INTRODUCCIÓN
La aparición del nuevo Coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia de la COVID-19 declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) 1 el 11 de marzo de 2020, frente a la que se adoptaron medidas severas de aislamiento a los enfermos y de confinamiento a la población para su control de forma universal, determinó que España estableciera el estado de alarma el 14 de marzo, que posteriormente extendió hasta el 21 de junio de 2020. En el periodo de postconfinamiento, las medidas preventivas se fueron adaptando a la evolución y efectividad de la vacunación, así como a la contención de la pandemia, permitiendo la recuperación progresiva de la actividad y convivencia social 2. La presencialidad, con medidas adecuadas de distanciamiento y protección personal, no se recuperó en las universidades de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) hasta el primer trimestre de 2022.
El periodo de confinamiento, junto a la gravedad e incertidumbre en la evolución de la infección, la readaptación repentina y obligada de la convivencia familiar, y el cambio de las actividades laborales, educativas y sociales que pasaron a formato online, afectó a hábitos y rutinas, al igual que sometió a la población a un nuevo estrés al alterarse la dinámica vital del mundo 3 4, cuyos efectos en distintas esferas económicas, sociales y de la salud ha originado un gran número de estudios durante la primera fase de la pandemia 5 6 7 8 9 10 11 12. A pesar de las gravísimas consecuencias de esta pandemia en la morbimortalidad y la economía, ya Nelson (BMJ, 2020) 13 y Shastri (2022) 14 publican reflexiones sobre aspectos inesperados potencialmente positivos que esta incidencia sanitaria ha puesto de manifiesto por los cambios en el comportamiento y rutinas, así como el importante papel de la Salud Pública. Por su larga evolución, el presente de este proceso y las especiales medidas aplicadas para su control, fue justificado (y fueron los objetivos de este estudio) tratar de conocer en grupos humanos específicos los cambios sucedidos en el estilo de vida y los hábitos (como el especifico de higiene bucodental encuestado aquí), la actividad física, el sueño y el estado anímico durante y/o postconfinamiento, optando por el grupo social que nos era accesible: el de los estudiantes universitarios de Odontología de la Comunidad de Madrid.
SUJETOS Y MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional transversal mediante cuestionario online ad hoc autoadministrado, elaborado con la plataforma Google Forms, remitido por correo electrónico universitario y redes sociales, en la primera quincena de diciembre de 2021, a estudiantes de Odontología de universidades públicas y privadas de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM). En el cuestionario de participación voluntaria y anónima se notificaba el objetivo del estudio, junto al permiso de publicación de resultados que el encuestado otorgaba al enviar sus respuestas. Cumplió con los Principios Éticos de la Declaración de Helsinki y con la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales (LOPDGDD) 3/2018, de 5 diciembre. Se incluyeron en el estudio las setenta y dos encuestas recibidas, ya que estaban totalmente cumplimentadas, no habiéndose tenido que excluir ninguna. El cuestionario contenía treinta y dos ítems con respuestas cerradas, abiertas, múltiples y una en Escala Likert de 5 opciones (1=muy baja a 5=muy alta afectación) para autopercepción del estado anímico y sobre relaciones sociales, cuyo resultado se expresó agrupado en tres niveles (Poco [1 y 2], Intermedio [3] y Mucho [4 y 5]). Se estudiaron variables de persona, hábitos de higiene oral, alimentación, sueño, consumo de tabaco y alcohol, actividad física y sedentaria, y la autopercepción anímica durante y/o postconfinamiento por la COVID-19. Para el análisis estadístico se utilizó el Programa IBM SPSS Statistics versión 25, y junto a la estadística descriptiva se aplicaron los Test de Chi-cuadrado, y T-student para valorar la asociación y significaciones entre las variables según sexo.
RESULTADOS
Características Demográficas.
De las setenta y dos encuestas recibidas, cincuenta y nueve (82%) eran de mujeres y trece (18%) de hombres, con un promedio de edad de 23±3 años. Veinticinco (34%) estudiaban en universidades públicas de la CAM, catorce (20%) eran extranjeros, sesenta y cinco (90%) cursaban los últimos años del Grado. El 94,4% de encuestados pasó el confinamiento con la familia, un 2,8% en pareja y un 1,4% en piso compartido o solos. De ellos, veintinueve (40%) refirieron haber padecido o presentado síntomas compatibles con la COVID-19. Se vacunaron setenta y uno (98,6%), la mayoría con Moderna® y Pfizer®, cuarenta (55,5%) refirieron algún síntoma postvacunación, más las mujeres (p=0,490) [TABLA 1].
Hábitos de higiene oral.
