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Papeles del Psicólogo

versión On-line ISSN 1886-1415versión impresa ISSN 0214-7823

Pap. Psicol. vol.42 no.1 Madrid ene./abr. 2021  Epub 20-Dic-2021

https://dx.doi.org/10.23923/pap.psicol2020.2940 

Artículos

¿Qué nos importa Skinner, treinta años después?

What does Skinner matter, thirty years later?

Marino Pérez Álvarez1 

1Universidad de Oviedo.

Resumen

Se toma el treinta aniversario de la muerte de Skinner como ocasión para visualizar su presencia en la psicología actual y recordar algunas de sus mayores aportaciones. En general, se puede decir que Skinner brilla por su ausencia según abundan temas skinnerianos sin apenas citarlo y sin embargo se echa en falta su presencia según sus aportaciones resolverían algunos importantes problemas de la psicología como ciencia. Temas skinnerianos sin apenas Skinner son las adicciones al juego y las máquinas, el recién redescubierto test proyectivo auditivo (ruido blanco), la economía conductual y el nuevo inconsciente basado en el control ambiental. Aportaciones fundamentales de Skinner como el moldeamiento de la conducta, la conducta operante como unidad funcional y la selección por las consecuencias siguen perentorias para la psicología actual en su persistente deriva dualista, neurocéntrica y esencialista. La ironía es que estas aportaciones revolucionarias en su día, se dan hoy por hecho, sin percibir su alcance teórico y filosófico. Se sugieren algunos aspectos de su importancia más allá de su aplicación práctica ya incorporada.

Palabras clave Conductismo radical; Contingencia-de-tres-términos; Ruido blanco; Pequeño empujón; Nuevo inconsciente

Abstract

The thirtieth anniversary of Skinner's death is taken as an occasion to visualize his presence in psychology today and remember some of his greatest contributions. In general, it can be said that Skinner is conspicuous by his absence, as there are many Skinnerian themes that barely mention him, and yet his presence is missed as his contributions would solve a number of important problems of psychology as a science. Skinnerian themes with hardly anything about Skinner are addictions to games and machines, the newly rediscovered auditory projective test (white noise), behavioral economics, and the new unconscious based on environmental control. Skinner's fundamental contributions such as behavioral shaping, operant behavior as a functional unit, and selection by consequences remain peremptory for current psychology in its dualistic, neurocentric, and essentialist drift. The irony is that these contributions, revolutionary in their day, are taken for granted today, and their theoretical and philosophical scope are not perceived. We suggest some aspects of their importance beyond the practical application already incorporated.

Keywords Radical behaviorism; Three-term contingency; White noise; Nudge; New unconscious

INTRODUCCIÓN

Se cumplen este 2020 treinta años de la muerte de Skinner el 18 de agosto de 1990 (Pérez-Álvarez, 1990a). ¿Qué nos importa Skinner, hoy?, es una buena pregunta conmemorativa. Puedo adelantar según será mi conclusión que nos importa muy mucho. Para la audiencia donde fue ofrecida esta conferencia, como conferencia de clausura del VIII Congreso de la Sociedad para el Avance del Estudio Científico del Comportamiento (SAVECC), sería como convencer a los leones de que sigan siendo carnívoros. Pero quizá no tan obvio para la psicología al uso, en buena medida vegetariana por decir abstinente del comportamiento según se nutre a base de procesamiento de la información, minfulness, pensamiento positivo y discursos neurocéntricos. De modo que la referencia al comportamiento parece casi grosera.

Comoquiera que sea, Skinner es una de las figuras más eminentes en la psicología del siglo XX y en lo que va hasta la fecha. De acuerdo con un estudio que combina criterios cuantitativos (citas en revistas y textos, así como respuestas a una encuesta de psicólogos) y cualitativos (reconocimientos científicos y uso epónimo del apellido, skinneriano, freudiano, etc.), Skinner aparece el primero en una lista de los 100 psicólogos más influencer del siglo XX, seguido de Piaget y Freud (Haggbloom et al, 2002). Me permito hacer algún comentario de los dos siguientes, no antes de señalar las grandes diferencias entre los tres, indicativas de la pluralidad de la psicología como ciencia. Pareciera que cada uno, Skinner, Piaget y Freud, se centrara en una de las partes de esa concepción tripartita de la psique: conducta, cognición y emoción, si no fuera que esta tripartición es simplista y la psicología de cada uno de ellos demasiado compleja como para circunscribirla a una parcela. Más allá de las diferencias, ninguno basó sus investigaciones en el método científico positivista ni siquiera Skinner que incluso lo ridiculizó (Skinner, 1956 ; Smith, 1994). Tampoco en la estadística. En su lugar, utilizaron como método de investigación variantes del método clínico referido al estudio de sujetos individuales, independientemente de que Skinner y Piaget no eran clínicos.

No quiero dejar de recordar el cuarto de la lista, Albert Bandura, quien en otra lista figura el primero, Piaget el segundo y Skinner el sexto y Freud queda fuera porque la lista se centra en los psicólogos de postguerra (Diener et al, 2014). Sin embargo, en mi opinión, Bandura para nada está en la misma escala o liga de Skinner, Piaget y Freud. Como estos tres, son contados en la historia de la psicología. Cabrían en un taxi. Bandura iría en un autobús o colectivo que dirían en Argentina como tantos y tantos psicólogos importantes. Por lo que es reconocido y citado Bandura, pone en la pista de cómo ha ido degenerando la psicología: la autoeficacia, un concepto tautológico, el determinismo recíproco, como si el individuo, el comportamiento y el ambiente fueran piezas separadas que se ponen a interactuar y el aprendizaje social, lo que se sabe de siempre re-embutido en una cascada de procesos mentales. Bandura no tiene color, en mi opinión, con los desarrollos de los mismos temas que comparte con Arthur W. Staats, en ninguna de estas listas.

Después de ser Skinner probablemente el psicólogo más eminente, resulta que está fuera de la corriente principal de la psicología académica. Tras la aclamada revolución cognitiva, el conductismo se dio por muerto. Sin embargo, recordando una vez más la célebre anécdota de Mark Twain utilizada por Freud respecto del psicoanálisis, se puede decir también que la noticia de la muerte del conductismo es notablemente exagerada (firmado Mark Twain o para el caso el conductista de turno). El conductismo no sólo no está muerto, sino que está boyante en tres sentidos según ya utilicé esta expresión en la conferencia inaugural del primer congreso de la SAVECC en 2012 en Sevilla (Pérez-Álvarez, 2012).

