Introducción
La etapa infantil es considerada un periodo crucial para el desarrollo de una vida longeva y saludable1. Es un periodo de gran vulnerabilidad, en el cual los factores genéticos y familiares interactúan con los factores ambientales y otros determinantes sociales que producen una combinación compleja de efectos y resultados sobre la salud2. Desde el enfoque del ciclo vital, la salud y la enfermedad son el producto de exposiciones continuadas a diferentes factores de riesgo que se suceden a lo largo de la vida de las personas3. Así, existe evidencia sobre la importancia que tiene la vivencia durante la etapa de la niñez en un entorno de estatus socioeconómico bajo sobre el establecimiento de determinadas conductas relacionadas con la salud y en el desarrollo de ciertas enfermedades en la vida adulta4. Una temprana privación social y material (económica, educacional, ambiental) predispone a la mala salud en etapas muy tempranas de la vida (como en la malnutrición fetal), a una inadecuada actividad física y a hábitos de vida perjudiciales, lo que predispone a su vez a déficits inmunitarios y psicológicos que dan continuidad a las inadecuadas conductas relacionadas con la salud a lo largo de toda la vida y que, finalmente, predisponen a la mala salud, una mayor morbilidad y una mortalidad prematura5. En todo caso, el estudio de la salud y de los determinantes sociales de la salud en la niñez, así como de las desigualdades en salud entre grupos sociales, resulta necesario para la mejora de la salud y las inequidades en el presente, como un periodo de la vida que debe ser estudiado en sí mismo6, y no solo por la influencia que ello tiene en futuras etapas vitales.
Aunque aún escasos, ya existen algunos estudios que muestran desigualdades en los/las adolescentes, especialmente en los indicadores de salud relativos al sobrepeso y a la obesidad, según el estatus socioeconómico familiar7 8, así como también en la adquisición de hábitos de vida saludables en relación a la alimentación y el ejercicio físico9 10. Asimismo, es conocida la importancia que durante la infancia tienen las condiciones de vida, tanto en relación con la privación material del área de residencia como con las dificultades económicas experimentadas por el hogar, para entender la salud de los menores y su desarrollo posterior1.
Las desigualdades sociales en la salud infantil han sido estudiadas habitualmente en relación con el estatus socioeconómico familiar, en especial mediante el análisis de la clase social y del nivel educativo de los progenitores11. Sin embargo, dados los cambios que nuestras sociedades están experimentando debido a la llegada de población inmigrante, el estatus migratorio ha comenzado a convertirse en una característica esencial al analizar las desigualdades en salud. España ha experimentado un intenso proceso de llegada de población inmigrante, sobre todo durante la década de 2000, siendo en la actualidad uno de los países europeos con mayor proporción de población inmigrante, que llega al 12,9% en 201712. Así, derivada de los nuevos nacimientos de esta población y tras un intenso proceso de reagrupación familiar, la mal llamada «segunda generación» comienza a ser una población cuantitativamente importante y cualitativamente relevante para analizar las desigualdades en salud. En la actualidad es amplia la evidencia, tanto nacional como internacional, sobre la existencia de desigualdades en salud entre la población inmigrante y la población autóctona en la etapa adulta13-15. Sin embargo, los estudios sobre los descendientes de los inmigrantes aún son escasos en España16. Por tanto, el objetivo es analizar las desigualdades sociales en salud y en los determinantes sociales de la salud entre la población infanto-juvenil de origen inmigrante de países de renta baja y la población de origen autóctono en el País Vasco.
Método
Diseño y fuente de datos
Se realizó un estudio transversal a partir de los datos de una submuestra de la Encuesta de Salud del País Vasco (ESCAV) de 2013 relativa a la población entre 0 y 17 años (n=1469). La ESCAV es una encuesta realizada a una muestra de personas residentes en viviendas familiares, y que en el caso de la población infantil y adolescente recoge tanto variables generales y relativas a las características del hogar y las personas residentes en él, como preguntas específicas adaptadas y de interés para esta población. La metodología de la ESCAV de 2013 se ha descrito de manera detallada con anterioridad17.
