INTRODUCCIÓN
Los hábitos alimentarios conforman un componente fundamental como factor asociado a los estilos de vida. De hecho, la American Heart Association (AHA) planteó en 2010 el objetivo de reducir la mortalidad por ECV un 20 % para 2020 mediante una estrategia apoyada en valoraciones de salud y no en «factores de riesgo». Elaboró unos criterios definidos a través de 7 métricas, Life's Simple 7: 4 conductas de salud (índice de masa corporal, tabaco, dieta y actividad física) y 3 factores de salud: colesterol, presión arterial y glucemia en ayunas (1). Alcanzar 6 o más ítems (respecto a cumplir 1 o menos) se asoció en el estudio NHANES (2) con una reducción de la mortalidad total, cardiovascular y por cardiopatía isquémica. Esto implica un efecto sinérgico de estas variables en las que el patrón de ingesta de un individuo tiene una base de dimensión multifactorial. Está integrada por factores biológicos (genéticos, fisiológicos), ambientales y socioeconómicos, como el sexo, los antecedentes, el estatus familiar o el nivel educativo (3). Los cambios del estilo de vida a lo largo del tiempo, derivados de una reducción de actividad física, presiones laborales, nuevas formas de teletrabajo, generalización de la utilización de dispositivos electrónicos y acceso ilimitado al mercado de consumo alimentario en los países desarrollados, han ido modificando de forma progresiva la cultura nutricional (4,5).
Pero también es posible que los cambios conductuales agudos (accidente, enfermedad, cambio de domicilio, situación familiar inesperada) influyan en estas métricas e impacten sobre el estado de salud. Así, el estado de cuarentena surgido a raíz de la pandemia por la COVID-19 puede considerarse una situación capaz de modificar hábitos dietéticos por diversas vías: el estrés emocional puede generar hipo o hiperfagia (6); la estancia prolongada en el domicilio favorece, en algunos individuos, la elección de productos más palatables, el picoteo, el aumento de la ingesta de alcohol y los cambios en la cantidad y calidad de los productos adquiridos, el tiempo invertido en cocinar y el tipo de alimentos cocinados (7,8).
Una dieta saludable debe formar parte de una estrategia de abordaje integral, multifactorial, del riesgo individual durante una pandemia como la COVID-19 (9). El patrón de la dieta mediterránea (DMed) puede integrarse dentro de las métricas que evalúan de forma integrada el estado de salud (1,10), habiéndose demostrado como eficaz el utilizar herramientas que puedan cuantificar la adherencia a dicho patrón (MEDAS, PREDIMED) (11,12).
Bajo estas premisas se plantea la posibilidad de que pudiera alterarse el patrón alimentario en el contexto de una modificación conductual aguda y forzosa como la condicionada por el confinamiento. Nuestro objetivo fue: a) evaluar el grado de adherencia a un patrón de DMed en una muestra de población española antes de la declaración del estado de alarma; b) valorar los cambios en la adherencia inducidos por el confinamiento, seguidos durante cinco semanas.
MÉTODOS
Este fue un estudio observacional, analítico, longitudinal y prospectivo mediante encuestas alimentarias por vía telemática durante la pandemia por COVID-19, desde el inicio del confinamiento hasta una semana después de haber concluido este (marzo y abril de 2020), en una población española adulta que participó en el cuestionario de forma totalmente voluntaria y anónima.
Se valoraron dos cuestionarios: Mediterranean Diet Adherence Screener (MEDAS) y el cuestionario PREDIMED modificado, en el que excluimos una de las 14 preguntas, en concreto la que hace referencia a la ingesta de 7 o más de vasos de vino a la semana. No se aplicó la encuesta en los términos definidos por PREDIMED por entender que, al estar confinada la muestra del estudio, podría originarse un conflicto ético por poder favorecer la pregunta un mayor consumo de alcohol en general y de vino en particular.