El conductismo está boyante, prueba de ello es este mismo congreso con más participantes cada vez y a lo que salta a la vista de nuevas generaciones. Boyante también, todo hay que decirlo, en el sentido marítimo de flotante sin anclar apenas en la psicología académica permaneciendo fuera de la corriente principal. El conductismo también es boyante en el sentido taurino de embestir con firmeza y nobleza señuelos de la psicología. Sea por este carácter taurino que ciertamente no gusta en los tiempos vegetarianos que corren y sobre todo por el aluvión de la corriente principal, el conductismo permanece flotante sin calar hondo, aunque boyante en su feudo o nicho. Los conductistas tienen, cómo no, su jerga, temas preferentes y audiencia no-punitiva, como Skinner define la psicoterapia, donde se expresan sin miedo de no ser entendidos. Al contrario, donde ellos son validados y sus expresiones reforzadas. El problema y la lástima sería que terminen por auto-excluirse y quedar como un sector dentro de la psicología que se conforma y conforta a sí mismo, un poco, con perdón, como los lacanianos dentro incluso de la propia corriente psicodinámica.

Más allá del boyante nicho de los conductistas, pensado sobre todo en quienes están entrando en la corriente principal de la psicología, me permito recordar la falacia cronológica (Freixa y Froján, 2014), según la cual se suele tomar lo último como lo mejor, cuando a veces ni siquiera es lo más nuevo. Como dijo Freud una vez de sí mismo, la originalidad consiste a menudo en haber leído poco.

El conductismo, más allá de ser una escuela de la tradición psicológica, es troncal y transversal en psicología. Es troncal en la medida en que la conducta es un referente inexcusable de la psicología, por donde empieza y acaba incluso la psicología que no se reconoce estudiando la conducta. Aun cuando la psicología estudie otra cosa (el inconsciente, el procesamiento o la actividad neuronal), empieza con la conducta y termina en ella. Pero lo hace, sea dicho con firmeza y nobleza, no sin incurrir a menudo en flagrantes falacias explicativas (tautologías, homúnculos, fantasmas en la máquina, reificaciones). Entre las más socorridas estarían la susodicha autoeficacia, la función ejecutiva y las neuronas espejo. Es transversal en tanto Skinner está en casi todo, aun sin ser reconocido, ni falta que hace, según sus aportaciones ya son patrimonio común. Sin embargo, un aniversario de treinta años es buena ocasión para recordar a Skinner en particular allí donde brilla por su ausencia y se echa en falta su presencia.

Voy a reutilizar el título de Geir Overskeid "buscando a Skinner y encontrado a Freud" (Overskeid, 2007). De paso, no está de más recordar que Skinner estudia temas freudianos (lapsus, sueños, psicoterapia; Pérez-Álvarez, 1990b), siendo Freud el autor más citado, no precisamente para críticas tipo Eysenck. Esta resonancia de Freud en Skinner contrasta con la usual aversión que Freud suscita en los conductistas, digno de un psicoanálisis siquiera breve. El título que propongo para esta sección es "ojeando la psicología mainstream y encontrando a Skinner". Digo ojeando, porque si fuera una búsqueda sistemática los hallazgos serían interminables. Concretamente, me refiero a seis temas skinnerianos en los que Skinner brilla por su ausencia, sin apenas ser citado. No digo esto porque hubiera usurpación o algo así, sino porque ya son temas importantes por sí mismos con sus propios autores de referencia. No obstante, se beneficiarían de ser enfocados más skinnerianamente.

OJEANDO LA PSICOLOGÍA MAINSTREAM Y ENCONTRANDO A SKINNER

La gran caja de Skinner del mundo actual

Sobre el trasfondo del alcance general del enfoque skinneriano para entender la conducta humana de acuerdo con obras como Ciencia y conducta humana (1953), Conducta verbal (1957), Tecnología de la enseñanza (1968), Contingencias de reforzamiento (1969) y Sobre el conductismo (1974) entre otras, destaco la famosa "caja de Skinner", por la relevancia que cobra para el mundo actual. La caja de Skinner es realmente una caja o cámara diseñada para el estudio experimental de la conducta de los organismos, típicamente, ratas y palomas, mostrando cómo la conducta se regula por sus consecuencias conforme a diversos programas de reforzamiento.

Ciertas características del mundo actual parecen skinnerianas. Me refiero a la cultura de los objetivos, la necesidad de feedback inmediato y la obsesión por el progreso, que el psicólogo Adam Alter destaca a propósito de las adicciones del comportamiento (Alter, 2018). Sin perder de vista este trasfondo, me voy a centrar en artilugios tecnológicos que controlan nuestro comportamiento, ni que fueran diseñados por Skinner, él mismo habilidoso constructor de aparatos como la caja que lleva su nombre. El mundo de hoy podría verse como una composición de cajas de Skinner, desde los automóviles a los móviles, si es que el mundo mismo ya no es una gran caja skinneriana (internet, network, redes sociales) o, como diría Nicholas Carr, una jaula de cristal (Carr, 2014).

Un coche con su conductor representa casi topográficamente una caja de Skinner y de hecho la conducción brinda un ejemplo insuperable para ilustrar la conducta operante (estímulos discriminativos, dispositivos-para-operar, feedback inmediato, moldeamiento, reglas). Si se recuerda el "proyecto pichón" de Skinner para entrenar a una paloma en pilotar un misil, se completaría la imagen. Las ciudades, vayas o no en coche, están diseñadas conforme a un sistema de contingencias, no sólo por los semáforos. Los propios peatones parecen circular como los automóviles con sus distancias, intermitentes, adelantamientos y cortés indiferencia, recordando el análisis de Irving Goffman en La presentación de la persona en la vida cotidiana (1956). Por no hablar de la cantidad de estímulos.

Si entramos en Las Vegas, Nevada, encontramos cientos de máquinas cual cajas de Skinner cada una con un "organismo" operando en ella, como muestra Natasha Schüll en su conmovedor libro no en balde titulado Adictos por diseño. Como dice: "¡Las máquinas tragaperras son justamente ‘cajas de Skinner' para la gente! Por qué te mantienen enganchado no es un gran misterio. La máquina está diseñada para hacer eso. Funciona sobre los principios del condicionamiento operante." (Schüll, 2012, p. 104). En términos similares describían James Olds y Peter Milner en 1954 la conducta de la rata legendaria número 34 de su estudio que terminó por morir de placer operando estimulaciones eléctricas en el cerebro, en el área que resultó ser el centro de la recompensa (Olds y Milner, 1954; ver Alter, 2018, pp. 51-55 para sus relaciones con máquinas tragaperras y videojuegos). No dejaría de ser triste la generalización de los estudios de Olds y Milner a los humanos atrapados en videojuegos por encima de necesidades básicas según la conocida pirámide de Maslow.

