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Anales de Psicología

versão On-line ISSN 1695-2294versão impressa ISSN 0212-9728

Anal. Psicol. vol.32 no.3 Murcia Out. 2016

https://dx.doi.org/10.6018/analesps.32.3.221691 

 

 

Disposición al riesgo en la actividad sexual de adolescentes: El rol de los modelos internos de apego, de las relaciones de apego con padres e iguales y de las dificultades de regulación emocional

Dispositional risk-taking in sexual activity in adolescents: the role of internal models of attachment, attachment relationships with parents and peers and difficulties in emotional regulation

 

 

Javier Gómez-Zapiain1, María-José Ortiz2 y Amaia Eceiza2

1 Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos. Universidad del País Vasco. (España).
2 Departamento de Procesos Básicos y su Desarrollo. Universidad del País Vasco. (España).

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

El objetivo de este estudio es analizar la relación existente entre la disposición al riesgo en las relaciones sexuales en personas adolescentes y variables afectivo-emocionales tales como el apego a la madre, al padre, a los iguales, los estilos de apego y las dificultades de regulación emocional. Han participado 1911 adolescentes escolarizados, de ambos sexos, entre 15 y 20 años. Los resultados indican que la seguridad del apego se relaciona inversamente con la disposición al riesgo en las relaciones sexuales, mientras que las dificultades de regulación muestran una asociación positiva, con diferencias entre sujetos sexualmente activos y no activos. Se han hallado diferencias por género, y por categorías de apego, así como entre las personas sexualmente activas y no activas.

Palabras clave: Apego, adolescencia, comportamiento sexual, regulación emocional, conductas de riesgo.


ABSTRACT

The aim of this study is to analyze the relationship between risktaking in sexual relationships and affective-emotional variables such as attachment to mother, father, peers, attachment styles and difficulties in emotional regulation capacity in adolescence. 1911 adolescent students of both sexes between 15 and 20 years of age participated. Results indicate that attachment security is inversely related to risk-taking in sexual relationships. Less risk-taking is associated with attachment to mother and peers in sexually inactive adolescents while in the sexually active with the capacity for emotional regulation. Differences were found in gender and attachment styles and among sexually active and inactive adolescents.

Key words: Attachment, adolescence, sexual behavior, emotional regulation, risk-taking behaviors.


 

Introducción

En el inicio de la adolescencia se producen transformaciones en el desarrollo afectivo-sexual de gran relevancia como son, entre otras: los cambios biológicos puberales, la aparición del erotismo puberal, las nuevas capacidades cognitivas, o la evolución y transformación de los modelos internos de apego que regulan las relaciones interpersonales. El marco teórico del apego indica que la interacción de los sistemas de conducta entre el niño/a y su figura de apego genera un conjunto de representaciones mentales que constituyen los modelos internos, los cuales incluyen el modelo de sí mismo y el modelo de los demás (Bowlby, 1969). Como indicaron Bartholomew y Horowitz (1991) el modelo de sí mismo hace referencia a la integración y seguridad del yo en términos de autoestima, y el modelo de los demás en términos de confianza en las personas. Estos dos modelos se operacionalizan en dos dimensiones empíricas como son la ansiedad y la evitación. La combinación de ambas permite valorar en primer lugar la seguridad (niveles bajos en ansiedad y evitación) y la inseguridad (niveles altos en ansiedad y/o evitación). La combinación de ambas variables permite establecer los estilos de apego (seguro, ansioso, evitativo y miedoso)

De acuerdo con Bowlby (1973), los modelos internos generan expectativas ante las relaciones interpersonales, particularmente las íntimas, respecto a la posibilidad de pérdida o rechazo. Ante ello, las personas inseguras activarían estrategias secundarias de modo que las personas que tienden a la ansiedad hiperactivarían el sistema de apego, mientras que las personas evitativas se defenderían desactivándolo. Estas estrategias defensivas podrían explicar modos disfuncionales de afrontar las relaciones interpersonales íntimas, incluyendo en ellas las relaciones sexuales (Bowlby, 1969).

