Introducción
Se calcula que entre el 30% y el 60% de las visitas recibidas en atención primaria se deben a síntomas somáticos sin causa orgánica, y de estas, entre el 73% y el 80% son mujeres adultas1-5. Son demandas relacionadas con ansiedad (38%), depresión (25%) o somatizaciones (58%), o bien se trata de demandas inespecíficas que no se corresponden con un problema de salud identificado, pero que se manifiestan a través de distintos síntomas somáticos «de etiología mal conocida, de diagnóstico difícil y solapable, de curso crónico, y no se cuenta con un tratamiento médico que se haya mostrado eficaz»5. La mayoría de este malestar en las mujeres se relaciona con el contexto sociocultural y las vivencias provocadas por factores psicosociales de género6.
En España, según la Encuesta Nacional de Salud del año 2017, el 6,7% de las personas adultas refiere padecer ansiedad crónica: el 4,3% de los hombres y el 9,1% de las mujeres. La depresión se declara en la misma proporción (6,7%) y es más del doble en las mujeres (9,2%) que en los hombres (4%). Profundizando en su origen, el 20% son endógenas o biológicas, y afectan por igual a hombres y mujeres. Sin embargo, el 80% restante son depresiones exógenas o situacionales, las cuales afectan de forma muy desigual a hombres (30%) y mujeres (70%)7.
En los años 1990, Mabel Burín acuñó la expresión «el malestar de las mujeres» para referirse a las alteraciones mentales comunes (sintomatología ansioso-depresiva y somatizaciones), el dolor sin causa orgánica y los síndromes funcionales que estas presentaban8. Hace referencia a los factores psicosociales y las vivencias subjetivas de género que los determinan, y que no es posible diagnosticar ni abordar adecuadamente si no se incluye un enfoque que permita tener en cuenta tanto el contexto de las pacientes como su vivencia subjetiva y los condicionantes de género que subyacen9. Este síndrome de los malestares de género es definido por Velasco et al.10 como «el sufrimiento que no puede ser descifrado y expresado en palabras y que aparece como sufrimiento anímico o en el cuerpo como síntomas somáticos y anímicos sin causa orgánica demostrable», lo que Regina Rodríguez11 había denominado ya «la otra salud mental».
En atención primaria, las quejas biológicas suelen ser escuchadas, pero la demanda implícita que puede apoyarse en el contexto psicosocial y de género no suele tenerse en cuenta. Las pacientes con este malestar son percibidas como difíciles, insatisfechas e incluso frustrantes para el profesional sanitario4. Estas demandas suelen recibir una respuesta medicalizada, con un tratamiento psicofarmacológico que intenta aliviar el estado de malestar de la persona que lo sufre, pero que en muchos casos no consigue los resultados esperados. Más bien lo que se hace es invisibilizar la causa de los síntomas, facilitar la cronificación de los problemas a través de la medicación tranquilizadora inespecífica y dejar a las mujeres en un estado de preenfermedad letárgico4,12.
El abordaje de estas demandas desde el paradigma biomédico se presenta limitado, pues su teoría de la salud no incluye estos aspectos del funcionamiento humano que probablemente determinan la sintomatología. Existen teorías alternativas a la biomédica que amplían las posibilidades de comprensión del problema, incluyendo factores contextuales, de género y subjetivos asociados al proceso de salud-enfermedad, y que producen modelos con mayor potencial de atención integral5. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud ha puesto de relieve la importancia de los factores psicosociales y ambientales que condicionan la salud mental individual y comunitaria, y ha definido factores de protección y de riesgo, que es necesario abordar desde una estrategia de promoción de la salud mental13-17. Así, las intervenciones en salud mental están experimentado un importante cambio, desde una visión centrada exclusivamente en lo asistencial e individual hacia un enfoque más centrado en la promoción de la salud y el bienestar de la población15.
En los últimos años ha cobrado interés la salud comunitaria, entendida como aquellas acciones para mejorar la salud de la comunidad, vinculada tanto a la promoción de la salud como a la atención primaria. Las estrategias de salud pública destinadas a abordar los determinantes sociales de la salud están poniendo el énfasis en los factores que potencian la salud de las personas y de las sociedades18,19, ganando valor la propuesta de «activos para la salud»20. Un activo en salud es cualquier factor o recurso que potencie la capacidad de las personas, las comunidades y las poblaciones para mantener la salud y el bienestar20,21.