Variables
Como variables resultado se utilizaron diferentes variables tanto de salud como de determinantes sociales de la salud, relacionadas con las condiciones materiales de vida y con las conductas. En el caso del estado de salud, se utilizaron la salud percibida y el padecimiento de problemas crónicos. La ESCAV recoge la variable de salud percibida a través de la pregunta «¿Cómo diría que es el estado de salud en general del/de la niño/a?», con cinco posibles respuestas: muy bueno, bueno, regular, malo, muy malo. Dicha pregunta se realiza a los progenitores o tutores del/de la menor hasta los 15 años, y a partir de esa edad la pregunta es respondida directamente por el/la menor. Como según la edad la respuesta la proporcionan el/la menor o sus progenitores/tutores, a lo largo del artículo se expresarán los resultados bajo la forma de autodeclaración para ambos casos. En este trabajo, dicha variable se recodificó en dos grupos: quienes tienen «muy buena salud» y el resto (buena, regular, mala y muy mala), dado el bajo porcentaje de menores con regular, mala y muy mala salud, lo que es habitual en esta etapa del ciclo vital. En el caso de los problemas crónicos se construyó una variable a partir de la respuesta a una lista de los problemas crónicos más frecuentes. Como variables de determinantes sociales de la salud se distinguieron dos grupos. En primer lugar, y con el objetivo de recoger las diferencias en la exposición a condiciones de vida adversas, se utilizaron dos variables: por un lado, la dificultad para llegar a fin de mes en el hogar, que fue categorizada en dos grupos, con dificultad (con mucha dificultad, con dificultad y con cierta/alguna dificultad) y sin dificultad (con mucha facilidad, con facilidad y con cierta/alguna facilidad); y por otro lado, la privación socioeconómica del área de residencia, en concreto según el índice MEDEA18, distinguiendo entre hogares de áreas de mayor privación (4 y 5) y de menor privación (1, 2 y 3). En segundo lugar, se analizaron tres variables relacionadas con conductas: obesidad, realización de actividad física en el tiempo libre y tiempo dedicado a ver la televisión, jugar a videojuegos, utilizar el ordenador o navegar por Internet (denominadas «actividades sedentarias»). Para la definición de la obesidad se siguió el criterio basado en percentiles poblacionales, que fueron tomados de la Fundación Orbegozo19 para cada año de edad, y se analizó únicamente a partir de la edad de 2 años. La realización de actividad física en el tiempo libre se categorizó en dos grupos según su frecuencia: menos de 2 horas semanales y al menos 2 horas semanales20 (recogida para las personas de entre 7 y 14 años). El tiempo dedicado a actividades sedentarias se categorizó en 2 horas o más diarias y menos de 2 horas diarias21 (recogida para la población de entre 2 y 14 años).
Como variable independiente se utilizó el país de nacimiento de los progenitores, diferenciando entre los descendientes de ambos padres nacidos en España y los de al menos uno de los progenitores nacido en un país extranjero de renta baja. Se consideraron como renta baja los países con un índice de desarrollo humano (IDH) en 2011 inferior al obtenido por el país de la Unión Europea de los 15 con menor IDH (Portugal: 0,809). Se seleccionaron únicamente los descendientes de progenitores de países de renta baja de acuerdo con el objetivo de mostrar la relevancia de la desigual distribución de los determinantes sociales de la salud en comparación con la población autóctona, lo cual podría resultar neutralizado si se hubiera incluido en la muestra a los hijos y las hijas de progenitores procedentes de países de rentas altas22.
Con el fin de ajustar el efecto derivado de otros ejes de desigualdad se ajustó por dos variables: la primera, el nivel de estudios de los progenitores, considerada una variable relacionada con la posición socioeconómica traída desde el lugar de origen; y la segunda, la clase social familiar, más relacionada con la posición socioeconómica en la sociedad de destino. En el caso del nivel de estudios se utilizó el máximo alcanzado por alguno de los progenitores, y como medida de clase social se consideró la clase social basada en la ocupación23.
Análisis de los datos
Se calcularon prevalencias brutas para las variables de salud y de determinantes sociales de la salud según el lugar de nacimiento de los progenitores, así como su significación mediante la prueba de ji cuadrado para variables cualitativas. Con el objetivo de medir la asociación entre las variables resultado y el lugar de origen de los progenitores ajustado por las variables, se calcularon razones de prevalencia (RP) mediante modelos de Poisson de varianza robusta.
Todos los análisis se realizaron separados para hombres y mujeres.