Como el propio Bowlby indicó, el deseo sexual y la vinculación afectiva proceden de sistemas adaptativos diferentes, pero interactúan de modo que el deseo erótico impulsa al individuo al contacto físico con otra persona en un espacio de proximidad psicológica. La intimidad que se deriva de ello activa los modelos internos de apego que, a su vez, median en la experiencia sexual (Hazan y Zeifman, 1994). La distorsión en la percepción del riesgo asociado al comportamiento sexual, podría ser una consecuencia de estas dificultades relacionadas con los estilos de apego.

La interacción entre el comportamiento sexual y los modelos internos de apego ha sido estudiada por diversas investigaciones las cuales han encontrado que la seguridad del apego se relaciona con comportamientos sexuales protegidos (Paulk y Zayac, 2013). O'Beirne (1999) halló en una muestra de adolescentes que los seguros se iniciaron en la actividad sexual más tardíamente que los inseguros. Moore (1997) encontró que las personas que habían tenido menos parejas y que habían utilizado los métodos anticonceptivos con mayor consistencia pertenecían al grupo de seguros. En este sentido, algunos estudios han encontrado que los adolescentes evitativos tiendían a mantener relaciones sexuales como modo de afirmación ante los iguales, mientras que los ansioso-ambivalentes indicaban que la motivación sexual surgió como modo de asegurar la intimidad emocional y afianzar el sentimiento de amor (Tracy, Shaver, Albino y Cooper, 2003).

Estos datos indicarían que las personas ansiosas pueden verse impulsadas hacia las relaciones sexuales, no tanto por el interés en la experiencia sexual en sí misma, sino como vía para poder satisfacer necesidades de relación y aceptación, mientras que las evitativas buscarían relaciones sexuales desvinculadas emocionalmente, cuya finalidad podría ser la autoafirmación, llegando a ser más promiscuas y pudiendo distorsionar la percepción de los riesgos inherentes a la actividad sexual (Allen et al., 2003; Kershaw et al., 2007; Schachner y Shaver, 2004; Tracy et al., 2003).

Por lo que respecta a la exposición a riesgos durante la adolescencia, las aportaciones procedentes de la neurosociología proponen que el incremento de las conductas de riesgo puede ser consecuencia de los cambios que se producen en lo que Steinberg denomina el sistema cerebral socio-emocional. Los cambios del patrón de actividad dopaminérgica en el inicio de la pubertad impulsan a los adolescentes a incrementar la búsqueda de experiencias gratificantes a través de nuevas sensaciones que implican riesgos tales como la ingesta de sustancias, la conducción temeraria, o los comportamientos sexuales no protegidos (Leijenhorst y Crone, 2010; Oliva, 2007; Steinberg, 2008), conductas que aumentan en presencia de iguales (Chein, Albert, O'Brien, Uckert y Steinberg, 2011). Paralelamente, entre los cambios neuroendocrinos puberales se produce un aumento de la sensibilidad de los receptores de oxitocina, hormona ligada al establecimiento de vínculos sociales (Insel y Fernald, 2004) que promueve una gran sensibilidad a la recompensa social. Este proceso evolutivo, que podría considerarse un período de mayor vulnerabilidad respecto a la asunción de riesgos, incluidos los relacionados con el comportamiento sexual, podría ser modulado por las relaciones de apego. A lo largo de la adolescencia se produce paulatinamente un desplazamiento de las funciones de las figuras de apego principales a los iguales (Cassidy, Kirsh, Scolton y Parke, 1996; Delgado, Oliva y Sánchez-Queija et al., 2011). Ello significaría que la búsqueda de nuevas sensaciones y la asunción de riesgos, coinciden con el desarrollo de nuevas bases de seguridad en los amigos como figuras de apego (Fuertes, Martínez y Hernández, 2001; Kobak y Sceery, 1988; López, 2006), organizándose jerárquicamente junto a las figuras de apego familiares (Cooper, Shaver y Collins, 1998; Rosenthal y Kobac, 2010). El incremento de los receptores de la oxitocina podría explicar la tendencia a la afiliación con los iguales y la gran sensibilidad a la gratificación social que proviene de los amigos. Por tanto, la tendencia a asumir riesgos, junto con la gran necesidad del refuerzo social de los iguales, permite hipotetizar que la seguridad del apego puede constituir un factor de protección de gran relevancia en las conductas sexuales. Si los adolescentes se sienten seguros y aceptados por sus iguales y respaldados por figuras de apego significativas mostrarán mayor propensión a comportamientos saludables. En este sentido, Markham et al. (2010) en un reciente metaanálisis encontraron que la mayor parte de las investigaciones confirman que la vinculación con la familia, la comunicación con los padres sobre temas sexuales, el control parental y la comunicación con los iguales se relacionan inversamente con los comportamientos sexuales de riesgo.