El 94% refirió cepillarse los dientes dos o más veces al día, el 67% usaba hilo dental una o más veces al día, el 72% se cepillaba la lengua y un 32% usaba enjuague bucal a diario; estas dos últimas prácticas fueron más frecuentes entre los trece varones de la muestra. Durante el confinamiento, la mayoría de encuestados mantuvo su régimen de higiene e incluso incrementó el empleo de seda dental, limpieza lingual y colutorios diarios, sobre todo las mujeres. En el postconfinamiento, el 60% mantuvo o mejoró la rutina adquirida, frente al 40% que regresó a la previa, aunque ninguna de estas diferencias fue estadísticamente significativa [TABLA 2].
Hábitos de consumo y peso.
Las mujeres consumían carne con menos frecuencia que los varones (p=0,014), hábito mantenido en la mayoría de efectivos durante el confinamiento, aunque uno de los trece varones lo disminuyó. Por el contrario, la ingesta de fruta era más frecuente en las mujeres que en los varones antes del confinamiento (p=0,066); ellas la mantuvieron durante el mismo sin cambios importantes, y los varones la aumentaron (p<0,002) junto a la de lácteos (p<0,003) y legumbres (p<0,022), mientras que redujeron la frecuencia de consumo de pescado (p=0,054) y verduras (p<0,003). Casi la mitad de participantes, sobre todo los varones, conservaron postconfinamiento el nuevo hábito dietético favorable, con más legumbres y frutas. El 72,2% de encuestados afirmó no consumir refrescos de forma habitual ni picotear entre horas (51,4%); aquellos que lo hacían a diario eran mayoritariamente varones (23,1%, p=0,052). Durante el confinamiento, un 26,4% aumentó el picoteo entre horas. Los encuestados presentaron un IMC (Índice Masa Corporal) promedio de 22,15±1,17. El 45% mantuvo el peso a lo largo de la pandemia; el 24%, más entre varones, lo aumentó en el confinamiento y el 28%, en particular las mujeres, lo perdió (p<0,01); pero en postconfinamiento, también ellas (32,2%) lo aumentaron ligeramente (p=0,056) [TABLA 3].
El 76,4% de los estudiantes, especialmente las mujeres, se declararon no fumadores, y el 46% refirieron no consumir alcohol. Ambos consumos descendieron en el confinamiento; sin embargo, en el postconfinamiento aumentaron en ambos sexos y, significativamente, el de alcohol en varones (46%, p<0,003); el 3,4% de mujeres ex fumadoras dijeron haber retomado el hábito tabáquico.
Actividad física, actividades sedentarias y hábitos de sueño.
El 23,6% de encuestados declaró no realizar actividad física alguna de forma habitual. Durante el confinamiento, y sobre todo en el postconfinamiento, más los varones (61,5% hombres frente a 39% mujeres, p=0,558), incrementaron el ejercicio físico.
En el confinamiento, el 82% aumentó las actividades sedentarias, sin diferencias por sexo. Prácticas como escribir o pintar fueron más frecuentes en las mujeres que en los varones (44,1% frente a 7,7%, p<0,008), así como técnicas de relajación (p=0,071) o el tiempo dedicado a tertulia o entretenimiento con los convivientes (p=0,049). Las horas de sueño aumentaron en el 44,4%, algo más en los hombres, y los despertares nocturnos en las mujeres. Postconfinamiento refirieron una disminución general de horas de sueño y las mujeres una elevación de los despertares nocturnos (p=0,426) [TABLA 4].
Autopercepción anímica y afectación de las relaciones sociales.
En la autopercepción de componentes del estado anímico, valorados mediante escala Likert (1-5), los varones presentaron puntuaciones bajas (Likert≤2) frente a las mujeres, que registraron en casi todos ellos puntuaciones altas (Likert ≥4), especialmente en estrés y preocupación, y estadísticamente significativas en miedo (p=0,046) y preocupación (p=0,059) las mujeres respecto a los varones. Un 22% de encuestados, sobre todo mujeres, manifestaron afectación de sus relaciones sociales (50% de mujeres con escala Likert ≥4 frente al 70% de varones con escala Likert≤ 2 (p=0,353) [FIGURA 1].
DISCUSIÓN
En este estudio existe un alto porcentaje de participación femenina y de estudiantes de universidades privadas, reflejo de las características demográficas del Grado de Odontología, que imparten las cinco universidades (dos públicas y tres privadas) de la CAM, junto al hecho del mayor porcentaje de mujeres en carreras relacionadas con educación y/o los cuidados (Ciencias de la Salud) 15, así como su mayor disposición a participar en encuestas. Los síntomas referidos postvacunación frente a la COVID-19 son todos ellos, de tipo local o leve, como también encontró Wu Q et al. 16 en su trabajo de revisión.
Los encuestados, como cabe esperar en sanitarios y coincidiendo con investigaciones similares 17 18, tienen buenos hábitos de higiene oral, que superan a los publicados en estudios de población general 19 20 21 y que incluso mejoran en la fase de confinamiento, sobre todo las mujeres, posiblemente favorecido por la mayor disponibilidad de tiempo y que una gran parte mantiene después.
La dieta habitual de los encuestados mejora por la pandemia, es variada y completa, con escaso picoteo entre horas; ambos sexos presentan un IMC promedio dentro del peso adecuado o saludable. Durante el confinamiento mantienen los hábitos dietéticos, e incluso los mejoran, y una buena parte los conservan postconfinamiento; los varones, especialmente, aumentan la elección de alimentos más saludables (legumbres, verduras, frutas, etc.) en el confinamiento, en lo que coincidimos con Rodríguez-Pérez et al. 8, que refiere mayor consumo de dieta mediterránea durante dicho periodo de restricción y argumenta sus posibles efectos beneficiosos frente a complicaciones por la COVID-19, pero a diferencia de este autor, en nuestro estudio, como en otros trabajos 10 22 23 se eleva el picoteo entre horas, comportamiento favorecido por el estrés, la ansiedad, la limitación de salida al exterior, o más tiempo de ocio, entre otros. El moderado consumo habitual de tabaco y alcohol en los encuestados disminuye durante el confinamiento, al igual que informa Pérez-Albéniz 12, y aumenta en postconfinamiento, particularmente entre los varones. Sin embargo, Lange y Nakamura 24 encuentran más consumo de alcohol durante el confinamiento en australianos, favorecido por las circunstancias.
También, durante el confinamiento, la mayoría de los estudiantes incrementan las horas de sueño y las actividades sedentarias, como informan otros muchos trabajos 6 9 23 25 26 27 28, a lo que, asimismo, contribuye continuar con la docencia en formato online. La escritura/pintura, las técnicas de relajación y meditación, o el tiempo compartido con convivientes destacan entre las prácticas sedentarias, más desarrolladas por las mujeres durante el confinamiento, quizá para mitigar el hastío y ayudar a disminuir el estrés 5 29, frente a las relacionadas con internet, las nuevas tecnologías o el ejercicio físico en varones.
Casi una cuarta parte de los universitarios encuestados aquí declara no realizar ejercicio físico de forma habitual, como afirman otros trabajos 30 31, exponiendo como principales causas la falta de tiempo por dedicación al estudio y/o por el entorno. Al igual que en estos autores 23 25, los encuestados realizan más ejercicio físico durante el confinamiento y, especialmente, los varones, postconfinamiento; sin embargo, Romero-Blanco 9 refiere más aumento de dicha actividad en las mujeres durante el confinamiento. La disponibilidad horaria durante la restricción y la necesidad de contrarrestar el enclaustramiento y estrés vivido podrían explicar la mayor actividad física entonces iniciada y su posterior incremento, en un apreciable número de participantes, el cual parece haber propiciado esta pandemia como posible mecanismo de recuperación de la vitalidad y del periodo pasado en confinamiento.
Por otro lado, coincidimos con otros muchos estudios 23 28 32 en que, por el obligado enclaustramiento, la afectación del estado anímico y de las relaciones sociales es mayor en las mujeres que en los varones, pues aunque se favorece la comunicación online, tanto laboral como social, se interrumpen la interrelación personal cercana y los vínculos de contactos físicos; el diferente manejo del estrés 5 de la mujer y, sobre todo, su particular entrega y preocupación en el cuidado familiar pudo contribuir a esta notable reactividad anímica. A pesar de las limitaciones de un estudio por encuesta, y con muestra discreta, sus apreciables significaciones estadísticas lo acreditan para contribuir a perfilar los efectos de las medidas que se han ido adoptando en el control de esta larga pandemia, así como su influencia en los hábitos y salud de distintos individuos y colectividades, que ahora presentamos como preámbulo de nuevas valoraciones.
En síntesis, confirmamos que los estudiantes investigados presentan buenos hábitos de higiene oral y de dieta, que mantienen e, incluso, mejoran con esta incidencia sanitaria en la que, además, incrementan el ejercicio físico, inicialmente bajo. Es por lo que, mediante campañas educativas, cabría potenciar estas rutinas saludables encontradas de cara a la prevención. El confinamiento afecta más el estado anímico y las relaciones sociales de las mujeres, que combaten con prácticas relajantes, lo que es deseable que permanezcan y se generalicen en la Salud Comunitaria.