Resultados
La Tabla 1 muestra las características principales de la muestra. La edad media de los menores es de 8,5 años en los descendientes de autóctonos y un año menos en los de origen inmigrante. El 60% de los descendientes de autóctonos y el 45% de los de inmigrantes manifiestan tener un estado de salud muy bueno. Alrededor del 15% en el caso de los/las autóctonos/as y entre el 11% y el 14% de los/las inmigrantes padece algún problema crónico, algo más del 5% y del 14% de los/las menores autóctonos e inmigrantes respectivamente tienen obesidad, la gran mayoría realizan actividad física frecuente y pasan menos de 2 horas diarias viendo la televisión, jugando a videojuegos o navegando en Internet. Una mayor proporción de menores de origen inmigrante residen en hogares con dificultades para llegar a fin de mes y en áreas con mayor privación. Un nivel de estudios bajo de los progenitores y la clase social familiar manual son más frecuentes entre los/las descendientes de progenitores inmigrantes.
Niños | Niñas | |||||
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Origen progenitores | Autóctono | Inmigrante | p | Autóctono | Inmigrante | p |
46,0 (676) | 6,7 (98) | 42,4 (623) | 4,9 (72) | |||
Edad media (DE) | 8,6 (4,7) | 7,6 (5,2) | 0,066 | 8,5 (4,6) | 7,5 (4,8) | 0,070 |
Salud percibida | ||||||
Buena, regular, mala, muy mala | 40,4 (273) | 55,1 (54) | 0,006 | 39,3 (245) | 55,6 (40) | 0,008 |
Muy buena salud | 59,6 (403) | 44,9 (44) | 60,7 (378) | 44,4 (32) | ||
Problemas crónicos | ||||||
Sí | 15,8 (107) | 14,3 (14) | 0,694 | 10,9 (68) | 13,9 (10) | 0,449 |
No | 84,2 (569) | 85,7 (84) | 89,1 (555) | 86,1 (62) | ||
Obesidad | ||||||
Sí | 5,9 (37) | 14,1 (12) | <0,01 | 5,3 (31) | 14,1 (9) | <0,01 |
No | 94,1 (591) | 85,9 (73) | 94,7 (549) | 85,9 (55) | ||
Actividad física | ||||||
Menos de 2 h/sem | 15,6 (59) | 30,6 (11) | 0,209 | 20,5 (67) | 32,3 (10) | 0,428 |
Al menos 2 h/sem | 84,4 (318) | 69,4 (25) | 79,5 (260) | 67,7 (21) | ||
Uso de pantallas | ||||||
Al menos 2 h/día | 25,9 (143) | 33,3 (24) | 0,184 | 20,8 (106) | 32,1 (18) | 0,052 |
Menos de 2 h/día | 74,1 (408) | 66,7 (48) | 79,2 (403) | 67,9 (38) | ||
Dificultad llegar a fin de mes | ||||||
Con dificultad | 37,6 (244) | 84,7 (83) | <0,01 | 36,1 (212) | 86,1 (56) | <0,01 |
Sin dificultad | 62,4 (404) | 15,3 (15) | 63,9 (375) | 13,9 (9) | ||
Privación área residencia | ||||||
Con privación | 37,3 (252) | 55,1 (54) | <0,01 | 38,7 (241) | 48,6 (35) | 0,103 |
Sin privación | 62,7 (424) | 44,9 (44) | 61,3 (382) | 51,4 (37) | ||
Clase social familiar | ||||||
Manual | 39,8 (269) | 72,2 (70) | <0.01 | 35,7 (222) | 72,2 (52) | <0.01 |
No manual | 60,2 (406) | 27,8 (27) | 64,2 (399) | 27,8 (20) | ||
Nivel de estudios máximo progenitores | ||||||
Sin estudios/primarios | 4,6 (31) | 18,4 (18) | <0.01 | 4,8 (30) | 15,3 (11) | <0.01 |
Secundarios | 49,4 (334) | 62,2 (61) | 51,7 (322) | 61,1 (44) | ||
Universitarios | 46,0 (311) | 19,4 (311) | 43,5 (271) | 23,6 (17) |
Los/las descendientes de población inmigrante manifestaron tener una peor salud que los/las hijos/as de personas autóctonas (RP niños: 1,56, intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,27-1,91; RP niñas: 1,52, IC95%: 1,19-1,94). De hecho, tras tener en cuenta el nivel de estudios de los progenitores y la clase social de la familia, la probabilidad de no tener muy buena salud percibida, aunque se reduce ligeramente, sigue siendo alrededor de un 40% mayor entre los/las menores de origen inmigrante que en los/las de origen autóctono (RP niños: 1,40, IC95%: 1,12-1,79; RP niñas: 1,42, IC95%: 1,09-1,85). En el caso del padecimiento de problemas crónicos, los dos grupos tienen prevalencias similares, no siendo significativas las diferencias.