Otras variables incluidas en el cuestionario fueron: edad, sexo, estatura, peso, índice de masa corporal (IMC) calculado de modo indirecto (peso en kilogramos dividido por la estatura en metros al cuadrado), comunidad autónoma de procedencia, tipo de convivencia en el domicilio y nivel de estudios alcanzado. Dado que la información se iba a recoger con una periodicidad semanal, se procuró que la encuesta fuera de la mayor sencillez y representara el menor esfuerzo posible para los participantes durante el confinamiento. De este modo se decidió excluir la información referente a la actividad física practicada.
ASPECTOS ÉTICOS
Dado que el anonimato estaba garantizado en el cuestionario a cumplimentar por los participantes y, por tanto, no se iban a recoger datos personales, no fue necesaria la firma del consentimiento informado por escrito. Se explicó a los participantes, antes de iniciar el cuestionario, el objetivo de la investigación y se solicitó su permiso para publicar los datos del estudio.
El estudio se realizó de acuerdo con la Declaración de Helsinki, y la recopilación de los datos fue anónima, siguiendo las directrices de la Ley Orgánica Española de Protección de Datos Personales (LOPD) 15/1999. El cuestionario estuvo abierto desde el 17 de marzo, 72 horas después de iniciarse el confinamiento por el brote español de COVID-19.
TAMAÑO MUESTRAL
Por estudios previos se sabe que la desviación estándar de la puntuación media obtenida en la valoración de la adherencia a la dieta mediterránea se sitúa alrededor de 2, con un tamaño del efecto de 1 y, por tanto, un tamaño estandarizado de 0,5. Asumiendo una confianza del 95 % y una potencia deseada del 90 %, el número mínimo de sujetos necesarios sería 86 (13).
ANÁLISIS DE DATOS
El análisis estadístico se ha realizado con el programa estadístico SPSS, versión 24, licencia de la Universidad de Castilla-La Mancha. Desde la plataforma informática utilizada en la recogida de los datos necesarios para el presente estudio, las variables se ordenaron, codificaron y depuraron para poder ser analizadas. Se valoraron dos cuestionarios: el Mediterranean Diet Adherence Screener (MEDAS) y el cuestionario PREDIMED modificado. Las variables cualitativas se presentan como frecuencias absolutas y relativas. Las cuantitativas, como media y desviación estándar (DE). La relación entre las variables cualitativas se ha realizado mediante la prueba de la "ji" al cuadrado o el test exacto de Fisher en caso de que más del 20 % de las casillas tuviera una frecuencia esperada menor de 5. La comparación entre las medias de las variables cuantitativas, cuando tenían dos categorías, se realizó tanto para grupos independientes (prueba de la "t" de Student previa comprobación de la homogeneidad de las varianzas con la prueba de Levene, o prueba de la "U" de Mann-Whitney, si el comportamiento de la variable no fuera normal) como para grupos relacionados (t de Student apareada o prueba de Wilcoxon si no fuera normal el comportamiento de la variable). Cuando los grupos tenían más de dos categorías se utilizó el análisis de la varianza de una vía o la prueba no paramétrica de Kruskal-Wallis, si las condiciones de normalidad no se cumplían. En caso de obtener resultados significativos, para observar entre qué grupos se encuentran las diferencias significativas se aplicaría el contraste a posteriori de Bonferroni. Los participantes fueron seguidos durante 5 semanas. Para valorar los cambios ocurridos en aquellas personas que cumplimentaron la encuesta durante todo el estudio se utilizó el análisis de la varianza de medidas repetidas. Si estas variables no cumpliesen los criterios de normalidad y/o esfericidad, se aplicaría la prueba no paramétrica de Friedman. En caso de que fueran significativas, para saber entre qué medias se encuentran las diferencias, se aplicó la prueba de Bonferroni en el primer caso o la observación de las mismas variables en un gráfico de cajas, en el caso de aplicar la prueba de Friedman (14). La comparación durante el seguimiento entre variables dicotómicas se llevó a cabo con la prueba de McNemar. Cuando las categorías de las variables a comparar eran más de dos, con el test de McNemar-Bowker. Todo valor de p menor o igual a 0,05 se ha considerado significativo.
