Introducción
La teoría salutogénica es un modelo de promoción de la salud que considera a las personas como sujetos activos que pueden aumentar el control y mejorar su salud física, mental, social y espiritual1. Lindström y Ericsson2, y Hernán et al.3, sugieren no desconocer los modelos enfocados al riesgo y la prevención de la enfermedad, pero estos modelos no logran reducir las desigualdades sociales en salud2,4,5 y pueden incluso reducir el empoderamiento comunitario6. Es en la complementariedad de ambos modelos, el salutogénico y el patogénico, donde puede residir el éxito de futuras acciones en promoción de la salud7. En consecuencia, se requiere repensar la base teórica sobre la cual se construye la salud pública7. Álvarez-Dardet y Ruiz Cantero6 señalan que la evidencia científica, las prácticas profesionales y las políticas públicas en promoción de la salud se han desarrollado en términos negativos a partir de la identificación de necesidades de las poblaciones.
Los activos para la salud son aquellos recursos humanos, sociales, físicos o medioambientales que potencian la capacidad para mantener, conservar y generar salud y bienestar3,4. Permiten enfrentar los factores estresantes inherentes a la existencia humana y hacen más fácil percibir la vida como coherente, estructurada y comprensible1,8. Hernán y Morgan9 señalan que el modelo de activos ayuda a las personas a ser más que receptoras pasivas de servicios y potencian la capacidad de actuación en situaciones de vulnerabilidad. Kretzmann y McKnight10, mediante el mapeo de activos comunitarios, enfatizan en el desarrollo de estrategias y políticas basadas en las capacidades, las habilidades y los recursos que las comunidades más vulnerables poseen e identifican. En este sentido, se trasciende de una mirada tradicional de listar problemas y necesidades, ayudando a construir y reconstruir conocimientos desde las mismas comunidades11. Adicionalmente, es posible diagnosticar las fortalezas y las capacidades comunitarias en la generación de salud11. Estas capacidades comunitarias nunca están aisladas y siempre pertenecen a grupos locales12.
Vaandrager y Kennedy13 describen la cohesión vecinal y el capital social como activos que facilitan la coordinación y la cooperación para el beneficio mutuo. Kawachi14 afirma que estos tienen un impacto beneficioso para la salud y el bienestar comunitario. Los moradores comparten aspectos comunes que influyen en la interacción de su contexto y ciertos factores estresores circundantes9, y ayudan al mejoramiento de las condiciones de salud; entre ellos están la capacidad de trabajar colectivamente, la participación igualitaria y el empoderamiento comunitario15. Esto se configura en la capacidad de agencia colectiva, entendida como la posibilidad compartida de hacer y producir efectos novedosos frente a un trasfondo de constricciones normativas16, donde el otro es considerado un importante recurso comunitario17.
La participación comunitaria en iniciativas de desarrollo comunitario es precursora del empoderamiento comunitario porque genera conexiones entre la comunidad y otros actores en pro del mejoramiento de las condiciones de vida18,19. Asimismo, permite la construcción colectiva y cotidiana de valores sociales como la solidaridad, el apoyo comunitario, la amistad, la confianza, el respeto y la convivencia, entre otros20. En consecuencia, posibilitan la existencia de bienes comunes, como el territorio, afianzando su sentido de pertenencia al considerar el barrio como su espacio de vida20. El objetivo del presente estudio es describir cómo la comunidad de El Faro identifica sus activos comunitarios, los utiliza para hacer frente a los desafíos de la vida mediante la capacidad de agencia colectiva y genera procesos de desarrollo comunitario.
Método
El Barrio El Faro es un asentamiento informal ubicado en la zona nororiental de Medellín, Colombia, que nació y se expandió de manera informal desde 1996 y fue parcialmente incluido en 2014 en el Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad21. Se estima que en promedio viven 1500 moradores que habitan 300 viviendas, y el 84% de las familias han sido víctimas de desplazamiento forzado22. El 42% de estas viviendas tiene piso de tierra, el 51% paredes con materiales de deficiente calidad y el 70% techo de zinc22. Los servicios de abastecimiento de agua y alcantarillado generalmente son comunitarios y artesanales, con deficiencias en la potabilización y el flujo22. El servicio de energía es suministrado mediante un sistema prepagado22. No cuenta con instituciones educativas formales ni con instituciones prestadoras de salud; la comunidad accede a estos servicios en lugares alejados de su residencia22.
