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Index de Enfermería

versión On-line ISSN 1699-5988versión impresa ISSN 1132-1296

Index Enferm vol.30 no.1-2 Granada ene./jun. 2021  Epub 25-Abr-2022

 

TEORIZACIONES

El cuidado como experiencia estética según John Dewey

Care as an aesthetic experience according to John Dewey

Marta de la Fuente Carrillo1 

1Hospital Universitario de Fuenlabrada. Madrid, España

Resumen

"Cuidado" y "experiencia" son dos términos con los que convivimos habitualmente, y que sin embargo se vuelven complicados si intentamos darles una explicación. En este artículo se describe una relación entre ambos basada en el concepto de experiencia planteado por John Dewey, el cual propone la existencia de la "experiencia estética" como superación de la experiencia cotidiana en el contexto de la modernidad. Por otro lado, la aproximación al cuidado vendrá de la mano de teóricas de la enfermería como Marie-Françoise Collière, Jean Watson, o Barbara Carper, entre otras, que van a coincidir en la concepción del "cuidar" como un proceso y una relación de transformación y abundan en su dimensión estética: el arte de los cuidados. El propósito de este texto es defender y enfatizar la cualidad estética del cuidado que, convertido en una experiencia, según Dewey, produciría un incremento en la satisfacción de los participantes en el proceso. Por último, se planteará una hipótesis que sugiere la permanencia de los cuidados gracias a esta sensación experiencial.

Palabras clave Estética del cuidado; Cuidado; Filosofía de la enfermería; Enfermería; Experiencia estética

Abstract

"Care" and "experience" are two common terms in our everyday life. Nonetheless, if we try to define them, it turns out to be extremely tricky. This paper intends to connect both following the concept of "experience" established by John Dewey, who developed the idea of an "aesthetic experience" as a way of overcoming quotidian experience in the context of modernity. On the other hand, in order to get a definition of "care", it will be necessary to appeal to great nursing researchers as Marie-Françoise Collière, Jean Watson, or Barbara Carper, between others, who agree on the conception of care as a transforming process while they underline its inherent aesthetic dimension: the art of care. The aim of this paper is to emphasize the importance of aesthetics as an essential part of care as "an" experience because, according to Dewey's theory, that fact would bring up the possibility to increase satisfaction in both participants in the caring process. Finally, it will be raised an hypothesis that suggests the possibility of the continuity in the care process due to the experience feeling.

Key words Aesthetics of care; Care; Nursing philosophy; Nursing; Aesthetic experience

Introducción

A pesar de que el cuidado es parte integrante de nuestra existencia no resulta fácil definirlo, lo mismo ocurre con el concepto de "experiencia", tan habitual y al mismo tiempo tan abstracto. La reflexión sobre estos aspectos es muy importante, ya que supone ampliar el conocimiento de nuestro comportamiento como seres humanos, pero también resulta vital en la labor asistencial de las enfermeras, las cuales tienen el cuidado como centro y esencia de su profesión. En este artículo se van a analizar ambos términos y sus características utilizando para ello la interpretación del concepto de "experiencia" según John Dewey, el cual considera este aspecto siempre a partir de su dimensión estética. Por otra parte, definiremos el cuidado gracias a varias teóricas enfermeras como Hildegard Peplau, Jean Watson, Marie-Françoise Collière o Barbara Carper.

En este texto iremos viendo cómo la experiencia estética planteada por Dewey y el proceso de cuidados guardan muchas similitudes, lo cual abre un camino para asimilar las conclusiones del filósofo a la práctica cotidiana enfermera y comprender de esta manera las bases epistemológicas del cuidado. A partir de esa analogía se establecerá una hipótesis que plantea la permanencia del proceso de cuidados gracias a la recompensa emocional que, según Dewey, se genera a partir de la sensación experiencial.

La Experiencia según John Dewey

A la hora de definir el concepto de "experiencia", John Dewey funde su perspectiva pragmatista con la tradición de la filosofía estética representada por autores como Emmanuel Kant, Arthur Schopenhauer o Friedrich Nietzsche. Retoma la idea kantiana del "espíritu" de la contemplación estética como esencia vivificante de la experiencia, pero ya no se trata de un elemento "a priori" ajeno a la categoría de lo racional, sino que viene dada tras haber completado un proceso de pensamiento en el que el individuo asume la acción realizada y la integra, racional y emocionalmente, como experiencia. Por otra parte, se aleja del concepto de "genio" elitista y ajeno al engaño de los sentidos propuesto por Schopenhauer, para insertar la experiencia estética en lo cotidiano. Eleva lo estético por encima de lo artístico, así como lo general sobre lo particular. Tampoco coincide plenamente con Nietzsche pues, aunque también revaloriza la experiencia corporal y el papel prioritario de los sentidos, los asume con una intención menos trágica y más práctica y constructiva, entendiendo estos más como instrumentos explicativos que como armas detonadoras.

