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Medicina y Seguridad del Trabajo

On-line version ISSN 1989-7790Print version ISSN 0465-546X

Med. segur. trab. vol.60  suppl.2 Madrid  2014

https://dx.doi.org/10.4321/S0465-546X2014000600007 

ARTÍCULOS ESPECIALES

 

Algunas curiosidades sobre la vida y obra de Bernardino Ramazzini, a modo de Epílogo

Some interesting facts about the life and work of Bernardino Ramazzini, as an Epilogue

 

 

Jorge Veiga-Cabo

Jefe de Área de Divulgación, Investigación y Servicios
Escuela Nacional de Medicina del Trabajo. Instituto de Salud Carlos III. Madrid. España

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Con motivo de la conmemoración del III Centenario de la muerte de Ramazzini, se pretende dar una visión general sobre algunas curiosidades, algunas más conocidas que otras, sobre determinados aspectos relacionados con su fecha de nacimiento y fallecimiento, el momento de inspiración para escribir el Tratado de las enfermedades de los artesanos y sus principales traducciones al español, así como de su obra complementaria titulada Del Cuidado de la salud de los príncipes, entre otras.

Palabras clave: Bernardino Ramazzini, Tratado, Disertación, Artesanos, Enfermedades, Salud Laboral.

Sobre el Tratado de las enfermedades de los artesanos (De Morbis artificum diatriba).


ABSTRACT

In commemoration of the III Centenary of the death of Ramazzini, it is intended to provide a global view about some peculiarities, many of them better known than others, related to facts as his date of birth, date of death, the inspiration moment that led him to write Diseases of Workers including its main Spanish translations and his complementary work titled The health of Princes, among others.

Key Words: Bernardino Rammazzini, Teatrise, Dissertation, Artisans, Diseases, Occupational Health.

About the Diseases of Workers (De Morbis artificum diatriba).


 

La inspiración de la obra

El propio Bernardino Ramazzini describe en su libro el momento en el que se sintió impulsado a escribir el Tratado de las enfermedades de los artesanos en los siguientes términos:

"... Voy a contar un caso a propósito del cual por primera vez me surgió la ocasión de redactar De Morbis artificum diatriba (El Tratado de las enfermedades de los artesanos). En esta ciudad que, en proporción con su perímetro está bastante poblada y que, por consiguiente, tiene casas apiñadas y de considerable altura, es costumbre el que, cada tres años, en cada edificio se limpien las cloacas que recorren los barrios. Como esta operación se llevara a cabo en mi casa, al ver a uno de estos obreros efectuar el trabajo en aquel antro de Caronte con gran ansiedad y presteza, compadeciéndome de una labor tan ímproba, le pregunté por qué trabajaba tan aprisa y no hacía su tarea con más calma para no acabar, debido al mucho trabajo, completamente agotado; entonces el desgraciado, alzando hasta mí su vista desde aquel antro, y mirándome fijamente, me dijo que nadie -a no ser que lo supiera por propia experiencia - podía imaginar cual era el precio que había que pagar por permanecer en semejante lugar más de cuatro horas: sería lo mismo que volverse ciego. Después que salió de la cloaca, le examiné detenidamente los ojos y se los encontré bastante enrojecidos y nublados y, al preguntarle de nuevo qué remedio solían emplear los cloaqueros para aquella afección, él mismo -me dijo- que voy a emplear yo al instante: retirarse a casa, encerrarse en una habitación a oscuras y permanecer allí hasta el día siguiente, bañándome los ojos con agua tibia de cuando en cuando, con lo que encuentran algún alivio en su dolor. De nuevo le pregunté si sentían algún ardor en la garganta o alguna dificultad en respirar, si les dolía la cabeza, si el olor irritaba su nariz o sentían nauseas. Nada de eso -me respondió-; la única parte dañada en este trabajo son los ojos y, si me empeñara en proseguir esta tarea más tiempo, pronto perdería la vista, como ha ocurrido a otros. Y así, me dijo adiós y, cubriéndose los ojos con las manos, se marchó a su casa". [De Morbis artificum diatriba. Capítulo XIV. De las enfermedades de los cloaqueros.]1

De esta forma, a sus 66 años de edad y de ellos con más de 40 de experiencia profesional a sus espaldas, Ramazzini describe ese momento en que sintió el impulso que le llevó a escribir la obra con la que se le reconoce como el "padre de la medicina del trabajo".