Otro factor a considerar en la disposición a las conductas de riesgo es la dificultad de regulación emocional. La regulación emocional se puede definir como un conjunto de disposiciones, conductas, habilidades y estrategias (conscientes o inconscientes), que permiten disminuir, elevar o mantener la intensidad y la duración de la experiencia y de la expresión emocional, con objeto de lograr determinados objetivos (Calkins y Hill, 2007; Thompson y Meyer, 2007). La literatura sobre el tema revela que las dificultades para regular las emociones en la adolescencia se han asociado con conductas de riesgo en general, como el mayor consumo de alcohol, drogas o tabaco (Broderick y Jennigs, 2012; Cooper, Wood, Orcutt y Albino, 2003; Laurent, Catanzaro y Callan, 1997; Magar, Fhillps y Hosie, 2008; Silk, Steinberg y Morris, 2003) y con comportamientos de riesgo en el ámbito de las relaciones sexuales (Brown et al., 1012; Hessler y Katz, 2010; Houck et al., 2014; Rafaelli y Crockett, 2003). En el estudio de Hessler (2008), las dificultades en la conciencia de las emociones y en la regulación de las mismas durante la infancia se asociaron con mayor frecuencia de conductas sexuales y con mayor número de parejas en la adolescencia.

Considerando lo hasta aquí expuesto, la presente investigación plantea los siguientes objetivos: a) estudiar los modelos internos de los adolescentes en relación con la disposición al riesgo en el comportamiento sexual, b) estudiar el rol del apego hacia los iguales, la madre y el padre respecto a la disposición al riesgo en el comportamiento sexual, c) estudiar la relación entre las dificultades de regulación emocional y la disposición al riesgo y d) estudiar las diferencias entre los grupos con y sin actividad sexual, así como las diferencias de género. Las hipótesis planteadas fueron las siguientes: a) se espera que las personas seguras muestren una menor disposición al riesgo, b) se espera que las personas con una mejor relación de apego con los padres muestren una menor disposición al riesgo, c) se espera que las personas con una mejor relación de apego con los iguales muestren menor disposición al riesgo, d) se espera una asociación significativa entre la disposición al riego y las dificultades de regulación emocional.

 

Método

Participantes

La muestra se compone por un total de 1917 sujetos (54.5% varones, 45.2% mujeres) escolarizados en centros públicos y privados. La edad media de la muestra se sitúa en 16.6 años, siendo la desviación típica 1.52. El 55.6% tiene entre 15 y 16 años (4o ESO), el 33.5 % tienen entre 16 y 18 años (Bachillerato y ciclos formativos) y el 11% superan los 18 años, no sobrepasando los 20 (Ciclos formativos).

Instrumentos

"Cuestionario de valoración del comportamiento sexual" (Gomez-Zapiain, 2005). Incluye la adaptación de la escala de Shofield (1977) que mide el nivel de experiencia sexual en la actualidad, además valora los comportamientos de protección como el uso del preservativo, métodos anticonceptivos y contracepción de emergencia.

