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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versión impresa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.78 no.12  dic. 2003

 

SECCIÓN HISTÓRICA


SANTA LUCÍA A TRAVÉS DE LA PINTURA

BARBÓN GARCÍA JJ1, ÁLVAREZ SUÁREZ ML2

Las obras pictóricas, y del arte en general, han sido creadas en buena parte por encargo de la Iglesia o inspiradas en la moral cristiana desde el medievo hasta el s. XVIII, en que el uso de personajes y episodios sagrados cayeron en desuso. Basado en esta abundancia de pintura religiosa se puede hacer un recorrido por la iconografía de Santa Lucía a través de los diferentes estilos de la historia de la pintura, recordando los dos elementos que la hacen reconocible: la palma, símbolo del martirio, y los ojos que le fueron arrancados, creencia popular que no figura en las fuentes canónicas tradicionales. Estas fuentes de la vida de los santos se basan en el caso de Santa Lucía en las Actas Martyrum, que recogen el proceso en el que fue condenada, en los martirologios, con la descripción de su muerte, y en la Leyenda Dorada, libro escrito por Jacobo de Vorágine en 1298.

Santa Lucía murió virgen y mártir en Siracusa, Sicilia (Italia) en el año 304, durante las persecuciones del emperador romano Diocleciano. Los momentos fundamentales de su vida, utilizados como fuentes de inspiración pictórica van a ser tres: la visita a la tumba de Santa Ágata en Catania, donde la curación milagrosa de un flujo hemorrágico de su madre le ayuda a obtener su consentimiento para renunciar al matrimonio; el juicio por practicar la fe cristiana, en presencia del cónsul Pascasio, donde destaca el episodio de su milagrosa inmovilidad en que unos bueyes no tuvieron fuerza para moverla y, finalmente, su muerte por decapitación.

En la Europa Medieval, la expresión artística se basa en la aparición de las formas románicas y góticas, a las que precede un estilo de transición desde el mundo romano conocido como prerrománico. Aunque el arte románico decora con frescos las iglesias, es el arte gótico el que desarrolla la vidriera, el tapiz y la miniatura como grandes manifestaciones pictóricas y luego, en el s. XIV la pintura móvil empieza a adquirir una gran difusión con el retablo. El arte gótico humaniza las figuras impasibles y rígidas del románico y las escenas del Antiguo y Nuevo Testamento dejan paso a las vidas de los santos, narradas de forma emotiva. En este s. XIV un anónimo artista italiano pinta sobre tabla, Virgen con su hijo entronizada con Santa Lucía y San Eloy; el Maestro di Panzano, en Siena, nos deja otra virgen entronizada con Santa Lucía y Pietro Lorenzetti, en la Iglesia Santa Maria de Magnoli (Florencia), la representa con una lámpara y los ojos en una bandeja. Giovanni di Bartolommeo Cristiani realiza un retablo gótico con cuatro escenas sobre su vida, una de ellas, Santa Lucía resistiendo los esfuerzos para moverla, donde dos parejas de bueyes intentan mover inútilmente a la santa en presencia del cónsul Pascasio, con las típicas posturas hieráticas del gótico y una clara desproporción en cuanto al tamaño de las figuras. La pintura italiana del s. XIV tiene, sin embargo, al fresco como elemento dominante y como ejemplo Jacobo Avanzi y Altichero pintan conjuntamente «Muerte de Santa Lucía» en Padua.

 
Fig. 1: Santa Lucía resistiendo los esfuerzos para moverla (Giovanni di Bartolommeo Cristiani).

A partir del 1400 se produce en Italia un cambio en el lenguaje artístico, el Renacimiento, que transforma la pintura con la introducción de la perspectiva, el volumen y la luz, conocido como Quattroccento en estas primeras manifestaciones del s. XV. Los anónimos pintores de la Edad Media, sometidos a una organización gremial, dieron paso a otros artistas con capacidad de creación e ingenio que firmaban orgullosos sus obras bajo el mecenazgo de las cortes de los múltiples estados italianos. El tema religioso sigue siendo el primordial pero también se cultivan el retrato, la mitología y el paisaje. Antonello da Messina, entre sus obras jóvenes, y Domenico Ghirlandaio, entre sus numerosos frescos religiosos, tienen una Santa Lucía, pero es Francesco del Cossa el que nos ofrece un singular retrato frontal con detalles tridimensionales de la ropa para crear sensación de volumen; la santa lleva sus dos atributos principales, la palma y los ojos, que sostiene en su mano izquierda de un pequeño tallo, como si fueran pétalos. Domenico Veneziano pinta en Florencia, un completo retablo actualmente disperso en cinco fragmentos por varios museos, cuyo panel central muestra a La Virgen entre los santos Francisco, Juan el Bautista, Zenobio y Lucía, y Giovanni Bellini, en Venecia, la incluye en su retablo Sagrada conversación con San Pedro, Sta. Catalina, Sta. Lucía y San Jerónimo.

