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Psychosocial Intervention

versão On-line ISSN 2173-4712versão impressa ISSN 1132-0559

Psychosocial Intervention vol.23 no.3 Madrid Dez. 2014

https://dx.doi.org/10.1016/j.psi.2014.08.001 

Dimensiones del sentido de comunidad que predicen la calidad de vida residencial en barrios con diferentes posiciones socioeconómicas

Sense of community: Dimensions predicting residential quality of life in neighbourhoods with different socioeconomic status

 

 

Isabel Hombrados-Mendietaa y Trinidad López-Espigaresb

a Departamento de Psicología Social, Antropología Social, Trabajo Social y Servicios Sociales. Facultad de Psicología. Universidad de Málaga, España
b Departamento de Psicología Social, Antropología Social, Trabajo Social y Servicios Sociales.Facultad de Estudios Sociales y del Trabajo. Universidad de Málaga, España

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Los objetivos del presente estudio han sido analizar qué dimensiones del sentido de comunidad influyen más positivamente sobre la calidad de vida residencial y analizar de estas dimensiones cuáles predicen mejor la calidad de vida de los residentes que viven en barrios con diferentes posiciones socioeconómicas. El estudio se desarrolla en los diez distritos de la ciudad de Málaga y un total de 1583 personas componen la muestra. En concreto el 31% de los residentes pertenecen a la posición socioeconómica baja, el 34% pertenecen a la posición media y el 35% a la posición alta. Los sujetos se eligen al azar utilizando un sistema de rutas. Los resultados han mostrado que la satisfacción con el entorno físico del barrio, la motivación y el apoyo social que prestan las instituciones son tres de las dimensiones del sentido de comunidad que mejor predicen la calidad de vida residencial. También los hallazgos indican que los componentes del sentido de comunidad que predicen la calidad de vida residencial varían según la posición socioeconómica de los barrios. Se comentan las implicaciones del estudio.

Palabras clave: Sentido de comunidad. Calidad de vida. Contexto residencial. Posición socioeconómica


ABSTRACT

The study aims were to identify which dimensions of the sense of community have the greatest positive impact on residential quality of life and which of these best predict the quality of life of residents according to the socioeconomic status of the neighbourhood. The study was conducted in 10 districts in Malaga City, Spain, with a total sample of 1,583 participants. Of these residents, 31% had a low socioeconomic status, 34% had a medium socioeconomic status, and 35% had a high socioeconomic status. The participants were selected using random route sampling. The results show that the 3 dimensions that best predicted residential quality of life were the physical environment of the neighbourhood, administrative incentives, and social support from local authorities. The results also show that the dimensions of the sense of community that predicted residential quality of life changed according to the socioeconomic status of the neighbourhood. The implications of the study are discussed.

Keywords: Sense of community. Quality of life. Residential setting. Socioeconomic status


 

 

El sentido de comunidad fue inicialmente estudiado por Sarason en su obra El sentido psicológico de la comunidad (1974). En concreto, la define como: "la percepción de similitud con otros, el reconocimiento de la interdependencia con los demás, la voluntad de mantener esa interdependencia dando o haciendo por otros lo que uno espera de ellos y el sentimiento de que uno es parte de una estructura más amplia, estable y fiable" (p. 157).

El sentido de comunidad implica el sentimiento de pertenencia, de membrecía, de implicación personal. Implica también la influencia recíproca entre el individuo y la comunidad, la integración y la satisfacción de necesidades y la conexión y participación emocional (McMillan y Chavis, 1986). Con el sentido de comunidad se va consolidando una identificación de las personas con el espacio en el que viven. Este sentimiento se fundamenta sobre la pertenencia de los sujetos a un espacio común y, por lo tanto, a una misma forma de vida, que puede producir una conciencia de participación para resolver problemas comunes (Musitu, 1991). A su vez la comunidad constituye el punto de partida esencial a partir del cual se estructuran las necesidades comunitarias y la actuación de las instituciones. Es en la comunidad donde interaccionan la estructura informal a través de la solidaridad, el apoyo y la conexión emocional y la estructura formal a través de la acción de las instituciones (Hombrados-Mendieta, 2011). La comunidad es uno de los grupos de los cuales la sociedad se sirve como agente de socialización, desarrollando además un papel central en el desarrollo psicológico de sus miembros. En esta noción se destaca la idea de que los miembros de una comunidad comparten un conjunto de valores, ideales, historias y símbolos (Cox, 1989). Esto supone para Gurrutxaga (1991) la identificación del individuo con el grupo, el conocimiento mutuo de sus miembros, la existencia de una solidaridad grupal y la toma de conciencia del nosotros. La evaluación de este sentimiento del nosotros se operacionaliza en aquellas conductas tendentes a desarrollar un sentimiento de pertenencia, en la búsqueda de contactos con el medio, en el establecimiento de lazos de amistad o en el intento de satisfacer las necesidades sociales dentro de un contexto determinado (Gómez-Jacinto y Hombrados-Mendieta, 1992).

