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Anales de Psicología

versão On-line ISSN 1695-2294versão impressa ISSN 0212-9728

Anal. Psicol. vol.35 no.2 Murcia Mai. 2019  Epub 02-Nov-2020

https://dx.doi.org/10.6018/analesps.35.2.333101 

Psicología social y organizacional

La violencia en el noviazgo (VN): una revisión de meta-análisis

Marcela Gracia-Leiva1  , Alicia Puente-Martínez1  , Silvia Ubillos-Landa2  , Darío Páez-Rovira1 

1 Departamento de Psicología Social y Metodología de las Ciencias del Comportamiento. Universidad del País Vasco (España)

2 Departamento de Psicología Social. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Burgos (España)

Resumen

Esta revisión bibliográfica sintetiza los resultados de estudios meta analíticos sobre factores de riesgo y protección asociados a la Violencia en el Noviazgo (VN). Se incluyeron 15 meta-análisis publicados entre 1997-2018, N = 1784018, y se clasificaron según el modelo socio-ecológico. Se calcularon las Zr media para cada variable y nivel, incluyendo las diferencias en los tamaños del efecto medio entre victimización y perpetración de VN y, posteriormente, se transformaron a r. Se encontró que los factores de riesgo con mayor peso asociados a VN, según nivel, fueron: (1) individual: consumo de tabaco y embarazo precoz (victimización) y sexo (perpetración/victimización); (2) microsistema: acoso sexual de pares (victimización), VN de los pares, tener amigos con conductas problemáticas y sufrir violencia en familia de origen (perpetración/victimización); (3) exosistema: edad (victimización) y barrio (perpetración/victimización) y (4) macrosistema: minoría cultural y desventaja económica (perpetración/victimización). Factores protectores de VN fueron: apoyo social de pares y parentalidad positiva, pero con menos peso. El tamaño del efecto fue mayor para las variables de nivel exo, frente a las macro, individual y micro respectivamente. Hay diferencias entre los tamaños del efecto totales, siendo en el exosistema mayor en victimización que en perpetración. Delimitar los factores de riesgo y protección con mayor efecto sobre VN resulta fundamental para prevenir este problema.

Palabras clave: Violencia en el Noviazgo; Revisión de meta análisis; Modelo socio-ecológico; Factores de riesgo y protectores

Introducción

La violencia en el noviazgo (VN) o dating violence (DV) es un problema generalizado en la adolescencia (Wincentak, Conolly y Card, 2016) que puede implicar actos o abusos intencionales de tipo sexual, físico o psicológico por parte de un miembro de la pareja contra el otro (Jennings et al., 2017; Public Health Agency of Canadá, 2012;). La VN se caracteriza por que ocurre en el contexto de una relación afectiva y/o sexual íntima entre jóvenes con distintos grados de formalidad (Vagi et al., 2013) que no tienen una relación de convivencia, ni hijos en común, ni relaciones jurídicas ni económicas vinculantes (Shorey, Cornelius y Bell, 2008; Viejo, 2014).

En cuanto a las tasas de prevalencia de VN, la revisión sistemática de Jennings et al. (2017) concluye que la VN se da entre el 6% y 21% de los hombres, y en mujeres entre el 9% y 37%. Sin embargo, este estudio no estableció diferencias en base a las tasas de perpetración y victimización. Otros estudios internacionales coinciden en tasas de agresiones físicas en VN, indicando que entre el 10% al 25% aproximadamente de los hombres y mujeres han sufrido VN (Viejo, Monks, Sánchez y Ortega-Ruiz, 2016; Wincentak et al., 2016). Estudios que miden conjuntamente tasas de violencia sexual y física indican que 1 de cada 5 adolescentes (18% - 20%) informan haber sido víctimas de su pareja (Silverman, Raj, Mucci y Hathaway, 2001). Y estudios internacionales que solo miden violencia sexual indican tasas para mujeres entre 9% y un 13% (Kliem, Baier y Bergmann, 2018; Lau, Nguyen y Markham, 2018). Las tasas de VN de tipo psicológica , en general, prevalecen por encima de las de tipo físico, sin embargo existe una gran variabilidad entre los estudios, reportando entre un 30% a un 92% de variación (Fernández-González, O’Leary y Muñoz-Rivas, 2014; Orpinas, Hsieh, Song, Holland y Nahapetyan, 2013; Ybarra, Espelage, Langhinrichsen-Rohling y Korchmaros, 2016).

En España, ha aumentado la incidencia de casos de VN en población juvenil (n = 5634) (Ministerio de Sanidad Servicios Sociales e Igualdad, 2015). La tasa de mujeres adolescentes y jóvenes víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja es de un 11,7% según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer realizada en 2015 (Hernández Oliver y Doménec del Río, 2017). Algunas investigaciones relacionan la VN con la violencia sufrida por las mujeres en edades adultas. Por ejemplo, los estudios con población clínica adulta han encontrado que la violencia en la pareja íntima (VPI) de parte del hombre hacia la mujer, estaba presente desde el noviazgo (Amor, Echeburúa, De Corral, Sarasua y Zubizarreta, 2001; Black et al., 2011).

Respecto a las consecuencias de la VN, las mujeres adolescentes víctimas de VN tienen una menor autoestima y mayor dependencia emocional que las no victimizadas (Moral, García, Cuetos y Sirvent, 2017). Estudios que encuentran que la VN está relacionada con resultados adversos de salud a largo plazo en mujeres (Howard, Debnam y Wang, 2013). La VN se asocia a un aumento de la culpa, ira, dolor y ansiedad (Cornelius y Resseguie, 2007) y otros efectos negativos como una disminución del bienestar psicosocial y bajo rendimiento académico (Zaha, Helm, Baker y Hayes, 2013). Además, la VN está asociada con una mayor tasa de ideación suicida y depresión según investigaciones recientes (Singh et al., 2014; Silverman et al., 2001).