 
Fig. 2: Santa Lucía (Francesco del Cossa).

En el s. XV, en los países del norte, al igual que en Italia, se inicia una renovación artística al amparo de la nueva burguesía que surge con la banca y la industria. El naturalismo flamenco crea imágenes religiosas accesibles para animar a los fieles a meditar sobre ellas, con unos contenidos estrictamente católicos. En Brujas, el conocido como Maestro de la leyenda de Santa Lucía, en un estilo todavía ingenuo, con mucho colorido y rostros ovalados, representa tres escenas de su vida en un panel que, además, dará nombre al anónimo pintor.

En la segunda mitad el s. XVI surge el Manierismo como lenguaje artístico de finales del Renacimiento, que en la pintura se reconoce por el alargamiento y la idealización de las figuras en un estilo amanerado, de imitación a los grandes maestros. A la vez, para contrarrestar el rechazo al culto de los santos de la doctrina luterana, la contrarreforma fomenta la devoción de las figuras más populares, cuya vida y martirios se ilustran en multitud de pinturas y estatuas. En esta etapa Lorenzo Lotto dedica un retablo a la historia de la santa con tres escenas: Santa lucía en la tumba de Santa Ágata, Santa Lucía ante Pascasio y Santa Lucía atada a los bueyes, y Leandro Bassano, en El Martirio de Santa Lucía, compone una artificiosa escena de figuras musculosas en complicadas posiciones para representar la inmovilidad de Lucía.

 
Fig. 3: Santa Lucía ante Pascasio (Lorenzo Lotto).

Los pintores del Barroco, en el s. XVII, frente a la belleza y armonía del Renacimiento, se centran en el sufrimiento humano y en el realismo. Caravaggio, nos muestra en El entierro de Santa Lucía a la mártir tirada en el suelo mientras se excava su tumba. El pintor busca una impresión extrema de verosimilitud: por una parte utiliza la luz para dar corporeidad a las figuras y por otra huye de cualquier idealización de los personajes. Francisco de Zurbarán, conocido por sus cuadros religiosos, la representa vestida lujosamente, portando la palma y los ojos; existe otro retrato anterior, pero ejecutado por uno de sus discípulos.

 
Fig. 4: Entierro de Santa Lucía (Caravaggio).

La ilustración, en el s. XVIII, que se define por un pensamiento racionalista, conduce a una laicización progresiva de la sociedad iniciando un paulatino abandono de la práctica y la moral religiosa. En el ámbito estético domina el estilo Rococó, un arte decorativo y elaborado que representa el triunfo del placer. La pintura, luminosa y elegante, con personajes hermosos e idealizados queda perfectamente representada en el lienzo de Tiépolo Última Comunión de Santa Lucía. A los pies de la santa se encuentra el puñal con el que fue degollada y en un plato, los ojos enucleados.

 
Fig. 5: Última comunión de Santa Lucía (Tiépolo).

A partir del s. XIX decaen la mitología y la religión como motivos pictóricos; los nuevos movimientos artísticos se interesan por la realidad, por la intimidad del individuo o por nuevas formas expresivas, desapareciendo esa preocupación mística por el alma que tanto había marcado la concepción del arte desde el románico hasta el s. XVIII.


1 Licenciado en Medicina. Hospital San Agustín de Avilés. Asturias.
2 Doctora en Medicina. Hospital Álvarez-Buylla. Mieres. Asturias.

 

BIBLIOGRAFÍA

- Martín González JJ. Historia del arte. Madrid: Ed. Gredos. 4.ª ed.; 1986.

- Sureda J. Summa Pictórica. Historia Universal de la Pintura. Barcelona: Editorial Planeta; 1999.

- web gallery of art. http://gallery.euroweb.hu/

-  http://www.artcyclopedia.com/

-  Giorgi Santos R. Colección Los diccionarios del arte. Barcelona: Ed. Electa, 2002.

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