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Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.17 no.2 Granada abr./jun. 2008

 

ARTÍCULOS ESPECIALES

ARCHIVO

 

Antropología y cuidados en el enfoque de San Juan de Dios

Anthropology and caring in the view of Saint John of God

 

 

Genival Fernandes de Freitas1, José Siles González2

1Enfermero, Abogado. Profesor Doctor del Departamento de Orientação Profissional, Escuela de Enfermería, Universidad de São Paulo (USP), Brasil.
2Enfermero, Pedagogo y Doctor en Historia. Profesor Catedrático, Escuela Universitaria de Enfermería, Universidad de Alicante, España

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

El objetivo de esta investigación de carácter histórico-social, consiste en contribuir a la reflexión crítica sobre el origen y desarrollo de la cultura de los cuidados en el contexto socio-político y religioso del renacimiento español (siglo XVI) desde la perspectiva de la orden mendicante de San Juan de Dios. La filosofía humanística o antropológica de la enfermería, en la perspectiva mencionada, implicaba potenciar la atención holística en el proceso de satisfacción de necesidades de los pacientes considerando el binomio hospitalidad-humanización de la asistencia.

Palabras clave: Historia, Enfermería, Cultura, Cuidados.


ABSTRACT

This is a historical and social study has the objective to contribute to a critical reflection involving the origin and development of caring culture in the social-political and religious contextualization of Spanish Renaissance (century XVI), with the prospect of mendicant order of Saint John of God. Humanistic or anthropological Philosophy of Nursing, in this perspective, signified a holistic attention to needs of patients ruled in the binomial hospitality and humanization of care nursing.

Key-words: History, Nursing, Culture, Caring.


 

Introducción

La presente investigación historiográfica sobre la cultura de los cuidados desde la óptica de los religiosos (sobre todo católicos), a partir del siglo XVI, parte de las siguientes hipótesis iniciales: a) el desarrollo de la enfermería es directamente proporcional al desarrollo socio-político y económico de la sociedad en general; b) el conocimiento del pasado contribuye a la comprensión del presente y, por lo tanto, ignorar el pasado dificulta la interpretación de situaciones y circunstancias relativas tanto a la actualidad como al futuro.

El objetivo de la presente investigación de corte histórico social, consiste en contribuir a la reflexión crítica acerca del origen y desarrollo de la cultura de los cuidados en el contexto social, político, económico y religioso del renacimiento español del siglo XVI, desde la perspectiva de la orden hospitalaria de San Juan de Dios. Para alcanzar dicho fin se han empleado textos que reflejan el pensamiento o el paradigma juandediano de asistencia a los enfermos, analizado, especialmente, la historiografía producida como consecuencia de la implementación del paradigma juandediano en el siglo XVI.

Se ha adoptado el referencial teórico propio del paradigma hermenéutico-crítico, que permite la utilización de técnicas e instrumentos de carácter comunicativo e interpretativo que ofrecen, tanto la explicación de los fenómenos, situaciones o interacciones que se suscitan dentro de la cultura religiosa de los cuidados, como los elementos transformadores de la cultura de los cuidados1 que se derivan de la interpretación de los resultados y conclusiones obtenidas.

La historia de la enfermería se convierte en un constante con el surgimiento del cristianismo, porque los documentos pre-cristianos sobre enfermería son fragmentarios y dispersos. Uno de los conceptos que los cristianos rescatan del pasado se refiere al vocablo “hospitium”, que consistía en el ofrecimiento de cuidados básicos y de calor humano, por parte del dueño de la casa o anfitrión, a los extranjeros o peregrinos. Este principio ancestral de hospitalidad era considerado sagrado para la cultura celtibérica, pero desapareció en la Grecia clásica, a pesar de las xenodoquias. La tradición hipocrática consideraba que la prestación de cuidados a enfermos terminales o incurables podría implicar una trasgresión y alteración del destino impuesto por los dioses a una persona debido a sus comportamientos pecaminosos.2 La cultura de los cuidados cristiana reinterpreta el concepto de hospitalidad y lo transforma en un mecanismo altruista, mediante el cual la persona que cuida de los enfermos, incluso de aquellos enfermos incurables e infectocontagiosos, merecería ganar la gloria divina, como recompensa por la caridad practicada al prójimo necesitado.