El individuo pasa gran parte de su vida en la comunidad de la que forma parte. Las grandes ciudades hoy en día constituyen las comunidades modernas. La ciudad es la unidad superior que une todos los barrios. Es una estructura espacial y dinámica que incide sobre el comportamiento individual y social. De hecho es el ámbito donde se desenvuelve la vida de la mayoría de las personas. En el medio urbano, la unidad básica es el barrio, teniendo la investigación sobre este tipo de territorio una amplia tradición en el ámbito psicosocial. El barrio se ha definido como el área donde el individuo establece sus redes sociales y sobre la que sus habitantes construyen un sentido de comunidad (Alexander, 1980; Bentely, Alcock, Murrain, McGlynn y Smith, 1985; Lynch, 1985). El contexto de estudio fundamental del sentido de comunidad ha sido el contexto de la ciudad y el barrio (Davidson y Cotter, 1986; Garcia, Giuliani y Wiesenfeld, 1999; Oliva Delgado, Antolín Suárez, Estévez Campos y Pascual García, 2012; Prezza, Amici, Roberti y Tedeschi, 2001). En el interior del barrio las personas desarrollan sentimientos de pertenencia, pues representa un espacio donde los individuos construyen y comparten experiencias, articulan valores y experimentan la diversidad; es el marco físico y social que contribuye a la satisfacción vital de sus habitantes (De Pablos y Sánchez, 2003). El barrio puede ser considerado un espacio público y privado donde se desarrolla la vida individual y colectiva de los individuos. La calidad de vida en el barrio está influida por cómo los residentes se relacionan unos con otros como vecinos, cómo se prestan apoyo social, cómo se tratan con el resto de la sociedad de la que forman parte y cómo cuidan su medio ambiente físico, (Altman y Wandersman, 1987). Con el sentido de comunidad se va consolidando una identificación de las personas con el espacio en el que viven. Este sentimiento se fundamenta sobre la pertenencia de los sujetos a un espacio común y, por lo tanto, a una misma forma de vida que puede producir una conciencia de participación para resolver problemas comunes. Para Heller (1989) el apoyo entre los vecinos es una característica fundamental de la vida grupal y emplea el concepto de comunidad tanto para referirse a un lugar geográfico concreto como a un lugar no territorializado basado en una red de relaciones que aporta amistad y apoyo. Gil, Pons, Grande y Marín, (1995) afirman que será a través de una relación duradera y consistente como se irá formando una percepción del barrio como algo propio del que el individuo se siente parte y comparte una misma experiencia subjetiva con el resto de la comunidad. Por tanto, el contexto del barrio se ha relacionado ampliamente con el sentido de comunidad (Putnam, 2000).

