INTRODUCCIÓN
Se necesitan 18 años para que un niño se convierta en un adulto. Cada periodo del desarrollo requerirá un apoyo nutricional específico para que el niño alcance todo su potencial. Un aporte de micronutrientes que no cubra las necesidades de las fases más tempranas del crecimiento puede condicionar el futuro estado cognitivo y la salud del individuo. Los profesionales y las instituciones sanitarias han implementado protocolos y políticas sanitarias nutricionales en la promoción de la salud y del desarrollo. Sin embargo, estas políticas no suelen extenderse a la edad preescolar, una etapa de importantes cambios y de un desarrollo muy dinámico. Es necesario conocer las necesidades nutricionales, las posibles carencias y la información de las principales guías nutricionales en este periodo de la vida.
OBJETIVOS
El presente trabajo busca hacer una revisión de la información disponible acerca de las necesidades nutricionales a lo largo del proceso del desarrollo humano, haciendo hincapié en los principales micronutrientes, su rol en el desarrollo y qué nos dice la evidencia sobre cuáles son los efectos de su carencia.
EL CRECIMIENTO Y EL DESARROLLO CORPORAL
Los primeros años de vida son una etapa crucial en el desarrollo de los huesos. La osificación primaria o formación del hueso comienza antes del nacimiento y continúa después, cuando el cartílago es reemplazado por hueso (1). Después del nacimiento, los vasos sanguíneos comienzan a infiltrarse en los huesos y comienza la osificación secundaria. Por lo tanto, la cantidad de cartílago disminuye aún más, al tiempo que aumenta la cantidad de hueso (1). Los huesos también se ensanchan y se alargan durante este tiempo, lo que a su vez aumenta el peso del infante (1). El crecimiento y la osificación de los huesos dan la estabilidad estructural necesaria y están estrechamente relacionados con el desarrollo funcional.
La tabla I muestra los principales micronutrientes específicos durante los primeros años de vida.
LA MADURACIÓN DEL CEREBRO Y DE LA VISIÓN
Los dos primeros años de vida son un periodo de notable crecimiento y de desarrollo del cerebro (6). El número de conexiones neuronales aumenta a través de la formación de sinapsis y existe en esta etapa un alto requerimiento de micronutrientes (6). El crecimiento del cerebro continuará desarrollándose hasta la adolescencia (7).
La mielinización, crucial para la transmisión de las señales nerviosas a través de las neuronas, tiene lugar en este periodo (8). Las vainas de mielina se componen de proteínas y de grandes cantidades de lípidos, incluida la fosfatidilcolina (9).
La mielinización adecuada es de suma importancia para que los axones funcionen correctamente y permitan la comunicación entre las neuronas (10) (Tabla II).
DESARROLLO DEL MICROBIOMA INTESTINAL Y DEL SISTEMA INMUNITARIO
El sistema inmunitario y los microorganismos intestinales se influyen mutuamente (16).
La exposición del infante a microorganismos del intestino ayuda a desarrollar diferentes partes del sistema inmunológico (17): la función del sistema inmunitario no es solo reconocer y eliminar los posibles patógenos o sustancias extrañas, sino también aceptar sustancias extrañas para que se toleren bien, de lo contrario, aparecerán las intolerancias y las alergias (cada vez más frecuentes en los países industrializados). El sistema inmunitario también desarrolla diferentes tipos de barreras, como barreras mecánicas o microbiológicas, pertenecientes a la defensa innata del sistema inmunitario (17).
Para desarrollar un intestino sano y un sistema inmunitario fuerte, el infante necesita nutrientes y puede beneficiarse de los probióticos, prebióticos y simbióticos, que le ayudarán a mantener el microbioma diverso y poblado de microorganismos beneficiosos. Durante la niñez y la adolescencia hay un mayor contacto con patógenos, de manera que los niños contraen infecciones con más frecuencia que los adultos (18). Los micronutrientes apoyan el sistema inmunológico antes y durante la enfermedad, así como en el periodo de recuperación posterior (19).
COMPLEMENTACIÓN NUTRICIONAL: RECOMENDACIONES
Es fundamental el aporte adecuado de micronutrientes. La infancia es una etapa primordial, por lo que, en aquellas situaciones en las que no esté asegurada la ingesta mínima de micronutrientes, la complementación estará indicada:
– La OMS y la AAP recomiendan la complementación con la administración de complementos de vitamina D en la lactancia materna a partir del primer mes de vida para prevenir el raquitismo (2).
– La OMS recomienda la administración de complementos de vitamina A para corregir su deficiencia, a fin de reducir la morbilidad y la mortalidad infantil, prevenir la ceguera nocturna en niños y prevenir el sarampión (23).
– Se recomienda la complementación con zinc en áreas con índices elevados de niños con retraso en el crecimiento para prevenir dicho retraso y favorecer el crecimiento lineal (postura erguida y crecimiento erguido) (21).
– La OMS reconoce la importancia de las vitaminas B12 y B1 para el correcto funcionamiento del SNC, del yodo en la prevención del retraso psicomotor y del hierro para evitar la discapacidad intelectual prevenible.
– La colina es un ingrediente recomendado en las fórmulas infantiles que aporta ácidos grasos de cadena larga, necesarios para la construcción y el funcionamiento de las células y, por lo tanto, se recomienda en el Codex Alimentarius (24).
– Una revisión sistemática ha evaluado el impacto de las intervenciones nutricionales en los niños en edad preescolar y ha concluido que la complementación con hierro y múltiples micronutrientes produce mejoras en las capacidades cognitivas de niños en edad preescolar desnutridos (25).
– Se ha puesto de manifiesto el efecto sinérgico de la complementación de diferentes micronutrientes en diversos procesos metabólicos y en el desarrollo físico y cognitivo (26,27).
– La eficacia de los complementos con micronutrientes ha demostrado que puede contribuir a reforzar las defensas, favorecer el aumento del peso y de la talla y mejorar la coordinación de las habilidades motoras y de la capacidad cognitiva (28 -30).
CONCLUSIONES
La infancia es un periodo crítico en el que se sientan las bases del bienestar futuro. Un buen estado nutricional durante la niñez y la adolescencia es vital para el normal crecimiento y desarrollo (19 ,31 -34).
Se requieren distintos nutrientes y micronutrientes para los diferentes procesos del desarrollo del bebé, incluyendo vitamina D y calcio para el desarrollo óseo (4) y DHA y colina para el desarrollo del cerebro (5), así como hierro, zinc, vitaminas A, D y B12 y folato, que cumplen diferentes roles importantes y cuyas carencias pueden conducir a graves trastornos de salud (2,11,21,35).
Estudios en poblaciones pediátricas españolas señalan una carencia de micronutrientes (especialmente de vitaminas D [36] y E [36], folatos [36], calcio [36,37] y magnesio [37]) en la dieta de más de la mitad de los niños (36,37). Esas carencias pueden llevar a situaciones de riesgo de padecer deficiencias de vitaminas y minerales (38-40). Una complementación adecuada puede proporcionar nutrientes durante periodos de mayor esfuerzo físico y mental, enfermedades y cuando la ingesta dietética no es óptima (25).