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Index de Enfermería
On-line version ISSN 1699-5988Print version ISSN 1132-1296
Index Enferm vol.14 n.51 Granada Mar. 2005
ARTÍCULOS ESPECIALES
TEORIZACIONES
Los componentes de género Mª Isabel Blázquez-Rodríguez1
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1Enfermera y antropóloga. Departamento de Programas de Salud. Escuela Nacional de Sanidad. Instituto de Salud Carlos III, CORRESPONDENCIA *Este artículo es parte de la conferencia presentada en la Escuela de Ciencias de la Salud, universidad de Jaén, el día 8 de marzo del 2005, con el título: Manuscrito recibido el 21. 07. 2005 Index Enferm (Gran) 2005;51:50-54 | Resumen Abstract En este artículo se hace un esfuerzo teórico por explicar la relación de los componentes de género con la profesión enfermera, a fin de facilitar una mayor comprensión de este concepto. Para ejemplificar esta relación entre el género y la enfermería se referencian la mayoría de los artículos publicados en las revistas de enfermería nacionales, que utilizan el término género como palabra clave. Esta aproximación refuerza la necesidad de un análisis desde la perspectiva de género en la profesión. Además aporta un modelo teórico para entender el género. GENDER COMPONENTS AND THEIR RELATION WITH NURSING This article explains the theorical bases of gender components related to nursing profession in order to provide a better understanding of gender issue. With the aim to describe the relation between nursing and gender, the articles published in the national nursing reviews with the word gender as keyword, they are revised and used like examples. This approach requires a gender analysis and the mainstreaming of this perspective in the profession. Moreover, a framework to understand the concept of gender is offered. |
Introducción
Las publicaciones en enfermería sobre género se ha incrementado notablemente en los últimos años, sin embargo se aprecia que se dan diferentes usos y significados al término género. Bien es cierto que hablar de género, implica aproximarnos a numerosos temas y muy diferentes, para explicar todo el conjunto de las diferencias y desigualdades que configuran las vidas de las mujeres. Además ubicar esta lectura dentro de la profesión enfermera supone presentar las numerosas y diferentes intersecciones que se dan. Sin embargo, considero que es necesario compaginar este conocimiento con otros análisis que partan más desde la teoría para conducirnos a las implicaciones prácticas que supone el género en esta profesión. Desde esta intencionalidad surge este artículo, con el propósito de compartir algunas premisas epistemológicas sobre cómo entender el concepto de género, sus componentes y algunos ejemplos de su articulación con la enfermería.
Entiendo que esta apuesta es limitada ya que en pocas líneas y a través de la escritura es difícil clarificar un concepto como el género que requiere numerosas precisiones. Pero con estas debilidades se propone una tarea que no acaba aquí, y que puede contribuir a varios hechos:
-En primer lugar, a traducir lo que la teoría feminista ha elaborado, desde un pensamiento global de las mujeres a un campo específico como es la enfermería.
-En segundo lugar a entender el concepto de género y sus fundamentaciones.
-En tercer lugar a visibilizar la transversalidad de género en la profesión enfermera.
-Y por último, a promover una actitud crítica, reflexiva y explicativa de la misma, ya que desde esta teoría se arroja luz para comprender la situación de la enfermería, sus oportunidades, sus limitaciones, su reconocimiento y prestigio, y en definitiva las desigualdades tanto en su interior como exterior.
Definición de género
Definir el concepto de género, es un reto muy complejo, pues supone encerrar en unas pocas líneas algo que es más que un concepto, ya que implica:1
1. Un espacio de pensamiento, saber y acción específico que es el feminismo; aunque sea heterogéneo con diferentes corrientes -igualdad, diferencia, ecofeminismo...-, no uniforme -por los procesos y contextos particulares de cada lugar- y marginal -en casi todos los ámbitos como académico, social, asociativo...-; que ha visibilizado este concepto y la situación de las mujeres.
