SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.24 issue6Immediate-release fentanyl as coadyuvant for control the side effects off immunotherapy. Clinical caseInterventional therapies for pain management in symptomatic knee osteoarthrosis author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

My SciELO

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Revista de la Sociedad Española del Dolor

Print version ISSN 1134-8046

Rev. Soc. Esp. Dolor vol.24 n.6 Madrid Nov./Dec. 2017

https://dx.doi.org/10.20986/resed.2017.3550/2016 

REVISIÓN MBE

Tratamiento con opioides en dolor crónico no oncológico: recomendaciones para una prescripción segura

Treatment with opioids in chronic non-cancer pain: recommendations for safe prescribing

R. Calvo-Falcón1  2  3  , L.-M. Torres-Morera4 

1Unidad del Dolor. Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. Santa Cruz de Tenerife. España

2Unidad del Dolor. Hospital San Juan de Dios. Santa Cruz de Tenerife. España

3Unidad del Dolor. Hospital Vithas Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife. España

4Unidad del Dolor. Hospital Universitario Puerta del Mar. Cádiz. España

RESUMEN

La prescripción de opioides para el dolor crónico se ha incrementado en las últimas décadas. Sin embargo, las dudas sobre su seguridad a largo plazo, un uso inadecuado y el desarrollo de conductas aberrantes asociadas a opioides (CAAO) dificultan la toma de decisiones clínicas, provocando un tratamiento insuficiente del dolor crónico. Diversas guías prácticas han establecido recomendaciones para el control de los pacientes que reciben opioides a largo plazo. Cualquier médico debe conocer las herramientas disponibles para identificar a aquellos pacientes que presenten un riesgo elevado de mal uso de los opioides. Debe, además, saber cómo detectarlo y abordarlo sin comprometer el tratamiento óptimo del dolor en aquellos pacientes que sí pueden beneficiarse de un uso correcto de los opioides. En el presente trabajo se revisan las principales guías de práctica clínica, revisiones sistemáticas, recomendaciones y estrategias para minimizar los riesgos de los opioides en el tratamiento del dolor crónico no oncológico.

Palabras clave: Opioides; dolor crónico; abuso; conductas aberrantes asociadas a opioides; adicción

ABSTRACT

Prescription of opioids for chronic pain has increased in recent decades. However, issues arise about their long-term safety, abuse and opioid-associated aberrant behaviors that hinder clinical decision-making, thereby contributing to insufficient treatment of chronic pain. Several clinical practice guidelines have established different recommendations for monitoring patients receiving long-term opioid therapies, and screening tools have been recommended to identify those at high risk. Every physician should be aware of the tools available to identify those patients requiring opioid treatment and having a high risk of addictive behaviors, knowing how to detect and treat it without compromising the optimal management of pain in those patients who can benefit from correct use of opioids. We hereby review the main clinical practice guidelines, systematic reviews, recommendations and strategies to minimize the risks of opioids in the treatment of chronic non-cancer pain.

Key words: Opioids; chronic pain; abuse; opioid-associated aberrant behaviors; addiction

INTRODUCCIÓN

El dolor crónico no oncológico y el mal uso de los opioides prescritos son dos realidades muy prevalentes. La prescripción de opioides para el dolor crónico se ha incrementado notablemente en las últimas décadas; sin embargo, las dudas sobre su seguridad a largo plazo dificultan la toma de decisiones clínicas 1) (2) (3. Existen médicos, preocupados por posibles problemas de adicción en sus pacientes, que son reacios a prescribir estos fármacos, contribuyendo con ello a un tratamiento insuficiente del dolor crónico 4. Esta situación ha hecho que múltiples sociedades científicas elaboren guías sobre el uso racional de opioides 5) (7) (8) (9) (10) (11) (12) (13) (14. Estas establecen que los pacientes con factores de riesgo de adicción no necesariamente deben ser excluidos de la terapia con opioides si se ha determinado que precisan dicho tratamiento, sino que deben utilizarse después de establecer un plan terapéutico y de monitorización individualizada 15.

Pero, ¿de qué medios dispone el médico para afrontar esta realidad? Por un lado, se han recomendado distintas herramientas de cribado para estratificar a los pacientes según su riesgo de posible mal uso de opioides 16) (17, que requerirán de un seguimiento más estrecho. Algunas de estas herramientas son válidas para pacientes en los que el tratamiento ya se ha iniciado 18) (19) (20. Por otro, la elección del opioide mayor debería tener en cuenta los diferentes mecanismos de acción de los opioides, que pueden influir en su potencial de abuso 21) (22. En cualquier caso, es necesario saber reconocer las conductas aberrantes asociadas a opioides (CAAO) para poner en marcha las estrategias de seguimiento y tratamiento más adecuadas para cada paciente 23.

MATERIAL Y MÉTODOS

Revisión sistemática de guías de práctica clínica, ensayos clínicos y revisiones disponibles en Pubmed y Cochrane Databases. Los términos utilizados fueron "pain y opioid*", o cualquiera de los dos con los términos con "chronic opioid, chronic, non cancer pain, chronic opioid therapy, chronic non-malignant pain, guidelines, practice guidelines, clinical practice guidelines, aberrant drug related behavior, drug abuse, drug dependence, noncompliance, addiction, misuse, overdose, drug screens, urine toxicology screens". La estrategia y los términos de la búsqueda se detallan en Tabla I.