Ahora, en nuestro tiempo, la caja de Skinner está literalmente en la mano de cualquiera: el móvil. El móvil funciona de acuerdo con los mismos principio de las maquinas tragaperras, cual caja de Skinner. Está diseñado precisamente para que uno quede "enganchado" en un sinfín de conductas, a menudo sin fin que merezca la pena, como no sea estar pendiente. Y al final dependiente. Con el móvil, la rata ya no nos representa tan bien como la paloma con su picoteo. Ahí estamos continuamente picoteando teclas con miras a ver qué pasa. Unas veces pasa algo y otras no, como tener un correo o mensaje a su vez unos deseables entre otros que no lo son. Estamos de nuevo ante un programa de reforzamiento variable que convierte la conducta de picoteo o echar un vistazo en "irresistible", "yonquis tecnológicos" (Alter, 2018). El maldito enganchamiento está en esa protensión de la "próxima vez" que siempre se ofrece como una ocasión para que pase algo o al menos ver qué pasa, cuya verdad solo se muestra si operas. Así de abocada al futuro y de contingente es la vida humana (Pérez-Álvarez, 2004).

Tras la conducta de observación—echar un vistazo o picotear—, vienen las operaciones de enviar mensajes y poner algo en la red y así nueva espera y picoteo y al fin los "me gusta", encarnación digital de los reforzadores en la caja de Skinner. A la par, están los videojuegos, paradigmático Tetris (Alter, 2018). Es más, el nuevo mundo de dispositivos digitales se ha construido de acuerdo con la lógica de los videojuegos. No por nada Alessandro Baricco titula The Game la excelente cartografía que hace de este nuevo mundo, un mundo diseñado por gente que ya no jugaba al futbolín, sino que tenía su propios juegos tipo Space Invaders (Baricco, 2019, p. 153). De acuerdo con Baricco, el formato del mundo cambió de manera que el mundo real se entreteje con el mundo de la red o ultramundo como dice. El nuevo hábitat o civilización "es un sistema en el que el mundo y ultramundo giran uno dentro de otro, produciendo experiencias, en una especie de creación infinita y permanente." (Baricco, 2019, p. 92). Quien retornara después de 25 años fuera, de un coma o de Marte, reconocería este nuevo mundo por el acople hombre-teclado-pantalla, tal sería el logo del nuevo tiempo, según la fórmula de Baricco.

La caja de Skinner sigue valiendo aquí. La propia caja de Skinner implica la articulación de un mundo aquí-y-ahora con su suelo, paredes, palancas, comederos, y el mundo virtual o ultramundo operable por el picoteo o la conducta que sea. Entonces, el ultramundo se abre y despliega reforzadores sean premios contantes y sonantes, "me gustas" o juego sin parar. Todo ello ocurre mediante la conducta operante en función de las contingencias de reforzamiento, de manera que éstas reorganizan la funcionalidad del entorno, cambian al propio organismo y fomentan adicciones comportamentales.

El "sumador verbal", ruido blanco para la psiquiatría

El ruido blanco se ha convertido recientemente en un paradigma experimental para propiciar y evaluar ilusiones del habla que pudieran suponer una indicación de vulnerabilidad a la psicosis (Catalan et al, 2018; Galdós et al, 2011; Schepers et al, 2019). La tarea experimental consiste en presentar a través de auriculares un sonido monótono grabado a fin de ver si los sujetos reconocen patrones verbales o ilusiones del habla. Se entiende que la atribución de sentido a una entrada sensorial neutral dicen algo de las predisposiciones de la persona. Una presentación típica incluye una serie de fragmentos de ruido blanco intercalados al azar con otros en los que el ruido blanco lleva superpuesta una frase más o menos audible que a su vez puede tener un sentido positivo, negativo o neutro tipo "el deporte es bueno para la salud", "creo que va a llover" o "Madrid es la capital de España" (Galdós et al, 2011; Schepers et al, 2019).

El caso es que, por lo que aquí importa, el ruido blanco fue estudiado por primera vez por Skinner, en 1936. Skinner identificó el fenómeno como sumador verbal y lo desarrolló como método para el estudio del habla latente, sugiriendo su aplicación clínica (Skinner, 1936).

El sumador verbal, dice Skinner, es un dispositivo para repetir muestras de habla arbitrarias obtenidas permutando y combinando ciertos sonidos elementales del habla. Uno de sus usos es comparable al test de las manchas de tinta. La muestra de voz no representa para nada ningún patrón convencional en el comportamiento del sujeto, pero funciona como una especie de mancha de tinta verbal. Cuando se repite un número suficiente de veces, el sujeto realiza una respuesta verbal convencional que se parece a ella. Por ejemplo, algunas repeticiones de la muestra esquelética ah-uh-uh-oo-uh pueden evocar la respuesta stars overlooking. Esta no es, de ninguna manera, la única respuesta emparejada a la muestra, y dado que no es evocada por ningún estímulo que actúe en este momento, se puede decir que su aparición se debe a su propia fuerza relativa. Al presentar una amplia variedad de muestras esqueléticas, un investigador puede obtener una lista de las respuestas especialmente fuertes de un sujeto. Esto es esencialmente lo que se hace en los test de manchas de tinta y de asociación libre. (Skinner, 1936, p. 71).

El uso del sumador como test, continúa Skinner, se basa en una distinción entre los temas del discurso normal y el habla-del-sumador y entre los factores responsables de uno y otro. En el habla normal, las respuestas «se refieren a estímulos externos": aquello "de lo que se habla». En el sumador, estos estímulos no existen. La diferencia es que la forma particular que ocurre en el habla normal se puede explicar señalando el estímulo al que responde, mientras que en el sumador, la ocurrencia debe atribuirse a la fuerza especial de la respuesta misma (p. 103). La respuesta revela vulnerabilidades y asuntos que le ocupan y preocupan a uno.

Por qué sumador. Skinner lo explica (oscuramente) de acuerdo con dos principios: a) la respuesta verbal imitativa latente del estímulo rítmico y b) la suma de esta respuesta a la respuesta verbal también latente que evoca, relacionada ésta con los temas que le rondan o preocupan a uno. Podríamos recordar aquí el poema El cuervo de Allan Poe (1845), aunque Skinner no lo cita. Como se recordará, una tenebrosa noche de invierno estando el poeta sumido en la tristeza por su Leonor perdida, entra en su habitación un horripilante cuervo cuyo continuo graznido "Nevemore" le evoca que su alma "nunca más" se levantará. Algo similar cuenta Skinner que le ocurrió a él el día que descubrió el fenómeno. "Una magnifica mañana de domingo fui al edificio de Biología y bajé al sótano. Coloqué a las ratas en sus cajas y puse en funcionamiento el equipo de programación. Todavía seguía utilizando interruptores de circuito y los impulsos de la fricción que se producían… emitían una especie de pulsación rítmica: di-dah-di-di-dah. di-dah-d-di-dah. De repente, me oí decir: "You´ll never get out", You´ll never get out". [ Tú nunca saldrás, tú nunca saldrás"] "Una respuesta imitativa, continúa Skinner, había unido sus fuerzas a una respuesta latente que yo atribuía a un origen bastante obvio: me encontraba prisionero en mi laboratorio en un día maravilloso." (Skinner, 1980, p. 263).