"Attachment Style Questionnaire" ASQ (Feeney, Noller y Hanrahan, 1994), escala compuesta por 40 items que incluye una escala de Ansiedad (e.g.: Creo que los demás evitan tener el grado de unión que yo quisiera) y otra de Evitación (e.g.: Me preocupa que la gente llegue a intimar demasiado conmigo). El coeficiente alfa de Cronbach para la escala de Evitación fue de .75, y para la de Ansiedad de .74.

"Inventory on Parent and Peer Attachments" IPPA (Armsden y Greenberg, 2009). Esta escala está compuesta por 25 items que analizan la relación de apego con la madre, con el padre y con los iguales. Incluye tres dimensiones: a) Confianza (e.g.: Mi madre me acepta como soy), b) Comunicación (e.g.: Mi madre me ayuda a comprenderme mejor a mí mismo), c) Alienación (e.g.: Si hablo de mis problemas con mi madre me siento avergonzado o ridículo). El coeficiente alfa de Cronbach fue de .95

Para evaluar la disposición el riesgo, se utilizó la "Escala de disposición a riesgos asociados al comportamiento sexual" (Gómez-Zapiain, 2005). Está compuesta por dieciocho ítems (e.g.: Si me viese involucrado/ a en una relación sexual esporádica, y no tuviera un preservativo, continuaría hasta llegar al coito). El coeficiente alfa de Cronbach fue de .81.

"Difficulties in emotion regulation" (Gratz y Roemer, 2004), adaptada para adolescentes por Newman, Van Lier, Gratz y Koot (2010). Incluye 36 tems (e.g.: Cuando estoy emocionalmente afectado pierdo el control de mi conducta). El coeficiente alfa de Cronbach fue de .84.

Procedimiento

Para la selección de los centros escolares se realizó un muestreo estratificado y proporcional de los centros de E.S.O. y Bachillerato en relación con la población escolarizada en los niveles seleccionados en el País Vasco. Las proporciones muestrales obtenidas tanto en el tipo de centro (público, privado, concertado), como en su localización (urbana, rural), así como las proporciones por sexo y edad se aproximaron notablemente a los datos ofrecidos por el Instituto Vasco de Estadística EUSTAT (2013). El cuestionario se aplicó a los grupos naturales de los centros, eligiéndose al azar, tal y como se estableció en el plan muestral. La aplicación de los instrumentos se efectuó en el propio centro, en horario lectivo, por profesionales externos al centro. Previamente se había solicitado la autorización parental. El alumnado cuyas familias no autorizaron su participación fue invitado a realizar otras actividades escolares durante la pasación del cuestionario. El porcentaje de alumnado que no participó por denegación de autorización parental supuso el 3.2% de sujetos de los grupos establecidos.

Análisis estadístico

En relación con la actividad sexual, los sujetos fueron agrupados en función del nivel de experiencia sexual en la actualidad, utilizando el criterio de Schofield (1977), que clasifica el comportamiento sexual de los jóvenes originalmente en cinco niveles. En la presente investigación han sido reducidos a cuatro: Nivel 1 (ninguna experiencia sexual), Nivel 2 (besos, caricias, abrazos, siempre por encima de la ropa), Nivel 3 (intimidades sexuales sin la experiencia del coito), Nivel 4 (relaciones sexuales que incluyen el coito). Como es obvio, la consideración de la experiencia del coito estriba en su importancia para valorar los riesgos asociados a él, como son los embarazos no deseados o las infecciones de transmisión sexual. Los resultados se hallan en la Tabla 1.

 

 

Respecto a la actividad sexual y con el fin de poder realizar las comparaciones oportunas entre los grupos de adolescentes "con" y "sin actividad sexual" se crearon dos grupos: El grupo A incluye los niveles 1 y 2 que agrupan a los sujetos sin experiencia sexual. El grupo B incluye los niveles 3 y 4, adolescentes con nivel alto de experiencia sexual que, o bien incluye el coito o están muy próximos a él. En la elaboración de estos grupos se descartaron los sujetos que mostraron incoherencias respecto a las respuestas acerca de su actividad sexual (ver Tabla 1).