Tabla I ESTRATEGIA Y TÉRMINOS DE LA BÚSQUEDA 

Se incluyeron guías de práctica clínica, ensayos clínicos y revisiones sistemáticas disponibles en Pubmed y Cochrane Databases.

DEFINICIONES

Con respecto al trastorno por consumo de sustancias opioides, los síntomas de la dependencia a los opioides y el abuso de opioides, entidades antes separadas, en el "Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders 5th Edition" (DSM-IV) se integran en una nueva definición 24, considerándolas una sola enfermedad. El paciente que presente más de dos síntomas padece un trastorno asociado al consumo de opioides (Tabla II).

Tabla II CRITERIOS DIAGNÓSTICOS DE ALTERACIONES EN EL USO DE OPIOIDES SEGÚN EL DIAGNOSTIC AND STATISTICAL MANUAL OF MENTAL DISORDERS, 5TH EDITION (DSM-5) 24  

Se requieren un mínimo de 2-3 criterios para un diagnóstico de alteración leve, 4-5 en el caso de moderada, y 6-7 en el caso de severa.

Conductas aberrantes asociadas a opioides (CAAO)

En primer lugar, conviene distinguir entre distintos aspectos relacionados con el consumo de opioides, tales como la tolerancia, la dependencia física, la adicción o el abuso 25. La Sociedad Española del Dolor (SED) ha actualizado recientemente estas definiciones 26 (Tabla III).

Tabla III CONDUCTAS ABERRANTES ASOCIADAS A OPIOIDES. DEFINICIÓN DE TÉRMINOS 26  

Aunque se desconoce la prevalencia real del uso indebido de opioides, se han comunicado tasas del 18-32 % en distintas poblaciones clínicas 25) (27) (28) (29. Este uso incorrecto suele mostrar patrones de conducta característicos, tales como "préstamos" de medicamentos, uso de fármacos no prescritos o ilegales, solicitud de recetas anticipadas, mayor número de médicos consultados para obtener más recetas (conocido como "doctor shopping") 30, consumo de opioides para conseguir efectos no analgésicos, etc. Sin embargo, ninguna de estas conductas proporciona pruebas concluyentes de adicción y pueden responder a una pseudoadicción 31, llevando a concluir erróneamente que los pacientes están usando mal los medicamentos cuando en realidad están recibiendo una dosis inadecuada o están siendo tratados insuficientemente 32.

Las guías acerca del tratamiento crónico con opioides en dolor no oncológico concluyen que los antecedentes de trastornos por consumo de sustancias son el mejor factor predictivo de un uso indebido y de una mala respuesta al tratamiento 27.

RESULTADOS

Estrategias de gestión de riesgos con el uso de opioides

Las guías clínicas internacionales publicadas hasta el momento establecen unos principios generales y recomendaciones básicas comunes, con ligeras diferencias, para el uso de opioides en pacientes con dolor crónico no oncológico de la manera más segura y eficaz para el paciente 5) (6) (7) (8) (9) (10) (11) (12) (13) (14:

  1. Evaluación inicial del paciente mediante una completa historia clínica de su dolor, exploración física, factores desencadenantes, características, tratamientos farmacológicos o intervencionistas previos 32) (33. Se debe realizar una valoración del dolor, además de cómo afecta este a sus actividades cotidianas y funcionalidad 5) (6) (7) (8) (9) (10) (11) (12) (13) (14. Se hará énfasis en identificar factores de riesgo relacionados con los efectos secundarios de los opioides, así como una valoración psicosocial que pueda alertar de un posible mal uso o abuso de fármacos 34. Asimismo, se realizará algún cuestionario de valoración del riesgo de adicción a los opioides, junto con una valoración de antecedentes de consumo de tabaco, alcohol o abuso de alguna otra sustancia 35) (36.

  2. Se suele recomendar una fase de prueba al opioide para decidir posteriormente si se sigue o no con el tratamiento 16.

  3. Se proporcionará al paciente una información adecuada sobre los beneficios que se espera conseguir y los posibles riesgos. Se obtendrá un consentimiento informado/pacto terapéutico, preferiblemente firmado, en el que se detalle toda la información 37 (Figura 1).

  4. Generalmente se reservarán los opioides como tratamiento de segunda línea cuando el resto de tratamientos farmacológicos e intervencionistas no hayan sido eficaces.

  5. La selección del opioide, su vía de administración y dosis de mantenimiento se harán en función de las características del paciente y de su respuesta al tratamiento.

  6. El tratamiento se iniciará con la menor dosis requerida para obtener un alivio significativo del dolor y/o mejoría de la funcionalidad o actividades (generalmente de más de un 30 %), 38 con los mínimos efectos secundarios. Para titular la dosis se utilizarán preferentemente formulaciones de acción rápida o corta hasta llegar a la dosis necesaria eficaz y segura.

  7. Comenzado el tratamiento, se realizarán controles periódicos para detectar una posible desaparición de la mejora, o la aparición de efectos adversos o de conductas aberrantes asociadas 39.