Múltiples estudios han tratado de establecer los factores de riesgo asociados a victimización y a perpetración VN y así desarrollar medidas de prevención para minimizar sus consecuencias. Algunos factores individuales que se han identificado son la escasa tolerancia a la frustración, la existencia de problemas externalizantes y el sexismo, y se han relacionado específicamente con la perpetración de VN (Pazos, Oliva y Gómez, 2014). Durante la adolescencia, en varones el consumo de alcohol y la iniciación sexual coital temprana (12 a 14 años) predicen perpetración de VN (Niolon et al., 2015). Respecto a factores interpersonales asociados a la VN, se encontró que la agresión en las relaciones con los pares predice positivamente perpetración y victimización de VN (Ellis, Chung-Hall y Dumas, 2013). Además, el abuso sexual infantil también se asoció a ser víctima de violencia física en el noviazgo, y a la perpetración de violencia psicológica (Cyr, McDuff y Wright, 2006). De los factores socio-demográficos relacionados con VN, una de las variables más controvertidas es las diferencias por sexo en tasas de perpetración y victimización (Muñoz-Rivas, González-Lozano, Fernández-González, Fernández Ramos y García Sánchez, 2015; Rubio-Garay, Carrasco, Amor y López-González, 2015). La mayor parte de los resultados muestran que las mujeres están en mayor riesgo de sufrir violencia grave por parte de sus parejas (Hirigoyen, 2005; Shorey et al., 2008), y las adolescentes de más victimización que los varones en violencia en general (Reidy et al., 2016; Singh et al., 2014). Además, se ha encontrado que en mujeres cuando se conjugan factores de riesgos individuales (estar embarazadas o ser madres, tener un trastorno mental y problemas con la justicia) con factores contextuales (vivir en la calle y pertenecer a un servicio de protección del menor) las tasas de victimización (34%) y de perpetración (45%) de VN son mayores que las de población general (Joly y Conolly, 2016). Sin embargo, otros estudios sobre VN no encuentran diferencias significativas por sexo en victimización (Sebastián, Verdugo y Ortiz, 2014) o en caso de encontrar mayores niveles de violencia en las mujeres, la mayor parte de los estudios concluyen que la magnitud estadística de esta diferencia es pequeña. Una posible explicación es que estos estudios no tienen en cuenta las tasas de subestimación de la violencia por parte de las mujeres (Fernández-Fuertes y Fuertes, 2010; Pazos et al., 2014). Según Ferrer Pérez y Bosch Fiol (2005) y Bosch Fiol y Ferrer Pérez (2012, 2013), la bidireccionalidad de la VN planteada por algunos autores (Reidy et al., 2016; Viejo et al., 2016) se podría relacionar con sesgos en los instrumentos que suponen que el maltrato en la pareja se da en condiciones igualitarias y simétricas, desvinculado la violencia del entorno social en que ocurre y dejando fuera el nivel macro de análisis como las desigualdades de género.

En más de tres décadas de estudios sobre VN las principales revisiones sistemáticas sobre VN han identificado alrededor de 20 a 50 variables asociadas a la agresión y victimización (Jennings et al., 2017; Lewis y Fremouw 2001; Vagi et al., 2013; Vezina y Hebert, 2007), confirmado el carácter multicausal y complejo de este problema. Recientes estudios meta analíticos sintetizan los factores de riesgos más estudiados asociados a VN (Hérbert et al., 2017; Park y Kim, 2018). Sin embargo, los resultados nunca han sido integrados en base a un modelo global y estructurado de análisis, como se ha hecho antes con la victimización de violencia en la pareja íntima en parejas adultas (Puente-Martínez, Ubillos-Landa, Echeburúa y Páez-Rovira, 2016).

Desde el punto de vista teórico, Dutton (1995) propone el modelo socio ecológico para la comprensión de la violencia en la pareja basado en un sistema con distintos niveles de análisis: ontogenético, microsistema, exosistema y macrosistema. El nivel ontogenético se refiere a las características individuales de las personas, sus actitudes, creencias y conductas. El nivel micro hace referencia al entorno inmediato de la relación, aspectos o grupos que influyen en la transmisión de la violencia. El exosistema lo conforman las estructuras sociales formales e informales que conectan a la persona con su familia y el contexto más amplio. Finalmente, el nivel macro estructural o social aborda la relación con valores culturales, ámbito político y económico de la región donde vive la pareja. Dutton (1995) explica que cada uno de estos factores se combinan para establecer la probabilidad de que ocurra el abuso, aunque también explica que ningún factor es suficiente, ni siquiera necesario, para que ocurra la violencia de pareja. Sin embargo, Dutton sólo contempló este modelo para analizar las variables que estaban asociadas a la agresión y violencia con parejas adultas. Posteriormente, Heise (1998) basándose en el modelo ecológico realiza un análisis con perspectiva de género considerando otros factores de riesgo asociados a la agresión de la violencia dirigida a la mujer. Del mismo modo y siguiendo el modelo ecológico, otros estudios amplían la búsqueda de factores de riesgo al campo de la victimización de violencia en la pareja. El estudio de Stith, Smith, Penn, Ward y Tritt (2004) analiza los factores asociados a la victimización de violencia en la pareja íntima en adultos, y el estudio de Vezina y Hebert (2007) analiza los factores asociados a la victimización de VN en mujeres jóvenes. Desde entonces no se habían realizado nuevas revisiones, hasta el 2016, momento en que se integran de forma sistemática según el modelo ecológico los resultados más recientes sobre violencia en la pareja íntima en adultos en el estudio de (Puente-Martínez, Ubillos-Landa, Echeburúa y Páez-Rovira, 2016). Así el modelo socio-ecológico se confirma como un modelo adecuado de análisis para la violencia en la pareja. Sin embargo, no existen modelos aplicados que expliquen el peso relativo de los factores que se asocian a la victimización y perpetración VN en jóvenes y adolescentes.