Respecto al tratamiento de los datos, se procedió en primer lugar a un análisis correlacional con el fin obtener una valoración global de las relaciones entre las variables estudiadas. En segundo lugar, se realizaron análisis de varianza univariados y multivariados con el fin de conocer si existían diferencias en disposición al riesgo entre los grupos de experiencia sexual (A y B) y las categorías de apego. Se realizaron comparaciones post-hoc con ajustes de Scheffé cuando se encontraron diferencias estadísticamente significativas. El tamaño del efecto fue analizado a través de valor de la g de Hedges. Finalmente, se procedió a un análisis discriminante con el fin de comprobar cuáles son las variables con mayor poder discriminante respecto a la disposición al riesgo. Los análisis fueron efectuados con el paquete estadístico SPSS Statistics 20.0.

 

Resultados

La Tabla 1 indica la distribución de los sujetos en relación con el nivel de experiencia sexual y la conformación de los grupos A y B en relación con los criterios establecidos en relación con la actividad sexual.

En relación con la "Disposición al riesgo", se hallaron diferencias significativas respecto al sexo en las personas adolescentes sexualmente no activas (grupo A), de modo que los varones muestran mayor disposición al riesgo (M=21.49) que las mujeres (M=17.21) (t =11.82, p < .001). No se encontraron diferencias significativas en el grupo de las personas sexualmente activas (grupo B). Tampoco se encontraron diferencias significativas en relación con la edad en ninguno de los grupos sexuales.

 

 

 

El análisis correlacional mostró una relación negativa entre el apego a los iguales, a la madre y al padre, y la disposición al riesgo, y positiva con las dificultades de regulación emocional en ambos sexos. Así mismo, estos datos mostraron la relación positiva entre las variables ansiedad y evitación del apego y la disposición al riesgo. Sin embargo, en los varones, en ambos grupos de actividad sexual, la disposición al riesgo. Sin embargo, en los varones, en ambos grupos de actividad sexual, la disposición al riesgo presentó correlaciones más elevadas con la evitación que con la ansiedad. Cabe destacar la asociación positiva entre dificultades de regulación emocional y la disposición al riesgo en ambos grupos de actividad sexual (Tabla 2).

Relación entre la disposición al riesgo y las categorías de apego en relación con la actividad sexual

Para establecer las categorías de apego se utilizaron las dimensiones ansiedad y evitación obtenidas en la escala de Feeney, Noller y Hanrahan (1994). Se seleccionaron los sujetos situados por encima y por debajo de los percentiles 60 y 40 en ambas variables, reduciéndose la muestra a 647 sujetos. La combinación de ambas dimensiones permitió establecer cuatro grupos: seguros (baja ansiedad - baja evitación, n=330), ansiosos (alta ansiedad-baja evitación, n=72), evitativos (alta evitación-baja ansiedad, n=98) y evitativo-miedosos (alta evitación-alta ansiedad, n=147).

Considerando las categorías de apego, el análisis de varianza de un solo factor indicó que entre los adolescentes sexualmente no activos (grupo A), los seguros mostraron una menor disposición al riesgo que el resto de las categorías. Las comparaciones múltiples entre pares de medias llevadas a cabo post hoc mediante la prueba de Scheefé mostraron que existen diferencias significativas entre el grupo de "seguros" y el resto de las categorías de apego. El tamaño del efecto calculado mediante la g de Hedges indica que las diferencias entre "seguros" y "ansiosos" (p=.016, g=.54) y "seguros" y "evitativos" (p<.001, g=.64), son de magnitud moderada, mientras que entre "seguros" y "miedosos" (p<.001, g=.94) el tamaño del efecto es de gran magnitud. No se encontraron diferencias respecto a la disposición al riesgo entre los grupos "ansiosos", "evitativos" y "miedosos" (Tabla 3).

Entre las personas sexualmente activas, solo se encontraron diferencias significativas entre los grupos "seguro" y "miedoso", siendo el tamaño del efecto de magnitud moderada (p=.016, g =.50).

