INTRODUCCIÓN
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define la violencia en el trabajo como toda acción, incidente o comportamiento que se aparta de lo razonable mediante el cual una persona es agredida, amenazada, humillada o lesionada por otra en el ejercicio de su actividad profesional o como consecuencia directa de la misma. La violencia interna en el lugar de trabajo es la que tiene lugar entre los propios trabajadores, incluidos directores y supervisores, y la violencia externa es la que tiene lugar entre trabajadores y toda otra persona presente en el lugar de trabajo pero que no tiene una relación laboral en el mismo1.
La violencia en el lugar de trabajo es reconocida internacionalmente como un riesgo laboral para los profesionales de la salud, habiéndose convertido en los últimos años en una gran preocupación a nivel mundial2, debido a que se ha detectado un aumento de situaciones de violencia y agresividad en el lugar de trabajo3, especialmente para colectivos como los profesionales de enfermería que mantienen un contacto cercano con los familiares, los pacientes, otros profesionales y sus mandos superiores4. Tal como indicó el Instituto Nacional de Seguridad, Salud y Bienestar en el Trabajo en 2018, se ha producido un incremento de los riesgos psicosociales en torno a la violencia en el lugar de trabajo entendida como acoso, amenazas o agresiones5.
Dada la dificultad en erradicar este tipo de situaciones, debido a la influencia de múltiples factores, se hace necesario amortiguar el impacto negativo mediante el enfoque de la salud y el bienestar en el trabajo, intentando así promover un funcionamiento psicosocial óptimo de los trabajadores6 7. En ese contexto, los vínculos funcionales o disfuncionales entre la persona que trabaja y su actividad laboral tienen un impacto en su salud y bienestar, de ahí la importancia de analizar variables que puedan modular los efectos de la salud laboral, como el compromiso laboral8.
Salanova y Shaufeli9 identificaron tres condiciones psicológicas que manifiestan las personas con compromiso laboral:
Satisfacción: el trabajo en sí mismo sería significativo, constituyendo un reto para la persona.
Seguridad: el lugar de trabajo sería fiable, seguro y previsible, generando un clima laboral positivo para la persona.
Disponibilidad: los recursos físicos y psicológicos con los que cuentan las personas son los necesarios y estarían disponibles para mejorar el rol laboral desempeñado.
En la actualidad, el compromiso laboral es analizado desde dos perspectivas diferentes: la teoría del rol y la salud ocupacional. Ambas coinciden en que este proceso integra tres componentes: vigor (componente conductual-energético), absorción (componente cognitivo) y dedicación (componente emocional)10. Con estos antecedentes, el objetivo de este estudio fue analizar la violencia en el lugar de trabajo y su relación con el compromiso laboral en profesionales de la enfermería.
SUJETOS Y MÉTODOS
Diseño del estudio.
Se llevó a cabo un estudio descriptivo transversal mediante el uso de cuestionarios.
Población y muestra.
Se realizó el estudio en la población de las 330.745 enfermeras colegiadas en España (año 2021)11, a través de un muestreo de tipo accidental o causal, no probabilístico. Los criterios de inclusión seleccionados fueron:
Variables e instrumentos.
Se recogieron diferentes variables sociodemográficas (edad, sexo y lugar de residencia) y otras variables de interés relacionadas con el objetivo del estudio (categoría profesional, puesto que ocupaba, tipo de contrato, antigüedad en la institución y turnos de trabajo).
Además se recurrió a la Utrech Work Engagement Scale (UWES 9)12 para evaluar el compromiso laboral mediante 9 ítems con un formato de respuesta tipo Likert, y conformada por tres dimensiones: vigor, dedicación y absorción. Ofrece tres puntuaciones parciales y una puntuación total, estableciendo seis valores, dentro del rango comprendido entre cero y seis puntos. Para su cálculo se recodificaron dichos valores de acuerdo con la siguiente clasificación: alto (máximo ≤ UWES 9 < percentil 75); medio (percentil 75 ≤ UWES 9 < percentil 25); y bajo (percentil 25 ≤ UWES ≤ mínimo). La consistencia interna en las tres dimensiones ofreció unos valores de Cronbach de 0,821.
Por último, se diseñó un instrumento de evaluación ad hoc que valora los indicios e indicadores de violencia en el puesto de trabajo. Conformado por ocho ítems cuyo formato es de respuesta cerrada, siendo tres de ellos de respuesta alternativa simple y los cinco restantes de respuesta alternativa múltiple. Para garantizar la fiabilidad del instrumento, se llevó a cabo una valoración inter-jueces.
Procedimiento.
La recogida de la muestra se llevó a cabo mediante un enlace vía web a Google Forms©. El instrumento de evaluación fue distribuido por el Consejo General de Enfermería de España y los Colegios de Enfermería de cada provincia española a través de sus páginas oficiales y sus redes sociales, así como vía WhatsApp, Twitter y LinkedIn. Esta recogida se realizó en el periodo comprendido entre enero de 2019 y enero de 2020.
