Editorial

La frenética actividad congresual que vive año a año la profesión odontoestomatológica española a través de sus más de veinte sociedades científicas, con sus congresos anuales, reuniones de verano e invierno, unida a la avalancha de cursos ofertados por diferentes estamentos e instituciones, completan un calendario científico tan sumamente abigarrado capaz de provocar en muchos casos una sensación de aturdimiento y desorientación en el profesional, que ante tal plétora, no sabe a ciencia cierta con qué carta quedarse, incitando en él un efecto de insidia que le hace optar por quedarse en casa, esperando una mejor ocasión que casi nunca llega. Así, en la generalidad de este tipo de acontecimientos las personas suelen repetirse y las caras vuelven a ser las mismas. 

Esta hiperactividad que de hecho pudiera calificarse de excelente, tiene una repercusión sintomáticamente negativa proporcional a la asistencia, ya que a la jornada no le podemos aumentar el número de horas y el dentista tiene que cubrir indefectiblemente su espectro laboral. 

En situación similar se encuentran nuestras afines casas comerciales y laboratorios, que en su deseo de complacencia y colaboración con nosotros, tienen que hacer auténticos juegos malabares para poder estar en todos los eventos que les permitan sus presupuestos, sin poder lograrlo en ocasiones y cuando esto es posible tras el esfuerzo realizado, raramente se sienten recompensados con las expectativas depositadas previamente. 

Todo lo expuesto anteriormente nos induce a considerar una reflexión, si fuera posible, la de moderar y aquilatar en el tiempo este tipo de actividades, con el fin de que tuvieran una máxima participación que repercutiera beneficiosamente en el profesional y por ende en la profesión. 

Pues bien, para colmo, este año además celebramos en Valladolid, con carácter bienal (antes fue cuatrienal), el Congreso del Consejo General, XXVIII nacional y VIII internacional, el cual no tendría razón de ser, si sólo viniera a implementar el amplio listado de los que ya nos adornan. 

Este Congreso se proyecta en la historia desde finales del siglo XIX, época de Florestán Aguilar y Bernardino Landete, siendo único en su momento y donde se impartían no solamente lecciones magistrales del buen hacer y técnicas dentales, sino también doctrinas y filosofía del devenir de una profesión que en nuestro país se encontraba dando sus primeros pasos. Llega a tener su máximo esplendor en el año 1969, en Madrid, siendo el I internacional y XXI nacional, con una asistencia de 1.600 congresistas. 

Desde aquellos momentos hasta nuestros días, este Congreso, ha ido perdiendo poco a poco influencia y participación por motivos que no analizaremos, pero suponemos ante todo, debido a la gran avalancha de sociedades científicas, que en cumplimiento de su deber hacen de su campo disciplinario un auténtico vergel. 

Por lo cual, ante la cantidad de congresos específicos de las diferentes materias que componen el abanico de nuestra profesión, entroncadas en su sociedad correspondiente; el Congreso del Consejo General sólo tendrá justificación en la actualidad si es capaz de aportar algo más en este campo que no fuera meramente el hecho científico técnico-clínico, por ello y volviendo a sus orígenes, le dotaremos de un marco socio-profesional, donde de forma prolija y durante todo el calendario del Congreso se analice en profundidad el estado actual de la profesión, en un foro permanente, compuesto por personalidades sobradamente relevantes en el ámbito jurídico, profesional y colegial, donde se debatirán los temas de mayor interés para la Odontoestomatología, con toda su problemática, su presente y su futuro, cuales son las necesidades y demandas del profesional del siglo XXI y cuales los requisitos, derechos y deberes del colegiado de base. En definitiva que este apartado tan importante del Congreso nos recuerde históricamente de donde venimos, donde estamos y cuales son las directrices y expectativas futuras para saber a ciencia cierta adonde vamos. 

En el capítulo científico clínico del Congreso se cumplirán las pretensiones más exigentes al contar con renombrados dictantes extranjeros, con un número importante de los mejores y más prestigiados profesionales de nuestro país y con una mayoría participativa de sociedades científicas que expondrán la excelencia de sus disciplinas y las técnicas clínicas más novedosas y avanzadas. 

Un Congreso de estas características no puede dejar de lado un interesante programa social, con el suficiente aliciente para que haga la estancia de estos días en Valladolid feliz y agradable, no solo a los congresistas sino a sus acompañantes. 

Queremos que sea el Congreso de la colegiación y vaya dirigido ex profeso a todos los profesionales de cualquier rincón de España, por lo tanto será asequible desde el punto de vista económico y atractivo en sus vertientes científica y socio-profesional. 

Te esperamos en Valladolid. 

El Congreso de todos. 

¡Valladolid para descubrirse!. 

Félix Manuel Nieto Bayón
Presidente del Congreso