La presente investigación se realizó en agosto de 2018 desde un enfoque cualitativo y se abordó con la metodología de mapeo de activos comunitarios10 como estrategia de participación que profundiza en la situación de salud de la comunidad23. Siguiendo a Kretzmann y McKnight10, se reflexionó sobre los dos enfoques con los cuales se observa la comunidad: el déficit y la abundancia. Para la construcción del mapa comunitario se requirió identificar los recursos y las capacidades individuales y colectivas, las organizaciones y el entorno que han permitido transformar el territorio y que tienen un valor significativo para la comunidad, los cuales se agruparon en las siguientes cuatro categorías10:
Activos individuales: son las personas, los conocimientos, las habilidades, las motivaciones y los bienes materiales, entre otros. Las personas son importantes porque podemos pensar en ellos como recursos o relaciones que proporcionan acceso a otros activos.
Activos colectivos: son los recursos, las habilidades y los conocimientos colectivos. Se incluyen las organizaciones, las asociaciones y las agrupaciones propias de la comunidad, así como los principales recursos y proyectos autogestionados por la comunidad desde estas organizaciones.
Activos institucionales: son las instituciones, las organizaciones y las empresas externas a la comunidad que tienen alguna conexión positiva, así como los recursos y los proyectos desarrollados en el barrio por estas instituciones.
Activos del entorno físico: son los principales lugares con que cuenta la comunidad, su utilidad y las relaciones que estos tienen con los proyectos, las asociaciones y las instituciones propias y externas.
La estrategia de trabajo para el mapeo comunitario se desarrolló a partir de las fases recomendadas por Botello et al.23:
Contacto inicial con la comunidad: el primer acercamiento fue personalmente con los líderes comunitarios, quienes identificaron las formas más pertinentes de difusión de la jornada de mapeo en la comunidad.
Delimitación del mapeo: se creó un grupo motor con dos líderes comunitarios y siete voluntarios de organizaciones presentes en el barrio (Techo, Instituto Henry Agudelo y Universidad de Antioquia), con quienes se definieron el lugar, la fecha, los recursos necesarios y las acciones posteriores.
Difusión e invitación a la jornada de mapeo: se invitó a los participantes a partir de las estrategias de difusión más utilizadas en el barrio, entre ellas el voz a voz y el uso del megáfono comunitario, se repartieron volantes y se pegaron afiches en lugares importantes de la comunidad. Se utilizó un muestreo intencional, por la posibilidad de ofrecer información profunda y detallada sobre el objeto de estudio24. La elección de los participantes se realizó acorde al rol que tuvieran en los procesos y proyectos de desarrollo comunitario realizados en el barrio (Tabla 1).
Jornada de mapeo: se llevó a cabo una sesión de 2 horas en la sede comunitaria del barrio con los 12 invitados a participar, con quienes se realizó un mapa individual (activos individuales). Posteriormente, en grupos de cuatro personas, formados heterogéneamente para una mayor diversidad de opiniones y con la guía de un moderador, se discutió sobre los activos colectivos, institucionales y del entorno físico (Fig. 1). Finalmente, entre todos los participantes se discutieron las cuatro categorías de activos comunitarios antes explicadas, se realizaron ajustes y se llegó a acuerdos, con los que se construyó de forma gráfica un solo mapa comunitario que contenía la voz de los mapas personales y grupales elaborados.
