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Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.18 no.1 Granada ene./mar. 2009

 

ARTÍCULOS ESPECIALES

ORIGINALES

 

Intención de colecho en el puerperio según características sociodemográficas de las madres. ¿Qué podemos recomendar los profesionales de enfermería?

Intention of bed sharing during the postpartum period according to sociodemographic characteristics of the mother. What should professional nurses recommend?

 

 

Mª Teresa Roldán-Chicano1; Mª Mar García-López1; Mª Vicenta Blanco-Soto1; José Antonio Vera-Pérez1; Juana Mª García-Ros2; Raquel Cebrián-López3

1EUE Cartagena, adscrita a la Universidad de Murcia, España.
2UCI Neonatal. HGU Virgen de la Arrixaca, Murcia, España.
3
Consultorio de Roldán. Centro de Salud de Torre Pacheco. Gerencia de Atención Primaria de Cartagena, Murcia, España

Dirección para correspondencia

 

 


RESUMEN

Justificación: El colecho es una práctica muy extendida en algunos entornos culturales, sin embargo diferentes investigaciones presentan resultados muy contradictorios respecto a los beneficios y riesgos de compartir el lecho con el lactante.
Objetivo: determinar la prevalencia en la intención de practicar colecho entre madres que están en la planta de maternidad (puerperio inmediato e intermedio), y relacionarla con sus características sociodemográficas.
Diseño-metodología: Estudio transversal de prevalencia realizado en una muestra de 384 madres: españolas, marroquíes y ecuatorianas. Para determinar el grado de asociación entre variables categóricas se utilizó el test de la Chi-cuadrado. El tratamiento de los datos se realizó con el programa SPSS v.13.
Resultados y conclusiones: Un 12% de las madres encuestadas tienen intención de practicar colecho esporádico o permanente. Las madres inmigrantes y las que tienen más hijos fueron las que más optaron por compartir el lecho con el lactante en el ámbito doméstico. Comparando nuestros resultados con los de otras investigaciones, podemos afirmar que algunas madres, aunque no tengan intención de practicar colecho, finalmente lo llevan a la práctica sin haber recibido por parte del profesional sanitario ningún consejo para que se lleve a cabo con unas condiciones de seguridad aceptables.

Palabras clave: Colecho, Prevalencia, Puerperio, Enfermería.


ABSTRACT

Justification: Bed sharing is widely practised within different cultural environments, however different researches show contradicting results on the benefits and risks of parent-infant bed sharing.
Objective: To determine the prevalence of the intention of bed sharing practice among mothers admitted to the maternity ward (immediate and intermediate postpartum period), and to relate this prevalence to their sociodemographic characteristics.
Design-Methodology: Cross-sectional prevalence study conducted with a sample of 384 mothers: Spaniards, Moroccans and Ecuadorians. Chi-square test was used to examine the association among categorical variables. The statistical package employed to conduct the analysis was the SPSS v.13.
Results and conclusions: 12% of questionnaired mothers, either sporadically or permanently, intended to bed share. Immigrant mothers and those having more children were whom mostly referred their intention of practising bed sharing within the domestic ambit. Comparing the results found with other studies it was pointed out the fact that some mothers eventually practise bed sharing even though they did not intend to, and without having received any advice from health professionals to implement it under acceptable safety conditions.

Key-words: Bed sharing, Cosleeping, Prevalence, Postpartum period, Nursing.


 

Introducción

El neologismo colecho, que no aparece en el Diccionario de la Lengua Española, es una traducción del término inglés bed sharing. Jenik define el colecho como “la situación en la cual un niño duerme en la misma cama junto a su madre o con otros miembros de la familia, todas las noches, durante por lo menos cuatro horas”.1 Esta definición es ampliada por Paricio que afirma que no hay una práctica estándar del colecho, y que éste incluye también el compartir superficies distintas a la cama (sofás, sillones etc).2

En la literatura inglesa sobre el tema también podemos encontrar el vocablo cosleeping. Los términos bed sharing y cosleeping a veces son utilizados como sinónimos, sin embargo la Sociedad Canadiense de Pediatría apunta que cosleeping no hace referencia a la práctica de compartir el mismo lecho o superficie para dormir, sino a la posibilidad de que la madre pueda alcanzar fácilmente a su hijo, aunque ambos no compartan el mismo lecho (por ejemplo en la cohabitación).3 UNICEF UK, difiere de esta definición de cosleeping y señala que el vocablo haría alusión a la práctica de compartir el mismo lecho cuando la madre está dormida.4