Análisis estadístico.
Los estadísticos descriptivos se presentan mediante porcentajes y frecuencias. La prueba de Kolmogorov-Smirnov se utilizó para determinar si los datos mostraban una distribución normal. Por otra parte, mediante la prueba del test de Kruskall-Wallis se comprobó que existían diferencias en los grupos analizados respecto a la valoración de las distintas dimensiones. Asimismo, la prueba de U de Mann-Whitney, con corrección de Bonferroni, se empleó para analizar qué subgrupos diferían entre sí. Por último, se analizaron los resultados del algoritmo CHAID13 14 que permitieron analizar la asociación entre las variables que componen la dimensión del engagement y la violencia en el lugar de trabajo. Para el estudio se utilizó el software SPSS Statistics 26.0.
Consideraciones éticas.
Los integrantes de la muestra participaron en el estudio de forma voluntaria y aceptando los principios del consentimiento informado en el que se explicaba la finalidad de la investigación. Asimismo, se respetó el anonimato y la confidencialidad de los mismos de acuerdo con la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales.
El estudio fue aprobado por la Comisión de Ética del Consejo General de Enfermería (España) en abril de 2018.
RESULTADOS
Datos sociodemográficos.
La muestra estuvo conformada por 1.648 enfermeras, donde el 86,2% de la muestra (n=1.420) eran mujeres y el 13,8% (n=228) hombres. La edad media de la muestra estaba comprendida entre los 40 y 45 anos; en el caso de las mujeres presentaron una media de M=41,5 (SD=10,7), y en los hombres una M=43,1 (SD=11,6).
Work engagement (UWES 9).
En relación a la variable de compromiso laboral, se observó que las personas participantes presentaron una M=4,24 (SD=1,3), siendo la dimensión de la dedicación la que reflejó una puntuación más elevada (M=4,38; SD=1,4), mientras que la dimensión del vigor señaló el menor valor (M=4,06; SD=1,36).
Violencia en el lugar de trabajo.
En referencia a los indicadores o indicios de violencia o agresión en el trabajo, tal como se aprecia en la Tabla 1, señalan que el 42,17% (N=695) de los sujetos había sufrido personalmente algún tipo de agresión o violencia en el lugar de trabajo, frente al 57,83% (N=953) que manifestó lo opuesto.
En cuanto al tipo de agresión, se observó que la más frecuente era la verbal, que implicó un 54,73% (N=902) de la muestra, frente a la física, que supuso un 2% (N=33).
En relación a las personas que infligieron algún tipo de agresión o acto de violencia, los datos indicaron que el 16,99% (N=280) declaraba que eran los pacientes y el 16,26% (N=268) que eran los familiares de los mismos. Asimismo, el 13,35% (N=220) manifiestó que eran los propios compañeros los responsables de esos actos. Con respecto a las amenazas, se apreció que el 41,20% (N=679) de los participantes manifestaron haber sufrido alguna amenaza, siendo los familiares (13,23%; N=218) y los pacientes (8,37%; N=138) los mayores responsables de las mismas.
Por otra parte, el 7,6% (N=126) señalaron haber sufrido acoso sexual en el trabajo, y un 38,90% (N=641) acoso laboral.
Correlación entre la violencia en el trabajo y el compromiso laboral.
Tal como se expone en la Tabla 2, se observó que el hecho de haber sufrido personalmente o no alguna vez un acto violento, amenaza o acoso psicológico presentaba diferencias estadísticamente significativas para todas las dimensiones del test UWES-9 y para la puntuación total del mismo. Sin embargo, no existieron diferencias estadísticamente significativas en el caso de haber sufrido acoso sexual.
Algoritmo CHAID.
La representación de la Figura 1 permite determinar las variables más significativas según las puntuaciones totales del UWES-9. En un primer nivel, se señalan las personas que manifestaron haber sufrido acoso psicológico en el trabajo y, aunque la categoría que incluye un mayor número de casos engloba la media de haber padecido o no acoso psicológico, los porcentajes que se señalan para un bajo nivel de compromiso laboral disminuyeron y, de forma opuesta, en el supuesto de no sufrir acoso psicológico, aumentaron los de alto nivel de compromiso laboral. Asimismo, cuando aumentaba el porcentaje de casos con bajo nivel de compromiso laboral se producía una disminución de los casos con el nivel más alto. En un segundo nivel, padecer una amenaza se presentó como la variable más significativa en ambos casos, variando los porcentajes igual que en los nodos anteriores. Por último, el hecho de no haber padecido acoso psicológico ni amenazas se encuentra mediado por haber sufrido personalmente alguna situación violenta en el trabajo.
