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Revista Española de Enfermedades Digestivas

versão impressa ISSN 1130-0108

Rev. esp. enferm. dig. vol.97 no.6 Madrid Jun. 2005

 

TRABAJOS ORIGINALES

Utilidad de la ecoendoscopia en el diagnóstico preoperatorio de malignidad de los tumores submucosos digestivos

D. Martínez-Ares, J. Souto-Ruzo, J. Yáñez López y J. L. Vázquez-Iglesias

Servicio de Aparato Digestivo. Complejo Hospitalario Universitario Juan Canalejo. A Coruña

 

RESUMEN

Introducción: el diagnóstico preoperatorio de las lesiones submucosas del tubo digestivo puede ser complicado. La endoscopia convencional no permite establecer claramente un diagnóstico y no valora adecuadamente el tamaño de las lesiones. Además, la biopsia endoscópica no suele ser diagnóstica. La citología obtenida por medio de la punción con aguja fina tampoco presenta la suficiente sensibilidad y especificidad como para ser considerada como el patrón oro en el diagnóstico de estas lesiones. Evaluamos a continuación la utilidad de la ultrasonografía endoscópica en el estudio de los tumores submucosos digestivos.
Material y métodos:
hemos recogido de forma prospectiva los estudios ultrasonográficos de todos los pacientes con tumores submucosos tratados quirúrgicamente en nuestro centro. Se ha evaluado la sensibilidad y especificidad de esta técnica en el diagnóstico de malignidad de estas lesiones, así como los factores que con mayor fiabilidad predicen el comportamiento maligno. También se valoró la fiabilidad de la ecoendoscopia en la valoración del tamaño y en identificar la capa de la pared en que se localizan las lesiones. Los resultados del estudio anatomopatológico fueron considerados el patrón oro en el diagnóstico.
Resultados: el tamaño medio de las lesiones medido por ecoendoscopia no presenta diferencias significativas con el de la pieza quirúrgica. Sin embargo, la endoscopia convencional infravalora el tamaño de las lesiones. La ultrasonografía endoscópica estableció adecuadamente la capa de origen de las lesiones en todos los casos. La sensibilidad, especificidad, valor predictivo positivo y valor predictivo negativo de la ecoendoscopia en el diagnóstico de malignidad eran del 89,5, 90,9, 89,5 y 90,9% respectivamente. En el análisis univariante las características endoscópicas y ultrasonográficas que se asociaban a un diagnóstico de malignidad eran la presencia de ulceración (p = 0,043), un tamaño mayor de 40 mm (p = 0,049), la irregularidad de los bordes de la lesión (p = 0,0001), un patrón ultrasonográfico heterogéneo (p = 0,002) y la presencia de áreas quísticas mayores de 2 mm (p = 0,012). En el análisis multivariante, todos excepto el tamaño y la presencia de ulceración se consideraron factores independientes predictivos de malignidad.
Conclusiones:
la ultrasonografía endoscópica presenta una gran sensibilidad y especificidad en el diagnóstico de malignidad de las lesiones submucosas. La irregularidad de los bordes de la lesión, un patrón ultrasonográfico heterogéneo y la presencia de áreas quísticas mayores de 2 mm se consideraron factores independientes predictivos de malignidad.

Palabras clave: Tumores submucosos. Ultrasonografía endoscópica. Malignidad. Endoscopia. Diagnóstico.

 

INTRODUCCIÓN

Las lesiones submucosas del aparato digestivo son aquellas que, originándose en cualquiera de las capas situadas por debajo de la mucosa, crecen de forma que esta permanece habitualmente intacta. Las lesiones pueden ser intraparietales (tumores submucosos propiamente dichos) o pueden tratarse de lesiones de origen extraparietal y que se comportan como compresiones extrínsecas (1).

Los tumores del aparato digestivo son en su mayoría de estirpe epitelial (con origen en la mucosa), de forma que los tumores submucosos no representan más de un 1-2% del total (2,3); se trata de lesiones habitualmente benignas, pero hasta un 20% pueden presentar un comportamiento maligno (2).

