Un Semillero de Investigación integra a personas comprometidas con la promoción del conocimiento científico que comparten un espacio de interacción e intercambio entre investigadores emergentes y consolidados. Con esta fórmula de aprendizaje se superan los limitantes formales del trabajo académico e institucional, favoreciendo la creatividad y la capacidad de respuesta que la sociedad espera de los investigadores. Lo que se pretende es cultivar las capacidades necesarias para afianzar la cultura investigadora, estimulando el pensamiento crítico y fomentando competencias para el trabajo intelectual riguroso, guiado por los principios éticos que rigen la actividad científica y su difusión. El joven investigador suele tener inquietudes diferentes, con una inclinación natural a hacerse preguntas. El Semillero ha de servir de estímulo para hacer plausible su incipiente actividad investigadora, actuando como motor de desarrollo de sus potencialidades y favoreciendo su conciencia de compromiso con el impacto social del conocimiento. Recientemente, la Cátedra Index ICS (UCAM-Fundación Index) ha abierto el programa de semilleros SEMIsalud, con el que pretende potenciar la formación de espíritus científicos, a la vez que acreditar la actividad llevada a cabo por grupos emergentes de investigación. A continuación, proponemos algunas claves para construir semilleros de investigadores e investigadoras capaces de aprender haciendo, de trabajar de forma colectiva, de transformar la competitividad en relaciones sustentadas en la cooperación científica, en redes donde se compartan recursos y proyectos.
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Convocar a un equipo de personas comprometidas con el avance del conocimiento que estén dispuestas a cooperar por el bien común y el crecimiento intelectual.
Un semillero atrae a estudiantes de grado y posgrado con vocación investigadora, a profesionales egresados en vías de consolidación, pero también a expertos reconocidos, a académicos y a investigadores consolidados, e incluso a ciudadanos sensibles con el avance de la ciencia.
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Suscribir un acuerdo de constitución del semillero donde se recojan sus fundamentos y las condiciones operativas.
Clarificar los objetivos que se persiguen, las actividades calendarizadas, la distribución de responsabilidades y los procedimientos más habituales.
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Determinar con la institución de acogida las condiciones estructurales para que el semillero desarrolle su labor en un ambiente de aprendizaje amigable y flexible.
El semillero no tiene por qué formar parte de la estructura orgánica de una institución, pero se recomienda que cuente con el patrocinio de una estructura u organización pública o privada que le apadrine, además de contar con otras que ejerzan su mecenazgo.
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Adoptar una denominación del semillero que represente los valores y saberes que se pretenden cultivar.
Asignándole el nombre de una persona relevante, contribuimos a fomentar su reconocimiento social y a hacer visible una trayectoria que merece ocupar un lugar en la historia.
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Fijar los compromisos de investigadores consolidados y senior en el apoyo de las trayectorias investigadoras emergentes.
Los jóvenes investigadores apreciarán que sus maestros les inculquen los valores del conocimiento transformador y sostenible que conducen al desarrollo de la sociedad y al progreso científico.
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Establecer colaboratorios de aprendizaje intergeneracional que promuevan la transferencia de experiencias superando las limitaciones de la presencialidad.
La lectura crítica y discusión de trabajos científicos, así como conversatorios y grupos de discusión sobre asuntos de interés estratégico para el área de investigación, pueden resultar efectivos programándose de manera sincrónica.
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Programar actividades formativas de carácter metodológico sobre aplicación sistémica del método científico a campos concretos.
Resultarán más efectivas las iniciativas sustentadas en metodologías participativas y una orientación pedagógica que fomente la creatividad y la cooperación interdisciplinar.
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Garantizar el acompañamiento tutelado cuando jóvenes investigadores asuman responsabilidades en procesos de gestión del conocimiento.
Especialmente ante la formulación y ejecución de proyectos de investigación, en el diseño de instrumentos metodológicos, la redacción de informes de investigación, comunicados en eventos científicos, publicaciones, etc.
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Inculcar el valor del impacto social de la investigación y la importancia de garantizar los procesos de transferencia en investigaciones aplicadas.
Cultivar competencias para cooperar en la comunidad científica, para contribuir a las organizaciones y para compartir el conocimiento con la ciudadanía.
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Establecer mecanismos de fidelización que hagan sostenible al semillero en el tiempo, reforzando el sentido de pertenencia y asegurando el reconocimiento institucional.
Instaurar circuitos ágiles de adscripción y un sistema de incentivos claros y objetivables, que primen la promoción de participantes junior, previniendo posibles abusos (se trata de voluntarios, no de esclavos).