INTRODUCCIÓN
La enseñanza de los primeros auxilios (PPAA) es una temática que en los últimos años se ha integrado a nivel escolar como un contenido necesario, interdisciplinar (1), pero hasta el momento poco definido curricularmente. En 2021, el Consejo Europeo de Reanimación (en inglés, European Resuscitation Council [ERC]) publicó dos secciones novedosas dentro de las Guías Europeas de Reanimación: una de PPAA, en la que se referencian numerosos contenidos citados explícitamente o indirectamente en el nuevo currículo (posición lateral de seguridad, posición óptima durante el shock, la administración de broncodilatadores para asma, el reconocimiento del ictus, la anafilaxia, el manejo de la hipoglucemia, la rehidratación para el tratamiento de la deshidratación por esfuerzo, el control de hemorragias potencialmente mortales o las quemaduras) (2); y una sección de educación que pretende ser una guía para los ciudadanos, educadores y profesionales sanitarios para la implementación, en base a la evidencia, de los PPAA y la reanimación cardiopulmonar (RCP) (3).
La enseñanza para la prevención de accidentes y las actuaciones básicas de primeros intervinientes en el entorno escolar ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. Declaraciones como KIDs Save Lives(4), apoyada por la Organización Mundial de la Salud, así como diversos proyectos de formación de escolares (5) (6) (7) y docentes (8) (9) (10) han dado un impulso científico y educativo a los contenidos de PPAA en general, y a la RCP en particular. Si bien los PPAA como tal no son algo nuevo en la legislación educativa española, su peso curricular ha ido aumentando con las diferentes reformas educativas (11) aunque casi siempre focalizado en la prevención de lesiones o las actuaciones básicas de PPAA, pero sin abordar la enseñanza de las situaciones críticas que pueden poner en peligro la vida. Con la nueva Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre (LOMLOE), por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo de Educación(12) y desarrollada a través del RD 157/2022 de Educación Primaria(13), del RD 217/2022 de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) (14) y del RD 243/2022 del Bachillerato(15), se produce un cambio y evolución de los contenidos de los PPAA, ampliando el número de menciones en las diferentes etapas e incrementando las temáticas abordadas. Por tanto, este artículo tuvo como objetivo revisar y analizar la nueva legislación educativa en el marco curricular de los PPAA para ofrecer a los docentes una visión práctica en cada curso y nivel.
MATERIAL Y MÉTODOS
Un grupo de cuatro expertos en el ámbito de la educación y la salud, con experiencia curricular en Educación Primaria y Secundaria, así como en el campo de los PPAA, participaron en este análisis. La metodología consistió en un enfoque de análisis de consenso sobre el contenido de los RD de Educación Primaria, Secundaria y Bachillerato que desarrollan curricularmente la LOMLOE. Este grupo analizó la totalidad de referencias a los PPAA que aparecen en los RD [Figura 1].
El grupo de expertos extrajo de cada RD aquellos ítems que mencionaban algún contenido vinculado a la prevención de accidentes y/o los PPAA. En la Tabla 1 se recogen las competencias y saberes básicos de los diferentes RD desagregados por niveles y etapas.
Tabla 1. Contenidos relacionados con la prevención de accidentes y los primeros auxilios en Educación Primaria (Real Decreto 157/2022), Educación Secundaria (Real Decreto 217/2022) y Bachillerato (Real Decreto 243/2022).

RESULTADOS
En el análisis de los tres RD se encontraron diez conceptos generales:
Prevención de accidentes.
Protocolo Proteger, Alertar, Socorrer (PAS).
Protocolo 1-1-2.
Posición lateral de seguridad (PLS).
Reanimación cardiopulmonar (RCP).
Desfibrilador externo automático o semiautomático (DEA/DESA).
Obstrucción de vía aérea por cuerpo extraño (OVACE).
PPAA.
Traslado de accidentados.
ICTUS.
A lo largo de todas las etapas educativas fueron veintisiete las veces en que aparecían contenidos vinculados con la prevención de accidentes o aprendizaje de PPAA. Además, hasta en trece ocasiones algún ítem curricular que no aparecía explícitamente en una etapa o nivel educativo podría integrarse en contenidos propios del curso al ser parte de un protocolo, técnica o habilidad.
En Educación Primaria se recogieron cuatro contenidos, de los cuales dos eran comunes en segundo y tercer ciclo, relacionados con la prevención de accidentes en prácticas motrices y actuaciones básicas de PPAA, y específicamente de tercer ciclo (5º y 6º) se añadió la conducta PAS y PLS. El quinto contenido (protocolo 112) no era explícito, pero era parte de la conducta PAS, por lo que se consideraría obligatorio. La enseñanza de RCP, DEA y OVACE no se mencionaba, y podría ser incluida a discreción en las actuaciones básicas de PPAA o en la S (socorrer) de la conducta PAS.
