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Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología

versión impresa ISSN 0365-6691

Arch Soc Esp Oftalmol vol.80 no.11  nov. 2005

 

SECCIÓN HISTÓRICA


LA EXPLORACIÓN MICROSCÓPICA DEL OJO EN VIDA (1920)

LÓPEZ DE LETONA C1

La oftalmología ha progresado en algunas ocasiones gracias a nuevos descubrimientos de aparatos que facilitaban la exploración del ojo ofreciendo así nuevos horizontes diagnósticos. En este sentido se publicó en la revista médica vallisoletana La Clínica Castellana un artículo firmado por un perfecto desconocido para nosotros el Dr. M. Rosales Barrial, el título era precisamente el que encabeza este trabajo: La exploración microscópica del ojo en vida.

La Clínica Castellana fue una de las muchas publicaciones médicas de los primeros años del siglo XX, se subtitulaba: Revista Mensual de Ciencias Médicas y estaba dirigida por el catedrático de Patología Quirúrgica de la Facultad Médica de Valladolid D. Nicolás de la Fuente Arrimadas, colaboraron también diversos facultativos, entre ellos el oftalmólogo ya citado en alguna ocasión Emilio Alvarado Gómez, igualmente Enrique Suñer Ordóñez o García Camaleño.

Pero volviendo a nuestro asunto, sabemos por la minuciosa lectura del trabajo en cuestión que su autor estuvo durante un tiempo disfrutando de una beca en el Instituto Oftalmológico de la universidad alemana de Halle y en concreto en el servicio que dirigía el profesor Koeppe. Allí se practicaba con asiduidad un nuevo método exploratorio del ojo basado en la combinación de dos aparatos ya conocidos por entonces: se trataba de la lámpara de hendidura estenopeica descubierta por Gullstrad (Spaltzelampe) y que este autor había presentado en 1911 en el Congreso Médico celebrado en Heidelberg.

Como es sabido el mismo Gullstrad fue el inventor del oftalmoscopio, basándose en el estudio de la refracción de los ojos de un gato sumergido en agua.

El otro aparato que se combinaba con el anterior era el microscopio corneal llamado de Zapskizzeiss.

De este modo la lámpara de hendidura se consideraba como el aparato iluminador y al microscopio como al amplificador.

Nuestro autor describe muy detalladamente en su artículo ambos dispositivos, la lámpara de hendidura contaba a su vez con una fuente luminosa que fue evolucionando hasta llegar a ser un arco voltaico pequeño, disponía también de un sistema de lentes, dos de ellas plano convexas a las que se añadía otra que hacía las veces de condensador para reunir todos los haces lumínicos en un solo punto.

El microscopio corneal por su parte admitía a su vez dos variantes, la clásica y otra más moderna que se denominaba genéricamente Bitumi.

Todo este aparataje se montaba en un arco que se usaba en el oftalmómetro de Javal permitiendo que el paciente apoyase su mentón para fijar así los ojos y ser mejor explorado. Un sistema de cremallera facilitaba bajar o subir los dos sistemas de exploración resumidos en uno solo.

De este modo se iluminaba el ojo citando aquí el autor cuatro maneras distintas de hacerlo: bien por iluminación directa, o indirecta (iluminando solo la zona vecina a la exploración), la tercera posibilidad sería la iluminación negativa, disponiendo el haz luminoso por detrás de las partes que se quieren explorar.

La cuarta posibilidad es la que su autor denomina oscilatoria que vendría a ser una combinación de las anteriores.

El artículo proseguía describiendo las observaciones vistas en la exploración de cada parte de la estructura ocular.

Así en la conjuntiva se verían los capilares más pequeños e incluso los vasos linfáticos y los nervios.

Podría verse también el endotelio corneal e incluso si se utilizase luz polarizada podrían visualizarse incluso las células corneales. Afirma el autor lo muy valioso que es el método para explorar las opacidades corneales.

Por su parte el iris aparece como un tejido esponjoso nadando en un líquido quedando embebido por éste. Describe la existencia de bastoncillos, trabéculas y fibrillas.

Donde más se evidencian los descubrimientos es en el cristalino advirtiéndose aspectos desconocidos hasta entonces, caso semejante sería el del vítreo en el que se describen dos sistemas fasciculares perpendicularmente entre sí, en él su maestro Koeppe, distingue hasta seis variantes de fibras: cruzadas, alargadas, transversales, confluyentes, en hoja de palma y mixto complejo. Describe incluso la presencia de leucocitos, hematíes y productos de desintegración.

Concluía esta parte de su trabajo refiriéndose al fondo del ojo que llega a explorar con un aumento de setenta veces, observando minuciosamente todas sus estructuras, nervios, vasos, ...

Las principales ventajas del nuevo método son sin duda el poder reconocer cambios estructurales de la morfología normal del ojo. Ninguno de los sistemas existentes hasta entonces permitía comparación con el método que está describiendo.

Por todo ello y en opinión del autor se podría crear una verdadera fisiopatología microscópica ocular que vendría a completar los sistemas existentes y que perfeccionaría los métodos de conocimiento ocular.

Es muy posible que nuestro autor no fuese colaborador habitual de La Clínica Castellana y decimos esto porque afirma casi al final de su escrito que haría nuevas aportaciones, si la revista le seguía brindando hospitalidad ... no deja de ser un término coloquial pero hay que tener en cuenta que por tratarse de una revista de ámbito local acaso no fuese demasiado conocida dentro del mundillo médico y que ya por entonces nuestra actual revista oftalmológica fuese la que utilizaban los oftalmólogos con más frecuencia para publicar sus descubrimientos.


1 IOBA. Valladolid. España.
E-mail: berta@ioba.med.uva.es

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