Respecto a las condiciones de vida, un mayor porcentaje de los hogares donde viven menores de origen inmigrante tienen dificultades económicas para llegar a fin de mes respecto a los de origen autóctono. Esta situación sigue produciéndose cuando se ajusta el resultado por el nivel de estudios (RP niños: 1,77, IC95%: 1,51-2,08; RP niñas: 1,90, IC95%: 1,61-2,11) y también al añadir en el ajuste la clase social familiar (RP niños: 1,67, IC95%: 1,43-1,97; RP niñas: 1,72, IC95%: 1,46-2,01). Además, los/las menores de origen inmigrante residen con más frecuencia en áreas de mayor privación socioeconómica que los/las descendientes de autóctonos, aunque las diferencias dejan de ser significativas al considerar el nivel de estudios y la clase social de la familia.
Por último, respecto a las conductas relacionadas con la salud, la población infanto-juvenil de origen inmigrante tiene el doble de prevalencia de obesidad que la de origen autóctono. Las diferencias son significativas entre los niños (RP: 1,94, IC95%: 1,03-3,67), pero dejan de ser significativas al tener en cuenta el nivel de estudios y la clase social de la familia. En las niñas, las diferencias entre ambos orígenes no son significativas en ningún caso. En cuanto a la realización de actividad física en el tiempo libre, la prevalencia de ejercicio al menos 2 horas semanales es moderadamente menor entre los/las menores de origen inmigrante que entre los/las de origen autóctono, aunque las diferencias no son significativas. Sin embargo, el tiempo dedicado a actividades sedentarias sí muestra importantes diferencias a favor de los/las hijos/as de personas autóctonas. Así, es más frecuente que los/las niños/as de origen inmigrante pasen 2 horas o más al día viendo la televisión, jugando a videojuegos o navegando en internet que los/las de origen autóctono, y en el caso de las niñas las diferencias se mantienen incluso al considerar tanto el nivel de estudios de los progenitores como la clase social familiar (RP: 1,68, IC95%: 1,07-2,62) (Tablas 2, 3, 4).
RPa edad IC 95% | RPa edad y estudios IC 95% | RPa edad, estudios y clase social IC 95% | ||
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Niños | Ausencia de muy buena salud percibida | 1,56 (1,27-1,91) | 1,47 (1,18-1,83) | 1,40 (1,12-1,79) |
Padecimiento de problemas crónicos | 0,97 (0,84-1,09) | 0,97 (0,87-1,09) | 0,98 (0,87-1,10) | |
Niñas | Ausencia de muy buena salud percibida | 1,52 (1,19-1,94) | 1,40 (1,08-1,81) | 1,42 (1,09-1,85) |
Padecimiento de problemas crónicos | 0,96 (0,86-1,06) | 0,95 (0,85-1,06) | 0,93 (0,84-1,04) |
RPa edad IC 95% | RPa edad y estudios IC 95% | RPa edad, estudios y clase social IC 95% | ||
---|---|---|---|---|
Niños | Con dificultad para llegar a fin de mes | 2,19 (1,88-2,52) | 1,77 (1,51-2,08) | 1,67 (1,43-1,97) |
Vivir en áreas de mayor privación socioeconómica | 1,35 (1,06-1,72) | 1,13 (0,88-1,47) | 1,10 (0,85-1,43) | |
Niñas | Con dificultad para llegar a fin de mes | 2,30 (1,98-2,66) | 1,90 (1,61-2,11) | 1,72 (1,46-2,01) |
Vivir en áreas de mayor privación socioeconómica | 1,31 (1,01-1,70) | 1,09 (0,84-1,41) | 1,03 (0,79-1,34) |
RPa edad IC 95% | RPa edad y estudios IC 95% | RPa edad, estudios y clase social IC 95% | ||
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Niños | Obesidad (2 a 17 años) | 1,94 (1,03-3,67) | 1,71 (0,89-3,27) | 1,62 (0,86-3,06) |
Menos de 2h/semana de actividad física (7 a 14 años) | 1,23 (0,83-1,84) | 1,14 (0,78-1,67) | 1,09 (0,75-1,61) | |
Al menos 2h/día de actividades sedentarias (2 a 14 años) | 1,45 (1,01-2,07) | 1,31 (0,91-1,91) | 1,27 (0,88-1,85) | |
Niñas | Obesidad (2 a 17 años) | 1,72 (0,80-3,68) | 1,64 (0,80-3,51) | 1,53 (0,67-3,50) |
Menos de 2h/semana de actividad física (7 a 14 años) | 1,12 (0,79-1,61) | 1,03 (0,71-1,49) | 0,99 (0,68-1,43) | |