Código | Caracterización participante | Vinculación | Sexo | Edad (años) |
---|---|---|---|---|
MC: OZ | Líder comunitario (Mesa de trabajo y Mesa de vivienda y servicios públicos) | Participante mapeo y grupo motor | Hombre | 53 |
MC: RD | Líder comunitario (Junta de acción comunal) | Participante mapeo y grupo motor | Hombre | 53 |
MC: AD | Lideresa comunitaria (Comité del agua) | Participante mapeo | Mujer | 55 |
MC: CV | Líder comunitario (Junta de acción comunal, mesa de vivienda y servicios públicos) | Participante mapeo | Hombre | 33 |
MC: BS | Lideresa comunitaria (Comité del agua) | Participante mapeo | Mujer | 55 |
MC: MD | Morador del barrio | Participante mapeo | Mujer | 59 |
MC: AJD | Morador del barrio | Participante mapeo | Hombre | 64 |
MC: FZ | Morador del barrio | Participante mapeo | Mujer | 55 |
MC: JV | Morador del barrio | Participante mapeo | Hombre | 71 |
MC: OA | Morador del barrio | Participante mapeo | Hombre | 50 |
MC: EC | Coordinador área social organización Techo-Medellín | Participante mapeo y grupo motor | Hombre | 29 |
MC: AA | Directora organización Techo-Medellín | Participante mapeo y grupo motor | Mujer | 29 |
MC: VG | Estudiante pregrado Universidad de Antioquia | Facilitador mapeo y grupo motor | Hombre | 24 |
MC: SV | Estudiante pregrado Universidad de Antioquia | Facilitador mapeo y grupo motor | Mujer | 24 |
MC: AG | Estudiante maestría Universidad de Antioquia | Facilitador mapeo y grupo motor | Mujer | 28 |
MC: MB | Voluntaria Instituto Henry Agudelo. Estudiante de fotografía | Fotógrafa y grupo motor | Mujer | 67 |
MC: AH | Estudiante intercambio Universidad Técnica de Münich | Grupo motor | Mujer | 22 |
El análisis de la información implicó un proceso sistemático e interactivo de transformación de los datos recolectados durante el mapeo y los fundamentos teóricos que soportaron esta investigación, con los cuales se identificaron gradualmente las categorías, las relaciones y las explicaciones.25 Este proceso se complementó con las notas de campo desarrolladas durante la jornada de mapeo, a partir de las observaciones realizadas por el investigador principal25. Al concluir la investigación se organizó un encuentro con la comunidad para la devolución de resultados.
El Comité de Ética de la Investigación de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia otorgó un aval (acta CI 00134-26/04/2018) conforme con las normas internacionales, como la declaración de Helsinki de 2008, y las pautas del Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas.
Resultados
El mapeo de activos comunitarios permitió a los moradores del Barrio El Faro reconocer sus propias habilidades, capacidades, sentimientos, colectivos, grupos y organizaciones que han permitido la construcción conjunta con la comunidad. En este proceso se identificaron 12 activos individuales, 12 colectivos, 13 institucionales y 10 relacionados con el entorno; en total, 47 activos comunitarios (Fig. 2).
Uno de los principales activos individuales reconocidos por los participantes es la familia, por ser una de las razones para luchar y progresar. De igual forma, se identificó que el barrio conserva tradiciones rurales por la llegada de muchos moradores al territorio producto del desplazamiento forzado generado por el conflicto armado en Colombia. Lo anterior se ve representado en valores, sentimientos y comportamientos propios de la cultura del campo que se expresan en los discursos de los moradores, como el respeto, la unidad, la solidaridad y las habilidades para la agricultura. Asimismo, se identificó la colaboración y la participación individual en la transformación del barrio gracias a las habilidades para la construcción.
En cuanto a los activos colectivos, los grupos de participantes reconocieron como un activo importante el ser un barrio progresista, pujante y con ganas de salir adelante. En palabras de uno de sus líderes: «el barrio es un imaginario que vamos construyendo» (MC: OZ). Lo anterior se ha desarrollado desde el sentido de pertenencia, principalmente desde sus líderes, que fueron los gestores de organizaciones propias de la comunidad, como la Mesa de Trabajo, la Junta de Acción Comunal y el colectivo Elemento Ilegal; espacios que han incentivado valores como la dignidad, la resistencia, la alegría y la solidaridad entre vecinos, y que han aportado al desarrollo de iniciativas comunitarias para el mejoramiento de las condiciones de vida, el fortalecimiento de la organización del barrio y la construcción de identidad. Adicionalmente, han permitido la gestión de recursos y la dinamización de convites y actividades deportivas y culturales.