2. Posicionarse desde una intencionalidad de transformación social, por lo que hablar de género supone también una estrategia política. Esto es lo que ha llevado a acuñar el término de mainstreaming de género, definido en el ámbito sanitario como el proceso político y técnico, que consiste en una estrategia para contribuir a la mejora de la salud tanto de hombres como de mujeres, mediante investigaciones, políticas y programas de salud que presten la debida atención a las cuestiones de género y promuevan la equidad e igualdad entre los hombres y las mujeres 2
Esta estrategia exige que la perspectiva de género se incorpore en todos los niveles de la atención y en todos los ámbitos sanitarios, como en el resto de los ámbitos sociales, de forma transversal. Y supone la continuación de la ejecución de los acuerdos de la Conferencia Mundial de la Mujeres en Beijing3 en 1995, de la política global de Salud para todos en el año 20004 de 1978, del Plan Estratégico de la Oficina Regional Europea de la OMS en 20025 y de los Planes de Igualdad entre Mujeres y Hombres6 de la Unión Europea y españoles.
3. Y por último, es una categoría analítica que nos permite entender cómo se han elaborado las relaciones de género y contemplar a las personas como entidades políticas, sociales y culturales, para superar el determinismo de la categoría de sexo.7
Estas tres formas de entender el género son las que explican la versatilidad de discursos que emanan al usar este término. Aunque hablar de género conlleva las tres acciones, en este artículo se va a desarrollar el género como categoría analítica y algunas de sus implicaciones en la enfermería.
De entre todas las definiciones de género, una de las más compartidas, por su completitud y claridad, es la realizada por la economista Lourdes Benería,8 que dice: El género sería el conjunto de creencias, rasgos personales, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que diferencian a hombres y mujeres a través de un proceso de construcción social que tiene varias características. En primer lugar es un proceso histórico que se desarrolla a distintos niveles tales como el estado, el mercado de trabajo, las escuelas, los medios de comunicación, la ley, la familia y a través de las relaciones interpersonales. En segundo lugar, este proceso supone la jerarquización de estos rasgos y actividades de tal modo que a los que se definen como masculinos se les atribuye mayor valor...
En esta descripción se esbozan las primeras diferencias con el concepto sexo, ya que el género es un constructo sociocultural, dentro de un proceso histórico, sociocultural, económico y político, dónde intervienen diferentes instituciones y agentes, para explicar las diferencias entre hombres y mujeres. La cuestión radica en que estas diferencias entre los hombres y las mujeres son jerarquizadas, dándose más valor a las masculinas, lo que produce una situación de desigualdad. Este proceso no es diferente a otros en los que otras variables como la etnia, la edad, la clase social, etc, implican una jerarquía entre las personas.
De cualquier forma lo que tenemos que tener en consideración es que este concepto establece un orden epistemológico, simbólico, sociocultural, etc, dentro de un contexto histórico, que se caracteriza por unas relaciones asimétricas entre los hombres y las mujeres, que producen desigualdad.
Si partimos de esta definición que entiende el género como un conjunto de elementos -creencias, rasgos personales, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades- que conforman en cada sociedad una determinada forma de relaciones, entonces se comprende que estamos hablando de un sistema de género, un orden de género o una cultura de género. Son estos los términos que se han ido clarificando para describir la configuración de este concepto en unas determinadas relaciones sociales. De todos ellos, en las ciencias sociales, se ha optado por usar el de sistema de género ya que implica hablar de la interacción de todos estos componentes para describir la diferencia socialmente construida en un contexto histórico.9 Sin embargo otras autoras como la médica Sara Velasco10 defiende utilizar el concepto de sistema sexo/género en el ámbito sanitario, para ubicar la relación constante que hay entre el sexo que representa lo físico, orgánico, el cuerpo sobre el que actúa e interviene el personal sanitario y el género que alude a las construcciones socioculturales que se han hecho del mismo. De cualquier forma si hablamos de un sistema sexo/género hay que precisar que el sexo es también una realidad modelada por los factores socioculturales,11 de tal forma que aunque en nuestra sociedad hablemos de dos sexos, la biología nos muestra una enorme variedad que no se ajusta a este sistema binario y dicotómico, y que los significados de esta variable biológica son distintos en función de los contextos como sucede por ejemplo con la variable de la edad.
Para conocer cual es el sistema o sistemas de género que operan en una sociedad, se exige una perspectiva de género, que tenga en cuenta cómo las diferencias entre los hombres y las mujeres, se han construido socioculturalmente, por lo que no son naturales, innatas a las personas, sino que se adscriben socialmente y se convierten en desigualdades. Por un lado esto significa que el género es una variable cualitativa que habría que introducir en nuestra práctica enfermera. Pero por otro lado, al ser una variable cualitativa que tiene que ver con diferentes aspectos como iré mostrando, se requiere incorporar la perspectiva de género que nos oriente en los análisis, sobre la incidencia de esta variable -género- en los procesos de salud, enfermedad y atención. Pero además esta categoría no sólo debe integrarse en nuestra práctica sanitaria, sino también en nuestra epistemología para remover las nociones sexistas que existan en las bases conceptuales de la enfermería.