Para abordar las consultas en atención primaria relacionadas con síntomas somáticos sin causa orgánica, y con el fin de desarrollar una estrategia de promoción de la salud con enfoque de género, el Sistema Sanitario Público de Andalucía (SSPA) puso en marcha en 2011 un programa destinado a fomentar los activos para la salud y el bienestar emocional de las mujeres andaluzas: los grupos socioeducativos (GRUSE). Su estructura y contenidos pueden consultarse en los manuales publicados y accesibles online22, así como el diseño de su evaluación23. Según Sobrino et al.24, se trata de una intervención con orientación comunitaria, que lleva a cabo un trabajo educativo grupal. Consiste en mejorar la salud mental de las mujeres participantes incrementando su capacidad de afrontamiento ante las dificultades de la vida cotidiana, mediante el fomento de aquello que tiene efectos positivos para la salud: la red de apoyo social, la autoestima, la conciencia de género y los sentimientos de autoeficacia25.
En este trabajo se evalúan los resultados de la estrategia GRUSE analizando el impacto que tiene sobre la salud mental de las mujeres participantes. En concreto, se presentan los resultados observados en la sintomatología ansioso-depresiva y la autoestima de las mujeres.
Método
Diseño
El estudio tiene un diseño longitudinal y cuasiexperimental, con un grupo experimental y un grupo control, lo que permite realizar análisis intrasujeto y entre grupos.
Medición de las variables
La administración de los cuestionarios se realizó en cuatro momentos23: antes del inicio del grupo (momento 1) y, una vez finalizado, al mes (momento 2), a los 6 meses (momento 3) y a los 18 meses (momento 4). Los cuestionarios se fueron administrando, según el desarrollo de cada grupo, en el periodo comprendido entre enero de 2017 y noviembre de 2018.
Participantes
La muestra estuvo compuesta por 228 mujeres, de las cuales 114 formaban el grupo experimental y 114 el grupo control, pertenecientes a 30 grupos ya conformados (15 grupos en activo y 15 a la espera de comenzar). La selección se hizo por conveniencia: debían ser mujeres que formasen parte de grupos dirigidos por trabajadores/as sociales con experiencia y antigüedad en la puesta en marcha de GRUSE. El grupo experimental lo formaban mujeres que estaban iniciando su participación en los GRUSE en el momento de la evaluación. El grupo control lo formaban mujeres, seleccionadas aleatoriamente de las mismas Unidades de Gestión Clínica que las del grupo experimental, que estaban esperando que comenzase su GRUSE.
En la muestra estaban representadas seis de las ocho provincias andaluzas y los diferentes ámbitos geográficos (rural, urbano, áreas metropolitanas, etc).. La edad de las mujeres estaba comprendida entre los 21 y los 80 años, con una media de 50,96 años (desviación típica: 12,19). Un porcentaje mayoritario de mujeres tenía un nivel de estudios básicos o primarios, tenía pareja y se encontraba desempleada o se dedicaba al trabajo doméstico no remunerado. Como puede verse en la Tabla 1, los grupos experimental y control eran equivalentes tanto en sus características sociodemográficas como en la puntuación media inicial de las variables estudiadas (sintomatología ansioso-depresiva y autoestima).
Todas las participantes firmaron voluntariamente el consentimiento informado y la investigación contó con el Certificado del Comité de Ética de Investigación Biomédica de Andalucía, con resolución favorable desde el 29 de mayo de 2015.
