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Medicina y Seguridad del Trabajo

versión On-line ISSN 1989-7790versión impresa ISSN 0465-546X

Med. segur. trab. vol.67 no.264 Madrid jul./sep. 2021  Epub 14-Mar-2022

https://dx.doi.org/10.4321/s0465-546x2021000300001 

Editorial

A Emilio Jardón Dato

To Emilio Jardón Dato

María Jesús Terradillos García1 

1Directora de la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España.

El pasado 20 de agosto falleció en Madrid Emilio Jardón Dato, médico inspector de la Administración de la Seguridad Social, coordinador de los Equipos de Valoración de Incapacidades del Instituto Nacional de la Seguridad Social y colaborador habitual con la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo desde hace más de 20 años.

Querido Emilio,

Comienzo a escribir estas letras y me cuesta creer que ya no estás, a pesar de que hacía algo más de dos años que no nos veíamos. Sin embargo, como nunca dejamos de escribirnos mensajes y estar más o menos al tanto de nuestras vidas, supe que tu salud había empeorado desde nuestro último encuentro, nada más volver yo a España después de unos años trabajando en el extranjero. Lo que no podía imaginar era que el resultado de tu enfermedad iba a ser tan nefasto en tan breve espacio de tiempo.

Querido Emilio, tú me conociste a mí mucho antes que yo a ti, pues una de tus características era tu prodigiosa memoria para recordar incluso a las personas con las que habías tenido breve contacto. Tú me conociste a mí mucho antes que yo a ti, pues formabas parte del tribunal de la oposición para médicos inspectores de la Seguridad Social en la que yo estaba participando, y ya nos ibas registrando en tu “disco duro” a los que íbamos superando cada examen hasta finalmente obtener una plaza de médico inspector del INSS. Así me lo hiciste saber años después cuando, tras una curiosa conjunción de circunstancias, me incorporé a la Subdirección General de Coordinación de Unidades Médicas. Y allí ya, sí, te conocí yo a ti, querido Emilio. Conocí al Emilio profesional y al Emilio personal: al Emilio profesional de extraordinario bagaje de conocimientos y experiencia en los ámbitos de la medicina evaluadora, de la valoración médica de incapacidades, de la Salud Laboral, de la Medicina del Trabajo… Tu sólida formación académica (Diplomado en Sanidad, Diplomado en Medicina de Empresa -titulación antecesora a la actual Medicina del Trabajo-, Diplomado en Valoración Médica de Incapacidades, Experto en Seguridad Social, Médico del Trabajo,…) junto con tu dilatada trayectoria profesional (desde 1980 médico inspector de la Seguridad Social, habiendo desempeñado tu labor en las extintas Unidades de Valoración Médica de Incapacidades del también extinto INSALUD en Tenerife, Asturias y Madrid, y desde 1995 Coordinador de los Equipos de Valoración de Incapacidades -EVIs- del INSS), hacían de ti un profesional imprescindible en multitud de congresos, jornadas, seminarios,… en los que transmitir tu sapiencia. Además fuiste fundamental en la puesta en marcha, organización y materialización de numerosos cursos de formación dirigidos tanto a médicos del INSS como a profesionales de otros ámbitos. Pero sobre todo, querido Emilio, eras fuente a la que acudir en muchísimas ocasiones, ya fuera cuando nos surgían dudas en materia legislativa de Seguridad Social, en aspectos de Medicina del Trabajo, en los antecedentes y trayectoria de nuestro cuerpo de médicos inspectores a lo largo de los años y en tantas otras.

Y fundamentalmente tuve el privilegio, querido Emilio, de conocerte como PERSONA: al Emilio que, tras el aspecto serio e introvertido, escondía al Emilio generoso, empático, divertido, elocuente y, sobre todo, “oidor”, como yo vine a llamarte y que tanta gracia te hacía. “Oidor” no como juez sino por tu capacidad para la paciente escucha de las cuitas que los médicos del INSS te confiaban. Cuando nos sorprendíamos por todos los datos personales que conocías de ellos y te preguntábamos: “Pero, ¿cómo puedes saber todo eso?” siempre contestabas: “Porque me lo cuentan”.

Tuve la fortuna de compartir contigo muchos ratos distendidos en los que el trabajo pasaba a segundo plano y en los que departíamos sobre numerosos temas. Lector infatigable como eras de todo aquello que pudiera incrementar aún más tus conocimientos en temas profesionales, también gustabas de otras lecturas más profanas. Y, puesto que era una afición común, pudimos comentar muchos libros que ambos habíamos leído, así como intercambiar opiniones y aconsejarnos mutuamente los que sólo uno de los dos conocía. Charlando contigo, compartiendo historias, escuchando memorias de tu pasado o tus curiosas y divertidas anécdotas, el tiempo se escapaba sigilosamente sin darnos cuenta… Nunca olvidaré que, a la vuelta a Madrid tras un viaje de trabajo, enfrascados en la conversación nos pasamos la salida de la autopista y casi acabamos en Valladolid, teniendo que hacer muchos kilómetros extra.

Y lo que son las cosas, querido Emilio, ahora estoy ocupando el puesto de Directora de la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo, centro con el que tú colaboraste durante décadas hasta tu jubilación: además de docente en múltiples actividades formativas (Curso Superior de Medicina del Trabajo, Diplomatura de Valoración Médica de Incapacidades…) formabas parte del comité editorial de esta revista Medicina y Seguridad del Trabajo, eras miembro de la Comisión de Docencia de esta Escuela, fuiste promotor e incansable impulsor de numerosos proyectos conjuntos llevados a cabo entre el Instituto Nacional de la Seguridad Social y la Escuela Nacional de Medicina del Trabajo, como publicaciones de varios manuales y guías, realización de cursos de formación continuada, jornadas… siempre con ese objetivo que perseguías con ahínco de mejorar y actualizar, a través de la formación continuada, los conocimientos de los médicos inspectores del INSS que les ayudaran a realizar la complicada labor que supone la valoración médica de la incapacidad laboral.

Querido Emilio, siempre disfrutabas de los escasos días lluviosos de Madrid, caminando bajo el agua tranquilamente con las manos en los bolsillos mientras el resto nos afanábamos en resguardarnos bajo los paraguas. Y es que ese clima te transportaba a tu añorada Asturias, tierra a la que casualmente yo también estoy ligada. Recuerdo cómo, cada vez que yo iba a ir a pasar allí unos días y te preguntaba si querías algo de allí, tú me respondías lleno de nostalgia: “Que me lleves…”; puedes estar tranquilo, querido Emilio, pues te llevo conmigo siempre que allí voy.

Recibido: 25 de Agosto de 2021; Aprobado: 01 de Septiembre de 2021

Correspondencia María Jesús Terradillos García mterradillos@isciii.es

Conflicto de intereses

Se señala la no existencia de conflicto de intereses para los autores del presente artículo.

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