INTRODUCCIÓN
La infección del tracto urinario es una de las principales causas de infección entre los ancianos institucionalizados de ambos sexos1,2. La infección urinaria asociada a catéter en ancianos residentes en instituciones geriátricas es común y conlleva la prescripción de antimicrobianos, pudiendo ocasionar la colonización con organismos multirresistentes2.
El síndrome de la coloración púrpura de la bolsa de orina (PUBS por sus siglas en inglés) es una situación clínica poco frecuente que se presenta en el contexto de una infección del tracto urinario, como consecuencia de una reacción química entre la orina, la bolsa colectora y algunas enzimas3,4,5. Esta situación puede causar alarma en las personas que la padecen, familiares y profesionales por la coloración púrpura que adquiere la orina en las personas portadoras de un sondaje vesical y la bolsa colectora de orina6. Se han descrito algunos factores de riesgo relacionados con el sexo femenino, personas de edad avanzada encamadas con demencia e insuficiencia renal y con sondaje vesical4,7.
Aunque existe controversia sobre la patogenia de la PUBS, la teoría más aceptada es la implicación de las bacterias intestinales, las cuales metabolizan el triptófano de la dieta, que tras conjugación hepática se transforma en indoxil sulfato urinario4,5. Este es excretado por la orina y transformado de nuevo en indoxil por bacterias productoras de sulfatasas y fosfatasas, que dependiendo del pH se convierte en índigo (color azul) e indirrubina (color rojo), que al interactuar con el material plástico de cloruro de polivinilo de la bolsa colectora producirían el color púrpura4. Entre las bacterias mayormente implicadas en la producción de sulfatasas y fosfatasas están Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Morganella morganii, Proteus mirabilis y P. vulgari y Pseudomonas aeruginosa7.
En relación con las respuestas humanas a la PUBS, en la mayoría de los casos se trata de un proceso benigno, que raramente precisa de actuaciones radicales; las personas que lo presentan se mantienen clínicamente asintomáticas. No obstante, deberíamos disminuir la duración de la cateterización, mejorar el cuidado del catéter e implementar avances tecnológicos diseñados para la prevención, especialmente en los ancianos ingresados en instituciones geriátricas6.
DESARROLLO DEL PLAN DE CUIDADOS
La planificación de cuidados se ha realizado discriminando los juicios clínicos según diagnósticos enfermeros en: a) si los factores relacionados con el problema pueden ser tratados independientemente por la enfermera y b) problemas de colaboración si los factores relacionados con el problema son competencia de otro profesional, de colaboración o simplemente no son modificables8. En el primer caso se desprenden unos criterios de resultado y las actividades que planificamos para ello. En el segundo se desprenden directamente las intervenciones y actividades que se derivan del problema de colaboración por considerar que el resultado esperado es el control y seguimiento del problema de colaboración en cuestión9.
PRESENTACIÓN DEL CASO
Mujer de 86 años, ingresada en residencia asistida desde hace 2 años, con antecedentes patológicos de insuficiencia renal crónica, hipertensión arterial, hiperuricemia asintomática, demencia senil mixta (Alzheimer y vascular), incontinencia urinaria y heridas crónicas de etiología mixta en sacro y glúteo. Acompañada por la familia.
Problema actual: evolución tórpida de las heridas crónicas.
Valoración enfermera: la mujer se encuentra afebril, con buen estado general y con constantes dentro la normalidad.
Se trata de una persona consciente y desorientada parcialmente en las tres esferas (lugar, tiempo y espacio), con un Miniexamen cognoscitivo de Lobo de 11/35 y con dependencia total (Índice de Barthel de 10).
Presenta úlceras por presión en glúteo izquierdo y zona sacra de grado III con abundante tejido desvitalizado y necrótico, pero sin signos de infección. Precisa cuidados diarios con desbridamiento quirúrgico y enzimático. Se valora que la causa de la mala evolución de las heridas es debida a la desnutrición, la presión y la humedad en las zonas afectadas.
