Editorial

Profesionalismo, odontología y la profesión organizada

El modelo dominante en la práctica de la odontología en nuestro país ha sido un modelo de práctica profesional liberal. El modelo profesional, a diferencia de los modelos económico o del burocrático, se caracteriza por que las acciones se orientan a la mejora de la salud del paciente y la asistencia sanitaria no se ve únicamente como una mercancía de consumo. 

Hay por lo menos tres elementos que lo identifican: el conocimiento, la autonomía y el servicio. La piedra angular del modelo profesional es la confianza, la sociedad delega en los profesionales el restablecimiento y el mantenimiento de su salud oral, entendiendo que estos velarán en primer lugar por los intereses de los pacientes, a cambio la sociedad les otorga un estatus social de relevancia y el privilegio de la autorregulación colegial. Hay señales claras de que este acuerdo tácito o pacto social está siendo cada vez más cuestionado en muchas profesiones sanitarias, y también en la odontología¹. 

Históricamente la odontología en este país, se ha comportado como un oligopolio, en donde la demanda expresada era muy superior a la oferta de servicios. Esta situación ha condicionado, en el pasado, el comportamiento de los proveedores-dentistas. Esta sensación aun persiste en muchos sectores de la sociedad, en donde la figura del dentista es vista como la de un privilegiado por sus ingresos económicos. Esta percepción, cada vez más alejada de la realidad, no tendría que influir en los valores de la práctica basada en el modelo profesional, si no se quiere perder definitivamente este estatus y los valores que comportan. 

La piedra angular sobre la que reposa el modelo de práctica profesional es la confianza. Si la confianza es el valor más relevante en la percepción del público, la figura del dentista de familia en el futuro debería ser el modelo organizativo más demandado y apreciado. Pero para ello es necesario orientar la práctica profesional de acuerdo con los nuevos cambios y demandas culturales de la población. Y eso significa una odontología más basada en el paciente, una mejor información y comunicación con el consumidor y un enfoque orientado más hacia la prevención y la promoción de la salud. 

Sin embargo el crecimiento incontrolado de la demografía profesional, la irrupción de macro-clínicas con dentistas trabajando para terceros, la práctica basada en la optimización de la productividad, la practica sistemática de la demanda inducida, la banalización de la profesión mediante la publicidad abusiva de técnicas paraodontológicas, puede significar una nueva forma de entender la profesión en donde los valores de un modelo económico, prevalezcan sobre los de el modelo profesional, de servicio a la salud oral de la población. 

Se espera de las profesiones, además de la competencia técnica y científica, conductas éticas orientadas al ciudadano; desde la perspectiva profesional el código ético ha de ser más estricto que el social. Si esto no sucede y las nuevas exigencias de la ética social desbordan las de la profesión, ésta quedará marginada y perderá los privilegios que la sociedad le otorga. 

Esta situación representa una oportunidad de liderazgo para la profesión organizada, aunque para algunos se perciba como un peligro². Pero la capacidad para liderar los cambios no se obtiene sin el reconocimiento social previo, y para ello es preciso que la organización profesional se aleje del gremialismo y sepa adoptar y transmitir su papel de líderes, en el camino para alcanzar la mejora de la salud oral que espera la población.

Emili Cuenca Sala

1 Dunning AJ.: Status of the doctor, present and future. Lancet 1999; (supl.) 354.

2 Berwick DM. : Medical associations: guils or leaders.BMJ 1997;314:1564.