Entonces, si debemos considerar el género como una categoría en el proceso de atención de enfermería, ¿a qué se refiere exactamente el género? ¿Qué variables habría que considerar, valorar o recoger para recoger la influencia de la categoría género en los procesos de salud y enfermedad? Después de una veintena de años de esfuerzos teóricos, metodológicos y prácticos disponemos de suficiente conocimiento para ello. Pero antes debemos hacer unas precisiones sobre aquellas intervenciones y estudios en los que se utiliza la palabra género.
Su uso se ha incrementado notablemente en los últimos años de una forma indiscriminada como:
-Sinónimo políticamente correcto de la palabra sexo, justificándose su uso sólo porque la población de estudio está desagregada en mujeres y hombres;12
-Para hablar de mujer o mujeres;
-Para hablar de la salud o situación de los hombres;13
-En lugar de feminismo;
-Para sustituir el concepto de jerarquía de género -que explica la desigualdad- por complementariedad;
-Sin incorporar un análisis de género y relacionar el género con otras variables como la clase, la etnia y la edad, señalando de ese modo como el género interactúa con todas ellas produciéndose cada vez una mayor situación de desigualdad.
Estos errores se dan porque no se utiliza la perspectiva de género en el análisis y no se sitúa esta perspectiva dentro del marco teórico que la dota de significado. Por tanto es necesario un mayor rigor científico para evitar las apropiaciones, usurpaciones y perversiones de la categoría de género y de ese modo de la teoría feminista, que han sido una forma más de subordinación de las mujeres a lo largo de la historia.
Para ello, uno de los primeros pasos que debemos realizar es profundizar un poco más en la conceptualización de género.
Componentes del sistema de género
La antropóloga Virginia Maquieira,14 nos describe de una forma operativa los elementos de género de una forma que nos permite comprender de qué exactamente hablamos cuando hacemos referencia al sistema de género. A continuación, se presentan estos componentes y algunas ideas sobre su relación con la enfermería, proponiendo algunos ejemplos que ayuden a su comprensión (figura 1).
-La división sexual del trabajo: consiste en la asignación estructural de tipos de tareas y roles según sexo, y que conlleva la conceptualización de lo que se entiende por trabajo en cada contexto específico. Esta distinción ha supuesto por una parte la segregación del trabajo en los ámbitos público y privado y la segregación tanto horizontal como vertical en el ámbito público. De modo que se ha asignado a los hombres el trabajo productivo y a las mujeres el reproductivo. En la enfermería lo vemos con claridad a través de la historia de la profesión realizada por mujeres, en el ámbito doméstico, puesto que la actividad central de la enfermería han sido los cuidados, actividad que se corresponde con el modelo femenino de la división sexual del trabajo.15
La segregación vertical del trabajo hace que se dé más valor al trabajo masculino que al femenino, esto explica que las mujeres haciendo el mismo trabajo que los varones cobren menos salario. Además tiene que ver con el techo de cristal, que es una barrera invisible que impide el acceso de las mujeres a los puestos de trabajo relacionados con la toma de decisiones y el poder. Esta segregación vertical en la actualidad se observa, cuando vemos que la mayoría de los puestos relacionados con el poder de decisión dentro de las instituciones sanitarias y de representación profesional están ocupadas por los menos numerosos hombres enfermeros.16
Al infravalorarse17 el trabajo en el ámbito doméstico adjudicado a las mujeres y por tanto feminizado, no se contemplan las dificultades que conlleva ni la sobrecarga de trabajo doméstico y la responsabilidad de los cuidados familiares, ni el coste económico y social para las mujeres enfermeras, así como el coste que les supone para realizar la carrera profesional, o las dificultades para el acceso a los recursos y las oportunidades (la remuneración,18 las condiciones de trabajo, etc) cuestiones que están pendientes de resolver en la enfermería.