En Educación Secundaria se recogieron ocho contenidos, de los cuales seis se correspondían con 1º y 2º de la ESO: prevención; PAS; protocolo 112; RCP; DEA/DESA; y PPAA. De manera no explícita podría añadirse PLS, que está integrada en la S (socorrer) de la conducta PAS. En 3º y 4º de la ESO se añadió el tratamiento de la obstrucción de la vía aérea (OVACE) y el reconocimiento del ICTUS. En la etapa de Bachillerato aparecieron ocho contenidos: prevención en medio terrestre y acuático; PAS; RCP; DESA/DEA; OVACE; PPAA usando botiquín; traslado de accidentados; e ICTUS; y, de manera implícita, el protocolo 112 y PLS como parte de la conducta PAS [Tabla 2].
DISCUSIÓN
Este artículo analiza los RD al amparo de la LOMLOE en relación con la prevención de accidentes y los PPAA. Los principales hallazgos son los siguientes.
La prevención de accidentes y las actuaciones básicas de PPAA deben empezar en el segundo ciclo de la Educación Primaria. En los últimos cursos de esta se incide en conductas de seguridad y cuidados básicos (PAS y PLS).
Con el inicio de la Educación Secundaria aparece un incremento sustancial en contenidos relacionados con los PPAA, y es la primera vez en que aparecen explícitamente la RCP y el uso del DEA/DESA. Al finalizar la Educación Secundaria todos los alumnos deben conocer el SVB.
En Bachillerato se espera que el alumnado tenga un análisis de riesgos, más allá del entorno escolar, y que pueda actuar incluso usando los materiales de un botiquín de PPAA.
Los RD son muy ambiguos sobre qué contenidos de PPAA se deben enseñar, ya que los refiere como actuaciones básicas sin aclarar qué se entiende por básico para un escolar de Primaria, de Secundaria o de Bachillerato, y dejando a la discrecionalidad docente su elección
En general, existe un consenso en que los niños/as y adolescentes aprendan PPAA y, especialmente, en los centros educativos (2) (3) (16), y los RD reflejan aquellos saberes y competencias sobre las que existe evidencia de que los jóvenes pueden aprender. Llamar al 112 (17), PLS (18), RCP (5) (6) (7) (19), OVACE (20) o DEA/DESA (21) (22) pueden ser aprendidos y ejecutados desde edades tempranas, incluso antes de lo que los currículos indican. Las tres etapas presentan similitudes y diferencias curriculares en relación a los PPAA. En todas se promueve la prevención de accidentes y el aprendizaje de actuaciones básicas (aunque no se especifican). A partir de la ESO, las habilidades técnicas (RCP/DEA/OVACE) y el reconocimiento de signos y síntomas (ictus) tienen un peso predominante.
Educación Primaria.
En la Educación Primaria, en el área de Educación Física, una competencia específica desde segundo ciclo es el conocimiento de protocolos básicos de actuación ante accidentes. Este concepto es muy abierto, permitiendo al docente crear contenido desde actuaciones básicas de PPAA (por ejemplo, el sangrado de la nariz) hasta actuaciones más especializadas (como la alerta a los servicios de emergencias 112) o el uso de maniobras salvadoras (como PLS). En definitiva, en 3º y 4º no se concretan procedimientos, pero atendiendo a los contenidos de 5º y 6º, en los que sí aparece la conducta PAS (Proteger, Alertar y Socorrer), se podría entender que en segundo ciclo de Primaria se busca el conocimiento desde una perspectiva más conceptual, y en el tercer ciclo de Primaria se espera que el alumnado sea capaz de participar activamente, tal y como se deduce del abordaje curricular en el RD 157/2022(13). Estos saberes básicos y competencias específicas se concretan en que a los nueve y diez años los niños/as deberían ser capaces de prevenir diferentes tipos de accidentes, llamar por teléfono y dar indicaciones adecuadas a los servicios de emergencias. La Educación Primaria es una etapa globalizada, en la que los contenidos de las diferentes materias deben estar interconectados. En el área de Conocimiento del Medio Natural, Social y Cultural para el tercer ciclo se mencionan como saber básico las actuaciones básicas de PPAA, lo que permite el trabajo interdisciplinar y con conexión de contenidos junto al área de Educación Física.
Educación Secundaria.
El área de Educación Física en Secundaria tiene un carácter transdisciplinar, en la que se busca el abordaje desde múltiples perspectivas. En tanto que los contenidos de PPAA son más concretos que en Primaria, su aplicabilidad abarca cualquier incidente en la actividad física y también en los contextos sociales próximos (familia, amigos, entorno…).