John Dewey plantea su definición en el contexto de la modernidad, en la que sugiere un debilitamiento de la experiencia debido a la aceleración y a la enorme cantidad de estímulos recibidos, que lleva al ser humano a una pérdida de conciencia de sus acciones. Frente a este tipo de experiencia opone sin embargo una experiencia, que será aquella en la que medie el componente estético. Para que esto ocurra son necesarias una serie de condiciones. La primera es su carácter procesual, pues es necesario que "el material experimentado siga su curso hasta su cumplimiento" (Dewey, 2008a: 41). Se trata además de un fenómeno dinámico y unitario, en el que la emoción va a ser el aglutinador principal: "la fuerza móvil y cimentadora" (Dewey, 2008a:49). El dinamismo de la experiencia se va a sustentar no solo en su evolución interna, en un pasado y un presente incorporados en la conciencia del "ahora" y de lo que está por venir, sino también en su carácter externo: transaccional y de interacción con el medio. Por otra parte, no solo es necesario realizar una acción sino también percibirla como hecha: "nada arraiga en la mente cuando no hay equilibrio entre el hacer y el recibir" (Dewey, 2008a:52). Creación y recepción van de la mano en un proceso rítmico en espiral, pues la anticipación del fin puede provocar en la mente del creador un cambio en las circunstancias de su obra/acción.

Cumplidas estas condiciones, el sujeto asume conscientemente que ha tenido una experiencia, y eso, para Dewey, le va a aportar una "cualidad emocional satisfactoria" (Dewey, 2008a:45). Lo cual no quiere decir que el proceso en sí haya sido placentero, de hecho, los pequeños intervalos rítmicos que van configurando la incorporación de la experiencia son descritos por el autor como un "padecimiento que absorbe y asimila las consecuencias de un acto anterior" (Dewey, 2008a:61). Sin embargo, una vez vivida la experiencia como un todo integral, la emoción sentida es gozosa debido a su plenitud.

Cuidado y Experiencia

Al abordar la cuestión del "cuidado" existen múltiples enfoques y modelos que llevan consigo su propia carga filosófica, según se valoren aspectos médicos, sociales o económicos. En este caso nos vamos a centrar en los cuidados como la esencia de la profesión enfermera, aunque sin dejar de lado también los cuidados realizados por no profesionales.

La concepción de los cuidados enfermeros ha seguido diferentes etapas. En un primer momento, la orientación predominante en los cuidados de enfermería seguía el modelo biomédico, centrado en la enfermedad y en el control de esta y con una gran dependencia de la práctica médica. No obstante, a partir de la segunda mitad del siglo pasado fueron surgiendo diferentes modelos que establecen un cambio de orientación en el que se prima la concepción holística de la persona, así como su estrecha vinculación con el medio. Plantean un abordaje del cuidado como actividad independiente y válida por sí misma. Surgen, de este modo, el "paradigma de la integración" y el "paradigma de la transformación". El cuidado ya no se valora como acciones aisladas con una finalidad meramente curativa y dependiente del diagnóstico médico, sino como un proceso dinámico de interrelación y transformación mutua en el que tanto el cuidador como aquel que es cuidado tienen papeles activos. Las similitudes de este planteamiento teórico con las condiciones delimitadas por Dewey para tener una experiencia son grandes, por lo que surge una buena oportunidad sobre la que reflexionar.

¿Pueden ser los cuidados una experiencia estética?

Si desplazamos ligeramente el foco de la pregunta y nos preguntamos por la profesión enfermera, su definición tradicional ha sido la del "arte y la ciencia de los cuidados". Se trata de un binomio (arte-ciencia) que ha ido evolucionando con el paso del tiempo, pues lo que era en un principio un oficio basado puramente en la intuición, se va a ir convirtiendo, a partir de Florence Nightingale, en una profesión cada vez más fundamentada científicamente. No obstante, la búsqueda de la evidencia no puede ser el único pilar que sostenga la profesión, sino que es necesario mantener un equilibrio entre las dos partes para maximizar la calidad de la atención (Peplau, 1988).