En función de los análisis precedentes, resultó pertinente comprobar la relación entre el sexo y las categorías de apego en relación con la disposición al riesgo, en los dos grupos de actividad sexual. Para ello se realizó un ANOVA, siendo la disposición al riesgo la variable dependiente, y el sexo y las categorías de apego, las independientes.

En el grupo de sujetos sexualmente no activos (grupo A) se hallaron diferencias significativas en relación con el sexo F(1,450) =34.56, p<.001, y entre los estilos de apego F(3,442) =22.89, p<.001. La interacción fue significativa F(3.450)=2.29, p<.047. Las comparaciones múltiples entre pares de medias llevadas a cabo mediante la prueba de Bonferroni revelaron diferencias significativas entre los grupos por sexo en cada categoría, salvo en el grupo de ansiosos. No obstante, la diferencia más relevante entre varones y mujeres se halló en el grupo de evitación, donde los primeros muestran niveles muy superiores de disposición al riego en la actividad sexual.

En el grupo de los sujetos sexualmente activos (grupo B), los resultados indicaron que no existían diferencias significativas entre el sexo y los estilos de apego, salvo en el grupo de evitativos F(1,225)=.912, p=.34, pero sí entre los estilos de apego F(1,192)=3.05, p=.029. La interacción no fue significativa F(3,225)=1.861, p=.137). Las comparaciones múltiples entre pares de medias llevadas a cabo mediante la prueba Bonferroni revelaron diferencias significativas en disposición al riesgo entre los grupos por sexo solamente en los evitativos, con niveles significativamente superiores en los varones que en las mujeres.

Valor discriminante de las variables estudiadas

Para analizar la capacidad predictiva de las variables analizadas en relación con la disposición al riesgo, se realizó un análisis discriminante considerando por separado los grupos A y B (sexualmente activos y no activos). En el grupo de varones sexualmente no activos el coeficiente Lambda de Wilks de la función discriminante fue .804 con un X2(6,288)=61.633 (p<.001). En el grupo de mujeres sexualmente no activas el coeficiente Lambda de Wilks fue .847 con un X2(6,269)= 22.877 (p<.001)

En el grupo de varones sexualmente activos el coeficiente Lambda de Wilks de la función discriminante fue .852 con un X2(6,125) = 19.214 (p < .001). En el grupo de mujeres sexualmente activas el coeficiente Lambda de Wilks fue .816 con un X2(6,143)= 53.488 (p<.001). (Tabla 4)

Como se observa en la Tabla 5, la variable que mejor discrimina a las personas de alta y baja disposición al riesgo en el grupo de personas sexualmente no activas (grupo A) de ambos sexos es el apego a la madre. Entre las mujeres también el apego a los iguales muestra una elevada capacidad discriminante.

 

 

En el grupo de las personas sexualmente activas (grupo B), la variable con mayor poder discriminativo para ambos sexos es la dificultad de regulación emocional. En los varones la segunda variable es la evitación y en las mujeres, el apego a la madre.

 

Conclusiones y discusión

Los resultados obtenidos confirman la primera de las hipótesis planteadas, de modo que los adolescentes que muestran mayor seguridad en el apego revelan menor disposición al riesgo en el comportamiento sexual, tanto en personas sexualmente activas como no activas. No obstante la disposición al riesgo tiende a ser superior en varones que en mujeres en cada una de las categorías de apego. Estos resultados confirman los hallados por Feeney, Peterson, Gallois y Terry (2000), Jones y Furman (2011) y Tracy et al. (2003), quienes mantuvieron que la inseguridad, expresada en puntuaciones elevadas en ansiedad o evitación, puede ser contemplada como un factor de riesgo respecto al comportamiento sexual. Estos resultados avalan la idea de que la tendencia al riesgo se generaría, tal y como indicaron Davis, Shaver y Vernon (2004) y Schachner y Shaver (2004), al utilizar la actividad sexual como medio para resolver otras necesidades, como la búsqueda de seguridad emocional, a través de la intimidad sexual en compensación de determinadas carencias afectivas, para afirmar la identidad, o para resolver estados afectivos negativos. La inseguridad afectiva podría inducir a las personas adolescentes a implicarse en comportamientos arriesgados, si con ello se logran tales objetivos.

