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Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.22 no.4 Granada oct./dic. 2013

https://dx.doi.org/10.4321/S1132-12962013000300011 

MISCELÁNEA

DIARIO DE CAMPO

 

El regalo de Joel

The gift of Joel

 

 

Aintzane Orkaizagirre Gómara

Comarca Gipuzkoa de Atención Primaria, Osakidetza (Servicio Vasco de Salud), Donostia-San Sebastián (País Vasco), España
aintzaneorkaizagirre@hotmail.es

 

 

Diez minutos son suficientes para establecer una relación de cuidado. Así lo experimentó la joven enfermera en un botiquín de guardia. Y así se lo hizo saber el paciente que había percibido la diferencia en el manejo de técnicas físicas y verbales. Solo diez minutos para agradecer.

 

 

Era sábado por la mañana, me encontraba haciendo guardia en un botiquín de un Centro de Salud de un barrio de Donostia. En estas guardias, se atienden pacientes que acuden de modo urgente o indemorable sin cita previa y a pacientes con citas programadas en el botiquín, que variarán generalmente entre cinco o diez minutos según el acto requerido. La mañana estaba siendo relativamente tranquila, sin parar pero sin correr. Llevaba un mes y medio sin trabajar -circunstancias económicas actuales- por lo que me encontraba de muy buen humor; siempre es un placer poder ejercer en aquello que te gusta y para lo cual te has preparado tanto.

La mañana estaba pasando sin incidencias. Con todos los pacientes estaba desarrollando una relación enfermera-paciente en la que cuidaba tanto de las necesidades físicas como de las psicológicas.

Me presenté, consulté su Historia Clínica y el informe de Alta del Servicio de Urgencias que traía. El motivo por el que acudía era valorar la retirada de tres puntos de sutura en el mentón, ya que era el día indicado para proceder a su retirada. El paciente tuvo que ser suturado tras tener un accidente de tráfico en moto cinco días antes, tras el cual también tuvieron que escayolarle su antebrazo izquierdo por una fractura del escafoides.

Antes de realizar la valoración, me interesé por su estado general, también le pregunté si había tenido algún tipo de incidencia o dificultad en la realización de las curas y su valoración sobre la evolución de la herida. Su respuesta fue positiva. Tras observar la herida, decidí proceder a la retirada de puntos, expliqué al paciente el procedimiento que iba a realizar, informándole y esperando recibir su consentimiento informado verbalmente. Tras obtenerlo, procedí a retirar los puntos. Si bien desde el principio había tratado de establecer un clima de confianza y seguridad, en este momento me preocupé por tranquilizar al paciente y producir el menor dolor posible. No hubo complicaciones durante el procedimiento. Al finalizar, expliqué los cuidados que debía realizar en la piel. El paciente parecía sorprendido, "Gracias por haberme explicado todo"-me dijo. Le expliqué que ésta era la manera adecuada de proceder. "Pero al explicarme todo lo que me ibas a hacer me ha dado tranquilidad, por eso te lo quería agradecer..." -continuó-. Sin duda, había establecido lo que Concha Germán Bes identifica como una relación de cuidado, donde a través de la relación de ayuda y la personalización del cuidado, había logrado la confianza, la tranquilidad y la seguridad del paciente.

"Cuando tuve el accidente, en Urgencias, nadie me explicaba nada. Me llevaban a diferentes sitios, me hicieron muchas pruebas, pero nadie me decía nada. Yo no podía mover los brazos, me dolía todo el cuerpo... Yo notaba como caía sangre de la herida de la barbilla, pero no podía mover los brazos para limpiarme, tuve que pedir ayuda tres veces y quien accedió a ayudarme encima lo hizo de mala gana..."-prosiguió explicando su experiencia en el Servicio de Urgencias-. "Había mucha gente, no paraban de trabajar, todo el mundo andaba de un lado a otro corriendo". Sin ánimo de criticar a otros profesionales, ni de justificar lo injustificable, excusé la situación vivida por la falta de personal y la gran carga de trabajo que tienen las enfermeras hospitalarias. Aun así, cuando un paciente se encuentra en un hospital, la sensación de incertidumbre aumenta por tratarse de un medio que no controla y verse en una circunstancia en la que su salud está afectada. Por ello, siempre que la salud es el motivo de la interacción enfermera-paciente, las técnicas que componen la relación de ayuda deben ser tenidas en cuenta para lograr tranquilizar al paciente, que confíe en los profesionales con los que está tratando y tenga una sensación de seguridad.

Antes de marcharse, el paciente afirmó haber notado una diferencia entre el trato recibido y la sensación que había producido en él, me animó a continuar en esa línea. Nos despedimos y continué con mi labor, que se complicó tras recibir a una paciente urgente.

Al finalizar la jornada, mis compañeros, un administrativo y una médica, se acercaron al botiquín preguntándome cómo atendía yo a los pacientes. No entendía nada, ¿alguien se habría quejado? No me parecía que procediera... Insistieron con la misma pregunta "¿cómo atiendes tú a los pacientes en el botiquín?", tras lo cual me explicaron que un paciente estaba muy agradecido con mi atención y que había preguntado por mí para entregarme un obsequio como muestra de ello. Al encontrarme atendiendo a la paciente urgente, entregó a mis compañeros el presente a quienes solicitó que me lo hicieran llegar.

Se trataba de una planta con unas hermosas flores fucsia, con una nota: "Hola soy Joel. Gracias por tus cuidados. Segi aurrera! [¡Sigue adelante!]."

En mi experiencia laboral, siempre he tratado de establecer una relación de cuidado con los pacientes y desarrollar una intervención adecuada en cuanto al manejo de las técnicas físicas y verbales, fruto del estudio e integración en la práctica. Sabía que esto marca la diferencia para los pacientes, porque así me lo habían hecho saber anteriormente. Sin embargo, tenía la sensación de que el reconocimiento de este buen hacer llegaba de aquellos pacientes y familias con los que se establece una relación amplia en el tiempo o intensa en un momento concreto. Por ello, no esperaba que en un botiquín de guardia un paciente con una cita programada para una cura de tan solo diez minutos lo reconociera, lo agradeciera, y además me animará a continuar así. Resultó ser un reconocimiento muy reconfortante.

El escritor y humanista José Luis Sampedro, recientemente fallecido, expresó su opinión sobre las enfermeras tras vivir una experiencia como acompañante de una paciente ingresada en un hospital, que va en consonancia con la vivencia narrada: "Esta última experiencia supuso mi constante convivencia con todas las enfermeras, llegando a conocerlas y a verlas en acción como sin duda no las veis los médicos, pues para mí, no eran meras técnicas ni colaboradoras, sino compañía, esperanza, alivio, seguridad y confianza (...). Mi admiración no se limita a esos valores humanos sino además a los profesionales y a la técnica (...). Por eso ahora aprovecho la ocasión para sumarme al homenaje y para proclamar la trascendencia de la función desempeñada por las enfermeras y la eficacia con que la realizan".

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