En base a lo anterior, el objetivo de este trabajo es realizar una revisión bibliográfica y síntesis actualizada de los resultados hallados en estudios meta-analíticos sobre factores de riesgo y protección asociados al incremento de la VN según el modelo socio-ecológico propuesto. Además, pretendemos establecer comparaciones entre los distintos niveles de análisis para comprobar el peso relativo de cada uno de los factores sobre VN. Recogiendo las sugerencias mencionadas en estudios previos, se ha tenido en cuenta el tipo de variable y las dimensiones de perpetración y victimización por separado.

Método

En este estudio se realiza una revisión previa de los meta-análisis sobre VN disponibles tanto en castellano como en inglés siguiendo el modelo PRISMA (Urrútia y Bonfill, 2010). La búsqueda de datos se realizó a través de las siguientes bases: Web of Science, Scopus, Dialnet, PsycInfo y Google Scholar. Las cadenas de búsqueda en las bases de datos en inglés se realizan limitando los siguientes términos según tema, resúmenes o título: Dating violence and meta-analysis, Dating violence and meta-analytic, Teen Dating Violence and meta-analysis, Teen Dating Violence and meta-analytic, Courtship and meta-analysis, Courtship and meta-analytic, Dating abuse and meta-analysis, Dating abuse and meta-analytic. Se siguió el mismo criterio para la búsqueda realizada en español.

En este trabajo se incluyeron estudios que: a) fueran meta-análisis de VN, b) analizaban la relación entre VN y otra variable y c) aportaban medidas cuantitativas sobre perpetración y/o victimización de VN. Se identificaron 106 estudios una vez eliminados los duplicados (N = 93). Se excluyeron N = 91 considerando los siguientes criterios: a) meta-análisis que no incluyen muestras de VN (solo de parejas casadas, o de violencia conyugal o doméstica, etc.), b) incluyen muestras de VN y VPI conjuntamente sin entregar análisis por separado, c) meta-análisis que analizan la efectividad de programas de intervención, d) artículos primarios y revisiones sistemáticas de VN, e) estudios cualitativos de VN. Finalmente resultaron N = 15 estudios, todos ellos escritos en inglés (Ver figura 1).

En esta revisión de meta-análisis, las variables asociadas a la VN se agruparon en base al modelo socio ecológico (Dutton, 1995), distinguiendo entre victimización y perpetración. Se presentan las variables individuales, seguidas de las grupales, familiares y las del nivel estructural.

Figura 1 Diagrama de flujo: Fases de identificación y proceso de selección (Urrútia y Bonfill, 2010

Análisis

Para cada estudio meta-analítico se tuvieron en cuenta los resultados principales y un estimador de tamaño del efecto (d, odds ratio, risk ratio, B, r y r medias). Dentro de cada meta análisis se obtuvieron los estadísticos (Q b ) que evalúan el influjo de potenciales factores de riesgo sobre VN y los estadísticos (Q w ) que informan del grado de heterogeneidad dentro de cada categoría del factor de riesgo evaluado. Se incluye el intervalo de confianza (IC), el tamaño de la muestra o número total de participantes (N), y el número de estudios incluidos para cada variable (k) (Johnson y Eagly, 2014).

Los parámetros de población se estiman como correlaciones r de Pearson por su facilidad de interpretación y porque las fórmulas están disponibles para la conversión de otras pruebas estadísticas (por ejemplo, F, t, chi-cuadrado) en una r (Rosenthal, 1984). Se aportan estimaciones de r basadas en la transformación logit (Borenstein, Hedges, Higgins y Rothstein, 2009). Para ello se utilizó un programa macro de Excel (Wilson, 2016) diseñado específicamente para su uso en la realización de meta-análisis.

En los casos que fue posible, los coeficientes fueron convertidos a valores Z(r) de Fisher que se suponen más cerca de la normalidad. El valor Zr proporciona información sobre la magnitud media del tamaño del efecto de acuerdo con el tamaño de la muestra final incluida en cada estudio meta-analítico (método más conservador) (Field, 2001). Para los estudios meta analíticos que no aportan N de cada estudio primario, la estimación de Zr se hizo sobre la N total de la muestra. Cada Z(r) representa el tamaño del efecto (r) ponderado sobre el tamaño de la muestra, de acuerdo con el método recomendado por Rosenthal (1984), tomando el producto del valor Z(r) y los grados de libertad apropiados de cada estudio. La ponderación de los estudios sobre el tamaño de la muestra se hizo para poner un mayor énfasis en aquellos estudios que producen resultados de muestras más grandes, que se supone son más representativos de la población de interés. Posteriormente, siguiendo las recomendaciones de Borenstein et al. (2009), para facilitar la interpretación de resultados cada Z(r), se transformó en rs. Finalmente se realizaron comparaciones entre las r medias encontradas para cada variable, entre perpetración y victimización y según la clasificación propuesta por niveles (Cohen, Cohen, West y Aiken, 2003). Valores r de alrededor de .10 son considerados pequeños, .30 son de tamaño mediano, y .50 o mayor se consideran grandes (Cohen, 1988). En general, se ha encontrado que la r promedio en psicología social suele oscilar entre .20 y .30 (Hemphill, 2003).