 

La primera edición, Módena 1700:

A finales del siglo XVII, desempeñando el cargo de médico de la Corte de del Príncipe de Este en Módena, Bernadino Ramazzini recibe una inesperada carta del Senado de Venecia anunciándole que había sido promovido para desempeñar la Cátedra de Medicina Práctica en la prestigiosa Universidad de Padua, de forma que como había terminado su obra a finales de 1699 y a como describe su sobrino en la biografía sobre su tío,

"... Y así, con toda solicitud, apresuró la edición de su Tratado, ya terminado, y lo sacó a luz pública al tomar posesión de su cátedra nada más empezar el presente siglo [XVIII], dedicándoselo a los Excelentísimos Moderadores de la Universidad de Padua."

La primera edición De Morbis artificum diatriba se publica en Módena en 1700, aprovechando la coyuntura de haber sido nombrado Catedrático de la Universidad de Padua el 12 de diciembre de ese mismo año, por lo que decidió dedicar la obra a los Moderadores de dicha Universidad, Los Ilmos. y Excmos. Sres. Aloisi Musto, Federico Marcello y Girolamo Venier.

El Tratado consta de un Prefacio, 42 capítulos dedicados a las diferentes enfermedades que afectan a cada una de las profesiones que aborda, más un capítulo final no numerado, dedicado a las enfermedades de los hombres de letras. Aunque por una razón desconocida y como un enigma que permanece sin respuesta hasta nuestros días, el Tratado de las enfermedades de los artesanos se compone realmente de 41 capítulos, ya que desde la primera edición publicada en Módena en 1700, falta el capítulo VIII, saltando directamente el orden del capítulo VII al capítulo IX.

En el Prefacio2, el autor desvela las principales bases conceptuales que soportan el innovador abordaje de la enfermedad desde una vertiente profesional, donde cada uno de los párrafos e incluso de los renglones son capaces de hablar por sí mismos y confluir en lo que en definitiva constituye el primer tratado de la Historia abordando de forma global las enfermedades los trabajadores enmarcadas por actividades, introduciendo el concepto de prevención más allá de las prácticas curativas de la enfermedad y resaltando la importancia de indagar en la profesión de cada paciente para conocer los posibles orígenes de la enfermedad que padece:

"... En efecto, es necesario reconocer que, a veces, de ciertas profesiones se les derivan a los que las practican males no pequeños, de modo que en donde esperan obtener recursos para su propia vida y para mantenimiento de su familia, no pocas veces contraen gravísimas enfermedades y, maldiciendo el oficio al que se habían entregado, acaban por abandonar la compañía de los vivos."

"... de los tugurios de los artesanos -que, en este aspecto son como centros escolares de los que uno sale instruido- he intentado sacar lo que mejor pueda saborear al paladar de los curiosos y -lo que es de mayor importancia- suministrar precauciones médicas, tanto curativas como preventivas, en relación con las enfermedades que suelen aquejar a los artesanos."

"... Muchas son las cosas que el médico, al atender a un enfermo, debe tratar de averiguar, bien sea a través del mismo paciente, bien a través de los que le atienden, siguiendo las normas del Divino Preceptor: Cuando estés ante un enfermo, conviene que le preguntes qué le duele, cual es el motivo, desde hace cuantos días, si hace de vientre y que alimentos toma. Palabras son estas de Hipócrates en su libro De las afecciones; permítaseme añadir también esta pregunta: y que oficio desempeña."

Pero posiblemente, Ramazzini era consciente de que con esta obra se enfrentaba a un reto diferente al que habían supuesto el resto de obras que había escrito a lo largo de su extensa trayectoria profesional porque con ella rompía moldes y eso siempre genera incertidumbre, por eso, en la presentación del libro ante la sociedad, como si de un hijo que comienza a dar sus primeros pasos se tratara, le dedica el siguiente soneto cargado de recomendaciones y advertencias:

El AUTOR

AL LIBRO

Mucho te inquietas, ¡ay, libro mío!, y ardes por salir;
mas primero los consejos paternos escucha;
en breves palabras te enseñaré que suerte te han destinado los hados.
Puesto que prometes algo nuevo a los eruditos,
acudirán al instante los más curiosos;
mas cuando hayan leído un par de páginas,
tal vez te releguen a las tiendas y callejas,
donde se vende al pueblo llano la longaniza, la salmuera y el unto.
Mas no sufras: eso es bien frecuente,
incluso con las voluminosas Pandectas
que no raramente suelen parar en los cucuruchos
para la caballa, la pimienta o el pesado comino.