En primero de la ESO se vuelve a mencionar la conducta Proteger, Alertar, Socorrer (PAS) y añade el protocolo 112. Desde una perspectiva de las emergencias, esto supone activar la alerta, con una información precisa, indicando quién llama, qué está pasando, cuántas víctimas necesitan ayuda y qué se está haciendo por ellas. El Consejo Europeo de Reanimación promueve tres pasos para activar la alerta (23):
Llamar de inmediato a los servicios médicos de emergencia (112) si una persona está inconsciente con ausencia de respiración o respiración anormal.
Un testigo que está solo con un teléfono móvil, debe marcar el número 112, activar el altavoz u otra opción manos libres.
Comenzar inmediatamente la RCP asistido por el operador de emergencias.
Un aspecto novedoso es la aparición del Soporte Vital Básico (SVB), que se define como el conjunto de maniobras que permiten reconocer el paro cardiorrespiratorio, la alerta a los servicios de emergencias y el conocimiento de las maniobras de PPAA. Estas maniobras incluyen la evaluación de la conciencia, la apertura de las vías respiratorias (y desobstrucción si es necesario), la respiración artificial (si es posible) y las compresiones torácicas de calidad. En resumen, el SVB incluye la RCP, el DEA/DESA y OVACE y cómo evaluar su necesidad mediante la valoración primaria: A (aire); B (respiración); C (circulación). Esto supone el conocimiento de las maniobras de apertura de vía aérea (maniobra frente/mentón), la reanimación cardiopulmonar, la posición lateral de seguridad y las maniobras de desobstrucción de vía aérea ante atragantamiento (palmadas inter-escapulares y maniobra de Heimlich).
En tercero y cuarto de la ESO se establece como saber básico actuaciones ante accidentes, pero no derivado exclusivamente de la práctica de actividad física, por lo que deja en manos de la programación docente la inclusión de actuaciones, por ejemplo, ante incidentes acuáticos mediante formación en salvamento y socorrismo, incidentes en montaña, en accidentes de tráfico u otras actuaciones de emergencias como el control activo de hemorragias, traslado de accidentados, etc.
Aunque en cursos anteriores se introdujo al alumnado en los conceptos de SVB, en tercero y cuarto se menciona específicamente el uso del Desfibrilador Externo Automático o Semiautomático (DEA/DESA). Es destacable que este contenido puede ser aprendido en etapas previas, ya que técnicamente es muy sencillo, y la evidencia ha mostrado que escolares más pequeños ya son capaces de aprender su uso (22). Posiblemente, el énfasis que el Decreto (14) realiza en este nivel se justifique en la búsqueda de una cardioprotección activa, y que el alumnado no sea ya sólo un mero receptor de conocimiento, sino ejercer una ciudadanía proactiva que actúe en caso de parada cardiorrespiratoria, pudiendo incluso identificar signos y síntomas de alarma de diferentes patologías (por ejemplo, el ictus).
Bachillerato.
Del análisis de las competencias específicas, los criterios de evaluación y los saberes básicos que menciona el Real Decreto (15) para esta etapa, se deduce que el alumnado debe no ser sólo un mero receptor de conocimiento y dominar también habilidades básicas. Deben regular su propia seguridad, tomar conciencia de los riesgos y asumir decisiones en situaciones críticas de una forma autónoma.
Un aspecto relevante es la mención de la prevención de lesiones e incidentes no sólo en el medio terrestre, también en el medio acuático. Este matiz tiene más importancia de la que aparentemente se pueda pensar, pues el ahogamiento infantil y adolescente se sitúa entre las tres primeras causas de muerte no intencional. Además, en la etapa adolescente hay un cambio de tendencia, pasando de ahogarse principalmente en piscinas, provocado por la falta de supervisión de sus cuidadores, al ahogamiento en espacios naturales (playas marítimas, ríos y pantanos), en ausencia de adultos y en presencia de grupos de amigos (24). Por lo que un contenido fundamental en esta etapa es la prevención activa y la educación en la seguridad activa en cualquier entorno acuático o deporte náutico (25).
En relación a los saberes básicos, en esta etapa se continúan reforzando las técnicas de SVB, que incluyen la RCP, el uso de desfibrilador (DEA/DESA) y las maniobras de desobstrucción de la vía aérea (OVACE), si bien sólo indica la maniobra de Heimlich (una parte de las técnicas de desobstrucción de vía aérea), que además la clasifica erróneamente como accidente cardiovascular, al igual que el ictus, que es un accidente cerebrovascular. Su inclusión es pertinente porque en España supone la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad adquirida, por lo que a nivel curricular englobaría la prevención que tiene que ver con el estilo de vida saludable, eliminando condiciones y/o hábitos nocivos como la dislipemia, el tabaquismo, el alcoholismo, la obesidad y el sedentarismo, así como la identificación precoz de los signos y síntomas de alarma por parte de la población en general, ya que el tratamiento precoz reduce la mortalidad y atenúa las secuelas (26).