Resultados

Los K = 15 estudios seleccionados permiten identificar 18 variables relacionadas con VN, habiendo algunos estudios que analizan más de una variable al mismo tiempo. Se encontraron 7 variables para el nivel individual (38,9%), 7 variables para el nivel micro (38.9%), 2 para el nivel exo (11.1%) y 2 para el nivel macro (11.1%). Los meta-análisis de Devries (2013a y 2013b), Madigan, Wade, Tarabulsy, Jenkins y Shouldice, (2014), Moore et al. (2008) y Crane, Hawes y Weinberger (2013), a pesar de que incluyen muestras de VPI y VN, entregan resultados separados, por lo que se pudo extraer datos específicos para VN.

Los resultados mostraron 66 tamaños del efecto 41 referidos a victimización de VN (62.1%), 25 a perpetración VN (37.9%). Específicamente, se identificaron 18 tamaños del efecto para variables individuales (27.3%), 38 para variables relacionadas con el nivel familiar (57.5%), 4 de tipo contextual (6.1 %) y 6 de tipo estructural (9.1%).

Tabla 1: Factores de riesgo asociados a la VN a nivel Ontogenético: Individual. 

A nivel individual (ver Tabla 1), k = 2 dos meta-análisis evidencian la relación entre victimización de VN e intentos de suicidio posterior. Devries et al. (2013a) encontraron relaciones positivas entre sufrir VN con intentos de suicidio en mujeres y Castellví et al. (2016) confirmaron que existe un mayor riesgo de intentos de suicidio en jóvenes (hombres y mujeres) víctimas de VN en comparación con las personas no expuestas.

Un meta-análisis analiza la relación entre ser víctima de VN y tener un embarazo precoz. Madigan et al. (2014) examinan la asociación entre el embarazo precoz y el historial de abuso y maltrato por parte de un familiar, de la pareja (VPI) y entre novios (VN) en mujeres adolescentes y adultas que quedaron embarazadas antes de los 20 años. El embarazo precoz se asocia significativamente con el abuso físico y sexual, pero no con el abuso emocional. El efecto de la coocurrencia de abuso físico y sexual es más fuerte que para cualquier forma única de abuso, aumentando el riesgo de embarazo precoz casi cuatro veces.

Por otro lado, k = 5 meta-análisis investigan la relación de VN y consumo de sustancias. Específicamente se encuentran k = 2 estudios sobre consumo de alcohol, uno de ellos analiza la relación con perpetrar VN y otro con ser víctima de VN. Además, k =2 estudios analizan la relación VN con el consumo de drogas y k = 1 estudio con consumo de tabaco. Respecto al consumo de alcohol y perpetración de VN, Rothman, McNaughton, Johnson y LaValley (2012) muestran que niveles más altos de consumo de alcohol (frecuencia y cantidad de consumo, consumo problemático de alcohol y episodios de consumo críticos de alcohol) se asocian positivamente con la perpetración de VN. Además, el consumo de alcohol en mujeres tiene una asociación positiva con victimización de VN (Devries et al., 2013b). Respecto al consumo de drogas y VN, el meta-análisis de Moore et al. (2008) muestra que el abuso de drogas se asocia con niveles más altos de agresión de la pareja (VN), aunque existe una gran variabilidad entre los estudios. Johnson et al., (2017) constata una asociación entre el consumo de marihuana y la perpetración y victimización de VN física. No existen diferencias significativas entre victimización y perpetración (r v - r p = .01, Z = 1.37, p = .17). Crane et al. (2013) analizan la fuerza de la relación entre la victimización y el tabaquismo. Los resultados indican que las víctimas de VN son significativamente más propensas a fumar que las no víctimas.

Un meta-análisis de Sugarman y Hotaling (1997) analizó la deseabilidad social (DS) y su relación con VN y mostraron un efecto significativo de la DS en la VN. Las personas que más declaran VN presentan menores puntajes en DS.

Además, en un meta-análisis de Wincentak et al. (2016) analizaron las diferencias por sexo y encontraron que la perpetración de violencia física es más alta en mujeres que en hombres y que la perpetración sexual es más alta en hombres que en mujeres. La victimización sexual era mayor en mujeres. La perpetración (r p ) se asoció al sexo de forma más fuerte que la victimización (r v ) (r p - r v = .11, Z = 46.13, p = .0001). Este estudio analizó también variables a nivel macro que se comentan más adelante.

Tabla 2: Factores de riesgo asociados a la VN a Microsistema. 

En segundo lugar, respecto a las variables clasificadas a nivel grupal (microsistema) (ver Tabla 2) por un lado, se identificaron k = 3 estudios que analizan la relación de VN con el grupo de pares y compañeros. El meta-análisis de Garthe, Sullivan y McDaniel (2016) encontró una asociación entre la VN y las conductas agresivas y antisociales de los pares, ser victimizado por los compañeros (bullying), y las experiencias de VN de los pares. Aunque el estudio no especifica qué tipo de VN, si es de carácter físico psicológica o sexual. El estudio de Hérbert et al. (2017) concluye que relacionarse con pares con comportamientos problemáticos, la victimización de pares y el acoso sexual de los compañeros incrementan la VN (tipo físico, amenazas, psicológico y sexual), mientras que contar con el apoyo de los pares se relaciona negativamente con VN. Por último, Park y Kim (2018) confirman que las conductas problemáticas de los pares, sufrir o perpetrar bullying (ya sea de tipo físico, psicológico y/o cyberbullying) se relaciona con VN. Además, el factor que predice con mayor fuerza la perpetración de VN es tener pares o compañeros con conductas problemáticas. Como factor protector encuentran que una alta amistad positiva se relaciona negativamente con perpetración y victimización de VN.