Sin embargo, pese a los temores que pesaban sobre Ramazzini sobre un posible fracaso de su obra, el Tratado de las enfermedades de los artesanos alcanzó un éxito insospechado para el autor desde el momento que se puso en circulación, así en las Actas de los eruditos de Leipzig de 1702 encontramos el siguiente comentario con relación a la obra:

"A decir verdad, esta obra es ciertamente reducida si ese tiene presente tan gran variedad de materias tratadas, pero está adornada de una refinada elegancia de lenguaje, producto de una dilatada e incansable experiencia y de innumerables observaciones médicas, filosóficas y mecánicas, tanto de autores antiguos -griegos y romanos- como especialmente, modernos, así como embellecida por las distintas y necesarias normas prácticas encaminadas a las profesiones, de extraordinaria utilidad no sólo para los médicos, sino para cuantos sientan curiosidad por tales temas."

Además, al poco tiempo de su edición, la obra fue traducida al alemán y alcanzó un enorme éxito entre los profesionales de este país. Linsenbarth, médico Arquiatra del duque de Württemberg envió una carta a Ramazzini desde Turín en la que decía:

"Después de haber leído, hace algunos años, el eruditísimo Tratado de las enfermedades de los artesanos, aunque traducido al alemán, me he esforzado en conseguir un ejemplar en latín (como quiera que a la hora de leer, leo con más agrado los libros en su fuente), pero mis esfuerzos han sido inútiles, al hallarse ya todos los ejemplares agotados. ¡Cómo agradecería que me enviaras uno!."

Ramazzini orgulloso por la noticia le hizo llegar un ejemplar a través de Giovanni Fantoni, profesor de Anatomía en la Universidad de Turín.

 

La segunda edición, Padua 1713

La segunda edición del Tratado de las enfermedades de los artesanos se publica en 1713, un año antes de su muerte a los 81 años de edad, por la imprenta de Giovanni Battista Conzatti de Padua, un año antes de la muerte de Ramazzini. Presenta como novedades sobre la edición anterior, que Ramazzini agrega 12 capítulos más sobre diferentes enfermedades en artesanos que no se había tratado anteriormente, así como, también sin razón conocida como ocurrió con la supresión del capítulo VII de la primera edición, en esta se suprime el capítulo XV que en la edición anterior había dedicado a las enfermedades de los obreros.

Otra característica de esta segunda edición es que añade un "Tratado" [Disertación] sobre cuidado de la salud de las vírgenes consagradas dedicado a los cuidados de la salud de las monjas desde una perspectiva preventiva más que desde el abordaje patológico y curativo de la enfermedad, como el propio Ramazzini explica:

"... Ciertamente era mi intención disertar acerca de las enfermedades de las monjas y de su tratamiento pero estimé más conveniente adelantar esta sobre la conservación de su salud, por considerar que tiene mucho más mérito preservar de las enfermedades que curarlas."

Como la primera edición del Tratado había alcanzado tal éxito que había sido traducido a varios idiomas y se había agotado la tirada, se vio obligado a publicar una segunda edición, como describe su sobrino:

"Ya se había enterado Ramazzini que su tratado De las enfermedades de los artesanos había sido traducido al alemán y que había obtenido una muy favorable acogida en otras naciones y como quiera que ya se habían agotado hacía tiempo los ejemplares de la edición de Módena, y eran muchos los hombres de ciencia que solicitaban una nueva edición, se dedicó a enriquecer el libro, añadiéndole un suplemento, y así, tras tratar de las enfermedades de doce profesiones que antes no había tocado, a las que añadió además una disertación, Del cuidado de la salud de las vírgenes consagradas, todo junto lo entregó a una imprenta de Padua para la reedición."