Como respuesta a esta necesidad, Barbara Carper establece en 1978 su teoría de los Patrones de Conocimiento, uno de los cuales es el Patrón Estético, que define así: "The design, if it is to be esthetic, must be controlled by the perception of the balance, rhythm, proportion and unity of what is done in relation of the dynamic integration and articulation of the whole" (Carper, 1999:15). La influencia de Dewey está impresa en esta definición, en la que se tiene en cuenta las ideas de unidad, ritmo, dinamismo e integración de lo percibido.

Podemos definir la dimensión estética dentro de la enfermería como aquella que "integra la racionalidad estética de las características basadas en la expresión de la práctica, mediante la imaginación, la armonía, el ajuste y diseño de acciones de enfermería individualistas, creativas y armoniosas dentro de una situación clínica específica" (Rodríguez-Bustamante, Báez-Hernández, 2020:10).

Otras autoras van a incorporar también en sus modelos condiciones relativas a la creatividad y la autotransformación del yo en el proceso de cuidar. Jean Watson (2008) en su Teoría del Cuidado propone inicialmente diez Factores de Cuidados o Caritativos (FC) que posteriormente renombrará como Procesos de Cuidados o Caritas (PC). El sexto PC lo define como "el uso creativo de uno mismo, como partícipe en el arte de cuidar y de todas las maneras de conocer como parte del proceso asistencial" (Urra, Jana et al, 2011:16).

Como vemos, la dimensión estética del cuidado es muy destacable. Pero, incluso si analizamos por separado las condiciones necesarias para tener una experiencia que propone Dewey, aparecen muchas similitudes entre ambos que vamos a exponer a continuación.

Cuidado y experiencia estética: puntos en común

El primero de los puntos en común entre el cuidado y la experiencia estética puede ser su calidad de proceso dinámico que se retroalimenta. La atención de enfermería como actividad profesional se estructura en torno al llamado Proceso de Atención de Enfermería, que es la aplicación del método científico a la práctica asistencial. Consta de varias etapas pero también exige una continua reevaluación del proceso. No obstante, completar el proceso no es la única condición, tal y como dice Dewey: "es posible ser eficaz en la acción y, sin embargo, no tener una experiencia consciente" (Dewey, 2008a: 45) y "la perfección en la ejecución no puede ser medida o definida en términos de ejecución" (Dewey, 2008a: 55). Es necesario que las acciones vayan creciendo en significación para así culminar un proceso. La idea de la consumación en la que insiste Dewey se logra gracias a la atención consciente, que no va a ser continua pues sería incompatible con los parámetros cognitivos de la atención humana, pero sí alternante: "Experimentar es como respirar, consiste en un ritmo que alterna interiorizaciones y exteriorizaciones. Su sucesión forma un ritmo debido a la existencia de intervalos o períodos en los cuales una fase cesa mientras la otra está latente y se prepara" (Dewey, 2008a:64).

Esta comparación (experimentar-respirar) es significativa en el pensamiento de Dewey pues va a ser análoga con la de vida-experiencia. Para él la "criatura viviente" está más viva en tanto en cuanto "sobreviene la experiencia" (Dewey, 2008a:41). En el otro extremo está la mecanización o robotización de la vida, ya sea por un "exceso de receptividad" (Dewey, 2008a: p.52), o por defecto de esta, causando una "letargia interna" (Dewey, 2008a:41). De este modo, para deshacerse de la mecanización de las acciones es necesario que cada una sea integrada y modifique a la siguiente, y para esto es necesario el esfuerzo consciente y la creatividad. Asimismo, Dewey utiliza la expresión "tener alma" como antónimo de lo mecánico y lo muerto: "It expresses the conviction that the man or woman in question has in marked degree qualities of sensitive, rich and coordinated participations in all the situations of life. Thus works of art, music, poetry, painting, arquitecture have soul, while others are dead" (Dewey, 2008b:223).

De este modo, aun entendiendo el cuidado como un proceso, si este se realiza de modo automático, no estético, buscando solo la curación como fin y sin prestar atención a las acciones intermedias, la experiencia no se va a producir. Para hacerla posible es necesario incorporar cada pequeña parte del proceso usando la creatividad y la atención, tal y como defiende también Barbara Carper cuando expone el funcionamiento del patrón estético (Escobar-Castellanos & Sanhueza-Alvarado, 2018:62).