Por otro lado, también a nivel micro se encontraron k = 4 estudios que analizan la influencia familiar en VN. Bradford (1999) concluyó que la violencia en la familia de origen definida como ser testigo de violencia en la familia o experimentar violencia directamente en la familia tiene una relación, aunque débil, con la VN. Dee (2012) también confirmó que el maltrato infantil en la familia incrementa el riesgo de verse envuelto en VN como agresor y víctima. En esta línea, Hérbert et al. (2017) analizaron diferentes tipos de maltrato infantil en la familia de origen con victimización de VN y confirmaron que el abuso sexual infantil, abuso psicológico, abuso físico, negligencia, presenciar violencia de pareja entre los padres son factores de riesgo para ser víctima de VN. Además, analizaron factores protectores de VN y encontraron que contar con el apoyo de los padres y la supervisión parental se relacionan negativamente con VN. Posteriormente, Park y Kim (2018) ampliaron el análisis de las variables familiares a victimización y perpetración de VN y confirman que ser testigo de violencia entre los padres es un factor que predice fuertemente la victimización VN. Además, encuentran que parentalidad negativa (rechazo hacia los hijos, disciplina inconsistente), problemas familiares (peleas, comportamientos hirientes), miedo a la violencia en la familia y maltrato infantil (abuso físico, psicológico o sexual de los padres) se relacionan positivamente con VN y que una alta parentalidad positiva (comunicación y apoyo de los padres) se relaciona negativamente con VN.

En tercer lugar, respecto a las variables contextuales (exosistema) se encontraron dos estudios que analizan las variables la edad y el barrio (ver Tabla 3). Por un lado, Wincentak et al. (2016) encontraron que el promedio de edad no predice tasas significativas de violencia física en el noviazgo. Sin embargo, la edad media de la muestra si predijo mayor riesgo de victimización de VN de tipo sexual en ambos sexos. Por otro lado, el meta-análisis de Park y Kim (2018) encuentran que vivir en barrios peligrosos con alta heterogeneidad étnica incrementa los niveles de perpetración y victimización, siendo más fuerte la asociación con ser víctima de VN. Además, analizando la influencia del barrio en la VN, concluyen que el alto apoyo del barrio se relaciona negativamente con perpetración y victimización de VN.

En cuarto lugar, en relación con las variables asociadas al macrosistema los resultados del estudio de Wincentak et al. (2016) muestran que pertenecer a una minoría cultural, es decir, pertenecer a cualquier grupo cultural que no sea el grupo dominante del país de origen, explica el ser víctima y perpetrador de VN física pero sólo en mujeres, y que las desventajas económicas de la región donde se vive predicen más riesgo de perpetrar y sufrir VN de tipo físico, en hombres y mujeres. Este último resultado, también, es confirmado por el meta-análisis de Park y Kim (2018) que encuentra que el estatus socioeconómico se relaciona negativamente con perpetración y victimización de VN.

Los análisis de las diferencias entre los tamaños del efecto para perpetración y victimización indicaron que existen diferencias significativas en el efecto total para las variables individuales (ontogenético), siendo el tamaño del efecto de la r pequeño y menor para victimización (r =.15) (N = 682563) que para perpetración (r = .19) (N = 476112) (r v - r p = -.04, Z = -21.82, p = .0001). El consumo de tabaco y el embarazo precoz, pero también el intento de suicidio y la deseabilidad social se han asociado a un mayor riesgo de ser víctima de VN, con un efecto pequeño. Con un efecto menor el consumo de alcohol y drogas y el sexo se han asociado a victimización de VN. El sexo tuvo un efecto mayor en perpetración en comparación con victimización (r v - r p = -.11, Z = - 46.13, p = .0001), aunque esta diferencia resultó ser pequeña. No se encontraron diferencias entre perpetración y victimización en consumo de alcohol (r v - r p = -.01, Z = -.66, p = .51) ni de drogas (r v - r p = -.01, Z =-1.39, p = .16) (ver Tabla 1). La diferencia entre las r para estas dos variables no resultó ser relevante.

A nivel micro, existen diferencias significativas para el efecto total de las variables, siendo la r menor para victimización .15 (N= 943525) que para perpetración .17 (N= 202855) (r v - r p = - .02, Z = -14.76, p = .0001). Sin embargo, el tamaño del efecto de esta diferencia es pequeño (<.10). El acoso sexual de pares mostró el efecto más grande de sufrir VN, seguido de la VN de sus pares. Además, la VN en los pares mostró el efecto más importante en agresión y no se encontraron diferencias significativas entre ser víctima y perpetrar (r v - r p = -.01, Z = -.40, p = .68). Las variables pares con comportamientos problemáticos y bullying se asociaron a ser víctima y a perpetrar VN, mostrando el mismo tamaño del efecto para ambas medidas. El apoyo social de los pares está asociado a perpetración y victimización, no siendo esta diferencia significativa (r v - r p = -.10, Z = -1.60, p = .11). Respecto a la violencia en la familia de origen hay diferencias significativas entre perpetración y victimización de VN (r v - r p = -.03 Z = -14.63, p = .0001), siendo ligeramente mayor en victimización. Para la variable parentalidad, el tamaño del efecto fue mayor en perpetración de VN (r v - r p = -.07, Z = -8.92, p = .0001), aunque esta diferencia no fue relevante. En el nivel micro algunos tamaños del efecto fueron bajos. Las variables de violencia en la familia de origen, parentalidad, bullying presentan tamaños del efecto de entre .12 y .19, mientras que las variables de acoso sexual de pares, VN de pares, pares con comportamientos problemáticos y apoyo de pares obtuvieron un efecto mayor, entre .23 y .28 (ver Tabla 2).