Variable | Categorías | Experimental | Control |
---|---|---|---|
Tramos de edad | 20-35 años | 9,6 | 12,3 |
36-45 años | 23,7 | 16,7 | |
46-55 años | 36,0 | 28,1 | |
56-65 años | 21,9 | 31,6 | |
66-74 años | 7,0 | 7,9 | |
75-80 años | 1,8 | 3,5 | |
Nivel de estudios | No sabe leer ni escribir/sin estudios | 0,9 | 5,3 |
Sin estudios/lee y escribe | 14,9 | 29,8 | |
Primaria/graduado escolar | 36,8 | 27,2 | |
Secundaria obligatoria | 7,0 | 12,3 | |
Bachillerato | 7,9 | 5,3 | |
FP grado medio | 16,7 | 10,5 | |
Titulación universitaria | 9,6 | 7,0 | |
FP grado superior | 1,8 | 0,9 | |
Otros estudios no reglados | 3,5 | 0,9 | |
Situación laboral | Trabajo doméstico no remunerado | 29,8 | 20,2 |
Contrato tiempo completo | 5,3 | 8,8 | |
Contrato tiempo parcial | 7,0 | 7,0 | |
Trabaja sin contrato | 4,4 | 4,4 | |
Trabaja por temporadas | 6,1 | 6,1 | |
Baja laboral temporal | 3,5 | 4,4 | |
Desempleada | 22,8 | 27,2 | |
Jubilada | 7,0 | 12,3 | |
Pensionista por incapacidad permanente | 11,4 | 7,0 | |
NS/NC | 0,9 | 0,9 | |
Estado civil | Soltera | 7,0 | 7,0 |
Casada/pareja de hecho | 61,4 | 53,5 | |
Divorciada/separada | 19,3 | 20,2 | |
Viuda | 3,5 | 7,9 | |
Otro | 3,5 | 5,3 | |
NS/NC | 0,9 | 0,0 | |
Tamaño del municipio | Entre 2001 y 10.000 hab. | 20,2 | 14,0 |
Entre 10.001 y 50.000 hab. | 32,5 | 39,5 | |
Entre 50.001 y 100.000 hab. | 18,4 | 17,5 | |
Más de 100.000 hab. | 28,9 | 28,9 | |
Provincia | Huelva | 6,1 | 6,1 |
Sevilla | 29,8 | 29,8 | |
Cádiz | 21,9 | 21,1 | |
Málaga | 7,9 | 9,6 | |
Jaén | 16,7 | 16,7 | |
Almería | 17,5 | 16,7 | |
Ingresos netos | Sin ingresos | 1,8 | 3,5 |
300 euros o menos | 3,5 | 2,6 | |
301-600 euros | 13,2 | 21,1 | |
601-900 euros | 20,2 | 18,4 | |
901-1200 euros | 27,2 | 19,3 | |
1201-1800 euros | 21,9 | 18,4 | |
1801-2400 euros | 5,3 | 10,5 | |
2400-3000 euros | 3,5 | 3,5 | |
3001-4500 euros | 0,9 | 0,8 | |
NS/NC | 0,9 | 1,8 | |
Línea base (M1) de las variables de estudio (sintomatología ansioso-depresiva y autoestima) | Síntomas de ansiedad [t(223) = −1,359; p = 0,175, NS] | 6,938 (DT: 2,10) | 7,348 (DT: 2,41) |
Síntomas de depresión [t(223) = −0,616; p = 0,539, NS] | 5,788 (DT: 2,38) | 5,991 (DT: 2,57) | |
Autoestima positiva [t(224) = −1,872; p = 0,063, NS] | 14,684(DT: 3,26) | 15,446(DT: 2,85) |
DT: desviación típica; NS: no significativo; NS/NC: no sabe/no contesta.
Procedimiento
Para seleccionar a los/las profesionales que desarrollaban las sesiones de intervención se contactó con las Unidades de Gestión Clínica de atención primaria, solicitando su colaboración voluntaria. Con estos/estas profesionales se llevó a cabo una sesión formativa sobre el manejo de los instrumentos de recogida de información.
Instrumentos
El cuestionario que se aplicó a las mujeres incluía, entre otras, la medición de las siguientes variables:
Variables sociodemográficas: edad, nivel académico, estado civil, situación laboral, tamaño y provincia del municipio, e ingresos.
Síntomas de depresión y ansiedad: se utilizó la adaptación al español26 de la Escala de Ansiedad y Depresión27. El formato de respuesta es dicotómico (0 = no y 1 = sí). La escala consta de dos subescalas (de nueve ítems cada una), una de sintomatología ansiosa y otra de sintomatología depresiva, con un rango total de puntuación de 0 a 9. Las puntuaciones más altas indican más sintomatología. La consistencia interna de las escalas en el momento 1 fue de a = 0,77 para la escala de depresión y de a = 0,72 para la escala de ansiedad.
