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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

Print version ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.80 n.10  Oct. 2005

 

SECCIÓN HISTÓRICA


LA CEGUERA Y OTRAS ENFERMEDADES OCULARES EN 
LAS NOVELAS DE GALDÓS (II)

BARBÓN-GARCÍA JJ1, ÁLVAREZ-SUÁREZ ML2, SÁNCHEZ-TABAR L3

En Fortunata y Jacinta, su obra cumbre, los ciegos aparecen como músicos ambulantes o de café, e incluso nos retrata a un niño invidente aprendiendo a tocar la guitarra en lo que será su modo de vida futura: «... junto al niño cantor había otro ciego, viejo y curtido... era también maestro, padre quizás del ciego chico y le estaba enseñando el oficio...». Las jaquecas de Maxi, el marido de Fortunata, están descritas con buen criterio médico y empezaban por «... una punzada detrás del ojo izquierdo» acompañadas de náuseas, ansiedad y la extensión a todo el cráneo. El trastorno, que se repite el día de la boda, se combate con reposo en cama, oscuridad y láudano, que contenía opio. En una fiel descripción de una blefaritis describe a Nicanora diciendo que «... tenía los párpados enfermos, rojos y siempre húmedos, privados de pestañas, por lo cual decían de ella que con un ojo lloraba a su padre y con el otro a su madre».


Retrato de Galdós por Sorolla.

En Ángel Guerra llega al extremo de dotar a la mística protagonista, Leré, de un nistagmus, que describe con maestría: «... sus ojos verdosos hallábanse afectados de una movilidad constitutiva, de una oscilación en sentido horizontal, que la asemejaba a esos muñecos de reloj, que al compás del escape mueven las pupilas de derecha a izquierda ... científicamente se denomina nistagmus rotatorio. Como si esto no fuera bastante, contrajo, ya grandecita, el tic o manía de pestañear incesantemente...». Su tío, sacerdote catedralicio, es descrito con sorna «... sotana con visos de ala de mosca, algo babeada por la parte del pecho ... El único achaque que le mortificaba era la gradual pérdida de vista ... se le inflamaban los ojos, y le escocían y le lloraban, viéndose obligado a usar unas gafas de antiguo estilo, con cuatro cristales azules, dos ante los ojos y los otros en las sienes...».

En las novelas Torquemada en la cruz y Torquemada en el purgatorio, aparece el ciego Rafael del Águila, que además padece histerismo, como hermano de la joven mujer del avaro. Rafael es invidente desde la juventud y, como es típico en Galdós, la ceguera le permite una profundidad de pensamiento que lo acerca a la verdad más allá de los que ven, lo que le permitirá descubrir al amigo que pretende ser amante de su hermana: «cuando uno no ve, se le desarrolla un sentido nuevo, el sexto sentido, el poder de adivinación, cierta seguridad en el presentimiento...». Las novelas de Torquemada narran el ascenso social del usurero hasta llegar a senador del reino; en su afán por adquirir un lenguaje culto comete numerosos errores en el uso del idioma, entre ellos el todavía común de confundirnos con los ópticos: «...su hermanito podrá curarse... hay en Madrid los grandes ópticos. En el momento de decirlo conoció el hombre la enormidad de su lapsus linguae ¡Vaya que decir ópticos por oculistas!».

En Tristana, doña Trinidad padece «... una relajación de los músculos de los párpados. No abría los ojos sino a medias y esto con dificultad en ciertos días... llegando a veces al sensible extremo de tener que levantarse el párpado con los dedos si quería ver bien a una persona». El cuadro parece corresponder a una ptosis miogénica, con su típica fatigabilidad que puede causar, a veces como primer síntoma, una ptosis con exacerbaciones y remisiones. En la novela también nos describe el paseo de los niños ciegos y sordos de un orfanato en las mañanas dominicales de Madrid.

El año 1897, tres años antes de conocerse sus problemas visuales, escribió Misericordia y El abuelo, novelas donde la presencia de personajes principales ciegos sugieren claramente el inicio de los síntomas de la pérdida visual en el escritor. En Misericordia, el argumento es la caridad extrema de una vieja sirvienta, Benina, que llega a mendigar en auxilio de su señora venida a menos, para recibir finalmente en pago la ingratitud y el abandono cuando aquella mejora su posición social. En sus correrías por los ambientes míseros de Madrid entabla relación con el moro ciego Almudena, la otra figura clave de la novela, el enamorado medio loco que acabará enfermo viviendo al cuidado de Benina. Su lenguaje tiene personalidad propia dentro del vulgarismo popular que reflejan los diálogos, y posee, como los ciegos del universo galdosiano, una clarividencia que le permite reconocer la extrema bondad de Benina.

