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Index de Enfermería
On-line version ISSN 1699-5988Print version ISSN 1132-1296
Index Enferm vol.14 n.50 Granada Nov. 2005
MISCELANEA
CARTAS AL DIRECTOR
Cuidadoras familiares, un futuro incierto
Sr. Director. Ante los cambios demográficos, los rápidos avances tecnológicos, sanitarios y sociales, estamos presenciando nuevas formas de enfrentarse a la enfermedad, a la degeneración y pérdida de calidad de la vida.
En un abrir y cerrar de ojos nuestra sociedad se ha hecho mayor, el envejecimiento es considerable. Si miramos a nuestro alrededor observaremos la gran cantidad de personas que superan los setenta años, que si bien aún los consideramos jóvenes con respecto a la percepción que hace veinte años teníamos de una persona de esa edad; a partir de ese momento comienza una fase de deterioro progresivo, limitaciones funcionales, síquicas, de relación, en definitiva complicaciones propias de la edad.
Debemos reflexionar sobre otro aspecto importante en el que ha cambiado nuestra sociedad: el cambio estructural producido por la incorporación de la mujer al mercado laboral de forma masiva. Prácticamente todas las mujeres menores de cincuenta años tienen una doble carga laboral: la que desarrollan fuera de casa y la que ejercen cuando vuelven de su trabajo que suele ser tan agotadora como la anterior. En muchas familias no hay gran colaboración por parte de otros miembros con lo cual la sobrecarga es mayor para estas mujeres, esto se agrava cuando ese familiar mayor a causa de una enfermedad o debido a su extrema edad necesita mucha asistencia y cuidados especiales.
La mujer como prototipo de cuidadora tradicional, pilar de la casa que permanece en el hogar al reparo de sus hijos y de los mayores que hay en el núcleo familiar se está difuminando a gran velocidad.
La mujer, al incorporarse al trabajo fuera de casa, necesita recurrir a otras personas o a otros medios para poder cuidar en su ausencia de sus propios hijos y de sus mayores, siendo en muchas familias estos mayores que mantienen su independencia los que cuidan a veces de sus nietos. Por tanto cuando se invierte la necesidad de cuidados surge un problema de tal magnitud que produce una convulsión en el seno de la familia, su estructura interna se tambalea, se intenta equilibrar esfuerzos de manera que cada una de estas familias los resuelve según sus posibilidades económicas, sus valores, sus disposiciones, etc.
Debido a los avances de la ciencia, la tecnología y los cambios de estilos de vida, la supervivencia de los mayores con gran necesidad de cuidados es mayor, se alarga la vida, en situaciones en las que las personas son muy dependientes, necesitan cuidados para sus necesidades básicas de forma casi continua, lo que conlleva un esfuerzo físico, psíquico que produce en sus cuidadores un cansancio en el desempeño de su papel de cuidador impresionante, afecta a la estructura familiar, afecta a las relaciones dentro de la familia y fuera de ella con su entorno.
Vivimos con una mentalidad consumista, necesitamos tener cosas, poseer para ser felices. A cambio trabajamos mucho para mantener esta situación de bienestar efímero que nos proporcionan esas cosas que necesitamos continuamente aunque no sean básicas. Esta continua lucha por conquistar y tener nos estresa y desgasta diariamente. Son pocas las mujeres y hombres que por un motivo u otro tienen disponibilidad y asumen con sinceridad esa tarea de cuidar, de prestar parte de si mismo, de su tiempo.
¿Será porque el estado de bienestar nos hace pensar más en nosotros mismos? Buscamos nuestro bienestar por encima de todo, nuestra salud, nuestro ocio, reducimos nuestro tiempo al máximo, ¿dedicamos suficiente tiempo a estar con los demás?
Cuidar de una persona mayor muy dependiente exige dedicación exclusiva, prácticamente las veinticuatro horas, un lugar apropiado, medios que faciliten nuestra labor y personas para distribuir la carga sin que produzca el cansancio de ninguna de ellas, es difícil que una familia con pocos recursos humanos y materiales pueda dar esos cuidados a su mayor. La mayor parte de las familias se quejan de que esa atención que tiene que prestar supone un desgaste para ellos y un cargo económico que muchos no pueden cubrir. Muchas familias prefieren u optan por que vaya personal entrenado a ayudarles en el aseo diario, para levantarlos, prestar cuidados de enfermería, ya que ellos no pueden hacer esta tarea, piden ayudas y se quejan de las que la administración está dando, argumentando que son insuficientes. Pocos son los que aunque pudieran delegar a otros cuidadores formales los seguirían haciendo ellos mismos por motivos sentimentales.
Muchas familias tienen claro que llevarían a sus mayores a residencias si fueran más asequibles económicamente. Esta idea ha evolucionado en los últimos años, remontándonos quince o veinte años atrás la mentalidad era distinta, no estaba bien visto llevar a un padre o a una madre a un asilo.
A lo largo de mi experiencia profesional y de valorar a familias veo la evolución de la población hacia esa actitud de delegar el cuidado de los mayores a instituciones donde se les asiste de forma reglada, con turnos de trabajo parta administrar esos cuidados, donde no hay el mismo desgaste emocional y el esfuerzo físico está mejor administrado. Mi visión es que cuando esos otros familiares y cuidadores que sí asumen el cuidar como innato como prioritario, como inconcebible que sea de otra manera, cuando estos cuidadores envejezcan también, los otros cuidadores jóvenes no van a tomar esa actitud de cuidar, sino que van a delegar por falta de tiempo, de preparación, de valores, etc.
Llegado este momento la sociedad habrá evolucionado y el estatus del que tiempo atrás gozaban los mayores habrá desaparecido en nuestra sociedad. La familia no será ese soporte social tan importante, el individualismo habrá hecho girar nuestra sociedad. Por tanto, esa visión de cuidadoras familiares como pilares fundamentales del cuidado, la veo incierta. Si continúa triunfando el desarraigo, el independentismo, el egoísmo, el ser autosuficiente, el individualismo, avocaremos a la desestructuración familiar y a la falta de valores y de disponibilidad como la de cuidar a los demás por motivos sentimentales.
Se avecina un futuro en que la sociedad parece no disponer de tiempo para cuidar y estar con sus mayores.
María Dolores Corpas Moyano
Enfermera. Centro Salud de Priego, Córdoba, España
lolacorpas@arsystel.com