En relación con el nivel exosistema, la diferencia entre victimización r = .51 (N = 336677) y perpetración (N = 2338) r =.13 fue significativa (r v - r p =.43, Z = 20.50, p = .0001) y moderada, siendo mayor el efecto en el caso de la victimización. La variable edad se relacionó con VN (de tipo sexual) en victimización con un tamaño del efecto medio, no así para los casos de perpetración. Sin embargo el barrio mostró un tamaño del efecto bajo. Además, se encontró una diferencia significativa, aunque no relevante, entre victimización y perpetración (r v - r p = .09, Z = 0.03, p = .0001), siendo mayor la relación de VN con victimización (ver Tabla 3).

Tabla 3: Factores de riesgo asociados a la VN a nivel Exosistema y Macrosistema. 

A nivel macro, existen diferencias significativas en el efecto total entre victimización (r = .17, N = 335088) y perpetración (r = .18, N = 335088) (r v - r p = -.01, Z = -4.22, p = .0001), mostrando un efecto bajo. La asociación entre desventaja económica y victimización y perpetración fue baja y se encontró una diferencia significativa pero débil entre ambos grupos (r v - r p = -.02, Z = -11.12, p = .0001). La variable minoría cultural se asoció de forma baja-moderada a perpetración y victimización de VN y no existen diferencias entre ambos grupos (ver Tabla 3).

Por otro lado a nivel global, encontramos que el tamaño del efecto para las variables de exo fue alto (Nivel 3, N = 336677, r 3 = .51) y mayor en comparación con el resto de niveles que presentaron un tamaño del efecto similar: macro (Nivel 4, N = 335088, r 4 = .18), individual (Nivel 1, N = 824336, r1 = .17) y micro (Nivel 2, N = 956595, r 2 = .16). Los contrastes de r revelaron que las diferencias fueron signficativas entre los niveles macro-exo (r 4- r 3 =.36, Z = -156,03, p = .0001), macro-micro (r 4- r 2 = .02, Z = 10.25, p = .0001) y macro-individual (r 4- r 1 = .01, Z = 5.05, p = .0001). Entre el nivel exo-micro (r 3- r 2 = .38, Z = 200.28, p = .0001), exo-individual (r 3- r 1 = .37, Z = 191.19, p = .0001) y entre el micro e individual (r 1- r 2 = .01, Z = 6.84, p = .0001). Hubo una diferencia grande en el tamaño del efecto entre el nivel exo y el resto de niveles. También encontramos diferencias significativas en el tamaño del efecto total entre perpetración (r = .18, N = 682054) y victimización (r = .21, N = 1629175) (r 1- r 2 = -.03, Z = -21.63, p = .0001).

Discusión

Los 15 estudios meta-analíticos incluidos en esta revisión describen y agrupan los factores asociados a la VN en base al modelo ecológico, reafirmando esta estructura como válida para la descripción de los factores de riesgo y protección de la VN analizados. En esta revisión se clasifican en cuatro niveles (onto, micro, exo y macro estructural) las variables capaces de explicar la VN (victimización y agresión).

A nivel individual las variables mostraron un efecto bajo en relación con la VN. Con más fuerza el consumo de tabaco, el embarazo precoz, el intento de suicidio y la deseabilidad social, y en menor medida, el consumo de sustancias y el sexo estaban asociados con la victimización. En relación con la perpetración, el sexo y, en menor medida, el consumo de alcohol y drogas se relacionaron con VN. Las víctimas de VN son más propensas a fumar que las no víctimas. La nicotina podría usarse como una estrategia de afrontamiento desadaptativa asociada a la reducción del afecto negativo y la ansiedad relacionada con VN así como a otros factores de estrés (Crane et al., 2013). Otros tipos de consumo asociados con VN, pero con un peso menor, son el uso del alcohol y de las drogas. El consumo de alcohol está asociado a la perpetración y victimización en VN. Sin embargo, los estudios incluidos reportan algunas limitaciones relacionadas con las medidas del consumo de alcohol, y el tipo de diseño, en su mayoría de tipo experimental o de laboratorio. Los estudios experimentales podrían encontrar poca validez externa, y los estudios longitudinales no dejan clara la dirección temporal de la asociación entre consumo de alcohol y victimización (Drevies et al., 2013b). En cuanto al abuso de drogas, los resultados confirmaron que se asocia de forma débil con la perpetración de VN. El consumo de marihuana se relaciona tanto con la perpetración como con la victimización de VN física. Podría ser que el consumo sea una consecuencia de la VN y se utilice para hacer frente a la ansiedad o esté relacionada a un entorno social de riesgo donde la compra y el uso de sustancias puedan llevar a sufrir o perpetrar más violencia (Bean, 2001). Sin embargo, algunas autoras plantean que el uso y consumo de drogas también pueden ser desinhibidores de la conducta violenta (Ferrer Pérez y Bosch Fiol, 2005).

Por otra parte, el embarazo precoz está asociado con la historia de abusos sufrida por las mujeres adolescentes, y particularmente con la coocurrencia de la violencia física y sexual. Este resultado coincide con revisiones previas donde los embarazos tempranos y no deseados son una variable asociada a victimización de VN (Joly y Conolly, 2016; Vezina y Hebert, 2007).