-La identidad de género, que corresponde a un complejo proceso de definiciones sociales tanto recibidas como autodefiniciones. Entran en juego sentimientos, actitudes, modelos de identificación y de rechazo que se incorporan a lo largo de todo el ciclo vital. La identidad de género se construye en cada sociedad y así se crea una distinción entre lo que es masculino frente a lo femenino. La enfermera Eva Pique19 describe como a las mujeres se les atribuye un papel caracterizado por la sensibilidad, complacencia, dulzura, pasividad, obediencia, necesidad de contacto afectivo, dependencia y fragilidad, que a menudo encontramos en las descripciones de cómo debe ser una enfermera. Lo que ha llevado a hablar de la feminización de la profesión no sólo a nivel numérico sino también a nivel ideológico.20 En oposición a los hombres se les identifica con otros rasgos y valores, como si fueran inherentes a las personas desde su nacimiento. Si estas cualidades fueran innatas a la mujer, entonces los hombres de nuestra profesión ¿cómo las han aprendido? O ¿es qué siempre van a ser peores profesionales que sus compañeras mujeres?
Esta identidad de feminidad en la enfermería es la que ha producido, entre otros hechos, que no sepamos separar nuestro rol profesional de cuidadoras con nuestra identidad de mujeres, que naturalicemos21 y consideremos como innatas algunas de las características que tiene nuestra profesión, que en nuestra práctica reproduzcamos la asociación del cuidado con las mujeres, etc. Algunos profesionales22 han manifestado que la identidad de género de la enfermería y su situación de desigualdad cambiaría en la medida en que se equilibrasen la presencia de mujeres y hombres en la misma. Yo me pregunto ¿en otras profesiones eso ha sucedido? ¿Sólo con la paridad se consigue la igualdad de condiciones entre los hombres y las mujeres?
-Las atribuciones de género, se refiere a los criterios sociales, materiales o biológicos que las personas de una determinada sociedad utilizan para identificar a otros, en este caso hombres y mujeres. Las atribuciones de género se basan en consensos sociales que definen por ejemplo que ser hombre significa tener un cromosoma XY o tener testículos, cuando sabemos que estas atribuciones pueden o no coincidir con la identidad de género. Al margen de estas atribuciones que tienen relación con la intersexualidad, la identidad de género y sexual, existen otras atribuciones como las que proceden del entorno social, asignando todo un conjunto de actitudes y comportamientos esperados de las mujeres. Así se ha entendido que la identidad de las mujeres estaba definida por los mandatos patriarcales, no por ellas mismas. Y este presupuesto, las mujeres han llegado a interiorizarlo de tal modo, que se definen en función de las valoraciones de los otros.
En la enfermería muchas de las atribuciones proceden del ámbito médico, que son los que definen nuestras tareas y nuestra actividad, construyendo nuestra identidad. Sabemos que nuestra identidad la deben dar nuestras tareas y el colectivo que atendemos, no debería ser exclusivamente procedente de las consideraciones de la profesión médica, pero son estas atribuciones las que influyen muchas veces en mayor medida.23 Como por ejemplo la atribución de la actitud de sumisión de la enfermería con respecto a los profesionales de la medicina, a los que parece que se debe solicitar permiso para desarrollar los cuidados enfermeros.
-En relación con los anteriores componentes están las ideologías de género, que comprenden los significados acerca de macho y hembra, masculino y femenino y sexo y reproducción en una cultura determinada. Se definen como sistemas de creencias que explican cómo y por qué se diferencian los hombres y las mujeres; sobre esa base se especifican derechos, responsabilidades, restricciones y recompensas diferenciales.
Las ideologías de género en la enfermería se mueven entre una definición vocacional de la misma frente a otra profesional. Ya en el "Libro Blanco de Enfermería",24 se considera nuestra profesión como una carrera vocacional, también esta es la razón de la elección de estos estudios por muchos y muchas profesionales. Estas ideologías de género están tan interiorizadas que las encontramos en los discursos de numerosas enfermeras y enfermeros que producen el conformismo y abnegación de parte de la profesión que se mantiene con las gratificaciones simbólicas de sus pacientes y de saber que está cumpliendo los mandatos consensuados socialmente. No olvidar que las personas intentan ser coherentes con lo que el grupo social espera de ellos y de ellas ya que lo contrario supone marginalización, sanción y exclusión.
-Los símbolos y metáforas culturalmente disponibles completan estos componentes que remiten al nivel simbólico del género. Estos símbolos y metáforas refuerzan las atribuciones, las ideologías y la identidad de género. Un ejemplo muy claro es la vinculación del rol de madre que se asocia con la Virgen María en nuestra cultura, con el papel de la enfermera. De tal forma que se evocan todas las cualidades y actitudes de una madre y la Virgen María, como referente para la práctica de las enfermeras. Otros símbolos que se asocian a la enfermería son cuando se habla de la tríada: médico, enfermera y paciente como padre, madre e hijo. O los que se relacionan con la sensualidad y la sexualidad de la enfermería que refuerzan la visión de la mujer enfermera como objeto sexual. La enfermera ha transgredido la norma de la sexualidad patriarcal al atreverse a tocar y desvelar el cuerpo masculino adulto, lo que le hace desconfiable y por ello hay que castigarla, tratándola despectivamente en la consideración social, como se refleja en la iconografía de chistes y relatos populares.
-Las normas sociales, son expectativas ampliamente compartidas referentes a la conducta adecuada de las personas que ocupan determinados roles y posiciones sociales, que pueden ser codificados como leyes o no, o como costumbres. Por ejemplo son tradiciones dentro de la práctica sanitaria la concepción de que la enfermera tiene que ayudar al médico, y por tanto el eje de su profesión gira muchas veces más en torno a las actividades dependientes que a las independientes. Otros ejemplos de la existencia de estas normas se observan cuando la enfermería decide romper con lo esperado de ella, y entonces se la margina, excluye y castiga, como muchas veces sucede incluso en el seno de la profesión.25
-El prestigio, se inserta en las dinámicas de reconocimiento social, satisfacción de logros y estima social. Son numerosos los estudios desde la enfermería para visibilizar el gran reconocimiento social que existe de nuestra profesión, como una recompensa simbólica de su función y utilidad en la dinámica social. Estas formas de prestigio refuerzan el sistema de género desigualitario e impiden que se visibilicen las situaciones injustas que se dan con respecto a otras profesiones sanitarias. El sistema de género ha promovido siempre el reconocimiento de los saberes masculinos y la marginalización de los femeninos como ha sucedido con las sanadoras y por ende en la enfermería.26
-Las instituciones y organizaciones sociales, a través de las cuales se construyen las relaciones de género tales como la familia, el mercado de trabajo, la educación y la política. La institución sanitaria ha reforzado un sistema de género, centrado en el estudio del hombre que era la normalidad, esto es lo que ha producido el androcentrismo de la ciencia, dónde la mujer ha participado como subordinada del médico, y por tanto ha contribuido a producir y reproducir estas inequidades de género. Así la enfermería ha actuado muchas veces como represora de los cambios en la atención sanitaria, contribuyendo a que se reproduzcan estas prácticas y discursos desigualitarios.27
El último elemento que conforma el género es el poder, que atraviesa a todos estos componentes. Y es el instrumento que utilizan los sistemas de género para establecerse, mantenerse y reproducirse. Ana Mª García Bañón, Ana Mª Sainz Otero y Manuel Botella,28 tomando la idea presentada por Rosa Mª Alberdi25 dicen que el poder está restringido al menos en tres aspectos importantes: el primero es la restricción de comunicación al no disponer de espacios ni horarios; el segundo aspecto es la dificultad de acceso a los puestos reales de poder. Y la tercera es la devaluación de ideas y soluciones aportadas.
Este marco considero que puede ayudar a explicar de qué hablamos cuando usamos el concepto de género. Y por tanto que al incorporarlo en nuestros análisis debemos buscar estos elementos que son los que nos explican un determinado tipo de relaciones de género que producen las desigualdades en salud entre los hombres y las mujeres.
Conclusiones
A través de diferentes ejemplos puestos por la autora y otros tomados de la revisión de la literatura producida por la enfermería en las revistas de nuestro país, se ha intentando explicar el concepto de género y sus componentes, y señalar su vinculación en la práctica de la profesión enfermera. Sin embargo sólo se han establecido algunas pinceladas, que deberían ser un punto de partida para reflexiones de este tipo que contribuyan a fundamentar nuestras ideas y afirmaciones en relación con la situación de nuestra profesión a la luz del enfoque de género. De modo que podamos sistematizar más nuestro conocimiento y apoyarlo en los marcos teóricos feministas que explican el género y la posición socioprofesional de la enfermería.
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Agradecimientos
Al Instituto de Salud Carlos III por la concesión de una beca doctoral, que me ha permitido la realización de este trabajo. Y a Lucía Mazarrasa Alvear, por su apoyo en éste y en otros quehaceres.