El artículo de Skinner se dedica a especificar el procedimiento experimental y analizar los datos cuantitativa y cualitativamente. Respecto al análisis cualitativo, clasifica las respuestas por su contenido en categorías: asuntos personales, órdenes ("haz esto"), temas especiales (amor, religión) y mundo exterior (objetos concretos). Como concluye, "no hay nada nuevo por el lado temático del sumador verbal. En el diseño y producción de patrones poco claros de sonidos del habla, solo estamos reproduciendo una condición muy común. El comportamiento de un sujeto al «leer en los sonidos algún significado propio» es parte de la experiencia de la mayoría de las personas. El paranoico que escucha críticas de sí mismo y del místico que escucha voces del otro mundo son solo casos extremos de estos fenómenos familiares. La ventaja del sumador es que lleva al sujeto al laboratorio, y a través de un mejor control del material estimulante mejora la observación casual como un medio para descubrir las leyes básicas que gobiernan estos aspectos del comportamiento." (Skinner, 1936, p. 104).

De acuerdo con Alexandra Rutherford, el interés de Skinner en el potencial proyectivo de su técnica fue relativamente breve, pero varios médicos e investigadores explotaron este potencial y adaptaron la técnica tanto para investigación como para fines aplicados. La idea de una "mancha de tinta auditiva" les pareció a muchos una innovación útil (Rutherford, 2003). Como decía su colaborador entonces, Fred Keller, el instrumento "pasará a convertirse en aparato corriente para todo psiquiatra clínico, puesto que reduce a una pequeñísima fracción de tiempo el requerido para localizar unos complejos" (a los que se había referido Skinner antes). Como le dijo Skinner a Fred: "El experimento del lenguaje sigue haciendo ruido." (Skinner, 1980, p. 266).

Contingencias y reglas, sistema 1 y sistema 2

Los sistemas 1 y 2 refieren dos modos de pensar: rápido, despacio, descritos y popularizados por Daniel Kahneman, psicólogo y premio Nobel de Economía (Kahneman, 2012). Mientras que el sistema 1 supone una reacción rápida, intuitiva, automática, sin pensar, el sistema 2 supone una respuesta atenta, lenta, controlada, pensando qué y cómo hacer. El sistema 2 entra a funcionar cuando nos encontramos con situaciones y tareas para las que no disponemos de respuestas automáticas. Cuando estamos aprendiendo a conducir, predomina el sistema 2, siempre pensando cómo hacer, atentos a cada cosa que luego se integrará en un sistema 1, conduciendo casi sin pensar. Sin embargo, no faltarán situaciones y trances de la conducción que requieren del sistema 2. Ambos sistemas se complementan, no sin conflicto, así en la carretera como en la conducción de la vida. A veces hay que reaccionar sin pensar, pero no siempre es lo mejor. Y pensar demasiado acaso priva de intuiciones inteligentes.

El sistema 1 y 2 se corresponden respectivamente con la distinción de Skinner entre conducta moldeada por las contingencias y conducta gobernada por reglas (contingencias y reglas). Skinner desarrolla esta distinción, ya presente en Ciencia y conducta humana de 1953, a propósito de un análisis operante de la solución de problemas en Contingencias de reforzamiento de 1969 (Skinner,1979). Un problema ocurre cuando conductas anteriores no funcionan dada la situación. La conducta de resolver problemas se caracteriza por hacer algo que modifica la propia conducta establecida, de modo que otras acciones son requeridas. Entonces, uno puede formular reglas a partir de las contingencias observadas y seguir reglas disponibles en el ambiente (reglas aritméticas si se trata una multiplicación, indicaciones por dónde se va, instrucciones, normas de tráfico, etc.). La cuestión aquí es que la conducta gobernada por reglas es relativamente distinta de la moldeada por las contingencias. Mientras que ésta implica un aprendizaje directo, experiencial-corporal, derivado de un moldeamiento, aquélla supone un seguimiento de reglas por lo que tal conducta no tiene la misma fuerza de respuesta o hábito. Aun cuando sean similares topográficamente, difieren por el control al que responden.

La distinción entre conducta moldeada por contingencias y gobernada por reglas se corresponde con muchas distinciones clásicas. El propio Skinner señala dieciséis, entre ellas impulso/deliberación, beneficio próximo/último, intuición/lógica, inconsciente/consciente y pasión/razón. Esta última hace referencia al célebre dictum de Pascal según el cual "el corazón tiene razones que la razón no entiende" que Skinner retoma diciendo que "las contingencias contienen razones que las reglas no pueden especificar" (Skinner, 1979, p. 157-9). Se podría añadir la conocida distinción de Ortega entre ideas y creencias según la cual las ideas se tienen y en las creencias se está. Sin olvidar otras distinciones más prosaicas como conocimiento procedural y declarativo y para el caso sistema 1 y 2.

La gran aportación de Skinner está en que sitúa esta distinción en el contexto del aprendizaje, mostrando cómo buena parte de la conducta humana se aprende por moldeamiento en contacto directo con las consecuencias. Y cómo a su vez esta conducta se articula con la conducta gobernada por reglas con su distinta condición de control. Importa destacar que el enfoque de Skinner supone un sujeto holista corpóreo situado en contacto directo con las cosas (ser-en-el-mundo), operando entre ellas de modo que tanto la funcionalidad de las cosas como la funcionalidad del propio sujeto se constituyen mutuamente (yo-circunstancia).

El enfoque holista de un sujeto situado contrasta con el enfoque mentalista mecanicista de los sistemas 1 y 2. El propio Kahneman se previene del posible reproche de su denominación y personificación de dos sistemas como si fueran "pequeños personajes" (homúnculo) dentro de la cabeza (Kahneman, 2012, p. 45). Pero, la personificación de los sistemas no es una mera licencia poética o, como dice, uso del lenguaje, sino que implica toda una concepción mentalista mecanicista, como ya delata su justificación de los nombres. La razón es sencilla: Sistema 1 y Sistema 2 en vez de "sistema automático" y "sistema esforzado" ocupan menos "espacio en la memoria operativa" (p. 46). Dejando de lado la razón economicista, la explicación no deja de revelar la concepción mecanicista del funcionamiento psicológico, como se ve a lo largo del libro, sin menoscabo de la eficacia expositiva. Aunque Kahneman no localiza los sistemas en ningún área del cerebro, la noción de "memoria operativa" supone un mecanismo de procesamiento dentro de uno con sus recursos y enlaces. La suposición como mecanismo interior y sin embargo deslocalizado sugiere que, como concepto, es oscuro y como fenómeno es algo que en realidad realiza el sujeto como un todo.