  8. Aunque los opioides mayores no tienen techo terapéutico, en casi todas las guías se recomienda una dosis máxima, ya que se observa que aparece una "dosis de estancamiento" con la que no aumenta la mejoría del dolor/funcionalidad y sí los efectos adversos y riesgos de adicción para el paciente. Esta dosis máxima varía según las guías, desde la equivalencia de 200 mg de morfina/día 5, 120 mg 6, 120-180 mg 8, 120 mg 7 hasta la más reciente y restrictiva de 90 mg 12.

  9. Las recomendaciones en cuanto al análisis de opioides en orina también son variadas. Hay guías que recomiendan hacerlo previamente al inicio del tratamiento y de forma rutinaria para monitorizar la adherencia 6, mientras que otras lo reservan solo a aquellos pacientes con un riego elevado de conductas aberrantes 5.

  10. Debe considerarse la rotación de opioide cuando el anterior haya perdido eficacia, o en función de efectos secundarios, necesidad de dosis máxima o aparición de conductas aberrantes 40. Algunas guías recomiendan disminuir un 50 % la dosis equivalente del nuevo opiáceo por riesgo de sobredosis 7 para volver a titular de nuevo la dosis óptima.

Fig. 1 Modelo de consentimiento informado para pacientes tratados con opioides. 

Herramientas para valorar el riesgo de adicción

Entre las herramientas (cuestionarios autoadministrados) para valorar previamente al tratamiento el riesgo de que un paciente pueda desarrollar conductas aberrantes y/o adicción a los opioides, destacan el "Opioid Risk Tool" (ORT) 41 y el "Screeener and Opioid Assessment for Patients with Pain", tanto en su primera versión (SOAPP) 42) (43 como en una segunda revisada (SOAPP-R) 44) (45) (46.

El ORT, que valora 4 parámetros, encontró, en un estudio prospectivo a 12 meses en 185 pacientes en tratamiento crónico con opioides, que presentaban conductas aberrantes un 6 % de los pacientes valorados como de bajo riesgo (puntuación 0-3), un 28 % de aquellos con riesgo moderado (4-7 puntos) y un 91 % de aquellos con alto riesgo (> 8 puntos). El estudio no valoró, sin embargo, la presencia de mal uso mediante análisis de orina 41.

El SOAPP v.1, que también es un cuestionario autoadministrado al paciente, consta de 24 ítems. En dos estudios prospectivos 42) (43 realizados en 397 y 175 pacientes tras 5 y 6 meses con tratamiento opioide, se obtuvo que pacientes con puntuaciones > 7-8 eran de alto riesgo, con un ratio de probabilidad positiva de 2,90 y 2,90, respectivamente. La valoración de mal uso se realizó mediante cuestionarios y análisis de orina.

El SOAPP-R, también con 24 ítems, fue creado posteriormente para que las preguntas no fueran tan indicativas de que se estaba estudiando el abuso de sustancias. Fue valorado prospectivamente en un estudio de 283 pacientes, durante 5 meses, con una sensibilidad de 0,8 y una especificidad de 0,68, y un ratio de probabilidad positiva de 2,5 46.

Sin embargo, aunque estos cuestionarios pueden servir para documentar el riesgo, su evidencia es limitada 47 y no se ha demostrado que proporcionen más información que la que se obtiene simplemente preguntando al paciente si ha consumido drogas o medicación con fines diferentes a los prescritos 48. Por tanto, una historia clínica completa, junto con sus revisiones correspondientes, es la mejor medida para detectar cualquier uso indebido de opioides 49.

Casi todos estos cuestionarios, así como otras materiales o herramientas para el tratamiento de los pacientes, se pueden obtener de diversas fuentes de información, como por ejemplo https://www.painedu.org/.

Seguimiento del paciente en tratamiento opioide

Aunque existen múltiples cuestionarios para seguir al paciente una vez instaurado el tratamiento (muchos de ellos adaptados desde el campo de la psiquiatría), se ha recomendado la escala de medición del uso indebido actual de opioides (Current Opioid Misuse Measure to Monitor [COMM]). Esta escala ayuda a identificar a aquellos pacientes tratados con opioides que los están usando de forma incorrecta; fue validada en pacientes tratados con opioides durante una media de 5,7 años 37) (20. La escala COMM es una autoevaluación breve desarrollada con el asesoramiento de un grupo de expertos en dolor y adicciones. Se identificaron 6 cuestiones clave para determinar si los pacientes que ya reciben tratamiento a largo plazo con opioides exhiben conductas aberrantes como signos y síntomas de intoxicación, labilidad emocional, datos indicativos de una respuesta deficiente a los medicamentos, adicción, patrones de mal uso de los servicios de salud, y comportamiento problemático con respecto a la medicación. Consta de 17 puntos y deben sumarse las calificaciones de todas las preguntas; una puntuación ≥ 9 se considera positiva e indicativa de riesgo de adicción.

Otra herramienta para el seguimiento y detección del fenómeno "doctor shopping" es la informatización de la dispensación de opioides. Actualmente el sistema de "receta electrónica" permite conocer la medicación prescrita retirada por el paciente, tanto con recetas oficiales como con recetas privadas.

Sin embargo, la evaluación clínica del paciente en las revisiones tiene que ser una de nuestras mejores herramientas. Casi todas las guías de práctica clínica recomiendan la reevaluación de "las cuatro A's": analgesia, actividades de la vida cotidiana, efectos adversos y aparición de conductas aberrantes 50. La mejora analgésica y funcional estará mostrando la eficacia del tratamiento opioide, que debería ser de, al menos, un 30 %. Los efectos adversos se tratarán anticipándose a ellos y buscando el equilibrio con la mínima dosis eficaz de opioides. La aparición de CAAO, dosis máxima, efectos secundarios no tolerables, o bien la pérdida de eficacia del tratamiento, obligarán a replantear el plan terapéutico del dolor crónico.