Según Mosko y Mackenna la práctica del colecho está muy extendida en la mayoría de comunidades del mundo, a excepción de los países occidentales, donde según estos autores empezó a modificarse esta costumbre hace dos siglos.5 Durante el siglo XVIII el individualismo no se expresaba todavía en el aislamiento nocturno y entre los campesinos europeos era muy frecuente que “la única cama sirviese para albergar el sueño de toda la familia”, Collomp.6 Según Gelis la vida en Europa ha sido profundamente rural hasta el siglo XIX, el individuo estaba ligado a la tierra y a su linaje, creando en él una conciencia de su cuerpo muy diferente de la nuestra, el cuerpo era autónomo, pero también era un poco el cuerpo de los demás, el de la gran familia de los vivos y de los antepasados muertos.7 En esta concepción de la vida y del cuerpo “al niño se le consideraba vástago del cuerpo comunitario, parte del gran cuerpo colectivo”. La separación del lecho entre padres e hijos no sólo tuvo que ver con las posibilidades económicas, sino también con un cambio cultural, una nueva forma de relación entre familia e individuo que modifica los comportamientos familiares. El individuo, con la paulatina desaparición de la familia extensa campesina, la industrialización y el éxito de la familia nuclear, gana progresivamente autonomía y empiezan a tener sentido afirmaciones como la necesidad de “individualizar al niño” o “de independizar al niño”. Convertini y Tripodi señalan que “actualmente en occidente consideramos a los recién nacidos como individuos dependientes que deben ir ganando autonomía”,8 y en su artículo recopilan las afirmaciones de algunos autores que consideran que el colecho “puede perturbar la dinámica familiar” puesto que: “alienta el vínculo indiferenciado entre madre e hijo”, “interfiere en la discriminación de roles y en la relación de pareja” y “dificulta la individualización del niño”.8 En zonas como Japón, China9 o barrios de inmigrantes de Bangladesh en Londres10 la práctica del colecho está muy extendida, y según Convertini y Tripodi, se debe a que en la cultura oriental se considera que los niños nacen independientes y se les debe integrar a la familia, por lo que el compartir la cama no genera dificultades en los padres; se busca en esta práctica lo que antaño se hacía en la Europa campesina, que los hijos se conviertan en un ser social conectado.

La menor práctica del colecho en occidente, no sólo responde a la necesidad, influida por nuestra cultura, de hacer independientes cuanto antes a los niños, sino que también se fundamenta en razones de carácter más práctico que la investigación biomédica ha difundio entre la población. A las investigaciones de Mackenna, que señalan que en aquellos países que tienen incorporada la práctica del colecho existen diferencias de comportamiento del bebé que podrían explicar la menor vulnerabilidad al Síndrome de la Muerte Súbita del Lactante (SMSL), se oponen diversos estudios que señalan no sólo que el colecho no disminuye los riesgos de SMSL11 sino que hasta un 50% de los niños fallecidos de forma súbita e inesperada compartían cama con los padres. Cabe mencionar que en este este estudio realizado en Chicago por Hauck et al, y citado por Jenik,1 se incluyeron casos y controles pertenecientes mayoritariamente a familias desprotegidas socialmente y con ingresos por debajo del nivel de pobreza, donde se pueden asociar determinados factores de riesgo como tabaco, alcohol, drogas o hacinamiento.

En una revisión sistemática realizada por Horsley en 2007, que incluía cuarenta estudios observacionales, el autor afirmó que los datos de la revisión sugerían consistentemente que puede existir una asociación entre el colecho y el SMSL en el caso de que los que compartan la cama con el lactante sean fumadores, aunque estos indicios no eran tan consistentes entre los no fumadores.12 Los datos también sugirieron que el colecho puede estar estrechamente asociado con el SMSL en los niños más pequeños y con la práctica de una lactancia materna más prolongada.

Paricio señala que respecto al colecho existe una tendencia a adoptar posturas extremas, tanto a favor como en contra, y que tanto algunos estudios que argumentan los beneficios del colecho, como algunos de los que los discuten tienen deficiencias metodológicas, como el hecho de obviar que en determinados grupos sociales la práctica del colecho se asocia a otros factores de riesgo como tabaco, alcohol, drogas, camas blandas, etc.2

El objetivo de este estudio es determinar la prevalencia de la intención de practicar colecho entre madres que están en la planta de maternidad (puerperio inmediato e intermedio), y relacionarla con sus características sociodemográficas: nacionalidad, nivel de estudios, estado civil, nivel de ingresos en el hogar, nº de hijos y nº de miembros en el hogar.