La mayoría de los estudios muestran que el sentido de comunidad influye positivamente en la calidad de vida y la satisfacción residencial (Gracia y Herrero, 2006; Kloos et al., 2011; Montenegro Martínez, 2004). Se relaciona con una mayor participación de los vecinos, con la satisfacción con el barrio, con el desarrollo de relaciones positivas y con un incremento del control percibido sobre el contexto del barrio (Chavis y Wandersman, 1990; Weidemann y Anderson, 1985). También los estudios muestran que el sentido de comunidad facilita las relaciones, la integración social, la identidad social, la organización y la adaptación a las nuevas situaciones (Bishop, Colquhoun y Jonson, 2006; Fisher y Sonn, 2002; Herrero, Gracia, Fuente y Lila, 2012; Malone y Dooley, 2006). En cambio, la carencia de sentido de comunidad se relaciona positivamente con los problemas de salud (Ahern, Hendryx y Siddharthan, 1996; Davidson y Cotter, 1991; Farrell, Aubry y Coulombe, 2004; Riger y Lavrakas, 1981). Estos resultados se han encontrado en diferentes poblaciones, como inmigrantes (Hombrados-Mendieta, Gomez-Jacinto y Dominguez-Fuentes, 2009; Hombrados-Mendieta, Gomez-Jacinto, Dominguez-Fuentes y García-Leiva, 2013; Sonn, 2002), personas mayores (Evans, 2009; Zaff y Devlin, 1998), jóvenes (Chiessi, Cicognani y Sonn, 2010; Pretty, Conroy, Dugay, Fowler y Williams, 1996), enfermos crónicos (Townley y Kloos, 2011) o trabajadores en situaciones de riesgo (Cicognani, Pietrantoni, Palestini y Prati, 2009).

Todas estas investigaciones ponen de manifiesto el efecto beneficioso del sentido de comunidad sobre la calidad de vida. El sentido de comunidad incluye tanto componentes objetivos (satisfacción de necesidades básicas, características del entorno físico, recursos sociales, características sociodemográficas) como subjetivos (conexión, pertenencia, satisfacción, interacción positiva, apoyo social).

Los componentes del sentido de comunidad que se refieren a los aspectos de interacción social y a la conexión entre los vecinos han tenido una gran importancia. Las redes sociales permiten a los individuos conectarse entre sí para ser más efectivos en la consecución de objetivos comunes y esto constituye un importante elemento en el sentido de comunidad (Bernard, Bartlam, Sim y Biggs, 2007; Croucher, Please y Bevan 2003; Esteban-Guitart y Sánchez-Vidal, 2012). Las personas más comprometidas y satisfechas con su barrio son más solidarias con sus vecinos (Ahlbrant y Cunninghan, 1979). La mayoría de los estudios destacan la importancia de la interacción social de los vecinos y de las redes de apoyo como indicadores que se relacionan con la calidad de vida (Crowman, Ferrari y Liao-Troth, 2004; Diener, 1984; Heller, 1989; Schweitzer, Rosenbaum, Campos y Gardi, 2002).

Entre los estudios que se centran en los componentes objetivos destacan los trabajos de Foruria et al. (2004) que analizan las características del entorno. Los hallazgos muestran que la calidad de vida residencial y el sentido de comunidad se relacionan positivamente con la satisfacción con el aspecto físico del barrio, con los espacios verdes disponibles y con la percepción de seguridad. En general, la calidad de los espacios públicos está asociada al sentido de comunidad y a la calidad de vida (Francis, Giles-Corti, Wood y Knuiman, 2012). Otras características del entorno que se han estudiado han sido el número de habitantes, la densidad de población o las diferencias entre áreas urbanas y rurales. Los resultados muestran que el sentido de comunidad aumenta con los años de residencia (Chavis, Hogge, McMillan y Wandersman, 1986), es mayor en pequeñas ciudades que en grandes ciudades (Prezza et al., 2001) y la alta densidad de población influye negativamente en niveles más bajos de salud, sentido de comunidad y calidad de vida (Gómez-Jacinto y Hombrados-Mendieta, 2001; Fassio, Rollero y De Piccoli, 2013). Otros estudios se han centrado en el análisis de la relación del sentido de comunidad con las características sociodemográficas de los residentes. Para Robinson y Wilkinson (1995) las variables sociodemográficas predictoras de la calidad de vida y del sentido de comunidad son el estado civil, el tiempo de permanencia en el barrio y el nivel educativo. Así, las personas que están casadas, las que viven en el mismo lugar durante varios años y las que tienen un mayor nivel educativo tienen más sentido de comunidad y de calidad de vida. Un mayor tiempo de residencia en el mismo barrio aumenta las relaciones con los vecinos e incide en un aumento del sentido de comunidad. Además, el hecho de estar casado aumenta el tiempo de permanencia en el barrio y el sentido de comunidad (Farrell et al., 2004). Chipuer y Pretty (1999) también muestran resultados similares, ya que el sentido de comunidad aparece ligado con un largo periodo de residencia en la comunidad, una mayor competencia social y académica y mayor nivel de satisfacción con la vida. Por tanto, mantener relaciones en el barrio, el tiempo de residencia, el estar casado, la participación en grupos y el lugar de residencia son predictores del sentido de comunidad (Prezza et al., 2001).