Selección de opioides en función de su potencial adictivo

La selección del fármaco y la vía de administración deben hacerse en función de la intensidad del dolor, los tratamientos previos con opioides, las enfermedades concomitantes y las características de cada paciente.

Una primera elección, si la intensidad del dolor es moderada, deben ser los opioides de segundo escalón (codeína, tramadol o mezclas disponibles en el mercado como paracetamol-tramadol) 13. El tramadol es un opioide sintético; está clasificado de segundo escalón por su menor potencia analgésica sobre los receptores μ y por su activación de las vías inhibitorias descendentes por inhibición de la recaptación de serotonina y noradrenalina. Sus tasas de abuso desde su comercialización en 1994 han permanecido extremadamente bajas 51. Además, se ha estudiado como alternativa para los programas de deshabituación tanto con metadona 52 como con buprenorfina 53.

En caso de dolor severo, se seleccionará un opioide mayor, siendo la morfina el patrón de referencia por razones de precio. La oxicodona, el fentanilo, la hidromorfona, la buprenorfina o el tapentadol serán opciones válidas dependiendo de las circunstancias específicas de cada paciente y de la vía de administración elegida 9.

La buprenorfina, único agonista opioide parcial, merece una consideración aparte. Es eficaz tanto para el dolor agudo 54 como para el crónico 55 y el dolor oncológico 56. Presenta un buen perfil de seguridad, sobre todo en pacientes con insuficiencia renal. También se ha utilizado, por su capacidad de agonismo parcial, en programas de deshabituación a opioides 57.

Finalmente, el tapentadol, último opioide comercializado, muestra un buen perfil de seguridad y tolerabilidad dada la sinergia de su doble mecanismo de acción, agonismo de los receptores μ y activación de las vías inhibitorias descendentes mediante la inhibición de la recaptación de noradrenalina 58. Presenta, asimismo, buenos resultados en diversos modelos de dolor neuropático 59) (60.

Se postula que la menor actividad intrínseca y menor potencia sobre los receptores opioides en el locus coeruleus cerebral de tapentadol 61 puedan ser la razón de su menor potencial adictivo. La probabilidad de recibir un diagnóstico de mal uso de opioides entre los pacientes que iniciaron el tratamiento con tapentadol de liberación inmediata fue un 65 % menor que entre los que comenzaron con oxicodona de liberación inmediata; también fue menor el riesgo de "doctor shopping" 62. Diversos estudios desde su comercialización en EE. UU. han comunicado interesantes menores tasas de adicción y conductas aberrantes, tanto en su forma de liberación retardada como de liberación inmediata 63) (64) (65.

Opciones terapéuticas en el paciente con conductas aberrantes a opioides

Ante la aparición clínica de conductas aberrantes, ya sean reconocidas por el paciente o halladas mediante detección en orina, las guías y revisiones clínicas recomiendan varias opciones en función de su gravedad:

1. Remitirse al consentimiento informado/pacto terapéutico del paciente (en el que se debe incluir que, ante el incumplimiento del tratamiento, se puede suspender la prescripción de opioides) y remitirlo a un Centro de Deshabituación para el tratamiento de su adicción o consumo indebido de opioides.

2. Reevaluar el tratamiento y realizar los cambios que se consideren para controlar este cuadro. Para ello habrá que considerar el aumentar la frecuencia de visitas o los controles de análisis de orina, reforzar la información al paciente de los riesgos para su salud, o bien rotar a otro opioide que se considere más seguro. También habrá que tener en cuenta que muchos de los casos en los que aparecen signos y síntomas de adicción/abuso son en realidad casos de pseudoadicción o infratratamiento del dolor.

Entre los opioides "más seguros" se encuentran los utilizados en los tratamientos de deshabituación (metadona y buprenorfina sola o asociada a naloxona). El empleo de metadona como analgésico es controvertido en las guías, que la recomiendan solo en profesionales con experiencia en su manejo. Por otra parte, la buprenorfina es de uso habitual en dolor crónico y se encuentra dispone para su administración por vía transdérmica, oral sublingual e inyectable.

En el caso de rotación de opioide debida a tolerancia al opioide previo, se podrían tener en cuenta, por su doble mecanismo de acción sinérgico y su baja tasa de uso excesivo, el tramadol en dolor moderado y el tapentadol en dolor moderado-severo.

Al reevaluar el tratamiento se deben valorar de nuevo la causa del dolor, la medicación farmacológica no opioide (paracetamol/AINE y coadyuvantes antiepilépticos o antidepresivos), la posibilidad de técnicas percutáneas intervencionistas, el tratamiento psicológico, las técnicas no farmacológicas, etc.).

