Sr. Director: El mundo globalizado actual ha promovido que en los países se aborden procesos, métodos e información basada en una red de integración económica, política, culturales, sociales y tecnológicos, dando lugar a un mundo más interconectado.1 La aparición de la enfermedad Covid-19 ha puesto al descubierto la situación sanitaria de los países en vías de desarrollo, sobre todo en Latinoamérica. Los establecimientos de salud evidenciaron enormes carencias de desabastecimiento de los recursos materiales y humanos, sobre todo la falta de equipos de protección personal para combatir esta pandemia, así como también la necesidad de apoyo financiero y cooperación internacional.2
Esta enfermedad ha generado la reflexión sobre la necesidad de fortalecer competencias preventivas en el entorno individual, familiar y social para el cuidado ambiental y medidas de bioseguridad rigurosas a nivel mundial como parte de un compromiso global y con celo de acciones preventivas dentro de una sociedad para la supervivencia humana.3 En este sentido existe la necesidad de una profunda reforma sanitaria mundial que refuerce el sentido de derecho, universalidad en salud, fomentar el sentido de integración, donde se cuente con apoyo financiero y cooperación internacional, que sirvan a su vez para tener una red integrada de información epidemiológica de excelente calidad en beneficio de toda la sociedad. En países de Latinoamérica han sufrido dificultades para contar con el acceso a la salud y sobre todo la cobertura universal para cubrir sus necesidades de salud a consecuencia de la Covid-19. El sistema de salud a nivel global ha visibilizado las fallas en los procesos de atención de la salud en situación de riesgos, desastres y pandemias mundiales, no contando con planes de contingencia, develando la vulnerabilidad del sistema sanitario mundial, carente de una respuesta oportuna en salud y a acciones eficaces para asumir medidas preventivas dirigidas a la persona, familia y comunidad.4
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (2021) reporta que han fallecido en Latinoamérica por Covid-19 un total de 1.300.000 personas. En Argentina, 105.113; Bolivia, 17.784; Brasil, 554.626; Chile, 35.295; Colombia, 120.126; Ecuador, 31.549; Paraguay, 14.876; Perú, 196.214; Uruguay, 5.953; Venezuela, 3.558. Estas cifras vienen mostrando las carencias de medidas de protección personal, como el incumplimiento del distanciamiento social, lo que ha puesto en juego el sentido de la vida y la muerte, siendo una línea tan delgada en el contexto social en tiempo de pandemia, lo cual incrementó situaciones de incertidumbre para afrontar la cercanía a la muerte al sentido de esperanza, significado de vida, y poder lograr mejorar su calidad de vida hasta su fallecimiento.5 Las consecuencias de este virus han sido devastadoras, no tiene edad, raza, color ni mucho menos posición económica, política o social, ha llevado al aislamiento y ha acabado con la productividad de muchos países llevándolos a las puertas de la ruina.6,7
El sufrimiento no lo experimentan los cuerpos sino las personas y es precisamente el profesional de enfermería quien a través de la administración de sus cuidados promueven el confort y minimizan el sufrimiento, recuperando, previniendo y participando en el control de la pandemia.8 En este sentido, el cuidado es la piedra angular del ejercicio profesional de enfermería, posee una eminente dinámica interpretativa producto del análisis crítico de la valoración obtenida en las relaciones terapéuticas profundas y armoniosas, favoreciendo la sinergia enfermera-paciente donde el crecimiento es mutuo.9 Es así, que durante el quehacer en esta pandemia se identificaron conductas para garantizar la seguridad instrumental en las unidades móviles, la seguridad profesional y la seguridad del paciente en la atención prehospitalaria móvil. Se identificó una preocupación por la seguridad de los profesionales y pacientes, se adoptaron conductas para la prevención y el control de la pandemia mediante el uso de equipos, materiales y preparación de la ambulancia.10 Por ello, se deben considerar los aspectos subjetivos de los profesionales involucrados, como la preparación técnica y psicológica, que es un aspecto fundamental tanto para atender a la población como para la seguridad del paciente y del profesional en términos de exposición al virus. Finalmente, la pandemia del Covid-19 se convirtió en una oportunidad de mejorar la práctica del cuidado bajo un enfoque holístico predominando lo espiritual para enfrentar las vicisitudes y respuestas de salud buscando la innovación, creatividad y compromiso ante la vida, que fueron soporte para luchar contra la enfermedad incluso con la muerte.