El sexo se relacionó con la VN, mostrando una influencia mayor para perpetración en comparación con la victimización, aunque esta asociación fue pequeña. Las diferencias en las prevalencias de perpetración física son más altas en mujeres que en hombres, mientras que la perpetración sexual es más alta en hombres que en mujeres (Wincentak et al., 2016). Sin embargo, este resultado no coincide con lo encontrado en la revisión sistemática realizada por Jennings et al. (2017) donde las mujeres en todos los rangos de edad informan de una mayor prevalencia de victimización en comparación con los hombres. Los estudios revelan que el tipo de muestra, el instrumento de medida, la violencia de tipo reactivo en las mujeres y la gravedad del abuso pueden estar influyendo en la estimación de las tasas de declaración de la violencia en las mujeres (Joly y Conolly, 2016; Wincentak et al., 2016). Además, otra variable que influye en la declaración de VN es la DS que incrementó las tasas de subdeclaración de la violencia en las víctimas (Sugarman y Hotalling, 1997). Una posible explicación a este subreporte podría relacionarse al estigma asociado a ser víctima de violencia que se ha documentado en población adulta (Joly y Conolly, 2016; Puente-Martínez, 2017). También el intento de suicidio se relaciona con victimización en jóvenes (Castellví et al., 2016) y con ser mujer (Devries, 2013a), encontrándose pocos estudios que incluyan muestras de hombres (Devries, 2013a). Este resultado es relevante ya que se ha encontrado que en Europa y España el mayor número de casos de suicidio se dan entre los 15 y 25 años, siendo un problema que implica una alta tasa de mortalidad en la juventud.

A nivel micro-sistema, se identificaron el acoso sexual de pares y la violencia en el noviazgo de los pares como los predictores más fuertes de VN. Uno de los estudios encontró un efecto de moderación significativo del género en la relación entre acoso sexual de los pares y VN, siendo el efecto más alto para las mujeres (Hérbert et al., 2017). Además, tener pares con comportamientos problemáticos y ser victimizado por pares (bullying físico, psicológico y cyberbulling) incrementan tanto las tasas de perpetración como victimización de VN. Sin embargo, el apoyo de pares redujo las posibilidades de ser víctima y perpetrador, indicando que no disponer de una red social de apoyo positiva en su entorno más próximo aumenta el riesgo de sufrir VN. Estos resultados confirman que los pares son uno de los agentes de socialización más influyentes en la juventud tanto para el comportamiento prosocial (Steinberg, 2014) como para el comportamiento violento (Miller-Johnson y Costanzo, 2004). Además, dentro de las variables familiares haber sufrido diferentes tipos de violencia en la familia de origen (maltrato infantil de tipo físico, sexual, psicológico y ser testigo de violencia entre los padres) se relaciona con VN. Los problemas de relación familiar, la parentalidad negativa, y el miedo a la violencia en la familia incrementan el riesgo de VN con una fuerza baja tanto para víctima como para perpetrador. Por otro lado, mayor apoyo parental y control parental disminuyen de forma débil las probabilidades de sufrir abuso y perpetrarlo.

A nivel exosistema la edad está asociada fuertemente con la VN de tipo sexual, mostrando el efecto más importante dentro del modelo. Como en investigaciones previas, en este estudio la edad ha sido tratada como una variable contextual dentro del modelo ecológico (Puente-Martínez, Ubillos-Landa, Echeburúa y Páez-Rovira, 2016). Una posible explicación podría ser que en la VN el maltrato incrementase su frecuencia y gravedad con el tiempo produciéndose una escalada progresiva en los niveles de violencia (Williams y Frieze, 2005; Walker, 1989). Pero, además, los comportamientos sexuales tienden a aparecer con más frecuencia en la adolescencia tardía (17-19 años) frente a la inicial (10-14 años), momento en el que las relaciones y prácticas sexuales se vuelven más frecuentes entre los jóvenes (INJUVE, 2016; Eaton et al., 2010). Desde esta perspectiva, es más probable que la violencia de tipo sexual aparezca en adolescentes y jóvenes con una mayor edad. En esta línea un estudio ha encontrado que durante la adolescencia la forma más común de victimización sexual es la agresión sexual coercitiva verbal mientras que, a medida que avanza la edad, en estudiantes universitarias se ha encontrado que es más común que aparezcan formas de violencia más graves como la violación (Smith, White y Holland, 2003). También hay que considerar que los estudios incluidos se basan en definiciones amplias de violencia sexual que consideran una extensa gama de comportamientos (besos no deseados, comportamientos amenazantes, tocamientos indeseados) (Wincentak et al., 2016). Por otro lado, los barrios peligrosos tienen una relación positiva con perpetración y victimización, mientras que el apoyo por parte de la comunidad se asocia negativamente a victimización de VN, confirmando que el apoyo socio-comunitario puede ser un factor protector ante la agresión por parte de la pareja en el noviazgo. Las variables analizadas (barrios peligrosos y edad) se asociaron en mayor medida con ser víctima de VN que con perpetración.

Por último, a nivel macrosocial, se confirma que pertenecer a una minoría cultural dentro del país de origen se asocia a perpetración y victimización de violencia física en mujeres (Foshee et al., 2008; Teitelman, Ratcliffe, McDonald, Brawner y Sullivan, 2011). Estos resultados indican la relevancia de considerar el contexto social y cultural en la explicación de la VN. Tanto las tasas de victimización como perpetración en mujeres pertenecientes a minorías culturales se han asociado a contextos de alta violencia, exclusión, discriminación y a otros aspectos geográficos como la localización y la pobreza (Carbone-López, 2013; Wincentak et al., 2016). La relación entre victimización y pertenecer a una minoría cultural no se confirmó para el caso de los hombres. Las desventajas económicas también aumentaron el riesgo de perpetración y victimización en ambos sexos. Aunque este efecto fue muy bajo, estudios previos han concluido que las regiones más pobres son las que tienen niveles más altos de victimización y perpetración en adolescentes (Gressard, Swahn y Tharp, 2015).