Carmen de la Cuesta-Benjumea plantea el cuidar en términos estéticos a través de lo que ella denomina artesanía del cuidado, que "implica inventar el cuidado, pero no solo como una tarea práctica para resolver problemas, sino como un oficio que transforma al paciente, el mundo material del cuidado y al propio cuidador" (Cuesta-Benjumea, 2007:110). Lo estudia fundamentalmente en el campo de los cuidados no profesionales, en los que no suele existir compensación económica sino solo de tipo emocional. La referencia a la artesanía vuelve a llevarnos a Dewey que nos dice que "la artesanía, para ser artística, en su sentido final, debe ser amorosa; debe interesarse profundamente por el asunto sobre el cual se ejercita la habilidad" (Dewey, 2008a: 55). Y a George H. Mead que destaca especialmente la creatividad como atributo esencial de la artesanía: "Es cierto que solo en la medida en que podamos dotar al ser humano del don del artesanado, del impulso creativo en cualquier dirección, y darle la oportunidad para expresarlo, solo en esa medida le brindaremos la posibilidad de disfrutar del deleite estético en medio de su labor; pero siendo la humanidad y la sociedad lo que son, puesto que aquello es francamente imposible, el placer estético se añadirá al trabajo solo hasta el punto en que sea posible introducir en él un interés creativo" (Mead, 2001:4).

Otra de las condiciones necesarias para la experiencia estética es su carácter transaccional o de interacción. Para Dewey: "Cada experiencia es el resultado de una interacción entre la criatura viviente y algún aspecto del mundo en el que vive. Un hombre hace algo, levanta, digamos, una piedra; en consecuencia, padece, sufre algo: peso, dureza, textura de la superficie de la cosa levantada. Las propiedades así padecidas determinan un acto ulterior. […] El proceso continúa hasta que surge una mutua adaptación, y esta experiencia llega a una conclusión" (Dewey, 2008a:51).

Como respuesta a esto tenemos la definición del cuidado que aporta Marie-Françoise Collière: "Cuidar es un acto individual que uno se da a sí mismo cuando adquiere autonomía, pero, del mismo modo, es un acto de reciprocidad que se tiende a dar a cualquier persona que requiere, temporal o definitivamente, ayuda para asumir sus necesidades vitales" (Collière, 2008:211-212).

Ciertamente, Dewey no exige que este fenómeno se dé entre dos seres humanos, y aunque en el ejemplo cita condiciones materiales tampoco es un requisito imprescindible, pero la connotación de intercambio es fundamental. Si aceptamos la mutua interacción entre persona y medio, es imposible negarlo en el caso del cuidado. Esto puede parecer obvio, pero es un aspecto en el que hay que insistir, pues tradicionalmente se han valorado los cuidados como un proceso totalmente unidireccional sin atender apenas a la retroalimentación que se produce en el que cuida. Por otro lado, la insistencia de Dewey sobre la relación recíproca es importante en cuanto a las condiciones de materialidad que el propio ser humano posee. El cuidado se establece gracias al contacto entre dos cuerpos, ambos dinámicos y maleables. Otros aspectos, como las relaciones de poder, van a influir en la ductilidad de cada uno pero no podemos negar su influencia mutua. Sobre la importancia del cuerpo, Collière lo va a considerar el "instrumento principal" y el "mediador" de los cuidados (Collière, 2008:238). Por lo tanto, si tomamos esto en consideración y lo aplicamos, es posible que se produzca ese "equilibrio entre hacer y padecer" (Dewey, 2008a:53) que propone Dewey para hacer posible una experiencia. Sin embargo, si el cuerpo del otro es valorado únicamente como un receptáculo pasivo y no se tiene en cuenta que también el cuidador es transformado por la relación establecida no hay equilibrio entre la acción y la recepción y, por lo tanto, tampoco experiencia estética.