La Mesa de Trabajo es un espacio de discusión y de decisión comunitario constituido en 2012, creado como mecanismo de defensa de la vida en el territorio, como forma de resistencia ante la intervención estatal y para desarrollar proyectos sociales que mejoraran la calidad de vida de los habitantes del barrio. Asimismo, sirvió de puente para la formalización de la Junta de Acción Comunal en el año 2017, momento en que obtuvieron la personería jurídica, el reconocimiento como barrio ante la Administración pública, y permitió el acercamiento de universidades e investigadores. Particularmente, con el acompañamiento de la Universidad de Antioquia se creó en el año 2018 la Escuela de Gestión del Riesgo y el Agua. Este fue un proceso de movilización por la gestión comunitaria del agua y la construcción de autonomía y justicia hídrica.
El colectivo Elemento Ilegal es una escuela juvenil de hip hop que trabaja en el barrio desde el año 2014, en conjunto con jóvenes y líderes. El principal objetivo ha sido generar oportunidades para que los jóvenes desarrollen sus proyectos de vida desde la cultura hip hop, mediante talleres artísticos y eventos para la comunidad, en los que visibilizan sus propuestas artísticas.
En cuanto a los activos institucionales, las principales organizaciones externas que se reconocieron en los grupos de participantes son Techo, la Mesa de Vivienda y Servicios Públicos, y la Corporación Volver. Estas han contribuido a la construcción conjunta del territorio, la promoción de procesos organizativos y la formación de los líderes. El papel de estas organizaciones fue esencial en el proceso de verificación de las actividades realizadas durante la planificación y la ejecución de megaproyectos municipales que afectaban la comunidad, garantizando procesos más justos. Organizaciones no gubernamentales de la ciudad, como Colectivo Rara Audiovisual, Multicultural y Artefacto, han desarrollado actividades con niños y jóvenes alrededor del arte y la formación del ser. Entre las entidades gubernamentales se destacó la presencia de las Empresas Públicas de Medellín, que prestan servicios de agua potable en la zona baja del barrio, han mejorado el alcantarillado comunitario con la construcción de la vía y han realizado obras complementarias de mitigación. La Empresa de Desarrollo Urbano mejoró la movilidad de la comunidad al pavimentar la carretera, los caminos y andenes; y la Secretaría Ambiental de la Alcaldía de Medellín impulsó la generación de huertas comunitarias.
Finalmente, estos procesos permitieron la generación de diversos activos del entorno físico, percibidos como espacios significativos. Los grupos de participantes destacaron el contacto con la naturaleza e identificaron el Cerro Pan de Azúcar y la Bocatoma como puntos de referencia. Igualmente, reconocieron en las huertas caseras y comunitarias la posibilidad de generar un territorio saludable y sostenible, que provee agua, alimento y aire puro. Asimismo, se señaló la Cancha Comunitaria como uno de los principales espacios públicos del barrio para la recreación y la integración comunitaria. El proceso de Construcción de la Sede Comunitaria se desarrolló mediante el diálogo de saberes y procesos de bioconstrucción entre profesionales voluntarios y la comunidad. Los grafitis son uno de los elementos de la cultura hip hop promovidos por el colectivo Elemento Ilegal, que han dado significado y apropiación a los diferentes espacios comunitarios, como las viviendas, la cancha o la sede comunitaria.
Discusión
Los principales hallazgos de este estudio dan cuenta de la identificación de los activos comunitarios de un barrio de la ciudad de Medellín, por medio de un mapeo sistemático involucrando a diferentes actores que tienen influencia en las prácticas en salud. En términos generales, se identificaron algunos activos comunitarios, como la conservación de tradiciones rurales y las habilidades para la construcción de los moradores, el respeto y la solidaridad entre vecinos, la participación comunitaria desde sus propias organizaciones y el sentido de pertenencia a un territorio. Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, este es uno de los primeros estudios realizados en la ciudad y en el país sobre el tema en cuestión. Una revisión sistemática26 encontró evidencia de activos similares descritos en otras experiencias, como el sentido de propósito, la familia y las redes de apoyo, la solidaridad, la cohesión comunitaria, los recursos ambientales, la vivienda, la democracia y la justicia social.
El Barrio El Faro es un territorio transformado por la capacidad de agencia, principalmente desde sus líderes, como sujetos políticos16,27. Reyes28 señala que esta capacidad se desarrolla mediante procesos de reflexión y de reconocimiento de los líderes dentro del barrio que ayudan al fortalecimiento de las capacidades comunitarias.