Menos analizadas han sido las características socioeconómicas del contexto y su relación con el sentido de comunidad. En todas las ciudades es posible a través de la diferenciación espacial analizar la estructura social de la ciudad. Los grupos de individuos con afinidades sociales se unen en los mismos espacios de la ciudad, porque vivir en un espacio determinado forma parte también de la adscripción social del individuo (Pino Artacho, 2001). Son múltiples los estudios que muestran la relación entre la estructura socioeconómica y la distribución espacial (Ocaña Ocaña, 1998; Savage y Warde, 1993). En general, el nivel de ingresos es considerado un predictor de la calidad de vida (Marmot, 2004; Wilkinson y Pickett, 2009). Sin embargo, los estudios que relacionan las características socioeconómicas del contexto con el sentido de comunidad no son concluyentes. Entre los estudios sobre barrios de posición económicamente alta cabe destacar los llevados a cabo por Marans y Rodgers (1975), que mostraban cómo los residentes de esta clase social eran los que estaban menos satisfechos con sus casas y su barrios, pero los llevados a cabo por Davis y Fine-Davis (1981) sostenían lo contrario. Los estudios son contradictorios en cuanto a percepción y preferencias en función de la situación socioeconómica. Los resultados hallados por Unger y Wandersman (1985) respecto al estatus socioeconómico indican que los niveles más altos de sentido de comunidad se dan en barrios homogéneos socioeconómicamente frente a los barrios heterogéneos. En los barrios con población homogénea socioeconómicamente los residentes tienden a compartir valores e intereses similares y facilitan una mayor interacción entre los vecinos (Francescato, Weidemann, Anderson y Cheneweth, 1974). Recientemente Gattino, De Piccoli, Fassio y Rollero (2013) han encontrado que los mejores predictores de la calidad de vida se relacionaban con el sentido de comunidad, altos ingresos económicos y el sexo femenino.

Tal y como muestran los estudios, el análisis del sentido de comunidad es complejo y está ligado tanto a los aspectos objetivos del contexto como a los aspectos subjetivos de la interacción social y a las características de sus residentes (Bishop, Chertok y Jason, 1997; Chipuer y Pretty, 1999; Davidson y Cotter, 1986; Long y Perkins, 2003; Obst y White, 2004; Peterson, Speer y Hughey, 2006; Peterson, Speer y Mc Millan, 2008; Tartaglia, 2006). Esto hace necesario que el abordaje del sentido de comunidad se realice desde una perspectiva multidimensional que incorpore en su análisis la valoración de los aspectos de interacción social y los aspectos del entorno físico y social. Además, hay que destacar que son muy escasas las investigaciones realizadas tomando como referente las características económicas del barrio y la influencia de los diferentes componentes del sentido de comunidad sobre la calidad de vida de los residentes.

Este estudio se plantea estudiar los componentes del sentido de comunidad que influyen más positivamente sobre la calidad de vida residencial y analizar en los barrios que tienen diferentes posiciones socioeconómicas cómo influye el sentido de comunidad sobre la calidad de vida de los residentes. Para cumplir con estos objetivos, el estudio se realiza en un contexto que integra el conjunto de las variables estudiadas, la ciudad a través de la selección de los barrios más representativos de la misma. Nuestro ámbito de estudio es la ciudad de Málaga y en concreto sus barrios. De tal manera que dicho espacio es reconocido como el lugar donde los residentes desarrollan su vida social y construyen su sentido de comunidad.