El término altruismo deriva del vocablo “alter”, o sea, otro. De ahí que altruismo signifique “pensar e interesarse por los demás” y origina el término alteridad (que se deriva del latín alteritas), que significa condición de ser otro.3 Además, la doctrina cristiana del amor y fraternidad, no sólo trasformó a la sociedad, pues también dio lugar al desarrollo de la enfermería. Asimismo, la enfermería “organizada”, consecuencia directa de esas enseñanzas, tradujo el concepto de altruismo, reforzado por las comunidades de los primeros cristianos. No obstante, cuando surge el cristianismo, el altruismo no era una idea nueva; era una idea “vieja” con un nuevo significado, o mejor, con una nueva motivación de ser. Asimismo el “animismo” se servía de las buenas obras como un amuleto para prevenir las desgracias; el judaísmo defendía la justicia y la misericordia con el fin de asegurar la prosperidad en este mundo. El budismo enseñaba que la ayuda y la bondad para con los demás aseguraban el mérito para el estado futuro. Incluso, en el cristianismo deteriorado de la Edad Media, encontramos esa misma enseñanza: la bondad y el servicio a las otras personas permiten acumular méritos para ganar el reino de los cielos.4,5

A partir del concepto de altruismo, surgió el cuidado de los enfermos y desvalidos como una obra de misericordia: dar de comer a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, visitar a los presos, albergar a los que no tienen lugar para vivir, cuidar a los enfermos, y enterrar a los muertos.

La caridad cristiana consiste en el amor en acción, en actos concretos, y el cuidado de los pobres y enfermos fue elevado a una categoría mayor, o sea, lo que antes era una ocupación u oficio de esclavos se convirtió en una vocación sagrada. Igualmente el servicio, por medio del cuidado a los más necesitados, pasó a ser visto como un deber manifiesto a todos los hombres y mujeres cristianos.

La concepción cristiana del cuidado sirve de base o referente para interpretar adecuadamente y comprender la cultura de la enfermería en San Juan de Dios, a partir del siglo XVI, pues este personaje vivió en el periodo de 1495 a 1550, habiendo dedicado un poco más de diez años de su vida al cuidado de los enfermos y pobres en general, como meta principal de su carrera.

San Juan de Dios estuvo en la condición de soldado bajo las órdenes del emperador Carlos V, en batallas famosas. El también se dedicó a las actividades de vendedor de libros y artículos religiosos durante parte de su vida. Pero un cierto día, después de oír un sermón, cuando el predicador hablaba contra la vida de pecado, Juan se confesó y se propuso a sí mismo una penitencia especial: pasar por loco, para que las personas lo humillasen e hiciesen sufrir mucho. El estuvo en un manicomio y en el transcurso de su estancia en ese lugar, percibió que era un error pretender curar las enfermedades mentales con métodos de tortura.

La amplitud y profundidad de la cultura de los cuidados en el siglo XVI constituye un acervo y un patrimonio tal que resulta imprescindible conocerla si se quiere entender lo que ha sido la enfermería en dicho momento histórico. En definitiva, la cultura de los cuidados desarrollada por Juan de Dios constituye un ejemplo de sensibilidad de la enfermería por las cuestiones sociosanitarias que debe ser estudiada por investigadores con formación sólida y universitaria. Este tipo de estudios contribuyen a la contextualización de las necesidades sociales del cuidado, algo irrenunciable, dado que de lo contrario, difícilmente se podrán identificar y transmitir las demandas y obligaciones de los profesionales de enfermería.

 

El desarrollo de la cultura de los cuidados

La cultura religiosa de la enfermería se desarrolló no sólo en el cristianismo, si no en todas las religiones ancestrales que tuvieron una preocupación por los enfermos. Concretamente, la cultura cristiana llega a España en los primeros años del cristianismo cuando se crean los diáconos. Estos en España eran famosísimos, por ejemplo, San Vicente, que vivió en los años 70 de la era cristiana. En España se desarrollo mucho la cultura asistencial religiosa o cristiana por dos motivos muy importantes: el primero, el Concilio de Efeso (año 300 d.C.) y el segundo por las teorías de San Isidoro.6

El concilio de Efeso recomendaba que todas las diócesis tuvieran junto a las catedrales un hospital para acoger a los pobres y enfermos. Hoy, en España podemos ver algunos hospitales próximos a las iglesias, catedrales o basílicas, que funcionan como centros de atención a los ancianos y que se llaman centros catedralicios.

Las “Reglas Monacales” de San Isidoro de Sevilla y también el primer hospital que se fundó en España eran del obispo Masona, quien era amigo de San Isidoro de Sevilla, en torno al ano 600 d.C. En ese contexto antiguo, los hospitales eran pequeños; atendían a pocos enfermos y las personas que trabajaban en ellos no tenían ninguna formación especifica.4 Cabe resaltar que San Isidoro de Sevilla en su libro titulado Etimologías, dedicaba el capítulo IV a la medicina pero que también era aplicado a la enfermería. Esa obra estaba dirigida a los médicos y a aquellos que cuidaban a los enfermos en lo que se refiere al cuidado de alimentación, vestuario y atención de sus necesidades en general. Por lo tanto, se tarta de un libro para médicos y ministros, los cuales eran aquellos que prestaban servicios y organizaban la atención sanitaria y la asistencia a los pobres.

El hecho es que, hasta el siglo XVI, no se desarrolla el conocimiento de la asistencia estructurada a los enfermos.7 En el año de 1370, se fundó el primer hospital por un rey de Granada, España. Simultáneamente en los siglos XII al XV aparecerán algunos hospitales con una cierta importancia en España, por ejemplo, el Monasterio de Poblet, en Tarragona; San Antolín, en la ciudad de Palencia (ambos en España), este último con el reglamento más antiguo que se conserva en el archivo de la catedral de la ciudad, desde 1397. Desde el siglo VIII hasta el siglo XV, los hospitales eran construidos junto a los claustros de las catedrales. En torno del siglo XV existía la tradición de los grandes monasterios, por ejemplo el de Guadalupe, que se fundó, aproximadamente, en 1405.

En el siglo XVI, San Juan de Dios, fundó un hospital en la ciudad de Granada, el cual en el año de 1580 era ya conocido en América, porque en algunos hospitales del continente americano eran seguidos los reglamentos del hospital de San Juan de Dios de Granada. Ese reglamento influenció la organización y funcionamiento de muchos otros hospitales de España.6 En aquella época ya existían diecisiete hospitales en España ligados a San Juan de Dios y tres o cuatro hospitales fundados por los religiosos hospitalarios de San Juan de Dios en América.8

De tal forma que el reglamento del hospital de San Juan de Dios de Granada servía para todos los hospitales, lo cual representaba una gran ventaja desde el punto de vista de la organización de la asistencia sanitaria española y otras partes del mundo, en donde se difundió la orden hospitalaria de San Juan de Dios. San Juan (que fue beatificado en 1630 y canonizado en 1690) no fue el único innovador en la perspectiva religiosa de los cuidados de los enfermos tanto a nivel asistencial como en la generación de un nuevo paradigma para el cuidado.

 

El paradigma de Enfermería de San Juan de Dios

La enfermería propuesta por San Juan de Dios es más que la prestación de cuidados físicos, pues incluye la prestación de cuidados integrales, es decir cuidados físicos, mentales, psicológicos, éticos, religiosos y sociales.9 Asimismo la filosofía de enfermería de San Juan de Dios contempla: los cuidados amplios, del cuerpo y del alma, la asistencia espiritual constituida como una obligación del personal religioso de la orden de San Juan de Dios, por medio del consuelo espiritual a los enfermos y la administración de sacramentos de confesión y eucaristía, sobre todo a los enfermos más graves y con riesgo inminente de muerte, con el objetivo de que obtuvieran la redención de sus culpas la vida eterna y la paz. No bastaba el cuidado corporal, si no la atención integral al cuerpo y al alma.

En esa perspectiva, cabe resaltar que el desarrollo histórico es reflejo de la construcción y progreso de la conciencia humana, del conocimiento del hombre sobre si mismo, incluidas las enfermedades y la cultura de los cuidados.5 El término cultura designa la sumatoria de las instituciones que diferencian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven para dos fines: proteger al hombre contra la naturaleza y reglamentar las relaciones de los hombres entre si.10

A fin de atender al objetivo previamente delimitado en este trabajo, volvemos a la cultura de los cuidados, a partir del paradigma teórico y práctico de la enfermería de San Juan de Dios. Asimismo podemos llamar “ciencia de la enfermería”, desde el primer momento que tenemos libros escritos sobre el arte de los cuidados. Entonces, el primer libro que tenemos publicado con datos bien seguros es de Andrés Fernández, 1625, cuyo titulo es “Instrucción de enfermeros, para aplicar los remedios a todo género de enfermedades, y acudir a muchos accidentes que sobrevienen en ausencia de los médicos”.11

El manual de enfermería de Fernández (1625) es un libro muy importante en la historiografía de la enfermería, resalta la relevancia de los cuidaos practicados en el siglo XVI en España, sobre todo en los hospitales en los cuales los religiosos eran las personas responsables directas de la asistenta a los enfermos. Esta obra es un punto de referencia y un marco de influencia para la cultura de los cuidados y para la ciencia de enfermería. Además está fundamentada en técnicas, métodos y recursos de enfermería para asistir a los enfermos en los hospitales.

El término “Facultad” implicaba conferir a la enfermería una cierta autonomía y una actividad independiente de la práctica médica. Una “Facultad” importante estaba en Granada, en las primeras décadas del siglo XVII. En ese contexto, surge el libro “Compendio de los tratados de flebotomía, capítulo singular, y cartapacio de cirugía para practicantes”,12 en 1674, de autoría del religioso Fray Francisco de la Cruz y que fue publicado con el fin de formar enfermeros y practicantes del Hospital de San Juan de Dios en Filipinas. En ese libro el autor utilizó un estilo propio de la época, conocido como estilo catequético, basado en preguntas y respuestas y que tenía como objetivo dinamizar el aprendizaje involucrando al estudiante, para hacerlo reflexivo sobre la asistencia enfermera.

A mediados del siglo XVII, fue publicado el libro titulado “Breve compendio de cirugía para practicantes”,13 de Fray Matías de Quintanilla, en 1683, que también fue religioso de la orden de San Juan de Dios y aplicaba el mencionado estilo catequético, que se tornó una marca de la “Facultad de Granada”, que se implantó en donde estaba el primer hospital de San Juan de Dios y que después se expandió para el Hospital General de Misericordia de Madrid, el segundo en el cual los religiosos de esa orden asumieron las actividades asistenciales en España.

Así, en Granada en el siglo XVI bajo la influencia de San Juan de Ávila, fue construido el Hospital de San Juan de Dios imitando un poco el Hospital General de Granada que había sido fundado por los Reyes Católicos y el emperador Carlos V. Cabe resaltar que San Juan de Ávila fue el consejero que apoyó la ideas de San Juan de Dios, incentivándolo a dedicar su vida al servicio de los pobres y más necesitados. Además, el ideal de San Juan de Dios consistía en el servicio al prójimo pero fue también un gran constructor de hospitales y reformador de las prácticas asistenciales de su tiempo, en especial en lo que se refiere a los métodos deshumanizados y agresivos (cuando no meramente crueles) aplicados a los enfermos mentales. San Juan de Dios en apenas tres años fundó tres hospitales en el siglo XVI en España.

Este siglo es considerado como un periodo de oro por varios autores desde el punto de vista cultural, debido al surgimiento de grandes filósofos como Luis Vives y otros que contribuyeron con el Concilio de Trento. Se trata, pues, de un siglo de oro, metafóricamente.5,6,14

En el siglo XVIII, se produjo un hundimiento de la sanidad española, porque fueron desapareciendo grandes hospitales y permaneciendo los pequeños debido al costo de manutención. Por otro lado, los hospitales de San Juan de Dios fueron mantenidos en este periodo porque eran pequeños y atendían a una población también pequeña y que se mantenían bajo una economía rigurosa, con el control económico y sobre todo con el apoyo de limosnas.15

Desde la fundación del primer hospital de San Juan de Dios, el propio fundador pedía ayuda a las personas adineradas de la sociedad, incentivando a sus seguidores a hacer lo mismo al fin de atender las necesidades de atención caritativa de los pobres. Asimismo, los hermanos de la orden salían a las calles y casas para solicitar apoyo de toda índole, desde ropas, aceite, leña, carbón o servicios que pudiesen ser ofrecidos a los pobres en los hospitales y en las casas de atención. Los religiosos continuaron el ideal de su fundador con el mismo espíritu de abnegación, tenían el reglamento de los hospitales que dirigían, los cuales comprendían las funciones de gestión y asistencia de enfermería a los enfermos.16

No podemos olvidar que las cuestiones políticas estaban influidas por el desarrollo económico de la sociedad y viceversa. Desde otro ángulo, propiedades y bienes de los institutos religiosos estaban bajo ese contexto del siglo XVIII en España. Asimismo las desamortizaciones (que comenzaron con Carlos IV y su ministro Godoy en 1798) tuvieron una serie de implicaciones sobre la gestión de los hospitales y atención a los enfermos. Debido a esas desamortizaciones muchos bienes de la iglesia fueron expropiados por el Estado, incluyendo conventos, monasterios y otras propiedades, lo que contribuyó a una degradación de la atención sanitaria en muchos hospitales españoles, en general y también los conducidos por los religiosos.

 

Aspectos relevantes de la personalidad de San Juan de Dios y la expansión de su modelo asistencial

San Juan de Dios fue un hombre del Renacimiento español, pero muy poco cultivado en las ciencias profanas, como se acostumbraba decir en su época. También era poco versado en las ciencias divinas, en la Teología. En su condición de enfermero no tenía preparación adecuada, pero tenía inteligencia y conciencia de la realidad que lo rodeaba, sobre todo tenía la determinación de hacer algo para mejorar la atención dispensada a los pobres. Después de su experiencia como enfermo, decía: “¡oh, traidores, enemigos de la virtud! Por qué tratáis tan mal y con tanta crueldad a estos pobres miserables y hermanos míos, que están en esa casa de Dios en mi compañía? No sería mejor que se compadecieran de ellos y de sus trabajos y los limpiasen y dieran de comer con más caridad y amor que como lo hacéis, pues los Reyes Católicos han dejaron para ellos (enfermos) la renta necesaria para atenderlos...”.17

El primer biógrafo de San Juan de Dios hablaba sobre su locura voluntaria diciendo: “Pasados algunos años que Juan de Dios estuvo en el hospital padeciendo de esos tratamientos y otros más para disimular y poner en práctica su plan de servir a sus pobres y enfermos y pasando el tiempo necesario, comenzó a mostrarse quieto y sosegado...”.18

Para implementar su modelo asistencial, San Juan de Dios, tras su experiencia habiendo pasado por loco, fue al Monasterio-Hospital de Guadalupe, provincia de Cáceres, en España, siendo enviado por San Juan de Ávila a trabajar en ese hospital en el año de 1539. En el archivo del Monasterio-Hospital de Guadalupe había un “Cuaderno de Mayordomía”, el cual podría ser considerado como los principios filosóficos de ese hospital. Tal documento determinaba la ordenación del hospital bien regido, que consistía en tres pilares: “buena mesa” (alimentación y cama limpia); “buen físico” (médicos que conociesen a sus pacientes), y “buen ministro” (enfermeros y servidores caritativos). El referido hospital disponía de una clasificación de los enfermos en cuatro categorías: “heridos; calenturas; enfermedades de mayor peligro y sífilis, enfermos de las bubas, tumores luéticos.6 Después de su convivencia y aprendizaje en el Monasterio-Hospital de Guadalupe, San Juan de Dios decía: “Jesucristo me conceda tiempo y me de la gracia para que yo tenga un hospital para recoger a los enfermos desamparados y faltos de juicio para servirlos como deseo...”.10

De 1539 hasta 1550 (cuando murió), San Juan de Dios se dedicó de manera obstinada a realizar hechos y escribir sus tesis y teorías sobre gestión y principios filosóficos-asistenciales para los hospitales. La visión humanística del cuidado se desarrollo en las siguientes actividades o funciones: gerenciales (mayordomía); clasificación de los diagnósticos o patologías; actividades de enfermería, basada en la asistencia integral, antropológica y ética. Las funciones generales competían al mayordomo o gerente del hospital, el cual debía ocuparse del sostenimiento del mismo. Una manera muy propia de la época de San Juan de Dios era solicitar ayuda a las personas adineradas para mantener las obras asistenciales.19

Siguiendo las normas que aprendió en el Monasterio-Hospital de Guadalupe, San Juan de Dios comenzó haciendo una clasificación de las patologías que se atendían en su hospital. El mismo decía: “Siendo esta casa de carácter general se reciben en ella enfermos y gentes de todas las clases, habiendo allí tullidos, mancos, leprosos, mudos, locos, paralíticos, tiñosos y otros muy viejos y muchos niños”. El propio San Juan de Dios exhortaba a sus compañeros: “Tengamos caridad con nuestros prójimos y hermanos, haciendo para ellos lo que queremos para nosotros”.15

San Juan de Dios es considerado un gestor sanitario comprometido con el humanismo, pues fue hijo del renacimiento español y sintió una necesidad de implementar una filosofía humanística, antropológica y ética a la asistencia de enfermería que fuese coherente con el individuo y la colectividad. Por lo tanto sus principios filosóficos están basados en inquietudes y aspiraciones personales, sociales y trascendentales.17

La estructura moral y la realidad ética de la acción juandediana se fundamentó en tres niveles: el sociológico que centraba al hombre en sus circunstancias y necesidades; el jurídico que consistía en modificar las normas inhumanas y crueles aplicadas a los enfermos mentales; el trascendente que asumió el concepto de la antropología moral o sea un ser humano integral con una oferta de cuidados bio-psico-socio-espiritual, considerando la multiplicidad de factores cultural. De esa manera la antropología juandediana se revelaba en la defensa de los valores humanos. Por esa razón, el hospital de San Juan de Dios era “casa general para los enfermos y gentes de todas las clases”. Además, en una cierta ocasión dijo: “Los socorrí como pude, pero no como hubiese querido”.15

La filosofía humanística o antropológica de San Juan de Dios se puede llamar de hospitalidad pues este término significaba “alteridad” o humanización de las relaciones personales (de los profesionales y también de los enfermos, de la colectividad social), es decir la preocupación hacia el otro. La hospitalidad significaba acogida, apoyo físico, moral, psíquico y social, valorando las múltiples facetas de las necesidades humanas. Esta concepción humanística de la asistencia antropológica de la enfermería fue compartida por otros autores religiosos o no, en el siglo XIX.11,20,21

La responsabilidad de la enfermería consiste en prestar una asistencia-hospitalidad, ocupándose de ofrecer servicios y atención a los enfermos, recogiéndolos y llevándolos a la dignidad, por medio de la prestación de cuidados, conocimientos y terapias adecuadas que logren reintegrarlos sanos al camino de la vida. Anteriormente la hospitalidad consistió en dar sepultura a los muertos y acogida a los heridos, como se hacía antiguamente.22

 

Conclusiones

La enfermería es interpretada como “gente que cuida de gente” y por lo tanto la cultura de los cuidados en el enfoque religioso en la asistencia a los enfermos fue concebida y continúa siendo una fuente de enseñanza, sobre todo para el rescate de la formación humanística de la enfermera.

La cultura religiosa referente a los cuidados representa una contribución inestimable por su aporte al cuidado centrado en la persona, bajo la perspectiva de la caridad. Esa idea se refleja en los manuales, compendios y tratados de enfermería, desde el siglo XVI en España. Así el libro “El arte de enfermería” (producido en el siglo XIX) es un ejemplo de la asistencia integral de enfermería considerando la múltiples dimensiones del enfermo. Esa obra se destinaba a los novicios de la orden de San Juan de Dios con el objetivo de prepararlos para el cuidado cristiano de la caridad y del amor al prójimo. Los contenidos de ese libro representan una contribución para la conducta ética y la práctica asistencial, guiándola por principios y reglas claras de cómo deberían ser atendidos los enfermos en el cuerpo y el espíritu.

Así, la medicalización es un neologismo creado para caracterizar la tendencia que va a cambiar la institución hospitalaria transformándola en un hogar en donde las actividades clínicas eran dirigidas por los médicos.23

La cultura religiosa de los cuidados fue un modelo influyente en la cultura de cuidados, basada en los principios cristianos de la caridad y altruismo tanto en la gestión de la asistencia y la práctica de enfermería a lo largo de la Edad Media, pautando conductas, imponiendo normas y reglamentos tanto a las instituciones como a los cuidadores.

 

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Dirección para correspondencia:
Genival Fernades de Freitas
genivalf@usp.br

Manuscrito recibido el 29.4.07
Manuscrito aceptado el 7.3.08

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