CONCLUSIONES

Hay que seguir avanzando en el manejo del dolor crónico. Las nuevas evidencias sobre los riesgos de CAAO, de sobredosis y de adicciones iatrogénicas obligan a reconsiderar la práctica clínica en este ámbito. No existen soluciones sencillas, pero hay recomendaciones que pueden reducir estos riesgos y mejorar el tratamiento del dolor crónico no oncológico (Tabla IV):

Tabla IV Pautas recomendadas para pacientes con conductas aberrantes asociadas a opioides 

  1. Conocer las herramientas y recomendaciones de las sociedades científicas y ponerlas en práctica. Hace años se pensaba que no había techo terapéutico con los opioides mayores en el tratamiento del dolor; sin embargo, al llegar a dosis equivalentes a 100-200 mg diarios de morfina, habrá que revisar de nuevo todo el tratamiento que se haya ofrecido al paciente.

  2. Aumentar la educación a los profesionales de la salud acerca del tratamiento del dolor crónico, fundamentalmente en Atención Primaria, donde se prescriben cerca del 70 % de los opioides. Hay profesionales que no han recibido la formación necesaria para saber cuándo prescribir cada fármaco, las características farmacológicas de cada uno, las complicaciones con las que se pueden encontrar y cómo manejarlas. Es necesario que sociedades científicas solventes como la SED den recomendaciones básicas para abordar este problema. En España, aunque no se dispone de datos recientes, el problema de abuso y adicciones no es grave, pero convendría anticiparse y evitar que ocurra lo que ha pasado en países como EE. UU.

  3. Aumentar la investigación en el campo del dolor. Son necesarios más estudios a largo plazo (> 6 meses) con opioides mayores. La falta de evidencia actual no supone que haya que excluirlos del tratamiento integral. Los escasos datos que existen, procedentes de la fase abierta de ensayos clínicos terminados, sugieren que hay pacientes que sí se benefician y mejoran su calidad de vida a largo plazo, aunque hay que seguir investigando. Del mismo modo, se requieren investigaciones más extensas que corroboren el menor potencial adictivo a más larga duración de los fármacos con doble vía de acción o de combinaciones farmacológicas sinérgicas.

Solo después de una evaluación exhaustiva de la situación médica del paciente, una vez confirmado el diagnóstico y evaluada la relación riesgo-beneficio, se puede considerar el tratamiento con opioides mayores. Los pacientes con un alto riesgo de mal uso de la medicación deben seguir siendo tratados adecuadamente y, si su dolor lo precisa, deben recibir opioides mayores, aunque con estrategias más estructuradas. El protocolo de tratamiento podría incluir un consentimiento informado/pacto terapéutico escrito o verbal donde se indiquen los riesgos y beneficios de la terapia opioide, se explique lo que se espera del paciente, se le eduque sobre el empleo del fármaco y se especifiquen las conductas que se considerarían inaceptables. Igualmente, deberían aplicarse otras medidas como establecer visitas más frecuentes, recetar menos unidades por prescripción, verificar el cumplimiento y, si está indicado, realizar un asesoramiento motivacional y análisis de orina para su cuantificación. En todo caso, la monitorización se adaptará al riesgo de adicción percibido para cada paciente.

Una vez establecido el tratamiento, en caso de pacientes que presenten un riesgo elevado de sufrir conductas adictivas, podrán emprenderse medidas de seguimiento como derivarlos al especialista, optimizando con ello el tratamiento del dolor crónico y el uso de los opioides mayores en aquellos pacientes que los necesitan.

BIBLIOGRAFÍA

1. Paulozzi LJ, Budnitz DS, Xi Y. Increasing deaths from opioid analgesics in the United States. Pharmacoepidemiol Drug Saf 2006;15(9):618-27. DOI: 10.1002/pds.1276. [ Links ]

2. Manchikanti L, Helm S 2nd, Fellows B, Janata JW, Pampati V, Grider JS, et al. Opioid epidemic in the United States. Pain Physician 2012;15(3 Suppl):ES9-38. [ Links ]

3. Chou R, Huffman L. The use of opioids for chronic noncancer pain: evidence review. Glenview, IL: The American Pain Society; 2009. [ Links ]

4. Fischer B, Nakamura N, Iaolomiteanu A, Boak A, Rehm J. Assessing the prevalence of non-medical prescription opioid use in the general Canadian population: methodological issues and questions. Can J Psychiatry 2010;55(9):606-9. DOI: 10.1177/070674371005500909. [ Links ]

5. Chou R, Fanciullo GJ, Fine PG, Adler JA, Ballantyne JC, Davies P, et al. Clinical guidelines for the use of chronic opioid therapy in chronic noncancer pain. J Pain 2009;10(2):113-30. DOI: 10.1016/j.jpain.2008.10.008. [ Links ]

6. Australian and New Zealand College of Anaesthetists Faculty of Pain Medicine. Principles regarding the use of opioid analgesics in patients with chronic noncancer pain. Disponible en: http://fpm.anzca.edu.au/documents/pm1-2010.pdf. [ Links ]

7. National Opioid Use Guideline Group. Canadian guideline for safe and effective use of opioids for chronic non-cancer pain, 2010. Disponible en: http://nationalpaincentre.mcmaster.ca/opioid/. [ Links ]

8. Opioids for persistent pain: summary of guidance on good practice from the British Pain Society. Br J Pain 2012;6(1):9-10. DOI: 10.1177/2049463712436536. [ Links ]

9. Hegmann KT, Weiss MS, Bowden K, Branco F, DuBrueler K, Els C, et al. ACOEM practice guidelines: opioids for treatment of acute, subacute, chronic, and postoperative pain. J Occup Environ Med 2014;56(12):e143-59. DOI: 10.1097/JOM.0000000000000352. [ Links ]