Autoestima: validación28 de la Escala de Autoestima20. Contiene dos subescalas: una de autoestima positiva y otra de autoestima negativa, cada una con cinco ítems. Para esta investigación solo consideramos los cinco ítems de la subescala de autoestima positiva. El formato de respuesta es en una escala tipo Likert de 1 (muy de acuerdo) a 4 (muy en desacuerdo). Las puntuaciones más altas indican menor autoestima. La consistencia interna en el momento 1 fue de a = 0,82.
El cuestionario incluía, además, otras variables personales indicadoras de calidad de vida (bienestar emocional, autodeterminación, relaciones interpersonales e inclusión social), satisfacción con la vida y uso del tiempo23.
Tratamiento de los datos
Se realizó un análisis de la varianza de medidas repetidas tomando como factor intrasujeto las puntuaciones en las escalas de ansiedad, depresión y autoestima antes (momento 1) y después de la intervención (momentos 2, 3 y 4). El factor intersujeto o entregrupos es el grupo, con dos niveles: control versus experimental. De esta forma se pueden comparar las puntuaciones en las escalas obtenidas en los cuatro momentos de la medición, tanto dentro de cada grupo como comparando ambos.
Resultados
Síntomas de ansiedad y depresión
Se encuentra un efecto principal del factor entregrupos en ambas medidas: las mujeres del grupo experimental reducen sus síntomas de ansiedad y depresivos después de la intervención, y esta reducción se mantiene hasta un año y medio después, con diferencias respecto al grupo control.
En el caso de los síntomas de ansiedad, se encuentra además un efecto intrasujeto en el grupo experimental, siendo la media en el primer momento (antes de la intervención) superior a las medias encontradas en los otros tres momentos posteriores. En el grupo control también se observa un efecto intrasujeto. En este caso, las medias en los momentos 1 y 2 se mantienen similares, mientras que descienden en el momento 3 y se mantienen en el momento.
Sin embargo, pese al descenso de las puntuaciones medias en síntomas de ansiedad en ambos grupos, los análisis de las medias en los momentos 3 y 4 indican que la sintomatología ansiosa de las mujeres del grupo experimental desciende significativamente en comparación con la del grupo control (Fig. 1).
Para los síntomas depresivos, atendiendo a los efectos intrasujeto se encuentra que las mujeres del grupo experimental manifiestan un descenso en sus puntuaciones medias en el momento 2 respecto al momento 1, y que este descenso se mantiene con puntuaciones similares en los momentos posteriores. Sin embargo, no se encuentra este efecto en las mujeres del grupo control, que presentan puntuaciones similares en los cuatro momentos de la evaluación. Los resultados de las puntuaciones en síntomas de depresión se muestran en la Figura 2. Los datos relativos a las puntuaciones medias, las desviaciones típicas y los estadísticos de las pruebas de análisis de varianza (ANOVA) de sintomatología ansioso-depresiva se encuentran en la Tabla 2.
Media (DT) Momento 1 | Media (DT) Momento 2 | Media (DT) Momento 3 | Media (DT) Momento 4 | ANOVA intrasujeto | |
---|---|---|---|---|---|
Ansiedad | |||||
Grupo experimental | 6,97 (2,12) | 4,83 (2,56) | 4,82 (2,96) | 4,37 (2,89) | F(1,65) = 31,93; p < 0,001 |
Grupo control | 7,31(2,42) | 7,2 (1,91) | 6,31 (2,36) | 5,89 (2,64) | (F(1,34) = 17,93; p < 0,001 |
ANOVA | F(1,224) = 1,85; | F(1,172) = 25,38; | F(1,135) = 14,45; | F(1,147) = 11,79; | |
entregrupos | p = 0,175 | p < 0,001 | p < 0,001 | p < 0,001 | |
Efecto principal | F(1,99) = 12,82; p < 0,005 | ||||
Depresión | |||||
Grupo experimental | 6,26 (2,26) | 3,27 (2,61) | 3,35 (2,55) | 3,41 (2,38) | F(1,65) = 47,62; p < 0,001 |
Grupo control | 5,94 (2,72) | 5,77 (2,31) | 5,71 (3,51) | 5,09 (2,76) | F(1,34) = 3,74; p = 0,06 |
ANOVA | F(1,224) = 0,38; | F(1,172) = 30,88; | F(1,135) = 25,75; | F(1,147) = 14,14; | |
entregrupos | p = 0,54 | p < 0,001 | p < 0,001 | p < 0,001 | |
Efecto principal | F(1,99) = 593,66; p < 0,001 |
DT: desviación típica.