 

Metodología

Se presenta un estudio con diseño descriptivo, transversal de prevalencia, realizado en la planta de maternidad del Hospital Sta. Mª del Rosell de Cartagena (Murcia), entre los meses de junio y noviembre de 2007.

En esta investigación se consideró que la población a estudiar eran las madres puérperas del Hospital Sta. Mª del Rosell de Cartagena. Para el cálculo del tamaño muestral se utilizó la población de nacidos vivos en el municipio de Cartagena en el año 2005: 2541 nacidos vivos (último dato disponible al comenzar el estudio). Se realizó un muestreo aleatorio simple consecutivo entre las madres que habían dado a luz en el Hospital Sta. Mª del Rosell (puesto que eran los sujetos que más datos podrían aportar sobre la práctica del colecho). Para un error de muestreo de 0,05, un intervalo de confianza (IC) del 95% y un supuesto de varianza máxima (p=q), se calculó un tamaño muestral de 384. A partir de los datos que el Centro Regional de Estadística de Murcia publicó sobre nacionalidad de la madre de los nacidos vivos en 2005 en Cartagena,13 se estratificó la muestra de forma proporcional entre las tres nacionalidades más numerosas: española (331), marroquí (35) y ecuatoriana (18).

Los criterios de inclusión para formar parte de la muestra fueron: (a) únicamente se preguntó a las madres que fueran a empadronar a sus hijos en el municipio de Cartagena, sin incluir a las madres de municipios anexos que también tienen el Hospital Sta. Mª del Rosell como centro de referencia; (b) se consideró que se entendería por “madre”, a las madres biológicas que además se ocuparan de la crianza de sus hijos; (c) en relación a la nacionalidad, como nos interesaba analizar la influencia del bagaje sociocultural en las prácticas de crianza, se valoró la experiencia cultural fuera del país receptor, España; por lo que sólo se incluyó a madres nacidas fuera de España y que hubiesen vivido al menos hasta los 15 años en su país de origen; y (d) sólo se incluyó en la muestra aquellas madres con las que se podía establecer una comunicación verbal aceptable que permitiera interpretar correctamente las preguntas del cuestionario.

El cuestionario que se hizo a las madres incluía diferentes preguntas relacionadas con prácticas de crianza de los recién nacidos. En este estudio sólo se analizan los datos obtenidos en las preguntas relacionadas con la práctica del colecho. Se preguntó a las madres si en el futuro ámbito doméstico, el recién nacido: a) Dormirá siempre sólo en la cuna. b) Dormirá normalmente sólo, pero alguna vez con los padres. c) Dormirá siempre en el mismo lecho con los padres.

Para determinar el grado de asociación entre variables categóricas se utilizó el test de la Chi-cuadrado. El tratamiento de los datos se realizó con el programa SPSS v.13.

 

Resultados

Se exponen a continuación los aspectos más significativos de las relaciones entre las variables sociodemográficas de los sujetos de la muestra y su relación con la práctica del colecho [ver tabla 1 y tabla 2].

 

Nacionalidad. Las madres inmigrantes son las que en un mayor porcentaje tienen intención de practicar el colecho en el futuro ámbito doméstico. Las madres ecuatorianas (16,7%), seguidas de las marroquíes (11,8%), contestaron que el niño siempre dormiría con ellas en la cama. En relación a la práctica ocasional del colecho también fueron las madres ecuatorianas (27,8%), seguidas de las marroquíes (11,8%), las que más contestaron que aunque tenían intención de que el niño durmiera solo la mayoría de las veces, alguna vez compartiría el lecho con él. Las madres españolas son las que menos intención manifestaron de practicar el colecho tanto de forma permanente (0,9%), como esporádica (8,2%).

Nivel de estudios de la madre. Las madres sin estudios fueron las que en un mayor porcentaje dijeron que en el ámbito doméstico dormiría siempre con el recién nacido (13,2%). En relación a la práctica del colecho ocasional, el mayor porcentaje corresponde a las madres con estudios primarios (12%).

Estado Civil. No se encontraron relaciones estadísticamente significativas entre el estado civil de la madre y la intención de practicar del colecho.

Nivel de Ingresos en el hogar. Las madres con un nivel de ingresos en el hogar inferior a 600 €/mes, son las que más expresaron intención de compartir el lecho con sus hijos, tanto de forma ocasional (25%), como permanente (30%).