10. Manchikanti L, Abdi S, Atluri S, Balog CC, Benyamin RM, Boswell MV, et al. American Society of Interventional Pain Physicians (ASIPP) guidelines for responsible opioid prescribing in chronic non-cancer pain: Part 2 - guidance. Pain Physician 2012;15(Suppl. 3):S67-S116. [ Links ]

11. Ho KY, Chua NH, George JM, Yeo SN, Main NB, Choo CY, et al. Evidence-based guidelines on the use of opioids in chronic non-cancer pain--a consensus statement by the Pain Association of Singapore Task Force. Ann Acad Med Singapore 2013;42(3):138-52. [ Links ]

12. Dowell D, Haegerich TM, Chou R. CDC Guideline for Prescribing Opioids for Chronic Pain--United States, 2016. JAMA 2016;315(15):1624-45. DOI: 10.1001/jama.2016.1464. [ Links ]

13. Kim ED, Lee JY, Son JS, Byeon GJ, Yeo JS, Kim DW, et al. Guidelines for prescribing opioids for chronic non-cancer pain in Korea. Korean J Pain 2017;30(1):18-33. DOI: 10.3344/kjp.2017.30.1.18. [ Links ]

14. Cheung CW, Chan TC, Chen PP, Chu MC, Chui WC, Ho PT, et al. Opioid therapy for chronic non-cancer pain: guidelines for Hong Kong. Hong Kong Med J 2016;22(5):496-505. DOI: 10.12809/hkmj164920. [ Links ]

15. Smith HS, Kirsh KL, Passik SD. Chronic opioid therapy issues associated with opioid abuse potential. J Opioid Manag 2009;5(5):287-300. [ Links ]

16. Chou R, Fanciullo GJ, Fine PG, Miaskowski C, Passik SD, Portenoy RK. Opioids for chronic noncancer pain: prediction and identification of aberrant drug-related behaviors: a review of the evidence for an American Pain Society and American Academy of Pain Medicine clinical practice guideline. J Pain 2009;10(2):131-46. DOI: 10.1016/j.jpain.2008.10.009. [ Links ]

17. Argoff CE, Kahan M, Sellers EM. Preventing and managing aberrant drug-related behavior in primary care: systematic review of outcomes evidence. J Opioid Manag 2014;10(2):119-34. DOI: 10.5055/jom.2014.0201. [ Links ]

18. Starrels JL, Becker WC, Alford DP, Kapoor A, Williams AR, Turner BJ. Systematic review: Treatment agreements and urine drug testing to reduce opioid misuse in patients with chronic pain. Ann Intern Med 2010;152(11):712-20. DOI: 10.7326/0003-4819-152-11-201006010-00004. [ Links ]

19. Tournebize J, Gibaja V, Muszczak A, Kahn J-P. Are Physicians Safely Prescribing Opioids for Chronic Noncancer Pain? A Systematic Review of Current Evidence. Pain Pract 2016;16(3):370-83. DOI: 10.1111/papr.12289. [ Links ]

20. Meltzer EC, Rybin D, Saitz R, Samet JH, Schwartz SL, Butler SF, et al. Identifying prescription opioid use disorder in primary care: diagnostic characteristics of the Current Opioid Misuse Measure (COMM). Pain 2011;152(2):397-402. DOI: 10.1016/j.pain.2010.11.006. [ Links ]

21. Le Merrer J, Becker JAJ, Befort K, Kieffer BL. Reward processing by the opioid system in the brain. Physiol Rev 2009;89(4):1379-412. DOI: 10.1152/physrev.00005.2009. [ Links ]

22. Zhang Z, Pan ZZ. Synaptic mechanism for functional synergism between d and y opioid receptors. J Neurosci 2010;30(13):4735-45. DOI: 10.1523/JNEUROSCI.5968-09.2010. [ Links ]

23. Passik SD, Messina J, Golsorkhi A, Xie F. Aberrant drug-related behavior observed during clinical studies involving patients taking chronic opioid therapy for persistent pain and fentanyl buccal tablet for breakthrough pain. J Pain Symptom Manage 2011;41(1):116-25. DOI: 10.1016/j.jpainsymman.2010.03.012. [ Links ]

24. Hasin DS, O'Brien CP, Auriacombe M, Borges G, Bucholz K, Budney A, et al. DSM-5 criteria for substance use disorders: recommendations and rationale. Am J Psychiatry 2013;170(8):834-51. DOI: 10.1176/appi.ajp.2013.12060782. [ Links ]

25. Cheatle MD. Prescription opioid misuse, abuse, morbidity, and mortality: balancing effective pain management and safety. Pain Med 2015;16 Suppl 1:S3-8. DOI: 10.1111/pme.12904. [ Links ]

26. Vidal J (dir.). Manual de medicina del dolor. Fundamentos, evaluación y tratamiento. Madrid: Sociedad Española del Dolor; 2016. p.132. Co-publicado por Editorial Médica Panamericana. [ Links ]

27. Ives TJ, Chelminski PR, Hammett-Stabler CA, Malone RM, Perhac JS, Potisek NM, et al. Predictors of opioid misuse in patients with chronic pain: A prospective cohort study. BMC Health Serv Res 2006;6:46. DOI: 10.1186/1472-6963-6-46. [ Links ]

