir de las consideraciones anteriores, estudiar el nivel de intensidad de la práctica de la actividad física requiere comprender varios factores, como son: la frecuencia de la práctica de la actividad física, la composición corporal y el estado nutricional. Estos factores contribuyen a una prescripción del ejercicio más específica, lo que estaría relacionado con mayores efectos clínicos en esta población. Por lo tanto, el objetivo del presente estudio fue analizar las relaciones entre las actividades físicas vigorosas y la composición corporal de las personas mayores que son atendidas en centros de atención primaria.
MATERIALES Y MÉTODOS
Según los datos obtenidos de la Secretaría de Salud del municipio de Maringá, Paraná (PR), Brasil, la población objetivo estuvo formada por 42,258 personas mayores (2016). La muestra inicial considerada para el cálculo de la muestra fue de 595 personas mayores. Sin embargo, se añadieron un 10 % más de individuos a la población inicial, por las posibles pérdidas de sujetos durante el desarrollo del estudio. De este modo, la muestra final estuvo compuesta por 654 personas mayores de ambos sexos, considerando un nivel de confianza del 95 % y un margen de error del 4 %. Además, la potencia de la muestra se calculó en G * Potencia 3.1.9 (14) considerando el número de grupos para el presente estudio (tres), revelando una potencia estadística del 93,9 % con base en una muestra de 654 personas mayores, un tamaño medio del efecto (0,15) según los criterios de Cohen (15), y un valor de p < 0,05. El cálculo del tamaño de la muestra se obtuvo a través del software StatDisk, versión 8.4.
Esta investigación corresponde a un estudio epidemiológico descriptivo, de corte transversal, con 654 adultos mayores de la comuna de Maringá, Brasil. Los sujetos se reclutaron en los centros de atención primaria (CAP) del sistema público de salud de la ciudad, que se dividieron en cuatro regiones diferentes: región este (7 CAP), que comprende el 21,8 % de la población; región norte (9 CAP), que comprende el 34,5 % de la población; región oeste (8 CAP), que comprende el 23,2 % de la población, y región sur (8 CAP) que comprende el 20,4 % de la población.
Los centros de atención primaria evaluados se seleccionaron de manera aleatoria. Se incluyeron individuos de 60 o más años de edad, con capacidad auditiva y cognitiva conservadas, evaluándose esta última mediante el cuestionario Mini Mental, utilizando el punto de corte de Brucki y cols. de 2003 (16). Los individuos con dificultad auditiva severa o una puntuación baja en el Mini Mental, que limitase el entendimiento de las evaluaciones, fueron excluidos del estudio. La participación de los adultos mayores en el estudio fue voluntaria, requiriéndose la firma de un consentimiento informado. El estudio fue aprobado por el comité de ética del Centro Universitario de Maringá (UNICESUMAR) con el número de documento: 1.626.966/2016.
EVALUACIONES
Las evaluaciones fueron realizadas por 10 investigadores previamente capacitados en todos los cuestionarios y procedimientos, que fueron realizados de manera presencial en una entrevista privada de cada adulto mayor con el investigador responsable. Para la caracterización del perfil sociodemográfico se aplicó un cuestionario estructurado, clasificando a los individuos según su edad, género, estado civil, raza, tipo de renta (activa o pasiva), salario mensual en salario mínimo (SM) —usando como referencia el censo del año 2016 del instituto Brasilero de Estadística (IBGE) (1-2 SM; 2-3 SM; superior a 3 SM)— jubilación, nivel educacional e historia de tabaquismo. Además, en este cuestionario inicial evaluamos la autopercepción de la salud (mala, regular, buena o muy buena), el histórico de caídas en los últimos seis meses, la cantidad de medicamentos y el número de morbilidades.
El nivel de actividad física de los adultos mayores se evaluó utilizando la versión reducida del Cuestionario Internacional de Actividad Física (IPAQ) (17), que está formado por siete preguntas abiertas que permiten estimar el tiempo utilizado por semana en los diferentes tipos de actividades (caminata y esfuerzos físicos de intensidades moderadas y vigorosas) y de inactividad (posición sentada). El nivel de actividad física se clasificó como sedentario, irregularmente activo, activo y muy activo.
El peso de los ancianos se midió mediante una balanza digital de marca "Mondial", dispositivo con el que se evaluó a los ancianos descalzos y con ropa adecuada. La altura se midió con una cinta métrica. Con estos datos se evaluó el IMC como la relación entre la masa corporal en kg y la estatura en m2. El IMC se analizó de acuerdo con los puntos de corte recomendados por la Organización Panamericana de la Salud (18), siendo los ancianos clasificados como de bajo peso (IMC < 23 kg/m2), peso normal (23-28 kg/m2), con sobrepeso (28-30 kg/m2) y con obesidad (30 kg/m²).
El índice cintura-cadera (ICC) también se calculó a partir de mediciones de la cintura y la cadera para determinar el riesgo de enfermedad cardiovascular del individuo. Los valores superiores a 0,94 para los hombres y 0,82 para las mujeres se clasificaron como un ICC alto (19).