Como tras éxito alcanzado por la primera edición del Tratado de las enfermedades de los artesanos (Módena, 1700), Ramazzini había comprobado que la mayor parte de los libros no habían acabado formando parte de los cucuruchos destinados a albergar la caballa, la pimienta o el pesado comino, en esta segunda edición suprimió el soneto "El autor al libro" que dedicaba a "su obra" con curiosas advertencias ante la posibilidad de que su puesta en escena ante la sociedad pudiera convertirse en un fracaso, pero mantiene cierto respeto sobre la posible acogida que pueda tener esta segunda edición ampliada. Así, y como también hizo con la primera edición, tras dedicar la obra a los Moderadores de la Universidad de Padua, en este caso, Don Jerónimo Venier, Don Francisco Loredán y Don Juan Francisco Morosini, comienza así la Presentación de su nuevo Tratado:

"Cuan laboriosos son los partos del ingenio y qué pesados sinsabores acarrean a sus autores, incluso después de haberlos dado a luz, no saben bien más que aquellos que pasan su vida entre letras con la miradas puesta en idear algo de utilidad gracias a lo cual, a sí mismos y a sus sucesores les dé la impresión de que han verdaderamente vivido, ¡oh Ilustrísimos y Excelentísimos Moderadores! En efecto, cuando alguien, sobre todo en estos tiempos tan ricos en censores, publica alguna obra a la medida de sus fuerzas, no puede menos de permanecer con el espíritu en vilo, sometido a los distintos pareceres de los críticos. Ahora bien, yo creo que hay un especial criterio a la hora de discernir, criterio en el que más puede uno confiar y por él creer que su obra se ha tenido por útil, y es el de si llega a sus oídos la noticia de que su obra en algún otro lugar -y muy especialmente en el extranjero- ha tenido una nueva edición..."

 

Las primeras traducciones de la obra al español

La primera traducción al español de la obra "De Morbis artificum diatriba" fue realizada por Susana Victorica y Codazzi Aguirre en 1949 en la ciudad de Rosario, Argentina sobre el texto latino de la edición de los "Opera Omnia" de Ramazzini de 1717, que al parecer recogían el texto de la primera versión de la obra publicada por el autor en Módena en 1700. Esta traducción se realizó bajo el patrocinio de la Unión Americana de Medicina del Trabajo y fue publicada con el título "Disertación acerca de las Enfermedades de los Artesanos", y reeditada por la Sociedad de Medicina del Trabajo de la Provincia de Buenos Aires en el año 19873.

En 1983, el Instituto de Medicina y Seguridad del Trabajo creado en 1944 del que dependía la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo creada 4 años más tarde (1948), que por entonces pertenecían al Instituto Nacional de la Salud (INSALUD) del Ministerio de Sanidad y Consumo de España, realizó una nueva traducción al español elaborada por dos filólogos, José L. Moralejo y Francisco Pejenaute, ajustándose al texto de la edición de Adalberto Pazzini "De morbis artificum Bernerdini Ramazzini..., Roma, 1953, Ex Typographia Caroli Columbi", que incluía el texto original en latín del facsímil de la segunda edición de la obra publicada por Ramazzini en 1713 por la imprenta de Giovanni Battista Conzatti de Padua, la cual incorpora además la biografía de Bernardino Ramazzini escrita por su sobrino Bartolommeo Ramazzini y "De virginum vestalium valetudine tuenda dissertatio (Del cuidado de la salud de las vírgenes consagradas)"1,4,5.

Existen algunas diferencias entre las dos traducciones de la obra al español, la primera es que la traducción de la versión argentina se realiza sobre la primera edición de la obra publicada en Módena en 1700 y la traducción española se realiza sobre la segunda edición de la obra publicada en Padua en 1713. Otra diferencia importante radica en la traducción que los diferentes traductores escogieron para el título, de esta forma, en la versión española realizada por Moralejo-Pejenaute (Madrid-1983) los traductores justifican la decisión de traducir el título "De Morbis artificum diatriba" por "Tratado de las enfermedades de los artesanos" en lugar de "Disertación acerca de las Enfermedades de los Artesanos" como se traducía en la versión argentina de Victorica y Codazzi (Rosario-1949), argumentando que aunque el término "Diatriba" parte del significado primario de "conversación para pasar el rato" y en la antigüedad designaba una de las formas de comunicación filosófica, en español actual el término "Diatriba" tal y como se define en el Diccionario de la Real Academia Española, significa un discurso o escrito violento e injurioso contra alguien o algo7, por lo que prefirieron optar por la mucho más neutra y académica denominación de "Tratado" que se ajusta más al sentido de la obra. Otra de las razones es que según Moralejo y Pejenaute, en la primera versión traducida al español por Victorica y Codazzi, detectaron algunos errores de interpretación que consideraron importantes, por lo que, además de lo anterior, consideraban justificada la necesidad de realizar una nueva edición en español de la Obra "De Morbis artificum diatriba" traducida al español.6 Por último, la versión española de la Obra, al haberse realizado sobre la versión original de la edición de 1713, incluye, además del Tratado, la biografía sobre Bernardino Ramazzini escrita por su sobrino Bartolommeo Ramazzini, 12 capítulos más añadidos a la primera edición y "Del tratado del cuidado de la salud de las vírgenes consagradas".