28. Martell BA, O'Connor PG, Kerns RD, Becker WC, Morales KH, Kosten TR, et al. Systematic review: Opioid treatment for chronic back pain: Prevalence, efficacy, and association with addiction. Ann Intern Med 2007;146(2):116-27. DOI: 10.7326/0003-4819-146-2-200701160-00006. [ Links ]

29. Reid MC, Engles-Horton LL, Weber MB, Kerns RD, Rogers EL, O'Connor PG. Use of opioid medications for chronic noncancer pain syndromes in primary care. J Gen Intern Med 2002;17(3):173-9. DOI: 10.1046/j.1525-1497.2002.10435.x. [ Links ]

30. Nordmann S, Pradel V, Lapeyre-Mestre M, Frauger E, Pauly V, Thirion X, et al. Doctor shopping reveals geographical variations in opioid abuse. Pain Physician 2013;16(1):89-100. [ Links ]

31. Lusher J, Elander J, Bevan D, Telfer P, Burton B. Analgesic addiction and pseudoaddiction in painful chronic illness. Clin J Pain 2006;22(3):316-24. [ Links ]

32. Passik SD. Issues in long-term opioid therapy: unmet needs, risks and solutions. Mayo Clin Proc 2009;84(7):593-601. DOI: 10.1016/S0025-6196(11)60748-9. [ Links ]

33. Berland D, Rodgers P. Rational use of opioids for management of chronic nonterminal pain. Am Fam Physician 2012;86(3):252-8. [ Links ]

34. Salinas GD, Susalka D, Burton BS, Roepke N, Evanyo K, Biondi D, et al. Risk assessment and counseling behaviors of healthcare professionals managing patients with chronic pain: a national multifaceted assessment of physicians, pharmacists, and their patients. J Opioid Manag 2012;8(5):273-84. DOI: 10.5055/jom.2012.0127. [ Links ]

35. Sehgal N, Manchikanti L, Smith HS. Prescription opioid abuse in chronic pain: a review of opioid abuse predictors and strategies to curb opioid abuse. Pain Physician 2012;15(3 Suppl):ES67-92. [ Links ]

36. Turk DC, Swanson KS, Gatchel RJ. Predicting opioid misuse by chronic pain patients: A systematic review and literature synthesis. Clin J Pain 2008;24(6):497-508. DOI: 10.1097/AJP.0b013e31816b1070. [ Links ]

37. Arnold RM, Han PK, Seltzer D. Opioid contracts in chronic nonmalignant pain management: Objectives and uncertainties. American Journal of Medicine. 2006;119(4):292-296. [ Links ]

38. Kalso E, Edwards JE, Moore RA, McQuay HJ. Opioids in chronic non-cancer pain: Systematic review of efficacy and safety. Pain. 2004;112(3):372-398. [ Links ]

39. Manchikanti L, Manchukonda R, Damron KS, Brandon D, McManus CD, Cash K. Does adherence monitoring reduce controlled substance abuse in chronic pain patients? Pain Physician 2006;9(1):57-60. [ Links ]

40. Vissers KCP, Besse K, Hans G, Devulder J, Morlion B. Opioid rotation in the management of chronic pain: Where is the evidence? Pain Pract. 2010;10(2):85-93. [ Links ]

41. Webster LR, Webster RM. Predicting aberrant behaviors in opioid-treated patients: preliminary validation of the opioid risk tool. Pain Med 2005;6(6):432-42. DOI: 10.1111/j.1526-4637.2005.00072.x [ Links ]

42. Butler SF, Budman SH, Fernandez K, Jamison RN. Validation of a screener and opioid assessment measure for patients with chronic pain. Pain 2004;112(1-2):65-75. [ Links ]

43. Akbik H, Butler SF, Budman SH, Fernandez K, Katz NP, Jamison RN. Validation and clinical application of the screener and opioid assessment for patients with pain (SOAPP). J Pain Symptom Manage 2006;32(3):287-93. DOI: 10.1016/j.jpainsymman.2006.03.010. [ Links ]

44. Butler SF, Budman SH, Fernandez KC, Fanciullo GJ, Jamison RN. Cross-validation of a screener to predict opioid misuse in chronic pain patients (SOAPP-R). J Addict Med 2009;3(2):66-73. DOI: 10.1097/ADM.0b013e31818e41da. [ Links ]

45. Butler SF, Zacharoff KL, Budman SH, Jamison RN, Black R, Dawse R, et al. Spanish Translation and Linguistic Validation of the Screener and Opioid Assessment for Patients with Pain-Revised (SOAPP-R). Pain Medicine 2013; 14(7):1032-8. DOI: 10.1111/pme.12098. [ Links ]

46. Butler SF, Fernandez K, Benoit C, Budman SH, Jamison RN. Validation of the revised screener and opioid assessment for patients with pain (SOAPP-R). J Pain 2008;9(4): 360-72. DOI: 10.1016/j.jpain.2007.11.014. [ Links ]

47. Manchikanti L, Atluri S, Trescot AM, Giordano J. Monitoring opioid adherence in chronic pain patients: tools, techniques, and utility. Pain Physician 2008;11(2 Suppl):S155-80. [ Links ]