Al menos 2h/día de actividades sedentarias (2 a 14 años) | 1,71 (1,10-2,65) | 1,79 (1,15-2,79) | 1,68 (1,07-2,62) |
Discusión
Los resultados indican que el estatus migratorio de los progenitores es un eje de desigualdad en salud de gran relevancia que ejerce su influencia más allá de una generación. Los/las descendientes de familias de origen inmigrante muestran mayor prevalencia de no tener muy buena salud percibida, presentar obesidad, dedicar más de 2 horas diarias a actividades sedentarias y vivir en hogares con dificultades económicas y en zonas de mayor privación, en comparación con los/las de familias autóctonas. De hecho, los peores resultados de salud percibida y dificultades económicas persisten incluso cuando se tiene en cuenta el nivel de estudios de los progenitores y la clase social familiar.
Estos resultados son coincidentes con los de otros estudios internacionales que muestran un peor estado de salud percibido, así como una mayor probabilidad de padecer obesidad entre los/las niños/as y jóvenes de origen inmigrante24 25. La peor salud percibida en nuestro estudio coincide con los datos que Rivera et al.16 ofrecen sobre Cataluña, aunque la menor prevalencia de problemas crónicos que encuentran entre los/las descendientes de inmigrantes no se ha encontrado en nuestro caso. Por otro lado, los resultados son coincidentes en cuanto a la menor actividad física de los/las hijos/as de progenitores inmigrantes25 26, aunque en nuestro estudio las diferencias no son estadísticamente significativas. En relación con las actividades sedentarias, los estudios, principalmente desarrollados en los Estados Unidos, muestran resultados poco coincidentes según las edades y el tipo de actividad analizada, encontrando algunos de ellos desigualdades en los hábitos sedentarios entre menores de diferentes orígenes27 28 y otros igualdad respecto a los menores de origen autóctono29 30. En Europa, los estudios de las desigualdades según el lugar de origen de los progenitores respecto a estas actividades son aún escasos, pero los resultados resultan coincidentes con los nuestros26. En todo caso, la diversidad de resultados en diferentes contextos nos invita a pensar en la necesidad de examinar en qué medida tanto el país de origen concreto de los progenitores como el país de destino pueden explicar las diferencias.
Los resultados de este estudio ponen de manifiesto una realidad en términos de salud y de determinantes sociales de la salud de la población infantil que tiene importantes implicaciones en la salud a medio y largo plazo. Es ampliamente conocida la asociación existente entre el exceso de tiempo dedicado a hábitos como ver la televisión, jugar a videojuegos o utilizar el ordenador o Internet, y una mayor obesidad en la infancia31, a la vez que están relacionados con un menor tiempo de actividad física y el consumo de refrescos y comida de gran aporte calórico32 33, lo que desempeña un importante papel en el desarrollo de determinadas afecciones, como es el caso de la enfermedad cardiovascular34. Por otro lado, diversos estudios han señalado la estrecha relación que existe entre la salud y las condiciones de vida de la población infantil y adolescente. Una revisión de más de 200 estudios en 32 países europeos constató que factores sociales como residir en barrios con mayor privación material y tener dificultades económicas en el hogar, entre otros, estaban asociados con una gran variedad de problemas de salud y peor nivel de desarrollo de los/las menores1. Además, el entorno residencial está relacionado con la realización de conductas saludables, como la práctica de deporte o de actividad física35. De ahí la importancia de analizar estos factores como determinantes de la salud de los/las niños/as.
