Introducción
El consumo de alcohol en jóvenes es una expresión de distintos fenómenos sociales, por un lado, representa una problemática y riesgo,1 pero también juega un papel en los procesos de socialización, e incluso de tránsito en el curso de vida o en los rituales hacía la adultez.2 Diversos estudios coinciden que está en gran medida determinado por el aprendizaje social visto desde diversas esferas como la económica, la educación, la familia, las instituciones, formas de ocio entre otras,3 siendo reconocido como una conducta altamente voluntaria y atada a la toma de decisiones autónomas.4,5
En estos estudios se hace referencia a que el consumo de alcohol es motivado por múltiples expectativas que mueven y dinamizan el comportamiento, representan una forma de acercamiento y sentido de pertenencia en los jóvenes.6 Mientras que, desde la perspectiva preventivista, las estrategias se orientan a presentar las características de los consumidores y las consecuencias en la salud.13
A pesar de que el joven tiene la influencia del entorno social, varios autores coinciden en que los consumidores no obedecen de forma irrestricta a la oferta de bebidas alcohólicas, ni a las influencias del medio social y cultural, por lo tanto, han de considerarse como activos en la toma de decisiones y capaces de actuar a partir de sus propias habilidades.7,8 Para ello, es necesario que logren acceder y posicionarse como sujetos de conocimiento y deliberación sobre las condiciones y expectativas subyacentes a esa elección, de manera consciente (Que siente, piensa y actúa con conocimiento de lo que hace) y elaborada a partir de sus propios juicios, creencias, necesidades y proyectos, y ser vistos desde la perspectiva del desarrollo positivo.9,10
Las estrategias de prevención o reducción de consumo de alcohol en Latinoamérica no evidencian una reducción significativa del consumo y continúan mostrando los mayores porcentajes de consumo en la población joven afianzados por otros estilos de vida contemporáneos,11 por esto urge comprender los aspectos sustanciales y metodológicos de los recursos que han girado en torno a la reducción del consumo de alcohol, con el ánimo de ser más efectivos con las intervenciones.12 Esta revisión buscó responder a la pregunta: ¿Cuáles son las intervenciones o estrategias para prevenir y reducir el consumo de alcohol en la población universitaria?
Método
Revisión realista que busca trazar rutas para el abordaje del consumo de alcohol en jóvenes, este tipo de revisión “es una metodología estructurada de síntesis cualitativa y sistematizada, utilizada para responder a necesidades de políticas, programas e intervenciones complejas.”14
Siguiendo el formato RAMESES15 se revisó literatura durante los meses de abril a mayo de 2020 en bases de datos PubMed, Cuiden, SciELO y la Biblioteca Virtual en Salud, así como en páginas gubernamentales y en Google Scholar. Se usaron los DeCS/Mesh Terms: Consumo de alcohol en la universidad, consumo de bebidas alcohólicas, adulto joven, ocio, actividades de ocio, participación social y sus equivalentes en inglés y portugués. Como criterios de inclusión se tuvo en cuenta documentos publicados en el año 2014 y hasta abril del 2020. Se incluyeron documentos de América Latina, cuya población fueran jóvenes universitarios. Se incluyó artículos cualitativos, cuantitativos descriptivos, estrategias, políticas, guías, modelos y programas.
Una vez leídos los resúmenes, se seleccionan 209 documentos de los cuales se excluyen 19 por ser duplicados. De 190 documentos ingresan a la revisión 46 dada la tipología del documento. A estos se les realizó lectura completa y crítica, estableciendo el diseño metodológico, los participantes, las intervenciones, y la síntesis de resultados. Lo anterior permitió que se descartaran documentos que tenían debilidades teóricas y metodológicas, quedando un total de 13 documentos. De los cuales 11 se catalogaron como estrategias prometedoras y 2 como intervenciones.
Para el análisis crítico se construyó un instrumento de observación que contenía los siguientes ítems: supuestos sobre juventud, participantes y escenarios. Otros aspectos se relacionaron con los mecanismos relevantes, por lo tanto, se observó la intervención y los elementos que contenían dichas intervenciones. Otro foco de observación fueron las influencias hipotéticas que se relacionaba en quién, cómo y qué pudo haber pasado para que se obtuviera resultados de la intervención.16
Cada documento fue revisado por dos lectoras diferentes y se trianguló la información con una tercera investigadora, quien permitió discernir aspectos sobre algunos documentos que generaron debate, o parecían inconclusos para la revisión realista.
Resultados
Como elemento para la selección, lectura, análisis y síntesis de los documentos se planteó la teoría de cambio, necesaria en este tipo de revisiones (Figura 1), que reconoce en primera instancia a los jóvenes como actores, sujetos de derecho y autónomos. A partir de esta premisa, se consideró que para que se dé un consumo consciente de alcohol, todas las intervenciones deberían actuar sobre dos mecanismos: participación social, basada en la acción; y el uso del tiempo, en específico, tiempo de ocio. Así mismo, se estableció que estos dos mecanismos estaban influidos por: la consciencia de sí (autonomía y cuidado), la introspección (reflexividad) y la motivación (voluntad) a nivel individual. Y a nivel colectivo, están influidos por la institucionalidad, el contexto sociohistórico y la cultura colectiva del Ser-joven en Colombia. Así, la teoría de cambio se enmarca en la relación que se teje entre lo micro-sistémico y lo macro-sistémico,17 es decir, los micro-dinamismos o nivel psicocultural18 que expresan los campos de acción que desarrollan y vivencian los jóvenes frente al consumo de alcohol.
Discusión
Lo individual y la potencia en la participación social y el ocio. Lo que aquí se denomina individual se reconoce desde el sujeto histórico,19 hace referencia a comprender el hecho de que, aunque las circunstancias no han sido elegidas por el sujeto, este puede apropiarse de la voluntad de acción, así, a pesar de que existen escenarios “inmodificables, en la conciencia crítica se suscita la potencialidad hacia la apropiación y transformación de realidades.20 Los procesos de subjetivación, reconocidos hoy como eje para la agencia en salud,21,22 requieren la interdependencia entre tres elementos que aparecen en ocasiones explícitamente en los documentos revisados, la conciencia de sí, la introspección y la motivación.23 La manera en la que los textos señalan a estos tres elementos es la autonomía, punto de partida en cualquier intervención o estrategia que se pretenda dar desde el ocio.24,25
Sin embargo, en la literatura parece que existe la necesidad de intervenir la autonomía, este hecho es notable en el reclamo que se hace para que exista una educación del ocio, en las normas que regulan las maneras en que los jóvenes deben o pueden participar, y qué actividades o acciones pueden considerarse como productivas o de “buen ocio” cuando se es joven.26,27
Por otro lado, en los textos revisados los jóvenes reclaman que sean los adultos quienes les señalen el camino (charlas, talleres, actividades), dado esto, podemos notar, se crea una tensión, entre su capacidad de autodeterminación y la espera pasiva. Frente a esto, Fernández Quispe deja ver que los jóvenes sugieren la intervención del adulto, aunque esta se pone en duda o sea considerada incompleta, porque no responde a sus intereses.6
Por tal razón, las estrategias deben considerar que el consumo es parte de un universo simbólico que invita a la extraversión, a diferenciarse de los adultos,28 a estar juntos,29 a compartir sensibilidades (por la música, el baile, el arte, la moda, etc.) y a ser visibles a los jóvenes.30 Las estrategias en lo individual deben ser prescritas desde el mundo de vida que el joven construye, de este modo, quienes coordinen la estrategia deberán ser observadores y mediadores activos, para establecer la relación que se da entre los procesos de participación social-ocio con el consumo de alcohol. 31
Lo colectivo y la potencia en la participación social y el ocio. Desde lo colectivo, tres elementos estructurales ayudan a leer y comprender los dinamismos que se (re)crean como cotidianidad:32 institucionalidad, momento socio histórico, y cultura colectiva del joven. A los tres es necesario verlos como elementos vinculares y determinantes en la cosmovisión del joven frente al consumo.
Lo anterior nos permite evidenciar un punto de fuerza, y es el poder que se ha establecido desde una cultura mercado-centrada, reconocida como modelo capitalista, y representada en una sociedad llamada de consumo. Este aspecto de carácter socio histórico e institucional se reconoce en los documentos encontrados como publicidad y globalización.33 Esto nos lleva a reflexionar no por la venta publicitaria del alcohol en sí misma, sino por la venta de una cultura joven plegada a ese consumo,34 donde se visualiza un mercado juvenil, basado en lo simbólico, desde la alegría, la libertad, la toma de decisiones y la finitud de esta etapa de la vida.30
La lectura de estas dos, la cultura de consumo y la globalización sobre la concepción, representación y entendimiento de la cultura colectiva de jóvenes y sus tiempos de ocio y de participación social, se ha hecho en el mayor de los casos desde una visión adulto-centrista.35 Esta mirada produce un joven idealizado para el futuro, responsable, libre de vicios o problemas y productivo.36 Por esta razón, el tiempo de ocio es vital en la consolidación de este ideal.37
Se evidencia una serie de tensiones, por ejemplo, entre los discursos de la búsqueda de orientar el buen uso del tiempo libre con las premisas de autorregulación, autoeficacia y autonomía que se supone el joven tiene en su repertorio de capacidades. Y por otro lado, el nombramiento de un camino a la adultez desde la que se les cuestionan y deslegitiman sus decisiones sobre la diversión, e incluso se estigmatiza su tiempo de ocio.24,38
Conclusiones
La revisión de la literatura y de la realidad propuesta, permitió establecer unos elementos que de ser vistos de manera no lineal podrían presentar una ventana de oportunidades al trabajo con y por jóvenes en el tema de consumo de alcohol.
Un primer gran elemento es la necesidad del reconocimiento del joven como sujeto histórico-relacional, así, la autonomía es el reconocimiento del joven en producción con los otros y no su meta para convertirse en adulto.
El segundo elemento es la concreción de que las estrategias deben darse con el ingreso a los mundos de los jóvenes desde el respeto, el diálogo de saberes, y sobre todo el reconocimiento de las autonomías, sin romper con el cotidiano, sino entretejiéndose con sus propias rutas de cuidado como sujeto histórico.
El tercer elemento es reconocer que las estrategias para el consumo consciente de alcohol solo son posibles cuando entren en concordancia, con el mundo de la participación social y de los espacios de ocio ya instaurados por los jóvenes.
El cuarto elemento es reconocer el ocio desde la diversidad que se presenta en los mundos de vida humanos, así evitar reducirlo en una estrategia, pues en este tiempo-espacio, se crean y recrean la creatividad, las formas de resistir, de transmitir, de hacer-se historia, de construir colectivo.