Autoestima
Se observa un efecto principal del factor entregrupos en la autoestima: como puede verse en la Tabla 3, en el momento 1 no hay diferencias significativas en las puntuaciones medias entre el grupo control y el experimental, mientras que en los momentos siguientes de la intervención se encuentran diferencias a favor del grupo experimental. Cuando se hacen las comparaciones intrasujeto a posteriori, las mujeres del grupo experimental presentan mejor autoestima que las mujeres del grupo control tras la intervención, y esta mejoría se mantiene hasta un año y medio después. Por el contrario, no se encuentra efecto en las puntuaciones de las mujeres del grupo control. Los resultados de las puntuaciones en autoestima pueden verse en la Figura 3. Las puntuaciones medias, las desviaciones típicas y los resultados de las pruebas ANOVA se muestran en la Tabla 3.
Media (DT) Momento 1 | Media (DT) Momento 2 | Media (DT) Momento 3 | Media (DT) Momento 4 | ANOVA intrasujeto | |
---|---|---|---|---|---|
Grupo experimental | 14,13 (3,76) | 16,34 (2,71) | 16,67 (2,58) | 17,02 (2,93) | F(1,63) = 33,91; p < 0,001 |
Grupo control | 15,12 (3,33) | 14,33 (3,15) | 14,94 (2,74) | 14,91 (2,75) | F(1,32) = 0,00; p = 0,99 |
ANOVA | F(1,95) = 3,50; | F(1,69) = 9,45; | F(1,134) = 20,05; | F(1,143) = 18,69; | |
entregrupos | p = 0,06 | p < 0,001 | p < 0,001 | p < 0,001 | |
Efecto principal | F(1,95) = 6,29; p < 0,05 |
DT: desviación típica.
Discusión
El objetivo principal de este trabajo era realizar una evaluación externa, objetiva y rigurosa de una política pública mediante el diseño de un estudio longitudinal y cuasiexperimental. Más específicamente, tenía el objetivo de comprobar la efectividad de la estrategia GRUSE, basada en la intervención grupal y desde el enfoque de los activos en salud con perspectiva de género. En concreto, se ha evaluado la efectividad del programa en cuanto a los síntomas de depresión y ansiedad, así como en la autoestima de las participantes. Los resultados obtenidos indican una clara mejoría de las mujeres: las del grupo experimental, en comparación con las del grupo control, aumentan su autoestima positiva y reducen sus síntomas de ansiedad y depresión al mes de haber participado en los GRUSE, y esto se mantiene hasta 18 meses después de la intervención. Por ello, se considera que los resultados de esta evaluación podrían servir como estímulo para mantener la estrategia e incluso extenderla a otros grupos de población que también experimentan malestar psicosocial.
Al tratarse de una investigación cuasiexperimental es arriesgado concluir que estos resultados se deban exclusivamente a la participación en los grupos, dada la falta de control total sobre la situación (p. ej., uso de medicación, etc).. No obstante, la fortaleza de este estudio reside en su diseño longitudinal y en la existencia de un grupo control equivalente al experimental, tanto en las características sociodemográficas como en las puntuaciones iniciales en las tres medidas analizadas, así como en la motivación para participar en los GRUSE.
Podríamos decir, por tanto, que los resultados son aplicables e incorporan mejoras en la práctica clínica habitual del sistema sanitario. Se trata de una estrategia innovadora en cuanto que se aleja de la medicalización de las dificultades y de los problemas de la vida cotidiana, suponiendo con ello un abordaje alternativo basado en la identificación y el desarrollo de factores protectores de salud mental, y tratando los factores psicosociales de género como determinantes de desigualdades en salud. Otros/as autores/as ya han señalado la necesidad de avanzar en estrategias no medicalizadoras para dar respuestas a los malestares psicosociales expresados por determinados sectores de la ciudadanía5.