Con todo, para nada impugno los sistemas 1 y 2. Únicamente, me preocuparía si las nuevas generaciones de estudiantes creyeran que la psicología empieza con estos sistemas, como si fueran la última palabra, lo que sería un caso más de "falacia cronológica" (Freixa y Froján, 2014). Afortunadamente, la propia psicología cognitiva se está corrigiendo en la dirección holista enactivista corporalizada (Pérez-Álvarez, 2018a) donde ya está Skinner (Alksnis y Reynolds, 2019).

Ciencia y conducta humana, economía conductual

Una nueva ciencia económica se ha desarrollado de la combinación de la psicología experimental (Amos Tversky y Daniel Kahneman) y la economía cuya historia relata de primera mano Richard Thaler premio Nobel de Economía en 2017 (Thaler, 2016). Tversky y Kahneman empezaron por mostrar que la gente se comporta como humanos, no como economistas, de modo que su conducta está influida por cantidad de sesgos cognitivos y condiciones ambientales que ni siquiera notamos. La economía conductual pone de relieve el comportamiento humano real y dispone las condiciones para su modificación de la manera conveniente (véase González-Roz et al, 2020 para una excelente revisión las aportaciones de la economía conductual a las adicciones). La economía conductual muestra que el comportamiento está influido por el entorno más de lo que creemos y queremos y que modificando éste se cambia aquél. Aunque la economía conductual no se reduce a esta fórmula, ni se deduce del análisis de la conducta, parece sin embargo que redescubre a Skinner. Considérese conceptos característicos de la economía conductual como la heurística, el priming, el anclaje, el pequeño empujón (nudge) y el autocontrol (Khaneman, 2012; Thaler, 2016).

La heurística, según la cual respondemos a cuestiones nuevas de acuerdo con lo que tenemos a mano, no deja de ser un control ambiental discriminativo que selecciona de nuestro repertorio las respuestas que más probablemente han sido reforzadas en situaciones similares. En la misma línea, el priming o efecto de primado consistente en la preparación de la respuesta requerida con alguna sugerencia al efecto, así como el anclaje consistente en tomar como referencia una cifra sugerida en respuesta a preguntas sobre cantidades que desconocemos, no dejarían de verse igualmente como sutiles estímulos discriminativos. Tanto el efecto priming como el efecto ancla suponen influencias en nuestro comportamiento de las que normalmente no tenemos conciencia. Estas estimulaciones sutiles evocan conductas generalizadas moldeadas por las contingencias (respuestas del sistema 1, como dicen). Aún cuando la heurística, el priming y el anclaje se puedan entender en términos del análisis de la conducta, todo sea dicho, el análisis de la conducta resulta un tanto forzado y constrictivo para cubrir estos fenómenos.

El pequeño empujón (nudge) es cualquier aspecto del ambiente que altere la conducta de la gente de una manera predecible y sin ninguna amenaza o incentivo económico. La intervención debe ser fácil tanto de hacer como de evitar. Se trata de una opción sugerida, pero libre de hacerse sin coste. En términos conductuales, responde a un control de estímulo (sutil) propicio para comportamientos que conllevan reforzamiento positivo. El ejemplo más famoso es una mosca pintada en los urinarios para hombres de manera que "mejora el objetivo". Otro ejemplo es la disposición de la fruta al principio de la cadena de un buffet libre, en vez de al final, de modo que su elección puede evitar la elección de otros postres menos sanos que se encontrarán en la misma barra más adelante (Thaler y Sunstein, 2011). La teoría del pequeño empujón se propone influir en las decisiones de la gente de manera que las personas se encuentren en la mejor situación para elegir por sí mismas. Este control ambiental lo conciben como arquitectura de la elección y la influencia como paternalismo libertario: por un lado se sugiere hacer lo mejor y por otro mantener la libertad de elegir.

El autocontrol es otro concepto redescubierto por la economía conductual, alternativo a la apelación de la economía tradicional a la fuerza de la voluntad y a la racionalidad. Se trata ahora de que uno mismo disponga las condiciones para hacer lo que más le convenga a medio y largo plazo, en vez de caer en las tentaciones de lo que apetece en el momento, no siempre lo más conveniente. La cuestión es el conflicto dentro de uno entre la "personalidad planificadora" preocupada por el futuro y la "ejecutora" que vive en el presente según la metáfora utilizada (Thaler, 2016, p. 165). La tarea aquí está en tratar de influir en las propias decisiones por medio de recompensas y castigos y de imponerse normas que limiten nuestras opciones (p. 167). Situado en la década de 1970, Thaler busca en la psicología sin encontrar prácticamente nada, como dice, más que los incipientes trabajos de Walter Mischel sobre la demora de la gratificación (p. 159).

Sin embargo, el autocontrol ocupa todo un capítulo en Ciencia y conducta humana de 1953. También ocupan sendos capítulos el control económico referido al dinero como refuerzo y programas de retribución, el control ambiental y a la planificación de una cultura. De hecho, el control ambiental y el reforzamiento positivo son el leitmotiv en ésta y otras obras de Skinner. Es interesante señalar que Skinner también mantiene una posición libertaria y crítica con el castigo y el reforzamiento negativo. En realidad, la posición de Skinner, de acuerdo con Murray Goddard, es "muy parecida al principio del paternalismo libertario de Thaler y Substein" (Goddard, 2012, p. 565). A la par que expone Skinner el control derivado de la ciencia de la conducta, se refiere también al contra-control, siendo el "problema del control" el último capítulo de Ciencia y conducta humana referido a la defensa contra el despotismo y a quién controlará. Como dice, "podemos considerar necesario cambiar una filosofía que pone su acento sobre el individuo por otra que ponga de relieve la cultura o el grupo. Pero también las culturas cambian o perecen, y no podemos olvidar que han sido creadas por la acción individual y que sobreviven sólo debido a la conducta de los individuos." (Skinner, 1974, p. 470).

Control ambiental, por qué hacemos lo que hacemos

Muchas cosas influyen en nuestro comportamiento, sin saberlo. Se habla hoy de mente inconsciente. Ya no es el inconsciente freudiano cargado de motivos ocultos a menudo neurotizantes. El nuevo inconsciente se presenta en términos de procesos mentales que operan fuera de nuestra conciencia facilitando nuestro funcionamiento. El sistema 1, la heurística y el efecto de primado, ya citados, son ejemplos de este tipo. Si embargo, el referente ahora es el libro del psicólogo social John Bargh, especialista en automaticidad, titulado Por qué hacemos lo que hacemos (Bargh, 2018). El libro sistematiza cuarenta años de investigación en tres partes: cómo el pasado, el presente y el futuro ocultos influyen en lo que hacemos.