RESULTADOS
En el examen inicial cumplimentaron la encuesta 490 personas, de las que 324 eran mujeres (65,9 %) y 166 varones (33,7 %). La tabla I muestra las características socio-geográficas de los participantes, tanto de forma global como estratificadas por sexos.
Los datos se muestran como cantidad exacta (porcentaje). La comparación entre las proporciones se ha realizado con la prueba de la ji al cuadrado. n: número de participantes; p: nivel de significación. La zona norte comprende las siguientes comunidades autónomas: Galicia, Principado de Asturias, Cantabria, Euskadi/País Vasco, Comunidad Foral de Navarra y Aragón. La zona centro: Extremadura, Castilla y León, Comunidad de Madrid y Castilla-La Mancha. La zona del litoral mediterráneo: Cataluña, Comunidad Valenciana, Región de Murcia, Islas Baleares, Andalucía, Canarias y Ciudad Autónoma de Melilla. Se ha considerado significativo todo valor de p ≤ 0,05.
Puede observarse que, significativamente, la diplomatura o licenciatura es más frecuente entre las mujeres y los estudios primarios, los secundarios y la formación profesional o el doctorado lo son en los varones. En cuanto al tipo de convivencia en el domicilio, la mayor frecuencia la han presentado aquellas personas que han pasado el confinamiento con su pareja o con su pareja e hijos, sin encontrarse diferencias significativas entre mujeres y varones. En lo referente al origen geográfico de los participantes, la mayoría proceden de la costa mediterránea y del centro de España. Tampoco se ha encontrado en esta variable significación estadística entre mujeres y varones.
En la tabla II se exponen cada una de las cuestiones que componen la base del cálculo de la adherencia a la dieta mediterránea y que fueron contestadas afirmativamente.
Los datos se muestran como cantidad exacta (porcentaje). La comparación entre las proporciones se ha realizado con la prueba de la ji al cuadrado. n: número de participantes; p: nivel de significación; DM: dieta mediterránea; MEDAS: Mediterranean Diet Adherence Screener; PREDIMED: Prevención con dieta mediterránea. Se ha considerado significativo todo valor de p ≤ 0,05.
Apenas se observan diferencias significativas entre mujeres y hombres excepto en la ingesta de bebidas carbonatadas (más frecuente en las mujeres) y el consumo de vino, legumbres y sofrito, más frecuente en los varones, así como el consumo de aceite cuando la ingesta de este ha correspondido a 4 o más cucharadas al día. Cuando se ha valorado la distribución cualitativa de su consumo en tres niveles, la proporción de alta adherencia a la dieta mediterránea valorada por el cuestionario MEDAS puede considerarse elevada ya antes del confinamiento.
La tabla III muestra la edad, la estatura, el peso, el IMC y la adherencia a la dieta mediterránea que se obtuvieron en el cuestionario basal, tanto con el cuestionario MEDAS como con el PREDIMED modificado.
Los datos se muestran como media y desviación estándar (DE) excepto la obesidad, que se expone como frecuencia absoluta y porcentaje. La comparación entre las medias se ha realizado mediante la t de Student para grupos independientes, previa comprobación de la homogeneidad de las varianzas aplicando la prueba de Levene. La variable “obesidad” se ha comparado aplicando la prueba de la ji al cuadrado. p: nivel de significación; n: número de participantes; kg: kilogramos; cm: centímetros; IMC: índice de masa corporal; m: metros; MEDAS: Mediterranean Diet Adherence Screener; PREDIMED: Prevención con dieta mediterránea. Todo valor de p menor o igual a 0,05 se ha considerado significativo.
Significativamente, los varones tienen más edad y mayor IMC, alcanzando como promedio el sobrepeso de grado I, mientras que las mujeres, por término medio, presentan normopeso, es decir, un IMC saludable y ajustado a las recomendaciones actuales de salud. Clasificando el IMC en normopeso, sobrepeso y obesidad, las mujeres presentan significativamente menos sobrepeso y obesidad que los varones. En cuanto a la adherencia a la dieta mediterránea, tanto en el cuestionario MEDAS como en el PREDIMED modificado, las mujeres y los varones consiguen una buena adherencia, mayor en el caso de los varones, alcanzando en ambos casos diferencias estadísticamente significativas.