Con gran frecuencia estas lesiones son asintomáticas, representando hallazgos casuales en exploraciones endoscópicas indicadas por otros motivos (1,2,4,5). Raras veces, en relación con la presencia de ulceración, pueden ser causa de hemorragia digestiva; cuando el tumor alcanza el tamaño suficiente puede manifestarse con clínica de dolor o incluso provocar compresión sobre órganos vecinos. En localizaciones como el cardias o el píloro, por el reducido diámetro del tubo digestivo en estos puntos, pueden originar clínica obstructiva (2,4,5).

En el examen endoscópico suelen presentarse como lesiones nodulares que impactan sobre la mucosa, habitualmente intacta, ocupando parte de la luz del tubo digestivo (1). La endoscopia convencional permite precisar la localización de la lesión, el aspecto de la mucosa (normal, friable, traslúcida, ulcerada,...), la consistencia de la lesión y, finalmente, en algunos casos puede facilitar su extirpación. Sin embargo la endoscopia convencional no suele aportar información suficiente acerca de la naturaleza de la lesión, valora de forma deficiente su tamaño, y tiene dificultades para diferenciar las lesiones intraparietales de las compresiones extrínsecas (1,4,6). Además, la biopsia endoscópica rara vez alcanza la suficiente profundidad como para asegurar un diagnóstico (1,7). La citología obtenida por medio de punción aspirativa con aguja fina (PAAF) guiada por ecoendoscopia tampoco aporta excesiva información en estas lesiones (3,4,8-10), aunque la adición de las técnicas de inmunohistoquímica mejora de forma significativa el rendimiento diagnóstico de esta técnica (11-14). No obstante, muchos autores consideran que para obtener un diagnóstico de certeza en relación con el grado de malignidad, que se basará en criterios como el tamaño del tumor, celularidad, número de mitosis, el patrón de crecimiento, la existencia de fibras de cohesión y el pleomorfismo nuclear (15), será imprescindible el disponer de la pieza completa. Así, existe un acuerdo prácticamente generalizado de que, cuando exista alguna duda de la posible naturaleza de una lesión submucosa, el método más adecuado para llegar a un diagnóstico definitivo es la extirpación quirúrgica o endoscópica (16-21). Por otra parte, será la ecoendoscopia la técnica más apropiada para decidir si la lesión es subsidiaria de resección, y en este caso, cuál es la forma más segura de extirparla (4,22,23). En los casos en los que la resección endoscópica no sea posible, la imagen ecoendoscópica puede sugerir el diagnóstico de malignidad y, en ese caso, sería imprescindible la resección quirúrgica.

A continuación, evaluamos el papel que se puede conceder a la ecoendoscopia en el diagnóstico preoperatorio de las lesiones submucososas. Para ello, estudiaremos la sensibilidad y la especificidad de la ultrasonografía endoscópica (USE) en el diagnóstico de malignidad. A continuación, trataremos de evaluar cuáles son los criterios endoscópicos y ecoendoscópicos que se asocian con un comportamiento maligno.

PACIENTES Y MÉTODO

Pacientes

Los pacientes han sido reclutados de forma prospectiva entre aquellos que, en el periodo comprendido entre el 1 de enero de 1996 y el 31 de diciembre de 2002, fueron remitidos a nuestro centro para la realización del estudio ecoendoscópico tras ser identificadas lesiones submucosas del tracto digestivo. Fueron seleccionados aquellos en los que fue indicado tratamiento quirúrgico de las mismas.

Método

El estudio ultrasonográfico fue realizado con los ecogastroscopios radiales Olympus GF-UM 160 y GF-UM20. Todas los pacientes fueron estudiados en un único centro, y las exploraciones fueron llevadas a cabo por dos expertos ecoendoscopistas.

Variables estudiadas

En cada uno de los pacientes fueron estudiadas una serie de variables, que incluyen las variables demográficas, las manifestaciones clínicas derivadas de las lesiones, el aspecto endoscópico de las mismas (tamaño y forma y presencia o ausencia de ulceración), sus características ultrasonográficas (tamaño, nitidez de los bordes, ecogenicidad, presencia de adenopatías y presencia de áreas quísticas o focos hiperecogénicos en su interior), los motivos por los que se indicó el tratamiento quirúrgico, las complicaciones del mismo, el diagnóstico histológico de benignidad o malignidad y el diagnóstico definitivo de las lesiones, la presencia de adenopatías, crecimiento infiltrativo e invasión vascular. El diagnóstico preoperatorio de malignidad se basó en la presencia de al menos tres de las siguientes características: ulceración, bordes irregulares, tamaño mayor de 4 centímetros, ecogenidad heterogénea, presencia de áreas quísticas, presencia de focos hiperecogénicos o presencia de adenopatías.

Estudio estadístico

El estudio estadístico se llevó a cabo por medio del software del paquete estadístico SPSS for Windows 11.5. La significación estadística fue establecida en base a la prueba Chi cuadrado (χ2) cuando se trataba de la comparación de variables cualitativas, mientras que las variables cuantitativas fueron comparadas por medio de la t de Student para muestras apareadas. Finalmente, el análisis multivariante se llevó a cabo mediante el método de regresión logística binaria.

Los hallazgos descritos en el estudio histológico de la pieza de resección fueron considerados como el gold standard para el diagnóstico de malignidad de las lesiones, así como para la valoración del tamaño y la capa de la pared en que se localizaban las lesiones submucosas.

Los datos correspondientes a sensibilidad, especificidad, valor predictivo positivo y valor predictivo negativo fueron calculados manualmente después de clasificar los diagnósticos ultrasonográficos de benignidad y malignidad como verdaderos positivos y verdaderos negativos en una tabla 2 x 2.

RESULTADOS

El grupo se componía de un total de 41 pacientes, 28 varones (68,3%) y 13 mujeres (31,7%) y con una edad media de 53,2 años (rango de 19-81). Todas las lesiones excepto una se localizaban en el tracto digestivo superior: 70,7% en el estómago, 19,5% en el esófago y 7,3% en duodeno. En el 46,3% de los pacientes habían consultado por dispepsia y el 29,3% debutaron con clínica de hemorragia digestiva alta; la mitad de los enfermos con lesiones esofágicas (9,8%) referían disfagia, y otras manifestaciones clínicas menos frecuentes aparecían en el resto de pacientes (Tabla I).


El 78% de las lesiones presentaban forma nodular, mientras que sólo 5 pacientes presentaban lesiones polipoides y en 4 casos estas eran umbilicadas. En 20 casos (48,8%) las lesiones estaban ulceradas (Tabla I).

El 82,9% de las lesiones se situaban en la cuarta capa de la pared del tubo digestivo, un 9,8% en la tercera y un 7,3% en la segunda capa. El estudio ecoendoscópico estableció correctamente la capa de la que dependía la lesión en todos los casos.

El tamaño medio de las lesiones medido por ecoendoscopia era de 37,8 mm, ligeramente inferior al tamaño referido por el estudio anátomopatológico 38.98 mm, aunque esta diferencia no era estadísticamente significativa (p = 0,265). No obstante, el tamaño medio de las lesiones medido por la endoscopia convencional era de 34,02 mm, significativamente menor que el de la pieza histológica (p = 0,007). En 18 casos, estas lesiones (43,9%) presentaban un tamaño mayor de 40 mm.

El resto de las características valoradas en el estudio ecoendoscópico, incluyendo aquellas que se usaron para emitir un diagnóstico de malignidad se resumen también en la tabla I. Cabe señalar que en nuestra serie, en ningún caso fueron objetivadas adenopatías en el estudio ecoendoscópico y sólo en un paciente fueron evidenciadas en la pieza quirúrgica. En base a estas características se emitió un diagnóstico de malignidad en 19 casos (46,3%).

El tratamiento quirúrgico se llevó a cabo en 18 casos (43,9%) por un diagnóstico preoperatorio de malignidad, en 13 casos (31,7%) por una clínica muy expresiva en forma de hemorragia o dolor intenso, en 6 casos porque el paciente prefirió la cirugía abierta a la resección endoscópica, y en 4 casos porque las características del tumor desaconsejaban la resección endoscópica: en tres casos se trataba de tumores de gran tamaño y en otro caso el estudio ecoendoscópico mostró la presencia de vasos arteriales de gran calibre en las inmediaciones del tumor.

En el estudio histológico, se confirmó la presencia de 18 lesiones malignas. La estirpe tumoral más frecuente fue el leiomioma (34,1%) seguido del GIST (tumor del estroma gastrointestinal) (19,5%) (Fig. 1), páncreas aberrante (12,2%), leiomiosarcoma (9,8%) (Fig. 2), sarcomas (7,3%) y lipomas (7,3%). Dos leiomiomas fueron considerados malignos tras el estudio ecoendoscópico (falsos positivos), mientras que un leiomiosarcoma y un sarcoma fueron considerados benignos (falsos negativos). De ello se puede deducir que, en nuestra experiencia, la USE presenta una sensibilidad del 89,5%, una especificidad del 90,9% un valor predictivo positivo del 89,5% y un valor predictivo negativo del 90,9% (Tabla II).

En el análisis univariante (Tabla III) de las características que fueron valoradas para un posible diagnóstico de malignidad, alcanzaron significación estadística la irregularidad de los bordes de la lesión (p = 0,0001), un patrón ultrasonográfico heterogéneo (p = 0,002), presencia de áreas quísticas mayores de 2 mm (p = 0,012), la presencia de ulceración (p = 0,043) y un tamaño superior a 40 mm (p = 0,049). En la tabla IV se representan los riesgos relativos de malignidad de estas características ultrasonográficas y endoscópicas. Obsérvese como el mayor riesgo se asocia a la presencia de bordes irregulares, un patrón ecográfico no homogéneo y la presencia de áreas quísticas en el interior de las lesiones. Tras efectuar el análisis multivariante, se consideraron factores independientes predictivos de malignidad estos mismos tres rasgos ultrasonográficos.



DISCUSIÓN

La endoscopia convencional presenta grandes limitaciones en la valoración de los tumores submucosos. La adecuada valoración de su tamaño y, especialmente, el establecer una hipótesis diagnóstica no suele ser posible (1,4,6). El conocimiento de la naturaleza de la lesión es de vital importancia, especialmente en pacientes asintomáticos ya que de ello dependerá la decisión de extirpar o no la lesión. Por otra parte, las biopsias endoscópicas rara vez son diagnósticas dado que la mucosa suele estar indemne y la pinza de biopsia no suele alcanzar la suficiente profundidad (1,4,6,7). Además, la citología obtenida por medio de la PAAF presentaba una escasa rentabilidad en el diagnóstico (3,4,8-10). No obstante, el estudio de las muestras de citología aplicando técnicas de inmunohistoquímica aumenta considerablemente la precisión diagnóstica (12-14). Adicionalmente, la introducción del estudio del c-Kit parece mostrar gran fiabilidad en el diagnóstico de malignidad (12). En cualquier caso, el diagnóstico de malignidad se basa en criterios como el tamaño de la lesión, la celularidad, la presencia de mitosis, la ausencia de un patrón de crecimiento organoide, la ausencia de fibras esqueléticas, el pleomorfismo nuclear, la presencia de afectación de la mucosa suprayacente y de necrosis celular, muchos de los cuales sólo podrían ser establecidos tras el estudio de la lesión en su conjunto (15).

Desde prácticamente sus orígenes se ha atribuído un papel central a la USE en el estudio de estas lesiones. Así, cuando el tamaño de la lesión medido por ecoendoscopia superaba los 30 mm, crecía más de 5 mm al año o existían dudas acerca del diagnóstico se indicaba la extirpación. Por otra parte, la ecoendoscopia puede sugerir la técnica de elección para la resección: endoscópica o quirúrgica (4,22-24). En efecto, la USE ha mostrado una gran fiabilidad en el estudio de las lesiones submucosas. Presenta, en primer lugar, una gran sensibilidad y especificidad para la diferenciación de estas lesiones de las compresiones extrínsecas (4,25-29) y también permite diferenciar con claridad masas sólidas y quísticas (1). Estudios previos (24,30) habían objetivado cómo la USE permite diferenciar las distintas capas de la pared del tubo digestivo y, por lo tanto, definir con claridad la capa de la que depende el tumor en cuestión. En nuestra serie, los tumores tratados quirúrgicamente eran mayoritariamente dependientes de la capa muscular propia, lo que fue establecido correctamente por la USE en todos los casos.

El tamaño del tumor también es valorado adecuadamente por la USE. Tan sólo tumores muy voluminosos que puedan exceder el campo de visión, pueden ser valorados defectuosamente (25). En nuestra serie, la ecoendoscopia estableció de forma precisa el tamaño de las lesiones, mientras que el tamaño medio de las lesiones medido con endoscopia convencional era significativamente menor al de la pieza de resección.

Existen numerosos trabajos publicados en los que se pone de manifiesto cómo la USE puede sugerir de forma bastante fiable la naturaleza de las lesiones submucosas (4,21,24,31-35). También han sido publicados diversos trabajos en los que se valoraba la sensibilidad de la ecoendoscopia en el diagnóstico de malignidad (2,23, 26,27). En el estudio de Rosch y cols. (26) las cifras de sensibilidad y especificidad de 64 y 84% respectivamente, son significativamente más bajas que las publicadas por otros autores y las de nuestra serie. En los trabajos de Chak y cols. (2) y de Brand y cols. (27) las cifras de sensibilidad y especificidad están en torno al 80%, y en el de Palazzo y cols. (23) en torno al 90%. En nuestra serie, realizada sobre 41 tumores intervenidos quirúrgicamente, la sensibilidad es del 89,5%, la especificidad del 90,9%, el valor predictivo positivo del 89,5% y el valor predictivo negativo del 90,9%. Es importante señalar que el nuestro es el único trabajo en el que las cifras se calculan antes de valorar qué factores son predictivos de malignidad. En nuestro caso, el diagnóstico de malignidad se establece a priori si existen al menos tres de las siguientes características: presencia de ulceración, un tamaño mayor de 40 mm, bordes lesionales irregulares, ecogenicidad heterogénea, presencia de espacios quísticos, presencia de focos hiperecogénicos o de adenopatías. En todos los demás estudios, la sensibilidad y especificidad se calcula después de valorar cuáles son los factores que mejor predicen un comportamiento maligno y realizando combinaciones de estos factores. En el estudio de Chak y cols. (2) se consideraron factores predictivos de malignidad un tamaño superior a 40 mm, la irregularidad de los márgenes lesionales, la presencia de focos hiperecogénicos y de espacios quísticos. En este trabajo, en el que sólo aparecen 9 lesiones malignas, obtienen significación estadística la presencia de focos hiperecogénicos, al contrario de lo que ocurre en nuestra serie, y no se consideran predictivos de malignidad dos factores que, en nuestra experiencia, si gozan de significación: la presencia de ulceración y un patrón ecográfico heterogéneo. En el estudio de Brand y cols. (27), se consideran factores independientes predictivos de malignidad un tamaño mayor de 3 cm, la presencia de bordes irregulares y patrón ecográfico heterogéneo. No obtienen significación estadística ni la presencia de ulceración ni la presencia de espacios quísticos. Finalmente, Palazzo y cols. (23) consideraron factores independientes predictivos de malignidad únicamente la presencia de espacios quísticos y bordes extraluminales irregulares. Parece que en relación con estos dos factores es sobre los que existe mayor acuerdo. Sin embargo, en nuestra experiencia, un patrón ecográfico heterogéneo también predice un diagnóstico de malignidad y, probablemente con un mayor número de casos, también la presencia de ulceración y un tamaño superior a 40 mm también alcanzarían significación estadística.

En resumen, podemos afirmar que la endoscopia convencional valora de forma deficitaria las lesiones submucosas, y que la ultrasonografía endoscópica establece de forma precisa el tamaño de la lesión, su capa de origen y la naturaleza benigna o maligna de la lesión.

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