Un elemento de gran interés que pone de manifiesto nuestro estudio es la influencia del estatus migratorio más allá de los factores socioeconómicos tradicionales, como la clase social y el nivel educativo. Así, es destacable que los peores resultados en salud y en los determinantes sociales de la salud en la población infanto-juvenil de origen inmigrante permanecen en algunos casos incluso cuando se neutraliza el efecto de la posición socioeconómica de los progenitores. En este sentido, se han tenido en cuenta dos indicadores que hicieran referencia, por un lado, a la posición adquirida y traída consigo desde el país de origen, como es el caso del nivel de estudios, y por otro lado, a la situación actual en la sociedad de destino según la clase social basada en la ocupación. La peor salud percibida de los/las menores de origen inmigrante, las mayores dificultades para llegar a fin de mes del hogar y el mayor tiempo dedicado a ver la televisión, jugar a videojuegos o navegar en Internet de las hijas de personas inmigrantes se mantienen al eliminar el efecto del más bajo nivel de estudios y la menor clase social de los progenitores inmigrantes en comparación con los progenitores autóctonos. Ello parece indicar la existencia de factores que van más allá de un menor estatus socioeconómico de las familias inmigrantes, tal como sucede también entre la población adulta15, y que precisa ser analizado con especial interés.
Este estudio tiene algunas limitaciones relacionadas fundamentalmente con el tamaño muestral, que no ha permitido realizar los análisis teniendo en cuenta diferentes grupos de edad, así como tampoco diferentes grupos de origen inmigrante, y que es probable que haya afectado a la hora de encontrar diferencias significativas entre los/las menores de origen inmigrante y autóctono. Además, no se pudo tener en cuenta si los/las descendientes habían nacido en el país de origen y habían emigrado con sus progenitores o habían nacido ya en el país de destino, lo cual podría suponer algún tipo de efecto derivado de las condiciones de vida previas en el país de origen, ni tampoco el tiempo de residencia en el lugar de destino de los/las propios menores ni de sus progenitores. Por otro lado, la ESCAV’13 no incorpora medidas de autorreporte para los niños y las niñas menores de 15 años, aunque el proxy reportado por una persona adulta es ampliamente aceptado en las encuetas de salud. Finalmente, la autopercepción de la salud podría ser diferente en los progenitores autóctonos e inmigrantes, y que ello supusiera una diferente respuesta ante un igual estado de salud. Sin embargo, es también cierto que la salud percibida es un indicador de salud ampliamente utilizado en el análisis del estado de salud de la población inmigrante y sus desigualdades respecto a la población autóctona.
La existencia de desigualdades en salud entre la población infanto-juvenil asociadas al lugar de nacimiento de los progenitores nos muestra que las desigualdades y sus efectos sobre la salud se reproducen entre generaciones y van más allá de la posición socioeconómica, obligándonos a pensar en la necesidad de combatirlas mediante la mejora de los determinantes sociales de la salud, también durante los primeros años de la vida. En este sentido, las políticas dirigidas a la infancia deberían contar con un enfoque de «salud en todas las políticas» que abordase el trabajo en diferentes sectores y administraciones. La mejora de los determinantes sociales de la salud en la infancia constituye, además, una oportunidad inigualable para mejorar la salud de la población en un corto espacio de tiempo y con muchos menos recursos que en otras etapas de la vida1. Un conocimiento preciso sobre los factores sociales que tienen mayor influencia en el desarrollo de los menores es, por tanto, un primer paso fundamental para diseñar intervenciones que reduzcan las desigualdades en salud.
¿Qué se sabe sobre el tema?
La etapa infantil y juvenil es clave para el desarrollo de una vida saludable, y es conocida la existencia de desigualdades sociales en salud desde etapas muy tempranas de la vida. El estatus migratorio es un eje de desigualdad muy importante a la hora de analizar la salud y los determinantes de la salud de la población adulta.
¿Qué añade el estudio realizado a la literatura?
Las desigualdades en salud y en los determinantes de la salud entre la población autóctona y la inmigrante se heredan entre generaciones. El estatus migratorio de los progenitores supone una desventaja en salud en sus descendientes que va más allá del estatus socioeconómico de la familia. Las intervenciones que pretendan disminuir las desigualdades en salud de la población infanto-juvenil deben tener en cuenta el origen inmigrante como eje de desigualdad.