La relación entre el grado de obesidad y las puntuaciones obtenidas en la adherencia a la dieta mediterránea se exponen en la tabla IV.
Los datos se exponen como media y desviación estándar (DE). La comparación entre las medias se ha realizado con la prueba no paramétrica de Kruskal-Wallis. n: número de participantes; p: nivel de significación; MEDAS: Mediterranean Diet Adherence Screener; PREDIMED: Prevención con dieta mediterránea. Todo valor de p menor o igual a 0,05 se ha considerado significativo.
En todos los casos, tanto en el conjunto de la muestra como en cada género, puede observarse cómo la puntuación obtenida en la adherencia a la dieta mediterránea disminuye conforme aumenta el peso, relación que resulta significativa en las mujeres pero no en los varones. Para el total de la muestra solo ha sido significativa en el cuestionario MEDAS. Es decir, cuanto más baja ha sido la adherencia a la DM, mayor sobrepeso y obesidad se han registrado, especialmente entre las mujeres. Para saber entre qué grupos residieron las diferencias significativas, se precisa mostrar los diagramas de cajas de estas variables, como se expone en la figura 1.
Puede observarse cómo la distribución del valor de la mediana es muy similar entre el normopeso y el sobrepeso, si bien la caja del sobrepeso se encuentra más descendida que la del normopeso. En el caso de la caja correspondiente a la obesidad se observa claramente cómo han descendido tanto la caja como el valor de la mediana. Por tanto, podría decirse que las diferencias significativas encontradas con la prueba de Kruskal-Wallis corresponderían a las halladas entre el normopeso y la obesidad por un lado, y entre el sobrepeso y la obesidad por el otro (Fig. 1 A, B y C).
En la siguiente tabla, la tabla V, se presentan los resultados cuando se ha tenido en cuenta el nivel de estudios.
Los datos se exponen como media y desviación estándar (DE). La comparación entre las medias se ha realizado mediante el análisis de la varianza de una vía. aDiferencias significativas entre los grupos de estudios primarios, secundarios y FP y de doctorado, tanto en el MEDAS total (p = 0,006) como en el PREDIMED modificado (p = 0,021) y en el MEDAS de las mujeres (p = 0,045); bSignificativo entre diplomatura o licenciatura y doctorado (p = 0,05). La comparación de las medias a posteriori se ha calculado con la prueba de Bonferroni. n: número de participantes; p: nivel de significación; MEDAS: Mediterranean Diet Adherence Screener; PREDIMED: Prevención con dieta mediterránea. Todo valor de p menor o igual a 0,05 se ha considerado significativo.
En el conjunto de la muestra se han apreciado diferencias significativas tanto en la variable MEDAS como en el PREDIMED modificado, alcanzándose una mayor adherencia entre los participantes que refirieron tener el doctorado. El mismo hallazgo tiene lugar en las mujeres (solo en el grupo MEDAS), pero no así en los varones.
Al valorar la agrupación geográfica de las diferentes comunidades autónomas en norte, centro y litoral mediterráneo, no se han encontrado diferencias significativas en las puntuaciones que valoran la adhesión a la dieta mediterránea, ni en las obtenidas por el sistema MEDAS (p = 0,859), ni en las del PREDIMED modificado (p = 0,685), y tampoco en las mujeres (MEDAS: p = 0,503; PREDIMED modificado: p = 0,265) ni en los varones (MEDAS: p = 0,780; PREDIMED modificado: p = 0,813).
Los valores medios obtenidos en el IMC y en la adherencia a la dieta mediterránea durante el período de confinamiento pueden observarse en la tabla VI.
Los datos se muestran como media y desviación estándar (DE). IMC: índice de masa corporal; n: número de participantes; S: semana; p: nivel de significación; MEDAS: Mediterranean Diet Adherence Screener; PREDIMED: Prevención con dieta mediterránea. La comparación entre las medias se ha realizado mediante la prueba de Friedman. Todo valor de p menor o igual a 0,05 se ha considerado significativo.