Como a partir de 1995, las funciones que tenía atribuidas este Instituto de Medicina y Seguridad del Trabajo se adscriben al Ministerio de Sanidad y Consumo, y en el año 2000 desaparece definitivamente este Instituto, del que permanece exclusivamente la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo (ENMT) que se incorpora al Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), en 2007 la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo realiza una tercera reedición de la versión traducida al español en 1983 por Moralejo y Pejenaute, siendo esta reedición de 2007 la versión más reciente del "Tratado de las enfermedades de los artesanos" de Bernardino Ramazzini en español, que junto a las dos anteriores (1983 y 1999) incluye también la biografía del autor escrita por su sobrino Bartolommeo Ramazzini y Del tratado del cuidado de la salud de las vírgenes consagradas.1,4,5

 

La hermana desconocida del tratado de las enfermedades de los artesanos

A comienzos de 1702, la ya de por sí deteriorada salud que había sufrido Ramazzini desde muy joven cuando en su primer trabajo como médico del Ducado de Camino y Marta contrajo el paludismo, empezó a deteriorarse aún más. La taquicardia que intermitentemente padecía desde entonces se agravó y en julio de ese mismo año, pasando unas vacaciones en Módena, en palabras de su sobrino, estuvo a dos pasos de la muerte y fue atendido por sus colegas y amigos de Módena, Giovanni Battista Davini y Francesco Torti, con los que durante varios años había formado equipo ejerciendo como médico de la Corte de Este. Recuperado de la enfermedad en noviembre regresó a Padua para reanudar su actividad docente como profesor de la Universidad, pero en el invierno de 1703 comenzó a padecer una fuerte jaqueca en la parte derecha de la cabeza acompañada de un flujo del ojo de el mismo lado que se fue agravando hasta que perdió la vista por él y un tiempo después, la del otro, por lo que tuvo que servirse de sus nietos que hacían las veces de lectores y escribientes para mantener una vida activa profesional y docente. Durante los siguientes años, y a pesar de su ceguera, mantuvo una vida profesional dinámica y siguió cultivando éxitos, así a finales de septiembre de 1706 la Academia de las Ciencias de Berlín, fundada no hacía mucho por el Rey de Prusia, le nombró socio de número de la misma. El 18 de agosto de 1708, Bernardino recibe una carta con el sello del Senado de Venecia notificándole que había sido nombrado Presidente del Colegio Véneto, cargo que solamente se concedía a cuatro Profesores Primarios de Medicina. El 21 de marzo de 1709 fue promovido de la Segunda a la Primera Cátedra de Medicina Práctica de la Universidad de Padua y por si fuera poco, para complicar la difícil decisión que a sus 75 años rondaba en su cabeza de retirarse definitivamente a descansar a Carpi o a Módena, ese mismo año la Academia de los Arcades le nombra socio numerario con el nombre de "Licoro-Languiano", otorgándole como era costumbre por esa célebre Academia, un amplísima finca.

Con su avanzada edad, ciego y con un delicado estado de salud agravado por los años, intentaba afrontar el día a día con una fuerza vital envidiable, pero consciente de su situación y de la responsabilidad que suponía la Cátedra que ocupaba, comenzó a preocuparse por las limitaciones que la edad podría estar imponiéndole para el normal desarrollo de las actividades docentes que desempeñaba en la Universidad, intranquilidad que su sobrino relata en los siguientes términos:

"... esto sin embargo perturbaba violentamente el ánimo de Ramazzini y de cuando en cuando se veía a sí mismo, a causa de su vejez y su mala salud, incapaz de estar a la altura de las lecciones diarias; por lo cual insistió ante los Moderadores de la Universidad de Padua, recibiendo la amable respuesta de que, a su propio arbitrio y mientras lo pudiera hacer, instruyera a sus alumnos, puesto que el Estado se daba por satisfecho con tener a Ramazzini como Profesor Primario de Medicina Práctica en la Universidad de Padua."

