La Infancia y la Adolescencia, por Derecho Propio

Si no se hubiera dedicado a la Psicología, Eduardo Fonseca Pedrero sería constructor de pirámides. De pirámides mayores que la gran pirámide de Guiza. Su trayectoria editorial en el campo de la Psicología se caracteriza por la grandeza, y cada vez que creemos que ya ha tocado techo publicando un manual nos sorprende poco tiempo después asumiendo la coordinación de un nuevo texto igualmente definitivo—al menos todo lo definitivo que en Psicología son los conocimientos empíricos: unos pocos años—. A comienzos de este año recibimos su Manual de tratamientos psicológicos – Adultos, y cuando aún no hemos tenido tiempo de apreciar todo su necesario contenido nos llega ahora el Manual de tratamientos psicológicos – Infancia y adolescencia. Lejos de ser visto como una casuística puntual o secundaria a los trastornos psicológicos presentes en los adultos, el nuevo manual de Fonseca Pedrero demuestra que estamos ante una serie de problemas con identidad propia, dinámicas y procesos propios y, por tanto, merecedores de un arsenal psicoterapéutico específico que va mucho más allá de la adaptación a la población infantojuvenil de los tratamientos ya validados para la población adulta.

Los primeros capítulos del manual enmarcan conceptualmente todos los contenidos que van a desarrollarse posteriormente ante cada problema específico, siendo destacable la precisión y claridad con la que se sistematiza la presentación de los diferentes modelos psicológicos sin caer ni en el sectarismo ni en el eclecticismo, enlazando finalmente con un enfoque transdiagnóstico para el tratamiento psicológico de niños y adolescentes. A partir de aquí se desgranan los criterios de intervención para un abanico exhaustivo de trastornos propios de la infancia. Justamente este perfil de edad obliga a dedicar un espacio extra al neurodesarrollo y a procesos fisiológicos básicos cuyas alteraciones suponen un área problemática específicamente infantil. El incremento registrado durante las últimas décadas en los trastornos del comportamiento en edades tempranas recibe su atención específica, así como la ansiedad y la depresión, problemas estos cuya edad de aparición se va adelantando gradualmente estudio tras estudio—pocos son los trastornos psicológicos que se mantienen ya exclusivamente en el ámbito adulto—. El manual incluye así mismo el primer metaanálisis del que tengamos constancia referido a la intervención ante nuevas adicciones comportamentales, otro problema más en alza vinculado al uso excesivo y disfuncional de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Manual de tratamientos psicológicos – Infancia y adolescencia posee igualmente algunas características que ya son marcas identificativas de los proyectos editoriales de Eduardo Fonseca Pedrero. Así, los capítulos no se limitan a exponer los estudios y metaanálisis al uso desde una perspectiva estrictamente nomotética, sino que además se completan con apartados finales—En primera persona, Caso clínico, Términos clave, Enlaces web de interés y Bibliografía comentada—, que consiguen cumplir dos objetivos fundamentales: por un lado, ofrecer un enfoque clínico detallado, más genuinamente psicológico, buscando casos prototípicos de las personas concretas que sufren problemas concretos y, por otro, poner a disposición del lector fuentes documentales on line que permiten completar la información contenida en el texto, así como facilitar su mantenimiento actualizado. Cada capítulo, así, resulta especialmente relevante, tanto por mantenerse vivo en sus fuentes documentales como por no perder de vista la escala genuinamente psicológica que, paradójicamente, no siempre se encuentra en los manuales de Psicología.

Además, como colofón de un texto de esta relevancia, encontramos un capítulo final, firmado por Marino Pérez Álvarez junto con el propio Eduardo Fonseca Pedrero, que busca aplicar un enfoque contextual a los problemas que han sido vistos a lo largo de la obra. Aquí, el enfoque contextual resulta especialmente indicado, no solo por el microcontexto personal y biográfico que da sentido a las vivencias y experiencia problemáticas de los jóvenes, sino también por el macrocontexto propio de una cultura mercantilista y publicitaria en donde ser niño se ha vuelto especialmente difícil. Así, los medios de comunicación, el ocio consumista, las redes sociales o la explotación comercial de la infancia contribuyen a una cultura que trastoca y desorganiza las formas de vida en sus primeras etapas, aquéllas sobre las que posteriormente se construirá la personalidad adulta. Marino Pérez Álvarez, cuyos puntos de vista sobre el trastorno de déficit de atención e hiperactividad ya resultaron especialmente controvertidos, extiende aquí su análisis desde coordenadas teóricas semejantes para abarcar igualmente todo el ámbito del recién ampliado “espectro autista”, así como problemas vinculados al desarrollo psicosexual, como la anorexia o la disforia de género.

En resumen, hay que seguir buscando huecos en las estanterías para colocar en un lugar preferente y a mano este nuevo manual. Mientras que la edición de un texto completo respecto a un listado de trastornos no parece algo especialmente meritorio, la edición de un texto completo en tanto que inclusivo, además, de reflexiones conceptuales relevantes, de contenidos adecuados al enfoque clínico y de la exposición sistemática de marcos teóricos resulta excepcional en el ámbito editorial. Pero no crean que Manual de tratamientos psicológicos – Infancia y adolescencia supone la última aportación de Eduardo Fonseca Pedrero a la Psicología. Los que le conocemos estamos seguros de que en este momento está diseñando su próxima pirámide. Y será mayor que ésta.