Para una mejor comprensión de la evolución de los valores medios totales, estos se presentan en la figura 2 A y B.
En ambos casos se observan cambios significativos en el conjunto de las medias. El gráfico A muestra cómo, sobre una nota de buena adherencia a la dieta mediterránea, la puntuación mejora aun más durante el confinamiento, debiéndose estos cambios a los observados en las mujeres, como se ha expuesto en la tabla VI. En el caso del IMC se han encontrado cambios significativos, aunque pequeños, durante su evolución. Al tratarse de una prueba no paramétrica, la determinación de entre qué grupos podrían encontrarse las diferencias la aporta la observación gráfica del diagrama de cajas (14). Igualmente, los cambios observados en conjunto corresponden a los que han referido las mujeres.
En la figura 3, en los diagramas de cajas A y B puede observarse cómo el tamaño de la caja y el valor de la mediana aumentan conforme avanza el confinamiento, especialmente en la figura 3 A. La figura 3 C presenta cajas muy similares durante la evolución, excepto un aumento del IMC en la 3ª semana.
La figura 4 muestra la clasificación de la adherencia a la dieta mediterránea durante el seguimiento entre los participantes que cumplimentaron las encuestas solicitadas.
Puede apreciarse cómo, con el paso de las semanas, la adherencia ya alta va incrementándose en detrimento de la clasificación baja y moderada. Solo se ha encontrado significación estadística (prueba de McNemar-Bowker) en los cambios ocurridos entre la 2ª semana y la 5ª semana (p = 0,033).
Asimismo, creemos que tiene interés presentar la evolución de la buena adherencia en los participantes que cumplimentaron todas las encuestas durante el confinamiento (n = 87), tanto en el total de la muestra como en la diferenciada por sexos. La figura 5 expone estos datos.
En el total del grupo de participantes, la buena adherencia se mantuvo similar hasta la 3ª semana, incrementándose en la 4ª y la 5ª semanas, indicando una evolución favorable de la buena adherencia al final del confinamiento, si bien no se obtuvo en conjunto ningún resultado significativo en ninguna comparación (prueba de McNemar). Al estratificar por sexos, la adherencia de los varones (n = 36) no obtuvo cambios significativos, manteniendo una evolución descendente al principio y estable al final, al contrario de lo sucedido entre las mujeres (n = 51), cuya buena adherencia fue aumentando con el confinamiento (excepto en la 3ª semana), alcanzando la significación estadística las siguientes comparaciones: inicial-4ª semana (p = 0,011); inicial-5ª semana (p = 0,011) y entre la 3ª y la 4ª semanas (p = 0,039).
DISCUSIÓN
Nuestro estudio muestra que, durante el confinamiento, la población no solo mantuvo su adherencia al patrón de DMed sino que hubo una tendencia a la mejoría de este patrón, especialmente en la población femenina.
La adherencia a la DMed, medida por el MEDAS de 14 puntos, aumentó de 10,03 a 10,47 puntos desde el inicio hasta el final del confinamiento, sin disminuir, aunque lo fue ligeramente, pasadas las tres primeras semanas, como encontró el estudio de Pérez Rodrigo (15). La adherencia a la DMed medida por el PREDIMED modificado paso de 9,26 a 9,89 puntos al final del confinamiento.
Hemos utilizado una modificación del test PREDIMED, que consiste en no incluir la pregunta sobre consumo de vino (¿Bebe 7 o más vasos de vino por semana?) para que esta pregunta no pudiera servir de inductor de consumo, si bien hay que reconocer que este proceder ocasionó un debate intenso entre el equipo investigador. La situación de emergencia que estamos viviendo nos obligaba a todos a modificar nuestros hábitos y rutinas, con el consiguiente impacto emocional, y ello puede provocar un aumento del consumo de alcohol y otras drogas. Si bien el impacto del confinamiento tiene características diferentes entre la población general y la población con trastorno por uso de sustancias, el consumo de alcohol y otras drogas es habitual que aumente entre la población general durante las situaciones de crisis, como la que actualmente estamos viviendo por culpa de la COVID-19. El inicio o aumento del consumo de alcohol y otras drogas durante esta etapa crítica no solo puede desencadenar un consumo problemático de sustancias o adicción a medio y largo plazo, sino que afecta al sistema inmunitario, como ocurre con la neuroadaptación que se produce en los bebedores crónicos, que hace que tengan mucha mayor facilidad para presentar deseo intenso (craving) de ingerir alcohol frente a las situaciones de estrés, como la que supuso el confinamiento (16). Con base en estas reflexiones se decidió retira del test esta pregunta, manteniéndola en el test MEDAS pues, en este, la pregunta hace referencia a una menor cantidad de vino.
