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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versão impressa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.80 no.7  Jul. 2005

 

SECCIÓN HISTÓRICA 


REFERENCIAS OFTALMOLÓGICAS EN EL COMPENDIO 
DE MEDICINA (SIGLO XVII) (I)

LÓPEZ DE LETONA C1

Hace tiempo, se ha realizado edición facsimilar de un texto médico castellano del que se desconocían muchos datos, comenzando por su autor, lugar y año de edición, etc. Solo se sabía y de modo un tanto inexacto su título «Compendio de Medicina».

El facsímil al que nos referimos viene acompañado de dos notas breves en las que los editores nos formulan la hipótesis de que se trataría de un texto del siglo XVII tras una serie de pesquisas en diversos centros de documentación.

La obra, que tiene una extensión de algo más de cuatrocientas páginas (de las que incluso faltan algunas), queda muy compartimentada ya que se divide en cuatro libros, cada uno de los cuales abarca a su vez un número variable de tratados que a su vez se dividen en cuestiones y éstas en números.

Apuntamos de modo breve los títulos de los libros: «De las partes esenciales del cuerpo humanos que la medicina considera», «De la anatomía y partes integrales del cuerpo humano», «De las cosas no naturales al hombre» y «De las cosas preternaturales y violentas al hombre, sus causas, acciones a afectos».

Aunque el autor sea probablemente un médico, de la lectura detallada de la obra podemos colegir que se trata de una persona muy influenciada por la filosofía clásica ya que son muy abundantes las citas a Platón y Aristóteles, que probablemente en la supuesta fecha de impresión podrían estar ya consideradas como fuera de contexto, pero que sin embargo eran muy frecuentes en otros tratados médicos anteriores a la datación del que estamos comentando.

Hemos localizado a lo largo del texto hasta seis referencias a asuntos oftalmológicos, son éstas:

Las primera nos aparece en el libro segundo dedicado como ya se dijo a la anatomía humana corresponde exactamente al punto primero de la cuestión cuarta del tratado primero de dicho libro. Aunque más adelante la comentaremos señalaremos ahora solamente que se refiere al «Por que de tener los ojos en lo alto del cuerpo».

La segunda referencia abarca la anatomía de los ojos así como «Al modo en que se haga la visión o acción visiva».

Por su parte la tercera, la más extensa de todas, abarca un asunto frontero entre la medicina y la superstición exactamente la existencia o no del mal de ojo, son las cuestiones segunda tercera y cuarta del tratado quinto del libro segundo.

Restan aun tres referencias más: La oftalmía asociada a la aparición de la apoplejía, determinados remedios convenientes para la salud de los ojos y finalmente un último apartado en el que se recogen determinadas opiniones de Dioscórides.

Como es sabido se trata de Pedacio Dioscórides Anazarbeo, soldado y médico romano, del siglo primero de la era cristiana que se dedicó a catalogar multitud de especies botánicas que poseían propiedades curativas, recogidas en un tratado clásico que puede considerarse como el primer texto farmacológico escrito.

Dijimos antes que la primera referencia se incluye en la cuestión «Que moralidades encierra la fábrica del hombre», entendiendo por fábrica el conjunto de la anatomía humana.

En lo tocante a los ojos afirma que los tenemos en lo alto el cuerpo «Para que miren más cerca al cielo», lugar a donde deben encaminarse todos nuestros actos; pero deben servir también de atalaya a nuestros pasos y vea el hombre donde los asienta antes de comenzar cualquier obra.

Recurre incluso a un cita bíblica, en concreto del Eclesiastes «Sapientis oculis in capiti eius», que viene a querer decir que los ojos sabios están ubicados en la cabeza.

La segunda referencia comprende dos cuestiones (Quinta y sexta) del tratado segundo del libro segundo. Se habla allí de la anatomía de los ojos, que desarrollaremos enseguida y otra cuestión curiosa «Del modo que se haga la vista», si bien se extiende en consideraciones casi poéticas al afirmar que los ojos son «Dos luceros del rostro, dos piedras preciosas engastadas en él, y que están guardadas por los párpados», «Hechos a su vez del cutis y de muchas hebras carnosas», es decir cejas y pestañas.

La estructura ocular se articula en torno a seis túnicas y tres humores: las primeras son: Secundina, retina, aranea, uvea, córnea y conjuntiva.

Los humores por su parte: Albuginea, cristalino y vítreo.

Pormenorizando en algunos de estos asuntos diremos que el vítreo estaría entre la aranea y la retina y el cristalino se alojaría entre la aranea y la uvea. Existe también un hueco que se abre y cierra sobre el cristalino, es decir la pupila.

Se refiere también a la córnea destinada a contener el humor albugineo.

Igualmente nos da noticia más adelante de los nervios ópticos «los cuales se juntan algún poco y hacen a modo de cruz». También tiene conocimiento de los músculos oculares.

La cuestión sexta se habla «Del modo en que se haga la visión», hay dos teorías: por emisión o por recepción, es decir o el ojo emite rayos o por contra se limita a recibir los emitidos por los objetos.

Es aquí donde cita las opiniones de los platónicos, partidarios de la primera posibilidad o los aristotélicos, que se decantan por la segunda. Teniendo en cuenta que las opiniones de Aristoteles fueron a la larga las de Galeno, parecería esta última la más acertada.

El autor tras una serie de consideraciones toma partido por la segunda posibilidad.


1 IOBA. Valladolid.

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