Las medidas de cintura, cadera y abdomen se evaluaron con el individuo de pie, en posición vertical, con la menor cantidad de ropa posible. La circunferencia de la cintura se midió con el individuo en posición vertical y relajada, midiendo la región del abdomen y teniendo como referencia la línea umbilical al final del movimiento espiratorio. La circunferencia de la cadera se midió con el individuo en posición vertical y los pies juntos, considerando la región central con mayor perímetro. La circunferencia del abdomen se determinó con el individuo en posición vertical y relajada, a nivel del ombligo y con el abdomen relajado durante la exhalación. En todas las mediciones, la cinta se colocó sin presionar los tejidos blandos (20).
La circunferencia de la pantorrilla se midió en posición vertical, con los pies separados 20 cm, en la circunferencia máxima en el plano perpendicular a la línea longitudinal de la pantorrilla. La medición se realizó de manera estandarizada, con tres mediciones para obtener el promedio, utilizando una cinta no elástica para todas las circunferencias (21).
ANÁLISIS ESTADÍSTICO
El análisis preliminar de los datos se realizó mediante la prueba de normalidad de Kolmogorov-Smirnov. La relación entre variables de actividad física y composición corporal se realizó mediante la correlación de Spearman. Todos los análisis consideraron un nivel de significación de p < 0,05, utilizando el paquete estadístico para las ciencias sociales (SPSS) de IBM, versión 22.0.
La magnitud de la asociación entre la práctica de actividades físicas y la composición corporal de los ancianos se consideró mediante modelos de "path analysis", a través del análisis de ecuaciones estructurales para las variables que obtuvieron una correlación significativa (p < 0,05). La existencia de valores atípicos se evaluó mediante la distancia cuadrada de Mahalanobis (DM2) y la normalidad univariada se evaluó mediante los coeficientes de asimetría uni y multivariada (ISkI < 3) y curtosis (IKuI < 10). Como los datos no presentaban una distribución normal, se usó la técnica "bootstrap" de Bollen-Stine para corregir el valor de los coeficientes estimados por el método de máxima verosimilitud (22) implementado en la versión de software AMOS 22.0. No se observaron valores de DM2 que indicaran la existencia de valores atípicos, ni correlaciones suficientemente fuertes entre las variables que indicaban multicolinealidad (factores de inflación de varianza < 5,0). A partir de las recomendaciones de Cohen (23), la interpretación de los coeficientes de regresión se basó en: poco efecto, coeficientes < 0,20; efecto medio, coeficientes de hasta 0,49; y efecto fuerte, coeficientes > 0,50 (p < 0,05).
RESULTADOS
Los adultos mayores incluidos en este estudio fueron 654, de los cuales la mayoría eran mujeres (56 %) de edades comprendidas entre 60 y 69 años (59 %), casadas (61 %), con bajo riesgo cardiovascular (69 %) y un nivel de actividad física activo/muy activo (61 %) (Tabla I).
Se verificó que las variables relacionadas con la actividad física vigorosa presentaban correlaciones negativas con la circunferencia abdominal, de la cintura, de la cadera y de la pantorrilla, y con el índice cintura-cadera (-0,10 > r < -0,20; p < 0,05 para todas) (Tabla II).
1: días realizando caminata; 2: minutos realizando caminata por día; 3: minutos realizando caminata por semana; 4: días realizando actividad moderada; 5: minutos realizando actividad moderada por día; 6; minutos realizando actividad moderada por semana; 7: días realizando actividad vigorosa; 8: minutos realizando actividad vigorosa por día; 9: minutos realizando actividad vigorosa por semana; 10: peso; 11: circunferencia de cintura; 12: circunferencia abdominal; 13: circunferencia de cadera; 14: circunferencia de pantorrilla; 15: índice cintura cadera; 16: índice de masa corporal; *: correlación significativa – p < 0,05.
Después del análisis de correlación, se realizó un modelo de regresión entre las variables que mostró una asociación significativa (p < 0,05) entre la práctica de actividad física y la composición corporal de los ancianos (Fig. 1). En el modelo 1 se observa que solo las variables relacionadas con la práctica de actividades físicas vigorosas tenían una asociación significativa (p < 0,05) con las variables de la composición corporal. Por lo tanto, las variables relacionadas con la actividad física leve y moderada se excluyeron y el modelo se probó nuevamente.
El modelo 2 reveló que el número de días realizando actividad física vigorosa por semana se asociaba significativamente (p < 0,05) con la circunferencia de la cintura, el abdomen, la cadera y la pantorrilla, lo que explica entre el 2 % y el 3 % de la variabilidad de estas variables. Con respecto a las trayectorias individuales del modelo (Fig. 2), se encontró que los días de actividad vigorosa tenían un efecto débil e inverso sobre la circunferencia de la cintura (β = -0,17), la circunferencia abdominal (β = -0,15 ), la circunferencia de la cadera (β = -0,15) y la circunferencia de la pantorrilla (β = -0,14), lo que indica que mientras más días a la semana practiquen los ancianos actividades físicas vigorosas, menores serán las variables de la composición corporal.