Finalmente, considerando las diferencias entre los distintos niveles se encuentra que las variables del exo-sistema presentan un tamaño del efecto grande y mayor que las de tipo macro, individual y micro que mostraron efectos bajos y similares. Esto confirma que factores fundamentalmente relacionados con la edad, pero también con el entorno socio-comunitario, los que se encuentran más asociados a la VN frente a los factores de tipo individual, del entorno más cercano al sujeto y del macro. Es decir, que las variables del exosistema se presentan como las más relevantes para explicar la perpetración y victimización en VN en comparación con el resto de variables. Aunque en este estudio se ha aplicado el criterio de Cohen, basándonos en las revisiones de estudios meta-analíticos (Gignac y Szodorai, 2016; Richard, Bond y Stokes-Zoota, 2003) en las que recomiendan considerar las correlaciones de .10, .20 y .30 como pequeñas, típicas y relativamente grandes, los niveles macro, micro e individual presentan un tamaño del efecto cercano al promedio (.18-.16). Además, hay que destacar el efecto de determinadas variables como son pertenecer a una minoría cultural del nivel macro, y el acoso sexual, la VN o las conductas agresivas de los pares del nivel micro, cuyos tamaños del efecto se podrían considerar moderados-grandes. Las variables individuales mostraron un tamaño del efecto más pequeño pero significativo en los estudios analizados, indicando que la influencia de estas variables sobre la VN es más limitada.

Algunas limitaciones de este estudio son, en primer lugar, que el tamaño de las muestras analizadas para los distintos factores de riesgo es grande y, por ello, se debe tener precaución para no sobre estimar el tamaño de r y las diferencias entre grupos y niveles (Borenstein et al., 2009). Segundo, los resultados obtenidos se circunscriben principalmente a población de Norteamérica, en consecuencia, sería interesante desarrollar más estudios en otras regiones como Latinoamérica y Europa. También sugieren analizar posibles efectos de moderación según región y cultura. En tercer lugar, no todos los estudios indicaron las relaciones entre los factores de riesgo y protección y los distintos tipos de VN. Por último, quedaron fuera de esta revisión estudios meta-analíticos que reportaban relación de VN con otras variables como emociones negativas (r = .25) (Birkley y Eckhardt, 2015) y depresión (r = .17) (Beydoun, Beydoun, Kaufman, Lo y Zonderman, 2012; Devries et al., 2013a) porque incluían conjuntamente muestras de VN y de VPI en parejas adultas y no realizaban análisis por separado.

Pese a estas limitaciones, una de las fortalezas de este estudio es que sistematiza las investigaciones meta-analíticas sobre las principales variables relacionadas con VN, así como algunos de los principales factores de riesgo y protectores asociados a la VN considerando perpetración y victimización de forma separada. Además, es la primera revisión sistemática que se realiza sobre VN, teniendo en cuenta todas las variables que han sido analizadas en los meta-análisis previos en base al modelo ecológico. Esta información viene a complementar los resultados de las revisiones previas sobre la VN. Además, permite distinguir las características propias que tiene la VN en los distintos niveles (onto, micro, exo y macro) que la sitúan como un problema de estudio diferente al de las parejas adultas.

Una de las principales implicaciones prácticas es que permite identificar entre las variables relacionadas con VN aquellas que tienen más peso en la predicción de perpetración y victimización. Además, sugiere impulsar los esfuerzos de prevención a través de programas de intervención temprana en la adolescencia, y en la atención clínica de mujeres jóvenes que están en riesgo de ser victimizadas. En la atención clínica, permitiría trabajar para prevenir los intentos de suicidio en población adolescente, el embarazo precoz o el consumo de sustancias. También trabajar en prevención de violencia en el futuro, considerando que la victimización de VN en mujeres adolescentes predice fuertemente la victimización en la edad adulta (Shorey et al., 2008). Además, este estudio sugiere que un entorno violento y el apoyo de los pares son relevantes en la intervención con VN. Estos resultados, además, permiten reconocer posibles grupos de riesgos y plantear intervenciones sensibles culturalmente y que consideren vulnerabilidades de nivel macrosocial. También potenciar el apoyo social y comunitario en jóvenes podría ser un factor protector de nivel exo, especialmente en mujeres pertenecientes a minorías culturales.

En relación a futuras investigaciones puede resultar de interés analizar cómo estos factores de riesgos podrían estar vinculados entre sí y sus efectos acumulativos. Del mismo modo analizar las diferencias en función del tipo de muestra y realizar estudios transculturales podría ayudar a entender mejor las características y particularidades de la VN y qué la diferencia de la VPI. La VN se integra en un sistema dinámico de influencia, por lo que se requiere un enfoque multifactorial, dinámico, y que aborde factores de riesgos de todos los niveles (modelo ecológico) y sus posibles combinaciones para mitigarlo o disminuirlo. En definitiva, los resultados obtenidos confirman cierta evidencia acumulada sobre que la VN es un tema de investigación relevante, por su magnitud y consecuencias.

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Agradecimientos

Este trabajo fue financiado por CONICYT PFCHA/ DOCTORADO EN EL EXTRANJERO BECAS CHILE/2017 - 72180394 a Marcela Gracia-Leiva; por la Beca del Programa de Formación y Perfeccionamiento de Personal Investigador otorgada por la Universidad del País Vasco a Alicia Puente (PRE_UPV / EHU 2011-17-18). Por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España (MINECO- PSI2014-51923-P; PSI2017-84145-P) y por la Universidad del País Vasco y el Gobierno Vasco (GIC12/91 IT-666-13).

Recibido: 31 de Mayo de 2018; Revisado: 28 de Septiembre de 2018; Aprobado: 15 de Octubre de 2018

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