El abuelo está escrito en forma dialogada y plantea el problema de los hijos ilegítimos: el conde de Albrit, viejo y casi ciego, sabe que una de sus dos nietas es hija adúltera de su nuera y decide averiguar cuál de ellas no pertenece a su linaje. En este proceso acabará renunciando al repudio de la falta de lazos de sangre cuando descubre que la nieta espurea lo abandona todo para acompañarle y vivir a su lado. La ceguera vuelve a ser utilizada como símbolo que permite al conde penetrar la verdad profunda del amor y vencer la idea trasnochada del honor aristocrático.

Sus tres últimas novelas son fábulas inverosímiles: Casandra, El caballero encantado y La razón de la sinrazón, ésta ya dictada por un Galdós totalmente ciego.

Galdós retrata en sus novelas un siglo donde los ciegos aparecen como unas figuras mendicantes al margen de la sociedad «... músico, juglar o coplero, de esos que a los pueblos divierten con sus ingenuas invenciones de poesía mal trovada y burda». La figura de «.. el ciego con su guitarra..» ya aparece en las primeras páginas de La Fontana de Oro, y va a ser una nota constante en el retrato social galdosiano hasta sus últimas obras: «Yo ando en el canticio y recitorio desde que la gota serena me quito la presencia de las cosas», dice el ciego Críspulo en El Caballero encantado. La ceguera es vista como una desgraciada enfermedad, como bien expresa por boca de Nazarín: «...que descargue sobre mí la miseria en su más horrible forma, la ceguera tristísima, la asquerosa lepra...». En la España del s. XIX los ciegos no tenían otra salida que la caridad eclesial, la mendicidad o el relato ambulante de crímenes y sucesos luctuosos, apoyados por grandes carteles con viñetas explicativas: son los famosos cantares de ciegos.

Galdós también refleja la pérdida visual asociada a la edad, describe el uso de gafas en muchos personajes, la necesidad de las gafas de cerca: «... se colocó junto al altar y, poniéndose las antiparras que su cansada vista exigía, empezó la hermosa lectura...» (Gloria) y retrata con sorna a algún tuerto «... la mirada del único de sus ojos en que parecía residir la facultad de visión, pues el otro o era de cristal, o estaba dado de baja» (Rosalía). A veces utiliza los rasgos oculares para acentuar un carácter, como en esta descripción maliciosa de Miau: «... orejas grandes, lentes sin cordón, bizcando un poco los ojos, mucha rodillera en los pantalones, poca sal en la mollera, y en el bolsillo obra de seis reales, cuando más», o para expresar las duras condiciones de vida, como sucede con un personaje femenino de Fortunata y Jacinta: «El ojo derecho no estaba todo lo abierto que debía, a causa de una rija, y el párpado inferior del mismo había adquirido notoria semejanza con un tomate, a consecuencia de la aplicación de un puño cerrado, de lo que resultó una inflamación que vino a parar en endurecimiento».


1 Licenciado en Medicina. Servicio de Oftalmología. Hospital San Agustín de Avilés. Asturias. España. 
E-mail: jjbarbon@telecable.es
2 Doctor en Medicina. Servicio de Oftalmología. Hospital Álvarez-Buylla de Mieres. Asturias. España.
3 Licenciado en Medicina. Servicio de Oftalmología. Hospital Álvarez-Buylla de Mieres. Asturias. España.

 

BIBLIOGRAFÍA

1. Pérez Galdós B. Obras Completas. Madrid: Santillana Ediciones, 2003.

2. Gullón R. Galdós, novelista moderno. Madrid: Taurus Ediciones, 1987.

3. Rogers DM. Benito Pérez Galdós. El escritor y la crítica. Madrid: Taurus Ediciones; 1979.

4. Ortíz-Armengol P. Vida de Galdós. Barcelona: Ed. Crítica, 2000.

5. Pérez Galdós B. Obras y autores clásicos. http://www.cervantesvirtual.com/

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