Con el fin de darse una tregua, en el verano de ese año 1709, se tomó unas vacaciones que aprovecho para ir a Módena acompañaba su amigo Antonio Vallisneri, profesor también de la Universidad de Padua. Una de las citas programas y obligadas en Módena era la visita a la casa de los Duques de la ciudad, donde había ejercido como médico durante muchos años y por lo que existían fuertes lazos de amistad entre él y la familia. En el transcurso de la conversación, Ramazzini comentó al Duque Reinaldo que si el tiempo se lo permitía, tenía entre manos escribir un nuevo libro que le gustaría dedicárselo a su sobrino Francesco II, quien le había precedido como Duque de Módena y a quien años atrás había servido como médico de la corte.

A su regreso a Padua a finales de otoño, Bernardino se puso a escribir la obra prometida con ayuda de sus nietos que le hacían las veces de amanuenses, y en poco más de un año, a finales de 1710 se presentó en la imprenta de Giovanni Battista Conzatti con su nueva obra Del cuidado de la salud de los Príncipes para su publicación.

En esta nueva obra, Ramazzini describía las principales medidas preventivas que debían guardar los nobles y aristócratas para preservar su salud, de esta forma, Ramazzini, un médico que había sabido compaginar el ejercicio de la medicina entre lujosas alcobas e insalubres talleres y que había entendido que de estancias tan diferentes se podían aprender lecciones semejantes, completaba su obra científica dedicando un tratado específico para cada uno de los polos sociales a los que había dedicado su larga vida profesional.

Sin embargo, a juzgar por el triunfo alcanzado por sus innumerables obras y tratados y pese a las garantías de éxito editorial que tendría que suponer la tan célebre y conocida firma de Ramazzini como autor de este nuevo Tratado, Conzatti se opuso a la publicación de esta obra por su imprenta argumentando que sería un fracaso económico, porque al contrario que las obras anteriores que versaban sobre enfermedades, esta se centraba en abordar aspectos preventivos y eso no sería nada atractivo para los médicos de la época que parecían mostrar mayor atracción por materias relacionadas con la etiología y el tratamiento de la enfermedad que sobre temas relacionados con el fomento de la salud mediante medidas higiénicas y preventivas. Pero como Ramazzini había adquirido con el Duque Reinaldo el compromiso de escribir este tratado que dedicaría a su sobrino Francesco, Príncipe de Módena, asumió de su propio bolsillo los costes para financiar la publicación y de esta forma, a finales de 1710, la imprenta de Giovanni Battista Conzatti de Padua editó la obra titulada Del cuidado de la salud de los Príncipes, dedicada al Serenísimo Príncipe de Módena Francesco de Este, logrando así cumplir honrosamente su promesa.

Pero parece que el editor Conzatti en esta ocasión no optó por la elección más acertada y al poco tiempo el libro alcanzó un enorme éxito como el que habían alcanzado el resto de publicaciones de Ramazzini. El Tratado recibió grandes alabanzas en las Actas de los eruditos de Leipzig y fue muy elogiado por Giovanni María Lancisi, Arquiatra del Sumo Pontífice Clemente XI. La obra de Ramazzini fue tan solicitado por Protomédicos y Arquiatras de nobles que se publicó una reedición en Leipzig en 1711 con un Prefacio del insigne Miguel Ernesto Ettmüller, descendiente del Miguel Ettmüller autor de las, entonces célebres Pandectas médicas8.

 

Sobre la vida y muerte de Bernardino Ramazzini

Las varias fechas del nacimiento de Ramazzini

Muchas publicaciones señalan el 5 de noviembre de 1633 como la fecha de nacimiento de Bernardino Ramazzini, por ser éste el dato que refiere su sobrino Bartolommeo en la biografía que escribió sobre su tío, fecha que casualmente coincidiría en esa misma biografía con el día en que falleció, el 5 de noviembre de 1714 y en el que cumpliría exactamente la edad de 81 años. En algunos textos también podemos encontrar el 3 de noviembre de 1633 como la fecha de nacimiento de Bernardino Ramazzini, como es el caso de Wikipedia y aquellos que puedan haber tomado de referencia esta fuente de información10, pero ésta es claramente una fecha errónea. La coincidencia de la fecha de nacimiento con la de la muerte de Ramazzini como refiere su sobrino en la biografía, algo que ha sido señalado como anecdótico por algunos autores, parece ser que pudiera tratarse de un error cometido por su sobrino Bartolommeo al confundir la fecha de la muerte con la fecha de nacimiento de su tío.