En relación con ello, hay que comentar que, recientemente, los medios de comunicación han informado de que se ha incrementado considerablemente la compra de alcohol, especialmente de cerveza y también de vino. Este aumento del consumo puede ser debido a que muchas personas utilizan el alcohol con el objetivo de relajarse y entretenerse mientras están en casa. Al mismo tiempo, en épocas de crisis, también crece el consumo de alcohol entre las personas que tienen menos posibilidades de adquirir las drogas que consumen habitualmente, por lo que utilizan el alcohol para sustituir o paliar las dificultades que eso les comporta (17,18).
Nuestro estudio muestra que el grado de adherencia a la DMed en la primera parte del confinamiento ha sido elevado, mostrando una puntuación de 10,03 puntos en el test de MEDAS y de 9,3 en el PREDIMED modificado, siendo superior al evidenciado en otros estudios: así, en el estudio transversal de Léon-Muñoz (19), que incluyó a 11.742 adultos representativos de la población española, la puntuación MEDAS fue de 6,34 ± 0,03. Estos resultados fueron similares a los obtenidos por Santi-Cano (20) en una población de 275 adultos jóvenes universitarios (6,2 ± 1,8 puntos).
Rodríguez Pérez (21) observó en la población general una adherencia media a la DMed antes del brote, siendo la puntuación MEDAS media de 6,53 ± 2.
En el estudio PREDIMED (22), en una población con alto riesgo cardiovascular, se apreció una mayor adherencia, con una puntuación de 8,7 ± 2,0, si bien debe tenerse en cuenta que esta era una población de alto riesgo cardiovascular.
Por el contrario, en el estudio de Salvatore (23) sobre adherencia a la dieta mediterránea, al comparar pacientes con cáncer de cabeza y cuello con una población sana, la población sana presentó resultados muy semejantes a los nuestros, pues la media de puntuación en el cuestionario MEDAS de los controles fue de 9,30 ± 1,85 puntos (mediana, 10).
En concreto, en nuestro estudio, un 77 % de la población estudiada presenta una alta adherencia a la dieta mediterránea, frente a una adherencia moderada el 22,4 % y baja el 5 %. Y estas cifras son muy cercanas a las del estudio referido de Salvatore, en donde el 85 % de los controles mostró una adherencia media-alta a la DMed (≥ 8 puntos).
Al estratificar por sexos, la adherencia de los varones (n = 36) no obtuvo cambios significativos, manteniendo una evolución descendente al principio, estable al final, lo contrario de lo sucedido entre las mujeres (n = 51), cuya buena adherencia fue aumentando con el confinamiento (excepto en la 3ª semana), alcanzando la significación estadística en las siguientes comparaciones: inicial-4ª semana (p = 0,011); inicial-5ª semana (p = 0,011) y entre la 3ª y la 4ª semana (p = 0,039).
Apenas se observan diferencias significativas entre mujeres y hombres excepto en la ingesta de bebidas carbonatadas (más frecuente en las mujeres) y el consumo de vino, legumbres y sofrito, más frecuente en los varones, así como el consumo de aceite cuando la ingesta de este ha correspondido a 4 o más cucharadas al día. Cuando se ha valorado la distribución cualitativa de su consumo en tres niveles, la proporción de alta adherencia a la dieta mediterránea valorada por el cuestionario MEDAS puede considerarse elevada ya antes del confinamiento.