Nº de miembros en el hogar. A mayor número de miembros en el hogar más probabilidades hay de que la madre duerma con su hijo en el mismo lecho, tanto de forma permanente como ocasional. En los hogares en los que conviven 7 o más miembros un 20% de las madres contestaron que tenían la intención de dormir siempre o alguna vez con sus hijos en la misma cama, disminuyendo estos porcentajes si la madre convive con 4, 5 o 6 miembros (duerme permanentemente con el niño 3%, duerme ocasionalmente con el niño 11,1%), o si convive con 3 o menos (duerme permanentemente con el niño 0%, duerme ocasionalmente con el niño 6,1%).

Nº de hermanos. La experiencia previa en la crianza de hijos tiene relaciones estadísticamente significativas con la intención de practicar colecho. Las primíparas son las que menos intención tienen de practicar tanto colecho permanente (0,5%) como esporádico (7%), mientras que las madres de 3 o más hijos son las que más se decantan por la práctica de colecho (esporádico 20%, permanente 8%).

 

Discusión

La presencia global en la intención de practicar colecho en la muestra estudiada es del 2,6% en el caso de colecho permanente y 9,4% en el caso de colecho esporádico. Si comparamos estos resultados con los recopilados por Jenik en otras ciudades del mundo1, nuestros datos muestran una escasa prevalencia, al menos en la intención de su práctica en el futuro ámbito doméstico. En España, Suarez y García estudiaron en una muestra de 51 niños de entre 6 y 36 meses el ritual del sueño y encontraron que hasta un 27,2% practicaban el colecho ocasional para facilitar el sueño de sus hijos.14 La diferencia entre su resultado y el nuestro se pueden explicar atendiendo a la edad de los niños (la media de edad de los neonatos en nuestra investigación es de 1,6 días), por lo que deducimos que a medida que el niño va creciendo los padres se sienten más seguros al compartir el lecho con sus hijos. Además en nuestros resultados puede haber influido el patrón de fecundidad de las mujeres en España, uno de los más bajos del mundo, en la muestra analizada casi el 50% de las mujeres encuestadas eran primíparas (según nuestros resultados las que menos optan por la opción del colecho). La experiencia en la crianza de hijos parece aumentar las actitudes positivas hacia el colecho (28% de intención de colecho esporádico o permanente en las mujeres de 3 o más hijos); es por tanto de esperar que en países con un mayor índice sintético de fecundidad la intención de la práctica del colecho esté más extendida que en el nuestro.

Cuando analizamos los datos en función de la nacionalidad de la madre, obtenemos unos mayores porcentajes de colecho en el caso de madres inmigrantes. Estos datos concuerdan con una práctica del colecho más elevada en entornos culturales diferentes al occidental,5,15,16 si bien en nuestra muestra las madres inmigrantes encuestadas son las que conviven en situación de mayor hacinamiento, con un menor nivel de ingresos en el hogar y con un mayor número de hijos, lo que puede dificultar el adquirir una cuna independiente para el recién nacido.

Queda por analizar, a la luz de estudios de carácter cualitativo, las razones por las cuales las madres de diferentes nacionalidades optan por compartir el lecho con sus hijos. Explorar la influencia de la cultura en la crianza del recién nacido podría facilitarnos la comprensión de esta práctica, que podría estar mediada tanto por razones de carácter cultural como material, ya que son las madres con menos nivel de ingresos las que más comparten el lecho con sus hijos.

Los resultados obtenidos en nuestra muestra nos indican que, al menos en la intención de su práctica, el colecho no es una opción muy extendida entre las mujeres encuestadas, sin embargo, su realización efectiva dentro del ámbito doméstico puede ser mucho mayor, por dos motivos:

a) Los resultados obtenidos nos muestran que a mayor número de hijos más se practica el colecho, lo que indica que a mayor experiencia en la crianza de los hijos más actitudes positivas hacia el colecho tienen las madres. Compartir el lecho con el recién nacido es una práctica que aunque no se plantee como opción en un primer momento por una primípara, aporta comodidad a la madre lactante, y finalmente puede ser llevada a la práctica de forma espontánea y sin planificación por parte de las madres.

b) La tendencia actual dentro del ámbito sanitario por fomentar la humanización de la atención perinatal, la lactancia materna y el contacto piel a piel entre madre e hijo, está haciendo que la práctica sea cada vez más conocida entre los usuarios.

Por ambas razones, consideramos que es prioritario que los profesionales sanitarios informen a los padres para que esta práctica se lleve a cabo de una forma segura dentro del ámbito doméstico.

Ante la controversia surgida en los últimos años en relación a la práctica del colecho, Paricio señala que es tan negativo negarla drásticamente como recomendarla universalmente.2 ¿Qué debemos aconsejar entonces a los padres? Desde nuestro punto de vista, el profesional de enfermería a la hora de informar sobre el colecho debe priorizar los siguientes aspectos: (a) Garantizar un entorno seguro para madre e hijo. (b) Respetar la autonomía de los padres, y asegurar que toman una decisión totalmente informados sobre los beneficios y posibles riesgos del colecho. Y (c) promocionar e incentivar la práctica de la lactancia materna.