Los datos obtenidos aportan evidencia acerca del papel jugado por los vínculos afectivos establecidos con la madre y el padre, apoyando de este modo la segunda hipótesis. La calidad de las relaciones de apego, especialmente con la madre, parece jugar un papel importante en relación a la disposición al riesgo en ambos grupos de actividad sexual y de sexo, estando estos resultados en línea con los obtenidos recientemente por Letcher y Slesnick (2013). En este momento evolutivo de tránsito de las funciones de apego a los iguales, el apego a la madre sigue jugando un papel muy relevante como base de seguridad que, en función de los resultados obtenidos, permitiría a los adolescentes iniciarse en la actividad sexual mostrando una menor disposición al riesgo, especialmente en personas que aún no han llegado a la experiencia coital. Las relaciones de apego al padre alcanzan su mayor relevancia en el grupo de varones sin actividad sexual.

El apego a los iguales en relación a la disposición al riesgo parece que juega un papel importante entre las personas sexualmente no activas de ambos sexos en función de los datos correlaciónales obtenidos. Esta asociación disminuye en el grupo de personas sexualmente activas. Sin embargo, esta variable no ha mostrado un gran poder discriminante, salvo en las mujeres sexualmente no activas, cumpliéndose parcialmente la tercera hipótesis.

En relación con la regulación emocional, los datos indican que las dificultades en la regulación emocional son un importante predictor de la disposición al riesgo en la adolescencia, tanto en varones como en mujeres, especialmente en personas sexualmente activas, tal y como indica el análisis discriminante, corroborandose de este modo la cuarta hipótesis.

El análisis de las variables que mejor discriminaron los grupos de mayor y menor disposición al riesgo, mostraron diferencias tanto en los grupos de actividad sexual, como en los grupos por sexo. En el grupo de personas sexualmente no activas la relación del apego a la madre es la variable que mejor discrimina los grupos con mayor y menor disposición al riesgo en ambos sexos. Sin embargo, en el grupo de personas sexualmente activas la variable con mayor poder discriminante es la dificultad para regular las emociones. Por otro lado, mientras que en los varones la tendencia a la evitación es la variable con más peso en la función, tras la regulación emocional, en el grupo de mujeres destacan el apego a la madre y a los iguales.

De ello se podría inferir que antes de haber accedido a la experiencia sexual compartida, es decir, cuando ésta es solo una expectativa, la tendencia a una mayor disposición al riesgo se asociaría con un menor soporte afectivo a través de vínculos de apego hacia personas significativas, pero cuando se ha accedido a la experiencia sexual las dificultades de regulación emocional y la evitación son las variables con mayor poder discriminativo en relación a la disposición al riesgo en los varones, mientras que en las mujeres lo son la dificultad de regular las emociones y la inseguridad del apego con la madre.

Una posible interpretación de estos resultados se basaría en la consideración de que los adolescentes se orientan a la búsqueda de nuevas experiencias y recompensas sociales asociadas a la exposición a riesgos, especialmente entre los varones. Ello estaría en línea con las aportaciones de Leijenhorst y Crone (2010) y Steinberg (2008) quienes mantuvieron que la disposición a exponerse a riesgos depende, entre otros, del desarrollo del sistema dopaminérgico. Sin embargo, tal y como estos autores proponen, la razón nueroendocrina no explica un deterninismo estricto (Johnson, Sudhinaraset y Blum, 2010), siendo éste modulado por variables relaciónales. Los resultados obtenidos apoyarían esta afirmación considerando que éstas estarían relacionadas con la seguridad en el apego.