Por el año 1985, la Sociedad de Medicina del Trabajo de la Provincia de Buenos Aires se encontraba intentando elegir una fecha señalada para dedicar al Día de la Medicina del Trabajo y como para los promotores de la idea la elección de tal fecha no podía ser otra que la del nacimiento del universalmente considerado Padre de la Medicina del Trabajo, Bernardino Ramazzini, se propuso dicha fecha para dicha celebración, pero se encontraron con la sorpresa de que en diferentes fuentes de información aparecían fechas de nacimiento distintas, en unas el 5 de Noviembre y en otras el 4 de Octubre. A pesar de las consultas que se hicieron en aquel momento, nadie tenía la certeza sobre la confirmación de la fecha exacta de nacimiento de Bernardino Ramazzini, por lo que Dr. Guillermo D'Aragona, miembro activo de la Sociedad de Medicina del Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, dispuesto a resolver la duda sobre la fecha de nacimiento de Ramazzini, cursó una nota al Alcalde de Carpi, ciudad natal de Ramazzini, en la que le solicitaba la confirmación de la fecha de nacimiento que figuraba en los registros oficiales de la ciudad. El 12 de junio de 1985 se recibía en la citada Sociedad una nota del Alcalde de Carpi, Sr. Werther Cigarini, comunicando al Dr. Guillermo D'Aragona que la fecha de nacimiento de Ramazzini que se encontraba registrada en el acta bautismal de la iglesia local, se correspondía con el día 4 de Octubre del año 1633, y que el día 5 de Noviembre de 1714 era la fecha en la que falleció. Aclaraba también, que el error en las fechas se debía a que el sobrino Bartolommeo, al publicar su biografía equivocó las fechas, siendo éste el origen de la confusión que se reproducía en la mayoría de las citas bibliográficas3.

La Sociedad de Medicina del Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, en sesión de Comisión Directiva del día 6 de julio de 1985, y en base a los datos obtenidos del acta bautismal de Bernardino Ramazzini que se encontraban recogidos en los archivos de la ciudad de Carpi, aprobó por unanimidad festejar el 4 de Octubre de cada año como "Día del Médico del Trabajo", dando cuenta de tal Resolución en su Boletín Informativo Nº 15 de dicha Sociedad3.

Este hecho, pone de manifiesto que la anecdótica coincidencia entre las fechas de nacimiento y fallecimiento que encontramos en la biografía de Ramazzini escrita por su sobrino, se debe a un error de confusión de dichas fechas y que el nacimiento de Bernardino Rammazzini se produjo el 4 de octubre de 1633.

Una reflexión sobre la fecha en que murió Rammazzini

En todos los textos y referencias consultadas sobre la fecha de fallecimiento de Bernardino Ramazzini, sin excepción alguna, incluso confirmada en misma aclaración que el Dr. Guillermo D'Aragona realizó al Alcalde de Carpi, Werther Cigarini, sobre la fecha de su nacimiento, se señala el 5 de noviembre como la fecha en la que murió Ramazzini, sin embargo, si nos ajustamos estrictamente al texto de la biografía escrita por su sobrino Bartolommeo, y a no ser que se trate de un nuevo error, Bernardino Ramazzini debió de fallecer a las cuatro de la madrugada del 6 de noviembre, pues en la citada biografía su sobrino describe así los acontecimientos relacionados con la muerte de su tío Bernardino Ramazzini:

"A los tres meses de haberse editado la disertación mencionada, es decir, el 5 de noviembre de 1714, casi a las dieciséis horas, al disponerse a ir a la Universidad a dar clase a sus alumnos, fue víctima de una gravísima apoplejía. Al enterarse de aquel repentino infortunio, inmediatamente acudieron, juntos, los médicos más sobresalientes, Giovanni Bapttista Morgagni, Antonio Vallisneri, Giacomo Viscardi y Alejando Knips Macoppe, todos ellos amigos íntimos suyos y profesores de Parma, pero no hubo remedio que pudiera detener el precipitado deterioro de la vida de su amigo en peligro, y ello no es extraño, pues, incluso de acuerdo con el testimonio aforístico del anciano de Cos [Hipócrates], - detener una apoplejía fuerte es imposible; una ligera, no es fácil -. Así pues, tras haber mantenido una dura lucha, apoyándose en sus fuerzas de anciano, y durante doce horas, con un enemigo tan encarnizado, finalmente se rindió ante la insuperable enfermedad, y cerca de la hora cuarta de la noche, en medio de la consternación de toda la Universidad de Padua, clausuró el último día de su vida, en el año de nuestra salvación 1714 9."