El pasado oculto incluye la historia evolutiva, las experiencias tempranas y la cultura. El ejemplo más famoso es la taza caliente en las manos que, al parecer, influye en nuestras sensaciones sociales, apreciándolas como cálidas. Lo contrario si estuviera fría. Se entiende que este efecto puede estar relacionado con las experiencias tempranas de apego y confianza con su calidez física y emocional (Bargh, 2018, pp. 83-96). Ejemplos de presente oculto serían la imitación mutua en las interacciones sociales y cómo un contexto de amabilidad invita a la amabilidad y cristales rotos invitan a seguir rompiéndolos tanto literal como metafóricamente. Ejemplos de futuro oculto tienen que ver con los deseos, expectativas, proyectos y valores, cómo reorganizan las cosas presentes. Un experimento clásico es el distinto recuerdo tras ver el video de una casa en la perspectiva de un ladrón o un comprador (p. 296). Bargh cita también la intención de implementación consistente en un plan de qué hacer en concreto, si ocurre alguna distracción, etc., como más eficaz que meramente tener una intención firme de hacerlo (p. 356).

Aunque nuestro autor se abre paso entre Freud y Skinner, a quienes parece "perdonar" la vida cuando dice "Skinner, como Freud, no se equivocaba del todo" (Bargh, 2018, p. 357), la mente inconsciente a la que se refiere Bargh remite continuamente al control ambiental, un terreno skinneriano. Como dice en otro sitio: "Gran parte de lo que Skinner afirmó [citando Conducta verbal] en términos de control ambiental directo sobre los procesos mentales superiores ahora se ha validado en la investigación contemporánea sobre los efectos de primado en una variedad de fenómenos psicológicos." (Bargh, 2008, p. 142).

El ambiente es inherente a la conducta, de modo que difícilmente es neutral, sin funciones discriminativas y reforzantes derivadas de la historia de aprendizaje. Aspectos del ambiente constituyen clases funcionales sin necesidad de una experiencia directa con cada instancia para que evoquen conductas discriminadas (no azarosas). Así, hacemos lo que hacemos debido al control ambiental adquirido. Los ambientes seleccionan conductas de nuestros repertorios en función de las consecuencias ambientales pasadas, sin que tengamos conciencia de ello. El inconsciente oculto es en realidad profundamente superficial.

Puede entenderse que los ambientes constituyen clases funcionales o marcos relacionales que nos influyen sin saber cómo, debido a que buena parte de nuestro comportamiento está moldeado por las contingencias. El control por las consecuencias (pasadas) implica que nuestras conductas presentes están a expensas de las consecuencias posibles, futuras. De modo que la situación presente aboca a consecuencias mediadas por las acciones que la propia situación evoca. El ambiente siempre nos está influyendo y nosotros comportando de alguna manera. Es imposible no comportarse. Tanto el pasado como el futuro están con-centrados en el presente: co-presentes. El pasado y el futuro se actualizan en el presente en cada conducta. Ni el pasado ni el futuro existen como entidades separadas. De ahí que en cada conducta estén influyendo condiciones que no podemos, ni necesitamos, verbalizar. Únicamente, si el flujo comportamental se rompe o no funciona, entonces se requeriría verbalizar la situación: pasar de un sistema de contingencias, a reglas. Igualmente, cuando queremos implementar intenciones. Por cierto, la intención de implementación se puede entender tanto mejor en términos conductistas (Pérez-Álvarez, 2018b, pp. 184-191).

Dentro de su audacia, el nuevo inconsciente de Bargh no deja de ser un subsistema de la mente como aparato, al viejo estilo mentalista. Una alternativa se podría encontrar en la selección por las consecuencias que operan en la triple escala evolutiva, comportamental y cultural (Skinner, 1981), en buena medida de forma inconsciente. Como dice Skinner: "Las relaciones de control existentes entre el comportamiento y las variables genéticas y ambientales son inconscientes por cuanto no se observan, y fue Freud quien destacó que no es necesario que se observen (es decir, que sean conscientes) para que sean efectivas. Se requiere un ambiente verbal especial para imponer conciencia al comportamiento de modo que se induzca a la persona a responder a su propio cuerpo mientras se está comportando." (Skinner, 1987, p. 139).

Funciones conductuales del ambiente, affordances

El término affordance fue introducido por James Gibson en el marco de su teoría de la percepción directa, distinta de la teoría de la percepción como entrada de información-a-procesar. Frente a la concepción cognitivista representacional, la concepción de la percepción directa sostiene que el mundo alrededor ya se nos ofrece como posibilidades de acción. No percibimos información que se computa y representa dentro y luego sale como acción. En su lugar, percibimos los valores y significados de las cosas y situaciones, para lo que Gibson acuñó el término affordance. La percepción de affordances implica un cambio radical respecto de las teorías perceptivas al uso. Como dice Gibson, "percibir una affordance no es un proceso de percibir un objeto físico libre-de-valor al que se añade significado no se sabe cómo: es un proceso de percibir un objeto ecológico rico-de-valor." (Gibson, 1979, p. 131).

El mundo no se nos ofrece como información-a-procesar, sino poblado de affordances (Rietveld y Kiverstein, 2014). Una silla-ahí no necesita ser procesada antes de sentarnos, sino que ofrece esta posibilidad en virtud de se estructura funcional dispuesta al efecto. Las affordances son disposiciones del ambiente correlativas de las disposiciones de los individuos en relación con ellas. Como dice Gibson, una "affordance no es una propiedad objetiva ni subjetiva, sino ambas si se prefiere. Una affordance supera la dicotomía subjetivo-objetivo mostrando su inadecuación. Es a la vez un hecho ambiental y conductual. Es tanto física y psíquica, incluso ni una ni otra. Una affordance apunta en ambas direcciones, al ambiente y al observador." (Gibson, 1979, p. 129; véase Heras-Escribano, 2019, para una excelente revision e implicaciones filosóficas).

La percepción directa supone la continuidad percepción-acción. No hay percepción que no implique acción y toda acción conlleva percepción. La percepción es posible en la medida en que los organismos se mueven y, de hecho, son exploradores activos de su ambiente, en vez de receptores pasivos de información. "El enfoque gibsoniano conecta la percepción con el comportamiento, no ya como sistemas independientes sino como un sistema organismo-ambiente. Por lo tanto, la percepción en los organismos no puede considerarse aparte del comportamiento; la percepción necesariamente implica conducta, es conducta, y como tal permite la detección de más oportunidades para la acción, denominadas posibilidades." (Cabrera et al, 2019, p. 2).