Experiencia y recompensa emocional

Por último, otro de los puntos en común entre la experiencia y el cuidado estético se basa en que ambos constan de una cualidad emocional que les otorga unidad en su estructura. Cuidar a alguien lleva implícito una serie de acciones, algunas curativas y otras no, que si se logran percibir como un todo pueden llevar a integrarlo como una experiencia estética. Cuesta-Benjumea (2004) plantea, a partir de un estudio sobre familiares de enfermos con demencia, cómo el cuidado artesanal hace sentir a los cuidadores satisfacción por la labor realizada a pesar de la escasa respuesta inmediata a sus medidas curativas. Según esto, cuando los cuidados se realizan desde esta perspectiva son gratificantes. Tal y como dice Dewey, "la experiencia misma tiene una cualidad emocional satisfactoria, porque posee una integración interna y un cumplimiento, alcanzado por un movimiento ordenado y organizado" (Dewey, 2008a:45). Por el contrario, si lo que prima al cuidar es la mecanización o la tecnificación excesiva se puede llevar a cabo una atención excelente, pero que emocionalmente no constituirá una recompensa.

Muy relacionado con esta reflexión está un fenómeno como el altruismo, en el que se hace o se da algo a cambio de nada. Richard Sennet lo atribuye a un diálogo interior en el que la propia persona se alaba a sí misma por su acción, lo cual le reporta complacencia y autoafirmación. Pone un ejemplo de un estudio del sociólogo Richard Titmuss, en el que "compara a los donantes que no reciben nada a cambio, con aquellos que sí lo hacen; el donante que da gratuitamente siente una gran satisfacción con ello, mientras que el donante remunerado se presta a la donación con escasa o ninguna emoción" (Sennet, 2012:110).

No obstante, como ya se ha explicado anteriormente, esto no significa que el proceso en sí haya sido placentero. Incorporar lo precedente implica, para Dewey, "una reconstrucción que puede ser dolorosa" (Dewey, 2008a:48), a lo que se añade también un componente de "incertidumbre y suspensión" (Dewey, 2008a:50). Lo cual nos lleva a otra conexión entre experiencia y cuidado. Cuesta-Benjumea plantea que "el cuidado se desarrolla en un terreno inestable y en un contexto general de incertidumbre y contingencias" (Cuesta-Benjumea, 2007: 110), y Collière sitúa la incertidumbre en el centro de la epistemología de los cuidados. Para ello se inspira en el Método de la Complejidad propuesto por Edgar Morin, que reivindica la incertidumbre como punto de partida y de llegada en el conocimiento: "El método es un camino hacia lo desconocido donde se aprende a reconocer elementos conocidos, a encontrar fenómenos que se hacen familiares a medida que se recorre el trayecto, sirviendo así para pasar a otras dimensiones de lo desconocido. Ahora bien, todo cuidado de enfermería obliga a encontrarse con lo desconocido de los seres vivos" (Collière, 2008:231).

Conclusiones

Una vez valorada la experiencia en los términos que John Dewey propone, las analogías que se establecen con el cuidado son evidentes. Gracias al desarrollo filosófico que este autor nos aporta es posible plantear la hipótesis que, de igual modo que la experiencia estética produce una sensación placentera en quien la consigue, así puede ocurrir con el proceso de cuidar. Potenciar la dimensión estética de los cuidados, tan devaluada con el auge del cientificismo y el enfoque biomédico, es una oportunidad para mejorarlos. Pero no solo desde el punto de vista del paciente, sino atendiendo a las emociones generadas también en el cuidador y visibilizando la mutua transformación. Comprender el cuidado como una actividad estética en sí misma puede convertir una tarea tediosa y rutinaria en algo gratificante. Por supuesto, esto no va a disminuir la dificultad de la labor ni las circunstancias desagradables, pero sí que puede constituir un camino alternativo y no un callejón sin salida como muchas veces pueden resultar unos cuidados mal planteados que solo conducen a la frustración.

De este modo, gracias a la recompensa emocional que la sensación experiencial origina, podríamos argumentar que se produce un refuerzo positivo que colabora en la permanencia de los cuidados. No obstante, es importante hacer hincapié en el carácter hipotético de este planteamiento, el cual necesita de estudios posteriores que lo corroboren, ya sea a través de metodologías cuantitativas o cualitativas para confirmarlo y otorgarle rigor científico.

Investigar sobre estas cuestiones es una tarea pertinente, así como también incorporar la reflexión a la práctica cotidiana para conseguir familiarizarnos con términos que en un primer momento pueden parecer demasiado abstractos para las enfermeras, pero cuya comprensión es un acicate para incrementar la calidad de los cuidados.

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Recibido: 22 de Septiembre de 2020; Aprobado: 21 de Agosto de 2021

CORRESPONDENCIA: martadelafuent@gmail.com

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