Si analizamos el texto y teniendo en cuenta que su sobrino sitúa el inicio de la apoplejía "casi a las dieciséis horas del 5 de noviembre de 1714" y posteriormente señala que mantuvo una "dura lucha..., durante doce horas" para fallecer finalmente "cerca de la hora cuarta de la noche", es fácil suponer que ésta debió de producirse hacia las 4 de la madrugada del 6 de noviembre de 1714.

Por último, y también como una curiosidad más respecto al enigma de fechas, en la obra original de la biografía de Bernardino Ramazzini escrita por su sobrino Bartolommeo, médico también en Módena y por tanto durante muchos años colega de su tío Bernardino, también encontramos otro error de fechas cuando describe que "Fue enterrado en la iglesia de las religiosas de Santa Elena, en Padua, el 6 de noviembre del año 1614"9, lo que evidentemente es un error y es obvio que falleció en 1714 en base a los datos que figuran en los registros oficiales, pero en la traducción de la biografía editada en España, primero por el INSS en 1983 y posteriormente reeditada por el Escuela Nacional de Medicina del Trabajo en 2007, se respeta la frase original manteniendo la fecha errónea de 1614, acompañada de una nota aclaratoria a pie de página en la que los traductores Moralejo y Pejenaute aclaran este aspecto (nota 37).

Un Epitafio a modo de Epílogo

La admiración que Bartolomméo Ramazzini debía tener por su tío le llevó a escribir su biografía que podemos considerarla como uno de los pocos documentos con los que hoy contamos para reconstruir la vida de Bernardino Rammazzini, pero como una parte insatisfecha de esta gran admiración personal hacia su tío y el reconocimiento profesional hacia él como colega de profesión, Bartolommeo echaba en falta después de su entierro, la presencia de un epitafio que resaltase lo que tanto para él representó y para muchos sigue representando la figura de Bernadino Ramazzini como precursor y padre de la Medicina del Trabajo. Así pues, al final de la biografía manifiesta el siguiente deseo:

"Ahora bien, como en su tumba no fue colocada ninguna inscripción recordatoria, en la medida en que me es posible yo voy a ensalzar el nombre de un varón tan extraordinario con la inscripción que estimé debería redactarse en los siguientes términos:

INSCRIPCIÓN

A BERNARDINO RAMAZZINI,

de Carpi,
Filósofo y Médico,
en otro tiempo
Profesor Primario de Medicina Teórica
en la Academia de Módena;
finálmenmte,
Profesor Primario
de Medicina Práctica en la Universidad de Padua,
quien, con gran pérdida de Letras,
siendo más que octogenario,
desapareció del mundo de los vivos
el 5 de noviembre del año
de Nuestra Salvación 1714.
Para dar una muestra de su cariño hacia su tío
redactó esta inscripción
su sobrino amantísimo, hijo de un hermano,

BARTOLOMMEO RAMAZZINI,

Doctor en Medicina."

Sirva por tanto este Epitafio redactado por su sobrino, como Epílogo para cerrar este Suplemento con el que desde la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo del Instituto de Salud Carlos III, queremos rendir homenaje a la persona, vida y obra de Bernardino Ramazzini, contribuyendo con este número monográfico publicado por la revista Medicina y Seguridad del Trabajo, a conmemorar el III Centenario de la muerte de quien en la actualidad se considera el padre de la Medicina del Trabajo. Aunque si se me permite añadir y para tranquilidad de su sobrino, quizá no exista para nadie mejor Epitafio que la permanencia de su obra a lo largo de los siglos, y aún más, que esta sea reconocida como la base innovadora que abre la puerta hacia un campo nuevo de la ciencia como el que representa el eje trabajo-salud para cualquier sociedad con independencia de grado de desarrollo, marcado con su aportación un nueva senda en el largo camino de la evolución del conocimiento.

 

Referencias bibliográficas

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Dirección para correspondencia:
Jorge Veiga de Cabo
Jefe de Área de Divulgación, Investigación y Servicios
Escuela Nacional de Medicina del Trabajo
Instituto de Salud Carlos III
C/ Melchor Fernández Almagro 3
28029 Madrid. España
jorge.veiga@isciii.es

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