48. Smith PC, Schmidt SM, Allensworth-Davies D, Saitz R. A single-question screening test for drug use in primary care. Arch Intern Med 2010;170(13):1155-60. DOI: 10.1001/archinternmed.2010.140. [ Links ]

49. Cheung CW, Chan TC, Chen PP, et al. Using opioids in general practice for chronic non-cancer pain: an overview of current evidence. Pain Physician 2016;11(2):334. [ Links ]

50. Passik SD, Kirsh KL, Whitcomb L, Schein JR, Kaplan MA, Dodd SL, et al. Monitoring outcomes during long-term opioid therapy for noncancer pain: Results with the Pain Assessment and Documentation Tool. J Opioid Manag 2005;1(5):257-66. [ Links ]

51. Cicero TJ, Inciardi JA, Adams EH, Geller A, Senay EC, Woody GE, et al. Rates of abuse of tramadol remain unchanged with the introduction of new branded and generic products: results of an abuse monitoring system, 1994-2004. Pharmacoepidemiol Drug Saf 2005;14(12):851-9. DOI: 10.1002/pds.1113. [ Links ]

52. Salehi M, Amanatkar M, Barekatain M. Tramadol versus methadone for the management of acute opioid withdrawal: an add-on study. J Res Med Sci 2005;11:185-9. [ Links ]

53. Threlkeld M, Parran TV, Adelman CA, Grey SF, Yu J. Tramadol versus buprenorphine for the management of acute heroin withdrawal: a retrospective matched cohort controlled study. Am J Addict 2006;15(12):186-91. DOI: 10.1080/10550490500528712. [ Links ]

54. Pergolizzi JV, Taylor R, Plancarte R, Bashkansky D, Muniz E. ¿Es la buprenorfina una buena opción en el manejo de dolor postoperatorio? Rev Soc Esp Dolor 2012;19(6): 281-92. [ Links ]

55. Muriel C, Failde I, Mico JA, Neira M, Sanchez-Magro I. Effectiveness and tolerability of the buprenorphine transdermal system in patients with moderate to severe chronic pain: a multicenter, open-label, uncontrolled, prospective, observational clinical study. Clin Ther 2005;27(4):451-62. DOI: 10.1016/j.clinthera.2005.04.007. [ Links ]

56. Greco MT, Deandrea S, Corli O, Montanari M, Caraceni A, Apolone G. Effects of transdermal buprenorphine in cancer patients. Results from the Cancer Pain Outcome Research (CPOR) Study Group. Recenti Prog Med 2008;99(11):538-51. [ Links ]

57. Sung S, Conry JM. Role of buprenorphine in the management of heroin addiction. Ann Pharmacother 2006;40(3):501-5. DOI: 10.1345/aph.1G276. [ Links ]

58. Schikowski A, Krings D, Schwenke K. Tapentadol prolonged release for severe chronic cancer-related pain: effectiveness, tolerability, and influence on quality of life of the patients. J Pain Res 2015;8:1-8. [ Links ]

59. Ueberall MA, Mueller-Schwefe GHH. Efficacy and tolerability balance of oxycodone/naloxone and tapentadol in chronic low back pain with a neuropathic component: a blinded end point analysis of randomly selected routine data from 12-week prospective open-label observations. J Pain Res 2016;9:1001-20. DOI: 10.2147/JPR.S112418. [ Links ]

60. Vadivelu N, Kai A, Maslin B, Kodumudi G, Legler A, Berger JM. Tapentadol extended release in the management of peripheral diabetic neuropathic pain. Ther Clin Risk Manag 2015;11:95-105. DOI: 10.2147/TCRM.S32193. [ Links ]

61. Sadeghi M, Tzschentke TM, Christie MJ. µ-Opioid receptor activation and noradrenaline transport inhibition by tapentadol in rat single locus coeruleus neurons. Br J Pharmacol 2015;172(2):460-8. DOI: 10.1111/bph.12566. [ Links ]

62. Cepeda MS, Fife D, Vo L, Mastrogiovanni G, Yuan Y. Comparison of opioid doctor shopping for tapentadol and oxycodone: a cohort study. J Pain 2013;14(2):158-64. DOI: 10.1016/j.jpain.2012.10.012. [ Links ]

63. Dart RC, Surratt HL, Le Lait M-C, Stivers Y, Bebarta VS, Freifeld CC, et al. Diversion and illicit sale of extended release tapentadol in the united states. pain medicine: the official journal of the American Academy of Pain Medicine. 2016;17(8):1490-6. DOI: 10.1093/pm/pnv032. [ Links ]

64. Cepeda MS, Fife D, Kihm MA, Mastrogiovanni G, Yuan Y. Comparison of the risks of shopping behavior and opioid abuse between tapentadol and oxycodone and association of shopping behavior and opioid abuse. Clinical J Pain 2014;30(12):1051-6. DOI: 10.1097/AJP.0000000000000067. [ Links ]

65. Langford RM, Knaggs R, Farquhar-Smith P, Dickenson AH. Is tapentadol different from classical opioids? A review of the evidence. Br J Pain 2016;10(4):217-21. DOI: 10.1177/2049463716657363. [ Links ]

Recibido: 15 de Diciembre de 2016; Aprobado: 27 de Febrero de 2017

Correspondencia: Rafael Calvo Falcón Drcalvo@gmail.com

CONFLICTO DE INTERESES

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons