INTRODUCCIÓN
Las complejas interacciones patógeno-hospedador, que presentan los agentes compartidos por la especie humana y el resto de los animales, obligaron a superar la noción antropocéntrica de las zoonosis propia del siglo XIX. Así, la evolución del concepto "una medicina", acuñado durante el siglo XX, hacia la estrategia "una sola salud", surgida a principios del presente siglo, ha intentado responder de forma integrada y multidisciplinar a los retos sanitarios, sociales y ecológicos que se plantean a escala global1. En este contexto, las profesiones que conllevan interacción con animales, sus productos o con el medio ambiente de referencia ocupan una posición central en la interfaz especie humana-animal, con implicaciones directas tanto a nivel individual como colectivo.
Es un hecho conocido que la profesión veterinaria presenta mayor riesgo de infección frente a agentes zoonósicos que la población general. Se han detectado mayores valores de seroprevalencia en dichos profesionales que en otros grupos de población para distintos patógenos, entre los que se encuentran Brucella spp., Coxiella burnetii, influenza aviar y porcina, Chlamydia psittaci, virus de la hepatitis E, Bartonella henselae, Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, Streptococcus suis tipo 2 y Toxocara canis2. Además, entre los agentes identificados como riesgos zoonósicos emergentes transmitidos entre el ganado y humanos en el período 2007-2015 se encuentran patógenos que presentan transmisión ocupacional como son el virus de la fiebre del Valle del Rift, el virus de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo, C. burnetii, S. suis y el complejo clonal 398 de S. aureus resistente a la meticilina3. Dichos riesgos se han revisado específicamente en estudiantes de veterinaria4 y en mujeres gestantes en ejercicio de la profesión5, habida cuenta de las particularidades que presentan estas cohortes en la variedad de fuentes de exposición y en las consecuencias clínicas de dichas infecciones, respectivamente.
El objetivo del presente trabajo fue revisar el impacto de las zoonosis en la salud laboral de la profesión veterinaria mediante el análisis de los trabajos que llevan a cabo encuestas de salud, así como reflexionar sobre los sistemas de información y el reconocimiento de dichos procesos como enfermedad profesional en nuestro entorno.
IMPACTO DE LAS ZOONOSIS EN LA SALUD LABORAL DE LA PROFESIÓN VETERINARIA
En las encuestas sobre salud laboral publicadas (tabla 1), la frecuencia de profesionales veterinarios que comunican haber padecido al menos una zoonosis oscila entre el 4% y el 64,3%. El rango de incidentes zoonósicos referido por los afectados varía entre 1 y 6, con una media de 1,66 incidentes por profesional18. De forma general, la mayoría de profesionales afectados (65,7%13-83,6%10) comunican haber padecido solo una zoonosis y con menor frecuencia se informa haber padecido 2 (23%), 3 (6,9%) y 4 o más zoonosis (3.9%)13. Ante las diferencias metodológicas, los resultados de las encuestas no permiten un análisis cuantitativo comparado. Aproximadamente, el 50% de las zoonosis referidas no han sido confirmadas médicamente12, lo que representa un incremento del 20%10,17 en el total de las zoonosis comunicadas. Por otra parte, la presencia de infecciones inaparentes, mal diagnosticadas o tratadas por los propios encuestados determina que el número de zoonosis en la profesión veterinaria pueda estar subestimado y no sean reclamadas como enfermedad profesional6. No obstante, más allá de la valoración estrictamente cuantitativa, debe tenerse en consideración tanto la posible gravedad de alguna de las enfermedades zoonósicas referidas, como el incremento de infecciones por microorganismos resistentes a los antimicrobianos, que se han descrito en el ámbito laboral de veterinarios especialistas de porcino, equino y pequeños animales19,20.
Tabla 1. Principales encuestas publicadas sobre zoonosis y salud laboral en la profesión veterinaria
País | Año | Muestraa | Sector de actividad o datos demográficos | Profesionales que comunican zoonosis (n, %) | Zoonosis referidas (casos o %) | Referencia |
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Alemania | 1998-2002 | 7.450b | Pequeños animales: 44,9%. Grandes animales: 55,1% | 16,9%c | - Dermatofitosis (10). Brucelosis (3). Enfermedad de Lyme (2). Psitacosis (2) y 5 casos que no fueron clasificadosd. | Nienhaus et al., (2005)6 |
Argentina | 1964-2008 | 562 | Veterinarios rurales | 34% | - Brucelosis (29,1%). Toxoplasmosis (2,1%). Leptospirosis (0,6%). Tuberculosis (0,6%). Ántrax (0,6%). Otras (0,6%). Dermatofitosis (0,4%) | Molinieri et al., (2013)7 |
Australia | 1993 | 87 | Pequeños animales: 57,5%. Varias especies: 36,8%. Bovino lechero: 3,4%. Equino: 2,3%. | 4% | - Criptococosis. Leptospirosis. Psitacosis y clamidiosis. | Jeyaretnam et al., (2000)8 |
Australia | 2003 | 147 | Pequeños animales: 83%. Varias especies: 12%. Especialistas: 3%. Grandes animales: 1%. | 33, 22,9% | - Enfermedad por arañazo de gato (16). Toxoplasmosis (6). Psitacosis (5). Fiebre Q (3). Brucelosis (1). Leptospirosis (1). Listeriosis (1) | Van Soest & Fritschi (2004)9 |
Australia | 2011 | 344 | Pequeños animales: 63,2%. Varias especies: 25,2%. Grandes animales: 7,5%. Equino: 4,1% | 153, 44,9% (25,2%e- 19,7%f) | - Dermatofitosis (45,1%). Fiebre Q (8,7%). Otras alteraciones dermatológicas (6,7%). Infecciones por mordedura de gato/enfermedad por arañazo de gato (6,2%). Brucelosis (5,1%). Psitacosis (4,6%). Leptospirosis (4,1%). Sarna/parásitos (4,1%). Procesos gastrointestinales (4,1%). Toxoplasmosis (3,6%). Procesos respiratorios (2,1%). Ectima/papilomatosis en las manos (2,1%). Clamidiosis (1,5%) y otras (1,5%) | Dowd et al., (2013)10 |
Canadá | 2009 | 823 | Animales de compañía: 54%. Varias especies: 34%. Animales de producción: 8%. Equino: 4% | 129, 16,6% | - Dermatofitosis (59). Rabiag (21). Campilobacteriosis (14). Ántrax (7). Giardiasis (7). Criptosporidiosis (6). Bartonelosis (6). Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (6). West Nile virus (2). Blastomicosis (1). Brucelosis canina (1) | Epp & Waldner (2012)11 |
EE.UU. | 2006 | 376 | Pequeños animales: 91%. Equino: 4%. Especialistas: 3%. Varias especies: 2%. Grandes animales: 0,3% | 105, 28% | - Dermatofitosis (72). Enfermedad por arañazo de gato (21). Mordedura infectada de perro o gato (13). Giardiasis (6). Psitacosis o clamidiosis (5). Criptosporidiosis (3). Dermatitis por mordedura de pulgas (2). Ectima contagioso (2). Sarna sarcóptica (2). Otras (7) | Lipton et al., (2008)12 |
EE.UU. | 2008 | 216 | Actividad privada: 66,7%. Universidad: 11,1%. Estudiantes: 11,1%. Especialistas: 9,3%. Administración: 1,9% | 102, 47,2% | - Dermatofitosis (80). Enfermedad por arañazo de gato (15). Giardiasis (13). Criptosporidiosis (7). Salmonelosis (5). Sarna sarcóptica (5). Pasterelosis (4). Campilobacteriosis (3). Toxoplasmosis (2). Brucelosis cutánea (2). Listeriosis (1). Verminosis (1). Leptospirosis (1). Tularaemia (1). Histoplasmosis respiratoria (1). Psitacosis (4). Fiebre Q (2). Tuberculosis (1) | Jackson & Villarroel (2011)13 |
España | 2005 | 138 | Veterinarios especialistas en ganado bovino asistentes al congreso de ANEMBE | 30, 21,7% | - Brucelosis (10). Dermatofitosis (9). Salmonelosis (7). Tuberculosis (2). Leptospirosis (2) | García (2006)14 |
Países Bajos | 2006 | 965 | 80% alumnas de veterinaria, media de edad 24 años | 130, 13,37% | - Dermatofitosis (8,5%). Otras infecciones fúngicas (5,5%). Parasitosis (1,9%). Campilobacteriosis (1,5%). Ectima (1,3%). Salmonelosis (1,2%). Staphylococcus spp. (0,7%). Enfermedad por arañazo de gato (0,4%). Listeriosis (0,3%). Escherichia coli verotoxigénico (0,3%). Giardiasis (0,1%) | de Rooij et al. (2012)15 |
Reino Unido | 1982 | 563 | Veterinarios clínicos | 363, 64,3% | - Dermatofitosis (24%). Brucelosis (37). Leptospirosis (6). Ornitosis (2). Tuberculosis (4) | Constable & Harrington (1982)16 |
Reino Unido | 2014 | 252 | Pequeños animales: 76,5%. Varias especies: 14%. Grandes/equino: 5,9%. Otros: 3,7% | 111, 44.7%, (24,6%e-20,1%f) | - Dermatofitosis (58.6%). Campilobacteriosis (15%). Salmonelosis (5%). Sarna sarcóptica (5%). Enfermedades comunicadas con frecuencia inferior al 5%: brucelosis, enfermedad por arañazo de gato, Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, ectima contagioso, toxoplasmosis, cheiletiosis, criptosporidiosis, erisipela giardiasis, leptospirosis, enfermedad de Lyme, ántrax y celulitis | Robin et al., (2017)17 |
Sudáfrica | 2001 | 88 | Grandes animalesh: 37%. Pequeños animales: 20%. Varias especies: 14%. Especialistas: 7,5%. Investigación: 6,5%. Otros: 15% | 56, 63,6% | - Dermatofitosis (24). Fiebre por picadura de garrapatas (21). Fiebre del Valle del Rift (8). Brucelosis (7). Larva migrans cutánea (4). Sarna sarcóptica (4). Malaria (3). Fiebre Q (3). Exposición a rabia (3). Psitacosis (2). Esquistosomiasis (2). Teniasis (2). Candidiasis (19). Corinebacteriosis (1). Erisipela (1). Ectima (1). Viruela bovina (1). Rabia (1). Salmonela (1). Sigelosis (1). Toxoplasmosis (1). West Nile virus (1). | Gummow et al., (2003)18 |
anúmero de profesionales encuestados en el estudio;
bbase de datos que incluye 27.500 profesionales veterinarios y sus equipos cubiertos por la Seguridad Social alemana;
csobre el total de enfermedades profesionales solicitadas;
dcasos de zoonosis reconocidos como enfermedad profesional;
e,fcasos de zoonosis confirmados y sospechosos adquiridos en el ámbito laboral, respectivamente;
gadministración de terapia post-exposición sin diagnóstico de rabia;
hporcentaje de casos de enfermedad por categoría de ocupación.
Es destacable que en la práctica totalidad de los estudios revisados (tabla 1) la dermatofitosis representa la zoonosis comunicada con mayor frecuencia, llegando a presentarse hasta en el 58,6% de los encuestados. En España, la única encuesta publicada, se realizó en el año 2005 en una población de 138 veterinarios que asistieron al congreso de la Asociación Nacional de Especialistas en Medicina Bovina de España (ANEMBE)14. En dicha encuesta, 30 profesionales (21,7%) refirieron haber padecido alguna zoonosis, entre las que se encontraban: brucelosis (10), dermatofitosis (9), salmonelosis (7), tuberculosis (2) y leptospirosis (2).
Tanto las enfermedades citadas en las encuestas como su impacto deben interpretarse en el contexto geográfico y temporal de referencia. En este sentido, la ausencia de estudios en países de la Europa continental en la última década puede estar dando una imagen errónea del impacto de diferentes enfermedades en la salud de la profesión veterinaria. Hay que considerar que las campañas de erradicación de la brucelosis en el ganado han determinado la disminución de los casos humanos de origen laboral en Europa. Dicha realidad presenta como excepción la situación de Grecia donde la incidencia de brucelosis de carácter ocupacional es significativamente superior a la que presenta la población general21. Al mismo tiempo, la ausencia de estudios epidemiológicos puede estar infravalorando las infecciones ocupacionales por C. burnetii. Durante los brotes de fiebre Q en Holanda (2007-2009) el 65,1% del personal veterinario estudiado resultó seropositivo22. A la vista de los resultados publicados, el impacto de la fiebre Q se ha mantenido en la región; en el año 2013, la seroprevalencia de fiebre Q en profesionales de Bélgica fue del 45,4%, incrementándose al 58,3% entre los veterinarios que trabajaban con animales de granja23.
ENCUESTAS DE SALUD Y MERCADO DE TRABAJO EN LA PROFESIÓN VETERINARIA
La realización de encuestas de salud durante los últimos 40 años en España ha permitido desarrollar todas las facetas de la planificación en salud pública, aportando información fundamental para conocer los determinantes de la salud y establecer las estrategias de vigilancia y los programas de salud asociados. En el ámbito de la salud laboral, los sistemas de vigilancia deben adaptarse de forma dinámica a la evolución del mercado de trabajo; para ello, las encuestas deberán incluir todas las formas de relación entre el trabajador y la empresa24. De forma específica, las encuestas nacionales de condiciones de trabajo realizadas por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo han cuantificado la exposición a riesgos biológicos en los diferentes sectores. En dichas encuestas, la exposición a contaminantes biológicos osciló entre el 47% de los trabajadores de las “actividades sanitarias y sociales”25 y el 59% de los trabajadores de las “actividades de la salud”26. Las diferentes competencias de la profesión veterinaria se encuentran distribuidas en distintos sectores contemplados en las encuestas citadas; a partir de 2009 la Clasificación Nacional de Actividades Económicas contempla las “actividades veterinarias” en el apartado de “actividades profesionales, científicas y técnicas”.
Según el estudio de la Federación de Veterinarios en Europa27, publicado en 2015, España es el tercer país de la Unión Europea con mayor número de profesionales que ejercen la veterinaria, solo superado por Italia y Alemania. Según dicho estudio, en nuestro país la profesión veterinaria constaba de 22.400 profesionales en activo (más de 30.000 colegiados en la actualidad) y se caracterizaba por su juventud, con un 52% de los mismos menores de 40 años. En Europa y en España la distribución por sexos es similar (53% y 52% de mujeres, respectivamente), si bien hay que considerar que en el futuro inmediato la profesión tendrá una presencia mayoritariamente femenina (70% de mujeres en el grupo de edad de 30 años). A pesar de ello, la brecha salarial es significativa, con diferencias de sueldo a favor de los hombres del 28% en Europa y del 34% en España. En nuestro país predomina la dedicación a los animales de compañía (55%), seguida de salud pública (18%), animales de producción (15%), equino (2%), legislación, (2%), acuicultura (1%), nutrición animal (1%) y otros (7%). En relación con las condiciones laborales, España presenta el mayor porcentaje de desempleo en la profesión veterinaria (8,2%) de los 24 países europeos estudiados (media, 3%). En Europa, el 23% de los encuestados califica como subempleo sus condiciones laborales, bien porque no alcanzan el total de horas de su jornada laboral, reciben un salario inferior al salario mínimo o porque son contratados como internos o becarios. En España, el subempleo en la profesión veterinaria es referido por el 12% de los encuestados y el 40% ha considerado en los últimos 3 años trabajar en otro país27. En este contexto, el exceso de plazas ofertadas anualmente en las Facultades de Veterinaria españolas (1.672 alumnos admitidos en el curso 2015-2016) permite augurar un futuro profesional marcado por la precarización de las condiciones laborales.
Por todo ello, se impone la necesidad de conocer el impacto de las zoonosis en las diferentes áreas de la profesión veterinaria en nuestro país. Ante las particularidades y los cambios que presenta el ejercicio profesional, el desarrollo de encuestas sectoriales permitiría analizar las condiciones laborales en relación con la salud.
DECLARACIÓN DE LAS ZOONOSIS COMO ENFERMEDADES PROFESIONALES EN ESPAÑA
De forma general, la infradeclaración de las enfermedades profesionales es un hecho asumido en nuestro país24. En el período 2009-2014, se declararon 75 casos (22 hombres y 53 mujeres) de enfermedad profesional en la actividad económica codificada como “actividades veterinarias”, lo que supone una tasa de incidencia acumulada del 120,1/100.000 asalariados28. Dicha tasa fue 1,5 veces superior a la presentada por las actividades sanitarias y de servicios sociales en el citado periodo; si bien no se dispone de una estimación de los casos reales ni del desglose por etiología.
En España, todas las zoonosis son susceptibles de ser reconocidas como enfermedades profesionales en aquellos colectivos relacionados laboralmente con los animales29. No obstante, la investigación de los casos en los que se pretende atribuir las zoonosis al riesgo profesional presenta diferentes dificultades. En el ámbito de la atención primaria, la consideración profesional de dichas enfermedades puede enmascarase habida cuenta de que también pueden afectar a la población general y, además, la enfermedad profesional no difiere clínicamente de la misma enfermedad contraída en otras condiciones30.
Además de las características inherentes al sistema de declaración de enfermedades profesionales, la valoración de los casos de zoonosis considerados debe contextualizarse en relación con la situación epidemiológica de las diferentes enfermedades. Es un hecho conocido que, junto a los casos de origen alimentario, la brucelosis presenta un marcado carácter ocupacional; a pesar de ello, en la década de los años 90 cuando se alcanzaban 3000 casos de brucelosis humana al año, en España solamente se declararon como enfermedad profesional entre el 9 y el 13% de dichos casos31. El avance de los programas nacionales de erradicación de la brucelosis bovina y ovina/caprina ha determinado la reducción significativa de los casos humanos en España; en el período 2007-2012 se registraron un total de 841 casos de brucelosis32, de los cuales 307 (36,5%) fueron expedientados como enfermedad profesional33. Por el contrario, en dicho período se expedientaron 16 casos de fiebre Q como enfermedad profesional33, lo que representa el 3,5% del total de casos humanos registrados (454)32. En nuestro país, la inclusión de la fiebre Q en la lista de enfermedades de declaración obligatoria a partir de 2015 ha determinado un incremento en el número de casos humanos registrados (358 casos en 2016)32 y posibilita actuaciones de control coordinadas entre las autoridades de Sanidad Animal y Salud Pública. No obstante, ante el carácter endémico que presenta en Europa y la ausencia de programas de lucha en el ganado, la fiebre Q deber ser una de las zoonosis a vigilar de forma activa entre las profesiones en contacto con animales, sus productos y/o su entorno.
Como conclusión, se puede intuir que la consideración legal de enfermedad profesional para las zoonosis se encuentra infraestimada. Por todo ello, la realización de encuestas de salud laboral, la documentación y publicación de los casos, así como la revisión de los riesgos y el impacto de las zoonosis en la profesión veterinaria, pueden contribuir a la calificación y notificación de dichas enfermedades por parte de la administración sanitaria, al tiempo que suponen una herramienta fundamental en el ámbito de la prevención de riesgos laborales.