Por otro parte, se puede apreciar, a partir de los nodos finales, que las personas que no habían sufrido acoso psicológico, ni amenazas, ni habían sufrido personalmente actos violentos en el trabajo (35,8%) presentaron un alto nivel de compromiso laboral frente a un 15% de los participantes que mostraron un bajo nivel. En el otro extremo, de aquellos que habían sufrido acoso psicológico, amenazas y actos violentos personalmente un 18,1% presentaron un alto nivel de compromiso laboral y un 37,3% un nivel bajo. Los porcentajes oscilaron entre los anteriores en caso de haber sufrido algún tipo de violencia.
DISCUSIÓN
El objetivo de este estudio fue analizar la violencia en el lugar de trabajo y su relación con el compromiso laboral en los profesionales de la enfermería. Son varios estudios los que alertan de la alta incidencia de la violencia laboral en trabajadores de la Administración Pública, enmarcándose en la consideración de grupo de riesgo15. Dentro de esta Administración Pública, el sector profesional del ámbito de la salud más afectado son las enfermeras4, con un mayor riesgo de sufrir violencia por parte de las personas usuarias3, destacando en mayor medida las amenazas y la violencia verbal, aunque en los últimos años se han incrementado las agresiones físicas16, siendo los hombres los que presentan un riesgo más elevado. Estos resultados están en consonancia con nuestro estudio. Por otra parte, en relación a las agresiones sexuales y el acoso sexual, las mujeres son las más expuestas17.
Además, el colectivo enfermero suele ser el primero en recibir algún tipo de violencia laboral, posiblemente por la mayor cercanía con pacientes y familiares, aunque son los profesionales de la medicina los que presentan una mayor prevalencia de violencia física18. Está en discusión si existe una infradeclaración de agresiones no físicas, pero es un posible factor a tener en cuenta en estos escenarios.
Por otra parte, y en relación a la otra variable de interés en este estudio, el compromiso laboral, los valores medidos por UWES son moderadamente altos (4,24, máximo 6), y no existen diferencias estadísticamente significativas entre sexos. Con respecto a la violencia en el lugar del trabajo, tampoco se encuentran diferencias entre ambos sexos, con porcentajes muy similares en tipo de agresión en ambos casos, siendo un 42,25% en mujeres y un 41,67% en hombres (p=0,868). Estos datos no se corresponden con los hallados por otros estudios como el de Skarbek et al.19, en el que se encontró que el colectivo de enfermería se exponía más a la violencia de sus propios compañeros de trabajo en forma de acoso, intimidación, violencia horizontal y vertical, datos que sugieren una predominancia en el sexo femenino, debido a la naturaleza de las agresiones expuestas.
El análisis del árbol de clasificación pone de manifiesto que las agresiones, sobre todo las de tipo psicológico, tienen un peso relevante en el compromiso laboral. De hecho, el nivel de compromiso laboral fluctúa en función de haber sido o no víctima de acoso psicológico. Para Innstrand, Langballe y Falkum20 y para García-Iglesias et al.21 hay una relación entre el compromiso laboral y un menor desarrollo de ansiedad y depresión en respuesta a estresores laborales. Pero, también, la ansiedad y depresión son predictores de una menor capacidad para mantenerse comprometido con el trabajo a igualdad de demandas labores, las dificultades en cuanto a recursos o estresores como el acoso22.
El estudio puede tener una serie de limitaciones. La muestra de estudio pertenece a una población que es secularmente femenina, por lo que el sesgo de género en su composición, con más de un 80% de mujeres (86,17%), podría ser relativo. De hecho, tiene una proporción equiparable a la existente en la población de enfermeras de la cual proviene. Además, podría haber un posible sesgo de selección en la población de estudio, ya que está sujeta al grado de interés de los profesionales en participar, además del uso de cuestionarios autoadministrados. Los investigadores deben confiar en la veracidad de los datos propuestos por las personas que han participado en el estudio. Otra limitación puede estar relacionada con el tipo de muestreo utilizado pues, al ser no probabilístico, permite tener una orientación de los resultados pero no una representatividad de la muestra. Por último, en algunos participantes pudo existir sesgo de recuerdo o de memoria (recall bias) debido a que algunas preguntas iban enfocadas a circunstancias acaecidas en etapas previas de la vida, en las que existe la posibilidad de olvido, o a que, en algunos casos, algunas circunstancias no fueron consideradas como violentas.
A modo de conclusión, se ha comprobado en la muestra analizada que existe una relación entre haber sufrido agresiones y el grado de compromiso laboral de los profesionales. Este aspecto es de capital importancia, ya que pone de relieve que posiblemente no se utilicen herramientas adecuadas para que los profesionales agredidos sean adecuadamente tratados por las instituciones a las que pertenecen y, por ello, su grado de compromiso decae. Está, en este sentido, en manos de dichas instituciones afrontar y ofrecer soluciones que contribuyan a la solución del problema, estableciendo políticas preventivas y actuaciones eficaces, para las que deben contar con la opinión y la participación de los propios colectivos profesionales de enfermería.