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Gerokomos

Print version ISSN 1134-928X

Gerokomos vol.25 n.2 Barcelona Jun. 2014

https://dx.doi.org/10.4321/S1134-928X2014000200001 

EDITORIAL

 

A aquellas primeras nodrizas de la enfermería gerontológica

To the first sucklers of gerontological nursing

 

 

J. Javier Soldevilla Agreda

Director de Gerokomos

 

 

Desde hace mucho tiempo esta tribuna tiene una deuda de reconocimiento con aquellas que desde el comienzo de la fragua en la Universidad Española de la Enfermería Gerontológica han servido de amas de leche para la búsqueda, construcción y difusión de un cuerpo de conocimientos propio desde las aulas a las instituciones asistenciales, de la academia a la cotidianeidad, ayudando sobremanera a crear la argamasa con la que cimentar una especialidad, antes una forma de hacer, que partía apenas de la aplicación del sentido común y de los fundamentos enfermeros dirigidos al cuidado específico de un grupo de población que se hacía cada vez más presente, más complejo, más necesitado de atenciones especiales.

Es buen momento para recordar y al tiempo agradecer a aquellas personas que hicieron posible, en ese tránsito de la Enfermería en su historia más reciente en nuestro país, conducirla al recinto universitario con pleno derecho (quizá hazaña poco versada y en riesgo del olvido) hace aún no cuatro décadas y que labraron en aquellos primitivos planes de estudios la visionaria necesidad de que la enfermería geriátrica formara parte de los conocimientos imprescindibles en el currículo de aquellas nuevas enfermeras universitarias que se querían modelar para el futuro.

Esta loable y progresista voluntad posibilitó el nacimiento de una asignatura por hacer, vacía de contenidos teóricos ya formulados, desabastecida de histórico, de modelos que lo sustentaran, de maestros en los que cultivarse, incluso de credo global sobre su oportunidad o porvenir, pero nacida y con el compromiso de darle forma desde esos endebles cimientos para la "eternidad" y ahí, a esa difícil empresa, se sumaron muchas profesoras, algunos profesores, de esos renovados centros universitarios con el encargo de formar en esta nueva materia, para lo que habrían de prepararse, en la que habrían de creer para trasladar a esos alumnos de nueva hechura este recetario de cuidados de la mayor calidad y entramado científico dirigido al grupo más veterano de nuestra sociedad.

Vocación, imposición, complemento, por ser el más experimentado o el más novel, fueron argumentos que posicionaron a aquellas pioneras, ante un compromiso que era necesario alimentar y que aceptaron con enorme responsabilidad. Abrieron puertas, bucearon en la escasa documentación que sustentaba esta incipiente especialidad también fuera de nuestras fronteras y, sobre todo, buscaron a aquellos que se encontraban en la misma situación de partida, a ese grupo de profesores que habían comenzado con el mismo reto de norte a sur de nuestra geografía. Cabe recordar lo que supuso y ha seguido sin duda facilitando en este proceso la convocatoria por parte de nuestra SEEGG de los Talleres para Docentes en Enfermería Geriátrica, que celebraremos en Sigüenza este próximo mes de noviembre, que fueron y son punto de encuentro, bálsamo y fuente para una gesta y que, ininterrumpidamente hemos mantenido durante los últimos veintitrés años.

Cuántos recuerdos y agradecimiento para aquellas que fueron sosteniendo y aupando a los que nos fuimos incorporando en esas lides, las que nos enseñaron a enseñar, a creer, a entusiasmarnos con esa labor, a sumar cada nuevo curso cambios para la mejora, a servirnos de luz en un recorrido de muchas sombras, a facilitar la fundamentación de la enfermería geriátrica y gerontológica también en la reciente formación de Grado o en el corpus de la especialidad.

A todos estos faros que han dado tanto en el día a día con sus alumnos, que nos han nutrido como amas de cría con su riqueza intelectual y ejemplo a los que compartimos esa noble tarea de enseñar sobre la atención gerontológica, nuestro homenaje con la más alta distinción que pueda otorgarse.

Con mil perdones por dejar en el tintero seguro a "grandes" maestras, mi recuerdo y admiración ahora a todas las que ya han cumplido su etapa laboral pero cuyos frutos seguirán presentes para siempre. A Ana Pascual, Conchita Fernández, M.a Paz Gómez, Pilar Pastor, Herminda Mañas, Carmen Chasco, Magdalena Perianes, Lina Rodríguez, Lita Prats, nuestra Ángela Toronjo, Esperanza Ballesteros, en estos cercanos días, Pilar Torres o Marilina Nicolás, a todas y cada una de ellas, por su vida y obra, gracias de corazón y sirva para su amplia pared de honores, esta humilde consideración desde el mejor marco que podemos elegir, la revista que nos ha ayudado a crecer y divulgar este cuerpo de conocimientos con y desde el que seguimos comprometidos.

Mucha suerte en esta nueva etapa de merecido descanso.

¡Nunca os olvidaremos!

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