 

Método

Participantes

El estudio se localiza en el contexto del barrio urbano. La selección de los barrios se hace, de acuerdo con los objetivos de la investigación, atendiendo a que entre ellos existan diferencias a nivel socioeconómico y de situación geográfica. Por ello, se ha tenido en cuenta la distribución de barrios dentro de la ciudad. La ciudad de Málaga, en el momento del estudio, se divide administrativamente en diez distritos municipales, que son los que nos sirven de referencia para localizar y seleccionar los núcleos que pueden resultar de mayor interés para el estudio. A tal efecto se ha tenido en cuenta la enorme diversidad que se da en cada uno de los distritos, seleccionando algunos de los núcleos más representativos, tanto de los valores medios socioeconómicos que se dan en cada uno como de aquellos que ocupan posiciones extremas en cuanto a sus características socioeconómicas (nivel alto y bajo). En cada distrito se han seleccionado seis barrios representativos de los valores medios y extremos para garantizar la mayor representatividad posible de las variables analizadas (2 barrios de posición socioeconómica baja, 2 barrios de posición media y 2 barrios de posición alta). Un total de 60 barrios componen la muestra y participan un total de 1583 personas. Los sujetos se eligen al azar utilizando un sistema de rutas, muy indicado en este tipo de investigación. Dentro de cada barrio se seleccionaron al azar, sobre un mapa, las rutas correspondientes, indicando las calles, edificios, plantas, viviendas y giros. Respecto a la posición por barrios, el 31% de los residentes pertenecen a la posición socioeconómica baja, el 34% pertenecen a la posición media y el 35% a la posición alta. El 40% de la muestra son hombres y el 60% mujeres. La edad media de los participantes es de 40 años (DT = 18.37) (rango de 18 a 87).

Procedimiento

Para definir la posición socioeconómica de cada barrio se utilizan los datos del estudio de la estructura social urbana de Málaga (Pino Artacho, 2001), que califica cada barrio a través de la elaboración de un índice de condición socioeconómica, extraído mediante un análisis factorial de correspondencias. Esto permite, en los barrios seleccionados, conocer las características sociales de cada parte del territorio y la situación respecto al indicador sintético renta-cultura. A partir de este análisis, los barrios seleccionados se clasifican en las posiciones socioeconómicas baja, media y alta, según lo establecido en dicho estudio. Con los barrios elegidos, a través del sistema de rutas en cada uno de ellos, se procede a la recogida de los datos utilizando la metodología de encuestas. Para aplicar las encuestas se realiza la selección y entrenamiento de los encuestadores y se elaboran cartas dirigidas a los residentes donde se les explica brevemente el estudio y las personas que lo realizan y se les pide su colaboración. Además, se les proporciona un número de teléfono, al que pueden llamar si tienen alguna duda acerca de la investigación. Los encuestadores, que conocen previamente el muestreo de rutas, la ubicación de los residentes que deben entrevistar (se delimitaron las calles, aceras, edificios y puertas), dejan previamente las cartas y fijan un día para hacer la entrevista. Cada encuestador lleva un documento acreditativo que les autoriza para realizar la encuesta.

Instrumentos

Sentido de comunidad (Jakes y Shanon, 2002). Analiza el sentido de comunidad desde una perspectiva multidimensional. Este instrumento mide el sentido de comunidad preguntando a los residentes sobre la relación que tienen con los vecinos del barrio e incluye 9 dimensiones de medida: apoyo residencial (v.g., "conozco los nombres de mucha gente de mi barrio"), factores físicos (v.g., "el barrio se mantiene limpio"), apoyo económico (v.g., "en el barrio se cuenta con apoyo económico de instituciones para hacer mejoras"), motivación (v.g., "normalmente quiero implicarme en tomar decisiones sobre las cosas que se pueden hacer en mi barrio"), participación individual (v.g., "a menudo me ofrezco voluntario para participar en proyectos de mi barrio"), empowerment (v.g., "sé cómo trabajar con otros vecinos para resolver problemas"), apoyo institucional (v.g., "las políticas locales apoyan los esfuerzos por mejorar el barrio"), autoeficacia (v.g., "carezco de habilidad para cambiar las cosas que no me gustan de mi barrio") y participación comunitaria (v.g., "la mayoría de los residentes adoptan un papel activo dentro del barrio"). Las preguntas se responden conforme a una escala Likert de cinco puntos, donde 1 significa que está muy en desacuerdo y 5 muy de acuerdo. El instrumento muestra un alto índice de consistencia interna (α = .87).

Calidad de vida (Schweitzer et al., 2002). Este cuestionario permite evaluar la calidad de vida percibida en el barrio mediante una escala donde se incluyen cuatro preguntas sobre cómo calificaría la calidad de vida del barrio. Se responde con una escala tipo Likert de 1 a 5, donde 1 se valora como baja calidad de vida y 5 como alta calidad de vida. El alfa de Cronbach es de .84.

En la tabla 1 pueden verse los resultados del análisis psicométrico del cuestionario de sentido de comunidad y en la tabla 2 los resultados del análisis psicométrico del cuestionario de calidad de vida. En ellas se presentan los estadísticos descriptivos de cada ítem y sus R2 y cargas factoriales. Éstos se calcularon a través del LISREL 8.80 (Jöreskog y Sörbom, 2006), mediante el procedimiento de mínimos cuadrados imponderados (ULS). En la tabla 1 se presenta este modelo de medida que describe la relación entre las dimensiones de sentido de comunidad y cada uno de sus ítems. El ajuste global de este modelo es bueno, tal y como indican sus índices de bondad de ajuste: GFI = .93 y AGFI = .93, cuyos valores superan el .90, límite por encima del cual puede considerarse un buen modelo. Por su lado, RMSEA = .065 y RMR = .060 son inferiores al .08, límite por debajo del cual se habla de un modelo ajustado. En la tabla 2 se presenta el modelo de medida que describe la relación entre la dimensión de calidad de vida y cada uno de sus ítems. El ajuste global de este modelo es bueno, tal y como indican sus índices de bondad de ajuste: GFI = 1.00 y AGFI = .99, cuyos valores superan el .90, límite por encima del cual puede considerarse un buen modelo. Por su lado, RMSEA = .074 y RMR = .027 son inferiores al .08, límite por debajo del cual se habla de un modelo ajustado.

En ambas tablas en la cuarta columna aparece la correlación múltiple al cuadrado (R2) de cada ítem, que se interpreta como un índice de fiabilidad (Gómez-Benito, 1986). A continuación se muestran los coeficientes de cada ítem en su correspondiente dimensión. En todos los casos los valores son más que aceptables, salvo para unos pocos ítems, lo que indica una estructura factorial muy cercana a la que propusieron los autores de los cuestionarios.

 

Resultados

Para analizar los componentes del sentido de comunidad que predicen la calidad de vida de los residentes del barrio se crea una ecuación de regresión en la que se utiliza como predictores las nueve dimensiones del sentido de comunidad (empowerment, apoyo social residencial, características físicas, apoyo económico, autoeficacia, motivación, apoyo social de las instituciones, participación comunitaria y participación individual) y como variable dependiente la calidad de vida de los residentes del barrio. Para todos los barrios en conjunto, el modelo de regresión con las nueve variables predictoras tiene un valor R2 = .10 y un valor F = 20.22, p < .001, estadísticamente significativo. Como se observa en la tabla 3 la satisfacción con el entorno físico y la motivación para implicarse en actividades del barrio son los dos componentes del sentido de comunidad que mejor predicen la calidad de vida del barrio; le sigue la percepción del apoyo social que brindan las instituciones locales (ayuntamiento, asociaciones de vecinos, servicios sociales).

 

 

Para analizar la influencia del sentido de comunidad sobre la calidad de vida de los residentes de los barrios según las tres posiciones socioeconómicas, se crea una ecuación de regresión para cada una de ellas (alta, media y baja) con el mismo modelo general que se ha especificado anteriormente, en el que se utiliza como predictores las nueve dimensiones del sentido de comunidad y como variable dependiente la calidad de vida de los residentes del barrio. Para la posición socioeconómica baja del barrio, el modelo de regresión con las nueve variables predictoras tiene un valor R2 = .17 y un valor F = 10.25, p < .001, estadísticamente significativo. El modelo es también estadísticamente significativo, aunque en menor medida, en el caso del niveles socioeconómicos medio, R2 = .09, F = 5.6, p < .001, y alto, R2 = .10, F = 7.03, p = .004.

Como se puede observar en la tabla 4, para los barrios de la posición económica baja las variables del sentido de comunidad que tienen más influencia sobre la calidad de vida son la satisfacción con el entorno físico del barrio, seguido de la participación comunitaria de los residentes, del apoyo social que reciben de las instituciones locales y de la participación individual. Para los barrios de la posición socioeconómica media las variables del sentido de comunidad que tienen más influencia sobre la calidad de vida son la satisfacción con el entorno físico del barrio y la motivación para implicarse en actividades del barrio. Para los barrios de posición socioeconómica alta los componentes del sentido de comunidad que influyen más directamente sobre la calidad de vida de los residentes son la satisfacción con el entorno físico del barrio, la motivación para implicarse en actividades del barrio, la percepción de empowerment de los residentes y la participación individual.

 

 

Discusión

El propósito del presente estudio ha sido analizar los componentes del sentido de comunidad que mejor predicen la calidad de vida de los residentes que viven en barrios situados en diferentes contextos socioeconómicos, ya que este aspecto ha sido escasamente estudiado en la literatura sobre el tema.

La evaluación del sentido de comunidad utilizando diferentes indicadores ha permitido analizar de forma multidimensional el sentido de comunidad e identificar los indicadores que mejor predicen la calidad de vida de los residentes.

En concreto la satisfacción con el entorno físico del barrio, la motivación y el apoyo social que prestan las instituciones son los tres componentes del sentido de comunidad que mejor predicen la calidad de vida de los residentes sin diferenciar por la situación socioeconómica. La satisfacción con el entorno físico del barrio ha sido un elemento común en la predicción de la calidad de vida en el barrio. Los trabajos de Foruria et al. (2004) mostraron que los individuos que están satisfechos con la apariencia de los hogares del barrio, con el número de árboles y espacios verdes disponibles y con la distribución de los espacios del barrio tienen un mayor sentido de comunidad y un mayor nivel de percepción de calidad de vida. A este respecto, en nuestro estudio las características del entorno físico como la limpieza del barrio, el cuidado de los edificios, disponer de parques y contar con lugares de reunión han sido características del entorno físico que han influido positivamente en la calidad de vida de los residentes en todos los barrios.

En este sentido, los trabajos de Fried (1982) sobre clase social y predicción de la satisfacción residencial concluyeron que cuando las diferencias objetivas en la calidad del entorno residencial son controladas los efectos de la posición de la clase social sobre la satisfacción residencial virtualmente desaparecen. A la inversa, en todos los niveles de la clase social el efecto del entorno residencial sobre la satisfacción es constante, fuerte y estadísticamente significativo. El autor apunta que la calidad objetiva del entorno ejerce una mayor influencia sobre la satisfacción residencial que la ejercida por las diferencias sociales manifestadas en la clase social. En esta línea hay que señalar el trabajo clásico de Fried y Gleicher (1961) con residentes de clase social baja, en el que concluyeron que el espacio físico inmediato que rodeaba la vivienda tenía un considerable significado como extensión del hogar, por la cual aumentaba la sensación de pertenencia y este significado del área física era uno de los componentes principales que explicaban las razones de la satisfacción experimentada por la mayoría de los residentes.

Los componentes del sentido de comunidad que se refieren a la conexión entre los vecinos y al apoyo social han tenido una gran importancia en la calidad de vida, como muestran la mayoría de los estudios (Ahlbrant y Cunninghan, 1979; Crowman et al., 2004; Heller, 1989). Sin embargo, en el presente estudio más que el apoyo residencial y la ayuda entre los vecinos ha sido el apoyo de las instituciones en el barrio la dimensión más relacionada con la calidad de vida residencial. La cooperación de las instituciones locales y las asociaciones y la contribución de las instituciones para mejorar el barrio han incidido positivamente en la calidad de vida residencial. Como señalan Cohen, Gottlieb y Underwood (2000), la interacción social con los miembros y organizaciones de la comunidad constituye una potencial fuente de apoyo para las personas que contribuye al desarrollo de sentimientos de pertenencia e integración social.

Sin embargo, si atendemos a cada posición socioeconómica los componentes del sentido de comunidad que inciden en la calidad de vida residencial han influido de forma diferente. Para los residentes de los barrios de posición socioeconómica baja los componentes del sentido de comunidad que influyen más positivamente en la calidad de vida son la satisfacción con el entorno físico, la participación comunitaria, la percepción de apoyo social institucional y la participación individual. La participación ha tenido en estos barrios una influencia importante en la calidad de vida de los residentes. En este sentido los estudios de Chavis y Wandersman (1990) mostraron que un alto sentido de comunidad está relacionado con una mayor participación en comunidades de vecinos, lo que aumenta la satisfacción con el barrio y propicia el desarrollo de relaciones más positivas con los vecinos y un aumento del control percibido sobre el medio más cercano.

Para la posición socioeconómica media, la calidad de vida de los residentes aumenta con el incremento de la motivación y la satisfacción del entorno físico. Para la posición socioeconómica alta, el aumento de la calidad de vida está influido por la satisfacción con el entorno físico, la motivación, la percepción de empowerment y la participación individual. En los residentes de los barrios situados en la posición económica media y en la posición alta, la motivación para participar en proyectos que afectan al barrio y la responsabilidad personal para participar en actividades del mismo son elementos del sentido de comunidad que influyen en la calidad de vida. Además los residentes de los barrios de posición económica alta han mostrado que la participación individual (p. ej., ofrecerse voluntario para hacer cosas en el barrio) y el empowerment, o capacidad para resolver problemas en el barrio o conseguir objetivos de mejora, han sido también elementos del sentido de comunidad que predicen la calidad de vida. Generalmente, los indicadores del sentido de comunidad hacen referencia a elementos de interacción social como la búsqueda de apoyo, la conexión entre los vecinos o la participación. Sin embargo, los resultados hallados apuntan a que sería interesante seguir profundizando en esta línea e incorporar elementos personales en el sentido de comunidad, como la motivación para participar en proyectos comunitarios o la capacidad para hacer mejoras en el contexto.

Por tanto, las características del entorno físico ha sido un elemento común en la mejora de la calidad de vida en las tres posiciones socioeconómicas. Sin embargo, según la posición socioeconómica, en el caso de los residentes de barrios situados en una posición baja la calidad de vida está influida además por la participación y la percepción de apoyo institucional. En las otras dos posiciones (media y alta) la calidad de vida se centra principalmente en indicadores de motivación, capacidad para resolver problemas y responsabilidad personal para participar en actividades del barrio. También llama la atención que en la posición socioeconómica media sólo la motivación y la satisfacción con el entorno físico del barrio hayan sido los únicos indicadores relacionados con la satisfacción residencial, mientras que en los barrios de posiciones extremas (baja y alta) los indicadores del sentido de comunidad han sido más numerosos. Se debe seguir profundizando en estos aspectos y se requerirán más estudios para abundar en estos resultados.

La relación entre sentido de comunidad y calidad de vida la avalan numerosos estudios (Francis et al., 2012; Peterson et al., 2006; Peterson et al., 2008; Tartaglia, 2006). Sin embargo, una aportación interesante de este estudio ha sido comprobar que en las diferentes posiciones socioeconómicas hay indicadores del sentido de comunidad que tienen una mayor incidencia sobre la calidad de vida. También ha sido importante considerar la evaluación del sentido de comunidad desde una perspectiva multidimensional, que incorpora tanto aspectos objetivos de la calidad residencial (entorno físico) como indicadores más subjetivos que evalúan la percepción de apoyo, la participación o la motivación para implicarse en el barrio.

Con todos estos hallazgos podemos concluir que es importante tener en cuenta las necesidades de los grupos de población para favorecer el sentido de comunidad. Por ello, es importante que se realicen políticas sociales que atiendan estas necesidades y que desarrollen intervenciones que favorezcan el sentido de comunidad como una forma de evitar conflictos, de facilitar la integración social y de mejorar la calidad de vida de la población.

Esta investigación no está exenta de limitaciones, siendo necesarios más estudios que analicen de forma más precisa las condiciones socioeconómicas de los residentes, independientemente de la posición del barrio en la ciudad, incorporando medidas como la situación económica personal, los recursos disponibles en el barrio, etc. También es necesario seguir profundizando en el análisis multidimensional del sentido de comunidad.

 

Conflicto de intereses

Las autores de este artículo declaran que no tienen ningún conflicto de intereses.

 

Referencias

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Dirección para correspondencia:
e-mail: mihombrados@uma.es; tle@uma.es

Manuscrito recibido: 29/05/2014
Aceptado: 25/08/2014

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