La afinidad y complementariedad entre Gibson y Skinner ya fue destacada en su día (Costall, 1984) y se reivindica hoy en el contexto de repensar la psicología más allá de la mente y el cerebro (Branch, 2013; Covarrubias et al, 2017; Morgan, 2018; Morris, 2009; Pérez-Álvarez, 2018a). En su pregunta dónde han ido a parar los conductistas, March Branch sugiere su apertura al enfoque gibsoniano no ya sólo por no quedar aislados, sino por la propia afinidad entre sí y alternativa al procesamiento de la información (Branch, 2013). Se trata de establecer un puente entre la psicología ecológica gibsoniana y el análisis conductual. De esta manera, ambos enfoques pueden reofrecer versiones más matizadas y fortalecidas de sí mismos respecto de los malentendidos que, como enfoques disidentes, han recibido.

Dentro de su marcado enfoque ambiental, el análisis de la conducta resulta un tanto forzado para captar la variedad de funciones conductuales del ambiente, debido a su derivación de procedimientos experimentales en el laboratorio animal. De hecho, los procedimiento experimentales agradecen un enfoque ecológico (Cabrera et al, 2019). Influencias del mundo social como las citadas en las secciones anteriores empezando por el pequeño empujón (nudge) agradecen también la noción de affordance entendida como funciones conductuales del ambiente.

En resumen

Ojeando la psicología mainstream se encuentran temas skinnerianos, sin referencia a Skinner, como el test de ruido blanco, los sistemas 1 y 2 y la economía conductual (de la que los citados sistemas también forman parte). Y cuando se hace referencia como en las máquinas tragaperras, no se recuerda la preocupación de Skinner por el uso de los programas de reforzamiento (como si él los desarrollara para controlar a la gente). Parecido en relación con el nuevo inconsciente que, a pesar de citar a Skinner, no sale de la vieja concepción mentalista. Un enfoque más skinneriano podría beneficiar estos temas siquiera fuera para sanearlos de su concepción mentalista, además de ser justos en el caso del ruido blanco. También hay que decir que esos temas se han desarrollado sin necesidad de Skinner, lo que puede significar dos cosas. Una es que las aportaciones de Skinner ya están integradas en la psicología general. Otra es que sus aportaciones han quedado relegadas en sus propios nichos de investigación, redescubriéndolas sin la jerga conductista. También sin su enfoque. Mención especial merece la noción de affordance como territorio que aguarda mejores tiempos para una alianza de la psicología operante y la psicología ecológica (Skinner y Gibson). Pero, ¿cuál es la importancia Skinner?

LA IMPORTANCIA DE SKINNER, TAL COMO YO LA VEO

La importancia de Skinner es múltiple a juzgar por la cantidad de aspectos que unos y otros extraen de su obra. Así, están los de la caja de Skinner y los de conducta verbal. Entre estos extremos, encontramos experimentalistas y analistas aplicados. Están, además, los que toman a Skinner como patrono de esto y lo otro: rigor científico, enfoque ambientalista, explicación de la conducta humana con base en las contingencias de reforzamiento, desmitificación de la libertad y dignidad como homúnculos, antimentalismo, pragmatismo. En este contexto, se me permitirá mi propia visión. Empezaré por destacar la filosofía del conductismo y los dos Skinner, para después señalar su mayor descubrimiento y mayor aportación a la psicología. Se entiende que no cabe más que apuntarlo. En mi descargo, me remito a Contingencia y drama (Pérez-Álvarez, 2004).

Filosofía del conductismo

El conductismo es una filosofía de la psicología que toma la conducta como su tema, diferente de otras filosofías cuyos referentes son por ejemplo el funcionamiento del inconsciente, los procesos mentales o la computación neurocognitiva. Dentro del conductismo, se distingue el conductismo metodológico del radical o skinneriano, de acuerdo con una distinción del propio Skinner en 1945. El conductismo metodológico toma la conducta como método para estudiar procesos inobservables a título de variables intermedias o constructos hipotéticos sobre los que explicar de retorno la propia conducta. Sería el caso de la psicología cognitiva. La psicología cognitiva sería en realidad un conductismo metodológico, con la terapia cognitivo-conductual al frente.

Por su lado, el conductismo radical toma la conducta como referente por derecho propio, incluyendo el mundo privado, en realidad observable, con la particularidad de serlo para una única persona. Como dice Skinner, el único problema que ha de resolver una ciencia de la conducta, por lo que respecta al subjetivismo, se encuentra en el campo verbal. ¿Cómo explicar la conducta de hablar acerca de hechos mentales? (Skinner, 1945). El problema entonces se convierte para Skinner en estudiar cómo es que hay una parte del mundo que sólo se ofrece a uno. La respuesta está en el lenguaje, en cómo la comunidad verbal enseña a los individuos, empezando por los niños, a tener y dar cuenta de una parte del mundo que solamente se da a cada uno en privado, subjetivamente. El término "radical", que tanto asusta como mal se entiende, significa total: sin excluir el mundo privado por la razón metodológica de inobservable (porque además sería observable) y de raíz: estudiar dónde radica (en las prácticas verbales).

El conductismo radical tiene afinidades con otras filosofías como el pragmatismo, el contextualismo, Wittggenstein, así como con la fenomenología y el existencialismo (Day, 1969; Fallon, 1992; Kvale y Grennes, 1967; Pérez-Álvarez y Sass, 2008). La fenomenología y el existencialismo no sólo comparten con el conductismo radical su radical anti-dualismo y anti-mentalismo, sino también su carácter radicalmente contextual. No en vano existir significa estar-ahí, afuera, en-el-mundo. Como filosofía de la ciencia, el conductismo radical sería un tipo de constructivismo práctico-material a tenor de su construcción experimental de los fenómenos (moldeamiento) y de su descripción de la conducta de acuerdo a sus relaciones funcionales (contingencias de reforzamiento). El conductismo radical enfatiza el control y la predicción, pero se caracteriza también por la descripción y la hermenéutica. Aun cuando se define como monista ontológico (de acuerdo a su prejuicio naturalista), el conductismo radical responde mejor a una ontología relacional que involucra relaciones entre realidades diferentes (biológicas, conductuales, institucionales) donde no todo es conducta, ni toda conducta es psicológica (Pérez-Álvarez, 2018a; 2020).