Decisión clínica: a consecuencia de la evolución tórpida, después de 2 meses de tratamiento de las heridas se decide la colocación de una sonda vesical (Foley 14 de látex) a la usuaria con la finalidad de evitar la humedad en la zona y se prescribe el reposo en cama para aliviar la presión en las zonas, con cambios posturales cada 3-4 horas.
Evolución: después de 24 horas de la colocación del dispositivo, la usuaria presenta poca cantidad de orina y esta es de color púrpura.
Revaloración: se mantiene el buen estado general, sin signos febriles y constantes dentro de los límites de la normalidad. A la exploración presenta ligero dolor abdominal que se relaciona con el cateterismo urinario. En el análisis de la bioquímica básica en sangre destacan creatinina de 0,96 con filtrado glomerular de 53,7. Resto de la analítica sin alteraciones que comentar. El análisis de orina con tira reactiva resulta con nitritos negativos. Hematíes negativos, leucocitos positivos (++) y pH de 9,5.
Diagnóstico diferencial: para realizar un correcto diagnóstico diferencial debemos tener en cuenta los factores contribuyentes, es decir diferentes condiciones que producen cambio de coloración en la orina, entre ellas la ingesta de alimentos con colorantes, el consumo de alimentos que tiñen la orina (remolacha), tintes como el azul de metileno, compuestos que contienen yodo, medicamentos como la amitriptilina, la indometacina y el exceso de vitamina B, así como otras patologías infrecuentes como la porfiria, el síndrome de Drommund o el síndrome del pañal azul7. La usuaria no presenta ninguna de estas condiciones. El tratamiento propuesto está dirigido a la prevención de las infecciones del tracto urinario, al control de factores predisponentes presentes y el recambio adecuado de la sonda vesical, cambiando la sonda Foley de látex por una de silicona5,10.
Después de la valoración médica se decide tratamiento con furosemida por vía endovenosa para aumento de la diuresis y recambio de la sonda vesical por pérdida de permeabilidad -se coloca una sonda Foley de silicona de calibre 20- y realizar seguimiento dado el buen estado general.
Al día siguiente, la orina sigue siendo de color púrpura con disminución de su intensidad cromática. A lo largo del día se va comprobando que la diuresis es normal, el color púrpura de la orina va desapareciendo y aparece orina turbia.
A los 3 días se decide realizar analítica de sangre y cultivo de orina por los antecedentes patológicos de infección urinaria, aunque el episodio remite de forma espontánea. El resultado del urinocultivo fue positivo para flora mixta.
Planificación de cuidados: véase la tabla 1.
DISCUSIÓN/CONCLUSIÓN
La coloración púrpura de la orina fue descrita por primera vez en 1978 por Barlow and Dickon y se denominó síndrome de la coloración púrpura de la bolsa de orina3-5. Aunque se considera una situación infrecuente, estudios recientes muestran una prevalencia relativamente alta que oscila entre el 8% y el 16% de personas con cateterización urinaria a largo plazo6,10,11,12,13.
Las personas portadoras de cateterismo urinario y que además presentan deterioro cognitivo, demencia y que se hallan ingresadas en residencias geriátricas pueden llegar a presentar prevalencias del 27% de PUBS4,5,7,14,15.
Pillai y cols. señalan que, para desarrollar PUBS, además de presentar los factores descritos anteriormente hay que valorar la presencia de otros factores de riesgo, como la infección del tracto urinario y la presencia de triptófano en la dieta, dado que son pigmentos responsables de la coloración de la orina16.
Igual que otros autores como Tejada y cols.3, Campbell y cols.4, Sancho y cols.7 y Su y cols.17, en nuestro caso hemos hallado coincidencias en los factores de riesgo como, sexo femenino, edad avanzada, deterioro cognitivo, insuficiencia renal y el uso de bolsas de orina de plástico como los factores de riesgo que condujeron a la presentación de PUBS. Las personas se mantienen clínicamente asintomáticas a pesar del intenso olor desagradable de la orina y en la mayoría de los casos se trata de un proceso benigno. No obstante, es causa de malestar y de preocupación para la persona que lo padece y su familia7.