Promover la seguridad de madre e hijo implica valorar los riesgos de la práctica del colecho. Resulta difícil globalizar el concepto del colecho como peligroso cuando es desarrollado en muchas culturas del mundo, sin embargo importar esta práctica porque en otros contextos sea beneficiosa, no garantiza el mismo éxito en el nuestro. No hay que olvidar que en los países asiáticos el descanso, predominante realizado sobre superficies duras o futones se diferencia de nuestras camas matrimoniales con colchón más blando, sábanas, edredones y almohadones. Las camas de los adultos, si no se realiza ninguna adaptación, no están diseñadas para garantizar la seguridad del bebé que corre el riesgo de quedar atrapado y asfixiarse, en estas condiciones, si las características del lecho no se modifican, el lugar más seguro para el descanso del bebé es situar su cuna junto a la cama de los padres.17 Además, son abundantes los indicios que muestran que la práctica del colecho incrementa el riesgo del Síndrome de la Muerte Súbita del Lactante cuando la madre es fumadora o ha fumado durante el embarazo,12 dato a tener en cuenta si consideramos que las mujeres del Sur de Europa están entre las más fumadoras del mundo,18 y que el porcentaje de mujeres que fuman durante el embarazo en España es bastante elevado (12-20%).19,20

La práctica del colecho no obstante, da la oportunidad a la madre de estar en contacto piel a piel con el recién nacido, lo que le ayuda a regular su temperatura, lo calma y le anima a la lactancia materna, por eso y por la comodidad que supone para la madre estar tan cerca del recién nacido, el colecho está relacionado con una lactancia materna más prolongada. Es fácil que cuando una mujer amamanta a su hijo en la cama se duerma, y ante esta posibilidad es imprescindible informar de que el colecho se ha de llevar a cabo en unas determinadas condiciones de seguridad:17 (a) Utilizar un colchón firme y liso. (b) Asegurar que no existen huecos entre el colchón y la pared para que el bebé no caiga de la cama o quede atrapado. (c) Adoptar una postura para dormir que no dañe al niño. (d) Evitar una temperatura excesiva en la habitación, evitar que el niño esté demasiado arropado. (e) La pareja debe saber siempre que el bebé está en la cama. (f) Evitar la presencia de mascotas en la habitación. (g) No se debe dejar nunca al lactante solo ni sobre, ni dentro de la cama. (h) La ropa de cama no debe cubrir la cabeza del niño.

Ante la presencia de determinados factores de riesgo, la práctica del colecho está desaconsejada:2,4,17 (a) Con padre o madre fumadores o si la madre ha fumado durante el embarazo. (b) Con padre o madre que han tomado alcohol o drogas. (c) Con hermanos u otras personas que no son los cuidadores principales. (d) En sofá, cama blanda con ropa de cama pesada y mantas o almohadas eléctricas. (e) Con padres muy cansados que no puedan responder a las necesidades del bebé. (f) Con padres que sufren alguna enfermedad o condición que pueda afectar su estado de conciencia.

Cuando los padres no deben, o no quieren practicar el colecho, se les puede informar respecto a otras opciones alternativas. La cohabitación es otra práctica con beneficios parecidos al colecho pero sin alguno de sus perjuicios (riesgo de asfixia o aplastamiento), ya que ubicar la cuna en la misma habitación de la cama de los padres, aporta cercanía y comodidad a la madre lactante y además permite vigilar el sueño del recién nacido. La oportunidad de la relación de contacto piel a piel que aporta el colecho también se puede realizar de forma mucho más segura cuando los padres están despiertos. Es cierto que el colecho puede convertirse en una experiencia biopsíquica enriquecedora para el binomio madre-hijo, pero nunca hay que olvidar que, en los casos en los que el colecho está contraindicado, éste también puede llegar a ser un drama en el caso de que ocurra la muerte accidental de un niño.

Agradecimientos

Agradecemos la colaboración de los profesionales de enfermería de la planta de maternidad del Hospital Sta. Mª del Rosell, y a su Unidad Docente.

 

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Dirección para correspondencia:
Mª Teresa Roldán Chicano.
C/ Rosa 28, Barrio de la Concepción,
CP 30204 Cartagena, Murcia, España
mteresa.roldan@carm.es

Manuscrito recibido el 13.05.2008
Manuscrito aceptado el 1.08.2008

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