Las evidencias obtenidas permiten incorporar estos ajustes en una intervención que pretende afrontar la creciente demanda en atención primaria de problemas a los que no se encuentra causa orgánica y que se relacionan con un manejo poco saludable de las dificultades de la vida cotidiana. Además, los resultados de investigación apoyan la extensión y el fortalecimiento de esta estrategia en todo el SSPA. Concretamente, facilitaría una mayor implicación del personal facultativo de atención primaria al derivar y cooperar en esta estrategia (en 2015, las derivaciones a GRUSE por iniciativa del personal facultativo fueron del 44,46%, y en 2018 aumentaron hasta el 69,94%), en la medida en que pondrá en valor un abordaje psicosocial para hacer frente a la promoción de la salud mental, en contraposición a un abordaje biomédico, centrado casi exclusivamente en la administración de psicofármacos. Conviene señalar que el consumo de psicofármacos, en especial de antidepresivos, ha aumentado durante la crisis económica30.
La estrategia GRUSE ha tenido una rápida implantación desde el año 2011 hasta la actualidad, desarrollándose en el 86,94% de las unidades de gestión clínica de atención primaria durante el año 2018 (frente al 46% en 2012). Es destacable que la puesta en marcha de esta estrategia ha coincidido con la crisis económica y que, por consiguiente, se ha desarrollado sin incrementar los recursos existentes en atención primaria, e incluso en algunos casos con una merma de estos, lo que hace que la estrategia sea eficiente además de eficaz.
En cuanto a las limitaciones de esta investigación, y para líneas futuras, se sugiere medir con parámetros objetivos el consumo real de fármacos y el número de visitas médicas, para evaluar si la eficacia y la eficiencia de la intervención GRUSE también conlleva un impacto económico en el SSPA. Asimismo, el hecho de poder contar con un abordaje integral de los síntomas somáticos sin causa orgánica desde atención primaria podría significar obtener resultados aún mejores.
Existen experiencias en España de atención biopsicosocial al malestar de las mujeres en atención primaria. Hay un programa en la Región de Murcia que, además de la intervención grupal con las mujeres, imparte formación a los/las profesionales para la aplicación del método biopsicosocial en las consultas individuales, supervisión de casos, seminarios teóricos de formación continuada en los centros de salud y transmisión a MIR de medicina familiar y comunitaria. Según muestra la evaluación de este programa10, la puesta en marcha del método de atención cambia el paradigma al analizar lo que les pasa a pacientes y profesionales. Cuando los/las profesionales encuentran una mujer con un cuadro de malestar, ven necesario conocer el caso concreto de la paciente y realizar una escucha activa de los acontecimientos de su vida para poder atenderla bien. Para realizar esta atención es necesario contar con profesionales con un abordaje médico que supere el modelo biologicista que sitúa a la mujer en una situación pasiva29. La resolución de casos de malestar con este enfoque permite a las pacientes sentir que no dependen necesariamente de las pastillas, y su autoestima y confianza mejoran. Además, los/las profesionales también muestran una mayor satisfacción al llevar a cabo una práctica médica más gratificante y poder tratar casos que antes no podían atender. Por todo ello se entiende que, aun siendo los resultados obtenidos muy favorables y eficientes (el programa se ha llevado a cabo con los recursos ya existentes en el Servicio Andaluz de Salud), los beneficios del programa GRUSE podrían ser aún mejores si se estableciesen otras actuaciones relacionadas con la formación en el modelo biopsicosocial del resto de profesionales de salud en atención primaria y en salud mental, con la intención de poder ofrecer otras alternativas no medicalizadoras. Además, se recomienda la cooperación entre atención primaria y servicios especializados, como salud mental, para poder mejorar la sostenibilidad del programa.
¿Qué se sabe sobre el tema?
Muchas personas que acuden a atención primaria presentan síntomas somáticos sin causa orgánica, y de ellas, el 80% son mujeres adultas. El Sistema Andaluz de Salud ofrece los Grupos Socioeducativos (GRUSE), que pretenden dar respuesta a este malestar. Existen otras experiencias de programas similares evaluados positivamente.