DISCUSIÓN
Este estudio tuvo como objetivo analizar las relaciones entre las actividades físicas vigorosas y la composición corporal de las personas mayores que asisten a centros de atención primaria. Los resultados obtenidos permiten observar que la actividad física con intensidad vigorosa está relacionada con medidas más bajas de las circunferencias abdominal, de la cintura, de la cadera y de la pantorrilla.
El estudio de Torquato y cols. (10) reportó que la actividad física leve puede tener el mismo efecto que la actividad física moderada para la salud de los adultos mayores en cuanto a enfermedades crónicas, función física y uso de medicamentos. En este sentido, nuestro estudio observó más correlaciones con las actividades de intensidad vigorosa. Sin embargo, hay autores en la literatura (11) que respaldan la idea de que la práctica de actividad física, independientemente de la intensidad, genera efectos benéficos para la salud del adulto mayor.
Aun así, en lo referente a la composición corporal y el estado nutricional, hubo una correlación significativa entre las actividades moderadas y las variables de composición corporal. La actividad física se asoció negativamente a la circunferencia abdominal, así como al índice cintura cadera, que son valores relacionados con el aumento del riesgo cardiovascular y de enfermedades metabólicas (11).
Por otro lado, es importante explicar que la actividad física vigorosa se asoció negativamente con la circunferencia de la pantorrilla, que según el Consenso Europeo sobre Sarcopenia (24) es una de las medidas para estimar la masa muscular de los ancianos de manera rápida y fácil con el fin de detectar si está reducida, lo que algunos autores han utilizado como criterio diagnóstico para determinar el riesgo de sarcopenia (25,26). Aunque en el presente estudio se detectó que la actividad vigorosa se asocia negativamente con las medidas de adiposidad, también es necesario realizar mediciones de la composición corporal más específicas, especialmente si estas actividades vigorosas son actividades de resistencia, ya que su mayor duración puede acompañarse de fatiga y sobrecarga del tejido muscular si la ingesta de energía no es suficiente. En este sentido, es plausible señalar que los ancianos que realizan actividad física presentan mejores indicadores nutricionales (27). Según lo comunicado por Osuka y cols. (13), las personas que practican actividad física tienden a tener otros comportamientos asociados a un mejor estilo de vida, como, por ejemplo, un consumo más saludable de alimentos. Sin embargo, estos datos no se consideraron en el presente estudio y podrían ayudar a explicar la relación señalada anteriormente entre actividad física y perímetro de la pantorrilla. Además, otro mecanismo que puede explicar las mediciones de los músculos inferiores en los individuos vigorosamente activos es que ahora se sabe que el ejercicio intenso y continuo se acompaña de la producción de radicales libres que causan cambios en la membrana celular (28). Varios estudios han demostrado que las citocinas proinflamatorias (TNF, IL-1 e IL-6) promueven directamente la pérdida muscular, aumentando la degradación de las proteínas miofibrilares y disminuyendo la síntesis de proteínas (29). Por lo tanto, una dieta rica en antioxidantes podría reducir la producción de citocinas inflamatorias después del ejercicio vigoroso y, por lo tanto, ayudar a prevenir la pérdida muscular.
Esta investigación cuenta con algunas limitaciones: el diseño del estudio fue transversal, lo que no nos permite demostrar la causalidad de los resultados, y las mediciones realizadas de la composición corporal no fueron las recomendadas por los consensos internacionales (24,30-33), a pesar de utilizarse frecuentemente en la práctica clínica. Otras limitaciones de este estudio son la falta de variables que puedan diferenciar la masa magra y la grasa (como el pliegue tricipital) en los adultos mayores, y también la falta de valoración del estado nutricional de los pacientes, factor importante para valorar la composición corporal.
Por otro lado, dentro de las fortalezas de este trabajo tenemos que se realizó un cálculo del tamaño muestral y que las evaluaciones realizadas se llevaron a cabo con cuestionarios y mediciones utilizadas frecuentemente en la práctica clínica en un centro de atención primaria, lo que otorga una buena aplicabilidad externa a nuestros resultados y métodos.
La Sociedad Brasileña de Medicina del Deporte (SBME) y la Sociedad Brasileña de Geriatría y Gerontología (SBGG), juntas, sostienen que mantener un estilo de vida activo y saludable puede retrasar los cambios morfofuncionales resultantes del proceso de envejecimiento (1-3). Sin embargo, debe tenerse en cuenta que incluso el ejercicio ligero puede aportar algunos beneficios a la salud general (9). En este sentido, futuros estudios deberían evaluar los efectos de la práctica de la actividad física y el ejercicio a lo largo del tiempo sobre las variables de composición corporal medidas con densitometría ósea, resonancia, ultrasonidos o bioimpedancia, así efectuar una evaluación del estado nutricional.
CONCLUSIÓN
Los resultados de este estudio sugieren que la práctica de una actividad física vigorosa está relacionada con bajos perímetros corporales (abdominal, cadera, cintura, pantorrilla) en las personas adultas mayores que asisten a centros de atención primaria.
Como implicaciones prácticas, se señala la importancia de la práctica de actividad física de alta intensidad y de los ejercicios físicos prescritos adecuadamente en el centro de atención primaria como forma de promoción y prevención de la salud y la funcionalidad.