Entre las personas pertenecientes al grupo A, sexualmente no activas, las variables relacionales como el apego a la madre y a los iguales muestran mayor capacidad discriminativa, probablemente porque no se ha experimentado la intensidad emocional propia de una relación de alta intensidad erótica, ni la relación de alta intimidad con la pareja. Sin embargo, en el grupo de personas que sí han vivido esta experiencia, pertenecientes al grupo B, la variable que mejor discrimina a los grupos de mayor y menor disposición al riesgo es, precisamente, la regulación emocional. De este modo la disposición al riesgo de las personas del grupo B dependería más de la capacidad de regulación emocional que del apoyo afectivo procedente de los vínculos familiares. Estos datos están en consonancia con los obtenidos por Hessler y Katz (2010), quienes encontraron que el grupo de adolescentes con una pobre conciencia de las emociones y una baja capacidad de regulación mostraba tener mayor cantidad de parejas y relaciones sexuales menos protegidas.

Respecto a las diferencias sexuales, no queremos pasar por alto la asociación entre la disposición al riesgo y la tendencia a la evitación en varones sexualmente activos, siendo significativamente menor en mujeres. Ello nos llevaría a proponer intervenciones educativas en las que se promueva una visión de la sexualidad más ligada al logro de la autonomía emocional, al manejo de los afectos y a la empatía para con la pareja (Gómez-Zapiain, 2005), con el fin de lograr relaciones igualitarias, dadas las diferencias observadas entre los sexos.

En relación con las aportaciones de este estudio, los resultados obtenidos en esta investigación aportan evidencia empírica acerca de la importancia de considerar las variables de corte afectivo emocional en el diseño de estrategias de intervención en educación sexual encaminadas a la promoción de la salud sexual y reproductiva (McElhaney, Allen, Stepheson y Hare, 2009).

Los resultados obtenidos avalan también la importancia de desarrollar intervenciones en educación sexual antes de que los adolescentes accedan a la actividad sexual, dadas las diferencias halladas entre los grupos de personas sexualmente activas y no activas. Éstas deberían basarse en actividades no directivas conducentes al desarrollo de competencias de regulación emocional y reforzamiento de la base de seguridad, autoestima positiva, y confianza en las relaciones con los demás, dirigidas al logro de la autonomía personal, la cual contribuirá a una adecuada regulación de la experiencia erótica de alta intensidad emocional.

Finalmente, de los resultados obtenidos se puede deducir la importancia de la intervención en educación sexual con padres y madres dado el papel que desempeñan sobre todo en la etapa previa al inicio de la actividad sexual.

Por último hemos de hacer referencia a las limitaciones del presente trabajo. En primer lugar, hay que señalar una cierta dificultad de control del efecto "deseabilidad social" respecto a la disposición al riesgo, a pesar de extremar las medidas que aseguraban la garantía de confidencialidad al respecto. Por otra parte, dado que se trata de un estudio correlacional, no podemos establecer relaciones de causalidad entre las relaciones afectivas, las dificultades de regulación y la disposición al riesgo en la sexualidad adolescente. Sin embargo, la secuencia evolutiva de ambos procesos y sus relaciones funcionales permitiría considerar que los tipos de apego y la regulación emocional predirían en buena medida la disposición al riesgo. Otra limitación a destacar es la evaluación de la regulación emocional. Aunque valorar las dificultades en la regulación emocional ofrece una información muy relevante, hubiera sido interesante analizar también los diferentes modos y estrategias de regulación emocional que utilizan los adolescentes. Finalmente, de cara a futuras investigaciones, sería de gran interés analizar longitudinalmente la transición que realizan los adolescentes hacia las nuevas relaciones vinculares en relación con el acceso a la actividad sexual.

 

Referencias

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Dirección para correspondencia:
Javier Gómez-Zapiain.
Universidad del País Vasco.
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico.
Av. de Tolosa 70,
20007 San Sebastián (España).
E-mail: gomez.zapiain@ehu.es

Artículo recibido: 27-02-2015
Revisado: 03-06-2015
Aceptado: 19-06-2015

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