También como saber básico se incluye el kit de un botiquín y su uso, que por lo general se utiliza para aquellos incidentes menores, normalmente para el tratamiento de heridas y contusiones leves. Por lo que en esta etapa el alumnado debería identificar los tipos de heridas, cómo tratarlas y las medidas de asepsia para estos procedimientos (lavado de manos, uso de guantes, evitar fuentes contaminantes, etc.)
Otra novedad que se incorpora a la educación obligatoria es el conocimiento de los protocolos de alerta escolar, que son el conjunto de acciones coordinadas para ofrecer una respuesta inmediata y eficaz al alumnado que padece una patología crónica susceptible de descompensación e, incluso, de compromiso vital. Habitualmente se refieren a crisis alérgicas (anafilaxia), crisis comiciales (epilepsia), crisis diabéticas (hipoglucemias), crisis asmáticas graves y cardiopatías congénitas. En estos casos debe haber un protocolo de actuación que va desde la identificación hasta la alerta inmediata, según el plan diseñado a tal efecto, así como una serie de procedimientos que deberían estar previamente fijados y en los que puede participar el alumnado. Por ejemplo, identificar una reacción anafiláctica grave durante el recreo y alertar al profesorado, o colaborar en un ataque epiléptico, separando mesas, sillas u objetos potencialmente dañinos para la persona que está sufriendo la crisis.
En segundo de Bachillerato se ofertan optativas que pueden venir marcadas por las diferentes comunidades como, por ejemplo, Actividad física y salud, o bien pueden ser de oferta propia del centro, que llegan a tener nombres tan específicos como PPAA. En estos casos, el contenido curricular vinculado con la prevención de accidentes y los PPAA puede verse ampliado o reforzado.
Fortalezas y debilidades de los RD en materia de PPAA.
La incorporación de los PPAA en los nuevos RD supera las leyes educativas anteriores, ofreciendo a los estudiantes una formación más completa para prevenir riesgos y adquirir habilidades que les permitan actuar en situaciones de emergencia. Sin embargo, llama la atención que muchas de las acciones no están detalladas, especialmente en los primeros años escolares. Es importante señalar que ninguno de los planes de estudios de Educación Primaria, ya sea en los currículos anteriores o actuales, menciona explícitamente la enseñanza de la RCP, aunque el concepto de socorrer en el protocolo PAS incluye la aplicación de medidas para auxiliar a alguien en una emergencia crítica, como un paro cardíaco. Quizá lo más sorprendente es que el protocolo 1-1-2 no aparezca ya desde el primer año de Primaria, cuando precisamente fue diseñado para que los niños/as más pequeños puedan activar la cadena de supervivencia con un número fácil de recordar.
También cabría preguntarse por qué se introduce el concepto de SVB en los primeros dos años de Secundaria pero no se menciona en los dos años siguientes, mientras que la RCP, el DEA/DESA y OVACE se abordan en 3º y 4º de forma independiente cuando lo lógico es que fuese en 1º y 2º de ESO, para finalizar la etapa educativa integrando las tres habilidades del SVB en un enfoque global.
Por otro lado, llama la atención que el RD de Secundaria y Bachillerato incluye dentro de accidentes cardiovasculares la maniobra de Heimlich o el ictus, lo que claramente es una clasificación errónea y que debería ser corregida, ya que puede dar lugar a errores de interpretación (un atragantamiento no tiene nada que ver con una patología cardiovascular). En síntesis, se ha producido un avance notable en el desarrollo curricular, pero sería necesario más concreción en los diferentes cursos académicos y más precisión en la redacción de la legislación educativa vinculada a los PPAA.
El currículo actual dota de contenido en materia de PPAA a las diferentes etapas educativas, no sólo desde una vertiente de la prevención sino también del aprendizaje de técnicas y protocolos para aplicar en situaciones críticas. Los diferentes contenidos se estructuran en una secuencia desde lo más simple (conducta PAS desde Educación Primaria) hasta situaciones más complejas en Bachillerato, como la identificación de accidentes cerebrovasculares y la integración del alumnado dentro de la cadena asistencial, bien como testigo que alerta o como primer interviniente que participa activamente de la emergencia. La prevención de accidentes es el contenido más repetido en los diferentes cursos y tiene su inicio a los ocho-nueve años. Al finalizar la etapa educativa obligatoria (ESO), todo el alumnado debería saber identificar la parada cardíaca, alertar a los servicios de emergencias, iniciar las maniobras de reanimación, usar el desfibrilador y saber actuar ante un atragantamiento. Por este motivo, este artículo puede ser de ayuda para la comunidad educativa (docentes) así como para profesionales sanitarios vinculados al ámbito educativo (enfermería escolar, pediatría y Atención Primaria) de cara a identificar qué, cómo y cuándo enseñar cada uno de los procedimientos, técnicas y protocolos en las diferentes etapas escolares.