Dos Skinner

Hay dos Skinner, el experimentalista de la caja-de-Skinner y el de la conducta humana, cuya partición estaría en el citado artículo de 1945. Esta partición se ha visto en términos de un Skinner moderno y postmoderno (Moxley, 2001). Sin embargo, creo que se define mejor como experimentalista y teórico de la conducta humana, similar a los dos Wundt: psicología experimental y psicología de los pueblos. En todo caso, en 1945 Skinner introduce la distinción entre los dos conductismos e inaugura la hermenéutica conductual empezando por cómo se construye el mundo subjetivo a través de la comunidad verbal. Luego vendrán sus libros, consistentes en interpretaciones de la conducta humana, así como de los términos psicológicos en buena medida mentalistas, como también el lenguaje ordinario. Como dice Skinner al comienzo de Sobre el conductismo, "En este momento me interesa más la interpretación que la predicción y el control." (Skinner, 1987, p. 20). Aunque muchos conductistas están obsesionados con los datos, más falta y valor tiene la teoría. Obligada referencia aquí sería la teoría de la conducta individual de Emilio Ribes de acuerdo con coordenadas más interconductuales que propiamente skinnerianas pero ejemplo donde los haya de teoría psicológica basada en la conducta (Ribes, 2018).

Mayor descubrimiento

El mayor descubrimiento de Skinner está probablemente en el moldeamiento de la conducta, base de la conducta operante como unidad de análisis y de la selección por las consecuencias como principio causal. Ninguno de estos fenómenos eran desconocidos (como tampoco la caída de las manzanas antes de Newton según la leyenda), pero adquieren una significación revolucionaria con Skinner, empezando por el moldeamiento "un día de gran iluminación" de 1943 (Peterson, 2004). Lo que hizo revelador ese día fue ver cómo se producía el moldeamiento de la conducta de un pichón (jugando al squash) mediante el reforzamiento a mano, no por medios mecánicos como solía ser. Lo destacable aquí es la díada social, interconductual, que implica el reforzamiento a mano, mediado por la conducta de otro organismo (en este caso el propio Skinner), como es la conducta verbal definida como "conducta mediada y mantenida por consecuencias mediadas" por otros (Peterson, 2004, p. 326).

La ironía es que estas aportaciones están plenamente integradas en la práctica de psicología, sin percibir su alcance científico y filosófico:

  1. La construcción material de los fenómenos conductuales como explicación científica, base de la psicología como ciencia autónoma. A este respecto, se destaca el aprendizaje como el contexto determinante de la psicología científica (Fuentes, 2019). Las prácticas sociales, empezando por la educación, serían el gran laboratorio donde se construye la conducta (moldeamiento por las contingencias).

  2. La introducción de orden experimental en la variabilidad de la conducta. Este orden experimental daría lugar a la conducta operante como unidad funcional (Glenn et al, 1992).

  3. La selección por las consecuencias como principio causal. Este principio supone, por un lado, la introducción de la causalidad final frente a la mecánica E-R (Pérez-Álvarez, 2009) y, por otro, la alternativa al esencialismo consistente en ver los fenómenos psicológicos como si reflejaran cualidades naturales universales ya dadas (Goddard, 2018; Palmer y Danahoe, 1992).

  4. El análisis funcional de la conducta como enfoque de la psicología y técnica aplicada. El análisis funcional no es solamente una técnica de análisis y modificación de conducta que, por cierto, cada generación para por descubrir como una de las mayores alternativas al modelo médico, sino que es todo un enfoque de la psicología como ciencia autónoma (Froxán Parga, 2020; Zilio, 2016).

Posteriormente, Skinner elevaría la selección por las consecuencias a principio unitario en la triple escala evolutiva, ontogenética y cultural (Skinner, 1981). Por su parte, Susan Schneider instaura la ciencia de las consecuencias: cómo realmente funcionan los organismos así en la naturaleza como en la cultura (Schneider, 2012).

Mayor aportación

Aunque ya está dicha, la mayor aportación se puede redondear en torno a la conducta operante como relación funcional entre la situación presente y consecuencias futuras. Técnicamente, esta unidad se define como contingencia de tres términos. En presencia de un estímulo discriminativo (Ed), cierta conducta (C) probablemente obtenga reforzador (R), cuya fórmula es Ed: C → R. Más allá de su utilidad práctica (en la base del análisis funcional), la contingencia de tres términos tiene una importancia teórica y filosófica fundamentales, única en psicología, aunque no sin parientes. Por lo pronto, implica una conducta inherentemente intencional, en orden a un efecto posible, por ocurrir, dable en el futuro, al hilo de las circunstancias presentes. La conducta opera un cambio en el ambiente (modificando el mundo), cuyo cambio reobra sobre la propia conducta (moldeándola y fortaleciendo su ocurrencia) y las circunstancias iniciales (haciéndolas más discriminativas e "informativas"). La conducta opera tanto en el ambiente-ahí, como en el tiempo, abriendo el futuro, haciéndolo presente, según ya estaba pre-sente o co-presente dadas las condiciones discriminativas iniciales.

La contingencia de tres términos constituye una configuración o Gestalt dinámica, cambiante momento a momento, al hilo de las conductas del organismo o sujeto que a su vez resulta cambiado. La noción skinneriana de "organismo cambiado" excusaría las típicas reificaciones esencialistas de los fenómenos psicológicos. El alcance teórico y filosófico de la contingencia de tres términos como configuración o contingencia discriminada fue desarrollado por Juan Fuentes (Fuentes y Quiroga, 1999). La contingencia de tres términos como configuración entronca con la fórmula heideggeriana ser-en-el-mundo, la orteguiana yo-circunstancia y la estructura del comportamiento de Merleau-Ponty (Pérez-Álvarez, 2018a). En psicología está emparentada con la psicología de la Gestalt, las citadas affordances de Gibson, la zona de desarrollo próximo de Vigotsky y el enactivismo de la nueva psicología cognitiva (Alksnis y Reynolds, 2019; Pérez-Álvarez, 2018a). Ejemplos de esta configuración se encuentran en la propia caja-de-Skinner, en la conducción de un coche, en el deambular por la ciudad, en los casinos de Las Vegas y en las redes sociales, por recordar instancias citadas.

Con todo, nada parece indicar que la psicología mainstream se esté moviendo en la dirección conductista, ni que los conductistas estén haciendo gran cosa para integrarse en la corriente principal, como merece su psicología y necesita de ella la psicología general. Skinner ha descubierto la significación de la selección por las consecuencias para la psicología, pero la psicología hoy no parece seleccionar a Skinner. Sin embargo, Skinner podría entender la deriva de la psicología en base a las contingencias de reforzamiento que rigen sus estándares científicos. La buena noticia es que Skinner está por descubrir para buena parte de la psicología actual, incluyendo conductistas pegados más a la letra que al espíritu del conductismo. Hora de pensar fuera de la caja.

CONFLICTO DE INTERESES

El autor declaran no tener conflicto de intereses

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Recibido: 15 de Mayo de 2020; Aprobado: 27 de Junio de 2020

Correspondencia: Marino Pérez Álvarez. Universidad de Oviedo. Plaza Feijóo, s/n. 33003 Oviedo. España. E-mail: marino@uniovi.es

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