La comunidad ha pretendido superar la condición de exclusión, buscando satisfacer las principales necesidades y creando un lugar más habitable27. Esto constituye una respuesta efectiva a la incapacidad estatal de dar solución a problemas concretos de este territorio, que les ha obligado a ejercer la acción colectiva27. Esta exigibilidad requiere condiciones y espacios políticos relacionales y que hagan efectivas las demandas de los grupos vulnerados29.
Asimismo, es necesario que los moradores sean sujetos activos de su propia transformación, concienciándose de sus derechos y de su capacidad de exigirlos, consolidarlos y desarrollarlos en una praxis personal y social responsable30. El mapeo ha servido para identificar activos que eran intangibles para la comunidad, y a su vez este reconocimiento ha sido útil para fortalecer los mecanismos de participación y la capacidad de agencia para el desarrollo de la comunidad. Lo anterior se convierte en un factor importante para una comprensión de sus realidades y una oportunidad para la autogestión de sus problemas31.
En consecuencia, este proceso de fortalecimiento de la capacidad de agencia posibilitó el empoderamiento comunitario y la construcción de su propia identidad territorial, promoviendo una ciudadanía crítica, reflexiva y propositiva frente a su entorno32,33; una ciudadanía que enfrenta las resistencias, aprovecha las oportunidades y participa en la generación de cambios en su territorio32,33. El empoderamiento comunitario está directamente relacionado con las acciones colectivas realizadas en pro del mejoramiento de las condiciones de vida y la generación de conexiones de la comunidad con otros actores18. La construcción de valores sociales desde el escenario de lo colectivo y lo cotidiano posibilita la existencia de bienes comunes, como el territorio20. Adicionalmente, afianza su sentido de pertenencia, al considerar el barrio como su espacio de vida20. En efecto, los procesos de construcción y desarrollo comunitario que comienzan con la reflexión sobre sus propios activos suelen generar prácticas que solucionan las necesidades y los problemas de una forma más eficiente10.
La capacidad de agencia comunitaria del Barrio El Faro les ha permitido comprender situaciones de exclusión y pobreza, y enfrentarlas, modificando las condiciones que las reproducen a través de la solidaridad y el apoyo comunitario, aun en este contexto urbano donde no están garantizadas las necesidades básicas por parte del Estado. Particularmente, el modelo de activos propuesto para la jornada de mapeo propició un espacio de participación en el que la comunidad identificó sus activos comunitarios disponibles para la solución de sus problemas. Por todo ello, esta herramienta es una fortaleza en el desarrollo de procesos de construcción de comunidad10. Sin embargo, una limitación es que se requiere un proceso de mayor apropiación social del conocimiento, que permita que estos conceptos sean interiorizados en la implementación y el fortalecimiento de las prácticas comunitarias.
A la luz del Modelo de Acción Integral Territorial34, cuyo propósito va encaminado a orientar la gestión del sistema de salud colombiano en los territorios, a través de acuerdos interinstitucionales y comunitarios, para responder a las prioridades de salud de la población y contribuir al mejoramiento de la salud del país, es recomendable desarrollar futuras investigaciones que amplíen el conocimiento en activos comunitarios desde el enfoque salutogénico y que permitan orientar la implementación de políticas públicas de base comunitaria con un enfoque diferencial de género, de derechos y de territorio, como estrategia gubernamental para afrontar las desigualdades sanitarias5. Ahora bien, esto se logra mediante la creación de entornos favorables a la salud, donde las personas sean participantes activas de su propia vida, utilizando los recursos a su alrededor13,35. La comunidad se convierte en el principal agente impulsor de la construcción de la ciudad a través de sus activos individuales y colectivos27.
¿Qué se sabe sobre el tema?
Estudios previos sugieren no desconocer los modelos morbocéntricos, pero destacan la importancia del modelo de activos, que se sustenta en las oportunidades para mantener y mejorar la salud. Esta investigación es pertinente desde la salud pública porque planteó un enfoque positivo de la salud como un proceso que se desarrolla contextualmente.
¿Qué añade el estudio realizado a la literatura?
Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, este es uno de los primeros estudios realizados desde el modelo de activos para la salud en Colombia, una herramienta participativa para el desarrollo comunitario en asentamientos informales. Los resultados obtenidos dan elementos para la construcción de políticas públicas salutogénicas, para generar comunidades más cohesionadas como estrategia para afrontar las desigualdades en salud.