PRESENTACIÓN

M. Iraburu^*

^* Medico internista. Coordinadora de la Historia Clínica Informatizada en el Hospital Virgen del Camino. Pamplona.

Dirección para correspondencia

Los profesionales sanitarios de este país somos cada vez más conscientes del profundo cambio que ha sufrido la relación clínica en las últimas décadas. El esquema tradicional de buscar lo mejor para un paciente que se ponía en nuestras manos se ha transformado en una relación presidida por el respeto a la autonomía personal. En este nuevo paradigma el reconocimiento mutuo a la dignidad del otro, y por tanto a sus valores y prioridades, preside nuestra labor cotidiana.

Cuando el Departamento de Salud me propuso coordinar un suplemento sobre bioética, me pareció una gran oportunidad para reflexionar sobre estas cuestiones. Al fin y al cabo, para alcanzar la excelencia, el profesional sanitario necesitará conocimientos científicos y habilidades técnicas, pero también enfrentarse a una profunda reflexión sobre la vertiente ética de su trabajo.

Sabemos que en pleno siglo XXI y en una sociedad civil como la nuestra cada vez más pluralista, mejor informada y más activa, este nuevo modelo de relación clínica en el que todas las opiniones deben ser escuchadas, plantea el reto de afrontar los inevitables desencuentros que van a surgir entre los pacientes, sus familias y los profesionales.

Para abordarlos es imprescindible partir de la premisa de que nadie tiene todas las respuestas, pero todos los puntos de vista pueden contribuir al mejor conocimiento de la realidad. Si admitimos esto, coincidiremos en que el mejor modo de avanzar es insistiendo una y otra vez en el diálogo: diálogo con los iguales, con los diferentes, con los contrapuestos, y sobre todo diálogo con uno mismo, de manera ininterrumpida. Me parece muy acertado el dicho que nos recuerda que «incluso un reloj parado, en dos momentos del día está en lo cierto». Sabernos en lo cierto y en lo erróneo nos mantiene alertas y nos obliga a poner constantemente en entredicho nuestras propias convicciones.

Con la idea de seguir aprendiendo de los demás, invité a participar en este monográfico a las principales figuras de la bioética española. Su generosidad al aceptar garantiza la calidad en el tratamiento de los temas abordados y ha facilitado enormemente la compleja tarea de coordinar un suplemento tan ambicioso. Desde este preámbulo quiero expresar mi agradecimiento a todos ellos y celebrar, junto con los lectores, la certeza de que estamos ante una revisión exhaustiva y rigurosa de los aspectos más cruciales de nuestra profesión.

Dirección para correspondencia:
e-mail: mirabure@cfnavarra.es