Al concluir el período de confinamiento, sobre una buena adherencia inicial, aún ha mejorado la puntuación de esta en ambos cuestionarios, sin observarse cambios en la composición corporal valorada por el IMC, excepto en las mujeres (p < 0,001), con un discreto aumento de dicho parámetro, pero manteniendo en promedio los valores saludables aconsejados por las guías. Igualmente puede apreciarse cómo los cambios observados en el conjunto de la muestra lo son a expensas de las mujeres. Los resultados coinciden con los previamente publicados por Sanchez Villegas (24) sobre los determinantes de una mayor adherencia al patrón de DMed, en cuanto a que las mujeres cumplieron más que los hombres con la regresión del coeficiente (b) = 4,1; intervalo de confianza (IC) del 95 % = 3,2 a 4,9).
En el estudio de intervención PREDIMED-PLUS (25) se evidenció que una mayor adhesión al patrón de la dieta mediterránea se asociaba significativamente con niveles más bajos de triglicéridos, índice de masa corporal y perímetro abdominal. Comparado con una baja adhesión (≤ 7 puntos en el score de 17 puntos del PREDIMED PLUS), una mejor adhesión a la DMed (11-17 puntos) mostró asociaciones inversas con la hipertensión (razón de prevalencia = 0,97; IC 95 %: 0,94-1,00) y la obesidad (razón de prevalencia = 0,96; IC 95 %: 0,92-1,00). Este estudio (25) también evidenció una relación inversa con la adherencia al estilo de vida en los pacientes adultos con sobrepeso u obesidad que deseaban disminuir su peso corporal (25). Los patrones dietéticos de alta calidad como la dieta mediterránea han mostrado un mayor aporte de micronutrientes con actividad inflamatoria, lo que puede contribuir a la mejora de la obesidad y el síndrome metabólico (25).
Nuestro estudio muestra cambios en el IMC, sobre todo debidos a lo observado en las mujeres, apreciándose cambios significativos, aunque pequeños, durante su evolución. En todos los casos, tanto en el conjunto de la muestra como en cada género, puede observarse cómo la puntuación obtenida en la adherencia a la dieta mediterránea disminuye conforme aumenta el peso. Esta es una relación que ha sido significativa en las mujeres, pero no en los varones. En el total de la muestra solo ha sido significativa en el cuestionario MEDAS. Es decir, cuanto más baja ha sido la adherencia a la DMed, mayor sobrepeso y obesidad se han registrado, especialmente entre las mujeres. Diversos estudios han sugerido que el patrón dietético tradicional mediterráneo está inversamente asociado con el IMC y la obesidad (26). En el estudio de Schröeder y Marrugat (27), con 4359 sujetos adultos de la provincia de Gerona, seguidos a lo largo de un año, la adherencia a la dieta mediterránea, evaluada por los cuartiles de puntaje, tendió a estar asociada con una menor prevalencia de la obesidad en ambos géneros; ahora bien, esta asociación fue significativa en las mujeres pero no en los hombres.
La agrupación geográfica de las diferentes comunidades autónomas en norte, centro y litoral mediterráneo no ha encontrado diferencias significativas en las puntuaciones que valoran la adhesión a la dieta mediterránea, tanto las obtenidas por el sistema MEDAS (p = 0,859) como las obtenidas por el PREDIMED modificado (p = 0,685), y tanto en las mujeres (MEDAS: p = 0,503; PREDIMED modificado: p = 0,265) como en los varones (MEDAS: p = 0,780; PREDIMED modificado: p = 0,813).
Este estudio refleja un mantenimiento e incluso mejora de la adherencia a la dieta mediterranea de la población española estudiada, lo que conlleva un mantenimiento e incluso una reducción o una menor ganancia de adiposidad central en comparación con una dieta de control. Estos resultados respaldan los consejos que no restringen la ingesta de grasas saludables para el mantenimiento del peso corporal y, en consecuencia, la mejora del riesgo cardiovascular de los pacientes encuestados. Se proporciona una visión inmediata del impacto del confinamiento en los hábitos alimentarios individuales, de gran interés para análisis posteriores y para la planificación estratégica ante posibles situaciones críticas que puedan producirse en un futuro más o menos cercano.